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23 julio 2017

Whatsapp killed the email star

En el principio fueron las cartas, para mantenerte en contacto con la gente que vivía lejos: aquellos amores de verano, gente de campamentos, amigas que se cambiaban a otra ciudad. Con las amigas de Vetusta, era el teléfono (fijo, por supuesto): algunas lo tenían en medio del salón o del pasillo pero igual les daba. Nosotros lo teníamos en un salón donde nunca entraba nadie o en el despacho-yo lo sacaba con el cable debajo de la puerta. Recuerdo larguísimas llamadas (padres de fondo, qué habláis si os acabáis de ver todo el día en el colegio? No entendían nada: algunas hasta eran para hablar de los deberes y comparar resultados!). 

Las cartas siguieron siendo una parte importante en mi vida. Cuando comenzaba mis, ehem, amistades con chicos, siempre nos escribíamos, porque hasta los de Vetusta se iban alguna vez de vacaciones o donde fuera. Yo no sé si era, inconscientemente, como una "prueba de fuego", como si algo me decía que no quería pasar a mayores con un chico que no supiera escribir.  También cuando yo me iba de campamentos, o viajaba: en verano las amigas y amigos nos escribíamos cartas. Recuerdo hasta dejar listas de correos y cosas así. Cuando vine a Inglaterra un verano, a Brasil, a Escocia... me escribía la gente. También la Yaya (qué encantadoras cartas, qué maravilla de letra) y mi madre. Creo que mi padre nunca me ha escrito una carta: sin embargo mi madre tiene sus cartas de novios, aquellas con los ribetes de azul y rojo "por avión", atadas con una cinta. Hoy el Peda y yo le hemos dicho a Mini que tenemos más de doscientas cartas de ambos dos (el Peda ha decidido que va a quemar las suyas: claro que Mini, la esfinge universal, o tal vez adolescente precoz, no ha mostrado ningún interés en leerlas). 

Cuando llegamos a Inglaterra, mis amigos y amigas y familia me seguían escribiendo. Guardo todas las cartas y me recuerdo sentándome frente al folio en blanco a contarles las últimas semanas o meses. Cada uno tenía su propia frecuencia: había gente con la que solo de vez en cuando, otros eran regulares. A bastantes les escribíamos tanto el Peda como yo, a medida que pasaban a ser amigos de los dos. 


Mi mejor amiga del cole, que entonces vivía en Viena, me preguntó un día "cuándo tendría email". La correspondencia se iba espaciando, y cuando comencé un máster en la Universidad de Nottingham me dieron una de aquellas direcciones con extensión ac.uk. Y así cambiamos de un medio a otro: yo iba a la uni un día por semana, y allí nos poníamos al día... cada viernes tenía correo suyo. En aquella época casi nadie tenía email, pero poco a poco, más y más gente se fue abriendo cuentas, y, con el tiempo, ya casi todo mi mundo se comunicaba por correo electrónico. Había excepciones: la Yaya, por supuesto, y J. , mi amigo gallego de campamentos de hace 30 años, que tiene email, pero que como le gusta dibujar en los márgenes y en el sobre, y es medio ludita, sigue prefiriendo escribir cartas, incluso hasta día de hoy. 

Durante muchos años, el email fue rey. Como con las cartas, yo me comunicaba con la gente con mensajes más o menos largos y con distinta frecuencia, dependiendo de la persona. Algunos son de aquellos que solo te escribes una vez al año, para Navidades, o los cumpleanios. Otros son de 3-4 meses. Alguna gente mucho más frecuente, incluso con mi amiga del colegio llegaron a ser diarios, casi un hola que tal bien, y ya. El teléfono desde el extranjero era caro, y no se podía hablar continuamente, como ahora. 

Luego llegó el blog, y con él mis emails se vieron afectados: ya no tenía tanto tiempo para escribirlos, y algunos de mis amigos en la distancia (pobres) tal vez me leyeran cuando quisieran saber de mí aquí. De hecho, este blog nació, ya lo he contado, de la relación epistolar que comenzamos Diva (amiga entonces del Peda) y yo cuando viajábamos por Latinoamérica. Durante aquellos meses, los ratos que sacábamos en los cibercafés, además de emails, yo escribía una especie de blog, que eran nuestras aventuras en docus de word, subidas a no sé qué sistema esotérico de grupos (por entonces yo no sabía lo que era un blog). 

