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22 septiembre 2018

Open House 2018

Escribiendo el Open House de este año, me he topado con que el año pasado no hice entrada. Por supuesto, el divague empieza "como es tradicion todos los años escribo sobre Open House", así que he decidido subir alguna foto... 

Recuerdo que hicimos el sábado la zona de Portobello en el norte de Londonium con M. y sus hijas, y tengo como un vacío importante. En las fotos, sí, calles de Portobello y tal, pero de uno de los lugares que visitamos, no me acuerdo ni del nombre, ni lo que era: una especie de hall donde hacían bodas y que tal vez fuera una fábrica de bicis. 




De lo que no hay duda es del domingo, que nos quedamos en el sur y fuimos a visitar el famoso molino de Brixton, el refectorio nuevo de un colegio (paseo con el arquitecto, que nos contó se había inspirado en un bosque) y la piscina más grande de esta isla, Tooting Bec lido, donde la gente entrena en invierno para esas maratones de nadar a mar abierto y otras gestas. La abrieron en 1906 y las fotos en sepia de los bañistas sin inquietantes.  Las puertas de los vestuarios son encantadoras.
Refectorio bosque



Molino de Brixton




 

19 septiembre 2018

"El secreto" ("The secret history") de Donna Tartt: Toda la Grecia clásica, y la has dejado escapar!

"The secret history" (literalmente, "La historia secreta") se ha quedado en su edición castellana como "El secreto". Definitivamente en la novela hay un secreto ("son nuestros secretos los que nos definen, no la cara que enseniamos al mundo"), pero me pregunto, queridos traductores o editores o vendedores, si la palabra "historia" quizás añadía significado, ya que, además de querer decir "relato, cuento", también puede aludir a la "Historia" como disciplina. Y resulta que los protagonistas son estudiantes de Clásicas, que viven -o tratan de vivir, ese es uno de los temas- en otro momento de la Historia. Solo doy ideas. 

Y antes de empezar, terminemos con esta piedrita clavada de las traducciones-traiciones con lo que comenta uno de los personajes que le recomienda a otro una traducción de La Divina Comedia. "Singleton es el mejor si no sabes italiano, bastante literal, pero pierdes toda la terza rima, claro. Para esto has de leer el original. En la gran poesía la música a menudo te llega incluso aunque no sepas del idioma. Yo amé a Dante apasionadamente antes de saber un palabra de italiano". 

Pero divago; empecemos. Se trata de otra novela de campus (a las que en el divlog somos bastante fans-si son buenas, quiero decir... de esto hablaremos), y aquí de nuevo un recuerdo para "Posession" de AS Byatt, "On beauty" de Zadie Smith, "Stoner" de John Williams, "The Human Stain" de Philip Roth o "Disgrace" (al menos al principio) de Coetzee.

Aquí el campus no es otro que la Universidad de Vermont (Noreste de los EE.UU., tocando Canadá) que representa tal vez lo salvaje. Todo bosques, el verde que hay que mantener bajo control o inundará los caminos y los tejados. Todo brumas, a orillas de uno de los grandes lagos, niebla al amanecer. Todo blanco, nieve, hielo, escarcha. Incomunicación. Todo como hace 25 anios.

Y es que la novela fue publicada en 1992, cuando lo verde, las brumas, lo blanco eran lo mismo que hoy, pero la comunicación era otro planeta: no había internet como hoy la conocemos, ni teléfonos móviles (de hecho los protagonistas pasan bastante tiempo "bajando a la cabina"), y esto aún, a día de hoy, aumenta esa sensación de desconexión... algo que la autora no planeó claro.

Un pequeño grupo de estudiantes están matriculados en tal vez la disciplina más elitista en el mundo anglosajón: Clásicas. Esto es curioso porque en la península, los matriculados en esta carrera son un grupúsculo de excéntricos cuyo reino no es de este mundo. Y sé de lo que hablo: mi hermanita Fashion estudió Clásicas. Pero cuando llegué al Reino Unido, noté que había una veneración por los licenciados en estos estudios que no se quedaba en mera admiración intelectual: esta gente entraban en los programas de postgraduados de las mejores empresas, y luego se los rifaban para trabajos bien pagados no, lo siguiente. Así que hacer Clásicas en anglosaxolandia significa en general que vienes de muy buena familia. Y esto es lo que pasa con los cinco estudiantes (cinco!) que estaban matriculados en estos estudios en Vermont: una panda de pijos, acostumbrados a ser servidos.

