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30 mayo 2012

Wednesday I'm in love

Iba a empezar diciendo que no iba a ser tan aburrida y previsible como para divagar esta canción en viernes, pero el caso es que hace un par de anios, en abril del 2010, la colgué un viernes. Entonces ya dije que esta canción de The Cure era una de mis favoritas, pero entonces no pude subir el vídeo. De ahí la reincidencia: ahora sí.

Y no, entonces no era aburrida ni previsible (ehem), pero al ser hoy miércoles, queda claro que este vídeo está aquí porque me gusta, no porque sea su santo. Me encanta Robert Smith, con esos pelos, su camiseta como si pasara por allí, la "camisa de fuerza" que se monta con una americana que reinfuerza su imagen de enloquecido, su manera de elevar las manos con el "I'm in love", su forma de bailar...  vamos, me podría perfectamente ver a su lado danzando con él (el que le quitara  el micro sería una cuestión de minutos). Perfectos los distintos decorados, las situaciones surrealiastas y los personajes histéricos que, si una cosa me queda clara, es que se lo están pasando como nunca. Así es como se baila cuando estás en ese momento mágico de una buena fiesta.

Tuesday, Wednesday break my heart

28 mayo 2012

Miedo y Asquito en el Consulado

El sábado tuve que pasar brevemente por el consulado espaniol en Londinium, a recoger un pasaporte. Una vez ya conté, disfrazándolo de una de espías, el surrealismo que supone pasar siquiera cerca del edificio, y la preparación mental a la que me he de someter unos días antes para no tener pesadillas las noches posteriores. Pero esta vez iba a ser breve, no iba a tener que recurrir a sustancias sicodélicas como en la peli de Terry Gilliam para sobrellevarlo.

El consulado está en pleno Chelsea, donde se celebraba este finde el famoso Chelsea Flower Show (hordas de ingleses de la middle class con sombreros y sandalias hacia el evento) y donde está Peter Jones, algo así como El Corte Inglés, pero que yo sepa no del Opus. Es una sucursal de John Lewis y también el colmo del middleclasismo inglés: para mi verguenza, soy asidua. Pero hey, todos tenemos derecho a nuestras incoherencias, por si alguien aún creía que me visto en mercados de segunda mano (con las enfermedades que hay, Senior, igual me salía un tumor-flauta de la mano).

Total que el día estaba fastuoso (qué finde glorioso estamos teniendo en Londinium, qué dos tardes de parque y lectura y bici con Mini hemos pasado) y eso hacía la fila que el guardil de turno te obliga a hacer en la calle fuera casi memorable. Solo hay que mirar hacia arriba y disfrutar de la arquitectura: me hace sentir como en "Howards End". Maravilloso (en contraste con la lluvia del día que fuimos a hacer la primera parte del trámite). He dicho que ha hecho un finde perfecto? Porque aquí, además, corre vientecito, y hace una luz preciosa... en fin, vale, lo dejo: no sea que se piense que he sido abducida y me usurpa una inglesa, dale con el tiempo.  

Tras las espera la guardil nos hace pasar. El Peda se había puesto una camiseta vieja no, lo siguiente, de "Intsumisioa" traducida en varios idiomas dedicada especialmente a la de verde aceituna, pero es sabiamente ignorado. Tenemos que esperar en la ventanilla del piso de arriba y aquí soy testigo de una conversación de lo más desagradable entre funcionario de turno, un tipo bajo, medio calvo, con camisa arrugada, y una mujer colombiana.

A ver, dónde te han dado esto? Este pasaporte es falso! Pero dónde estás inscrita? Mira, te voy a decir lo que necesitas... Tienes la foto? Puej lo primero la foto! Pero si no rellena bien el papel, qué voy a hacerle yo?

Todo esto con una entonación chulesca y una actitud de desdén que me trae terribles flashbacks de algunas interacciones que presencié en Latinoamérica, cuando viajábamos de mochileros, entre algunos turistas espanioles y los habitantes de todo ese continente, desde México hasta Argentina. Esta actitud del "nuevo rico" espaniol  pensaba que debería ir, ante la aplastante realidad, desapareciendo. Es así?  

Para algunos empleados del consulado en Londinium claramente no. Tal vez aquí, en su oficina de Chelsea, no se enteran de la que está cayendo. Desde luego, tampoco se enteran de que viven en el Reino Unido, donde a nadie le interesa lo que el de la ventanilla piense: no te darán el día con actitudes caciquiles como esta.  

Ultimamente le vengo dando vueltas al "carácter espaniol", y para intentar aclararme necesito leer y escribir, y luego, ayuda: aviso para divagantes. 

25 mayo 2012

Si vas a leer un solo libro este año:"The sense of an ending", de Julian Barnes


Normalmente doy una oportunidad, en esto de las recomendaciones de libros. No leo actualidad a menos que alguien me venda su pasión, o que tenga alguna otra razón inconfesable. Si el libro es una decepción total (y tengo ya algunos en mi historial), el recomendador pasa a la categoría “ni te acerques”. Tal vez no nos damos cuenta de cuánto dice un libro de nosotros, por ejemplo aquí en el blog donde los divagamos o analizamos o criticamosa tumba abierta. De la información que, sin querer tal vez, estamos dando de nosotros. Pero divago: “The sense of an ending” me lo recomendó un compa de trabajo, y decidí darle La Oportunidad. Y le daré más.


