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29 enero 2018

Los impresionistas en Londinium

El más famoso es Monet, y su serie de las Casas del Parlamento, una maravilla. Pero hoy en la Tate Britain hemos descubierto a otros pintores del continente que terminaron aquí en su huída de la guerra franco-prusa a finales del SXIX. Los británicos dieron la bienvenida a los refugiados y, según dice la guía del museo "cualquiera, fuera cual fuera su nacionalidad, podía estar aquí lo que quisiera,  indefinidamente, incluídos los exiliados políticos". En estos días de Brexit, esto no requiere comentario.

Todos estos pintores se autodefinieron como exiliados. James Tissot, Alfred Sisley, Alphonse Legros, André Derain, Claude Monet y Camille Pissarro.

De este último voy a colgar un cuadro ("Lordship Lane Station, Dulwich", 1871) que no es tal vez el más famoso suyo, pero que me ha tocado porque conozco Lordhip Lane, no muy lejos de mi trabajo, que hoy no tiene absolutamente nada que ver con este pueblecito idílico. Hoy es ciudad pura y dura, pero entonces era como cuando Virginia Woolf consideraba que Richmond era la muerte, que ella quería vivir en el centro y añoraba bajar por la Strand. Hoy ambos son barrios del sur de esta ciudad  que es, en el fondo, una suma de pueblecitos.


Muchas de sus obras son en Norwood, un barrio al que vamos todos los sábados porque Mini hace allí un taller de escritura creativa. Durante el rato que ella hace su taller, al principio nos dedicamos a pasear, por ejemplo por su cementerio, donde está los verdaderos poetas muertos, o a hacer alguna foto del ambiente local (bodas caribeñas, explosión de color). Más recientemente nos tomamos un té en un Costa mientras leemos o divagamos, pero quizás la semaan que viene nos aventuremos a buscar alguna de las esquinas donde, a pesar de la nieve, la lluvia y el viento, se plantó Pissarro.




26 enero 2018

Batalla de los sexos: carros y carretas

El otro día vi "Batle of the sexes" ("La batalla de los sexos"), la peli que cuenta cómo la tenista número uno del mundo, de 29 años, Billie Jean King, y una vieja gloria del tenis, Bobby Riggs, que entonces tenía 55 años, acabaron jugando un partido de tenis delante de medio mundo. Corría el año 1973, y las razones de este partido son... pintorescas.

Billie Jean King era número uno mundial cuando decidió abandonar la Asociación de Tenistas Americana (o como se llamara), como protesta porque las mujeres cobraran 8 veces-OCHO-menos que los hombres. La conversación que da lugar a esta decisión y que ocurre en un club "solo para hombres" entre la tenista y dos viejos blancos encorbatados privilegiados sobre esta discrepancia es cabreante: "el juego de las mujeres es peor", "vosotras no sois las que traen el pan a casa"... razones de ese pelo. Como resultado Billie Jean abandona esta asociación, y con otras nueve mujeres montan la Asociación de Mujeres Tenistas, con las que recorre el país haciendo torneos, con éxito.  Por supuesto le intentan hacer sentir miedo por atreverse a retar al "sistema" e irse por su cuenta, pero así es la gente valiente y excepcional. Esta historia de plante y mostrar el dedo corazón me ha recordado a Anna Muzychuk, la doble campeona de ajedrez ucraniana que se ha negado a ir a competir a Arabia Saudí porque, aunque han aceptado magnánimamente "que en la sala de juego se quite el pañuelo de la cabeza" (en el campeonato de Irán tuvo que jugar con él), por la calle seguirá teniendo que estar acompañada por un tío. Si no va, perderá no solo la posibilidad de competir, sino un montón de contratos y puntos para el resto de competiciones. Y no va, ni ella ni su hermana. Así que me descubro ante Billie Jean, hace más de 40 años, y hoy ante las jugadoras de ajedrez.

Bobby Riggs había sido número uno durante los años 30-40, ganando varios Wimbledons y a principios de los 70 estaba casado con una millonaria, que llevaba mal su problema de adicción al juego.  Riggs era uno de esos personajes que los ingleses llaman "larger than life", que entraba en una habitación y la llenaba con su energía (y también sus bobadas) y que apostaba por sí mismo en partidos que jugaba. En 1973, aburrido en su casa con la millonaria, decide retar a la entonces número uno, Billie Jean King, a un partido, sosteniendo que los hombres jugaban mucho mejor que las mujeres, y que él, un viejo retirado podría ganarle. King pasó, pero la que aceptó fue la australiana Margaret Court. Riggs le ganó, y fue entonces cuando King se lo tomó personal: tenía que jugar y ganarle.  Y lo hizo. Pero la victoria más importante fue la del feminismo

La peli está muy bien, porque te muestra la dureza del deporte profesional desde el punto de vista de las mujeres, y los carros y carretas que han tenido (tienen) que tragar. No solo la conversación que he descrito con esa panda de viejos blancos privilegiados, sino todas las afirmaciones del extravagante Riggs sobre sí mismo "soy un cerdo chauvinista machista" , "ya está bien de liberación femenina" y su convencimiento de que el género masculino es "superior". Sí, lo sé, eran otras épocas (o no lo creía y lo hacía por publicidad?)... pero yo mientras veía la peli me preguntaba, quién habrá viendo esto en 2018 que quiera que gane Riggs?  Y lo peor: me daba cuenta de que hay aún un montón de cafres ahí afuera que en una batalla como esta, no solo siguen pensando como Riggs, sino que además quieren -como los hombres viejos blancos privilegiados- que gane Riggs y todo lo que representa. 

