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13 febrero 2025

"Say nothing" ("No digas nada") de Patrick Radden Keefe: Una crónica periodística sobre Irlanda del Norte que se lee como novela negra

Son casi 400 páginas que son 400 golpes: "No digas nada" te deja llena de moraduras. Es imposible salir indemne, por un lado o por otro te va a tocar. Hace tan poco. Y luego está ETA en el trasfondo para los de la península de cierta edad, con la que es imposible dejar de hacer comparaciones.

El autor
Patrick Radden Keefe (a partir de ahora, Keefe) es un americano de origen irlandés que escribe en el New Yorker. Es un narrador increíble y una vez que empiezas, su escritura te atrapa y no lo puedes dejar. Es pura crónica periodística, de la que he subrayado muchísimo - aunque no frases de “belleza formal”, no es un libro literario. Leerlo es como ver un documental vs. una peli preciosista. La documentación que usa es impresionante: mi libro tiene 511 páginas, y la narrativa termina en la 396. El resto son referencias: cada uno de los artículos de periódico, los emails, las cartas, las entrevistas, y por supuesto la bibliografía que ha usado. Todas las historias -que son paralelas y se entrelazan- están basadas en hechos reales.

Historia 101: historia para dummies
Hay una cosa que he echado de menos en el libro, y es que dedicara un capítulo a la historia de las tormentosas relaciones entre Inglaterra e Irlanda, desde el principio. Tuve que estudiar la historia del Reino Unido para el repelente examen de ciudadanía, y lo que saqué en claro es que todas las guerras en este país habían sido por motivos de religión. Y esta no iba a ser menos. No sé si no lo ha incluido porque es de parvulitos que los ingleses han ido a colonizar, explotar y robar -también cositas para ponerlas en su British Museum- por medio mundo, así que intuitivamente se sabe por qué sus vecinos no quieren estar bajo su bota. Pero bueno, por si acaso yo hago un resumen, porque para algo me estudié ese estúpido libro.


Empecemos por San Patricio, el de los gorros verdes y los tréboles. A Irlanda llegó San Patricio en el 432 a introducir el cristianismo a los paganos. En 1169, la primera invasión de los anglo-normandos. En 1541 Henry VIII se declaró rey de Irlanda. En el SXVII les confiscaron tierras a los católicos para dársela a los protestantes. En 1649, Cromwell y sus brutales masacres. En 1690, la Batalla del Boyne en la que la victoria del rey protestante sobre el católico aseguró la dominación protestante por generaciones.

En 1801, Irlanda pasó a ser parte del Reino Unido. La innombrable "Gran Hambruna" (1845–1852) en la que por una infestación se perdieron las patatas -principal medio de subsistencia de los irlandeses- y los ingleses con todo su papo aplicaron políticas de “laissez-faire”, vamos, dejar que murieran. Muchos irlandeses emigraron a América y el país quedó diezmado, pero si ya la percepción de los ingleses era ciertamente tensa, la gestión de la hambruna solo llevó a que se desarrollaran más los sentimientos independentistas y nacionalistas.

La de veces que habré escrito en este blog que me aburren profundamente todos los nacionalismos, pero la historia de Irlanda ha sido una de tal opresión que encuentro justificado que quisieran dejar de vivir bajo el yugo de semejantes vecinos. Así que en 1916 en el “Easter Rising” (el Alzamiento de Pascua), los irlandeses se rebelaron con armas para terminar con el mandato británico. En 1921, con el tratado Anglo-Irlandés se creó lo que luego sería la República de Irlanda en el sur, mientras que su parte norte permanecería como parte del Reino Unido. A esta parte se le llama "Northern Ireland" (NI a partir de ahora), aunque en este libro he aprendido que los republicanos de pro la llamaban "North of Ireland".

Las razones que llevaron a esta situación son complejas, entre ellas que había una mayoría protestante que se identificaba con Inglaterra, que la zona estaba más industrializada -a los ingleses les interesaba económicamente- y que les venía bien acceder a sus puertos [el Titanic fue construido en Belfast]. Estas negociaciones las cuentan en la peli "Michael Collins", que vi en su día pero casi no recuerdo. Lo que todos sí recordamos es que las tensiones en Northern Ireland continuaron durante todo el Siglo XX, culminando en "The Troubles" ["Conflicto Norirlandés") que empezó en los años 60 y duró hasta 1998).

Geografía 101: geografía para dummies
Nota: llamaremos "Gran Bretaña" a la isla donde vivo, en la que están las tres naciones de Inglaterra, Gales y Escocia, y "UK" al Reino Unido que es Gran Bretaña + NI. "Irlanda" es la isla donde está la República de Irlanda y NI.


