Me gustan los trenes, me encanta viajar en tren. Los recuerdos de los viajes, siempre magnificados y abrillantados por el tiempo, me hacen anticipar con emoción mi próximo billete, y soñar con el viaje, sin importarme el destino.
Recuerdo mis primeros viajes en tren con La Yaya, en un TER ("Tren Espaniol Rápido", que ya no existen) y en un Talgo que tal vez nos llevaba de Cataluña a Levante. Recuerdo comer en plato bajando la bandeja del asiento anterior, y aquello fue Lo Más. Recuerdo tener unos 12 años y empaparme con "Asesinato en el Orient Express" (Agatha Christie, 1934): desde entonces los trenes están llenos de misterio, de kimonos con dragones bordados que se escurrren por los pasillos, de emoción.
Recuerdo muchos viajes entre las dos Vetustas en la primera fase del amor en la distancia de los Pedalistas, aquellos Intercity o el "Regional Express" (conocido como el Toko-toko) de los domingos a las 9 de la noche, con intercambio en Castejón. Los Talgos Pendulares del día de Navidad después de comer, llenos de monjas con cajas de cartón yendo hacia el norte. Y cómo olvidar el Shangai, un tren de madrugada que cogía el Pedalista tras pasar el día callejeando (¡qué duro es ser homeless e indocumentado!), en el que pasaba el pobre mucho miedo escondido en los compartimentos, hasta que un amigo le dijo: "¿Miedo? ¡Te tendrán que tener miedo a ti con esos pelos!".
Recuerdo subirme locamente en un tren en una ciudad perdida del norte de Inglaterra, con un billete que llegaba sólo hasta St Pancras (Londinium) y con la idea de ir saltando de tren en tren hasta llegar a casa. De la susodicha gótica St Pancras a la Northern Line del metro, para llegar a Waterloo con una mano delante de otra, y aún así lograr un billete en el siguiente flashy Eurostar. Dos horas de respiro hasta la siguiente meta, la Gare du Nord donde hubo que correr por todo el metro parisino hasta la Gare Montparnasse, donde se repite la operación, sin respiración implorar en la siguiente taquilla "le prochain train à Hendaye s'il vous plaît". Y ahí ya sí: qué maravilla recorrer Francia en 5 horas.
Recuerdo volver a la infancia con la ilusión de dormir en los trenes, en el famoso "coche cama". He dormido cruzando Francia, recorrido imagen especular del anterior, y he dormido cruzando Tailandia, de Bangkok a Surat-Thani, después de haber pasado un rato arreglando el mundo con un tailandés, dos yankis que iban de observadores internacionales a unas elecciones creo que a Sri Lanka y un canadiense que había estado en Nueva York unos meses antes, cuando lo de las torres gemelas. He intentado dormir (sin éxito) en la litera superior izquierda de un asqueroso compartimento de uno de esos trenes que dejaron los ingleses en India hace mil años, compartiendo dulces con una familia de Jodhpur, la ciudad azul, a Delhi.
Recuerdo con la envidia que leí "The Old Patagonian Express: By train through the Americas" (Paul Theroux, 1979) cuando viajé por Latinoamérica, principalmente en infames autobuses, pues en mi época ya se habían cargado la red ferroviaria del continente. Theroux describe su viaje en tren desde su casa en Massachusetts, siguiendo toda la espina dorsal de ese continente, hasta Patagonia. Cómo me hubiera gustado hacer ese viaje en tren, o en motocicleta por la Panamericana, con quien ya imaginais. O cómo me hubiera gustado hacer cualquiera de los otros viajes que se ha marcado Theorux: "Riding the iron rooster: by train through China", "Dark Star Safari: Overland from Cape Town to Cairo" o "The Great Railway Bazaar". Viajar en tren ofrece una posibilidad con mayúscula de hacer los tipos de viajes que me gustan, en los que lo que importa es el camino, no Itaca.