No había leído nada de Julian Barnes y su foto en la contraportada es enigmática. Muchas veces durante la lectura miro la foto del autor. Nosotros, los lectores, somos un enigma para ellos, los autores, y sin embargo ellos se nos abren en canal con cada línea que escriben. Un poco como en el blog, que poco sabemos de los que nos leen, si es que nos lee alguien. En “The sense of an ending” (“Sensación de final”, es mi traducción, no sé cual la del traduttore tradittore), Barnes habla de las mujeres enigmáticas versus las que son un libro abierto: qué bonita metáfora, ser un libro abierto. Claro que un enigma es solo un misterio que queremos resolver.

El libro me ha encantado. Alguna vez he explicado que se puede casi “pesar mi pasión” por un libro según los niveles de rojo que inundan sus páginas… bueno, pues este está hecho la masacre de Texas. Nos cuenta la historia (y no desvelaré trama, solo temas) de Tony Webster, un hombre que, ya en su edad madura, mira atrás. Así que, sorpresa sorpresa, uno de los temas va a ser la memoria, su fragilidad, la mentira que supone.

“A few incidents that have grown into anecdotes, to some approximate memories which time has deformed into certainty. If I can’t be sure of the actual events any more, I can at least be true to the impression those facts left”.

No importan los hechos: incluso los obsesivos blogueros y las niñas de antaño que hacían el diario, los que de alguna manera han intentado capturar lo que creían era la realidad de aquellos años, habrán fallado: porque no solo es el tiempo, implacable, sino también que igual estábamos mirando al lugar equivocado.

La vida del niño y joven Tony en Inglaterra en los 60 tiene bastante en común con la mía, pese a ser de otra generación-tal será la culpa de Vetusta. En aquella época hasta en UK las familias monoparentales aún eran “hogares rotos”, y se “salía con” el chico o la chica que te gustaba en un proceso que comenzaba con las miradas-sonrisitas-ciertopique-manita-y entonces, solo entonces “after a goodnight kiss of variable heat, you were somehow, officially, going out with her”. Tony compara este estado de cosas con la “audición sexual” a la que actualmente un hijo de amigos estaba sometiendo a un grupo de chicas, para decidir “con quien salía”. Realmente, vivíamos en la inopia en Vetusta, claro que... con audiciones a mí.

Su juventud fue pretenciosa (para qué sirve la juventud si no?). Esos años donde se lee como quien se pone galones en la guerrera, y el pobre Tony venga a compararse con Verónica, tan culta, su primera novia: “Her books seemed to be an organic continuation of her mind and personality, whereas mine struck me as functionally separate, straining to describe a character I hoped to grow into”.

Recuerdo a mi padre repitiendo, mil veces, en la mesa de la cena: “Ya tendrás tiempo, que ahora te parece que no, pero hay tiempo para todo en la vida”. Y yo con prisas, venga, que quiero hacerlo todo, verlo todo, conocerlo todo, siempre sintiendo el carpe diem como una espada de Damocles. Una sensación compartida, un "mal" de juventud:

“In those days, we imagined ourselves as being kept in some kind of holding pen, waiting to be released into our lives (…) How were we to know that our lives had in any case begun, that some advantage had already been gained, some damage already inflicted? Also, that our release would only be into a larger holding pen, whose boundaries would be at first undiscernible”.

O sea, por una parte el determinismo social (y eso en esa época, en la que muchos vía educación lograron moverse un poco en la foto de la clase social, eso que-je-no existe), y por otra el pesimismo de pintar la vida adulta como un “parque” de esos que metían a los niños, pero más grande. Una cárcel. “Because just as all political and historical change sooner or later disappoints, so does adulthood”. Y es que el libro es puro existencialismo, no por casualidad el suicidio es uno de sus grandes temas. Tras Camus (“la única verdadera pregunta filosófica es el suicidio”), queda la duda: hace falta estar loco para suicidarse, o es posible que una persona feliz, con todo en la vida, se plantee que no tiene sentido?

“The law, and society, and religion all said it was impossible to be sane, healthy, and kill yourself. Perhaps those authorities feared that suicide’s reasoning might impugn the nature and value of life as organised by the state which paid the coroner?”

La mediocridad. Cómo miraremos nuestra vida para atrás, cuando tengamos cerca a la muerte? El tiempo nos pone los pies en el suelo, dice Barnes, y luego nos confunde. Time finds you. Qué terror darse cuenta que, cuando nos creíamos maduros (por ejemplo, ahora, a los 40, no arriesgando en nada), en realidad lo que hacíamos era aferrarnos a una seguridad que nos hacía muy poco libres. Pero como él dice “cuanto más aprendes, menos temes”. Desde luego el mejor ejemplo de esto para mí es nuestra actitud sobre lo que piensen los demás. "Cuando más viejo, más libre; y cuanto más libre, más radical",que decía Saramago. Cada día me importa menos, y sueño con convertirme en una ancianita excéntrica que pase de todo y a la que todos dejen en paz. Qué terror comprender, demasiado tarde que no has vivido, que simplemente te has contentado “I should have settled less easily for a passive peaceableness which he first called happiness and later contentment”. Vive, arriesga, cáete, levántate, parece que nos va diciendo Barnes en cada página, no seas Tony Webster:

“What did I know of life, I who had lived so carefully? Who had neither won nor lost, but just let life happen to him? Who had the usual ambitions and settled all too quickly for them not being realised? Who avoided being hurt and called it a capacity for survival? Who paid his bills, stayed on good terms with everyone, for whom ecstasy and despair soon became just words once read in novels?”

