Deberes. La palabra de entrada suena mal. Será porque rechina a obligación no acabada, postpuesta, a que tienes algo que no es tuyo o porque a muchos nos afecta directamente al bolsillo... Y eso que un amigo mío comentaba que en esta vida lo más importante es el "deber", cuánto más, mejor. Cuánto más debes, más caso te hacen los bancos, decía. Pero divago.
Pero yo vengo aquí a hablar de los deberes del cole, de la tarea. Y es que yo no sé como han cambiado tanto las cosas, o como hemos cambiado tanto nosotros, los colegios, los niños o lo que sea. Pero aquí ha habido una metamorfosis y sólo nos hemos enterado los que tenemos pollitos en edad escolar. Por supuesto esta entrada no aplica a todos aquellos afortunados padres cuyos hijos han dormido bien toda la vida, han comido bien y variado y ahora hacen los deberes a la primera, con buena letra, sin rechistar y además son los primeros de clase. Lo siento pero no se os podrá dar el diploma de padres al 100%. Selevacer.
Entre los muchos cambios que he notado destaca el de la agenda. Una agenda era para ejecutivos, secretarias, ministros... Ahora los pollitos tienen agendas donde apuntan, entre otras cosas, los deberes. De entrada, lo de la agenda te lo venden como un eficaz método de comunicación entre padres y profesores y hasta te parece una buena idea oye, práctica, inofensiva... JA! No lo es. Es una putada. Si yo no miro ni mi agenda cada día, ¿como pretenden que controle la de mis pollitos? En la agenda te apuntan los cambios de horarios, las excursiones, los disfraces, las flores del mes de mayo, las tutorías, si ha vomitado, si ha pegado a Pepiño, si mañana toca chándal o si han suspendido la salida del jueves... Si a mí con dos polluelos me cuesta, no digo los que son familia numerosa. Digo yo que llevarán un desplegable tipo planner, porque si no es imposible. La agenda es un arma de doble filo con el agravante de que muchas de las notitas que te ponen exigen contestación. Veamos un ejemplo:
En mi época cuando el profe ponía deberes había dos alternativas: llegar a casa, hacerlos y corregirlos al día siguiente en clase o no hacerlos y llevarte un guantazo delante de toda la clase también al día siguiente. Así que era un elección sesgada, pero clara. No había dudas. Encima lo más probable era que los padres no se enterasen. Tu sabías perfectamente que si se enteraban cobrabas doble, así que no decías nada y te aplicabas.
En la actualidad los pollitos llegan a casa y siguen teniendo dos alternativas respecto a los deberes: hacerlos y corregirlos al día siguiente en clase (aunque a veces dudo de que los corrijan) o no hacerlos, intentar pasar desapercibido durante un tiempo hasta que el profe en el mejor de los casos se percata e informa a los padres, a través de la agenda, de que "Arturito no rinde como debiera en clase".
Aunque me considero en contra de la violencia y más aún de la infantil y mi opinión no es para nada objetiva, considero que la alternativa del sopapo se mostraba como más... persuasiva, además de mucho más descansada para los progenitores. Porque si un pollito no atiende en clase, no rinde o no trabaja, supongo que el profesor de turno tendrá algo que ver en ello ¿no? Podrá actuar y castigarlo sin patio, sin comer o sin lo que sea. Pues no. Ellos se limitan a mandarte una notita en la agenda tipo "hoy Pollito ha molestado a Pepiño", "hoy Pollito no ha atendido en mates"... pero, pero ¿será que tengo que estar yo también en clase de mates para que Pollito atiendaaaaaaaa? Dan ganas de contestarle en la misma agenda: "si Pollito no atiende sírvase usted mismo darle un guantazo". Pero entonces entras automáticamente en el terreno de lo políticamente incorrecto y quedas como padre o madre desnaturalizado y además con pruebas por escrito. No te conviene. Así que te resignas, coges la agenda del pollito y piensas:
"A Pollito se le va a caer el pelo, está castigado sin la wii, sin tv y sin salir este fin de semana y como lo vuelva a hacer le va a caer la de Dios"
pero como eres un padre/madre naturalizado y estas en contra de la violencia, traduces y escribes:
"Hablaré con Pollito y tomaremos las medidas oportunas para que esto no vuelva a suceder"
Yo pensaba que cuando escolarizaba a las niñás me había quitado un cuidado de encima. Entraban en la rueda y ya hasta que acaben me olvido un poco, aparte de ayudarle con las sumas y los cuadernos de caligrafía. Pues en lo que llevamos de vida escolar (4 años), hemos cambiado de cole porque el anterior se declaró en concurso de acreedores tras una venta fallida a un importante grupo educativo británico. Les he tenido que cambiar de modelo educativo (hay 3 en función de los idiomas en que aprendan). Y la profesora actual me manda a mí más deberes que a la niña. Creo que me voy a comprar un baby y volver al cole.
ResponderEliminarSin caerse de lo PC uno podría escribir que aunque uno hablará con Arturito, uno cree que la corrección es más efectiva y útil si se produce en el momento que se necesita y en el que se puede saber la opinión de los interesados sobre lo que ha pasado.