La peli termina en un momento alto, hay un resumen del partido donde Billie Jean le machaca (6–4, 6–3, 6–3)  y es imposible que no te chorree la adrenalina. Pero es todo temporal: luego te vas a la cama, y al día siguiente lees el periódico o pones la radio y la misma mierda de siempre, que encima ahora viene de algunas mujeres. Mierda del tamaño "pobrecitos ellos, que no van a poder flirtear o qué", escrita por mujeres que al parecer han tenido la suerte de no verse nunca en una situación que no quisieran-y esto no es flirteo, que por definición va de dos-, nunca se han visto presionadas más o menos, a distintos niveles, desde agresiones hasta "Cat person". Estas mujeres, francesas o no, que han tenido esa rara estrella de que un tío no las haya jamás incomodado, pero sin embargo tienen la mala suerte de no poder empatizar con las que sí y lo están contando. 

Mucho por hacer. Mientras tanto, gracias Billie Jeans del mundo. 



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PS: Escribo esto en el 136 cumpleaños de Virginia Woolf.  Si levantara la cabeza...

23 enero 2018

"No lo pienses, simplemente dilo"

En una reunión de "lluvia de ideas", el que la dirige:
-No lo pienses, simplemente dilo

Y tú:
-Jódete

Hay alguien que no se haya visto en esta situación? Yo, esta maniana mismo. 

Pero por la noche me he encontrado por causalidad con esta vineta de los geniales "Modern Toss" y me ha dado un ataque de risa.

Fuck you, a la mierda!

21 enero 2018

68 años sin George Orwell: "Homenaje a Cataluña"

Hoy hace 68 años que murió George Orwell, escritor tótem del divlog. En estos días en los que han logrado convencer a la mayoría de que las clases sociales no existen y que por ello la lucha identitaria es más importante que la lucha social, he abierto al azar el maravilloso "Homenaje a Cataluña" que escribió tras su experiencia en la Guerra Civil, que leí hace más de una década. 

Aquí el estracto (al final en inglés). 

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"Yo había caído, más o menos por azar, en la única comunidad de Europa occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo eran más normales que su contrario. En Aragón uno estaba entre decenas de miles de personas de origen proletario en su mayoría, todas ellas viviendo y tratándose en términos de igualdad. En teoría, era una igualdad perfecta, y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se experimentaba un pregusto de socialismo: la actitud mental prevaleciente era de índole socialista. 

Muchas de las motivaciones corrientes en la vida civilizada -ostentación, afán de lucro, temor a los patrones, etcétera- simplemente habían dejado de existir. La división de clases desapareció hasta un punto que resulta casi inconcebible en la atmósfera mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos los campesinos y nosotros, y nadie era amo de nadie. 

Desde luego, semejante estado de cosas no podía durar. Era sólo una fase temporal y local en un juego gigantesco que se desarrollaba en toda la superficie de la tierra. Sin embargo, duró lo bastante como para influir sobre todo aquel que lo experimentara. Por mucho que protestara en esa época, más tarde me resultó evidente que había participado en un acontecimiento único y valioso. Había vivido en una comunidad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinismo, donde la palabra«camarada» significaba camaradería y no, como en la mayoría de los países, farsante. Había respirado el aire de la igualdad. 

Sé muy bien que ahora está de moda negar que el socialismo tenga algo que ver con la igualdad. En todos los países del mundo, una enorme tribu de escritorzuelos de partido y astutos profesores se afanan por «demostrar» que el socialismo no significa nada mas que un capitalismo de Estado planificado, que no elimina el lucro como motivación. Por fortuna, también existe una visión del socialismo completamente diferente. Lo que lleva a los hombres hacia el socialismo, y los mueve a arriesgar su vida por él, la «mística» del socialismo, es la idea de la igualdad; para la gran mayoría, el socialismo significa una sociedad sin clases o carece de todo sentido. 

Precisamente esos pocos meses me resultaron valiosos, porque las milicias españolas,mientras duraron, constituyeron una especie de microcosmos de una sociedad sin clases. En esa comunidad donde nadie trataba de sacar partido de nadie, donde había escasez de todo pero ningún privilegio y ninguna necesidad de adulaciones, quizá se tenía una tosca visión de lo que serían las primeras etapas del socialismo. En lugar de desilusionarme, me atrajo profundamente y fortaleció mi deseo de ver establecido el socialismo. Ello se debió, en parte, a la buena suerte de haber estado entre españoles, quienes, con su decencia innata y su tinte anarquista, están en condiciones de hacer tolerables las etapas iniciales del socialismo si se les da la oportunidad".