Y lo último que ha llegado es el whastapp, esa aplicación del teléfono que, os tengo que admitir, no me acaba de gustar. A ver, tiene sus usos a los que me apunto como la primera, pero noto que alguna gente los empieza a usar como emails. De repente, te llega un párrafo enorme, que es eso: un email. Yo soy fatal escribiendo en ese tecladito, porque voy muy rápido y los espacios siempre me salen como "m", y prefiero el teclado de mi ordenador para escribir largo y tendido, con párrafos, separaciones, esas cosas. Luego está la inmediatez: con el email, tú lo lees y decides contestarlo cuando puedas, pero con el doble tic del whatsapp parece que en cuanto lo has leído has de contestar (el Peda está haciendo psicoterapia conmigo para que me de cuenta de que no es así, que puedo incluso no contestar!). Luego están los grupos: estoy en varios porque no existe la belleza de "poner en copia" que yo sepa, así que has de montar un grupo. Tengo uno del trabajo al que directamente he silenciado. Luego están los familiares, para los fans de Mini y sus fotos. Luego aquellos donde alguna gente nunca participa. A veces me despierto y tengo seis whastapp que contestar. Con lo bonito que era con los emails, a los que les ponías una estrellita, y ya los contestarías cuando pudieses! A ver, no quiero decir que todo con whataspp sea malo (ahora tendré a Fashion en armas, lo veo), me he echado grandes risas y es muy práctico... pero está acabando (o ha acabado) con el email, el casi-último reducto de comunicación escrita pausada y personal que nos quedaba. 

Para alguna gente, los que nunca escribieron cartas, ni emails, ni nada, el whatsapp será supongo, una invención... 

Whatsapp killed the email star
In my mind and in my heart, 
we can't rewind we've gone too far




19 julio 2017

"El ángel esmeralda" de Don DeLillo

Desde hace la friolera de cuatro años, cuatro, "El ángel Esmeralda" está presente en este blog. Desde hace la friolera de cuatro años, NáN tristemente no actualiza su segundo blog "Semivago Procesional", donde nos hacía crónicas de los libros que iba leyendo. Así que si miras en los blog enlazados en la barra de la derecha, al final del todo, incluso por detrás de blogs que tal vez estén muertos y enterrados, está NáN y su crónica de "El ángel Esmeralda", el libro de relatos de Don DeLillo, escritos entre 1979 y 2011.

Un nuevo libro-Guadiana para mí. Por alguna razón,  en la estantería que hace de mesilla detrás de mi cama se apilaban varios libros sin terminar (relatos, ensayos). Por alguna razón, esta es una época de "hacer limpieza" y liberar a los pobres de esa sección para ordenarlos alfabéticamente por autor en la librería (por idioma, literatura/ensayo... clasificaciones que darían para un divague apasionante, lo sé).  Cuán Guadiana? se preguntarán algunos (no es el peor, aviso): el primer relato lo leí en Febrero de 2016. Ha llovido. Pienso en los libros que he terminado en este tiempo y los sitios donde he estado: igual esto es lo que mide mi tiempo. Si no, la vida sería difícil de cuantificar, aparte de por esas cosas que nos pasan sin decidirlas. Por lo menos, las lecturas y los viajes son nuestros. O eso creemos. 

La gente dice que estos relatos son oníricos (John Banville lo define como un "soñador elegante y subversivo de pesadillas actuales") y es cierto que al final no sabes si DeLillo te está contando una historia que pasó, o un sueño, pero qué diferencia hay? Algunos sueños son tan reales, que te despiertan y, al volver a dormirte sigues soñando lo mismo. A veces, si son de miedo, me aterra cerrar los ojos de nuevo porque sé que el malo me seguirá persiguiendo. Y algunos ratos así llamados reales son tan surrealistas que una no sabe si está soñando. La vida parece como una representación en sordina, como si tuvieras la cabeza dentro de una escafandra donde se ha hecho el vacío, y la vida se siente distorsionada, como si la estuvieras mirando desde fuera. Desrealización, es la palabra técnica. Luego está la depersonalización, que debe ser aún más desagradable, o eso dicen los que la han sufrido: tú eres el que te sientes irreal, tú eres el actor en el escenario.