Pero no todo es un erial en Latinoamérica, si tuviera que quedarme con el mejor de mis recuerdos en un tren, ése sería el viaje de 10 horas de Cuzco a Puno, en el lado peruano del Lago Titicaca. Recuerdo dejar Cuzco a las 8:00 am, Cuzco con sus casas de adobes, los niños corriendo, saludando al tren, como todos hemos hecho de pequeños. Cuzco, y un tren con mil vagones todos de primera clase (se adivinaba desde fuera, por sus lamparitas en las mesas, que me devuelven al Orient Express), menos el primero, en el que viaja “la juventuz,” el nuestro, y va medio vacío. Recuerdo acomodarnos en cuatro asientos separados por una mesa y extender en ella galletas, el periódico, la Rough Guide, “Los premios” (Julio Cortazar, 1960), guantes, bufanda y gorro. Recuerdo la increíble combinación de Cortázar y el paisaje, las montañas que se metían dentro del vagón. Aunque no quisieras, aunque cerrases los ojos, lo tenías dentro. El paisaje iba cambiando cada poco rato pues íbamos subiendo y subiendo, lo que era verde se tornaba árido, nos saludaban de repente los nevados (me emocionan e impresionan los picos nevados de este continente), y cuando paramos una plaquita aseguraba 4.310 ms sobre el nivel del mar. Recuerdo el mercado donde compramos plátanos, empanadas, y bollos, y donde hicimos fotos a una iglesia preciosa, y los de primera compraron artesanía, y gorros de piel. Recuerdo más Cortázar, y, de repente, como haciendo un juego imposible para reclamar nuestra atención, la campiña blanca, será un salar o nieve… está nevando, pero a los quince minutos, pasamos de pantalla, como los niños que juegan a la gameboy y vemos el Titicaca, que es verde en ese tramo, lleno de unas plantas acuáticas que sobresalen como pelos de pincho, y con las que construyen las islas flotantes de Uros. Un Titicaca que, al día siguiente, vimos que es de un azul como no hay otro. Y mi mente recita sin permiso: “Esos ojos azules y ese sol de la infancia…”
Recuerdo la emoción al subir al más mítico, el famoso Backpacker (el Hiran Bingham es su versión gran lujo) que dejando su estela azul y amarilla sube de Cuzco a Machu-Picchu diariamente a las 6 de la mañana. Cuatro horas en las que se oían mil idiomas y daban para recordar la conversación con El Plumas: "antiguamente, había un tren en el que iban los peruanos, con sus gallinas y choclos, pero era peligroso, ademas de nacional. El de ahora, es privado, y funciona mucho mejor". Recuerdo la salida del Cuzco, tan curiosa, pues el tren ha de sortear el valle en el que está la ciudad, haciendo unos cinco zig-zags "para escalar" la colina. Así que al salir estamos sentados en contra de la dirección del tren, pero llegamos a un punto, después de haber recorrido unos 800 ms en el que el tren para, alguien cambia las agujas, y el tren retrocede, con nosotros en la dirección del tren. La operación se repite varias veces así que estás balanceándote sobre la ciudad, y mientras te columpias, ves todo dos veces (ida-venida) y redescubres cuánto te gusta la Plaza de Armas, también desde las alturas, y la Iglesia de Santa Ana.
Casi todas las casitas tienen en el centro de su tejado un grupo de figuras encabezado por una cruz, escalerillas y toritos (toros de Pucará), simbología de la buena fortuna. Es curioso esto de ver la misma imagen dos veces, porque contradice lo que suele ser la vida: dicen que no te puedes bañar dos veces en el mismo río, pero mira en Cuzco. Para quienes hacemos fotos, acostumbrados a perder continuamente oportunidades, este balanceo supone una ocasion única: puedes reintentarlo, pero no olvidar que no es así en la vida real. Recuerdo cómo, después de tanto mecernos, el tren sale por fin del valle (y nosotros, tristemente, ¡en contra dirección!!!) y la película comienza: marrones, con un poco de verde, siempre persiguiendo la ribera del río Urubamba. Gente en el campo, terrazas de cultivo, más río. Una mujer lava en un balde. Animales, vacas, ovejas, perro, y el río Urubamba. Gente que mira el tren embelesada, cargando fardos. Mujeres vendiendo choclo con queso, muñecas de colores. Al pasar Ollantaitambo, ya no hay mas carretera, sólo está el tren, que cada vez más se encarama sobre el río, cuyas aguas hipnotizan, tan estrepitosas al escurrirse entre piedras gigantes. Recuerdo el paisaje cada vez más verde, más extremado, más espectáculo. A ratos, el tren tiene a bien hacer una curva y… ¡¡¡qué fotos!!! La llegada por fin a Aguas Calientes, un así-llamado-pueblo que es en realidad una vía de tren rodeada de hoteles, hostales, restaurantes e internets. A un paso... el Machu Picchu.