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En versión original: 

"I had dropped more or less by chance into the only community of any size in Western Europe where political consciousness and disbelief in capitalism were more normal than their opposites. Up here in Aragon one was among tens of thousands of people, mainly though not entirely of working-class origin, all living at the same level and mingling on terms of equality. In theory it was perfect equality, and even in practice it was not far from it. There is a sense in which it would be true to say that one was experiencing a foretaste of Socialism, by which I mean that the prevailing mental atmosphere was that of Socialism. Many of the normal motives of civilized life—snobbishness, money-grubbing, fear of the boss, etc.—had simply ceased to exist. The ordinary class-division of society had disappeared to an extent that is almost unthinkable in the money-tainted air of England; there was no one there except the peasants and ourselves, and no one owned anyone else as his master. Of course such a state of affairs could not last. It was simply a temporary and local phase in an enormous game that is being played over the whole surface of the earth. But it lasted long enough to have its effect upon anyone who experienced it. However much one cursed at the time, one realized afterwards that one had been in contact with something strange and valuable. One had been in a community where hope was more normal than apathy or cynicism, where the word ‘comrade’ stood for comradeship and not, as in most countries, for humbug. One had breathed the air of equality. I am well aware that it is now the fashion to deny that Socialism has anything to do with equality. In every country in the world a huge tribe of party-hacks and sleek little professors are busy ‘proving’ that Socialism means no more than a planned state-capitalism with the grab-motive left intact. But fortunately there also exists a vision of Socialism quite different from this. The thing that attracts ordinary men to Socialism and makes them willing to risk their skins for it, the ‘mystique’ of Socialism, is the idea of equality; to the vast majority of people Socialism means a classless society, or it means nothing at all. And it was here that those few months in the militia were valuable to me. For the Spanish militias, while they lasted, were a sort of microcosm of a classless society. In that community where no one was on the make, where there was a shortage of everything but no privilege and no boot-licking, one got, perhaps, a crude forecast of what the opening stages of Socialism might be like. And, after all, instead of disillusioning me it deeply attracted me. The effect was to make my desire to see Socialism established much more actual than it had been before. Partly, perhaps, this was due to the good luck of being among Spaniards, who, with their innate decency and their ever-present Anarchist tinge, would make even the opening stages of Socialism tolerable if they had the chance". 


20 enero 2018

Tu presencia está conmigo fuera y dentro

COMO LEVE SONIDO

Itaka
Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;

Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;

Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;

Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;

Como todo aquello que de cerca o de lejos
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva. 

Luis Cernuda
(La Realidad y el Deseo)

10 enero 2018

Volver a los 22 con "La mirada de los peces" de Sergio del Molino

Toda esta historia comenzó en dos institutos de barrio de Vetusta.


Y no, no fui yo: yo no engrosé las listas del instituto de mi barrio, porque mis padres consideraron que todo estaba bien en el colegio de las Madres del Paseo de los Pájaros-que-cantan-bien, y que podía seguir allí en BUP. Cómo se equivocaban: nueve años más tarde, cuando le tocó a mi hermanita (la artista que no era aún conocida como Fashion), ya me había dado cuenta de todo lo que me había perdido en ese colegio de monjas conforme y alumnas formales. Así que logré que Fashion comenzara Primero de BUP en el Instituto donde, para dejar más claro que rompíamos -ella en persona, yo vicariamente- con todo lo que las Madres representaban, además elegimos ética, en lugar de religión.





Aburrimiento y pipas con sal
Dice Sergio del Molino en su última novela "La mirada de los peces" que la característica transversal de los chavales de los institutos de barrio de la Vetusta de los 90 era el aburrimiento, y relata interminables tardes comiendo pipas en bancos de parques- que apenas se diferenciaban de los descampados, paisaje definidor y siempre de fondo en la novela. Me he reído mucho con él: "dicen que el primer paso para la heroína son los porros; yo digo que son las pipas con sal". Pero tras terminar el libro, me he preguntado, retóricamente: "Aburrimiento?" Sergio del Molino, yo te lo digo: el Aburrimiento con mayúsculas se inventó en el Paseo de los Pájaros-que-cantan-bien. Igual no había descampados, pero era el verdadero erial.

"La mayor parte de la gente que tratamos a los dieciséis se vuelve extraña de adultos, incluso extranjera".
Del Molino tenía un par de colegas del insti importantes: Asteres que acabó en Físicas, para quien lo importante era "ser elegante", y Rober que tenía una hermana mayor y le introdujo a cierta música-escapando de aquella época en la que eran todos heavys, como en Vetustilla de la Torre.

Hablando de Vetustilla, el arquetipo del "pueblo", Del Molino habla de que "todos tenían pueblo" y cuando volvían de él, aún eran una versión más bruta y asilvestrada de ellos mismos, si eso era posible. Yo no "tuve pueblo" en mi infancia-íbamos a la Cerdanya, la tierra de la Yaya, otro planeta. Pero por los 11-12 años mis padres compraron la casa de Vetustilla y allí entré en contacto con ese mundo. Allí era yo de nuevo una marciana porque si algo hizo el colegio de las monjas del paseo de los pájaros que cantan bien es que yo ya nunca hablaría como ellos o me tocarían sus mismas preocupaciones (tales familias no se hablan porque). Hoy en uno de esos pueblos me ahogaría.

Pero mis amigas del colegio tampoco eran como Asteres y Rober, gente de la que podías aprender, con las que podías compartir. Estas chicas tocaban el piano sin pasión ninguna por la música, sino porque papá quería, iban a Inglaterra en verano a aprender inglés sin ningún interés-yo las superaba en las notas sin haber pisado la isla, y esquiaban sin ningún amor al deporte. Todo eso porque es lo que hacía alguna gente que vivía alrededor del paseo de los pájaros que cantan bien.
Así que yo, pasados los años y mirando atrás, me doy cuenta de que he sido una extranjera desde siempre, en diferentes contextos: no es de extrañar que me tuviera que ir de la península para acabar siéndolo por derecho propio. Y aquí empiezo a encontrar puntos en común con Del Molino, que se siente así en Vetusta (no era de allí, llegó de peque), y esa sensación de "extranjero" transpira durante la novela. Dice que le incomodan "las formas bruscas de algunos aragoneses, la nobleza parece una obsesión y el orgullo es una forma de resentimiento". Impagables las páginas que dedica a los inefables "cabezudos, arquetipos monstruosos, representantes de la otredad, tipos marginales, despreciables, ajenos a la tribu".