Y los counties (provincias) están aquí [el Ulster hace referencia a una región y contiene a NI, -las rosas- + Donegal + Louth]:

Terminología 101: terminología para dummies
Para aclaranos, los "unionistas o loyalistas" (estos últimos los más extremos), son los protestantes y los católicos son los "republicanos o nacionalistas". Yo a veces me hacía lío porque a saber a qué eran leales, o de qué nación eran nacionalistas, o qué unión querían los unos u otros. Al principio alguien -que no recuerdo- define a los unionistas de NI como "una sociedad más británica que los británicos, que a los británicos -de Gran Bretaña- les importan un pito". Eso a veces pasa con las comunidades de emigrantes.

Aviso para divagantes: atención, spoilers
Yo no conocía algunas de las historias que narra Keefe, y se leen en su mayoría como si fueran parte de una novela de misterio. A veces tenía curiosidad por saber si un personaje (digo, persona) aún vivía, pero lo último hubiera sido buscarlo en internet porque como digo, estaba leyendo un thriller. Siempre recuerdo que NáN lo primero que hacía al leer un libro era enterarse de la trama y del final, para así poder leer a gusto sin la ansiedad del "qué va a pasar". Sin embargo, como este libro no es ese tipo de literatura, creo que es mejor no saber exactamente qué va a pasar. Ah, y acaban de sacar la serie, así que si vas a verla o leer el libro, tal vez este divague te haga algún spoiler. He intentado hablar solo de “temas subyacentes”, pero no lo he logrado, creo.

Pero no será spoiler decir que hay dos historias principales que son el punto de partida: del secuestro de Jean McConville, y la de las hermanas Price. McConville era una viuda protestante que se había casado con un católico [algo realmente inusual, uniones de ambos lados], madre de diez hijos. Un grupo se la lleva de su apartamento de protección oficial (los famosos "Divis flats" en el oeste de Belfast) y la primera pregunta es ¿quién? ¿El IRA porque un día la vieron socorriendo a un soldado británico moribundo en la calle? ¿Los paramilitares británicos por haberse casado con un católico y tener diez hijos? Destejer esta maraña es parte de la trama.

Dolours y Marian Price son hijas de familia republicana extrema con historia de miembros del IRA por generaciones, que terminan en la organización y son parte del grupo que bombardearon Londinium en 1974. Ambas terminaron en la cárcel de Brixton (aquí cerca de casa) haciendo una huelga de hambre sonadísima que les dio estatus de “estrellas del rock del terrorismo”. Las acabaron alimentando por la fuerza -proceso traumático donde los haya, quien haya visto la película “Sufragette” lo recordará - y solo por eso no murieron. Esta práctica fue prohibida desde 1975 según la “Declaración de Tokio” de la Asociación Médica Mundial: es tortura. Más abajo hablaré de la huelga de hambre en la prisión de Long Kesh.

Epifanía de Dolours
En 1969 hubo una manifestación de Belfast a Derry que marcó el comienzo de los Troubles. La organizaba "People's democracy" y se pedía que se garantizasen los derechos humanos de todas las personas (en particular los católicos que eran sistemáticamente discriminados) en NI. Los manifestantes (católicos) fueron atacados en el puente de Burntollet a base de pedradas por los loyalistas (protestantes). En esa mani iba Dolours Price, que cuenta que miró en los ojos de uno de los atacantes "y no vio nada". En esos momentos, se dio cuenta de que su fantasía de resistencia pacífica había sido inocente. "Nunca voy a convertir a esta gente", pensó. Lo de poner la otra mejilla, por mucho que sean católicos y sea una enseñanza de su gurú, no iba a funcionar. Dolours fue en plan pacífico y salió de allí convencida de que la violencia era la única manera.

Pero Dolours había intentado salirse del camino que su familia, profundamente republicana, le había trazado. Pensaba que en su infancia había sido "adoctrinada". Tan fervientemente republicanos eran que su tía Crissie, que había perdido ambas manos y se había quedado ciega poniendo una bomba, era para la familia el mejor ejemplo de vida y de lucha, aunque se tuviera que pasar el resto de la suya confinada en una habitación. Dolours en sus años adolescentes se había replanteado ese dogma: se inspiraba en el Che y pensaba que Irlanda debería ser antes un paraíso socialista que católico, se identificaba más con un protestante de la clase trabajadora que, aunque tenían algunos privilegios por serlo, también tenían problemas de la clase trabajadora, que con un rico católico.

Me encanta esa independencia de Dolours, y también el contenido de su pensamiento en este momento. Si no llega a ser por esa confrontación en el puente de Burntollet -el IRA estaba en estado silente hacia finales de los 60–, igual Dolours no hubiera vuelto a su tradición familiar, la de coger un fusil. Aunque igual podría haber sido el detonante el “Bloody Sunday”, en enero de 1972 en el que soldados británicos dispararon a 26 civiles en Derry, y 14 murieron.

La personalidad de Dolours se deja entrever durante el libro: con esas contestaciones rápidas y su melena pelirroja, "en otra vida" habría sido tal vez alguien dedicado al teatro, una bohemia excéntrica. Todo lo que no se es por haber nacido en ese momento de la historia, en ese lugar. La cantidad de pérdidas personales, la familia que no había cambiado la ropa de cama del hijo muerto. ¿Qué habrías hecho tú?



