an

29 abril 2022

Del campo de recolección de fresas a las traidoras y nocturnas cerraduras parisinas, pasando por mi propia magdalena de Proust (París 1)

 Viernes, 29 de Abril de 2022:  Londinium-París (París 1)

Ha pasado algo en tus vacaciones
que no haya yo ya visto en internet?
La primera vez que estuve en París fue en el verano de COU. De cómo acabé allí cuando en principio iba a pasar el verano en un “campo de trabajo” de recolección de fresas en la campiña inglesa daría para otra serie, pero tranquil@s. Fue todo muy enloquecido y en casa sonaban increíblemente cabreados en las ocasionales y brevísimas llamadas desde cabinas varias. Ya empezaba con el "se va a cortar, se va a cortar", “estoy bien” y, voilá, se cortaba. Y ellos sin saber dónde estaba, ni cómo localizarme (insisto: qué gozada ser hij@ en esa época). Todo había empezado un mes antes en que me fui con un grupo de gente que no conocía muy bien a la que hoy es mi isla de adopción, en teoría para practicar inglés, pero en el campo estaba toda la CEE y parte del extranjero, y los únicos ingleses que aparecían era la poli en alguna noche de bronca. Había españoles por un tubo, y más bien el inglés se practicaba poco, así que después de un par de semanas en las que constatamos esto y que seleccionar patatas-baby no llena intelectualmente, un grupito hicimos la mochila y nos fuimos a Londinium. Nosequién le había dado a alguien una dirección de una española que alojaba a chavales como nosotros en una casona georgiana en Queensway. La mujer resultó ser un ogro, pero esa es otra historia y así pasé mis primera quincena en Londinium, en los que descubrimos la ciudad de una manera "alternativa" (eufemismo de semi-delincuente). Me apena no haber escrito diario de aquellos días, viviendo levemente fuera de la ley: no pagábamos nunca el metro (saltábamos los tornos, ahora hay otro sistema, más difícil colarse), actividad al final adictiva; no sé si nos colábamos también en los museos, y comíamos cosas del super en los parques. Se supone que habíamos ido a "trabajar" en lo de las fresas y en su lugar nos fuimos de turismo. Curiosamente, mi historia con Londinium no fue amor a primera vista: aquel verano me gustó, pero perdió sin lugar a dudas al lado de París. Aquel verano, me enamoré de París. 

Gran Cronopio á París
(emoji corazón)
Resulta que una de las compas de grupo, cuya madre era uruguaya, dejó caer que tenía familia en París. Imprudencia, pero dicho y hecho, la madre dio un toque y, via hovercraft (es la única vez que he viajado en esta especie de barco volador) nos presentamos en la casa de una encantadora pareja montevideana (como nuestra divaganta, hola!) sin hijos, que debían estar en la treintena. Creo que de experiencias como esta, en las que gente a la que no conozco me han acogido en su casa viene que la mía sea un poco la "Casa de Tócame Roque", por donde han pasado siempre amigos que a veces han traído a otros a los que no conocía previamente. Todos dejan una receta (o se les hace cocinar, directamente) y algunos nos sufren luego a nosotros. Aquella pareja de locos del cono sur que hablaban con aquel acento maravilloso ("ayyy Aiditaaaa" decía él todo operático-teatral; solo nos faltaba Tosca en el piso) fueron durante mucho tiempo a lo que yo aspiraba mentalmente “cuando fuera mayor” como modelo de relación: no quería un tío con corbata, ni casarme, ni -entonces- tener hijos, ni hipoteca, ni una vida gris. Quería un piso de pasillos interminables y techos altos en París y ser tan libre como parecía esa gente.



No recuerdo si aquí nos seguíamos colando en el metro y si hicimos una versión cutre del "Bande-a-part", corriendo por el Louvre, porque aún no habíamos visto la película. Sí que subimos caminando -porque era más barato- hasta que te dejan en la Torre Eiffel, e incluso recuerdo comer en cafés parisinos, debía ser todo más asequible que en Londinium-y la comida, de otro planeta, claro. Salíamos por la noche y dormíamos por la mañana, nunca me olvidaré de un día que llamó la madre uruguaya al apartamento, y al notar que nos había despertado dijo “qué hacéis en la cama, que las mañanas de París son preciosas!”. Es la clase de cosas que yo diría ahora a Mini pero, ya que no me lee, confieso que me alegro de haberme perdido "aquellas mañanas" a los 18.  


He vuelto a París otras veces en estos (socorro) más de treinta años, pero esta última ha sido la primera en la que he permitido que una adolescente organice las actividades. Por lo menos las del día 1, que era su cumpleaños. He de admitir que al principio este finde largo me daba más bien pereza, porque a mí lo que me gusta, a estas alturas de partido, es callejear por las ciudades, no ver monumentos: días de Torre Eiffel et al se me hacían un poco cuesta arriba. Pero bueno, era su regalo y además dos contra una. 