Los vascos, los argentinos, Barricada, follar
No solo parezco compartir otredad con Del Molino, sino un montón de intereses comunes (como diría Sábato "las casualidades no existen"). Cuando describe a "los vascos", esos seres exóticos que aterrizaban en la Univetus, que siempre eran más radikales, más de izquierdas, y que todos llevaban un lauburu colgado del cuello "se lo ponen en la maternidad", decíamos. Compartimos la fascinación por ellos, y yo de hecho terminé con uno de esos espécimenes de supuesto Rh-.
Cuando describe lo suyo con Barricada, ya directamente me saltaban lágrimas de emoción, y no puedo dejar de enlazar que ESTUVE VIÉNDOLES en Londinium! (gran noche).

Por no hablar de Cortázar, mi escritor fetiche, del que casi no he divagado porque casi todo lo leí en aquellos años vetústicos sin blog, con el que coincidimos hasta en relatos favoritos "Manuscrito hallado en un bolsillo", y Sábato, y la necesidad de hacernos argentinos y tomar té en el London City en la Avenida de Mayo.

Y además usa el verbo follar en lugar de esas cursilerías que usan algunos para describir lo que hacen con su pareja. Olé tú Sergio.

Foco: Aramayona entra en escena
Pero divago: porque yo había venido aquí a hablar de un libro-no mi potencial "Bildungsroman". Estábamos en que Fashion había escapado del moridero monjil y había aterrizado en el instituto del barrio donde, tras ser amenazada de muerte (de buen rollo) por unas chungas de otra clase y un par de incidentes más, una vez que se uniformó como ellos (capas de camisetas, palestino, carpeta forrada del Che et el) y se alió con algún chaval enterado, pasó a ser respetada y a disfrutar del insti, donde terminó años más tarde COU con sobresalientes por un tubo.
Pero estamos en Primero, donde la pobre se intenta hacer un lugar, y en concreto en su primera clase de Ética. El profesor era "el nuevo", un tipo con gafas que iba con una muleta y que "parecía inofensivo" que dice Del Molino. Era interino, aquellos "cuyo objetivo es aburrir a los alumnos hasta que vuelva el aburridor oficial que está de sabático, o teniendo hijos, o de baja por depresión". Se llamaba Antonio Aramayona.

Correría el año 93. Yo todavía estudiaba en la soporífera Univetus: lo mío era de nota, del coma con las Madres al estupor en una de las facultades más carcas de la Univetus-me consta que en Ciencias y demás había gente normal. Fashion y yo nos juntábamos tardísimo a comer en casa, donde nos esperaba un plato de loquefuera delicioso (dice mi yo actual, con su limitado éxito/interés culinario) cubierto por otro plato. Todos se habían ido de tan tarde, y recuerdo esas comidas con gran cariño: la peque, con la que desde siempre me encantó hablar, se estaba transformando en una adolescente divertida e interesante y yo estaba allí -mis últimos años en casa- para disfrutarlo. Por supuesto el nuevo instituto era tema estelar, y en concreto ese profesor nuevo de ética que vino a revolucionar la clase, el curso, y al instituto. Hasta a nosotros (el Peda et moi) nos tocó su varita.

2mun2
Nosotros éramos los hermanos mayores universitarios de aquel grupo de chavales que congregó al llegar al insti, y lateralmente participamos en algunas de sus movidas. Por ejemplo, la revista 2Mun2, un fanzine que se imprimía, como la del autor, en la fotocopiadora no sé si del insti o de la Casa de Juventud (divague: gran reflexión de Sergio sobre las famosas Casas que, en realidad, no eran para integrar a la juventud problemática, para sacar a los gitanos del gueto, o a los chavales que no habían llegado al instituto. Las Casas tenían rejas para mantener a los chicos que acabarían en la uni dentro, separados del resto, haciendo actividades típicamente progres como revelado en cuarto oscuro, teatro, bailes y... por supuesto fanzines) .

Yo ya ni recuerdo lo que escribí en aquel embrión de blog comunitario, agitprop en estado puro, pero cómo olvidar la aportación del Peda, de la que ya he divagado aquí antes. Se titulaba "20 años ya" y era un alegato en contra del Borbón por su 20 aniversario como monarca, en la época en la que la corona era intocable. Me enternezco de recordar cómo la editorial del fanzine sufrió y se debatió entre no publicarlo "porque nos podían cerrar la revista". Ahí estábamos chavales planteándonos los límites de la libertad de expresión, y Aramayona sobrevolándonos.

Aramayona se va al insti de San José, zona de guerra
Sergio conoció a Aramayona un anio después, porque tras aquel Primero de BUP épico en el insti de Fashion, le trasladaron al Instituto del Barrio de San José, donde estudiaba él. La novela es mucho Aramayona, y mucho San José, y mucho más aún Sergio del Molino. El sí que ha escrito una Bildungsroman.