La visión de Barnes de las relaciones es igualmente cáustica, pero no es el adjetivo. Cáustico era Houllebecq. Barnes dice cosas como que “el matrimonio es como una larga y aburrida comida en la que el postre se sirve lo primero”. Ah, el noviazgo, ya decía aquel que si el noviazgo era la parte más feliz de la vida, por qué se casa la gente? Y luego la muerte, que a medida que los que estaban a tu alrededor van desapareciendo, hay menos corroboración y por lo tanto menos certeza de quien has sido, ya no puedes mirarte en ellos: esto asusta, y yo nunca me lo había planteado. Y lo que sí: que por muchos hijos, por mucha popularidad, por mucho loquesea, la muerte se encara siempre solo o sola. Esto únicamente lo sabes de verdad cuando crees que la has tenido muy cerca. Yo lo sé.

La nostalgia de la infancia de su hija: me ha dado vértigo. De esto ya he escrito otras veces, pensar que estos años de la mía son un regalo, que pasarán rápido, que tengo que disfrutarlos cada minuto, porque eso además la hará mejor persona. Pero, cual es la razón evolutiva de la nostalgia? No se entiende, igual que el hecho de que seamos más vulnerables emocionalmente en la juventud, cuando también causamos más daño, más dolor: para y recuerda a ese novio, a esa amiga, a los que dijiste burradas. Vamos creciendo, envejeciendo, y ahora que hemos aprendido cómo sobrellevar el dolor algo mejor, ahora somos más cuidadosos e intentamos no herir a la gente. Para qué: que cada uno siga su camino. Vive y deja vivir, esas cosas. Claro que esto no se aplica universalmente: hay gente que no aprende. Y son los que o sienten remordimiento, ese sentimiento extraño, que no es vergüenza ni culpa, el remordimiento es ese sentimiento sobre el que no puedes hacer nada.

Cuando somos jóvenes, nos inventamos distintos posibles futuros para nosotros, y cuando somos viejos, distintos posibles pasados para otros. Cuando somos viejos, nos andamos con cuidado con las recomendaciones literarias (y tal vez de todo tipo), porque tenemos varios muertos en el armario, y también porque tenemos menos horas. Y no hay tiempo que perder. Esa sensación mía de la adolescencia, aquella a la que mi padre intentaba poner frenos, sigue más o menos intacta. Y de lo que me arrepiento es de loq ueno he hecho. Y luego una aprende que en la vida adulta se pone esos frenos una misma, con esas cosas que nos atan, y que ahora, con el mundo convulso y enloquecido en el que estamos viviendo, pareceríá imperdonable desprenderse de. Pero no hace falta rasgarse las vestiduras y seguirle: hay muchas cosas que se pueden y se deben hacer para no llegar a la edad de Tony Webster y tener la peor sensación del final: que no se ha vivido.

23 mayo 2012

Si por Dios y por España



Anita se secó las manos con prisa y miró por la ventana: había parado de llover. Repasó el rímel del  párpado inferior frente al espejito redondo, y se revolvió el pelo detrás de la nuca, donde había llevado tres rulos desde la hora de comer. El reloj de la torre de la iglesia dio las cinco: iba tarde. Se precipitó por las escaleras, se metió en sus zapatos topolino, y con la rebeca sobre los hombros miró por la puerta que comunicaba el recibidor de su casa con la tienda, donde la chica que atendía estaba ordenando las butifarras negras, blancas y el Bull. Hasta luego, Pepi!, y el sol de la calle la hizo sonreír. Su primer paso sobre la  cuesta empedrada dijo más de ella que todo este párrafo: Anita pisaba fuerte.

Anita, ¡que te  vas a matar!-le dijo la dueña de Casa Biayna, mientras la veía correr, a pasitos muy cortos bajando la calle principal de ese pueblo del Pirineo catalán, casi Francia, que llenó mis veranos. No se preocupe, Señora Biayna, tengo mucha práctica. La vecina se quedó atrapada en el vuelo de su falda, tan estrecha en la  cintura, digna de hacer sombra a la misma Betty Boop, pero enseguida giró la cabeza en dirección opuesta. Un gato cruzaba la calleja -imposible cuando los hielos, por algo la placa decía "Calle de la Amargura"-, que terminaba en la plaza del pueblo, donde el reloj acababa de dar el cuarto.


Anita caminó sin mirar atrás hasta la esquina del Camí de Talló, donde se encontraba con su novio. Llevaban poco tiempo festejando, pero a Anita le encantaba ir con él a tomar leche merengada a la terraza del Cinema Avinguda, porque Blas era un chico muy bien plantado. Además, sus ojos eran tan negros que casi daban miedo, y esa sensación de vértigo, de estar jugándosela con algo misterioso y lleno de peligro, como en las películas, le daba alas. Se saludaron y fueron, como cada día de las últimas semanas, a dar un paseo.