No digas nada
En el oeste de Belfast una "pared de silencio" protegía al IRA. Una de las cosas que más me ha impresionado del IRA-y han sido muchas- ha sido su secretismo. Había familias en las que el padre lo era y no se decía, y el hijo se afiliaba, y se seguía sin hablar en casa. Nadie se hacía tatuajes, para no ser reconocidos.

Lo peor que podía hacer una mujer católica era liarse con un soldado británico: muchas tenían a sus maridos en la cárcel por la lucha.  Cuando ocurría, tamaña traición era castigada con una humillación que se remontaba siglos, el "tarring and feathering": consistía en raparles la cabeza, untársela con brea, y pegarles plumas. Entonces las ataban a un poste, y sus vecinos pasaban a insultarlas. Esto de rapar a las mujeres y hacerlas el hazmerreír era algo muy típico también en nuestra península en la Guerra Civil, como sabemos. Estos linchamientos colectivos me hacen sentir siempre muy incómoda- también los mediáticos de hoy en día, aunque la persona haya errado. 

Otra cosa común con los españoles era el absoluto desprecio por los informadores. Después de haber vivido en Gran Bretaña tantos años, me he dado cuenta que la cultura aquí es diferente: aquí se anima a los niños a informar del bullying que sufren, o a los adultos a reportar a colegas que no hacen bien su trabajo (“whistleblowing”). Yo no sé si habrán cambiado las cosas en la península, pero cuando iba al colegio, chivarse a la monja o a la profesora era Lo Peor. Había que tragar auténticos sapos, pero las chivatas eran una especie aparte, a denigrar. Tal vez esa actitud viene de que tenemos demasiado cerca de nuevo una guerra en la que había chivatos y delatores, y esto costaba vidas. Lo mismo en NI: a los informadores se les llamaba "touts" y durante siglos habían sido considerados como los traidores de peor calaña. Pero lo que más me ha impactado es que muchos no eran informadores solo por querer traicionar la causa del republicanismo: los unionistas "creaban" informadores. Cuando sabían que alguien les iba a resultar rentable desde el punto de vista de la información, se las arreglaban para que los echaran del trabajo, o perdieran su casa, o lo que fuera, para que estuvieran tan desesperados necesitando dinero que tuvieran que recurrir a esto. Me asfixia solo pensar en esa sociedad.

Como he dicho, el precio que pagabas por ser informador era tu vida. Tras matarlos ritualmente [con capucha, arrodillados, manos atrás], el IRA los dejaba expuestos para que sirvieran de "ejemplo". Hacer desaparecer a alguien sería un crimen de guerra: "Cuál es el sentido de matar y enterrar el cuerpo? Eso es solo pura venganza!". Esas cosas, los desaparecidos, pasaban en lugares salvajes como Argentina y Chile, no en NI. En los Troubles desaparecieron solo 16 personas en total.

Números
Digo “solo” en el contexto de la cantidad de muertos que se cobró este conflicto. 1972 fue el año más sangriento de los Troubles: 500 personas murieron como resultado -pensemos que el total de ETA fueron unos 829 (+ 27 de GAL). En total, en los Troubles murieron 3720 personas, de los cuales el IRA mató unos 1700 [o sea, aún mataron más los paramilitares protestantes]. Estos datos los he buscado yo [Keefe solo habla de los 500].

Síndrome de estrés postraumático
Con esas cifras, no extrañará que NI era el lugar donde más ansiolíticos se recetaban de todas las islas británicas. En aquella época se llamaba el "Síndrome de Belfast" a lo que hoy se llamaría Síndrome de Estrés Postraumático, debido a "vivir en constante terror, donde el enemigo no es fácilmente identificable, y la violencia es arbitraria e indiscriminada". Curiosamente, lo sufrían menos los que estaban en primera línea de la lucha, que tenían más nivel de agencia que los niños o las mujeres.

Gerry Adams
En mi mente, Gerry Adams era ese señor sonriente con barba y gafas vintage que salía en la prensa en papel -la única de la época- y que había sido artífice de la paz en NI. En este libro, Keefe describe a alguien mucho más afín con la tríada oscura - tristemente vista demasiado en gente que es atraída por la política de alto nivel- que con la palomita de la paz.

Keefe comienza contrastando su figura con la de su gran amigo Brendan Hughes. Hay una foto mítica de los dos jóvenes: Hughes era parte del “brazo militar" del IRA, un “soldado” que no pedía hacer nada a ninguno de sus subalternos terroristas que no estuviera él mismo dispuesto a hacer. Adams era el “brazo político” que más tarde, cuando fue MP por el Sinn Fein negó que hubiera sido parte del IRA, cuando todos los que estaban dentro le habían responsable de muchas de las decisiones “militares” -como las bombas de Londinium, e incluso el secuestro de la madre de diez hijos. El siempre lo ha negado.