Su instituto era una auténtica zona de guerra, el vandalismo que describe es tan bestia que he tenido que comprobar con Fashion que no había olvidado parte de las conversaciones de las comidas al microondas (acelgas, ternasco, mmm). Pero no: fuera de la etapa de "las chungas", Fashion confirma que esas burradas de San José no pasaban en su insti. El propio Del Molino comenta lateralmente, cuando se conocen, como estos eran alumnos "más alegres y sofisticados" que ellos-será por el aire y el sol del "pulmón de Vetusta". Porque cuando Aramayona comenzó en San José, ya le seguía una reputación de "adorado por sus exalumnos" que le habían despedido con lágrimas. Aramayona mantuvo a estos exalumnos en contacto, y formaron "una fraternidad interinstitutal" con los del de Sergio. Y con ambos grupos la lió parda en el "festival de la paz".

"Vamos a reventar el festival"
Esta frase resume un poco la idiosincrasia Aramayona y Sergio lo cuenta en un capítulo. Al leerlo, enormes flahsbacks de cuando Fashion me explicaba lo que estaban planeando comiendo cardos o tal vez borrajas. "Tengo que sacar ropa pija, de la que usaba cuando iba a Green con las del cole... vamos a hacer una performance... a ver, van a estar haciendo un festival en el insti de San José, de apoyo a los refugiados, los excluidos, ese rollo.... entonces nosotros, que estaremos infiltrados entre el público, empezaremos a gritar diciendo que todo es una mierda, que fuera refugiados, gitanos y tal... guay, no?".

Del Molino cuenta el desenlace de aquella historia, y no veas la ilusión que nos ha hecho a Fashion y a mí encontrarla en un libro. El la incluye como otra ilustración de quién era Aramayona y cómo forzaba los límites para ver cómo reaccionaba la gente, para que se extrañaran de quien podían llegar a ser en determinadas circunstancias... para que se conocieran mejor. Hay otros ejemplos como terribles dilemas morales en clases de ética (cooperas o compites, traicionarías si bajo presión)... todos eran muy él.

Dice Del Molino que se equivocan los que comparan a Aramayona con el profe inspiracional de "El club de los poetas muertos", porque Aramayona había venido "a hacer de nosotros unos terroristas", dándoles a este grupo de chavales que estaban "hechos de carpe diem" conciencia de su propio poder.

Conceptos aramayónicos
Recuerdo tardes de conversaciones en el salón de su casa, que estaba al fondo de un pasillo que me encantaba, forrado de libros. Hablábamos de Insumisión, cuando el Peda la iba a hacer y cuando la había hecho, de política, de libros, de nuestras familias.. Fue él quien una tarde me dijo si me había dado cuenta de que yo era probablemente la persona más importante en la vida de mi hermana. Por ahí estaban a veces Begoña su entonces mujer y Begoñita su hija. Hablábamos de pertenecer, nos ayudaba a mirar lo cotidiano desde fuera: de él es el concepto de "aragonés enfadado" que desde entonces hemos adoptado: "el aragonés, decía, es un carácter perpetuamente cabreado", y pensaba en mi profe de geología que nos decía "los gallegos son suaves, dulces, y los aragoneses bruscos, ariscos: es todo el paisaje". Qué gran verdad: en Vetusta para contestar "no lo sé" algunos dicen "lo sabes tú". Es agresividad en vena, que ellos no sienten como tal.

Recuerdo una noche en "La trompetilla", un sitio cool de jazz con él y este grupo tan diferente de mis compas de la facultad, o en el Café La Palma. Creo que en aquella época yo ya había dejado "Radio La Granja", o seguro que Aramayona habría venido a algún programa.

El periódico, cartas al director
Cuando empezó a escribir artículos en El Periódico (en el que Del Molino cuenta que al final le censuraron), me hizo tanta ilusión que escribí una carta al director para felicitarles por tener alguien como el profesor escribiendo. Nos reímos mucho porque, en aquella época, escribíamos estas cosas a mano y al transcribir mi carta, mi letra les confundió y lo que yo había escrito "terminar con las lacras de la humanidad" apareció como "las larvas de la humanidad". Cuando lo leí casi me da un yu-yu y llamé a Aramayona, que me dijo "no, no queda mal... lo tomé metafórico". Y más risas.

Y esta es la inmerecida dedicatoria de su libro de recopilación de aquellos artículos, "Con otra mirada", que nos regaló y que tengo aquí al lado.






Amor tristanisoldiano
Sergio tuvo a Andrea en la época del instituto: esa chica atormentada repetidora con la que se enviaban mensajes en las clases, que se fueron extendiendo hasta hacerse larguísimos, y que él descubrió, muchos años después, que ella había guardado como un tesoro. Esta es una de las partes que más me gustan de la novela: Sergio nos cuenta que, con las urgencias de la adolescencia, él quería un tipo de amor (el de Hollywood-llevado-a-San-José, supongo) que ella no le podía dar así en ese momento. Pero pasados los años, él se da cuenta de cuánto le quiso, de otra manera, y se maldice por no darnos cuenta de todas las formas a las que nos cerramos porque no son "a nuestra manera".

Cazador de sentimientos
Andrea asistía a sesiones de "psicoanálisis" con Aramayona en su piso, en ese salón al final del pasillo, sesiones de las que no quería nunca hablar y que la dejaban taciturna. Aún recuerdo cuando nos contaba las "situaciones dantescas que algunos alumnos vivían en sus casas" (refiriéndose a violencia doméstica), y todo esto a nosotras nos sonaba a chino, a un país o continente diferente.