De lugar mítico a tren mitológico, el que me falta: el Transiberiano. Recuerdo que una vez tuvimos los billetes reservados, el visado casi arreglado: Moscú-Pekín, más de una semana de viaje, sentada al lado de una pantalla de cine 3D donde se proyecta Rusia, Mongolia, China, tomando notas con mi portátil, saliendo al pasillo a hablar con la gente que sube, con mi libro a medias, asomándome a las puertas para comprar algo a los que se acercan a vender... Era septiembre del 2007 y otra clase de viaje, la mayor aventura comenzó entonces (Mini nació el 1 de mayo del 2008), así que el Transiberiano y toda su magia quedó postpuesto.
Pero volveré, y lo bloguearé en tiempo real. Watch this space. Mientras tanto, soñaremos con "esos animales mitológicos que iban hacia el norte".
El traqueteo que nos lleva de párrafo en párrafo, de memoria en memoria, de paisaje en paisaje. Y el afán de capturar el tiempo congelando en las fotos los espacios. El mimo con que los objetos, las gentes, los relatos se empujan en los pasillos del recuerdo. Y se agolpan las imágenes, en la voraz sucesión de sus palabras, en la agonía incesante por escapar, por alcanzar el otro lado, ese que nos devuelva borrosa, como un espejo de bronce bruñido, la niñez que salta de casilla en casilla, que con el pie empuja el tejuelo del deseo, para con sus escasos brincos llegar a esa luna tumbada sobre el tablero de tiza, a ese cielo de luz y de sonrisa, ganado con los saltitos cortos del deseo, con la alegría llena que reúne el acá y el allá en el instante mágico del juego.
ResponderEliminarSiempre Julio.
A mi me flipan los trenes....y al ingeniero ni te cuento. Si alguna vez pasas por Gijón hay un museo del ferrocarril espectacular y en Oporto hay otro, más del tranvía pero bueno..muy chulo también.
ResponderEliminarNosotros estuvimos a punto de hacer el Transcanadiense en nuestro viaje de fin de novios....
y a Dios pongo por testigo..que lo haré algún día.
Los de la India me apetecen..a ver si cuando vaya a visitar a mi family de alli...
Por partes,
ResponderEliminar1. Me encanta la canción que has puesto de Sabina
2. Me gustan mucho los trenes. Cuando estudiaba en Vetustilla con el Peda era la única forma de llegar además de los horrorosos autobuses en los que no se puede parar, ni estirar las piedras ni hacer pis. Desde luego no hay nada como el tren.
Yo también he ido en coche cama en literas durmiendo con desconocidas. Y ¿os acordáis de aquellos trenes en los que había compartimentos de 6 y una puerta que los aislaba? Recuerdo muchas conversaciones, conocer gente, dormir, averías, huelgas, retrasos....en fin, toda una vida.
Ahora sigo prefiriendo el tren a otro medio de locomoción. De hecho hace un par de años nos fuimos a Disneyland Paris y viajamos en tren.
3. Lo más exótico que he hecho ha sido un viaje Moscú - Samara, noche incluída.
4. El viaje que tenía pendiente y que iba a hacer era en el "Chepe". Es un tren que va por las Barrancas del Cobre en México, desde Chihuahua a los Mochis por toda la sierra de los Tarahumaras. Se quedó pending porque llegó pollito.