En Gran Bretaña odiaban a Adams, y con su talante erudito y su voz tranquila, era considerado una figura peligrosa, un elocuente y carismático defensor del terrorismo. Thatcher, tal vez asustada por sus poderes de seducción prohibió que se le oyera hablar por la tele, así que aunque salían sus imágenes y el contenido, no se podía oír su voz y le doblaba un actor. Fantástico

Huelgas de hambre en Long Kesh
Adams salió de la cárcel de Long Kesh en 1977 y desde ese momento se puso manos a la obra de diseñar un nuevo camino para NI. Brendan Hughes se quedó en la cárcel, donde había otro tipo de lucha: hacia finales de 1975, había terminado el “internamiento”, por el que los presos del IRA perdieron su estatus de “prisioneros de guerra” (así se consideraban ellos, porque lo que estaban luchando era para ellos una guerra) para pasar a ser convictos normales.

Comenzaron a protestar negándose a llevar el uniforme de los presos con una "blanket protest", desnudos, se cubrían con la manta. Luego se pasó a la "dirty protest": no se lavaban, y terminaron frotando su excrementos por las paredes. La cosa era mantener el pulso al gobierno británico.


Y luego estaban las huelgas de hambre. A mí me sonaba el nombre Bobby Sands que lideró la huelga de hambre en la que se dejaron de comer diez hombres escalonados en diez semanas para crear mayor presión y los diez, uno tras otro, DIEZ, fueron muriendo. Por algo la llamaban "la dama de hierro". Dr Ross el médico que los cuidaba en la cárcel terminó por pegarse un tiro.



El que no se inmutó, según Keefe, es Gerry Adams, que con su sonrisa puesta calculó que el hecho de prolongar la huelga de hambre le iba a aumentar la base de apoyo republicana y no le importó el juego largo en el que mandó a varios hombres a una muerte innecesaria, porque le iba a salir rentable para su negociación política posterior. Total, solo eran unas cuantas vidas.

Cuando Hughes salió por fin de la cárcel dijo aquello de que "nunca realmente dejas la cárcel". Tanto él como Dolours Price vivieron el resto de sus vidas con las consecuencias mentales pero también físicas de las huelgas de hambre: Price nunca volvió a tener una relación normal con la comida y sufrió de anorexia, aparte de todo tipo de adicciones.

El Acuerdo de Viernes Santo
En 1998 se llegó al "Good Friday Agreement" (GFA), del que tengo vagos recuerdos: yo llevaba unos meses en este país, vivía en mi Banderley particular, dentro de un hospital donde las noticias nos llegaban solo por la radio y los periódicos -era pre-internet!- y ahí estaba Tony Blair y otros dirigentes sonrientes mientras firmaban. Yo pensé que estos irlandeses siempre tienen que hacer todo coincidir con Semana Santa (recordemos el "Easter Rising" de 1916), esa época de sufrimiento y penitencia y dolor.

Adams jugó un papel importante en estas negociaciones, precisamente por su ambigüedad y juego de cintura, pero el acuerdo no fue suficiente para los de la línea dura como Hughes o Price, los que más se habían involucrado: para eso habían luchado, se habían dejado literalmente la piel? Hughes cambió irónicamente las siglas "GFA" por "Got Fuck All"(nos quedamos sin nada, en slang maleducado).


Banderas en las ventanas
En 2015, dos décadas tras el Good Friday Agreement, Belfast parecía en la superficie una ciudad normal, con el ocasional incidente, pero la sociedad seguía dividida. Me ha impactado que había paradas de autobús "protestantes y católicas" y la gente caminaba a la siguiente si no era la de su grupo. El 90% de los niños iban a colegios segregados y los barrios seguían muy separados. De las ventanas de los protestantes colgaba la Union Jack (bandera británica) y de las de los católicos la tricolor republicana o la Palestina, en solidaridad con otra sociedad ocupada.

Cuando voy a España y veo banderas colgadas de los balcones se me revuelve la tripa: hubo una época en la que había más, cuando a los que estaban en el poder les interesaba instigar ese odio para pescar ellos. Jugando con la gente, como hacía Adams con las huelgas de hambre de los demás.

Psicopatología del terrorista
A menudo leyendo este libro me preguntaba -deformación profesional- qué sentían estas personas que lo dejaban todo por una vida de disparos y bombas.

¿Hay que tener necesariamente cierto déficit de empatía para hacer las cosas que hacían? (llevarse a un compañero que había caído en desgracia por informador a pegarle un tiro en el campo, o lo que ha contado del "tarring an feathering" a las mujeres) ¿O eran gente con corazón, que luchaban por sus ideales (a menudo, socialistas) y que perdían la perspectiva?