La novela comienza, sin embargo, presentándonos al "outsider" (el que viene de fuera), Richard Papen, un tipo de clase media-baja, de muy lejos (del sol! de California), y la verdad bastante mediocre, que acaba en Clásicas sin verdadera pasión. Tartt usa el cliché narrativo ("Nihil sub sole novum") de introducir en un grupo en cierta homeostasis al extraño, el que no pertenece, pero que aspira a. Y con este elemento -que será el narrador- compartiremos perplejidad ante las excentricidades del grupo, formado por una banda de cuatro chicos y una chica. En serio, Tartt? la Pitufina? hay que poner "al gay", "al negro" y a "la chica"? (gran pereza). Pero tal vez esté refiriéndose a que las mujeres para los griegos eran criaturas menores, y esto queda reflejado en las bases de la lengua también: en gramática griega, uno de los primeros axiomas es que "los hombres tienen amigos, las mujeres parientes y los animales, a los de su especie". Uno es el frío que atrae a todos, otro, sí, el gay (que lleva quevedos-"pince-nez", en serio? hay una escena de sexo en la que sigue con sus quevedos... ahí casi se me cae el libro de la mano), otro un atolondrado rudo y desagradable, otro bebe. Las Spice girls, vamos.

Estos chicos tiene distintos niveles de fortuna familiar, pero vamos, ninguno necesitará luego currar para vivir. Esta es precisamente una de las reflexiones finales del narrador: la crisis introducida en la novela tendrá como consecuencia que ninguno terminará sus estudios, pero solo a él le importa: él lo necesita para vivir. Pero cuando los empieza a conocer, nos dice "son una ilusión tan convincente, que pese a saber de su falsedad, uno quería seguir creyéndolo".

El último elemento también arquetípico de este tipo de narraciones es el profesor inspiracional. Cómo olvidar a Robin Williams en "El club de los poetas muertos": "Subid a las mesas, a ver cómo se ve el mundo desde ahí", les decía. Yo siempre quise tener un profe así y lo más parecido -vicariamente porque ni siquiera fue mío sino de Fashion- podría haber sido Antonio Aramayona, que ya lo conté aquí. El profe de la pandapijos es un superculto, refinado, carismático y transgresor Julian. Un senior que da las clases en su oficina-que está decorada con muchísimo gusto- y que dice siempre frases para subrayar. Un hombre para el que estudiar clásicas no es un trabajo, es "el más glorioso tipo de juego". Un profesor que les estimula a pensar, a cruzar el límite "lo que es inconcebible, es irrealizable" ("what is unthinkable, is undoable"). Un tipo para el que la estética es mucho más importante que la ética, y que le importa menos "la amabilidad por sí misma que el gesto de la amabilidad." Un seductor que consigue que todos le amen por cómo los adula, veladamente, haciéndoles creer que son otra persona, llena de posibilidades. Un Aníbal Lecter sin el hígado con habas, pero con el Chianti, obsesionado con la belleza.

Ah!!! cómo nos ilumina Julian con frases como estas sobre la Grande Bellezza:
"El genio romano y tal vez su problema fue la obsesión con el orden. Uno lo ve en su arquitectura, su literatura, sus leyes-esta fiera negación de la oscuridad, la irracionalidad, el caos. Es fácil ver porqué los romanos, tan tolerantes de todas las religiones extranjeras persiguieron a los cristianos sin piedad: qué absurdo pensar que un delincuente común había resucitado de entre los muertos, qué terrible que sus seguidores lo celebran bebiéndose su sangre. Lo ilógico de ello les asustaba. (...) Los griegos eran diferentes, tenían una pasión por el orden y la simetría, como los romanos, pero sabían lo tonto que era negar el mundo invisible, los viejos dioses. Emoción, oscuridad, barbarismo. (...) Las cosas sangrientas y más terribles son a veces las más bellas. Es una idea muy griega y muy profunda. La belleza es terror. Temblamos ante todo lo que llamamos bello. Y ¿Hay algo más terrorífico y bello, para almas como las griegas o las nuestras, que perder por completo el control?"

"Si tenemos un alma lo bastante fuerte, podemos arrancarnos el velo y contemplar cara a cara la desnuda y terrible belleza; Dejar que el dios nos consuma, nos devore, nos quiebre los huesos. Y luego nos escupa renacidos".
"-La muerte es la madre de la belleza (... ).
-Y ¿Qué es la belleza?
-El terror".

"La belleza raramente es suave o consoladora. Más bien al contrario. La genuina belleza siempre es sobrecogedora".

"La belleza es dura" (Beauty is harsh)

Es como volver a leer a Oscar Wilde, el horror de la belleza, pero también habla del "pur", la palabra que contiene para él el secreto, la brillante, terrible claridad del griego clásico:
“Pur: that one word contains for me the secret, the bright, terrible clarity of ancient Greek. How can I make you see it, this strange harsh light which pervades Homer’s landscapes and illumines the dialogues of Plato, an alien light, inarticulable in our common tongue? Our shared language is a language of the intricate, the peculiar, the home of pumpkins and ragamuffins and bodkins and beer, the tongue of Ahab and Falstaff and Mrs Gamp; and while I find it entirely suitable for reflections such as these, it fails me utterly when I attempt to describe in it what I love about Greek, that language innocent of all quirks and cranks; a language obsessed with action, and with the joy of seeing action multiply from action, action marching relentlessly ahead and with yet more actions filing in from either side fall into neat step at the rear, in a long straight rank of cause and effect toward what will be inevitable, the only possible end.”

