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23 abril 2023

"Montevideo" de Vila-Matas es un rollazo. No te dejes engañar por este divague

 Cuando termino "Montevideo", la última novela de Enrique Vila-Matas paso por la cocina y le advierto a mi compa de piso, el Peda (que está como siempre filtrando kefir): "Escriba lo que escriba en mi divague, no te dejes engañar: "Montevideo" es un rollazo". 

Y vaya esta introducción como "aviso para divagantes" porque me conozco: tengo tres páginas de anotaciones en la parte posterior del libro, tengo recuerdos bonitos de "Bartleby & Compañía" y aún mejores de "Dublinesca" y el divague a dos manos que nos marcamos con NáN, tengo tremenda debilidad por los escritores que abusan de la metaliteratura y por los que meten citas. Así que "Montevideo" debe ser una "obra maestra de la que me molesta profundamente todo" (como dice el prota de la novela de una peli que ve) y sospecho que voy a acabar reconciliándome con ella cuando termine de escribir este divague  -y no será la primera vez que algo así me ocurre. Pero quiero mantener viva la llama de lo cabreada que lo terminé sin caer en el "no eres tú, Enrique, shoy shó" (aunque quién sabe, tal vez todo el jaleo de viaje estas pasadas vacaciones no ayudó a que cada vez que me sentaba me preguntara, de qué (hostias) puerta me habla).

La puerta no es otra que la de la habitación 205 del hotel Cervantes en Montevideo, del maravilloso relato del maravilloso Julio Cortázar "La puerta condenada" (Final del juego", 1956). En serio, Julio, pero cómo se puede empezar un relato tan bien:

"A Petrone le gustó el hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros".

Atención a la puerta del Hotel Cervantes
a la derecha (lo grande era un cine):
 parece como uno al que iría yo.
El prota de "Montevideo" viaja a la homónina con vistas a alojarse en la habitación de ese hotel -ahora llamado Esplendor (suena un poco a "El resplandor", admitámoslo)- donde transcurre el relato. Quiere desvelar el misterio y al final del libro dice "Cuando alguien pasa unos meses escribiendo alrededor de un espacio con misterio, éste se va volviendo obsesivo para él y puede acabar pasando que le choque enormemente que alguien más pueda hablar de ese espacio que él tiene alojado tan en su mente". Pero vamos a ver, dirán, si esta cita para mí ya grita "Banderley", si es una novela que gira en torno a un relato del Gran Cronopio y además aparece ya al principio una alusión lateral a Moby-Dick (y muchas al famoso "preferiría no hacerlo" bartlebiano, que en el fondo es la manera del autor de decir que está harto de que le relacionen siempre con su libro "Bartleby & Cía"), ¿cómo tengo el valor de haberme aburrido con Montevideo? ¿Seré yo la que he leído o bien he pasado por una puerta condenada que me lleva de la realidad a la ficción (de eso va la de Cortázar) y la que ha leído no soy yo, o lo que he leído es otra cosa? 

Así han dejado la 205 tras la remodelación:
alguien ha visto
una habitación con menos alma?



Vale, si no se entiende nada o se considera que tiene un tortazo mi última frase, preparénse para "Montevideo", porque tiene mucho de eso. Va de cruzar una puerta que te lleva al mundo de la ficción que existe en el mundo real. Va de "la cocina del libro, todo aquello que no se encuentra en él, pero que está detrás de él"Es, como en todo libro de Vila-Matas, uno donde la trama no importa o no existe: es un ejercicio de estilo -qué es un autor sino las transformaciones de su estilo- porque como dice Rodrigo Fresán (tengo su "Melville" precisamente pendiente, pero aquí cita a "La parte inventada", donde explora los mecanismo de la mente del escritor contemporáneo): "en los libros revolucionarios, ya sea el Ulises, Moby-Dick, el Tristam Shandy, el Quijote, la trama la puedes resumir en tres líneras". La trama es una percha donde colgar los Temas, que es lo que interesa. Bueno, ni eso, al prota lo que le interesa es únicamente el lenguaje: habla del fondo del pensamiento de una escritora amiga, "que se podía reducir a ciertas trivialidades, inevitables para cualquier persona inteligente, pero trivialidades a fin de cuentas: la maldad humana, la muerte como escándalo, la vida sn sentido cuando el suicidio sí lo tiene, la inestabilidad, la creatividad, el desatino que nos golpearán siempre..." 