Es imposible saberlo, y de hecho no hay buenos estudios que hayan establecido qué rasgos son típicos de la personalidad de los terroristas. Keefe comenta que Hughes y algún otro se sentían culpables por sus crímenes, y que el hecho de que "se hubieran conformado con tan poco” con el Good Friday Agreement les hacía sentir mal porque habían matado en balde. Como el “Bloody Friday” (20 bombas explotaron en una hora en Belfast y murieron 9 personas, julio 1972), los bombardeos en Londinium en 1974 se suponía que iban a ser "simbólicos": no querían matar gente, sino lanzar un mensaje con las localizaciones (e.g. enfrente de la Old Baily]. Pero con explosivos, a veces es difícil planear… Me ha alucinado que antes de ajusticiar al informador de turno, llamaban a un cura y había ciertos curas que estaban acostumbrados a la llamada a altas horas de la noche. Imagina: estar “de guardia” para esa labor.

Pero hasta el mismo Brendan Hughes dijo aquello de "Todos los ejércitos atraen a psicópatas", y cuando empezaron a tararear "The death march" del Saul de Handel cuando a una chica la dejó libre el juez mientras condenaba a los otros que con ella habíán puesto una bomba me pareció muy fuerte.

Finale
Al terminar la novela, me queda algo que hacer: ir a Belfast, pero más cerca ir a visitar 96 Cheyne Walk, SW10 0DQ y hacerle una foto para ponerla aquí (ocurrirá, pero no he tenido tiempo). Allí ocurrieron unas de las muy preliminares conversaciones entre Gerry Adams y el gobierno británico. La pegaré aquí:

Desde la portada del libro, Dolours Price mira desafiante a la cámara. Cuando compré el libro, pensaba que era un chaval. Cuántas vidas de chavales terminaron durante los Troubles, pero este libro te ayuda a entender la complejidad de las razones del conflicto. Nunca suele haber soluciones simples para problemas que vienen de lejos y cuya base, al final, es algún tipo de injusticia. Cuando empezamos a normalizar, como se está haciendo ahora, ciertas injusticias evidentes, estamos poniendo el germen de situaciones que ni hoy podemos imaginar.



07 febrero 2025

Contenido y continente: La clase trabajadora en una mansión neogótica


El contraste del continente y del contenido: el otro día estuve en una mansión que se hizo un ricacho donde había una exposición sobre la clase trabajadora británica ("Lives Less ordinary: Britain working class reseen"). Llevábamos unos días grises y encapotados, lloviendo, pero el domingo salió un solazo de esos de invierno. Otro contraste: el de ver la vida un día gris o uno soleado. 

Siempre tan fotogénicas las cabinas-
en el fondo, 2TemplePlace

 Esto es Temple: No pasen, musgo sobre piedra

El rico en cuestión -que se construyó una especie de palacete neogótico con vistas al Támesis [para el turista, está justo al lado de Temple, una de los distritos legales de Londinium que ya explicamos aquí, y acá]-  era William Waldorf Astor, el de los hoteles. Nació en Nueva York (que vamos, que vamos!) donde fue de todo (abogado, filantropista, hotelero, político, dueño de una editorial), pero sobre todo hijo de un magnate que cuando se murió le hizo el segundo hombre más rico de EE.UU (tras Rockefeller). 

"Pero quién quiere todo esto cuando tienes heroína?"
(si no pillas la ref, vete de aquí: eres demasiado joven)

Según la wiki, un conflicto con su tía Lina (quién no tiene una tía Lina?) le llevó a mudarse a Inglaterra. Por resumirlo: para fastidiarla, él construyó el hotel Waldorf de 13 plantas al lado de la casa de ella, una de esas de "brownstone" salidas de "La edad de la inocencia". La tía Lina se acabó hartando y se fue a vivir a la 5a Avenida y allí construyó otro hotel, el Astoria. Cuando ambos se unieron dio lugar a, voilá, el Waldorf-Astoria, y pasado los años, los cuando los demolieron, se construyó allí el Empire State Building -desde donde espero retransmitir pronto, ji. 

Waldorf a su arquitecto: "No mire el penique"

Pero volviendo a Londinium, el potentado se hizo construir este casoplón por el arquitecto
John Loughborough Pearson, uno de los mayores representantes del neogótico británico del SXIX, con el lema "el dinero no es óbice" [o como dice el Náufrago Ro: "antes se nos acabará la paciencia que el dinero"] y claro: un festival. 

Nota: cuando llego veo que hay otras bicis atadas a los raillings (las vallas de hierro que la rodean) y me dicen que adelante que la ate (cuando en muchos equivalente por toda la city pone eso de que las arrancarán). Esto ya es un buen punto, como lo que sienten los con-perro cuando se los dejan entrar en los cafés y hasta les ponen un bol de beber. 