Del Molino describe a Aramayona como un cazador de sentimientos ajenos, le interesaba ahondar en lo que mantenía despierto al otro por las noches. Me encanta cuando Sergio le contesta, a propósito de su comentario de no haber superado el duelo de su hijo: "No sé lo que es el duelo, Antonio, no tengo ni idea ni quiero saberlo. No aspiro a superar nada, este dolor es mío y me gusta. Lucharé contra quiera quitármelo". Estas frases me ponen los pelos de punta: qué preciosidad.

A mí, hoy en día, me parece extraño que se dedicara a psicoanalizar a una alumna -aunque nos contó que tenía una licenciatura en psicología y había sido psicólogo industrial (de empresa). Del Molino nos cuenta una cena, tras la presentación de su libro, en la que él mismo le dijo que "el psicoanálisis había sido más que superado, que era puro chamanismo" y Aramayona se ofendió. Dice Sergio muy acertadamente que solo las cosas sobre las que no estamos muy seguros pueden llegar a ofendernos, y me tranquilizaría pensar en Aramayona dudando de esta pseudociencia, de ahí esa defensividad. La verdad es que no recuerdo conversaciones con él sobre este tema, y en todo caso en aquella época yo era estudiante y, aunque había leído a Freud, aún no existía salvo en sus paniales la Medicina Basada en la Evidencia, así que la conversación habría sido muy otra.

Perder el contacto
Cuando nos vinimos a Reino Unido aún no existía el email como algo generalizado, y supongo que nos manteníamos en contacto con él por teléfono cuando volvíamos a Vetusta de vacaciones. No recuerdo mucho más de esos años, sí que se separó de su segunda mujer, y de que una vez nos llamó porque su hijo planeaba venir a Inglaterra. Poco a poco fuimos perdiendo el contacto, aunque sí que más adelante tuvimos su email.

Pasó el tiempo y le hice un google, y allí encontré su blog y también los escraches que le hacía a la consejera de educación de Vetusta, plantándose ante su puerta todos los días durante 2 años para pedir una educación laica y gratuita. Pensé en escribirle, y por alguna razón no lo hice. Por eso me han dado ganas de abrazar a Sergio cuando cuenta cómo siente que "le falló" cuando no publicó algo que le pidió en contra de los neonazis (una de sus luchas de la época, parece ser que Vetusta fue skinhead-central).

No sé porqué, pero no le escribí, ni le llamé, y tal vez fue exactamente por lo que cuenta Del Molino: se había convertido en una estrella (en un "santo laico, al que la gente mostraba su devoción"), y tal vez me daba miedo no encontrarme con Aramayona, el de la distancia corta. Sergio lo dice mucho mejor que yo:

"Me gustaba donde me podía dar ejemplo y donde no quería darnos ejemplo. Donde se dan los abrazos y no caben los aplausos"

"Finalizar"
No sabía que otra de sus luchas como activista había sido por el derecho a morir dignamente. Cuando le conocimos tenía la pierna amputada, pero aún se manejaba con una muleta. Cuando tomó la decisión de "finalizar", como lo llamaba él, ya tomaba 31 pastillas diarias, por graves problemas de salud, y tenía que ir en una silla motorizada.

No sé si el Aramayona que nosotros conocimos, o el nuevo, el superestrella, planeó su muerte como parte de su lucha. En cierto modo recuerda a la película "La vida de David Gale" de Alan Parker de 2003, donde se fuerza el que un inocente sea ejecutado, para demostrar las maldades de la pena de muerte. Pues Aramayona quiere demostrar que una vida vivida sin quererla, no merece la pena ser vivida. En su caso debido a sus enfermedades, una vida dependiente no es vida y prefiere terminar cuando aún no está en esa situación.

Para llamar la atención sobre el tema, Aramayona fue el protagonista de uno de los documentales de la serie "Tabú" de Jon Sistiaga sobre la muerte. Yo no había podido verlo en Londinium, y por fin lo vimos estas pasadas vacaciones de Navidad, mientras estaba leyendo "La mirada de los peces". Un tour de force.

En el docu, Aramayona cuenta lo que le ha llevado a tomar esa decisión, habla con mucha gente, cena con una selección de ex-alumnos (Sergio está presente, y es impresionante, tanto leer esa noche, como verlo en el docu), se muestra su vida con las terribles practicalidades del día a día, la oscuridad del pasillo y del salón, que no recuerdo así en absoluto, tan triste, tan solo, tan vacío. Lo recuerdo con luz, y con libros, y con risas, y con ideas, y a ratos me enfurruño con él, porque, tío, te entiendo, pero tenías tanto en esa cabeza que compartir... pero a la vez, quien soy yo para juzgarte, Aramayona.

Somos lo que nos contamos
Como decía Harari, las historias que nos contamos han movido y mueven el mundo. Del Molino habla de nuestras vidas como "un amontonamiento de sucesos, que solo se explican por el azar, y que somos nosotros, animales narrativos, quienes le damos forma y significado". Quiso el profe de filosofía dar una clase literatura con su muerte? se plantea el autor: "Si Antonio se mostraba y se dejaba narrar, como yo me narro y me dejo narrar, era para no tener que narrar lo que no quería dejar al aire". Era demasiado coherente, pero ojalá hubiera sido más humano, porque eso va la humanidad, de fallar a veces.