Del "pur" y de algunas otras cosas, que no quieres olvidar porque siempre son útiles para soltar en una cena, cuando los quesos:
"La psicología es solo otra palabra para lo que los antiguos llamaban destino"

"Los fantasmas existen. Eso lo sabe todo el mundo. Y nosotros creemos en ellos tanto como Homero. Lo que pasa es que ahora los llamamos de otra forma. Recuerdos. El inconsciente".

“De algún modo el presente se había contraído convirtiéndose en un lugar más pequeño y mucho menos interesante. Tal vez era eso lo que ocurría cuando la gente se hacía mayor.”

"Si la mente moderna es caprichosa y divagante, la mente clásica es intolerante, segura, implacable".
La mente moderna es divagante, darlings!! Esta frase me hizo sonreir. Y tal vez el divagante ahora esté sopesando que este libro parece interesante, ya que combina griego clásico, y un secreto (que se desvela en la primera página-es un asesinato), y tenga la tentación de leerlo. Aquí es donde entro yo, a salvaros.

Porque estas citas también me animarían a leerlo (la recomendación me llegó por mi libro aquel de literatura), pero la realidad es que este no es, en absoluto, el espíritu de la novela. Tartt nos cuenta demasiado las andanzas de este grupo de diletantes con el que es dificil empatizar. Ninios ricos que, inspirados por el profesor, quieren vivir en otra época, y que pasan los fines de semana en la mansión de uno de ellos en las montanias, o vacaciones en Roma para enfrentarse a la Bellezza, que beben y fuman sin parar, y que, cuando no tienen suficiente con ponerse túnicas, necesitan experimentar una bacanal, y la cosita se les va de las manos. La mayor parte de la novela se pasa en contar hechos, uno tras otro, en lugar de ideas. Tal vez el extranio pase superficilamente por el problema del remordimiento, pero no desde luego los demás. Al leer echaba de menos a Lionel Shriver y su meter el dedo en la llaga en Kevin.

"El secreto" tenía el potencial para haber sido un gran libro. Para mí, mucha más Grecia y menos "bajo a la cabina, me tomo un whiskazo, subo a ver a mi amigo, que me mira desde sus quevedos" hubiera sido fundamental. Llega un punto en el que no quieres pasar un segundo más con esta banda de privilegiados, que sabes que son inmunes a todo, incluyendo al sistema judicial. Tartt era la mejor amiga de Brett Ellis y creo que se apoyaban mutuamente mientras escribían, ella esta novela y él "American Psycho". Patrick Bateman me aburrió inmensamente y algo parecido pasó con el grupito de Tartt. Pero el problema es que la autora tenía el destino, Homero, la Bellezza, lo inconcebible, las bacanal, y toda la Grecia clásica... y lo dejó pasar!

10 septiembre 2018

"Los filántropos en harapos" de Robert Tressell: un clásico del socialismo británico

"The ragged trousered philantropists" ("Los filántropos en harapos") del irlandés Robert Tressel (nacido Noonan) es un clásico del socialismo británico, escrito en los primeros años del SXX (Tressel murió en 1911) y publicado, casi por casualidad, en 1914. 

Tressel vivió parte de su vida en Sudáfrica, donde trabajó como rotulista, y finalmente se mudó a Hastings, en la costa sur de Inglaterra, que es la ciudad de provincias donde transcurren las desventuras que narra la novela, pero disfrazada con el nombre de Mugsborough. Mugsborough es una maqueta de la sociedad de la época eduardiana en Inglaterra.

Arriba y abajo

Tressel comienza presentándonos a los personajes principales (aunque hay muchos más, la novela, de 619 páginas, es enciclopédica): una cuadrilla de trabajadores que están pintando una mansión, su encargado (Hunter, al que llaman "Misery"), el dueño de la compañía (Rushton), y el gordo dueño de la casona que pintan y de medio pueblo (Sweater). Si los nombres Hunter, Rushton y Sweater (cazador, "el que mete prisa", "el que hace sudar" pensáis que no han sido elegidos al azar, lleváis razón: no, los nombres nos guían sobre la personalidad de los protagonistas, y no solo los patronos. En la cuadrilla de trabajadores también hay un tal Slyme (slime significa baba), un tal Crass (grosero, insensible), pero también mi héroe y figura principal de la novela, Frank Owen, cuyo apellido está inspirado en el de Robert Owen, una de las figuras fundacionales del socialismo británico del SXIX.

Hace muuuucho tiempo, en un país muuuuy lejano
No, no es un cuento de hadas. Desde el comienzo de la novela, una no puede quitarse de la cabeza cuándo fue escrita. Es inevitable pensar, mil veces, que este hombre estaba escribiendo antes de las Guerras Mundiales, de la Revolución Rusa. En el UK, el Partido Laborista nació a partir del movimiento sindicalista de finales del SXIX, y superó al Partido Liberal (que era la oposición al Conservador) en los anios 20. 

