Lunes, 26.07.04 Hotel Yum K’iin (Playa del Carmen)
Desayunamos por todo lo alto en Posada Amor. Dejamos allí las cosas y vamos a hacer snorkeling. Conocemos en la misma barca a Jacobo y sus hijos. Snorkeling, me mareo y no puedo bajar la segunda vez. Interesante, pero naturaleza al cabo. A Playa del Carmen con Jacobo (coche alquilado). Conversación, luego vamos a japonés a beber algo y acabamos con sushis. Despedida. Nosotros a buscar alojamiento, nos cuesta porque es caro. Scumhole. Encontramos un sitio decente por 350. Highlight: “baguetteria económica” enfrente, 10 pesos por baguette -económica- muy buena. Explorar Playa, andar por la playa. Vuelta al hotel, ducha, cena=baguette económica, claro. Luego paseo en busca de tequila, pero too tired. Vuelta y dormir pronto (I ve la tele, que hay).
Playa del Carmen, Quintana Roo (geografia para no iniciados)
Scumhole de los scumhole. No he estado en Benidorm o Torremolinos pero dicen que se les parece. No hay rascacielos todavía pero está lleno de hoteles, de esos de a-pie-de-playa-todo-incluido. Sé que conforme pasen los días ofreceré un brazo por una semana en una de esas clínicas. Pero todavía no. Playa del Carmen sirve también para probar que la mítica playa paradisíaca y desierta es un mito. Si la playa merece la pena tendrá un cinco estrellas guardián y garante de la exquisitez de arenas y aguas. Si la playa no tiene cinco estrellas todo incluido es que no merece la pena. Esta regla no falla. A no ser que estemos hablando de “zonas protegidas”. Además las playas se ensucian mucho y necesitan mucho mantenimiento, así que ya sabéis. (i)
Sicoanálisis y snorkling (fauna que una encuentra de viaje)
Jacobo Numhauser es un psiquiatra psicodinámico con interés en la medicina psicosomática que tuvo q emigrar durante la segunda guerra mundial a Chile por judío. Jacobo Numhauser es, creo, de origen rumano, y ha estado casado, o al menos emparejado tres veces. Tiene unos hijos “mayores” y viaja con Abel, de 15 e Isidora, de 13, sus 2 hijos adolescentes de otra relación que no es la actual. Jacobo más bien parece su abuelo: es un senior sonriente, simpático, que querría quitarse el chaleco para bucear hasta donde le dejasen los pulmones, tal vez por sacar una conchita para estos hijosnietos q le cayeron del cielo demasiado tarde para ser un padre estricto, aunque “ya lo es su madre.” Y no le ha salido mal, a su madre. Son dos niños muy bien educados, de conversación inteligente y que saben lo que hay que decir. Abel “quiere dedicarse a las ramas biológicas, medicina tal vez.” Aquí, una observadora imparcial previene contra acabar de psiquiatra, como su padre, y todos ríen, pero me temo lo peor: Abel, como todo chileno de clase media-alta que se precie ya ha estado en terapia, y me explica los ejercicios con detalle. Isidora quiere ser actriz, y ya está pensando en la universidad “pero de cine arte, no de Hollywood.”
Jacobo y sus hijos están pasando una semana en México, empezaron por el DF, donde contrataron un taxista que los llevó por todo (“les doy la tarjeta si les interesa”, “tú no tienes tarjeta?”-extrañado cuando al final me dio la suya), y luego a un todo incluido a Cancún. Por supuesto, ellos no van a las excursiones organizadas por el hotel a las ruinas mayas. Ellos alquilan un coche, cogen la “colacion” que les prepara el hotel y salen a la aventura. Parece que les va bastante bien a los psiquiatras en Chile…
Así que conocemos a este trío en la barquita con la q vamos a hacer snorkeling (buceo superficial sin botella) en Puerto Morelos, un lugar lo más fuera del circuito turistongo. Pronto entablamos conversación con los tres, y enseguida Jacobo nos pregunta a qué nos dedicamos. Mi compa les dice lo de siempre y entonces pasa lo de casi siempre: el hombre me mira espantado. Yo, ya estoy dispuesta a excusarme con las frases hechas y lugares comunes que dan resultado otras veces, pero Jacobo sigue, mira a sus hijos, les dice “lo pueden creer, es psiquiatra”, para añadir que estamos 2 psiquiatras en la misma barca. Que no significa necesariamente en el mismo barco, nadie como nosotros lo sabe tan bien, así que Jacobo se apresura a preguntarme “de qué corriente soy.” Yo intento salir lo más polite que sé, ya que Jacobo me huele mucho a psicoterapeuta psicodinámico, y evidentemente, no me equivoco. Claro que esta gente en conversación (para algunos tb en terapia) dan mucho juego y son divertidísimos (Jacobo, por ej, se marea con oír la palabra mareo que yo pronuncio en algún punto). Hablamos de la fibromialgia (que él trata con tricíclicos con bastante éxito) y de otras batallitas de guerra. Hasta los niños conocen historias, y me los veo a los dos como terapeutas (el lacaniano, ella de la gestalt) en breves años.
Así que nos sumergimos con ellos a ver los corales (este es el segundo arrecife de coral del mundo, tras el australiano). No hay mayor profundidad que 3 metros, en muchos puntos ni eso, hay que andar (digo nadar) esquivándolos, y nos han puesto una pulserita de parque natural para que no toquemos nada. Tb vemos múltiples pececitos de colores (aunque por alguna razón, me parecen menos coloreados que cuando lo hicimos en Tailandia, ¿será por lo de primera vez?), y peces extraños que nos nombra el guía que nada con nosotros (pez manta, pez trompeta, barracuda, etc). Jacobo con buen criterio ha buceado con camiseta. Mi compa el Peda se quema la espalda que no le cubría el chaleco.
Nos vamos en el coche alquilado de Jacobo a Playa del Carmen, y allí tomamos un sushi (que nunca han sido santo de mi devoción) en un restaurante japonés, donde el camarero es chileno. Jacobo dice que el viaje tiene un precio: que haga un taller de psiquiatría infantil en su hospital cuando pasemos por Chile. Tiene una casa muy grande frente al mar, y viven en uno de los lugares que la guía recomienda no perderse de Chile: la isla de Chiloé. Y así nos despedimos, pero la historia me deja pensativa: conocer a un psicoanalista buceando. Las casualidades no existen, y Freud tendría mucho que decir al respecto. (Puerto Morelos, 26.07.04) (k)
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