El último de los relatos me hace pensar en Julio Cortázar, para mí creo que el mejor cuentista (aunque sí, leí todos sus relatos hace más de veinte años: es por eso? Ya no habrá otro Julio en mi vida?) Pero es que cómo olvidar el maravilloso "Manuscrito hallado en un bolsillo" (de Octaedro, 1974) al leer "The starveling", en el que un hombre medio persigue -siguiendo algún código particular, incapaz de explicar o razonar- a una mujer muy delgada por el metro y los autobuses de Nueva York, mientras ella se cambia de sesión diurna de cine a sesión diurna de cine. No es en sí misma una situación como de película de Buñuel, la gente que va a los cines diurnos? Cuando una corre al trabajo, y mira a la gente en los cafés, en los parques, en las tiendas, y se pregunta si son de atrezzo, qué hacen allí, cómo que no están corriendo en la rueda como el resto. Bueno, pues los que se sientan solos en una sala oscura de cine son ya la mascletá: quién es esa gente? Existen de verdad? Esa es la clase de escenarios que nos pone DeLillo, para que te metas en la extrañeza más pura, más que para saber si el chico y la chica al final se besan. 

Los dos adolescentes de otro relato ("Midnight in Dostoevsky") igualmente se preguntan por la identidad de un anciano desaseado que vaga por las calles, y aprovechan los recreos para seguirle, para competir entre ellos -como todo adolescente- sobre quien tiene las mejores ideas, para elucubrar si es el padre de su profesor, que tal vez sea ruso, porque lee a Dostoevsky en original.  Quién no se ha fascinado por la calle con una persona a la que ves de vez en cuando, a la que inventas un mundo, una vida. Aún hace eso la gente? Pienso en aquel chico tan joven al que veía en el parque infantil cuando Mini era pequeña. Primero con un bebé, luego con el niño en un patinete, siendo el terror de los columpios. El otro día, hacía siglos que no coincidíamos, pasó a mi lado en bici por la acera: su misma cara seria, casi de cabreo. Una bici negra, alta, de esas europeas de Amsterdam. Algún día le tendré que parar y decirle que le llevo casi 10 años siguiendo. 

Y las monjas del relato que da título al libro, siguiendo a los paupérrimos del Bronx, persiguiendo el cielo. Haciéndose preguntas sobre qué es el terror ahora, o si es en el fondo lo mismo de siempre, miedos viejos. La pérdida, pienso yo: el terror es la pérdida. 

Se me cierran los ojos mientras escribo esto. Y no sé si escribo o si estoy soñando. Un poco como me ha dejado DeLillo: en un limbo, que siempre imaginé blanco, pero este es oscuro, inquietante, lleno de búsqueda y preguntas. 

15 julio 2017

Esa foto 25 años después



Esta mañana ha cumplido una foto mítica 25 añazos: la primera foto del Peda y la que firma, tras una noche de juerga, ambos vestidos de pamplonicas y con 21 añitos recién cumplidos.




 Aquel era el verano que se acababa el mundo, el del 92, y el de tercero de carrera para ambos. Unos amigos comunes que hacían farmacia fueron los alquimistas que,  en la "Plaza de la O", lograron la combustión de estos dos elementos. Era mi última noche, no, si yo ya me volvía a Vetusta, pero fui alargando una noche más, y otra, hasta la del 14 de Julio: dándolo todo, cuando aún no existía esta expresión. Cuando amanecía solo quedábamos los buenos: el futuro-boticario nadador, el Peda (que aún no lo era) y moi. Como gentiles caballeros del norte me acompañaron a casa de Tiovin, donde me alojaba y, un momento, que os saco unos croissantes. Y la cámara. En aquella esquina del parque de la Taconera nos hicimos unas fotos: Di con el boticario, Di con el Peda, todos modositos, y luego hay otra de los tres con el automático en la que el Peda se baja los pantalones y yo intento sacarlo del encuadre con mi pelvis. Todos nos partimos de risa. 1992, repito. 

Esta tarde, haciendo unos largos en mi piscina local, tocaba "parejita de novios" en mi calle. No pueden las autoridades prohibirlas? Se paran mucho rato tras cada largo, y una llega y ha de negociar quien salen y luego pasarlos, con todo lo que ocupan. Van lentos, porque claramente no les interesa nadar: estos están tanteando a ver al otro en bañador. Los de hoy hasta se han parado una vez en medio de la calle! Les hubiera fulminado, así poniéndome las gafas para arriba un nanosegundo,  pero entonces ha cambiado la canción en mi MP3 acuático y era Bryan Adams:  "18 till I die" (18 hasta que muera). 