El libro me ha encantado, y no he dicho lo suficiente lo bien escrito que está. Y este es, seguro, el divague/recensión de libro más personal que yo nunca haya escrito. Por supuesto por Aramayona, pero también porque la vida de Sergio, o más bien, su manera de ver la vida, me son tan familiares, que leerlo ha sido como estar hablando con un antiguo amigo por horas, toda la noche. Ese amigo de instituto que nunca tuve pero... para qué están los libros si no para suplir todas aquella vidas no vividas en primera persona. Gracias Sergio.

04 enero 2018

"Cáscara de nuez" de Ian McEwan: Gracias, pero ya tengo suficiente Shakespeare en mi vida laboral

Empecé la última novela de Ian McEwan "Nutshell" ("Cáscara de nuez") en el metro hacia el tren hacia el aeropuerto hacia Vetusta, para vacaciones de Navidad. Venía yo de una semana que se podría calificar de shakesperiana en el trabajo (puniales, traiciones, sangre) si no fuera porque los personajes, mickymouses del sur del Támesis en 2017 no le llegan a Macbeth o a Claudius o a Iago a la punta de la bota. Así que no sé si estaba yo muy por leer Hamlet en estos momentos de mi vida. Aunque el epígrafe de "Nutshell" no es que oculte nada:

"Oh God, I could be bounded in a nutshell and count myself a king of infinite space-were it not that I have had bad dreams".

No solo la frase es de Hamlet: es que la novela es Hamlet. Como siempre, no desvelaré nada con el divague; claro que el que no sepa que la madre y el tío están planeando la muerte del padre con veneno, que no lea este párrafo. Pero el hijo y sobrino de quién? Quién es el trasunto Príncipe Hamlet en "Nutshell"?

Un feto: la novela está escrita desde el punto de vista de un narrador omnisciente que no sé si se ha usado antes en la literatura, un feto en el último trimestre de gestación. Pero McEwan no va a usar el feto para plantear ningún tema de rabiosa actualidad como la gestación surrogada, embarazos producto de violación, selección de embriones, bebés de disenio. No: a él se le ha ocurrido esta original idea y simplemnte se dedica a poner los esquemas mentales de un senior de 70 anios, clase media y de cierta ideología, en boca de un feto. Evidentemente, la "suspensión de incredulidad" ("Suspension of disbelief") tiene que ser aquí esfuerzo de dimensiones épicas... pero como es McEwan le compramos pulpo como animal de compania y seguimos adelante. 

Porque McEwan escribe con la maestría de siempre, y dice cosas como "sus visitas no terminan, sino que se difuminan". Siendo un feto el que habla, le dedica algún párrafo al concepto de la conciencia: a qué nos referimos, en qué consiste? "Algunos dicen que el dolor comenzó la conciencia". Para evitar danios serios, las criaturas necesitan desarrollar el sistema de feedback de una experiencia sentida. Algo que duele. La adversidad nos forzó a darnos cuenta de las cosas, y esas sensaciones que sentimos (nos quemamos cerca del fuego, nos duele la piedra sobre el dedo) son el principio de la invención de uno mismo. Del dolor a otras sensaciones (asco, vértido etc) solo hubo un paso. "Dios dijo "que haya dolor". Y hubo poesia. Al final".

Una maravilla. Como lo es cuando habla del amor. Aquel que ya no existe, que ha desaparecido, pero aquí es el padre de nuestro Hamlet-feto partcular quien hace un monólogo sobre el amor perdido. Casi siempre, cuando el amor muere, solemos olvidar los buenos tiempos, y solo queda el barro como recuerdo. La primera víctima del amor roto es la memoria: "el espectro de la vieja felicidad en el festín del fracaso y la desolación"

"I tumbled into love, into ecstasy and trust, joy and peace without horizon, without time, beyond words (...) We were heroic, we believed we stood on a summit no one else, not in life, not in all poetry, had ever climbed".

Se le nota preocupado por Europa a McEwan: le duele Europa. Tanto su desintegración por nacionalismos miopes y pequenios-como todos los nacionalismos por otra parte-"Europa’s secular dream of union may dissolve before the old hatreds, small-scale nationalism, financial disaster, discord. Or she might hold her course", como por el gran dilema de Europa hoy, los refugiados: "A combination, poverty and war, with climate change held in reserve, driving millions from their homes, an ancient epic in new form, vast movements of people, like engorged rivers in spring, Danubes, Rhines and Rhones of angry or desolate or hopeful people, crammed at borders against the razor-wire gates, drowning in thousands to share in the fortunes of the West. If this is biblical, the seas are not parting for them, no the Aegean, not the English Channel. Old Europa tosses in her dreams, she pitches between pity and fear, between helping and repelling. emotional and kind this week, scaly-hearted and so reasonable the next, she wants to help but not to share or lose what she has".

McEwan resume en tres páginas brillantemente el estado del mundo actual (lo pongo al final, de apéndice), a la vez que reconoce que, como hoy, no se ha vivido nunca en el planeta tierra. 

Todo esto lo hace vía este feto tan listo que lo escucha todo y todo lo asimila, máxime porque su madre, como la que escribe estas líneas, es una adicta a los podcasts y está siempre escuchando la radio. Pienso en conversaciones con amigos estas navidades en las que la gente normal dice que a menudo les gusta el silencio, pensar ellos solos, reflexionar. Yo pienso escribiendo y mientras me muevo o lleno el lavaplatos estoy escuchando podcasts: de actualidad, de cine, de literatura, de feminismo, de ciencia. Todo mucho más interesante que lo que tengo en mi cabeza. Pero divago.