Han pasado más de 100 años desde que Tressel escribió el libro y, en serio que hemos aprendido tan poco? Muchos de los personajes representan a gente que conozco, en 2018... gente que explota, gente explotada pero que va a la suya, gente con miedo, gente "neutral" ("no se puede ser neutral: o ayudas o molestas"), gente con morro. 

Cultura política: qué es eso?
La novela sigue la vida, o mejor dicho, el malvivir, de este grupo de trabajadores  que, en su mayoría, carecen de espíritu crítico: simplemente bajan la cabeza y siguen adelante. Qué les vas a pedir, justo les da para sobrevivir (Maslow, una vez más)  Pero hay uno de ellos, Frank Owen, que tiene las mismas ropas andrajosas que los demás, pero hay algo que lo diferencia de ellos: cierta cultura política, que a saber dónde la ha adquirido (en un punto se dice que ahorra para poder comprarse libros). 

Durante toda la novela, Owen intenta persuadir a sus compañeros de que viven en la miseria, mientras que los otros se benefician de su trabajo. Owen les explica la manera cómo sus jefes, desde el encargado hasta el dueño de la empresa, hacen su dinero sin trabajar, a costa de ellos. Tras la Revolución Industrial, que ocurrió en Inglaterra unos 30 anios antes que en el continente, unos pocos (que eran los que antes tenían las tierras, en todo caso) se hicieron con la propiedad de la maquinaria y la usaron para beneficiarse ellos mismos en lugar de a la comunidad. Los trabajadores más cualificados, según se expandía la maquinaria, desparecieron, y algunos se hicieron intermediarios, (o sea, tampoco producían nada). Mientras lees la novela desarrollas un sexto sentido sobre qué trabajos realmente producen algo, o cuales son intermediarios, y consisten en vivir de los demás. El resto se ríen, le hacen burla, y le tachan de soñador, en el mejor de los casos



Hacer trampas para hacer beneficio
Durante la lectura me he identificado mucho con la tensión entre el trabajador que tiene orgullo por su trabajo, que quiere hacer algo bien, con detalle (es mi caso, en mi trabajo), y como los jefes lo que quieren es atajos, para que abaraten la producción. Les presionan para que, en este caso, no lijen perfectamente ni preparen bien la superficie antes de la mano de pintura (lo que en mi trabajo tiene otros equivalentes, sugeridos y medio impuestos por los gerentes de mi institución). El único incentivo del sistema, tal como está montado, es hacer trampas. El incentivo no es hacer bien trabajo, sino hacer beneficio. Es el mercado, idiota. Qué asco. 



Este tomar atajos por supuesto no tiene solo como consecuencia una chapuza mayor o menor. En muchos trabajos implica riesgos, accidentes, y muerte. Por supuesto, nadie se sorprenderá de que haya un accidente laboral, y que en ese momento, "ah, tendríais que haber avisado que no era seguro", cuando la amenaza de echarles estaba ahí, para cualquiera que lo hiciera. Los pobres viven bajo el estado o del terror... si les pillan descansando, o siendo lentos, o haciendo bien su trabajo los echan porque ahí afuera hay un ejército de parados. O bien "es el alcohol", cuando se sabe que no hubo las precauciones necesarias. 

La situación de los trabajadores: pobreza
En estas charlas, Owen habla mucho de la pobreza, de lo que significa ser pobres y de porqué todos ellos lo son. Desesperadamente pobres, porque no tienen lo básico para vivir, porque cuando no hay trabajo literalmente sufren meses de hambruna, porque pasan frío, y enfermedad. 

Después de haber aprendido un oficio, y 20 años de trabajo, un hombre mira atrás y todo lo que tiene es un sueldo básico para comprar el "fuel que mantiene la máquina humana funcionando". No hay más. Máquina que seguirá funcionando para que se enriquezcan los otros. 

Así hasta enfermar, que será el momento en el que se los quitarán de encima, y cuando no puedan pagar el alquiler acaben en la "workhouse", aquella institución para pobres de necesidad que tan bien describió Dicken en Oliver Twist, y que intentó describir la que firma tras la visita de lo que había sido una en Lambeth (y ahora era el museo del cine). 

Así que todo esto para qué?
Hay algunos trozos muy tristes: no solo nos describen sus penurias, sino las de sus hijos, y es imposible no plantearse para qué. Para qué seguir malcomiendo para ir a sus trabajos, para que seguir dándoles hijos que sirvan a sus mocosos. 

Al principio de la novela nos cuentan de un caso que reportan como algo recurrente en los periódicos de "otro" hombre que ha matado a su familia y luego se ha suicidado. El mismo Owen lo sopesa en algún punto,  tal es la desesperación, cuando se pone enfermo. Hay que recordar que el National Health Service (Servicio Nacional de Salud) no llegó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y entonces todo lo que había eran contribuciones voluntarias que los trabajadores hacían para el hospital (y aún así, eran tratados como "pacientes gratuitos", recibiendo peores cuidados). 