Al padre de Anita no le había gustado Blas el día que vino a tomar café. Lo conocía desde chico, porque su familia regentaba  la carpintería, pero era uno de esos jóvenes que ahora abundan, hija, muy metido en política, lo veo muy confundido. Pero papá-Anita se sentaba en el brazo de la butaca mientras él leía el periódico-, yo creo que exageras, conmigo no habla de política, se le pasará. Aquella tarde caminaron hasta la Font del Cuc. El olor de la hierba mojada de los prados y los colores de la Cerdanya corroboraban la imposibilidad de lo que Anita se empeñaba en no saber, lo que la radio no paraba de anunciar, lo que su padre y los otros señores no dejaban de comentar en el casino. Siguieron el camino entre los árboles, paralelos al Segre, con uno de los mejores sonidos que la naturaleza ha inventado: los ríos de montaña. Anita era feliz, y el mundo simplemente no estaba a punto de colapsarse a su alrededor.

Al llegar a la fuente, Blas tuvo que pararle los  pies: tanta felicidad era irresponsable, Anita, España está en una situación insostenible. Pero las cosas iban a cambiar, desde luego, él y los que pensaban como él no iban a dejar que nuestro país fuera el hazmerreír del mundo. Sin embargo, su padre y otros como él olvidaban la vieja gloria de esta tierra, ya está bien de tanto río y tanto pajarito, Anita. Y ella, que había estado mirando un diente de león como distraída, empezó a escuchar todo como en sordina, y de repente la voz de su padre, en su sillón orejero, rodeado de periódicos y libros que ella no se había molestado en leer decía "ese chico no me gusta... ten cuidado". Cuando terminó su discurso, y solo se pudo oír el río, tan vital, Anita se dio cuenta que no podía repetir prácticamente nada de lo que Blas había dicho, aparte de la última frase, que coronaba el extraordinario compromiso con sus ideas: "Y si me dicen que por Dios y por España tengo que matar a mi mujer y a mis hijos, por Dios y por España los mataré".

Anita entendió, de pronto, pero no dijo nada. Volvieron caminando con el Segre de fondo y sorteando las empalizadas de los prados. Blas no notó lo que ella acababa de decidir, que no había futuro para ellos, hasta que llegaron a la plaza del pueblo, rodeados de todas esas piedras que habían visto pasear a Bécquer.  "No seré yo ni mis hijos los que estén rezando porque nunca se te pida un sacrificio por Dios y por España. Adiós".

Pasaron los años y España, ese concepto con el que a Blas y a los suyos se les llenaba la boca, fue partida en dos trozos. Quedaban solo unos meses para que la península se tiñera de azul, con su camisita y su canesú: malas noticias para esa parte del Pirineo que había sido, durante la guerra, de otro color. Aquella noche, las tropas estaban de retirada, y los hombres cruzando por las montañas hacia la Francia. Uno de esos hombres era un abogado joven, que había ganado la oposición a secretario del ayuntamiento del pueblo del Pirineo, y otro el padre de la Yaya.

La Yaya, que cumplía  16 años el 18 de Julio de 1936, tenía entonces casi tres más y vivía con sus padres en la calle de la cuesta, enfrente de la casa de Anita. Habían venido de Barcelona hacía unos pocos años porque a su madre, cardiópata, el médico le había recomendado, como hacían siempre en la época "el aire fresco de la montaña". Igual que a Bécquer, que se refugió en el mismo rincón para tratar su tuberculosis, o a Hans Castorp, mucho más lejos. Enmedio del silencio que sí había tomado ya el pueblo, Anita cruzó la calle, esta vez sin sus topolinos, para insistir a la Yaya y a su madre que pasaran a su casa, donde se habían reunido varias mujeres, todas sin sus maridos que en ese momento cruzaban a pie los Pirineos, con una nevada tremenda.

Allí cosían, entre susurros, alguna amamantaba a un niño. El de Anita ya no tomaba pecho, tenía más de dos años, y era igual que el abogado que caminaba hacia Francia. De repente, un ruido enorme. Anita y la Yaya subieron a la primera planta y, sin luces, miraron por la ventana. Todo estaba tranquilo: solo se oía algún animal en la vaquería de atrás. La Yaya recordó a Anita lo peligrosas que eran las ventanas, y esta se puso un dedo entre los labios, mirando al techo. Unos pasos en la nieve, plas plas plas plas. Eran pasos de botas militares, botas de los que entraban a tomar el pueblo, botas que, tras subir la cuesta, se pararon frente a la puerta. Todas contuvieron la respiración. Más pasos, y por fin, tres fuertes aldabonazos.

-¡Abran la puerta!

Bajaron, y Anita la abrió con tanto ímpetu como golpeaba  los adoquines de las calles con sus tacones. Se encontró a un hombre alto, bien plantado, con la gorra calada y una capa que le cubría como si fuera un ánima salida de un cuento de Bécquer. Anita no dudó:

-¡Por Dios y por España, descúbrete, porque sé quien eres!

Cayó la capa y tal vez sus ojos oscuros ya no eran los mismos de hace años:

-¿Estás casada?

-Sí, lo estoy, ¿quieres ver a mi hijo?

-No-carraspeó, y mirando a los lados añadió-Estos hombres están hambrientos: que coman y beban hasta que se cansen, ¿entendido?

-Como sabes-Anita se giró hacia la puerta que comunicaba su casa con la tienda-aquí podréis comer hasta hartaros.

La nieve seguía cayendo fuera, con rabia, cubriendo poco a poco las pisadas de la tropa, y las de los hombres del pueblo que, en esos momentos, cruzaban por las montañas la frontera de Francia. 


PS: La foto es del Joven Artista Local, al que le gustan las Historias de la Yaya casi tanto como a mí. 