Quiero ser joven el resto de mi vida
Nunca decir que no a nada, probarlo todo dos veces
Hasta que los ángeles vengan y me pidan volar
Voy a tener 18 hasta que muera...

Estoy gruñona con estos novios porque ya no tengo 18? 18: cuando nos creíamos inmortales. Según avanzo por la piscina pienso que no podría estudiar ahora la carrera de medicina: en aquella época todo les pasaba a los otros, aquellas enfermedades, aquellos accidentes, aquellas malformaciones. No iba con nosotros. Pero hoy, "Fulanito tiene una miocarditis, a Menganito le ha dado un ictus". Que paren la vida: esto les pasaba hasta hace poco a nuestros abuelos, luego a nuestros padres... y ahora a algunos de nosotros. Eso, lo aseguro, en la facultad no lo sospechábamos. 

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Y es una putada. Y que haya novios pesados que interrumpan tu nadar y te recuerden que un día tú fuiste uno de ellos y que con tus besos hubieras interrumpido la circulación, no de una triste calle piscinera un sábado por la tarde, sino una autovía de cinco carriles.

Vuelvo a mirar la foto: yo es que quiero tener 18 hasta que me muera. 



Wanna be young the rest of my life
Never say no try anything twice

'Til the angels come and ask me to fly
Gonna be eighteen 'til I die eighteen 'til I die
Can't live forever that's wishful thinkin'
Who ever said that must of bin' drinkin'
Don't wanna grow up I don't see why
I couldn't care less if time flies by
Eighteen 'til I die gonna be eighteen 'til I die
Ya it sure feels good to be alive
Someday I'll be eighteen goin' on fifty five, eighteen 'til I die
Anyway I just wanna say
Why bother with what happened yesterday
It's not my style I live for the minute
If ya wanna stay young get both feet in it, eighteen 'til I die
A little bit of this a little bit of that
Little bit of everything gotta get on track
It's not how ya look, it's what ya feel inside

14 julio 2017

"Chica con pelo curioso", más relatos de David Foster Wallace


Leer a David Foster Wallace (DFW) no suele ser fácil: porque a ratos me pierdo, y me pregunto dónde va, pero de repente, wow, solo por este párrafo merece la pena la confusión; solo por esta línea merece la pena la perplejidad. 


Igual que me pasó con otro de sus libros de relatos "Entrevistas breves con hombres repulsivos" (que me parece superior), hay un par o tres de relatos -a los que llamaré "Tikal" por aquello de "no intentes acabar con Tikal, Tikal acabará contigo"- que acabaron conmigo. Me pregunto si no era mi momento, que tal vez deba dejarlos para tiempos mejores, o si era el momento de David, que estaba en drogas tan severas que no hay quien le siga... como a un Kerouac en su carretera (nada que ver, lo siento por Jack).

"Girl with curious hair" ("Chica con pelo curioso") es un libro de relatos que Wallace publicó en 1989, y que ha sido para mí un "libro Guadiana" (como suelen serlo los ensayos o algunas veces los de relatos) que me ha costado muchos meses leer (tengo Octubre 2016 marcado en alguno de los relatos). Así que no recuerdo mucho, casi ni siquiera de los últimos o de la "novella" de 150 páginas con la que concluye el libro, que es con lo que lo terminé el otro día. Pero con Wallace simplemente cuando vas para atrás y relees tus subrayados (gente que no subrayáis, anotáis,  loquesea: cómo podéis vivir?), entiendes. Cosas como porqué decidiste no seguir tu suenio de escribir. Aunque hoy, leyendo otro ensayo Guadiana sobre ballenas que tengo por ahí, he sabido de Melville dejó una nota antes de morir que decía: "Keep true to the dreams of thy youth" (Mantente fiel a los suenios de tu juventud).

