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| Los Smith viviendo el verano de lujo bajo el sol griego |
La Smith ya me explicó que se iban porque ella "necesitaba unas vacaciones". El resto no. El resto llevamos sin salir de La City desde enero y no necesitamos una playa, a ser posible griega. Lo que nos pasa al aburrido resto, es que tal vez se nos haya ocurrido que volar quizás no sea la mejor idea (ni llegarse al aeropuerto, que aquí es un via crucis de metro, estación, tren, seguridad, baile una sardana, y suma y sigue), que si vamos a ver a familiares mayores igual les contagiamos, que aún no está el horno para bollos.Si no tienes la alegría de los Smith, qué hacer. Nosotros decidimos en primavera dejarlo todo en el aire, y si eso, en un punto, improvisar. No sé, pensamos, tal vez en verano, un día que no llueva cogemos el coche y a donde nos lleve. As if.
Como si fuera tan fácil. El primer reto: "el día que no llueva". Requiere aclaración: en UK a veces tenemos buenísimas primaveras (como esta del confinamiento, se confirma q dios existe y es un cafre), pero que el 15 de agosto, sin dilación, comienza el otoño. En julio varía, podemos tener lo que a ellos les parece una "ola de calor" o miseria bajo la lluvia. Así que tontamente dejamos pasar julio -es lo que tiene la improvisación- nunca se ve el momento: esta semana el Peda tiene algo, aquella Mini hace el campamento de tenis, y se va posponiendo hacia lo que llamaremos El Precipicio (agosto). Pero nosotros ahí, tranquilotes, jugándonosla.
Por fin se estipula que la semana de nuestra improvisación será la del 1 de agosto. Al principio consideramos un tour de los nuestros: dos noches en Norfolk, para que Mini vea Cambridge (no para que conozca su próxima universidad, dado sus niveles de tocrse los piii todo el verano, sino pq le gustó la peli de Hawking), las Fenlands (las marismas, casualmente estoy leyendo "Waterland" de Graham Swift ambientado en esta zona), subimos por Lincoln, pasamos necesariamente por Grimbsy (donde vivimos el primer año que llegamos al país, y nunca hemos vuelto-arghhh, 22 años después) y subimos hacia los Moors (páramos) de Yorkshire. Eso un día, al siguiente, cambio de planes: lo del ir de trashumantes parando en distintos B&B igual no es el mejor plan (esquinazo al fomite!!), así que improvisaremos en un cottage (traducción "casita de campo", que cubre el amplio espectro desde encantadoras construcciones con vigas tudor y tejados de paja hasta triste chamizo con sofás florales y ducha eléctrica). Nuevo plan: siete noches, armados de desinfectante, gafas de sol (para los sofás florales, este tipo de cottage es claramente el nuestro) y tal vez ajos.![]() |
| Cottage idílico bajo la lluvia |
Como si fuera tan fácil. El segundo reto consiste en encontrar ese cottage cuando casi todos los habitantes de la isla (salvo algún Smith) han tenido la misma idea. Pero yo soy más lista: a los ingleses les gusta Cornwall (Cornualles) y el Lake District (distrito de los lagos en Cumbria), y Devon, y Gales. Así que, fácil, tengo que enfocarme en el resto del país. Pero claro, tengo una plan oculto: yo no quiero cualquier lugar del país.
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| Aquí sola con mis demonios, y resulta que no son mala gente |
Como si fuera tan fácil, aún seguimos con el segundo reto de encontrar un cottage incluso no en las zonas favoritas: todo está reservado. Hay trescientos buscadores de cottages que no funcionan: parece que desde que descubro un lugar, me decido, les enseño las fotos a mis compas y le doy a click, siempre hay alguien dándole a click en el mismo momento en Birmigham. Hay otros en los que hay que escribir, para recibir respuestas como estas: "lo siento, no tenemos disponibilidad de ese cottage al que usted alude, pero tengo otro monísimo por £3,500". O bien "tengo uno de 16 plazas para sus fechas". Otras veces, me han salido castillos: atención, castillacos por £5000 y pico una semana (como quedada divagantes, a considerar). Al final, a tres días del Día D, caigo por la noche, desesperada, en una página oscura donde se anuncian mayormente granjas, algunas sospechosamente baratas, idílicas por fuera, pero sin fotos del baño (ahí el Peda se planta, como se plantó a mis sugerencias de camping). Les mando las peticiones a los granjeros, así medio a escondidas. Y, adivinad qué, el martes por la noche, 22:03, ya en la cama leyendo, suena el teléfono. Un susto: pero no, tranquilos, era John, de los cottages, que ha tenido una cancelación, y que su hijo iba a ir, pero justo le llegan unas maderas esa semana e imposible, y luego hay un hombre llamado Jack con 4 hijos que también lo quiere, pero que nos prefiere a nosotros, mejor que tanto jaleo, y que se ha gastado £4000 en químicos, que desinfecta de las 9 am a las 6 pm, que tiene un perro y 71 años, pero se conserva fenomenal, y que sí, lo sabe, ha sido una locura, todo el mundo quiere salir, y no hay suficiente alojamiento, que él está agotado, y que por ser menos nos hace un descuento, y así no para de hablar durante 16 minutos, sin dejarme meter baza.
Me llega un flashback de los Smith, en su piscina privada de Meganisi: he sido poco razonable con mi amable fuckoff? Pero a la vez, me voy a convertir en ellos haciendo lo que podrá salvar esta semana, que será escribirla y hacerle fotos (lluviosas)? Es de recibo compartir esto en redes sociales? Este, de todas formas, es un dilema del que tal vez no he hablado, pero que viene de largo: es justo que yo cuelgue mis vacaciones en un escaparate donde gente que no puede nunca irse a ningún sitio lo vea? Por supuesto, me tranquilizo a mí misma con mil excusas: que esto no es "show-off" (presumir, casi nadie sabe quién es Di) y que yo iba a escribir los diarios igual y que tal vez haya alguien, no sé, en Montevideo, a quien le ayuden porque está planeando esa misma ruta. Como dice una amiga con la que compartimos la pasión por las fotos, ante el dilema: "joer Di, que no somos influencers". Mini se ríe de que en Insta tengo una media de 4 "likes". Pero hoy he hablado con mis padres, mayores, muertitos de miedo, metidos en su casa en Vetusta y me ha recordado a toda la gente que, por diversas razones, como ellos, no salgan a ningún sitio. Y cuando me han dicho "pasadlo bien" (tras todos los tened cuidado), toda la tradición judeocristiana ha caído sobre mis hombros.

Entonces veo los páramos de Yorkshire empantanados de lluvia y a los tres debajo de un árbol esperando que pase el chaparrón compartiendo un paquete de galletas "Rich Tea" (las más tristes del mercado) y pienso: igual contar esta miseria anima a los que se queden en casa, que todos tenemos un pequeño sádico dentro. Algo me dice que esto no van a ser las vacaciones de los Smith.