John Banville -otra laguna, anoto- también es otro estilista genial, "más comprometido con el lenguaje y sus ritmos que con la trama, los personajes, o el ritmo de la historia".  Y, ah, Válery: "Los demás hacen libros. Yo hago mi mente". Recuerdo que NáN decía que se leía el final del libro antes de empezarlo para quitarse la ansiedad de la trama, y así poderlo disfrutar. Eso sí, esto no es popular, a la gente le gusta una buena trama, y luego te la cuentan (como si "explicar un libro fuera explicar la historia que puede leerse en él"), y el prota habla de llevar "el pesado fardo de estar en contra de las tramas de las novelas". Yo no estoy fanáticamenre en contra, pero lo que no estoy dispuesta es a leer una buena trama si no hay cuidado del lenguaje. Para ello, me la leo en wikipedia. Si una novela tiene trama y lenguaje, qué decir: éxtasis, pero digamos NO al concepto de "libro entretenido". 

"Vila-Matas, con bloqueo del escritor
escribe historia sobre escritor
con bloqueo del escritor"
Pero no nos adelantemos (a qué?): al principio es, cómo no, París, la que a nuestro héroe le provoca un bloqueo del escritor [nota narcisobloguera: pocas veces me ha pasado (más bien lo contrario, sufridos divagantes), pero me ha pasado].  Pero a él le pasa a lo grande porque en esa época en París "era muy raro no escribir", aunque hicieran esa "prosa tan experimental que se pierde el contenido". Al pobre le pasa aquello de "querer abandonar su obra antes de que exista". ¿Se puede ser escritora sin haber escrito? Parece que sí y el "en París renuncié a escribir", es ya literatura. Ese dejar de escribir (que también la pasó a Rimbaud) lo describe como "una pulsión negativa, una atracción a la nada". Y se acaba escribiendo sobre "aquello que te impide escribir". Claro que la inteligencia "sirve para escapar de aquello que nos tiene atrapados" y "reír es tener una inteligencia que sabe divertirse".

El libro tiene muchas referencias, sobre todo al principio, referencias raras (tal vez ustedes conozcan a Miklos Szentkuthy o a Néstor Sánchez) que anoto, o algunas conocidas que penden sobre mí como una espada de (lugar común) Damocles como el "Tristam Shandy" de Laurence Sterne, o me ha recordado una recomendación de NáN ("Dama de Porto Pim" de Antonio Tabucchi) porque también por eso leo a Vila-Matas. 

O por la personalidad medio gruñona, medio humorística de sus personajes principales: me gustan los que se ríen de ellos mismos, los perdedores, vamos, como a todo el mundo: "...con la felicidad es mejor no confiarse, lo más sabio es dejar que sea efímera y no querer abrazarla tanto. De modo que rebajo yo mismo el ímpetu de mi alegría y me dedico a imaginar que voy lentamente ensombreciendo mi rostro, mientras aligero aún más mis pasos". Él mismo reconoce "la imposibilidad de describir en el papel la intensidad sin límites de una alegría personal". Y cita a Ferlosio en su discurso del Cervantes: "El argumento se quedó parado y sobrevino la felicidad". 

El pobre Vila-Matas debe estar aburrido de aquella pregunta de si es "autobiográfico" lo que escribe (yo misma estoy preguntándome mientras divago si he de poner su molesto apellido compuesto o "el prota" cada dos líneas). Como dice en una entrevista en El País, ahora se está usando el concepto "autoficción" para denigrar, pero al igual que en todo género, hay de eso buena y mala. Sobre los debates de la narración en primera persona, dice que la "autoficción no existe porque todo es auto-ficcional (ya que lo que se escribe siempre viene de uno mismo), la no ficción tampoco, porque cualquier versión narrativa de una historia real es siempre una forma de ficción, ya que desde el instante en que se ordena el mundo con palaras se modifica la naturaleza del mundo". Esto diría que hay que leerlo de rodillas si no fuera porque lo he leído y tal vez escrito mil veces. Tal vez a él, ya no sé. Esta maniana, por ejemplo, me he pegado un morrazo con la bici y si lo contara, ya sería ficción: dejémoslo así, porque creo que maniana dolerá aún más que hoy y no podré soportarlo. 

"El secreto de aburrir es contarlo todo", parece que decía Voltaire, y eso le hace al autor estar en contra del narrador decimonónico, ese "sabelotodo onmipresente" (claro que hay excepciones, y adivinen cual es el ejemplo del autor- jaja, HM, claro: es un pesado, entre nosotros nos reconocemos). Yo creo que soy de las que lo cuento todo y más, y me quedan divagues inconsiderados de cuatro mil palabras, pero es que eso de "se lo diremos después de la publicidad", no. Y además, para ser verdaderamente contemporáneos hay que ser "intempensivos y ligeramente inactuales": qué más da la moda del momento., lo importante es crear un libro que tenga "vida propia, lo que continúan novelándose solos, como los soldados decapitados que continúan avanzando". Esto es una versión de lo que decía Palahniuk, que un libro necesita de un grupo de adeptos que elevan su lectura, la experiencia de su lectura, a culto (este es el camino que definitivamente lleva Serial, por una participante no-en-nómina en el culto, pero por algo se empieza). 