Waldorf: "Antes muerta que sencilla"

Cuando tras quitarme todas las capas (ahora llevo hasta un pasamonta
ñas que ríete de los del IRA) y me transformo en medio persona, entro a la primera sala y ya me quedo algo impresionada. Claro que nada te prepara para las escaleras de madera que suben a la primera planta. Yo sé que a los españoles no os gusta la moqueta y sí, no se puede fregar con lejía a rodilla, pero esta es tan gruesa como el jersey de Navidad de tu tío Ernesto (si no tienes un tío Ernesto, piensa en Hemingway), luego de lo más "cosy" y además se traga el ruido. En la escalera hay siete figuras de caoba de "Los tres mosqueteros". Parece que los diez pilares de ébano en la primera planta son de personajes de la literatura americana de Nathaniel Hawthorne y Washington Irving- Waldorf era un amante del arte y la literatura. Le daba para todo. 

Las siguientes imágenes van para seguir ilustrando la grandéur, no perdonó ni el aseo...







La exposición sigue arriba y, por supuesto, tiene su tienda que por una vez está ahí enmedio, no a la salida (así que no puedo decir mi mantra: "Exit through the gift shop"). Creo que he dicho otras veces que en esas tiendas de museo me compraría siempre la mitad de los objetos sin sentido que tratan de enchufarte, pero entonces recuerdo mi batalla al consumo, y en particular a una señora que vi el otro día que dijo que ella "ayudaba a la gente a declutter" (quitarse objetos innecesarios)- recordemos aquel programa que me impactó, la señora Linda que llenó un hangar con sus titos. Bueno, pues esta nueva declutterer decía que "no bastaba solo con declutter, es que luego había que prevenir volver a caer". O sea, la gente vuelve a recargar su casa! En fin: que hace tiempo que no compro nada y tampoco lo hice aquí. 

Hablando de escaleras, la famosa es la de arriba, pero metiéndome por una pasillo sin gente descubrí esta otra que no puede ser más neogótica o incluso gótica: vamos, que veo por ahí bajar a Maléfica de la torre tras haber hecho pincharse a Aurora con el huso.


He olvidado decir que la casa se llama Two Temple Place. Y ahora un breve finale para la exposición, que muestra la obra de diversos artistas de distintos grupos étnicos y géneros, pero con algo en común: todos vienen de la clase trabajadora, y han querido expresar ese sentir, esa manera de ver el mundo desde esa esquina -mayoritaria- de la sociedad, a través de la pintura, fotografía, escultura, cortos y cerámica.



"This England" (1985), de Bobby Robinson. Este cuadro te puede gustar más o menos estéticamente, pero tiene un montón de elementos que lo clavan en cuanto a la clase trabajadora de este país: la camiseta del hombre, el papel pintado, la lámpara torcida, el aspirador y la posición de la mujer, impúdica y pasota. Si me lo planteo, a veces me siento así.



"Triple transformations: Monument to Working Woman" (1985), es una performance fotografiada por Patsy Mullan. En ella, tres limpiadoras le superimponen sus carteles a las glorias del señoro industrialista de la estatua de turno (como los posesivos en inglés tienen género, es más fácil que en castellano que "su" es tanto masculino como femenino: "Our work, his glory" (Nuestro trabajo, su gloria), "His benefit, her labour" (Su -de él- beneficio, su -de ella- mano de obra), "Her poverty, his reward" (Su pobreza -femenina-, su -masculino- premio). Este tipo -no pienso escribrir su nombre- está ahí por ser el "gran reformista social": uno de sus hitos, oponerse a la jornada laboral de 10 horas. Quién se opone hoy en Ejpein a la reducción de la jornada laboral? Los de siempre.  


"Baa's House" (1985), de Henain Patel. Los inmigrantes, la mayor parte de ellos, clase trabajadora. Los hijos, los nietos de algunos de ellos, particularmente indios o pakistaníes, estudian medicina. El fotógrafo va de Spiderman y posa con su abuela. Esos inmigrantes que tanto preocupan a los brexiteros son los que han estado atendiendo sus hospitales por décadas. En España, cuidan de nuestros ancianos. Algunos imbéciles les llaman "sudacas".



"Cleaner No 1" (2022) de Kelly O'Brien. La autora quiere hablar de tres generaciones de su familia, todas exhaustas de tanto trabajar. Todo mi respeto para las personas que limpian: esos ejércitos que entran de noche a nuestras oficinas. 



"Gorbal boys" (1948) de Bert Hardy. Qué simpáticos los raskales. Pero esto es una suma cero: para que algunos tengan todos esos privilegios, otros tienen que perder. Mantenerlos significa quitárselos a los demás, deberíamos tenerlo claro incluso a nuestro nivel. 


Estos chavales miran su ciudad industrial (creo que era Leeds) enmedio de la niebla desde un alto. Debían ser los 80. Hoy miran sus pantallas.  


"Frozen Pit Pond" (1974) de Jimmy Floyd. Este me gustó porque me llevó a Lowry, y sus escenas de invierno, tan de postal de Navidad. Por algo le llamaban "el pintor de la clase trabajadora".


