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04 febrero 2022

Serial 41. Anorexia mirabilis. Viejas militancias. El cuerpo, herramienta de poder.

El turno de noche entra a las diez, pero ahí es cuando pasan el carrito de la medicación y todos los fantasmas de cada cual (“llame a mi hijo que me voy de aquí”, “me están envenenando”, “quiero hablar con la dirección del hospital”). Hay que redireccionar esta ansiedad cerval y secular a lo oscuro, y nada mejor que la combinación de la voz de crooner de Derek, y su físico de boxeador de segunda. ¿A él, que tiene más tablas que las que tendré yo nunca, le voy a vender mi moto? Lo intentaré hacia la medianoche o mejor, hacia las dos de la madrugada. Pero antes, estudiar este rato: si saco tres horas ya será más que durante todo el día. Y sobre todo, mañana a las nueve de nuevo en la biblio, no puedo cambiar mi patrón de sueño en esta semana importante.

La siguiente genial idea, subir al desván. Cojo las notas, saco la escalera y ahí está mi rincón, con un edredón de los de "Propiedad de Banderley" -prestado-robado del altillo comunal- y la lámpara de pie al lado del diván. Me encanta este sitio. Acampo y cuando tengo todo extendido, por supuesto: se me ha olvidado un tema. Bajo rápido, algún día me voy a resbalar. Ya en mi habitación, sobre la cama, mirándome la cinta de Jack. El walkman está en el cajón. Mi cuaderno de escribir, sobre la mesa. También mirándome pero hoy no, esta semana no, en serio, no me lo pidas, tengo que estudiar. Cojo el walkman. Escaleras, las recojo una vez arriba, me tiro en el diván. This is the life.

Abro los apuntes, voy anotando símbolos en los márgenes, palabras sueltas. Fatiga. Anemia. Trombocitopenia. Insomnio. Amenorrrea. Alopecia. Bradicardia. Intervalo QT prolongado en ECG. Hipotensión. Deshidratación. Lanugo: me paro aquí, me encanta esta palabra. De todos los síntomas físicos de la anorexia nerviosa, este vello suave, como pelusa, que cubre todo el cuerpo es el que más curioso me parece. Y la sonoridad de la palabra: la-nu-go. Dibujo en un folio un cuerpo de mujer y saco una flecha del corazón: bradicardia, intervalo QT, otra de la vagina: amenorrea, y así todos los síntomas. Me queda una figura acribillada, tal es la implicación sistémica de esta enfermedad.

La separo toda la largura de mis brazos para mirarla. Esta imagen sería una mina para cualquier psicoanalista, sociólogo, antropólogo, feminista: una mujer cual San Sebastián moderna. Pero para ellos las flechas irían en dirección opuesta, de fuera adentro, la mujer atacada por la dictadura de la Talla Cero occidental. Y por el abuso sexual que potencialmente sufrieron en la infancia. Y por factores de la personalidad pre-enfermedad, como el perfeccionismo, según ellos causados por unos padres implacables, críticos y que acotaron su independencia. Ellas solo querían algo de control-y de esta manera, vaya si controlan a toda la familia. Pero a la vez, cómo ignorar factores genéticos, de neurobiología (ah, la serotonina de nuevo!) de los que aún hay que investigar, pero que están ahí.

Y cómo se resquebrajan los cimientos de los valores de una estudiando esta disciplina. Porque antes lo tenía todo muy claro, y está todo escrito en aquellos artículos para fanzines y revistas universitarias, firmados desde mi atalaya feminista, con el convencimiento y La Verdad de los 19, señalando precisamente la culpabilidad de la sociedad occidental, con sus modelos de delgadez imposible, como único factor implicado en la etiología, en la causación de los desórdenes alimentarios. Y para apoyarlo no había más que mirar a través de lo que pasa al exponer a otras culturas a esta ideología opresora: era evidente que estas enfermedades se habían incrementado en países como Japón, Irán o Singapur, a medida que se exponían más a los cánones de la sociedad occidental. En inmigrantes, cuantas más generaciones pasaban en nuestros países, más frecuentes eran también estos desórdenes.