5. Me apunto a cualquier de los otros viajes, el canadiense de Moli o el transiberiano de Di. Ambos me parecen buenas opciones. Con los pollitos quizá mejor el canadiense primero. ¿Cuándo nos vamos?
6. Me ha encantado tu entrada Co.
A mí me gusta el tren, aunque el hecho de trabajar en trenes me echa un poco para atrás. Eso de mezclar ocio y negocio no creo que sea buena cosa. Tengo un amigo que viajó en el transiberiano e hizo una página web. He ido a buscarla y ya no existe. Indagaré.
ResponderEliminarTengo un tío que se recorrió la panamericana en moto y ahora está haciendo el mongol rally
No me ha salido el link. A ver si ahora.
ResponderEliminarDi, no pensarás que nos vamos a tragar semejante tocho, ¿no? Si aún voy a tener que pedirme medio día off...
ResponderEliminarGratos recuerdos los del ferrocarril vascongado de via estrecha, con sus asientos de madera y vagones como los de las peliculas de vaqueros, aunque ligéramente modernizados, con "morros" siliconados o mejor dicho cambiados por locomotora diesel.
ResponderEliminarMi padre me suele contar que cuando su "mili", los soldados o "chortas" viajaban en tercera especial, compartimentos donde hasta se metía ganado y paquetes cuando no estaban destinados a gente.
Txuku, txuku, txuku, .... destino Zumaia´s beach, ... yo con mi abuelo a pasar el dia a la playa.
No se si os acordareis, de una produccion de TVE en la UNO, años atrás, los chiripitiflauticos, con unos personajes llamados, capitan TAN, Valentina, y Locomotoro.
http://www.youtube.com/watch?v=DG0bdbnpSAU
K, ... txuku, txuku, txuku, txuku.
Cómo me hubiera gustado ser, como tú, el gato del Gran Cronopio! Escurrirme entre sus piernas y sentir su sorpresa, treparme al brazo de la butaca para mejor escuchar el traqueteo de su Olivetti, saltar a un lado del escritorio, para que pudiera tomar apuntes y hacer de mí bocetos para su Último Round.
ResponderEliminarPero tengo que conformarme con ser yo la que infructuosamente trata de embadurnar trozos de este blog con los trazos que su genialidad dejó en mi memoria. Pero ya lo he dicho otras veces: siempre me gana la partida.
Y siguiendo con trenes subterráneos, cómo olvidar esta maravilla. Cosas como ésta me disuadieron de seguir con la farsa de intentar escribir literatura.
Molinos, hay q hacer el Transcandiense con un portátil. Firma aquí.
ResponderEliminarLo de la India es un poco menos, ehem, higiénico... me he ahorrado la parte escabroso-escatológica.
Pásalo bien q te vassssssssss!!!
Diva, los compartimentos aquellos con puertas correderas son una metáfora genial de los blogs. En un compartimento una se va a Berlín, y sales por el pasillo y en otro de revistas femeninas, y en el de mas allá de la crisis, otro esta vacío... Me encantan.
ResponderEliminarLo de Moscú-Samara suena genial, igual q el "Chepe". Yo me apunto al q sea... se podrán hacer con pollitos? (el Transi ya se q no, pero los más civilizados...)
Me aleggro q te haya gustado el divague... los trozos del Backpacker y el Cuzco-Puno son refritos de mi diario de viaje. Las fotos son casi todas del segundo (la primera de todas es llegandocasi a Machu Picchu). El domningo te cuento de dónde me vino la idea...
Ninio, que envidia tu tío... seguire la página. Tengo muchísimas ganas de viajar, es increíble todo lo q se me ocurre para escribir cuando viajo. Nunca he viajado desde q tengo el blog, me pregunto si tendré tiempo de escribir tanto como quisiera, supongo q no...
ResponderEliminarAhora te escribo sobre Londinium... siento lo del hotel...
Basaja, ya he puesto cosas en rojo pensando en ti. Tú céntrate en eso y las fotos.
ResponderEliminarCuando subais al Transcanadiense, fijaros en las caras de las personas que esperan a comprar el billete, no sea que alguien vestido de Midnight Cowboy ,Jhon Voight, haga de aquello el tren del infierno.