Hay algo con lo que establezco un paralelismo con esto tan anticuado de los blogs: dice el protagonista de una escritora amiga que "no hace ni la más mínima concesión a los lectores no activos".  Unas páginas más adelante ha hablado de la "muerte del lector": hay que escribir para un solo lector: tú misma. Si luego se engancha uno o dos, la fiesta es extrema, porque no has buscado gustar, no les has dado una papilla machacada, pasada por el turmix, para una mejor digestión. Leer es curro y cuando no lo es, es otra cosa. El otro día hablaba con un amigo sobre cómo hoy con internet leyendo te puedes perder en mil ramas de la hidra, buscando referencias en cada página (y eso, leyendo en papel!). Para mí no cambia la experiencia; más bien la amplía y es maravilloso poder en ese momento localizar ese mar, ese autor, ese edificio: es divagar leyendo (la enrojo porque se me acaba de ocurrir y presiento que volveré a ella). En concreto aquí me pasó con el único edificio que recuerdo de Montevideo, al que viajamos con nuestro amigo Wolf, y que a él le gustó tanto como a mí -como salido de "Blade Runner", dijimos y jugamos al billar en una sala infecta a este efecto en los bajos con gente dudosa. Se llama el "Palacio Salvo" y está en la Plaza de la Independencia. 

He comentado que tengo nuevos geranios?
Viva Orwell
De por qué se escribe hay artículos por ahí, e incluso libros (algún día debería releer el de Orwell y hacer un divague pesado, como somos Vila-Matas y yo). Como es una debilidad personal, también he de copiar(me) esta cita: "se escribe para ser recordado, para vencer dentro de uno mismo la amnesia, el agujero gris del tiempo, para confiarse a la página como a las vendas y los bálsamos se confía la momia de un faraón". Luego el prota se ríe del personaje que dice esto, particularmente "no se aguantaba por ningún lado lo del agujero gris del tiempo" - este autosarcasmo me gusta, o el de que pasar un tiempo en el infierno ("ese lugar que da vueltas y más vueltas  y tiene forma circular, siendo su naturaleza próxima a lo insoportable") para un escritor como el prota es "tener que oír, sin parar lo más excelso de tu literatura".

Una página al azar de mi "why I write"

Aparte de las referencias y la metaliteratura, también amo a este autor por sus citas (propias o de terceros). Hemos llegado a este punto en el divague en el que me quedan algunas sueltas y aquí van, sin mucha explicación:

"El mundo está lleno de perseguidores de la totalidad, algunos de una valía y valor incalculables, como Herman Melville, que es en quien pienso cuando me paseo por el mundo de los rastreadores del Todo (...). En Moby-Dick trazó una inmensa metáfora de la inmensidad, de la inmensidad de nuestra oscuridad". (ni ni ni)

"Lo más importante ya no es morir por las ideas, los estilos, las teorías, sino más bien retroceder un paso y tomar distancia de lo que nos sucede". (...) "La parcialidad fría es la de los que vivían las cosas que les pasaban siempre distanciándose de ellas para así poder pensar en cómo las narrarían si decidieran narrarlas" (no deja de ser otro síntoma de los anios esto del "tomar distancia" vs. "morir por algo". Aún nos deberían quedar cuatro básicos para que el EEG no esté completamente plano, pero en el resto, sí, distanciémonos así poco a poco, pasito a pasito, y veamos el mundo desde lejos, pongamos Lefkás, Skópelos, Léros)
"Una casualidad no es una coincidencia" (y esto me recuerda al gran Sábato diciendo aquello de "las casualidades no existen")
"Ese momento en el que uno despierta y siente conmoción y estupor porque está a medio camino entre no ser todavía del todo la persona que es y la sospecha de que está ante la oportunidad de ser otro individuo" (qué bonito, esto lo he puesto solo por eso y porque resume esa difícil dicotomía de lenguaje-contenido).
"Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se comenten arriesgando. Qué horror, santo cielo, el afán de no equivocarse!". Esta frase de George Steiner me ha gustado tanto que pasa a mi altarcito de frases cabecera del blog.
Otra oportunidad para mis geranios,
este anio tricolores
(regalo de mis progenitores,
que están por la isla)

Total que tal vez fuera una "self-fullfilling prophecy" (una profecía que se auto-cumple), pero yo ya lo avisé: me he acabado reconciliando con "Montevideo".  Demasiados tótems míos, demasiadas referencias, demasiado mirarse el ombligo escritor... incluso en una entrevista dice que es "encontrar la habitación propia de escritora de Virgina Woolf" o que "a un buen tío, no te lo puedes creer". Divagante: no soy una buena tía, estás avisad@. 