Pero viajemos en el tiempo: ya existía la anorexia en el pasado, pre-Karl Lagerfeld et al. En la Edad Media, el celibato y el ayuno eran vistos como grandes virtudes. La lujuria y la gula, dos de los siete pecados capitales. Otros contextos culturales, pero un conjunto común de síntomas que acompañan al caos en esto del comer, en diferentes épocas y continentes. Pensemos en la “anorexia mirabilis”, aquella "pérdida de apetito inspirada milagrosamente": aquí no era el tema estético, sino el religioso -particularmente prevalente en la religión católica. Los síntomas eran los mismos que en la anorexia nerviosa: no comer. Podía estar acompañada de comportamientos para causarse dolor, para recordar el sufrimiento de Cristo o bien para desfigurarse y terminar con todo potencial atractivo físico y así evitar matrimonios arreglados o contacto sexual. Las autoridades eclesiásticas no aprobaban estos comportamientos, pero ellas, igual que las de hoy en día, retaban las órdenes de dejar el ayuno. De todas maneras, la interpretación de estos comportamientos como relacionados con piedad religiosa libró a estas mujeres del destino común del resto que divergían de lo deseable, de lo que el mundo esperaba de ellas: la hoguera. Más de cien mil mujeres fueron ejecutadas desde la mitad del SXV hasta la Ilustración en el SXVIII por brujas.

Estos casos existieron principalmente en la Edad Media, y la más famosa es Santa Catalina de Siena, que rechazaba todos los alimentos excepto la hostia (consagrada), el agua (fría) y las hierbas (amargas) que masticaba y escupía. En una carta de 1373, Catalina atribuía su ayuno extremo a “Dios, que por una misericordia singularísima me permitió corregir el vicio de la gula”. Además, practicaba la autoflagelación, se infligía quemaduras y dormía en una cama de espinas. Las conductas autolesivas siguen siendo comunes en anorexia nerviosa severa, pienso, y sigo leyendo. En su adolescencia, Catalina ayunó para protestar contra su matrimonio con el viudo de su hermana (técnica que le había enseñado su hermana, precisamente). El cuerpo es, en situaciones desesperadas, lo único que tenemos, y es la única manera como una niña puede intentar ejercer alguna forma de poder. Es un arma potentísima porque la anorexia sigue siendo, a día de hoy, el desorden mental con mayor índice de mortalidad. Catalina se dio cuenta que podía ganar más respeto y libertad siendo virgen ayunadora que casándose: así estudió teología. Murió a las 33 de desnutrición.

Qué interesante leer la historia, entender la sociedad, lo que nos rodea, para intentar descifrar qué nos pasa dentro. Avanzo un par de páginas, aquí estamos en la época victoriana, cuando el mundo se fascinó con historias de otro grupo de mujeres que aseguraban que no comían -y a veces no bebían- por largos intervalos. En el Reino Unido eran de orígenes pobres y de zonas rurales remotas, y eran visitadas como “freaks”. Pero esta vez no tenía nada que ver con motivos religiosos - ni el dictado de la moda: la razón por la que no comían parecía relacionada a eventos físicos desde caerse de un caballo a un río durante el primer periodo hasta ataques epilépticos. Interesante. Un momento… aquí pone que algunas decían que tenía poderes psíquicos, y otras que era un don religioso. Qué historias para estudiar desde el punto de vista diagnóstico!