Es el sistema, idiota
Owen les dice todo esto y sus compañeros todo lo que le contestan una y otra vez es  "tú harías lo mismo que ellos si estuvieras en su posición", pero Owen siempre contesta con lo que viene siendo su análisis del problema: "es el sistema lo que está mal, claro que mucha gente en esa situación haría lo mismo, pero lo que está mal es el sistema que permite estas desigualdades". 

Esto sigue pasando exactamente hoy en día: hay mucha gente a la que le gusta este sistema, aunque no estén particularmente favorecidos por él. E igual que estos harapientos, no quieren cambiarlo... parece que les va bien así? El título de la novela es irónico: para Tressel estos trabajadores son "filántropos" en el sentido de que mantienen a las clases dominantes sin rechistar. Este desprecio de Tressel por los pobres que se niegan, con uñas y dientes, a desarrollar un mínimo de descontento, de rebeldía, que rechazan unirse para luchar por sus derechos, recorre la novela. 

En el fondo es el mismo patrón que tenemos ahora con las clases más desfavorecidas votando a Trump, a los tories en el UK o al PP en España. Lo que choca es que ahora, incluso muchos pobres tienen algo que perder, pero en la Inglaterra de principios de SXX, queda claro que la situación es desesperada. "El que hubiera hecho dinero en los negocios probaba su capacidad intelectual" pensaban los pobres, y esto les lleva a votarle cuando se presenta a las elecciones locales. 

Todos reciben
Pero no son solo los trabajadores individualistas los que son criticados sin piedad por Tressel: creo que ninguna institución queda libre de su desprecio. En este pequeño laboratorio que es Musgborough vemos perfectamente cómo las influencias y el dinero manejan todo.  La desconfianza en la policía o el ejército es la misma que la de Orwell: los perros del poder se les echarán encima a la primera de cambio, para defender los intereses de la clase dominante, para proteger la propiedad de los que la han ganado sin trabajar. Irónicamente, esto lo habrán pagado con sus impuestos, junto con otras muchas cosas que no podrán disfrutar: caminos por los que no van a ir, pues no tienen ni carro ni adonde ir, y parques a los que no van a pasar su tiempo de ocio, porque no lo tienen.  La prensa, igual que la mayoría hoy en día, está al servicio de los cuatro ricos de Musghborough ("The Obscurer", llama Tressel al periódico).

El clero y todos los que siguen la religión son vapuleados especialmente. Tressel habla de la hipocresía infinita de la gente que apoya un sistema que es todo lo contrario de lo que predicó Jesucristo, pero se siguen llamando "cristianos". En una conversación Owen le espeta a uno de los trabajadores religiosos el cómo puede estar defendiendo el egoísmo, a menos que ahora cristiano signifique mentiroso e hipócrita. A lo que el tipo no contesta y Tressel añade, malvadamente: "probablemente el que ser un verdadero creyente le ayudó a llevar este insulto con mansedumbre y humildad".


Pero los que están en las asociaciones caritativas (las señoras de), son tan gentiles que han creado unos tickets de comida para darles a estos miserables, que cumplen un objetivo trino: así no se lo gastan en vino, así se lavan la conciencia, y así el de la tienda da salida los productos caducados. Encantador. Tressel explica muy bien como la "caridad" no ayuda, sino que perpetúa el sistema, trata el síntoma pero ignora la enfermedad:  esta gente lo que quiere es trabajar por un sueldo digno, no las migajas que los humillan. 

Pero no son esclavos!!! Tienen la libertad de irse!!!
La comparación de las circunstancias de estos trabajadores y el esclavismo es inevitable. Estos pobres no son la propiedad de Sweater, son simplemente alquilados, así que no merece la pena cuidarlos: se procede a trabajar incluso cuando las condiciones de seguridad no son las adecuadas, o si están enfermos, porque si cae uno, se reemplaza por otro. Y no hay que ir tan lejos: los patronos tratan mejor a sus caballos que a sus congéneres. 

Pero eso sí, el trabajador está por encima del esclavo o del caballo en que tiene la bendición impagable de la Libertad, con mayúsculas. Si no le gustan las condiciones del trabajo, las puedes rechazar, sin problema, e irse a morir de hambre por su cuenta. Tiene opciones, señores! Puede someterse o suicidarse, comer el polvo o no comer nada. Les suena este discurso? Ultimamente lo he oído hasta sobre la prostitución, parece que hay  gente que elige estas cosas. 

Hay una escena que no podré quitarme de la cabeza: cuando tiene a unos cuantos trabajadores acarreando una terrible carga y un rico le dice a otro, "para esto no usas los caballo?" y él se ríe diciendo, "para qué, si tenemos los burros que lo hacen contentos". Yo no sé al lector: a mí esto me hace hervir la sangre. Y aún hay otra escena, al final del libro, que me lleva directamente a la desesperación: cuando Sweater (el obeso dueño de medio pueblo) gana las elecciones por los Tories, los pobres que le han votado, jubilosos y para celebrarlo, quitan a los caballos del carruaje y tiran ellos mismo. Los burros de carga, felices de serlo.  Esa imagen se quedará conmigo. 

