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21 octubre 2023

La taberna de "La isla del tesoro". Nunca salga sin bañador. Terapia televisiva para su Diógenes. Cruffins. Penzance.

Viernes, 20 de Octubre de 2023
El plan de esta segunda jornada era recorrer la península de Penwith. Como han pasado muchos días y muchas cosas desde entonces, estamos de suerte porque apenas recuerdo detalles de los de "disgresión", así que hoy va a ser algo puramente fotográfico [Nótese que iba con buenas intenciones cuando empecé]. 



Lo que yo hubiera querido hacer en esta península, en un mundo ideal, era recorrerla por un camino de bicis bordeando el mar: salir de St. Ives hacia Zennor y seguir bajando, en contra de las agujas del reloj, hasta Penzance. Así como la Londinium to Brighton me da "respeto" (hey: "de momento"), esto lo veìa "sin problemas". Claro que este es no es un mundo ideal y no existen esos bucólicos senderos de solo-bici Lo que hay son estrechas carreteras rurales a las que, de repente "les sale un carril bici" (nota: después de pasar unos días en Barcelona, por los dioses, qué mal está el UK en cuanto a carriles bici), y en las que los coches van a todo trapo. Coches, y buses de dos pisos, tal que los londinenses, solo que verdes. Así que esta opción se desestimó. Alquilar un coche era otra posibilidad, pero no había en St. Ives. Así que terminamos subiendo a los primeros asientos del piso de arriba de uno de esos buses verdes y presentándonos en Penzance. 




Desde esa inmejorable posición de turista vimos, justo antes de llegar, el St. Michael's Mount, que en esta foto no se aprecia, pero es un castillo en una "isla mareal" (isla accesible en marea baja, por lo visto hay 43 en todo el Reino Unido- hasta he visto una, el Eeyot, en el Támesis en Chiswick ). Está relacionado (no sé de qué manera, pero hoy he prometido no divagar) con el famoso Mont-Saint-Michel francés.

Caminamos desde la estación por el puerto y en un punto comenzamos a subir hasta Chapel St, donde está la Iglesia de St. Mary y, más interesante y casi al lado, la casa donde vivieron la madre y la tía de las Bronte. La placa lo atestigua:


Este es uno de esos pubs históricos británicos, el "Admiral Benbow" ("sirviendo ron a piratas y contrabandistas desde 1695", su lema), que merece la pena ver por dentro aquí, ya que está lleno de artefactos marinos -algunos de naufragios. Una sala hasta tiene un cañón y diversos mascarones de proa. Los lectores de Robert Louis Stevenson recordarán que los seis primeros capítulos de "La isla del tesoro" (1882)  transcurren en una taberna llamada asì. En el "Admiral Benbow" vivía el protagonista, Jim Hawkins, con sus padres. En la novela, que inauguró el género de aventuras de piratas, la taberna está localizada cerca de un puerto llamado Kitt's Hole (cerca de Bristol). Sin embargo, la leyenda cuenta que Stevenson pudo haber pasado por este pub en Penzance en 1880 y aunque ya tenía la idea, se inspiró en este lugar -que entonces era un antro ilegal, los mejores, y estaba lleno de contrabandistas- para su inicio. Y ya se sabe, cuando hay que elegir entre una verdad y una leyenda, "print the legend". Lo que sí está confirmado es que por ella ha pasado gente como los Rolling Stones y Gregory Peck (que le pega todo si lo imaginamos además vestido de Ahab). 



Más caminar por la promenade (paseo marítimo) de Penzance y que nadie se asuste por lo que voy a decir: la segunda foto abajo no es blanco y negro, darlings, es color. Así estaba el tema, pero solo llovizneó, sin demasiado drama. 


Nunca salga sin su libro
El verdadero drama ocurrió aquí abajo, en la "Jubilee Pool", que se abrió en 1935 para celebrar el jubileo de George V. Así como yo nunca salgo de casa sin un libro, por lo que pueda pasar, mi amigo Wolf siempre decía "no salgo nunca de casa sin mi bañador". Cuánta razón. Pues bien: este fue uno de esos días en los que, maldición, salimos de casa sin bañador y aquí había un piscinón impresionante estilo art deco, con su piscina grande que se llena con la marea alta de agua del mar y una más pequeña que es también agua marina "geotermal" (parece ser que extrae agua de un pozo caliente a 410 ms bajo el mar-o algo así). Y nosotros sin equipo.

Piscina geotermal,
whatever that is

Las "high street" británicas son todas parecidas y eso quita gran parte de su encanto para los que vivimos aquí: todas tienen su Boots, su Tesco, su Gregg's... una serie de cadenas que borran aquello del exotismo de viajar a un país extranjero. Y sí, Penzance tiene esa calle principal con todos los sospechosos habituales. Nos volvemos a St. Ives.