ResponderEliminarK, ... si, el padre de Angelina Jolie.
Oh, K, qué bonita la imagen del mini-agrimensor con su abuelo en tren a la playa! A mí, como en Vetusta no hay trenes en la ciudad, spr me chocó llegar a Donosti y ver "el topo". Hay gente q, igualmente, le choca ver trenes (overground) dentro de la ciudad en Londinium.
ResponderEliminarNo recuerdo los Chiripitiflauticos, ohhhh... pero la canción es impagable: "chiripitiflautico es el gesto alegre del bebé".
K, otra de mis nummerosas lagunas, no he visto "MIdnight cowboy" ero la tengo en la lista.
ResponderEliminarNo sabía q era el padre de Angelina! wow
Pues si, Jhon Voight, un actor secundario con mas premios como peor actor que papeles de malo. Dicen a Angelina no le es muy agradable su pasado y que la relacíon con él no es muy pallá. Midnight Cowboy fué una de sus primeras peliculas, la salva la actuacion de Dustin Hoffman. La verdad que por su físico singular siempre le ha tocado hacer papeles peculiares, de hay cierto parecido incluso profesional entre los dos actores, Angelina también tiene un fisico peculiar, a parte de "particular", (me refiero a sus caras).
ResponderEliminarUna pelicula que me impresionó y tal vez no la vuelva a ver,Deliverance, y la considero como de las peliculas buenas. Y su duelo de banjos, lo mismo la escena del niño y el del actor que toca el instrumento, que la cara del niño, son de lo que no olvidas.
Y volviendo al tema ferroviario, ... el término trainspotting, y la pelicula de mismo nombre. Vosotros que dominais el idioma mas que yo, ... sus comentarios son tan buenos en VSO.?
K, ... levantando el campamento.
Hola gato... No te hemos dado la bienvenida al blog.
ResponderEliminarSi es que ya no hay blogueras como las de antes... ayyyyy... que cabeza!!!
(antes no te habíamos visto por DD, verdad?)
Por si acaso...
¡¡Bienvenido a DD!!
En realidad sí. Alguna se ha liado últimamente con mis maullidos en estos divagues. La diferencia es que ahora he decidido salir del anonimato, nada más.
ResponderEliminarPero agradezco la bienvenida, y no puedo prometer permanecer en silencio, sobre todo cuando mi alias es de persona más que medianamente escribidora.
No encuentro palabras unas veces, otras, en cambio, lo que no hay manera de hallar es la forma de callar...
Gracias por el saludo. Me encantan estos tejados y pienso frecuentarlos, al menos de momento.
No quise decir nada, pero cómo no reconocer esa voz... Yo ya le dí una bienvenida de las mías (en la yugular), pero se me merendó enseguida.
ResponderEliminarY sobre Hernández, Salinas... queremos más pistas. O es lo q imagino?
di
¡¡WOW!! El Transiberiano... Me vendo por poder hacer ese viaje, cuenta conmigo y las descargas genéticas, y te juro que tienes baby Sitter de alta calidad para Mini. Hablo de ello regularmente.
ResponderEliminarEl transcanadiense... Me apunto, me apunto, ya estoy ahorrando... También ofrezco Baby Sitters para Mini, Polluelos y Prinzezaz, y el resto de Babies. Otro sueño estupendo.
Y sin trenes, yo quisiera hacer la 66 en los EEUU, con amigos, libertad y buen rollo, pero es otro registro.
PS: DI, va a ser Roma y no Londinium por suscripción popular, pero iremos, iremos. Palabra de Phaloides.
Aqui moli, retransmitiendo desde el avion..esperando a que los controladores nos dejen salir.
ResponderEliminarMe apunto al transcandiense, seguro que se puede hacer con churumbeles...los canadienses lo tienen todo pensando....vagon panorámco..grandes bosques...gin tonics....ainsss..
Sobre el transiberiano hay un libro de Colin Thorburn ( creo que se escribe asi no lo recuerdo bien)...que es su viaje en ese tren...muy recomendable. Se llama En siberia....