22 mayo 2012

Dues vegades bo...

Resulta que hace unos años, cuando la euforia y el despendole,  gente como yo nos quedábamos como tontos viéndolas pasar. Me explico. 

Venía Fulano que había comprado un solar por 50 mil euros y lo vendía al cabo de un mes por 100 mil euros y yo allí pensando que vivía en la higuera con mi curro, que malgastaba mi tiempo y que tendría que estar comprando y vendiendo solares. Vamos que no se podía ser más tonta.

Otras veces veía al último de la clase, un tío que no sabía hacer la "o" con un canuto, estrenando un BMW, un Touareg. El menda, te decía que era empresario, que trabajaban para el 4 albañiles y se sacaba 6000 euros al mes. Claaro! Eso era!! Yo me tenía que haber dedicado al ladrillo y no al mundo animal, me decía mirando mi coche coreano. Y otra vez se me quedaba cara de tonta.

También estaban los que se iban de viaje al Caribe o de rebajas a Nueva York. A estos con la compra del piso les daban una hipoteca del 120% y podían comprar muebles e irse de vacaciones. Entonces revisaba mi hipoteca del 80%, en la que además habíamos tenido que dar una paga y señal y otra vez me venía la sensación de que algo se me escapaba. De nuevo cara de tonta.

También vi algunos que montaban fundaciones, se compraban barcos o invertían en arte. Otros pensaban hacer en el Pirineo una especie de Marbella o llevar a Marbella el Pirineo, un complejo para deportistas de élite, otros balnearios, urbanizaciones de lujo o pistas de esquí. Entonces mi mandíbula se desencajaba e intentaba disimular mi cara de tonta.

No me puedo olvidar de los políticos, alcaldes, ministros y demás fauna que, una vez dejaban su puesto en la administración, eran contratados por una porrada de millones no por lo que sabían, sino por sus contactos, por los resortes que podían tocar. Por tener amigotes. ¿A quién le importaba que no supieran gestionar? Y eran empresas públicas y bancos las que los contrataban por tales las cantidades que te hacían sentir de nuevo como una tonta.

Pero eso no es todo. De entre los anteriores, los había que cobraban legalmente su salario (si un salario con tantos ceros puede llamarse legal), pero otros muchos además metieron la mano en saco ajeno. A algunos incluso los han pillado y los están juzgando. Lo malo es que no devolverán ni un céntimo. Con suerte les caerán 5 años de cárcel, de esos no cumplirán ninguno y podrán disfrutar de lo que tienen en las Caimán o en donde sea. Y a todos se nos quedarán de nuevo cara de tontos.

Pues bien, yo que entonces me sentía muy tonta y que no participé de ninguna de esas orgías del despendole;  yo, que si tenía 10 procuraba no gastar más de 8 porque "siempre hay que guardar una pera para la sed"; yo, que me iba de vacaciones al pueblo de mi padre a arreglar la casa vieja, que iba de rebajas a las tiendas de mi pueblo y que en definitiva he sido "BUENA"; no estoy de acuerdo en volver a serlo y pagar ahora una fiesta de la que no he participado. No señor. "Que cague la espina el que comió la sardina".

Aunque mucho me temo que se me volverá a quedar cara de tonta.




18 mayo 2012

Thank God it´s Friday

Se ha ido una de las más divas entre las divas, capaz de incendiar las discotecas con su música. Imposible resistirse a temas como Hot Stuff que todos recordaréis como parte de la BSO de Full Monty, She works hard for the money, o No more tears  (enough is enough) que interpretó junto con Barbara Streisand por poner unas cuantas

Os dejo con su último baile. Una de mis favoritas: "Cause when I´m bad I´m so so bad"


17 mayo 2012

Deberes II: El aprovechamiento

Pollito sabe que si le va bien el curso, se pegará un verano de escándalo. No sé si es muy pedagógico, pero está claro que sí es necesario para todos un poco de paz. Así que ese es el trato. Yo odiaba los deberes de verano y jamás los hice. Fui libre. Así que intento que los polluelos aprovechen el curso y pasen un verano de pistón.


Pollito está en quinto de primaria. La verdad es que hay diferencia con respecto a otros años en cuanto a los deberes. Este año estudian cosas "de mayores" que hay que ver la culturilla general que me están dando, sobre todo en materias que tenía totalmente olvidadas.

Pollito tiene en su contra que (por ahora) no le gusta leer. El verbo leer no soporta el imperativo (Daniel Pennac dixit). Así que por más que lo intento él prefiere jugar a tenis o ir en bici. Por otro lado está aprendiendo a estudiar, a separar lo importante de la paja, a hacer esquemas y algún truquillo para acordarse de cosas (juegos de palabras, dibujos...). Todo ello implica una dedicación por mi parte en la ardua tarea de enseñar a estudiar. Que sí, que sí, que los hay que hacen los deberes ellos solos y apuntan toooodo en la agenda y no se olvidan de nada, dejan margen y se comen siempre el bocadillo y además son guapos.

Pues bien, Pollito es.... guapísimo y digamos que... está en proceso de autonomía absoluta en cuanto a tarea escolar se refiere. Cada uno lleva su ritmo.

Todo esto viene a cuento de que hoy teníamos control de Cono... cimiento del Medio Natural, con temas tan apasionantes como los cambios de estado de la materia o las reacciones químicas. Preguntad, preguntad.... que vais a flipar lo puesta que estoy. Así que ayer, cuando llegué a casa, Pollito me esperaba haciendo un esquema. Hay que decir que sus esquemas son un tanto extensos, pero no me importa pues aprende ortografía y creo que algo se le quedará. 