Me vuelvo a perder en mi cabeza, recordando mis ingenuos artículos militantes de hace unos años: por favor, lo barata que es la opinión y lo cara que es la información, los datos. He tenido que volar miles de kilómetros para aprender que el mundo es aún mucho más injusto de lo que pensaba. Pero todavía creo que esa parte social que contribuye a la enfermedad es importante, y está ahí, y hay que contarla: a las mujeres nos deberían dejar en paz. Pero como a todas aquellas supuestas brujas que quemaron en Europa por no conformar - o simplemente porque a un vecino le caía mal, o no había aceptado sus requiebros-, se sigue intentando controlarnos a través del cuerpo, y como lo de la lujuria ya no sirve siempre y en todo lugar, ahora entremos con la gula. No hay mayor tabú que una mujer gorda, porque una mujer que se lo esté pasando bien, en cualquier circunstancia, es un problema. Y comer, para lo que encima no necesitas a un tío! Las “modelos”, los estereotipos de belleza a seguir, palos de escoba, vestidas como payasos, con los ojos subrayados de ojeras negras y caras de pocos amigos: este esperpento lo ha creado un misógino, un tío al que no le gustamos nada. Se van poco a poco resquebrajando mis certidumbres (¿de eso va crecer?) pero todo esto sigue claro, y seguirá, incluso si una resonancia magnética me enseña algún día dónde está el lóbulo cerebral afectado en los desórdenes alimentarios. Aunque de sobra sé que esto nunca va a ocurrir: al final no hay blancos ni negros, todo está en esa gama infinitesimal de grises, en miles de factores que juegan y se intercalan y se provocan y atenúan o hacen más evidente. Estudiando esa complejidad, una sale más humilde: todas tus ideas de antes te las han desmontado, ya no hay pilares inamovibles, y nadie viene a ayudarte aunque eches de menos los de antes, los que te gustaban. Lo de ahora es enfrentar la injusticia basal del mundo, en crudo.

Siguiente tema, epidemiología: para esto voy a necesitar música. Meto en el walkman la cinta de Jack. El diván está bajo una claraboya y me cubro un poco más con el edredón. Comienza a sonar un saxo: es jazz. La música que nunca he logrado entender, pero da igual: la puedo tener de fondo en una cena con amigos, es tan increíblemente atmosférica. Nada como el "Sing Sing Sing (with a Swing)" de Benny Goodman me lleva a Nueva York, donde nunca he estado, al puente de Brooklyn iluminado. Lo poco que sé de jazz es por aquella amiga que me grabó un par de cintas: "I'll keep loving you", aquel solo de piano de Bud Powell, que es música clásica. Y luego, leer a Cortázar, Charlie Parker en "El perseguidor", toda “Rayuela”, “Último Round”, “La vuelta al día en ochenta mundos”.... Apago la luz para intentar ver el cielo, por si acaso hubiera alguna estrella. Con este gesto siempre imagino un obturador de cámara, mis pupilas, agrandándose, ávidas por comerse la noche de este desván, y la oscuridad de fuera. La música me envuelve, es tan cálida, dejo a mi mente flotar, no esperar patrones, dejarla que se sorprenda. La segunda canción está muy bien montada, y sigue el mismo estilo, que me traslada a un bar semisubterráneo en una ciudad lejana, en la que hay taxis amarillos, y luces, y charcos, y humo que sale de rejillas del suelo, y alguien toca un piano de cola, y yo estoy bebiendo un cocktail en una de esas copas triangulares, vestida muy sofisticadamente y no sé con quién salgo a bailar, y sigue la música y...

La luz del sol en los ojos me despierta: quién-soy-dónde-estoy-qué-hora-es. Son las tres preguntas de las resacas: la primera demasiado filosófica; la segunda, parece que en el desván de mi casa de Banderley, Yorkshire, Reino Unido. Y las 6:30. Pero, ¿no era esta la noche que iba a ver a Derek a la planta? Señor, el examen no sé si lo aprobaré, pero como investigadora no tengo precio: mi Holmes necesita un Dr Watson en mi vida. Venga, aún me da tiempo de bajar antes de que me vean estos. Pero, ¿irme a estudiar? No nos precipitemos: mira, voy a hacer algo que no he hecho todavía, me voy a nadar ahora, a las 7 de la mañana.