Esto es el "cruffin", híbrido entre croissant y muffin (magdalena) al que le echamos el ojo ayer en St. Ives' bakery. Así que al llegar nos hacemos con uno (son enormes) y la apuesta segura que es el brownie. El cruffin está bueno, aunque la pasta no sabe a croissant. Dentro tiene un poquito de crema y mucha mermelada de fresa, que yo aparto - solo me gusta la mermelada de naranja amarga. 

La de abajo es la playa de "debajo de casa", Porthminster Beach, con sus puertas coloristas donde se guarda el equipo de surf y los manguitos flotadores.





Y por fin, el último paseo por pueblo-pintoresqui por la tarde-noche, buscando lío, porque aquí es donde nos cayó la del pulpo. En la playa donde está la Tate, que ayer por la mañana parecía inofensiva, estaba representándose un huracán en toda regla, se acababa el mundo.




Y podría terminar aquí esta mini-serie diciendo que al día siguiente volvimos en el famoso express que llegó en sus cinco horas y media de rigor, sin entrar en historias -que haberlas haylas pero no llenarán a los sádicos que disfrutaron de los 4 cambios y diez horas de la ida. Pero tengo que contar "lo de Linda".  Un ejemplo más de la idiosincrasia británica,  de la cual algún día podría escribrir un libro de antropología-folk, tipo "Watching the English", aunque me falta algo clave para cualquiera que quiera integrarse en un país: tele. O por lo menos asì era en el pasado, por la tele se filtraba una realidad que yo solo veía (y veo) cuando estoy esperando al médico (donde siempre hay programas de renovación de casas) o en diversos hoteles o airbnbs, donde he visto cosas como lo que aquí voy a describir (no para los pusilánimes).

Quede claro
Linda va a pasar a ser ya un personaje en mi familia, no como un ejemplo de vida, sino como advertencia: "puedo acabar Linda". El programa va de lo siguiente: Linda es una "hoarder" de nivel, de esas personas que no pueden tirar nada "por si algún día lo necesitan", "por valor sentimental", por lo que sea. Síndrome de Diógenes, que le dicen. Tristemente, soy una de ellas. Me visualizo en un círculo de gente: "hola, soy Di y me cuesta mucho separame de las cosas". Porque "muchas tienen una historia": "esto me lo regaló Pepita que ya no está entre nosotros", "el primer chupete de Mini", "este jersey me encanta" (aunque tenga bolisas) y con los libros es directamente obsesión. Cuando doy mis chapas anti-consumo, cuando me resisto a comprar, en parte es porque sé que luego me costará horrores tirar. Esto se ve agravado porque estéticamente aspiro al minimalismo, mi piso sería tan blanco como una clínica de ortodoncia si no interfiriese la vida -no se habla lo suficiente de esos salvadores, los enormes armarios empotrados (gracias Di, por tu valiente testimonio). 

Volviendo a Linda: el programa va de que los presentadores le vacían la casa de sus objetos (15 paraguas, 13 linternas, tropecientos juguetes de nietos ya adolescentes y suma y sigue), los extienden clasificados en el suelo de un hangar y luego, con sus hijas que están ya desquiciadas de tanto tito, la ayudan a deshacerse de material y quedarse pongamos con dos paraguas, una linterna y así todo (hay que verlo porque "todo" es despatarrante). Mientras, otros del equipo le pintan la casa, le "racionalizan" la cocina y renuevan mobiliario inenarrable. Apago la tele fascinada y aterrorizada y mi primer paso es no comprar ni un solo souvenir, pese a que seguro que Mini se ve decepcionada y tambièn Fashion, que me ha pedido un magneto para su colección. Todo se soluciona porque al dìa.siguiente, Mini vuelve a casa y ha traído un magneto de Taormina horroroso que hará las delicias de Fashion porque, en el rizar del rizo moderno "los magnetos han de ser feos". Afortunadamente, tengo pegada la canción del pirata LOng John Silver para sobrellevar estos momentos:

Fifteen men on the dead man's chest, 
Yo, ho, ho, and a bottle of rum! 
Drink and the devil had done for the rest

Ron, ron, ron
la botella de ron

2 comentarios:

  1. La isla del tesoro... jopé, una novela donde el final resulta de lo más anodino, un avez que te tragas lo que acontece antes : en la posada, en el barco... nunca llegué a un final que me pareciera tan irrelevante (siendo muy bueno), después del convulso viaje... como se dice de la Odisea , el tesoro realmente está en ese traslado del protagonista, tan tan trabajado... y lo mejor del asunto, que no necesita ningún tipo de dios, como ayudante aventajado.

    Bicos egeicos...

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    1. Ahoy MV! Depués de mis paseos peninsulares estoy de vuelta en la ínsula... Hace siglos q leí "Treasure island", solo recuerdo el pirata como un gran personaje... arrrr la vida pirata es la ida mejor!!!!

      seguimos!

      di

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