Llegó un momento en que Pollito, cansado de copiar recurrió a mi:

- Mamá, quiero que estudies conmigo....

- De acuerdo, pero acaba el esquema.

- Es que es muy largo, estoy harto de escribir.

- Pues resume, léelo y pones sólo lo importante.

- Es que no quiero leerlo, yo quiero que tu estudies conmigo, no quiero hacerlo yo solo!!

- Pero... ¿te has leído el tema?

- ¿¿¿¿Para qué tengo que leerlo????  yo quiero ESTUDIARLO CON-TI- GO, no me sirve de nada leerlo. 

(Aquí hubo un discurso por mi parte sobe la importancia de leerlo todo y subrayar lo importante y observar las palabras en negrita pues son síntoma claro de que lo que las circunda puede ser relevante y leer antes los recuadros resumen etc)

- ¿Ves mamá?, Ya lo he subrayadoooooo.... sigh....

- Sí, pero lo has subrayado todo y no todo es importante.

- Es que yo no sé lo que es importanteeeeeee....!!!

- Pues léelo antes y así lo sabrás.

- Jooooooo..... ¡¡¡No me entiendes!!! YO QUIERO QUE LO ESTUDIES CONMIGO Y TU SÓLO QUIERES QUE LO LEA.  

¡¡¡¡HAY QUE VER COMO TE APROVECHAS DE MI!!!!!! *

Llegados a este punto en el que no sabes si reír o llorar, me salvó la paciencia que durante estos años voy cultivando y se se me escapó una risotada. 

Acabamos a las 11:00 de la noche leyendo y después estudiando. **



* Cabe destacar que en el escrito no se aprecian los matices de la voz y el comportamiento no verbal, las caras de fastidio, de asco, los suspiros, los ojos entornados mirando al cielo, las subidas de tono etc sin las que esta entrada pierde parte de su gracia.

** La verdad es que intento que a las 10 estén en la cama pero los tira y afloja duran a veces más de lo que una desearía.

16 mayo 2012

Banksy strikes back!

Esta maniana, una pared cercana a una tienda de "todo-a-cien" aquí en Londinium ha amanecido con una pintada de Banksy. La cadena de las gangas tuvo su escandalillo hace un tiempo sobre las horas de trabajo que tenían que meter allí ninios indios para que nosotros pudiéramos comprar todo-a-cien, o a una pound.

Solo anotar que Londinium está a rebosar de vomitivas "Union Jacks" porque en unas semanas se "celebra" no se qué jubileo de la reina: banderitas en manteles, tazas, guirnaldas, hasta en la sopa.


Genial, como siempre Banksy. God save the queen/she ain't no human being.

14 mayo 2012

Orwell, los maquis, la actual represión policial

Este video lo he encontrado en el Blog de Manolo Delgado. Te reto a que lo veas sin sufrir palpitaciones.

A los que recuerdan la historia, les reto a que vean sin tener que parpadear varias veces por aquello de las lágrimas. Precisamente estoy leyendo un libro donde se describe la represión de los maquis por la Guardia Civil a finales de los años 40, y estoy teniendo que parpadear muchas veces.

Más de lo mismo. La metáfora orwelliana de los perros del poder es más actual que nunca.

12 mayo 2012

Para ti que no te gustan los cumpleaños

Hoy mi compa-de-piso cumple anios y... shhhhh, no quiere que nadie se entere. Odia coger el teléfono, odia el drama, odia divagues multitudinarios, odia las fiestas sorpresa, odia que le hagan montajes fotográficos, odia odia odia odia a Peter Pan.

Se espera lo peor de mí, pero como no tengo tiempo, este anio no le puedo montar una emboscada como el pasado. Tampoco un regalo-venganza, tras la gabardina roja (de esto aún no he hablado, lo estoy procesando) mil tallas grandes que me regaló para el mío (como dijo mi amiga en el trabajo: "it's the wrong size, the wrong colour, the wrong concept... at least he got the gender right"). Así que daremos la vuelta de la tuerca y seré simplemente nice.

Aquí va la canción que te gusta. Y no veas lo que me ha costado encontrar una versión en la que no hayan montado puestas de sol, pajaritos y amapolas con temblorosas gotas de rocío.

Felicidades gordo. Tus compas-de-piso te quieren.

10 mayo 2012

Santiago Gascón presenta "Una familia normal" en Vetusta: Quiero ir.

Mañana por la tarde, en el vetústico Paraninfo, presenta su último libro El Méntor (mi mentor literario) aka Santiago Gascón. La novela se titula "Una familia normal", desoyendo mis consejos: la frase de la tapa debería haber sido "Una familia disfunciormal". Deformación profesional dedicada el autor, que le da a eso de la pepsicología en sus horas diurnas de impostor. De noche, escribe.