Clásicos de Penguin
en la librería de Gatwick
(esta oferta no está en la city)
Había pensado escribir una crónica rápida y dejar al mundo en paz, pero ya vamos mal. Si hasta en este primer día -en el que volamos a las 19:30 después de haber trabajado/ido al cole- me encontraron las historietas, qué puedo hacer. Historietas, que no fotos (las que incluyo son de otros días), así que ahí va una de la librería del aeropuerto con una maravillosa sección de clásicos de Penguin "compre uno, lleve otro a mitad de precio". 


Maraîchers multiculti y "vibrante"
La historieta pasa, como el divagante curtido podrá imaginar, por el alojamiento. Pero esta vez no se me puede culpar a mí, porque me desentendí de todo este viaje y fueron mis compas los encargados de reservarlo todo. Es vox populi que los hoteles de París compiten en cutrez con los de Londinium - supongo que los Hilton o los boutique estarán bien,
je ne sais pas, porque la última vez, hará 4-5 años el Peda y yo pagamos un dineral por una habitación en la que justo cabía la cama.  Así que, entre flashbacks de previas aventuras hoteleras y que se dejó para última hora (divagantes, les presento a mis compinches), terminaron eligiendo un apartamento que estaba "fenomenal", aseguraron, en un barrio en zona tres, Maraîchers, en el 20 arrondissement.  Maraîchers está tomado por la inmigración y es una gozada: super vibrante (así definen los que venden casas a Brixton), lleno de cafés con esas terrazas tan parisinas, kebabs, boulangeries, floristerías, y restaurantes coquetos (la palabra, o más bien, sintagma del viaje: "encontremos un restaurante coqueto", junto con “qué innovación”-esta es de Mini). 


Me encanta la escalera

Como llegamos tan tarde, ya no estaba el portero del edificio y Charlotte, la dueña, que "estaba de vacaciones" dejó las llaves en un hotel (con su recepción da miedo) por el que pasamos a medianoche como mafiosos o peor (quién da miedo a quién). Cuando por fin llegamos a nuestro edificio, -oh bonitas escaleras art-deco o tal vez mid-century - y nos metemos en el ascensor, ni sopesamos la peor pesadilla de todo viajero con una llave a medianoche: que no abra la puerta. Ha pasado no encontrar la llave, o la cajita donde dicen que han dejado la llave, esas cosas, pero que la llave no funcione, no lo recuerdo. Pero siempre hay una primera vez y, efectivamente, nos plantamos frente a la puerta de la tal Charlotte y voilá, la llave no funciona. Una vuelta, y otra, y no encaja, ah sí, mira, inclinada, no, prueba así, no asá. Si una la mira desde fuera, esta escena tiene algo muy pedalístico (por si hay alguien, no creo, que no leía el blog en 2009, nos auto-denominamos “Los Pedalistas” cuando viajamos, la explicación aquí. De hecho, Diva, la inventora de este divlog bautizó al Peda así debido a esa entrada): Mini sentada en el suelo ya con su teléfono, nosotros turnándonos con la llave. He dicho que es medianoche?  Entonces se abre no sé si el ascensor al fondo del pasillo, o una puerta, o ambos y pasan por ahí dos veinteañeros destartalados, ella con vestido floral medio mal atado, él brazo en cabestrillo, ambos con el chic de lo francés, a los que, obviamente, cuento mi (nuestra) vida. Los pobres, un amor (no me dejéis decir nada malo de los parisinos a los que recordaba malhumorados), intentando también encajar la llave y encajando perfectamente el hecho de que haya turistas de airbnb en su edificio (maremía la que montaría Rose), en lugar de mostrarse hostiles, que es lo suyo. Ffw unos minutos, la escena ha cambiado, menos Mini, que sigue en el suelo mirando su teléfono, ahora estamos los dos modernos y yo en la cerradura y el Peda poniendo un whastapp a la pobre Charlotte, que como sabemos está de vacaciones y también tiene su derecho al descanso. Cuando ve la foto, a la pobre se le debe caer la mandíbula al suelo, y logra teclear:  "no me suena esa puerta, en qué piso estáis?".


Impresión de pasillo de Charlotte:
pero sin ventanas ni el malo
No entraré en detalles sobre el desenlace ni las conclusiones (uno de los miembros del equipo está en la higuera, porque le dio al botón planta 5 sabiendo que era la planta 6). Pero imaginemos por un momento lo que podría haber sido, el horror de que hubiera habido alguien dentro que en mitad de la noche es testigo de que se intenta forzar la cerradura de su piso. Como dijo Fashion “veo el pasillo de "Seven"(David Fincher), Brad corre con la pistola en alto y gritando “policíca métanse a sus casas" y niños llorando de fondo, y gente multicultural y todo así. Yo veo a ese magrebí que tan bien da en “barrio vibrante” con un bate de baseball saliendo a la puerta.