Pero divago. Otra de las cosas que me pasa con este autor es que, a menudo, pienso "qué listo era el cabrón". Cómo se plantea el mundo, las relaciones, la literatura: a mí me desarma. Me vienen imágenes de la película aquella, "The end of the tour", creo que se titulaba,  con el actor aquel de los teleniecos irreconocible con la bandana, y el pequenio Woody Allen (así se me representa a mí Jesse Einsberg) que hace de entrevistador. Y a la vez que me admira su genio, cuando leo a Wallace nunca jamás me abandona una idea: su suicidio. No sé cómo le leería sin saberlo, pero ya he dicho a propósito de otras obras (en especial el relato "The depressed person"), el dolor que me causa su muerte. 

En algunos de estos relatos aparecen personajes reales, como Lyndon Baines Johnson, 36 presidente de los EE.UU. tras JFK, con fama de personalidad arrolladora o David Letterman,  el showman televisivo. El de Lyndon me gustó mucho, allá por el zenozoico cuando lo leí. En el de Letterman, la reflexión sobre el ridículo: en este show, que va de dejar en ridículo a la gente, si eliges hacer el ridículo de ti mismo, te liberas de que ridiculicen los demás. La sinceridad está muy pasada de moda... hoy se ríen de aquellos que son sinceros. O lo que son "earnest", intensos, pasionales, que se toman las cosas muy en serio. Este es un tema que me fascina, cómo se ha movido el humor en mi (corta) vida, y supongo que por influencia del mundo anglosajón, todos debemos, aunque sea, parecer más "relajados".

Aparecen temas típicamente wallacianos como la metaficción (tema que a los blogueros nos encanta, mirarnos al ombligo, por algo este blog tiene una etiqueta "metadivagando"). La novela corta del final ("Westward the course of the empire takes its way") parece ser que es una respuesta a la novela metaficcional de John Barth "Lost in the Funhouse". Este relatolargo-novelacorta te atrapa con las descripciones de dos personajes que aspiran a escritores, ella un ser odioso "que exuda feromonas aparentemente atractivas solo para las bacterias" y con un gusto por el poliéster y el verde lima (qué pasa con los amantes del lima) y él, uno de esos tipos que lo que exuda es don-de-gentes, y salud (en aquella época en la que aún no existían los gimnasios que manufacturan anatomías que ya no se sabe quien era pálido y débil: hoy cualquiera puede parecer moreno y fuerte). De cómo acaban en una reunión de todos los ninios que han aparecido alguna vez en una anuncio de McDonalds en los últimos 30 anios parece que va el relato: en realidad de consumismo  ("producimos los que te hace querer necesitar consumir"), de separar postura y pose, de que te ensenien cómo pero no porqué escribir, de ninos que salieron del útero ya fastidiados, de entradas vacías por las que solo quieres salir, de que escribir ficción es contar mentiras, y que solo nos creemos lo que de alguna manera ya creemos. Todo esto con el marco de campos y campos de maíz en Illionis, con nubes inmensas que se acumulan en el horizonte amenazantes, "nubes con ambición arquitectónica casi trumpista" (aviso: 1989, y ya Trump-bueno, no olvidemos su omnipresencia en Bret Easton Ellis).

En "Here and there", las dos partes de una pareja hablan de su relación simultáneamente. Cuando finalmente su relación se transforma en sexual, a él le deja de interesar (no era esta la historia del coco que les contaban a nuestras madres?) Pero Wallace habla de este chico como alguien que quiere "querer/desear" en lugar de "tener". Que en este caso lo aplica a sexo, pero su abrimos el zoom, puede ser Itaca otra vez: al llegar al puerto, te decepcionará, mejor seguir andando, buscando, deseando, que llegar?

Y yo a veces me pregunto porqué me aburren los deportes, cocinar, o las manualidades. En algún momento llegué a la conclusión de que lo que me gusta es continuamente meter nuevas ideas en mi cabeza. Debates en la radio, libros donde subrayar, películas... qué me pasa? Y aquí me he dado cuenta de que no estoy sola: como uno de los personajes de la novelacorta del final, soy una "ideas person" (persona de ideas, vampira de conceptos). Y esto no tiene que ver con ser inteligente... ideas buenas o malas, que completan toda tu carácter y manera de ver la vida. 


"Ideas. He is an idea man. It has nothing to do with how intelligent he is, or isn't. Ideas, good and bad, but always bloodless, just kind of inform his whole character and outlook"


Hasta el próximo, David, me espera en la estantería "Oblivion". Nombre que siempre me ha gustado tanto por su significado como porque así se llamaba antes el bar de debajo de casa...