Di, tengo que contaros lo de mi familia india....un descojone.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo sé a ciencia cierta qué es lo que sugieres sobre ese poema o divertimento.
ResponderEliminarPero si imagino bien lo que imaginas, y no son imaginaciones mías, puedo decir que tu imaginación da una imagen exacta del origen de las imágenes presentes, del imaginario que subyace (joder con el palabro), vaya. Porque sí, en realidad es un acertijo imaginario. Un soneto falaz, pura fantasía, hecho solo para ese comentario de blog, no diré que de repente, pero sí que en un ratito tonto y jocoso...Fruto del tedio y la guasa.
Ahora pondré otro, en penitencia, este sí de autor real y conocido. Así que el concurso vuelve a comenzar, sin trampa:
La sombra de tu cuerpo se demora,
eco fragante, centro de este lecho
donde mi amor te abrió la voz y el pecho
buscando el balbuceo de otra aurora.
No te olvidan las sábanas, añora
su lino el rubio juego, tu deshecho
pelo de espigas, el ardido trecho
donde la flor de la delicia mora.
Bajo un silencio de topacio, el río
de nuestra doble fuga arde su espuma
cada vez que mi mano se reposa
en este lecho donde fuiste mío.
Tu queja vuelve sobre tanta pluma
como tu sangre desde tanta rosa.
Hay juego de espejos, sí, y algo de pasaje. Espuma de un oficio. Adivínese, pues.... si es que hay narices, es decir, olfato, olfato... Y el premio a quien lo adivine, pues... no sé. Se admiten sugerencias.
Amanita: ya tenemos uuna lista bloguera para el Blooms day, y ahora vamos a hacer otra para esto de los trenes. Además con babysitters (i.e. las descargas)!!!
ResponderEliminarBueno, espero q lo paséis bien Roma. No te olvides de llevar ropa de abrigo... :) (hui, no he dicho nada)
Moli, ya se q no estás, pero estoy mirando en transcanadian, de toronto a Vancouver...mmm... Claro q hay q hacerlo en verano, por razones obvias.
ResponderEliminarLO de tu familia India, serás capaz de no haberlo blogueado DOS anios después? VUELVE!
Dear Gato Teodoro Adorno, muchas gracias por el soneto falaz, como lo llamas, hecho así, a impulsos, para este blog (exactamente así hacemos el blog, por lo menos la q firma). Sobre el de Cortázar, qué puedo decirte: que muchas gracias de nuevo, "tu deshecho pelo de espigas", qué bonito. Y doblemente gracias porque me has transportado a uno de mis libros favoritos: "Memorias de Adriano". Que, por cierto, fue traducido al castellano por la primera esposa de Cortázar, Aurora Bernárdez. Coincidencias.
ResponderEliminarEl premio es mío. Puedo pedir lo que quiera o prefieres decidirlo tú?
aporto Kuranda en Australia Cairns a la lista de trenes de sueño
ResponderEliminarhoneymoon again.
Pues yo recordaba que fue Julio quien tradujo las Memorias de Adriano, aun cuando su primera esposa parece haber colaborado en alguna medida. Al menos esa es la información que he corroborado por la red. ¿Un debate en ciernes? Puede ser...
ResponderEliminarEl premio... Bien, lo has adivinado brillantemente, así que te corresponde fijarlo a ti misma. Pide por ese teclado, oh embrujante Di, y veremos qué puede hacerse.
Espero tu decisión, dueña que eres de este espacio y no en vano usufructuaria de estos maullidos, pues tanto mientas el nombre de Cortázar. Sea por siempre bendito y arañado. Cariñosamente, se entiende.
Dear Gato Teodoro A.
ResponderEliminarNo, esta vez no debate, pq me temo q he vivido todos estos anios equivocada. Bernárdez tb era traductora, pero no sé de dónde saqué la idea, y como no tengo mi libro aquí (andará por alguna Vetusta), no sé... muchas gracias, de nuevo.
Sobre el premio... tengo una idea pero voy a preguntarle a Diva...