8 comentarios:

  1. .....divagante no hay divague....., no eres una buena tía, y una tía buena?, aclárelo, por favor.

    Anda que no te has quedado a gusto con tu post gafapástico para otro lunes de sequía. Iba a leer a vila-matas pero se me han quitado las ganas: uffffff, qué intensidad. Además, si cita a moby dick, vamos mal.

    ....el post es post-leche?

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    1. :) Anónimo de las 8:35, "divagante no hay divague" hace buena pareja con el "divagar leyendo"... pero demasiado fácil lo de achacar lo del post al traumatismo ciclista... mire cómo no entro...

      Y no, no soy una tía buena ni una buena tía (esto último pq me iba bien para el "no os fiéis de mí" (con respecto a leer o no el libro...)

      Ahora, todo lo perdono pero lo de Moby-Dick sabe q me lo tomo a pecho y me enfado, así q cuidadín q hago una serie...

      Saludes

      di

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  2. Muy en contra de explicar la trama de las novelas yo también. Con la trama más emocionante se puede escribir una novela pésima, mientras que sin apenas trama hay quien hace obras de arte. Es el cómo, no el qué lo que importa.

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    1. Sí, el paralelismo con el cine por ej sería claro: una buena historia filmada sin ningún cuidado por la fotografía, la puesta en escena, la actuación... la llamarían una mala película...

      Por cierto, no conozco a nadie q haya leído el Tristam Shandy... lo tengo en mi cesta de "world of books" (segunda mano aquí)... please advice.

      di
      xx

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    2. Sorry, yo tampoco he leído el Tristam Shandy. ¡Otro pendiente! Pero llevo unas semanas absolutamente fascinada (re)leyendo Guerra y paz. ¡Qué maravilla!

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    3. Esperaba un empujón tuyo! Te iba a proponer leerlo a la vez así en plan club de lectura, pero leo muy lenta. Con los rusos nunca he conectado, y supongo q es pq no he tenido buenas traducciones... así q desde hace literalmente décadas q no leo rusos (tal vez mi último fue "The master and Margarita" q ya es de otra época y q aquí en UK es más famoso creo q en SP, está en todos los montones de "modern clasics"). "Guerra y paz" nunca lo leí ni "Los hnos karamazov" y me dan perezón... sé lo q vas a decir... boo

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    4. La nueva traducción de Guerra y paz que ha publicado Alba es realmente buena. Pero las lecturas de estos grandes clásicos tienen su momento, no hay que forzarlas, porque entonces los rechazas. Y eso es una lástima. Supongo que algún día Tristam Shandy me "llamará", pero no por ahora... Para mí, han de darse una serie de circunstancias: vas aplazando la lectura de estos grandes tochos de la literatura universal y un día, de repente, se produce la conjunción propicia. (Ves una edición que te gusta, te encuentras un ejemplar olvidado por ahí, qué sé yo...) Y entonces, te preguntas por qué no lo habrás leído antes. Pero está bien, ha llegado en el momento en que podías dedicarle tu atención.

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    5. Sí, totalmente de acuerdo Elena con el "momento" de un libro... yo suelo recordar (o lo apunto) cómo llegó un libro a mí (o yo a él)... muchos son de recomendaciones aquí o de gente de la otra vida, pero tb por otros derroteros muy chulos. Y de otros autores, claro, como Vila-Matas q mete muchas refs.

      Hoy estaba escuchando el podcast de Hatchard's la librería esa de la q hablé el otro día, y entrevistaban a Geoff Dyer, del q solo he leído un libro q me gustó un montón, y los entrevistadores decían q era (tb) uno de esos autores de los q sacabas muchas referencias (por su culpa, por ej, terminé yo "Women in love", pq Dyer es un academic de Lawrence). Bueno, pues hablaban de un libro del q no habíá oído hablar jamás, y encima decían "es el libro favorito de todo el mundo" (wow): "Lonesome Dove" de Larry McMurtry.
      https://www.theguardian.com/books/2021/apr/16/geoff-dyer-lonesome-dove-by-larry-mcmurtry-is-like-the-gift-of-reading-itself

      Bueno, esta sección del Guardian titlada "The books that made me" es también terrible... te la pones a leer y te dan ganas de leerlos todos! Este de "Lonesome dove" es un western, de vaqueros q transporta ganado de una zona a otra, y parecería todo lo opuesto a mis intereses, y entonces recuerdo una peli q me encanta, "Brokeback monutain", q va precisamente de eso (nota-he descubierto q McMurtry fue el q adaptó el relato para la peli). Con esto, volvemos a q la trama no importa: si está bien escrito, ya te pueden hablar de tíos a caballo guianod vacas, q lo compro.

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