09 julio 2017

Orquestra Di-versiones: Porque yo tengo una banda de R&R, o-u-ó

Queridos: este momento tenía que llegar. Que si blog, que si guía de viajes, que si podcast, que si canal de youtube... por fin, hemos montado una banda, un grupo musical: La Orquestra Di-versiones. 

Di-versiones tiene todo lo que queríais para una noche de verbena, y nunca os atrevisteis a pedir: risas y todas esas canciones (versiones) que te sabes de memoria y que te ponen una sonrisa en la cara inmediatamente. Aquí tenéis una muestra:




Ahora, la historia de cómo fundé la banda (dejen de leer los que quieran mantener la magia): Resulta que los jekes cayeron por casualidad el anio pasado en una verbena de uno de esos pueblos de la Costa Brava donde tocaban los Di-versiones. Sin conocerlos, de caer por allí sin expectativas, imaginando la típica orquesta que venía a Vestustilla (cómo odiaba Paquito Chocolatero, y particularmente las rumbas-salsas-merengues), se acaban encontrando con mi -ahora nuestra-banda. Se lo pasaron tan bien, que este anio se han hecho groupies: justo este sábados estaban en otro pueblo de también la Costa Brava... y allí que se han presentado los jekes.

Oh! Qué gran envidia, pasar la noche bailando y gritando "La chica de ayer", "Sabor de amor", "Mierda de ciudad", "Cadillac solitario", y "Pisa el acelerador". Quiero ir!

05 julio 2017

Qué piensas cuando no piensas? (en un parpadeo)

Malcom Gladwell es el "aventurero intelectual" canadiense que seguimos ávidamente en su serie de podcasts "Revisionist history" (divague sobre ¿Donaciones a grandes o pequeñas instituciones? aquí) y del que hemos divagado antes a propósito de su libro "The tipping point", resumiéndolo, opinando, o incluso aplicándolo a las barbas de los hipsters. 

"Blink. The power of thinking when not thinking" ("Parpadeo. El poder de pensar cuando no pensamos") fue publicado en 2005 y habla de "esos momentos en los que sabemos algo, sin saber el porqué". Intuición, presentimiento, inconsciente? Arghhh!!! Todo eso que a los racionalistas cuadriculados que solo aceptamos las cosas cuando vienen de la mano de una vara de medir miramos con escepticismo. Consecuentemente, comienzo con cierta aprensión

Pero Gladwell no iba a decepcionar: todo está perfectamente razonado y cuantificado, incluso aquello que él llama "lo que está detrás de la puerta cerrada con llave" (inconsciente).   

El arte del thin-slicing (cortar fino en nanosegundos)

Comienza hablando del "thin-slicing" (cortar fino), la habilidad de nuestro inconsciente de encontrar patrones en situaciones y comportamientos, basándonos en trocitos finos de experiencia. Es automático, acelerado e inconsciente. Cada vez que conocemos a una nueva persona o intentamos entender una nueva situación hacemos este "cortar fino". Como consecuencia hacemos "snap judgements" (juicios rápidos): en el momento, muy rápido, y no afloran en nuestra consciencia. Están por debajo, detrás de lo que él llama "la puerta cerrada". Para explicar cómo los investigadores acceden a esta zona, nos explica el "priming"

Qué es el priming (primado)?

Este concepto psicológico, el "priming" (primado), consiste en exponer a un sujeto continuadamente a un estímulo, y constatar que esta exposición influye en la respuesta que da luego. Por ejemplo, un experimento de priming: estudiantes que leyeron palabras positivas y relajadas fueron mucho más amables al ir a pedir algo al que cuidaba el examen que los que habían leído palabras agresivas. 

Cómo son los test que estudian estas asociaciones?

Los Implicit Associaton Tests (IAT) (Tests de Asociación Implícita) se basan en que hacemos asociaciones mucho más rápido entre conceptos que están ya conectados en nuestra mente que con los que no. Con ellos la psicología empieza a entender las divergencias entre lo que hay en la mente asociado que solemos desconocer. Los IAT demuestran las divergencias entre este consciente e inconsciente muy claramente, y quien quiera hacerse un test puede ir aquí, a la página de la Universidad de Harvard. Hay de distintos conceptos: raza, género, etc. 