Ya hay dos personas haciendo largos: uno por supuesto es Mark, el otro el fisio, que está saliendo ya. Me encanta que no te obliguen a llevar gorro (le saludo mientras me hago una castaña alta). Tras unos cuantos largos (qué difícil se me hace contar, se me va la mente), Mark ha parado en el lado profundo y está esperándome para saludar.

-¿Cómo tú por aquí por la mañana?…-él lleva gorro, imagino que por aerodinámica o alguna idiotez así- Buenos días.

-Hola, buenos días. Sí, no sé si será buena idea, porque siempre me voy directa a la cama detrás de esto en una especie de narcolepsia. Estoy de semana de estudio, recuerda.

-Ah, sí, ¿has llamado al apartamento aquel frente al mar que te pasé? ¿O aún no te has vuelto loca aquí?

-Perdona, llevo casi un año sin salir de aquí; si no he enloquecido aún…

-Qué va… este sitio es genial -dice, restregándose la mano por la cara - el tiempo que pierdes en la vida yendo del trabajo a casa, aquí puedes hacer deporte.

La vida es fácil para alguna gente. Seguimos nadando, sin parar en mucho rato. Recuerdo el jazz con el que me dormí anoche: cuando paró la cinta, ni el clack me despertó. Pero no es bueno el jazz para nadar. Al salir de aquí iré directa a la biblioteca, hoy me tocan trastornos del neurodesarrollo. ¿Me sé bien los alimentarios? Intento no pensar en esto: estoy nadando, es mi rato de desconexión del día, pero no puedo, tengo el temario en bucle, y lo que le voy a decir a Derek. Intento llevar mi mente al lugar en el que querría estar, casualmente es también en el agua, pero en alguna cala rocosa de agua verde muy al sur de Banderley. Cuando haga el examen, quizás, quién sabe, igual podría salir de aquí. Hasta ahora, este encierro en esta isla dentro de una isla, ser esta robinsona o quién sabe si Viernes era un algo sin final. Los únicos mojones eran la siguiente supervisión, el siguiente paciente, y las pocas salidas. Ahora está el examen y después, ¿qué? Es la primera vez que me planteo salir de aquí. Ay, iba tan deprisa de espalda, tan ensimismada que no he visto las banderitas y me he dado un tortazo en toda la cabeza. Como una idiota. Ya salgo, y me sigue Mark.

-Ahora vamos a desayunar a la cantina.... desayuno frito, claro-dice, asumiendo que voy a ir.

-¿Haces esto todos los días?

-No todos. Pero el mito del “desayuno inglés completo” solo se cumple en las cantinas de hospitales y en los Bed & Breakfast para los turistas.

Me como todo, incluso su black pudding: él siempre se lo deja porque de peque le dijeron que era sangre. Le hablo de las morcillas de Burgos, se horroriza, pero no tiene problemas con el steak tartar. Estamos de acuerdo que una de las cosas con las que las personas que habiten este planeta dentro de cien años se espantarán será el saber que tenemos animales estabulados y los matamos luego para comerlos. Y en nuestro campo de estudio, no queremos ni pensar en los abusos que estaremos cometiendo hoy.

Me pregunta por dónde voy del temario, y cuando se lo digo le cambia el semblante. Es la parte más dura para él, ¿no sabía que su hermana murió de anorexia? Madre mía, no lo sabía. Ya dicen que los que elegimos trabajar en cualquier ámbito de la salud mental tenemos más posibilidades de tener un familiar con desorden mental. Si lo normal es el famoso uno de cada cuatro, en nosotros se eleva a… no sé. Se eleva. Está mirando a su taza de té, lo siento.

-Pasó hace mucho tiempo. No te preocupes. Fue un palo.

-¿Te ayuda hablar de ello?

-En según qué circunstancias, sí. Con mis padres y resto de hermanos no, es imposible no culparse, aunque nos sabemos la teoría.