 Queda como de comienzo de película, voz en off ("nada fue igual a partir del aquel verano"), pero es que a Santi y a moi nos unió, si no la literatura -tal vez esto sería pretencioso, en mi caso-, sí la escritura. Corría finales del SXX ("y yo estaba muy lejos de París") y un periódico que ya no existe organizó un concurso de relatos en el que ambos fuimos de alguna manera laureados. Tengo varias imágenes: en la primera estoy yo, en una de esas prácticas de la carrera en las que había que esperar a que pasara algo para "practicar", escribiendo a mano sobre falsilla en una mesa grande y una reproducción curtre de "Los fusilamientos del 3 de Mayo" delante. En otra está Santi en la sala del palacio donde nos entregaron el premio con un Jorgito de unos dos años entre las piernas y Ara, que justo esperaba a ñaki, todos sonriendo. Por el fondo estaba Labordeta, que había sido parte del jurado, y no recuerdo mucho más.

 Tampoco sé cómo Santi y yo seguimos en contacto a partir de aquello: sería por teléfono (fijo), en la prehistoria no había emails. A lo largo de los años, hemos leído todo lo que ha publicado antes que el editor, e incluso tenemos el honor de alguna dedicatoria. Le he metido en alguna emboscada (aquella famosa noche de autor en la casa rural de Navarra) y él me ha intentado meter a mí, pero hasta ahora mi juego de cintura ha sido más efectivo. Me ha presentado alguna de la flor y nata de la cultura vetústica y una noche anduvimos por todos los bares de la muy leal tras la estela de Javier Bardem, que nos dio esquinazo. Hemos tocado el cielo con su "legendaria paella" (en imagen), y nos hemos aliado siempre con los Monsters, para su desesperación. Su visita a Londinum fue casi tan legendaria como la paella, y de ella voy a incluir alguna foto, mucho mejores que las que he visto por ahí en los periódicos o blogs que hablan de su novela.

 Yo ya sé que "he venido aquí a hablar de su libro", y me está saliendo una exaltación de la amistad mezcla con baba de abuela de Mallén. Del libro hablaré otro día (cuando lo relea en la edición de Xordica, con tapa original del artista Jorgito, en lugar de en ese docu de word). Como el muy impresentable  no me lee (sin acritud), le tendré que mandar el enlace para que sepa que esto y lo otro esta aquí colgado.

Hay que leerlo, y para el divagante morboso añadir que en un capítulo aparecen tres personajes conocidos de este divlog: Londinium, el Peda y servidora. Estaría dolida porque el Peda sale más  y mucho más enrollado que nosotras dos, pero se lo perdono porque de mí dice que estoy buena y soy una mujer fácil. Ah, Santi: sabe latín.

"Una familia normal":  Hay que comprarlo, leerlo y, si estás en Vetusta, ir al Paraninfo a las 8 de la tarde mañana... lo que me gustaría estar allí.

 Santi, un abrazo, te queremos.




08 mayo 2012

Howards End: Cuestión de clase

E.M. Forster escribió "Pasaje a la India" en 1924 y yo la leí a finales de Septiembre de 2007, aquejada de los achaques del primer trimestre de embarazo. Recuerdo que la impresión que causó en mí fue mucho mayor que la que había supuesto, muchos años antes, su "Una habitación con vistas", y quedé  admirada por su extrema britaneidad tocando los temas más duros (el colonialismo, el racismo, entre otros).

Hace unas semanas terminé Howards End, una novela que escribió en 1910, y que los Merchant Ivory llevaron al cine poco después (o así de alejada  en el tiempo  me parece) con los regulares de sus dramas de época: una jovencísima Bonham-Carter, un pre-Aníbal Anthony Hopkins, y una definitivamente pre-love-actually Emma Thompson. Creo que vi la peli en el vetústico cine Cervantes, y no recuerdo absolutamente nada apare de que me aburrió horrores. Pero luego, ya en el primer capítulo me doy cuenta que me lío con la versión de "The remains of the day" en la que Hopkins y Thompson hacían de mayordomo y criada.

Una tiene dudas de si son las lecturas las que nos hacen lo que somos, o si elegimos ciertas lecturas que nos reafirmen en nuestra manera prefijada de entender la vida (ver "The righteous mind: why people are divided by politics and religion", Jonathan Haidt-yo no lo he leído pero reviews welcome) . Yo siempre digo que "El burro y la escuela" de la Fuertes me hizo roja, o "Los hijos muertos" de la Matute, o "Novecento" de Bertolucci, o... tantos otros. Pero conozco a uno que, a mis 19 años, me animó a leer "A sangre fría" de Capote para que entendiera sus razones de apoyo a la pena capital. Lo que yo leí fue un texto que daba todos los argumentos  por los que la pena de muerte no debería existir jamás.

Pero divago. Decía que las lecturas nos deberían servir, entre otras cosas, para ver el mundo desde la perspectiva de otro, intentar ponernos  en la piel de otro. Es dificil leer a Forster y no acabar queriendo hacer la Revolución. Porque su crítica de esa upper class que tiene "600 al año" (en rentas) y no tiene que preocuparse de más, o de la que vive de la explotación de otros en sus negocios es tan salvaje, pero con unas formas tan correctas, que tiene que acabar filtrándose en los huesos y, al final de la novela, has de ser alguien diferente (si no partías de esa misma crítica ya, como es mi caso).

Howards End presenta a la perfección a esta clase alta inculta y emprendedora, que es despreciada por aquellos que son "old money", dinero de toda la vida, para los que trabajar representa una rareza. Se ve muy claro en otra novela, "La mujer del teniente francés" de Fowles, donde este desprecio es clave en el argumento. Aquí simplemente nos la presenta como contraste a esta otra clase, en este momento tal vez no tan rica como estos negociantes, que leen, van a conciertos, y tienen una vida intelectual de lo más elevada, a la vez que deseos filantrópicos: quieren salvar al pobre, sacarlo de su agujero. Claro, si se ha leído, si se ha intentado pensar, cómo no darse cuenta, incluso dentro del sistema, que hay cosas que no están del todo bien?