"Hair bells" (2003), de Beryl Cook, que decía que solo pintaba cuando algo le emocionaba, y lo que le emocionaba era la alegría de vivir. Sororidad: mujericas en una peluquería. Hoy he escuchado hablar de mujeres activistas de la transición, de esas a las que obligaban a dejar su trabajo al casarse, pero que luego se unían para luchar por cosas prácticas, como coles en su zona, o ambulatorio. Estas de arriba llevan todas una activista dentro. 


"People and factories" (fecha desconocida) de Eric Tucker. Tiene un toque deprimente, pero me encanta. Tiene lentitud, reflexividad, dignidad. 


No se aprecia, pero es una paradoja: un tatuaje que se empieza a difuminar por la edad que reza "Para siempre joven". Forever young, como la canción de Alphaville...

So many adventures couldn't happen today
So many songs we forgot to play
So many dreams swinging out of the blue
We'll let 'em come true


Y otra cruz de San Jorge para terminar: ablándate un poco, machote. 

Al final, no es todo tan complicado. Como decía la admirada Maruja Torres el otro día en una entrevista, siempre hay dos bandos, uno que empuja para que las cosas vayan para adelante y otro que estira para que vayan para atrás -y de paso llenarse los bolsillos. Estos son lo que están en contra del cambio climático, de los homosexuales, del hedonismo, del ateísmo, de los de fuera, de los que sufren... siempre en contra todo. Y aún los hay más extremos, los que se llaman "patriotas" ["un patriota, un idiota"], también lo escuchaba hoy en la radio: "los de la xenofobia, el revisionismo histórico, la nostalgia de una supuesta grandeza nacional perdida, los del victimismo, la inspiración religiosa de la familia y de los derechos reproductivos, los de la cruzada ideológica contra "la ideología de género", los del antifeminismo beligerante, la desconfianza hacia la ciencia y hacia la grandes intituciones mediáticas y educativas -sobre todo universidades, ahora el Daily Hell está acusando a King College London de "wokismo", - los del autoritarismo, con una voluntad común: la de la reducción al mínimo del estado. 

Recordemos: es una suma cero. Y para que Mr Waldorf tuviera sus hoteles y su masión neogótica a orillas del Támesis, muchos, todo ellos de la clase a la que se dedica esta exposición ahí dentro, tuvieron que estar -y disculpen mi francés- jodidos. No corren tiempos propicios para este discurso, pero abracemos los contrastes.


"Import & Export" (2022), de Rene Matic,
una tienda de Peckham.

28 enero 2025

Fiebre del sábado noche: La divaganta R y yo lo dimos todo en la "Silent Disco"

El mundo hoy me aterra. Tras la pasada semana distópica en la que asistimos a despropósito tras despropósito, la única solución -momentánea- la encontré bailando. Sí, con la que está cayendo: ya había estado la anterior en una concentración por Palestina que organizaba un amigo en la que estábamos veinte personas -algunas con palestino, otras con anorak- de más o menos mi edad (viejos) sosteniendo velas y leyendo textos (colgadísimos) en las puertas de edificios que arman a Israel. Casi muero de frío, pero lo peor fueron las dudas existenciales tipo "qué-hago-aquí" [nota: el día anterior hubo una mani multitudinaria, pero me sigo preguntando honestamente qué podemos hacer la gente de la calle con esta enormidad que se nos viene encima].



Pero a lo del baile, que divago. Resulta que unos amigos me propusieron ir a la "Silent Disco" que iba a pasar este sábado en el Battersea Arts Centre (BAC). "Silent Disco in Incredible Places" (Discoteca en silencio en lugares increíbles) es una compañía que organiza esporádicamente exactamente eso: noches de disco temáticas (los 80, 90 y 2000's) en lugares como catedrales (imaginad en la de Canterbury), museos (el Museo de Historia Natural, con sus dinosaurios, el National Space Centre en Leicester con su cohetes), acuarios, ayuntamientos y demás. Está en varios países (inc. Australia), se puede ver la lista aquí. Aconsejo entrar al enlace de arriba porque el video inicial es del BAC, donde estuvimos nosotros y es un lugar muy bonito: parece que fue el ayuntamiento de Battersea, en el sur de Londinium, hasta que pasó a ser teatro/sala/discosilenciosa. 


Lo mejor es que se vino la divaganta R., con la que tengo una historia muy chula de esto del bloguerío. Nos conocíamos vía el Peda de hola-hola, un par de veces, y un día ella ató cabos, y le preguntó: "oye, esa persona que vive contigo es Di Vagando?". Y desde entonces compartimos referencias, saraos, vida... y silent discos a partir de ahora. Siempre le prometo pasarme por su casa al segundo desayuno un domingo con mi bici, cosa que solo he conseguido una vez [lo vengo diciendo: Londinium is a big place].