Recuerdo aquella conversación que tuve con él aquella noche sobre el estoicismo. Lo pasado está pasado, la historia es historia: si no puedes hacer nada para cambiarlo, pasa de pantalla, o como se diga ahora. Si puedes, por pequeña que sea la opción, inténtalo: nadie dijo que fuera fácil, solo basta que digan que es posible. No pierdas el tiempo pensando en cosas sobre las que no tienes ningún control. Intenta hacer lo más que puedas y con el intento medirás tu éxito, no con la consecución del premio, porque las cosas fuera de tu control no puedes cambiar. Le recuerdo aquello.

-¿Te acuerdas cuando me hablaste del estoicismo en aquella guardia?

Sonríe: qué guapo está, pero qué cansino puede ser:

-Sí, por supuesto… ¿Has oído hablar del filósofo estoico Musonius Rufus? -como niego con la cabeza, sigue contando-. Como muchos estoicos, no era querido por el poder y le exiliaron a una isla particularmente mala en el Egeo llamada Gyaros.

¿Isla en el Egeo particularmente mala? De un plumazo me ha llevado al sitio en mi cabeza donde estaba nadando. Un sitio malo en el Egeo no existe, pero él sigue con que Gyaros es prácticamente una roca de poco más de veinte km2, que aparece en los escritos de Virgilio y Ovidio y más tarde al principio del imperio romano en los de Tácito y Juvenal. Por su desolación ha sido siempre un lugar donde enviaban al exilio a los disidentes como Musonius, y en el Siglo XX a los izquierdosos. Mark sabe tanto de estas culturas porque su madre es catedrática de Clásicas. Ha pasado mucho tiempo en un rincón del Peloponeso, donde tienen una casa. Yo solo he estado en Grecia en un viaje de estudios alcohólico en el que vimos poco más que la noche; pero aún así compré el mito. “Italia es romántica, Grecia es erótica”, me dijo aquel chico, y para siempre me lo vendió. Solo que no es un mito. Ahí estoy cuando vuelvo a la realidad con Mark:

-Vale, imagina al pobre filósofo ahí, en esa roca, sin nada que hacer. Pues el tío, como buen estoico, desarrolló tres técnicas para minimizar lo que le habían hecho. La primera, entender lo que podía controlar y lo que no. La segunda, recordarse que las cosas podían haber sido mucho peor-a esto se le llama “anclaje”-. La tercera, desarrollar su “sistema inmunológico emocional”, viene a ser como un entrenamiento en el estoicismo: no evitas, es más, buscas cosas que te van a causar un poco de infelicidad, porque solo así podrás luego sobrellevar las grandes. Es un poco la inversa de la noria hedónica aquella en la que nos acostumbramos enseguida a las cosas buenas que nos pasan. No deberíamos: deberíamos valorar cada cosa buena, no darla por hecha. El mayor daño que te puede hacer algo no suele ser la cosa en sí, sino tu reacción a ella. Tu reacción es en lo único que puedes trabajar.

Se hace un silencio que me siento con la obligación de llenar, desesperadamente: ya. Porque el fantasma de su hermana muerta sigue sobrevolándonos, aunque yo me haya ido a Grecia un ratito. Estamos de vuelta a casa para dejar todo, y disfrazarnos para comenzar el día. No entiendo cómo todas las enseñanzas de Musonius o como se llame, o toda la escuela estoica puede ayudar con la muerte de una hermana. Todo en la muerte es la parte que no podemos controlar. Nada podría haber sido peor. Ningún entrenamiento te prepara para eso. Seguimos en silencio hasta que nos despedimos. Gracias por contármelo, él también dice gracias, y le doy un abrazo. Es un poco incómodo, un abrazo torpe y embarazoso porque le he pillado desprevenido y llevamos las bolsas con ropa mojada. Da igual. A veces el cuerpo es lo único que tenemos para decir cosas. Como las iluminadas medievales: el cuerpo es poder. Al llegar a la puerta de casa me doy la vuelta y le veo entrar en la suya: parece que ha envejecido muchos años, pobrecito dios griego. Ahora le entiendo mejor.