Howars End es también Londinium, es ver la ciudad de la época, imaginar cada esquina y cada estación de metro que no han cambiado nada. Es conocer al tipo de gente que hizo posible la ciudad de hoy, con sus desigualdades y libertad, con su explosión cultural y comercial, con su apertura y su innovación.

En Londinium estos ricos ociosos de los que hablaba aún existen: una tiende a pensar que hay menos, pero al contrario, cada vez hay más. Yo conocí uno una vez, en un café de King's Road, en pleno Chelsea. Estaba de baja maternal, y me dedicaba a patearme Londinium con Mini en su carrito (the time of my life). Me senté cerca de un tipo de unos 55 con el que entablamos conversación: estaba considerando si volar al día siguiente a Nueva York y tras unas ponderaciones, llamó a su agencia habitual para que le compraran el billete. Todo muy nice, conversación agradable. En un punto algo delató mi condición de asalariada (cuando terminase mi baja) y el tipo me miró como si fuera una extraterrestre, un bicho raro en una placa de petri. Lo imagino en sus cenas con amigos: "Y había una chica que... TRA-BA-JA", y todos gritando. Pues sí, existen.

Y si al terminar el libro de Forster no miras a tu alrededor y te dan ganas de acabar con ellos, es que tienes leche en las venas. O algo peor si no coges el primer vuelo a Londinium.

01 mayo 2012

1 de Mayo, 4 años

Mini, hoy es tu cumpleaños: lo sabes muy bien. Yo creo que has aprendido a restar a fuerza de "Cuántos días falta para mi cumpleaños? Y nos enseñas tus deditos y dices "estos?" Con el paso de los días ya sabías que al siguiente quedaban solo cinco, y luego cuatro... y hoy es el Gran Día.

Decirte que si me encantaste de bebé e incluso en la mitad de esos "terrible twos", este último año, ha añadido el hecho de que podemos hablar fluidamente. Esto es una fuente de risas y diversión constante. Tanto en el fondo, como en la forma, porque a ver, yo pensaba que cuando se aprendía un idioma de pequeño, los errores gramaticales que cometemos los que la hemos aprendido de mayores no se cometen: se supone que uno habla sin traducir. Pero entonces, por qué dices "cuando sea cuatro haré esto y aquello". "Es cuando TENGA cuatro, Miiini", te decimos. Pero el caso es que ya nos estás empapando a nosotros, que alguna vez se nos escapa ese "cuando seas cuatro".

Bueno, pues hoy, a eso de la una de la tarde, tendrás cuatro. Y se prepara una semana de festividades varias, porque aparte de la fiesta de la guarde, el mismo día de tu cumple viene Tía Fashion y Tío JAL, y para cenar cocinaré lasaña ("dame pasta en cualquier situación") y habrá (véase que su procedencia está en el aire) tarta ("give me cake any time") y luego te daremos (aprovechando que aún no me puedes leer) tu regalo que, como todo parece que indica este año, tiene temática Oz: el disfraz de Dorita (que el aitá ha considerado muy apropiado para el inminente halloween) y la peli en inglés. Sí, es que la versión que te regaló el tío JAL estaba doblada al castellano, lo cual introdujo un par de conceptos yu-yu en nuestra vida: el propio nombre de "Dorita" (traducción libérrima del Dorothy) y el de "chapines". Chapines es otra traducción enloquecida de las "red ruby slippers" de Dorita (ves? hasta dónde ha llegado el mal? ya digo yo tambien Dorita), que ha llevado a que llames por extensión "chapines" a todos los zapatos de tacón de mi armario, o de la sección zapatería de cualquier gran almacén. Ah, y no olvidemos que el musical también era regalo de cumple, aunque lo hicimos hace unas semanas, tal vez intuyendo lo que se avecinaba en estas.

A saber: el sábado que viene tenemos la friolera de tropecientos niños, sus padres, los tíos, y algún adulto sin niños que se acerca por amistad, solidaridad o sadismo al rincón del parque donde celebraremos tu cumple. Es nuestro primer cumple infantil, ya que hasta ahora los celebrábamos con la familia en Vetusta. Te diría que "ya sabes cómo es tu madre", porque probablemnte si algún día lees esto, lo sabrás, para explicar lo siguiente. La idea dorada en la mente de tu mummy era organizarte un cumple en el parque, un cumple sin payasos contratados, sin catering contratado, con sol y buen tiempo contratado. Y resulta que nos enfrentamos al Mayo más pasado por agua de la historia (en Londinium, que ya es decir). Semanas atrás me hice con gran parte del equipo que garantizaría una tarde inolvidable: una pieza de hule enorme donde poner los sandwiches y los ganchitos, una especie de parachute para jugar, cien bolas de colores, y todo tipo de actividades de parque que prometían ser lo más. Ahora, con un pronóstico tan gris, y siendo tan tarde para encontrar alternativas... me pregunto si la tarde va a ser "inolvidable" por las razones equivocadas.

En todo caso, estaré aquí para contártelo unos días después. Y unos (muchos) años más tarde para reírnos todos con ello. Felichidades princhipesca.