Deberían haber aprendido que este servilismo hacia los patrones no sirve de nada. Uno de ellos, particularmente odioso, Crass, cuando visita el obeso está todo el rato "señor esto, señor aquello", yéndole detrás, moviendo las manos como quien se las lava, para obtener una propina, una limosna que le dé. El leer cómo este le ignora, con gruñidos si hay suerte, y luego además no le da nada es doloroso.

Tristemente, conceptos de ayer, de hoy y de siempre
Como he dicho,lo verdaderamente terrorífico de la novela es ver cosas que no han cambiado. Una piensa que tal vez 100 años no sean suficientes para un cambio de paradigma? No interesa el socialismo pero sí la Bandera, la Nación, el Rey... qué enorme pereza. También se habla de la inmigración, del miedo al que viene de allende los mares a quitarnos el trabajo. De "socializar las pérdidas y privatizar las ganancias". Suena?

Tressel es un visionario, nos cuenta situaciones que son precursoras de, por ejemplo, el terrorífico trabajo en una cadena. El rico al que le construyen la mansión tiene una serie de negocios, y uno de ellos es una fábrica de ropa, donde emplea a chicas jóvenes doce horas al día, que se especializan cada una en una parte de la prenda: una las mangas, otra los botones. Así que cada una es muy rápida y puede hacer una sola cosa, y las sacas de allí no pueden hacer nada. 

Y la culpa de todo la tiene el alcohol, dicen una y otra vez (particularmente doloroso cuando lo dice un tipo que tenía acciones en una fábrica de cerveza), cuando esta gente acaba en el alcohol desde la desperación, pero aún así, cómo culpar al alcohol por tener a la mayoría de la población viviendo en el umbral de la vida y la muerte? 

La esperanza del vida de los pobres el 20 años menor que la de los ricos: ay, otra cosa que no ha cambiado. 



Análisis de Tressel: por qué? 
Es difícil durante la novela ver un mínimo de compasión por parte de Treseel hacia esta masa aborregada. En un punto, nos sugiere que la autoestima de estos hombres es negativa, la inferioridad social la tienen taladrada en su mente desde la infancia. Cuando Owen les propone escribir a un periódico sobre sus problemas dicen "cómo uno de los nuestros va a hacer eso?" Uno de los nuestros ("the likes of us"), es una expresión que se repite durante toda la novela y nos da una idea de lo poco que se quieren, de lo poco que creen que merecen ("las cosas buenas no son para nosotros"). 


Pub que me encontré en Tunbridge Wells
 que se llama casi como el libro

En esos momentos dan mucha pena y quieres abrazarles, incluso al odioso Crass, pero luego describe cuánto admiran a los ricos y a sus cosas: es patético ver cómo se apelotonan alrededor del coche del rico cuando llega, o admiran las joyas, o... esto aún ocurre hoy en día. Mucho más. Yo cuando veo que hay programas para enseñar las casas de los ricos, o sus coches y yates me subo por las paredes. A mí estos programas solo me llevan lógicamente a la revolución violenta, a tomar el palacio de invierno. Pero la gente lo que quiere es ser como ellos. Y no, lector, yo no querría ser como ellos. Yo de verdad lo que creo es que este sistema no funciona. 


Corolario
La derecha trata a la masa como idiotas, la izquierda intenta razonar. Quién gana? Está claro: "no quieren bibliotecas, quieren circo", dice uno de los ricos que han entendido perfectamente cómo manipular. Panen et circensis, una vez más. Tienen lo que han votado: qué terror leer esto en 2018. 

Y tantas cosas más que no puedo contar en un divague. Este libro hay que leerlo: todo el mundo. No solo los que quieren bibliotecas, también los que creen que solo quieren circo, los que creen que son clase media y no llegan a fin de mes, los niños en los colegios. Siempre ha habido Sweaters y Rushtons, pero no siempre los habrá. Porque el que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo, y la vida de la mayoría es aún una condena. 

08 septiembre 2018

"El centro cederá" , el docu sobre Joan Didion

"The centre will not hold" ("El centro cederá"): seguimos en el mismo poema de Yeats que da título al relato y luego al libro de Didion sobre el que llevo divagando la última semana, "Slouching towards Bethlehem". 

La terraza se la hizo Indiana Jones
"El centro cederá" es el documental que sobre la escritora filmó su sobrino,  Griffin Dunne el año pasado. Verlo nada más haber leído sus artículos es un total dejá-vu, porque hay trozos que son literalmente párrafos de aquellos que yo había subrayado: sobre Nueva York, sobre John Wayne, sobre escribir, sobre tener un cuaderno de notas. También habla de su vida, su relación con el también escritor John Dunne y sobre la hija que adoptaron juntos, Quintana Roo (como el estado mexicano). Su matrimonio no es que fuera un jardín de rosas siempre, supongo que como todos los matrimonios, pero se querían, y su hija bebía demasiado, la parte oscura de un ser atormentado, pero con una zona luminosa que adoraba Joan. 

