Construimos nuestra biografía a partir de nuestros recuerdos. Pero está más que demostrado que los recuerdos no son grabaciones objetivas, como una foto en nuestro teléfono: después de que los recuerdos se almacenan en la memoria, estos pueden cambiar, bien por posteriores acontecimientos bien en el proceso de recordar. Pasa todo el rato en las estaciones de policía: la gente cree recordar detalles que objetivamente no estaban ahí. Hay un sesgo que nos lleva a adaptar lo que ocurrió a lo que ahora sabemos: de esa relación que acabó mal no recordamos sus primeros buenos momentos con la misma alegría que en realidad fueron, por ejemplo.
Tipos de memoria
Hay dos grandes tipos de memoria y ambas contribuyen a nuestra individualidad:
- La memoria implícita es aquella que adquirimos a fuerza de repetir una acción y se usa sin esfuerzo mental consciente (e.g. ir en bici). Sus recuerdos son más estables que los explícitos y se almacenan en distintos circuitos del cerebro.
- La memoria explícita es aquella compuesta por los recuerdos que podemos traer a nuestra mente haciendo un esfuerzo mental consciente. Está compuesta por tres subtipos:
- Memoria de eventos, que a la vez tiene dos subtipos:
- la de campo (field memory): va de recordar un evento desde tu propio punto de vista, desde tu mirada, y ocurre con eventos recientes o altamente emocionales.
- la de observador (observer memory). En esta te ves a ti mismo en la escena interpretándola (no experimentándola), y ocurre con eventos más lejanos (por ejemplo, si te preguntan sobre tu infancia) o más de hechos (vs. emociones).
- Memoria de datos y/ o conceptos. Esta memoria suele ser más exacta que la de eventos. Hay gente mejor en recordar un particular tipo de datos, hay gente que recuerda mejor imágenes, otras sonidos.
La repetición de una experiencia la hace genérica para la memoria. Pero si una vez ocurre algo que te causa una gran emoción, lo recordarás específicamente. Has ido muchas veces a la playa, pero aquella vez que se te llevó la ola (o conociste a Fulanito) será recordada más vívidamente. Las emociones hacen al cerebro que guarde las memorias más fuertemente.
Nos gustan los recuerdos super-detallados de, por ejemplo, el lugar donde dimos el primer beso (recordemos, asociados con mucha emoción), pero son más útiles para la supervivencia los recuerdos genéricos, sin detalle, ya que aumentan la eficiencia del cerebro, que tiene capacidad limitada. La principal función de nuestra memoria es aprender, para incrementar nuestras posibilidades de supervivencia, e.g. no tocar el fuego o dar un paso adelante en el precipicio. En particular con estos dos ejemplos, ya nacemos con ellos codificados en nuestro genoma: esto se aprendió y codificó hace muchas generaciones.
La mayor parte de nuestro comportamiento se compone de hábitos subconscientes con solo un leve barniz de decisión activa en su superficie. Aún así, nos creemos seres con libre albedrío, con detallados recuerdos que son los que nos han llevado a ser individuales, los seres que somos. Hace poco ha salido el último libro de Robert Salpovsky (del que ya divagamos a propósito de “Behave”) precisamente sobre este tema de la ficción del libre albedrío: “Determined: la ciencia de la vida sin libre albedrío”, se titula, y tengo muchas ganas de leerlo - y luego contarlo, tranquis.
Así que con fragmentos de memorias nos creamos una narrativa sobre nuestra vida, que no es exactamente cómo ocurrió, pero así nos lo creemos. En resumen: con respecto a nuestros recuerdos, estamos muy equivocados. Pero esto es muy difícil de asumir, porque la narrativa que nos hemos contado a nosotras mismas sobre quienes somos es probablemente lo más importante que tenemos.
Lo sé: os ha encantado (ejemplo de la narrativa que me estoy contando a mí misma). Pues esperad a la entrega de mañana en el que vamos a ver los complejos factores que influyen en nuestra identidad sexual y nuestras preferencias sexuales. Este blog es también un servicio público para tod@s los cuñad@s, que se acercan las cenas navideñas y hay que ponerse al día con tus “opiniones”, por ejemplo sobre las personas transgénero.
Mira, de esto sé un poco más, tampoco mucho. Hay un libro sobre el tema que me gusta de tu colega Rojas Marcos. Eres tu memoria.
ResponderEliminarHabla entre otras muchas cosas sobre el olvido que nos permite sobrevivir a situaciones amargas.
Ahora estoy dándole vueltas al concepto de relato,a enriquecernos de palabras, la diferencia entre recordar y contar lo recordado. En la identidad intima, la identidad narrada y la identidad percibida. Palabras, nuchas palabras q nosé donde guardan acomodo en el cerebro.
Besicos con recuerdos
Es cierto, el master del universo q hiciste por el q dejaste en sequía al bloguerío!
EliminarAhora me estaba acordando de aquella peli asfixiante de C. Nolan, "Memento", no recordar nada ... pero a la vez claro q el olvido ayuda y todos podríamos poner ejemplos...
Todo la reescritura q hace nuestra memoria es una pasada. O sea, el acto de recordar ya esta afectando a lo recordado, ya lo estás editando, por no hablar de cuando lo escribimos aquí. Pero lo q más me interesa es lo q dices del relato, las historias q nos contamos a nosotros mismos q nos pueden hacer muy infelices (e.g. esa gente q se ve spr como víctima, por ej, spr la culpa la tienen otros) , esa narrativa es nuestra identidad. Bueno, si sigo me sale otro diavgue...
besos donde habita el olvido...