En casa ya no hay nadie. Me cambio de ropa, cojo los apuntes y con la cabeza llena de místicas anoréxicas del Siglo XII, y billetes de avión a desoladas rocas bañadas por agua cristalina me enfrento a otro día completo de estudio sin distracciones exteriores. Las tengo todas en mi cabeza.

14 comentarios:

  1. Hoy me quedo con la lección magistral sobre las alteraciones de la conducta. Yo tampoco he conseguido entender el jazz y eso que en casa tuve un enemorado de él.

    Después de una semana de cientos de kilómetros a mis espaldas es lo que puedo destacar. Seguro que habrá un repaso

    vi

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    1. Dear Vi,
      Gracias gracias por enseñar la patita, aunque estés "on the road" (qué será eso, se me ha olvidado ya...). Y, o bien te has olvidado de la palabra "alimentaria", o vas a repesca, boy: los "trastornos de la conducta" son otra cosa :) 

      Hay un libro por ahí titulado "Jazzuela: el jazz en Rayuela" y he encontrado una lista de spotify, por supuesto, con el jazz q escuchan "El club de la serpiente" en Rayuela. Siempre he dicho q releeré Rayuela cuando me jubile y puedo intentarlo con el jazz de fondo... ya os contaré... :)

      Besitos

      di

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  2. Demasiado campo , para hacerlo en una sola etapa. O sentándose en un restaurante, demasiados platos para hacer de michelinero... o si es una simple paella, pero con los granos/palabras tan bien cocinadas, que resulta difícl ser rápido en la comedura (pide relectura)... y para colmo llena de tropezones/imágenes que te calan hasta los huesos... esa mártir antimística, ese trompetista en busca de su Maga particular, o ese pedazo de Olimpo terrestre para humanos descarriados, que invita a tropezar en las rocas, si no hay otra forma de caerse en esa agua tan tan pura (más incluso que la Catalina)...

    Lo siento por ti, pero algo me queda en las alforjas... entre otras cosas, ese Banderley sigue siendo tan misterioso como el Manderley... (caray, esto es inacabable, acabo de saber por Tío Google que hay un lugar donde vivía el hijo de Enya que se fue... ¿estaremos meigados? porque la Rebeca tampoco aguantó mucho...)

    Bicos...

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    1. Oh Muiñovello, me encanta ese "Olimpo terrestre para humanos descarriados": esas aguas son la leche, date cuenta q esa foto no lleva filtro, aunque lo parezca (en el Jónico ninguna foto mejora con filtro, la realidad supera toda potencial impostura). Pero sí, me doy cuenta q es demasiado para una entrada, sorry :)... es q siempre empiezo determinada a no superar las dos mil palabras y spr acabo en >3k. 

      Pensaba q Enya no tenía hijos y vivía en un castillo irlandés con tropecientos gatos? En todos caso, como sugieres, Banderley es, como se dice hoy, un "homenaje" a Manderley precisamente pq se supone q hay un misterio, pero como tengo la mala costumbre de divagar :) y de escribir de pascuas a ramos, es mucho pedir q se siga la historia. Pero ahora la estoy terminando, en serio, de esta primavera no pasa, y me pregunto si tendrá un pase leída del tirón (pregunta retórica, no quiero saber :):)) Nota: Qué te parece como final q se quema Banderley á la Du Maurier? :)

       ... y sí, estamos totalmente meigados, mira mi perfil... ;)

      hugs

      di

      PS. “¿Encontraría a la Maga?

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  3. Antes de nada aclarar, que lo de "demasiado campo" no era una valoración negativa... las mejores imágenes que se grabaron en mi memoria cinematográfica son los prados del Tirol donde una dulcísima pre Mary Poppins canta "como los ángeles", suponiendo que tales seres puedan cantar como humanos... y ese territorio inalcanzable con la vista que son los paisajes de Montana y aledaños... solo quería resaltar que se necesitaría un caballo para hacerlo en etapas... ¡pero me encanta cabalgar!