Así que R, mis dos amigos y dos amigos de mis amigos nos presentamos allí el sábado a las 9:30. El Peda pasó porque como es sabido es vasco, luego no baila. Su razón es porque "no sabe qué hacer con la boca" [aunque nada más llegar a este país le arrastré a bailes de salón y por supuesto fue mucho mejor que yo]. Esto no es mucho decir: mi coordinación psicomotriz es bien conocida. No sé si por eso, pero a mí en esto del baile me gusta ante todo la libertad: el invierno pasado me apunté a "Mum's Dance" con esta amiga y lo odié porque nos enseñaban coreografías! Yo lo que quería es bailar a mi bola, que es justo lo que hicimos el sábado por la noche. 



La "silent disco" se llama así porque solo tú escuchas la música: te dan unos cascos que tienen tres canales, que cambias con un botón. Hay tres DJs en el escenario tocando diferentes pistas, y según el canal en el que estés, se iluminan tus cascos rojos, azules o verdes. Tú no puedes saber tu color a menos que te los quites, pero a menudo si ves a la gente cantando lo que te suena a ti... pues eso. 


Aquí abajo está el techo de la sala. Las "espadas láser" de la primera foto se las dieron a los "VIP" que pagaron extra. Nosotros por supuesto no teníamos espada: hubiera interferido con mi expresión corporal. A mí, de hecho me sobra hasta el vaso.




Lo de ver cantar y bailar ahí sin música es una risa. Cuando entramos en la sala, había todavía poca gente y era gracioso verlos así. Enseguida nos unimos y era curioso que, en contra de una disco normal que tienes que gritar en la oreja de tus amigos, aquí simplemente te quitabas los cascos y hablabas tan normal. 


Claro que esto duró poco:  en cuanto se llenó, todo el mundo cantaba a voz en grito y ya era como una disco normal... solo que a capella. No se ve bien en la foto pero las paredes estaban todas en plan "edificio en ruinas". Con el techo hacía un contraste chulo:
 

No hay que olvidar un detalle: esta gente son ingleses luego cuando cantan, se saben las canciones, no como nosotros. A ver, algunas, sí, de otras, el estribillo... yo de cabo a rabo me sé por ejemplo las de los Dire Straits que era mi banda de la adolescencia, y cuando vinieron a La Romareda me canté con mi amiga todo el concierto -y en aquella época miramos con sumo desprecio al resto del estadio que no se las sabían y que habían acudido allí porque era "el concierto de las fiestas", les daba igual quien tocara. 


Aquí me dediqué a cantar a grito pelado también las que no me sabía -total, nadie escuchaba- así como cantamos los españoles, rollo Chiquito de la Calzada: "ah candemorr".




Una nota sobre la demografía: igual R. discrepa, pero yo creo que aunque elevávamos algo la media de edad, no desentonamos en absoluto, también había gente de nuestra edad. Incluyo a uno de los asistentes con su camiseta "Vote for Pedro": claro, un barbudo. 



La música, muy bien -no tanto como la lista de spotify que tenéis a un lateral del blog, pero claro, eso son palabras mayores. Canciones super divertidas, muy cheesy, de las de saltar. Como uno de mis amigos es músico profesional, yo cada vez que le veía en un canal, lo evitaba, porque ya me imaginaba que él iría a por la música menos hortera y no: aquí había que ir a por todas. Sonó "I'd walk 500 miles", "Wonderwall", "Common People", "Come on Eileen", "It's raining men", "Ooops I did it again", "You are always on my mind", "It's the final countdown" (esta hasta me dio verguenza ajena a mí, pero hey), "Sweet Caroline", "Wake Me Up Before You Go Go", "I Wanna Dance With Somebody", "Living on a prayer", "Valerie", "Backstreet's Backy cuando la sala de vino abajo fue con "Freed from desire"

Esta es "la mejor canción de dance" según Fashion, así que le hice un video en el que aparezco yo gritando el "freed from desire" y "na-na-na-na", tapando a todos los ingleses que sí sabían la letra. Faltó el "Up&Down" y Sia y ... bueno, tantas... es que en dos horas y media se puede meter lo que se puede [Mini, la melomanita que tengo en casa, me dice que su lista de spotify son 47 horas]. Eso sí, dos horas y media son más que suficientes para personas de provecta edad como yo, que al día siguiente estaba para el arrastre: solo una birra y el domingo como si tuviera la madre de todas la resacas. En serio: eso fue deporte severo, lo de mi expresión corporal (saltar, gritar, vaya: todo lo que Mini no me dejó hacer en el concierto de "Role Model" hace un par de meses).

La pobre al enseñarle un vídeo se quería morir: "mummy, nooo, por qué". Pero no era yo la única, de hecho toda la gente allí va con un objetivo: bailar [o eso espero]. Ya he dicho que a los entregados nos sobra hasta el vaso.  Claro que nada en comparación con la persona más entregada que he visto jamás: el oficinista del "Festival del Amor". Lo terrible es que me lo encontré pasado un tiempo en una fiesta de Halloween, bailando en un altillo. Le eché de menos el sábado. 



Esto es la salida del BAC, un sitio muy chulo para una noche muy chula que espero repetir en breve, en algún otro monumento. Todo se derrumba, pero a bailar, a bailar que el mundo se va a acabar.