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27 julio 2004

Mosquitos y secretas disfrazados de hippies en Tulúm

Martes, 27.07.04 Cabaña Papaya Playa (Tulum)

Itacalog i
Salimos a hacer gestiones tipo comprar adaptador, loción postmosquito, y reservar hotel en Tulum. Desayunamos fruta callejera. A estación buses, a por mochis a hotel a las 12. A por coke a bagueteria economica y q nos hagan una nueva baguette para llevar. Esperar bus para Tulum mucho rato (llega retrasado). Mitad de viaje de pie por mucha gente, con backpackers imbéciles (italian y espanis). En Tulum en taxi a la Cabaña Papaya Playa. Andando por playa y rocas a Tulum, llegamos tarde y no pagamos entrada. Bien, vuelta andando con coke en El Mirador. Al llegar baño en playa viendo anochecer: lovely (…) (1-0). Cena y dormir. Mosquitos, despiertos a medianoche. Mala noche. (i)

Tulúm, Quintana Roo (geografia para no iniciados)
¡Ah Tulúm! Una calle larga y ancha llena de chiringuitos de todo tipo recorrida a las doce del mediodía, si no a punta de pistola sí a punta de sol justiciero. Y había vida: un par de cibercafés, sucursales de todos los bancos (Santander Serfin, vemos que Botin se une con los que le riman, excepción del Abbeybin), tiendas de artesanía (quiero un sombrero de dallas!-la gente local los lleva). Y un establecimiento donde, haciendo gala de una inusitada sensibilidad con el viajero expenden, entre otros jugos, “uno contra el estreñimiento.” Y junto con el tránsito intestinal, hay una preocupación por el bienestar del mochilero a todo nivel: es en la única estación que hemos encontrado un enchufe donde conectar el portátil para escribiros algunas de estas líneas. (k)

El pocahontas pijo de Tulúm (fauna que una encuentra de viaje)
En la Cabaña Papaya, cenando a la idílica luz de las velas (insisto, cenando tanto nosotros como los moscos) hay una pareja de románticos hippies. Todo esto lo deduzco porque él lleva una melena a lo Pantoja que ni el Pedalista ha llevado nunca, de esas que llegan a la cintura. Al día siguiente suben en nuestro mismo bus a Piste, y acabamos entablando conversación. Son sudafricanos y, atención, niegan su estancia la noche anterior en la inclita cabania papaya. El pedalista se apresura a abrirme los ojos de lo que no debería habérseme escapado: son secretas, y están relacionados con “la misteriosa muerte de Carmina Ordoñez” (póngase música de camel de fondo, como hacen aquí en el telediario matinal para poner las fotos de los “malandrines” más buscados). La cosa se confirma al llegar a Piste: entrar en nuestra posada Novelo un poco más tarde que nosotros, les ofrecen la habitación contigua y… la rechazan!

La noche en Cabaña Papaya Playa (sección “aventuras”)
Lo que me fastidia de esto es que cuando veais las fotos diréis (tal como ocurrió con la inefable cabaña en Ko Samui), “ay, que bonito.” Bien, la cabaña papaya es de madera y el techo es de paja o palmera, no tiene ni agua ni electricidad y desde ella se oyen las olas, y es muy bucólico. Pero qué noche. Encerrados en la mosquitera con nuestros mosquetones (como dice mi compa cuando creo lograr darle a uno, “marcador en estos momentos: k uno, mosquitos nueve mil”) no entra el aire q creemos sopla en la playa a escasos metros, y no hay ventilador (hasta ahora el único sitio en el que no ha habido ventilador de esos de techo.) Es tb el primer lugar donde hacemos uso de la sábana de guerra que nos hizo la yaya. Consiste en 2 sábanas cosidas entre sí como un saco cuyo objetivo suele ser separarnos de las sabanas dudosas de algún establecimiento, o bien de los mosquitos. Gracias yaya, que sería de nosotros sin ella. (k)

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