    Y para ser breve (algo) sin ser Pipino, me meto con la contraria de la amenorrea (que tu mencionas)...ya que siempre me irritó el desprecio del macho (y de la hembra con SEC) por tamaño fenómeno tan natural, y tan importante para el mantenimiento de la especie (y que conste que "odio" la sangre)... pienso que lo de guarra, aplicado a muchas mujeres en el campo de su actuación sexual, viene de ese desprecio... y está claro que el machismo no le perdona su capacidade para cooperar en la evolución humana (parto y cuidado)... aunque ya sé que muchas feministas no quieren asumir ciertas características genéticas básicas (mientras no muden las tornas)... además del consabido desprecio por el principio de la diferencia, que nos salva de tener que hacer todos lo mismo...

    Ya no me lío con la buenaza de Rebecca, pero considero que el incendio provocado es tal que la quema de una bruja : un exorcismos necesario, aunque a mi me horripile pensar en que tanta belleza se puede destruir. Pero también la bruja es humana (y bella a su manera) y se merece mejor suerte, mucha más que un inerte edificio. En fin, es lo que llamo ambivalencia afectiva. Algo terriblemente necesario.

    Líome, bicos... aunque acabo de notar que me tiendes una trampa en plena meta!

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    1. jajaja muiñovello (por cierto, es tu nombre por la playa en las Rías Baixas? puedo llamarte con alguna abreviación? encontrar la ñ aquí me cuesta horrores-pero mándame a la porra si lo merezco) con Mary Poppins... en realidad estoy contigo, parafraseando a la Mae: "demasiado de una cosa buena puede ser... maravilloso" :)

      Y a cabalgar a cabalgar, hasta enterrarlos en el mar (ves, ahora te pongo las trampas a mitad, no te quejes)

      Tu reflexión sobre la menorrea no sabríá por dónde empezar, solo q aún a día de hoy hay culturas q consideran a la mujer no sé si "guarra" pero sí "impura". Con suerte "esos días", pq la religiones nos han considerado las malas siempre, desde la serpiente y la manzana. Ellos, pobrecitos, no querían. Estoy leyendo un libro de un tío pretendidamente progre en el q no hay un solo personaje femenino positivo. Yo me pregunto: el pobre no tenía una editora, una amiga, no sé, una hermanita de la caridad q pasara por allí, alguien q le dijera... ?

      No me había planteado el incendio de Manderley como quema de Mrs. Danvers: estás sembrado! Y las brujas no somos humanas, darling... por cierto, no he visto aún "La tragedia de Macbeth", la de Joel Cohen pero he leído q la bruja (K Hunter) les roba es show a todos... te dejo el tráiler q me encanta... https://www.youtube.com/watch?v=HM3hsVrBMA4

      bicos, liante

      di

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  4. Coincido plenamente con tu análisis de los trastornos alimentarios de esas místicas. Está claro que se debatían contra una situación injusta con lo único que tenían a mano, el control sobre lo que ingerían. Lo que sigue pasando ahora con la anorexia, supongo: ante unas exigencias brutales de conformarse a ciertos patrones, la única salida puede parecer esa.
    Y, aunque sigo comiendo carne (poca), pienso igualmente que dentro de un tiempo nos horrorizará pensar que teníamos animales encerrados y cómo los (mal)tratábamos.

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    1. Es apasionante ver cómo las enfermedades son las mismas pero el contexto les hace variar la presentación. Por ej, las ideas delirantes de la esquizofrenia en el pasado podían ser religiosas ("soy jesucristo") o políticas ("me persiguen espías rusos" - época de la guerra fría) , ahora me llega q son "me han insertado un chís"... :)

      Sí, es disonancia total lo mío tb con la carne, por no hablar del foie. Y es pq no lo vemos: si tuviéramos q matar o ver vivir así a los bichos...

      abrazo
      di

      PS. Van a abrir una nueva Finestres!!!! Cerquita!!! Quedamos allí la próxima?