El IAT hay que contestarlo rápido, hacer las asociaciones en un segundo, sin pensar y por tanto está midiendo las asociaciones automáticas que tenemos, antes de que hayamos tenido siquiera tiempo de racionalizar lo que "deberíamos pensar".  Por eso, muchas veces, ver los resultados puede ser desconcertante, porque nuestros "valores" son otros. 


En el IAT de raza, el 80% de la gente tienen asociaciones positivas con la raza blanca. En nuestra sociedad, es claro que estamos primados para asociar a las personas negras con conceptos negativos y a los blancos (y altos! ver abajo) con valores positivos. Aunque nuestros valores "racionalizados" sean claramente "no soy racista", Gladwell demuestra en estos ejercicios tipo seleccionar caras de blancos y negros con valores positivos y negativo al lado, cómo a todos nos cuesta más unir negro con positivo, cómo estamos sesgados hacia el negro siendo malo, y el blanco, bueno. Esto les pasa también, atención, a los negros. Al final, viven en la misma sociedad.


Una de estas asociaciones curiosas es la de la altura (sobre todo en hombres). Implícitamente se asocia una persona alta con todo tipo de atributos positivos en nuestro inconsciente. Estudios demuestran que los ejecutivos de grandes empresas son mucho más de lo esperado, hombres altos. Se ha calculado que 2.54 cms vale $789 al anio en salario. 


Mi IAT ha detectado racismo, qué hago?

Cómo podemos luchar contra estas asociaciones que se tornan prejuicios que tenemos grabadas a fuego? Gladwell sugiere que podemos cambiarlas alterando el ambiente en el que estas han logrado crecer. Por ejemplo, la visión negativa sobre las personas negras se puede cambiar entrando en contacto con gente de otras minorías étnicas regularmente, familiarizándote con ellos. Pero, lo primero, aceptando el enorme poder que las primeras impresiones juegan en nuestra vida y tomándonos la cognición rápida seriamente. 

Primeras impresiones en la publicidad

Los publicistas les dicen a las companías cómo manipular nuestras primeras impresiones. Por ejemplo, si vendes la pera en almíbar en frasco de cristal en lugar de en late, la gente lo asocia con algo positivo, "como lo que embotaba mi abuela", o si el helado viene en un contenedor cilíndrico gusta más a la gente que en cuadrado, o si pones más amarillo en lugar de verde en la etiqueta del Seven Up, la gente dice que sabe más a limón, o si cubres la mantequilla en papel de aluminio, también gusta más. Pero si le preguntas a la gente si quiere la mantequilla en aluminio o no, te dirán que les da igual... saben cual les gusta más, pero no porqué. 

Cambios radicales: Al principio no sabes que te gustará

Cuando se introduce un cambio radical (por ejemplo, un nuevo diseño de silla muy diferente), al principio no gustará. Las cosas raras nos ponen nerviosos, nos cuesta un tiempo asimilar que realmente nos gustan. Las companias con más éxito son las que entienden que, en este caso, las primeras impresiones ("no me gusta") requieren interpretación y tiempo.

Las primeras impresiones de los expertos

Los expertos en cualquier materia tienen diferentes primeras impresiones. Cuando nos hacemos expertos en algo, nuestros gustos se hacen más complejos y esotéricos; los expertos pueden explicar sus reacciones en las primeras impresiones. Con experiencia nos hacemos expertos en usar nuestro comportamiento y nuestro entrenamiento para interpretar (y decodificar) lo que hay detrás de nuestro juicio rápido y nuestras primeras impresiones. Cuando estamos fuera de nuestra área de experiencia, nuestras primeras impresiones son superficiales y no basadas en una comprensión plena. 