Su vida era la típica de escritores: en un punto alquilan una casa en una playa medio desierta en Malibú, donde les visitan músicos, escritores, actores... quién era el carpintero que les hizo la terraza de madera, las escaleras a la playa? Harrison Ford! Y así todo. Ella tenía manías de escritora: cuando un escrito no iba para adelante lo metía en el congelador. Con Dunne, se editaban el uno al otro, se leían y releían. Ver las paredes forradas de libros es una gozada. 

"El año del pensamiento mágico" es el libro que escribió tras la muerte inesperada de Dunne, de un infarto. Al poco tiempo murió Quintana, y finalmente, aunque le costó mucho, escribió "Noches azules". No he leído ninguno de los dos... me da miedo.

Ver a Didion en el documental ha sido para mí un poco como enamorarse. He colgado fotos en los pasados divagues para que cualquiera vea la belleza y el porte de esta mujer. Pero es su vivacidad lo que trasciende, ser guapa no es suficiente: tiene unos de los ojos más expresivos que he visto (y eso que frecuentemente se los esconde tras gafas oscuras). En el documental, en concreto en la entrevista actual que le hace su sobrino, vemos hablar a Joan, y quedo atrapada en su campo magnético.


Su cara es otra, parece que se ha deformado alrededor de la boca, que ahora es enorme. su cuerpo es el de una anoréxica: un esqueleto. Sus manos... podría escribir un divague sobre sus manos. Son unas manos que me recuerdan a personas muy mayores a las quiero, manos llenas de tendones y de huesos, y de venas enormes muy oscuras, manos muy, tal vez demasiado expresivas. Didion las pone frecuentemente frente a ella, como una actriz de teatro... usa muchísimo su cuerpo para expresarse, y es el cuerpo de una ancianísima, a ratos medio espástica, que superficialemente parece que se va a romper, que lo que diga no vaya a tener mucho sentido. Pero entonces, dice cosas como "oro" (cuando le pregunta qué supuso encontrar como periodista a una ninia de 5 anios tomando ácido cuando visitó a los hippies en San Francisco). El contenido de lo que dice es tan agudo, tan profundo, tan verdad... es increíble cómo funciona su cabeza. El cuerpo le está fallando, tan castigado como ha estado por la vida pero el cerebro... es una maldición o una bendición seguir teniendo esa clarividencia cuando el cuerpo no acompania? La gran pregunta. 

El centro cederá, las cosas se desmoronan.  Siempre. Y terminas el documental queriendo cogerle las manos. 


03 septiembre 2018

"Sobre tener un blog", inspirado en "Sobre tener un cuaderno de notas" de Joan Didion"


El otro día, divagando sobre el libro de Joan Didion "Slouching towards Bethlehem" me di cuenta de que lo que quería escribir el artículo titulado "Sobre tener un cuaderno de notas" no iba en aquel divague-recensión del libro. Y eso que mis divagues no son análisis, sino más bien simples ejercicios narcisistas en los que hablo de ese libro enmarcándolos claramente en el momento vital por el que yo esté pasando. 

Por supuesto esto nos lleva a para qué escribo, porque no pretendo hacer críticas que se pudieran presentar como un trabajo de fin de curso. Lo que busco es pensar, aclararme (esto ya lo conté aquí, en un divague bisoño titulado "De tiranías varias: bloguear y trainspotting" hace 8 años, en el blog embrionario) y así encontrarme a mí misma, no me engaño. Lo sé, es una mirada de ombligo egocéntrica, como el que hace sus máquinas frente a un espejo en el gimnasio, ni más ni menos. Pero es que no me encuentro sola en esto: es precisamente lo que dice Didion en su artículo, lo que escribimos los que llevamos "un cuaderno de notas" (que hoy podría ser un blog), lo hacemos para nosotros, y sobre nosotros, sin ninguna duda. Orwell también decía algo parecido en su genial "Por qué escribo":“All writers are vain, selfish, and lazy, and at the very bottom of their motives there lies a mystery". 

Desde luego, hay algo más: pocas cosas hacen más ilusión que a alguien le dé por comentar y te diga que le has animado a leer un libro, o ver una peli, o visitar una ciudad... el deseo de compartir algo que te ha hecho feliz es humano, y cuanto más desarrollado lo tengas, yo creo que más capacidad de felicidad tienes. O el querer transmitir una idea, esto también es orwelliano: "I write it because there is some lie that I want to expose, some fact to which I want to draw attention, and my initial concern is to get a hearing.”