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  5. "Lo de ahora es enfrentar la injusticia basal del mundo, en crudo."
    De acuerdo. Creo que cuanto más mayor soy menos sé, hablando en general. Puede que sea una secuela del Covid. Leo el post, que me supera, con interés, como siempre, y los comentarios, también como siempre, pero no se me ocurre nada relevante, ni medio relevante que decir. La respuesta más sincera por mi parte es esta: no sé. En fin.

    Un abrazo

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    1. ANDANDOS: yo tampoco sé nada de piano (y bueno, de lo escrito tampoco mucho la verdad), así q estamos igual. Pero sigue entrando a saludar de vez en cuando, aunque spr me imagino q estás concentrado en la música...

      Otro abrazo

      di

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  6. Uf, esto puede ser eterno... y aún no entré en el perfil (esa cosa tan terrible y tan famosa en este espaciotiempo virtual)...

    Solo con el Cortázar dá para un tocho en modo Rayuela... o, en este caso mejor El libro de Manuel... pero habrá que ir picando de aquí y alla´, para aprovechar mejor este maravilloso río/oceáno que es internet...

    Digamos (divagando como muy bien dices) que "O muiño vello" es un muiño/molino situado en una localidad de Muxía, que dió lugar al nombre del periódico escolar que en su cole había... ya que yo empecé de maestro (realmente también me jubilé de "mestre")...

    Sintetízame tú misma, porque seguro que lo harás con tu toque entre noches de guardia en Banderley y paseos por las costa de Manderley...ah, y nada de "quemarte"!!!

    Sobre Eva (la que quiso saber) y las brujas, ya en otro lado, si cabe (anda que también estaba "por ahí" el Macbeth), porque el tema es como lo de la parte y el todo, casi inacabable...

    bicos

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    1. muiño, gracias por la aclaración ... es el viejo molino! the old mill... q tb hay por aquí.

      "El libro de Manuel" es la novela política de Cortázar, dicen. La leí pre-blog, pre-Uk (había vida antes? pregunta q me hago a menudo...). Leí "62" ya en era-blog... bufff. No quiero hablar.

      Sobre sintetizarme: dice S KIng q en el segundo borrador te has de quitar el 10% de palabras del primero... me causa un dolor agudo aquí (me estoy senialando) solo de pensarlo. A ver si lo consigo, pq necesario, a fe mía, lo es :)

      Y hablando de brujas de Macbeth... no sé cuándo leerás esto pero maniana por la maniana... no sé si llega a bruja, mejor brujita... verás qué pasa...

      bicos vellos

      di

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  7. Bueno, quizás he sido demasiado vehemente. No atravieso buenos tiempos.
    De piano quizás no pero de música todo el mundo tiene opinión. No estoy siempre concentrado en la música aunque reconozco que yo también pienso que estás, cuando no trabajas, concentrada en la literatura. Ambos, y
    mucha gente, queremos jubilarnos y hacer cosas que nos gusten más aunque no tengan ninguna utilidad. Bueno, me parece.
    Un abrazo

    Andandos, dominando el móvil como anónimo. Qué mundo este.

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    1. Arriba la vehemencia ANDANDOS, pero espero q vengan mejores tiempos. Opinión de música, me imagino q a la gente le gustan o no las cosas, pero tú tendrás una opinión informada. AH sí, vivir del cuento! (literalmente) cuánto nos gustaría poder coger la mochila y q algúna incaut@ pagara por las crónicas... yo ya sabes q espero q es@ mecenas.. solo hace falta q alguien les pase el enlace :):)

      lo del dominatrix del móvil me ha gustado.. nunca es tarde...:)
      abrazos

      di

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