ResponderEliminarSi es que tienes toda la razón...por suerte mi Bolita está en la Guarde, aunque ya tiene agenda!!! Hace unos días vino con una mala nota a casa "No he estado concentrado en clase de psicomotricidad"....así que ya me puedo ir preparando para cuando sea mayor...entonces pondré en práctica tu idea de "sirvase usted mismo"...y me dará igual que queden pruebas por escrito!!!
ResponderEliminarEstamos perdiendo el norte a pasos agigantatos. Cada vez les quitamos más responsabilidad a los niños (y a los profes) y estamos haciendo generaciones infantiloides. Aunque supongo que yo también contribuyo. Miedo me da el próximo curso que ya 'entramos' en primaria...
ResponderEliminarLo de la concentración en clase de psicomotricidad directamente, manda güevos, con perdón. Leches, que es la guardería, no un máster a través del cual accederá un día al Nobel.
Seguramente que esa política de no corregir a los pollitos viene dada porque cuando un profesor corrige (no hace falta que sea con un sopapo) a un alumno viene luego papá o mamá a quejarse del maltrato a su pollito.
ResponderEliminarTambién hay papás y mamás que piensan que desde que dejan al pollito en la guardería el problema de la educación de su hijo queda en manos ajenas y así les va.
Efectivamente sin tener que recurrir a violencia alguna en las aulas los profesores tiene que tener un principio de autoridad (ahora practicamente carecen de él)para que los alumnos/pollitos sepan a lo que atenerse. Por no hablar del principio de autoridad de los padres desaparecido en toda una generación.
A mí ya no me pegaban en el colegio. NI a ninguna de mi clase. No era ningun cole progre, eran las monjas. Dar un guantazo es un método como otro de teoría de aprendizaje, pero poco reocmendable (alguien ha oído hablar del modelling?).
ResponderEliminarUna vez divague sobre la Social learning theory como el método estudiado y requeteestudiado de educar y majejar comportamientos tanto deseados como no deseados. Aquí: http://divagandodivagando.blogspot.com/2010/10/mini-y-la-social-learning-theory-parte.html
Yo no quiero q a Mini le peguen el el cole. Quiero q le den consecuencias, y q las sigan. Y yo les apoyare en esas conseuencias.
muxs
di
Violencia, violencia...
ResponderEliminar¡Claro que estoy contra a violencia!
Pero no me parece que, muy de cuando en cuando (si se repite pierde el efecto), una colleja raspando hacia arriba tenga nada de "violencia".
Cuando el diablo no sabe qué hacer, mata moscas con el rabo.
Totalmente de acuerdo Cou y que además el profesor-educador está para algo.
ResponderEliminarValle, yo creo que Bolita no porá entrar a Harvard... una pena.
ResponderEliminarY digo yo que en psicomotricidad ¿en qué se tienen que concentrar? ¿En la guarde? Amos hombre.
annie, yo creo que con el tema del profesorado se ha hecho como un péndulo, antes se pasaban y tenían mucha autoridad y ahora no tienen ninguna. Por no hablar de los padres que jamás se creeán que el dulce de su Arturito cuando entra en el cole se transforma. y eso ocurre.
ResponderEliminarJota, me reafirmo en lo que dices. Creo que ya lo he dicho.
ResponderEliminarDi, lo del guantazo es un modo de ilustrar la historia. Si tocan a mis pollitos MA-TO.
ResponderEliminarEstoy contigo en que tiene que haber consecuencias y seguirlas al pie de la letra. Para eso es necesario una muy buena comunicación profesor-padres y eso ya no es tan fácil. Ya lo verás. Cuestión de tiempo. No hablo de Mini, hablo de los coleguitas de Mini que pasarán de ser tiernos compis de guarde a amenazas en potencia. Y es que a cada uno lo educan de una manera.
NáN, lo malo de lo que dices es que en el momento en que se abre la veda, surgen los abusos. Las collejas las podría dar yo, pero nadie más.
ResponderEliminareso es, me refiero a la madre. Además, los hijos mejoramos mucho en psicomotricidad: cuando hemos hecho una bien gorda y nos encontramos con nuestra madre en el pasillo, solo una excelente coordinación y velocidad muscular nos puede evitar la dolorosa (pero no tanto) fricción en la nuca.
ResponderEliminarLos profes, ¡ni en broma!
Y el padres, más musculosos, mejor que no. A mí el mío solo me dio una guantá en dos ocasiones: ¡¡merecidísimas!!
Y a mi hijo, ni lo toqué; pero la amenaza de darle una que le dejaría girando como una peonza, en tres ocasiones merecidísimas, surtió el mismo efecto.
Pues sí, una pena lo de Harvard...tendré que ir pensando en vender la humilde morada que nos habíamos comprado en Somerville...maldita clase de psicomotricidad!!!!
ResponderEliminarHombre pues tienen que concentrarse en cómo hacer volteretas, como tirarse por el suelo y rodar como una croqueta...es muy importante!!! Es la base de todo!!!
La inhibición del profesorado y la dejación de sus funciones es alucinante, en toda la educación.
ResponderEliminarLuego se quejan de que no les respetan...¡¡¡ellos mismos son los primeros que no se respetan!!! No asumen su papel. Y claro, los niños se dan cuenta.
Yo también soy partidario de la violencia, venga de donde venga...
ResponderEliminarSin pérdida tiempo, Jefe Basa, y dado que me quedé esperando la barra de chopped por Navidad, mándeme 200 gramos de lo que fuma.
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