Lámpara creativa de los jóvenes
con su puerta de entrada pizarra
Por ir terminando (en serio), cuando nos vemos en el piso de Charlotte, no podemos creer nuestra suerte: estamos en París, sin heridas, y con un techo sobre nuestras cabezas. El apartamento está muy bien, tiene terracita y queda claro que Charlotte et Julen son una "pareja de jóvenes que están empezando", por la decoración, especialmente creativa en el tema lámparas. Eso sí, hay una pequenia nube de la que ya nos avisó Doña Concha en Pelion, que experiencia alojando franceses tenía un rato:  "son unos guarros". Estos no, el piso está limpio (aunque en las instrucciones pone que "reguemos las plantas" y el último día "pasemos el aspirador"... ja!) pero hay un olor en las sábanas, y luego compruebo en las toallas como de... "armario cerrado". Investigo y enseguida descubro de dónde viene el olor: exacto, hay un armario cerrado. Es más bien, un vestidor, con toda su ropa y todo allí dentro huele así. Me pregunto si hacer una colada rápida con bien de Lenor Ocean Breeze, mi suavizante de cabecera, pero al final se opta por hacer de tripas corazón (dónde estará aquella sábana-saco que nos dio el tío Abel?) y poner una faldita que he traído por si hiciera bueno entre mi cara y la almohada. 

Cierro el armario y oliendo a mi falda (la magdalena de Proust contraataca) viene una frase que me dijo uno de los chavales del campo de recolección de fresas. No sé cómo se llegó hasta ahí, pero parece ser que mi saco de dormir "olía a tía". 

Igual sí que debería hacer la serie "campo de recolección de fresas".

8 comentarios:

  1. Bueno, con un comienzo tan sensacional (impagable lo del casi-allanamiento de morada, sólo os podía pasar a vosotros), esta crónica viajera promete muchísimo. ¡Estaré atenta a mi pantalla!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajjaj... ELENA, fue lo q yo llamo "entrar por la puerta grande"... seguiremos informando...

      Eliminar
  2. Anne, Julio e Marcel, vaya golpetazo parisino para lo que me queda de body... pero voy a pasar (intentaré)... me quedo por lo de ahora con ese intento de ocupación tan de comedia indie española y meterme algo con esa frase de "perder" cosas con 18... a mi no me pasa con la juvenil movida "fuera de la ley" , pero sí con mis despertarse con la salida del sol en pleno Pirineo, por ejemplo... pero puede ser cosa de mi segunda adolescencia... así como de llevar mal las pérdidas que pueden ser evitables...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah MV, pero es q te has olvidado de la reflexiva, era "perderse" no "perder" q es diferente :) Y está bien eso de la segunda adolescencia? Es un estado mental: yo no me cuelo ya en el metro ni en el cine (de sesiones dobles tengo tb historias), pero cuando miro mi fecha de nacimiento en el pasaporte no me puedo creer q esa señora sea yo... :)

      Eliminar
    2. Y tú pareces olvidar que entre el "se" y su falta, hay la misma relación que entre la vida y la muerte... es algo brutal (emocionalmente), pero de un lugar a otro pasamo en tal santiamén que ni cuenta nos podemos dar... y resulta que las muchas personalidades (en potencia o en acto) que llevamos con "nosotros" pueden disfrutar como enanos (o enanas, enanes) viendo perder(se) a algunna de las otras... esa que cada vez se hace más presente en tus pensamientos y, que por tanto, va cogiendo más existencia "propia"...

      Pienso que te entiendo al hablar de "perderse las mañanas de los 18" (aquellas que uno puede imaginarse, porque ya no las vivirá), pero no se si me entiendes cuando hablo de "perder(se)" una de las Marionas posibles que iba a explotar con esas "mañanas de los 18"... y no hablo para nada de culpar(se) (ese mantra relixioso tan opresivo)... lo hecho está hecho... y si uno acaba en la isla de If por intentar el miserable robo de unas miserables copas, o la falsa acusación de un enemigo político, ya no tiene remedio... la vida (o la mala vida) sigue... aquí no hay culpas que repartir... puede que yo esté algo obsesionado (y mucho) por llevar 30 añitos hablando de la posible/casi cierta pérdida de la adolescencia... de una mutilación parcial que esta sociedad adulta dominante tiene como norma existencial...

      En fin, elucubro, que no es poco, y bien me lo tengo ganado tras horas y horas de soportar a una caterva de preadolescentes empeñados en que tú, como adulto, vienes a ser la última mona del espectáculo cirquense que le tienen montado, ese "extraños" seres llamados adultos... como si no fueramos las fotos precisas y desnudas de todo oropel photoshóbico de su puto futuro...

      No sé como será la mirada de un ser humano en fase de "ido", pero seguro que no se diferencian demasiado (externamente) de como te miraba alguno de estes ejemplares de meros prototipos humanos...

      Bicos perdidos (y vueltos a encontrar)...

      Eliminar
  3. Desde el minuto 1 he pensado que estabais en la puerta que no era. Me encantan estas crónicas, ya se que mañana tocará buscar un sitio para desayunar y tu desilusión porque no hay sandía. Ojalá Mni llevándoos a un sitio de cupcakes y cookies paa hacer fotos en instagram

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. :):) va a ser q estamos más en la higuera pq a mí lo de la puerta equivocada ni se me ocurrió... y el desayuno atentado a la Sociedad de Salud Cardiovascular fue el día 1, tendrás q esperar... para darte vida en el del díá 30 colgaré mini-colada (foto q hice solo por vosotras claro)

      Eliminar
    2. ¡Bien por la colada! No podía faltar...

      Eliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.