Sonríe más

La parte final es la que más me ha gustado, porque trata de la aplicación más importante de esta "cognición rápida" que es cómo juzgamos las impresiones que otros nos causan. Continuamente estamos bombardeados de información sobre lo que los otros pueden estar pensando o sintiendo. Generalmente basamos esto en las expresiones faciales: "cortamos fino" las pistas que nos da una cara para "leer las mentes". La gente cree que estas expresiones faciales estaban determinadas culturalmente, pero Gladwell cita experimentos que dieron lugar a estudios en los que se demuestra lo contrario. Los investigadores identificaron cada movimiento muscular que puede darse en la cara (eran 43), luego hicieron combinatoria con todos ellos y les salieron miles, y muchas de estas combinaciones no significaban nada, pero unas 3000 sí. Así que codificaron y crearon un sistema, el FACS (Facial Action Coding System), que hoy usan en las películas de animación, para dar "alma" a los muñecos. Tras siete años de estudio, llegaron a la conclusión de que no solo la cara es una gran fuente de información sobre las emociones, sino que la sola expresión de una emoción es suficiente para crear cambios muy marcados en el sistema nervioso autónomo. Los investigadores, que pasaron semanas poniendo caras de los distintos códigos notaron que, tras mover los músculo del enfado, por ejemplo, se acababan sintiendo enfadados, y así todo. O sea, hasta aquí asumíamos que sentíamos una emoción y luego poníamos la cara; pero esta investigación demostró que el proceso funciona en el sentido inverso también: la emoción puede empezar en la cara. Podéis probar a sonreír... qué os pasa? Esto no quiere decir que no tengamos control sobre la cara, claro que podemos forzar no mostrar una emoción, pero a menudo, algo se escapa.

Las personas con autismo no saben "leer mentes"

Evidentemente, hay un grupo de personas que tienen un problema en esto de "leer la mente": los que sufren autismo. Su sistema de "primeras impresiones" no funciona, se podría decir, y entonces, interpretar pistas no verbales como expresiones faciales o gestos, meterse en la cabeza de alguien para saber lo que sienten/piensan, o entender algo que no sea literal les resulta imposible. No les interesan las caras (que son para ellos como un objeto más) porque no pueden leer en ellas, luego usan el sistema de reconocimiento de objetos tanto para las caras como para los enchufes, por ejemplo.

Estrés, falta de tiempo... nos hacen autistas por unos segundos?

Gladwell plantea si hay algunas situaciones en las que uno puede ser "autista temporalmente", por ejemplo en alto estrés. Pone ejemplos de policías que han disparado porque no han leído la cara de terror de una persona que pensaban que tenía un arma en el bolsillo (pero era una cartera). Cuando estamos en una gran excitación, se sabe que el estrés mejora el rendimiento cuando el corazón está entre 115-145 pulsaciones por minuto. Más allá de eso, nos bloqueamos. Tal vez esto nos transforme en "temporalmente autistas" y por ello muchos departamentos de policía han prohibido las persecuciones de coches a alta velocidad: porque las decisiones de los policías tienen un grado altísimo de error, por estar en este alto grado de excitación. Lo mismo pasa cuando nos falta el tiempo: cuando hacemos decisiones en poquísimo tiempo, somos vulnerables de dejarnos guiar por nuestros prejuicios (aquellos que hablábamos al principio, que estaban en el inconsciente) y fallar. 

Si podemos controlar el medio ambiente en el que ocurren estas cogniciones rápidas, entonces podemos controlar la cognición rápida. Necesitamos tiempo, el nivel adecuado de estrés y, como decíamos al principio, exponernos a situaciones nuevas y diferentes para cambiar nuestro prejuicios sobre grupos humanos, o cualquier cosas.



Conclusión
El mensaje principal que yo me llevo de libro es la importancia de que todos sepamos que hay algo por ahí, entre bambalinas, que afecta nuestras decisiones y actitudes. Ese "algo" del que a menudo nos avergonzaríamos en una cena con amigos. En una sociedad tan mediatizada, no somos tal vez los responsables de asociar "negro" con "delincuente" , o "mujer" con "trabajo de la casa" en una décima de segundo, pero sí de no hacer nada por cambiar esta asociación. Este es el primer paso para una sociedad mejor. 

Pero luego, es que además hay mil ejemplos que no he contado sobre cómo nos afecta la publicidad, y la manipulación que sufrimos como consumidores (mi motto "ante la duda, no compres", podría ser un paso en la dirección adecuada). Siempre me hace gracia la gente que cree que no le afecta la publicidad. Incluso tengo algún amigo médico que cree que las farmaceúticas les pagan un congreso en un lugar paradisiaco a cambio de nada. Me quedo con esta frase, que no sé quien la dijo, pero que está desde entonces siempre conmigo: "cuando algo es gratis, tú eres el producto".