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20 julio 2023

¿Y si los abren?

Jueves 20 de julio de 2023
Como decíamos ayer, esta serie es en realidad un divague normal cortado en trocitos, y como no hay mucha coherencia, en lugar de culpar a la disgresión habitual que nos azota aquí, le echaremos la culpa al calor.  Barcelona fue El Calor. y por algo dicen que los calores con humedad son lo peor (no sé, piensa Manaos), pero yo siempre aguanto mejor (vamos, dos nanosegundos) la sauna húmeda que la seca, no sé si el paralelismo es válido. El calor seco (no sé, piensa Vetusta) tampoco mola, así que ya lo dejo. Pero lo de estos días en Barna me dejó exhausta y en Donosti me pegué unas siestas de aquellas de dudar de tu propia identidad al despertar. Claro que tal vez la culpa fuera de Roc. De hoy solo tres ideas.

La primera que da título al divague es en realidad una conversación recurrente con Fashion sobre un profe suyo de "Latín vulgar". Este hombre nos ha traído muy buenos momentos por ser uno de esos personajes excéntricos que tanto se valoran en la vida de una (aspiraría a ser una personaja de esas en la vida de alguien, tal vez de un notario de Burgos?). Cuando vivíamos en Nottingham, estuvo en casa y se paseaba en calzones (de esos ajustados feos de viejo) y nos acababa de conocer. Muy a favor de la comodidad por las casas: era el modelo lo que me turbó levemente, nunca pensé que alguien de treintaypocos (que es lo que tendría él en esa época) llevara ese tipo que -y han pasado más de veinte anios- recuerdo perfectamente.  Pues bien, este profe nunca se preparaba las clases y le decía a Fashion (siento que esto no sea un podcast, porque hay que escucharla imitando su voz): "yo tengo los armarios muy llenos". Y entonces pasaba a la anécdota de Luchino Visconti: el director obligaba, en las escenas de armarios, a tenerlos llenos, aunque no se fueran nunca a abrir. ¿Y-si-los-abren? contestaba preguntando, cuando algún cuadriculado se interesaba sobre la razón de meter tiempo y dinero en eso (mientras los asistentes de producción ponían loquefuera en las estanterías). Nos encanta esa frase, el tortazo general que tiene todo y en particular el concepto de "tener los armarios llenos", en el otro lado del espectro del "síndrome de la impostora" que solemos sufrir las mujeres. Pero es mi lait-motif vital:  tener esos armarios bien llenos - los otros, da igual. 

Segunda idea, las piscinitas de estar-por-casa. El jueves por la maniana llené la de Roc. Parece que lo hice en exceso, porque Un Kuñado (ese es el nuevo nombre de JAL, sigan leyendo y entenderán) ha calculado la cantidad de agua (o sea, peso), que estructuralmente el edificio puede soportar, y yo llené por encima de nuestras posibilidades. Con un simple cálculo matemático se me demostró cuántos kilos, tal vez toneladas, de presión estaba poniendo sobre el piso de abajo, y hay que dar gracias que no aparecimos en su salón-comedor. Menos mal que llegó Un Kuñado y lo solventó con cara de paciencia serena. 

Piscinita de Roc, 
un arma en mismanos
Yo había estado tirada en el sofá leyendo mi libro pensando lo calentita que estaría el agua cuando llegara Roc de la guarde (ajena a que mientras subía y subía, yo arriesgaba la integridad del edificio), y recordando las mañanas de verano en Bellver cuando era tan peque que aún no había nacido Fashion. La yaya llenaba un balde rojo que a mí entonces me parecía enorme pronto y lo dejaba unas horas al sol para que se calentara el agua, porque cuando no estaban mis padres no bajábamos al Segre. Yo me debía pasar toda la mañana preguntando si podía ya meterme y ella que no, hasta que llegaba el mediodía y me dejaba. El agua estaba congelada, como siempre en Bellver (también, como descubrí de mayor, en la que era la única piscina, la del hotel a la salida del pueblo), pero a la sirenita (o renacuajo, tal vez más apropiado) le daba igual. Lo que mejor recuerdo de esos baños es cómo terminaban: cuando tocaba salir para comer, me mecía con cada vez más fuerza hasta que lo volcaba conmigo dentro. Entonces la yaya venía con una toalla, me llamana corazonete, y se había acabado la mejor parte del día de esos veranos interminables.  

Y para terminar este divague que ya pasa a la sección "desvaríos", lo que supongo entendían por "frases motivacionales" en los conventos de monjas de siglos pasados. Mi visita al Monasterio de Pedrables la contaré otro día (tal es mi concienciación de hacer breves haikus de verano), pero ahí van tres frases que vi por sus paredes. Viene a ser como las que nos ponemos hoy en nuestros perfiles de whastapp, redes sociales, o hay gente que hasta se las enmarca. Me pregunto si encajarían en el sitio aquel espiritual del té de la tarde del otro día. Desde luego son muy estoicas, una especie de "memento mori": hermana, recuerda cada día de tu vida que vas a morir. Ya sabes, para carpe diem y esas cosas, pero venido de esta panda, a mí me da cierto yuyu. Ahora... silencio... hasta mañana.


Frase motivacional 1:
SILENCIO


Frase motivacional 2:
Es esto que la vida pende de un hilo?


Frase motivacional 3:
Considera la muerte

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