En conclusión, que tras leer los párrafos que he insertado, o cuando se lea el apéndice, el divagante pensará que McEwan está en perfecta forma, y que hay que lanzarse a la lectura de "Nutshell". Y eso que no he contado las impresionantes descripciones quasi-dignas-de-ginecóloga sobre el ambiente fetal, los ruidos, y localizaciones (algunas tirando a "demasiada información", como lo que debe ser tener una polla embistiendo cerca de tu cara). Sin embargo, para mí no ha estado "Nutshell" cerca de su reciente "The Children's Act", y me ha sonado más bien como un ejercicio de virtuosismo que se ha permitido por ser vos quien sois. Al principio engancha, hay que recornocer que hay cierto sentido del humor (desesperadamente clase media, por eso) y mientras que reconoces los homenajes bárdicos, puedes mantener el interés. El mío, al final lo perdió. 

Pero como digo: igual no era mi momento. Mi empacho de drama shakesperiano laboral (oh no, el lunes he de volver!) era tal al principio de las vacaciones (cuando me terminaba de sacar el punial entre los omóplatos) que igual no le he hecho justicia. Lo que sé es que las vacaciones me han servido para que todos esos personajillos, conspiradores de tres al cuarto, diletantes de media tarde, traidores de medio pelo se difuminen hasta casi irse. Para qué, si no, sirven unas vacaciones?




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Apéndice (pgs 25-27): Nuestro mundo visto por McEwan 

“The lecturer took a dim view of our species, of which psychopaths are a constant fraction, a human constant. Armed struggle, just or not, attracts them. They help to tip local struggles into bigger conflicts. Europe, according to her, in existential crisis, fractious and weak as varieties of self-loving nationalism sip that same tasty brew. Confusion about values, the bacillus of Antisemitism incubating, immigration populations languishing, angry and bored. Elsewhere, everywhere, novel inequalities of wealth, the super rich a master race apart. Ingenuity deployed by states for new forms of brilliant weaponry, by global corporations to dodge taxes, by righteous banks to stuff themselves with Christmas millions. China, too big to need friends or counsel, cynically probing its neighbours’ shores, building islands of tropical sand, planning for the war it knows must come. Muslim-majority countries plagued by religious puritanism, by sexual sickness, by smothered invention. The Middle East, fast-breeder for a possible world war. And foe-of-convenience, the United States, barely the hope of the world, guilty of torture, helpless before its sacred text conceived in an age of powdered wigs, a constitution as unchallengeable as the Koran. Its nervous population obese, fearful, tormented by inarticulate anger, contemptuous of governance, murdering sleep with every new handgun. Africa yet to learn democracy’s party trick — the peaceful transfer of power. Its children dying, thousands by the week, for want of easy things — clean water, mosquito nets, cheap drugs. Uniting and levelling all humanity, the dull old facts of altered climate, vanishing forests, creatures and polar ice. Profitable and poisonous agriculture obliterating biological beauty. 

Oceans turning to weak acid. Well above the horizon, approaching fast, the urinous tsunami of the burgeoning old, cancerous and demented, demanding care. And soon, with demographic transition, the reverse, populations in catastrophic decline. Free speech no longer free, liberal democracy no longer the obvious port of destiny, robots stealing jobs, liberty in close combat with security, socialism in disgrace, capitalism corrupt, destructive and in disgrace, no alternatives in sight.

In conclusion, she said, these disasters are the work of our twin natures. Clever and infantile. We’ve built a world too complicated and dangerous for our quarrelsome natures to manage. In such hopelessness, the general vote will be for the supernatural. It’s dusk in the second Age of Reason. We were wonderful, but now we are doomed. (...)

Pessimism is too easy, even delicious, the badge and plume of intellectuals everywhere. It absolves the thinking classes of solutions. We excite ourselves with dark thoughts in plays, poems, novels, movies. And now in commentaries. Why trust this account when humanity has never been so rich, so healthy, so long-lived? When fewer die in wars and childbirth than every before — and more knowledge, more truth by way of science, was never so available to us all? When tender sympathies — for children, animals, alien religions, unknown, distant foreigners — swell daily? When hundreds of millions have been raised from wretched subsistence? When, in the West, even the middling poor recline in armchairs, charmed by music as they steer themselves down smooth highways at four times the speed of a galloping horse? When smallpox, polio, cholera, measles, high infant mortality, illiteracy, public executions and routine state torture have been banished from so many countries?


Not so long ago, all these curses were everywhere. When solar panels and wind farms and nuclear energy and inventions not yet known will deliver us from the sewage of carbon dioxide, and GM crops will save us from the ravages of chemical farming and the poorest from starvation? When the worldwide migration to the cities will return vast tracts of land to wilderness, will lower birth rates, and rescue women from ignorant village patriarchs? What of the commonplace miracles that would make a manual labourer the envy of Caesar Augustus: pain-free dentistry, electric light, instant contact with people we love, with the best music the world has known, with the cuisine of a dozen cultures? We’re bloated with privileges and delights, as well as complaints, and the rest who are not will be soon. As for the Russians, the same was said of Catholic Spain. We expected their armies on our beaches. Like most things, it didn’t happen. The matter was settled by some fireships and a useful storm that drove their fleet round the top of Scotland. We’ll always be troubled by how things are — that’s how it stands with the difficult gift of consciousness.”