Didion describe lo del cuaderno de notas no como un interés autobiográfico detallado... eso sería aburrido. Una vez conocí a un hombre que llevaba, durante los últimos 45 años de su vida escribiendo en cuadernos cuadriculados una letra por día: G, F, B (Good, Fair, Bad), sobre si sus días habían sido buenos, regulares o malos. Sería un tostón anotar "me levanto, voy a lavarme los dientes, hoy el cielo está soleado" (por eso tal vez siento ansiedad por aburrir con mis diarios de viaje, que sí que son eso, diarios, pero que considero "necesarios" porque los viajes son situaciones excepcionales, y desde que empecé a viajar llevaba un cuaderno para escribir cada noche). Pues bien: el blog (o cuaderno de notas) no es para recordar lo que hacías cada día, sino para recordar quién eras: aquella extraña de 15 años, no era yo, quién era? Y Didion hablan de la Joan de 17 que no la intimida, pero la de 23 es más inquietante. Esto es chocante y cualquiera que se haya leído, en cartas o escritos del pasado lo habrá experimentado, la perplejidad (en  mi caso vergüenza ajena) de la persona que eras. Yo no sé cómo me llevaría con la de 17, pero me darían ganas de abrazar a la de 19 y decirle que tranquila, que todo irá bien, y darle un par de tortas a la de 29. Esas conversaciones en tu mente pasan a ser excruciantes si tienes a esas chicas delante de ti con sus escritos... a mí hasta me empieza a dar pavor ir a hace 8 años, los comienzos del blog.

Didion habla de estos especímenes que necesitan escribir, lo califica de compulsión no-entendible por los que no la tienen, y supone que esto empieza en la cuna. No sé desde cuándo, pero yo siempre me recuerdo escribiendo. Al principio en unos diarios con candado que me regalaban de pequeña, cuadernos de espirales de los campamentos, de los viajes... a saber dónde estará todo eso. Y me encantaban las redacciones del colegio. Desde pequenia, me he inventado historias en la cama para dormirme, que siguen una noche tras otra, como un serial. 

"Niños que al parecer sufrieron al nacer cierto presentimiento de pérdida", dice Didion de los que escribimos. No queremos perder la memoria, no queremos perder a la niña Di, no queremos olvidarnos, pero tampoco que que nos olviden. A veces he pensado que este blog es una carta larguísima para mi hija, y tal vez para mis nietas, y las que vengan detrás. Tal vez no les interese, pero lo que daría yo por tener una versión de blog de mi tatarabuela, que entonces dejaría de ser una desconocida para mí, como de hecho lo es. Precisamente mientras preparo este divague me llega una carta de mi viejo amigo J, y me incluye este texto de un libro que ha estado leyendo "Un final para Benjamin Walter" de Alex Chico:

"Por eso escribes, para consignar un olvido. Esa es la terrible paradoja a la que tienes que enfrentarte. La escritura se convierte en la constatación de una ausencia. La prueba de que algo se ha perdido por el camino. Tú no eres más que un pequeño eslabón en la larga marcha de la desmemoria. Un cuadro minúsculo dentro de otro cuadro" . 

Guau. Las casualidades no existen, que decía Sabato.

Nos olvidamos de todo. Nos olvidamos del amor y de las traiciones igualmente, de lo que susurramos y lo que gritamos, y de quienes éramos. Es increíble, yo a veces no recuerdo en absoluto cosas "importantes" que pasaron, lugares donde fui, gente con la que pasé tiempo, con la que estudié o trabajé.  J., al que conocí en un campamento en Galicia cuando tenía 16, me habla de gente y de anécdotas que protagonicé, y tengo un blanco. No recuerdo nombres, ni caras. No recuerdo libros, ni divagues que he escrito. Me quiere sonar que escribí sobre algo y he de hacer una búsqueda en mi propio blog. Otras cosas las recuerdo muy bien, tengo conversaciones grabadas a fuego, conversaciones que no parecen importantes, "aquella persona que hace 20 años que no veo dijo esta frase en tal lugar", por qué? Hay cosas que no quiero olvidar: el otro día reí muchísimo con uno de mis legendarios despistes o meteduras de pata, y ayer, lo intenté contar en una cena de amigos y se había ido. Solo recordaba la risa y aún sigo buscando su instigador. Y si lo encuentro, lo escribiré... no te me escaparás esta vez. 

Una vez establecido que no hay otra opción para los que escribimos, para qué más lo hacemos? Otro de mis amigos, Santi Gascón, dice que él escribe "para que le quieran". Lord Byron decía que "si no escribo para vaciar mi mente, me vuelvo loco". DeLillo que los escritores escriben "para salvarse a sí mismos, para sobrevivir como individuos". Cortázar no lo tenía muy claro: "Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades". Por desesperación, como Bolanio. Pero hoy para terminar, me voy a quedar con el prefacio de Truman Capote en "Música para camaleones":

“Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse. [...] La diferencia entre escribir bien y el arte verdadero es sutil, pero brutal".

Noble, pero implacable amo.