Termino "Boulder" con una sensación similar: no es para mí. Baltasar usa un lenguaje lírico que a veces me ha gustado, con frases que son imágenes que agradezco haya metido en mi mente, pero otras veces no les he encontrado sentido -será mi problema?- y por ello me he cabreado y decidido que son pretenciosas e "intensas" (esa palabra). He desarrollado una nueva puntuación en mis subrayados (igual ya la había usado antes) que es entrecomillar frases que me irritan, y hay muchas: grupos de palabras potentes juntas que no acaban de tener significado. Todo esto, como digo, para mí: tengo claro que un analista dirá que es simplemente una reacción infantil ante mi confusión, y puede ser. Solo sé que yo en un pasado muy remoto pude escribir trozos así y que hoy no me gustaría nada ser acusada de eso: de que no se me entiende pretendiendo profundidad.
Pero por poner ejemplos de cosas que me han gustado, habla de la sensación nueva de estar enamorada como "ser consciente del magma inestable sobre el que flota el milagro de los mares y los continentes", -que viene a ser ese terremoto físico del que hablaba Ilsa en Casablanca "son cañones o es el latido de mi corazón". O cuando tu amor te hace sentir drogada porque "te corre por las venas", pero luego, la tristeza de la "vida que se agota a sí misma" y "los cuerpos que un día se amaron con violencia hoy son blandos y vulnerables". Porque "follar por las razones equivocadas es como salir de un edificio en llamas por unas escaleras que llevan a ninguna parte".
En cuanto a contenido, tenemos a una narradora (a la que Samsa, su pareja llama "Boulder" por esas enormes piedras solitarias en medio del océano) con un estilo de vida alternativo que se resiste a ser domada por la domesticidad. Todas sus opiniones de ese mundo estable con muebles de Ikea y velas laterales son las mías -aunque obviamente no llevo ningún estilo de vida alternativo- y mucho más a los veintipico:
"Ese tipo de viviendas me dan escalofríos (...) las venden con fantasmas hechizados de tu futuro ya dentro. Ríete de Canterville. Las casitas unifamiliares recién construidas tienen alma, un alma famélica que se alimenta de la tuya chupándote la libertad, la independencia, cualquier indicio de pasión".
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La domesticidad del desayuno en el balconete |
Lo que quiero decir con el párrafo anterior es lo siguiente: cuando se empezaron a casar las primeras parejas del grupo de Vetustilla e iba a visitar sus pisos, se me caía el mundo encima: era justo lo que yo no quería ser ni hacer (que es lo mismo). Entrada, un salón grande aún sin muebles ("lo iremos amueblando con el tiempo, de momento solo esta sala pequeña, qué queréis tomar"), la cocina a todo plan, varias habitaciones, dos baños, uno en-suite. Mátame camión. Ayer hablaba del "Choose Life" de Irvine Welsh [precisamente Trainspotting se publicó en 1993 y la peli tres años después: bang en esa época de mi vida] y ese comienzo de libro fue un poco manifiesto para mí: curioso cómo a esa edad quisiera -al menos mentalmente- identificarme más con un grupo de yonkis que con la gente del pueblo de vacaciones. Luego hemos terminado todos más o menos igual -por lo menos, vivos-, pero como también hablábamos el otro día, lo importante es la historia que nos contamos a nosotr@s mism@s, y mi auto-historia sería peor si me hubiera metido en uno de esos pisos, y creo que esa manera de pensar fue uno de los factores que explican que haya acabado en esta isla.
Volvamos al libro, que me voy. También comparto otras partes de su visión de la vida, como "Samsa cobra el sueldo manchado de sangre de una multinacional", pero por otro lado se narran experiencias que yo no he vivido porque la narradora es lesbiana (de qué va la literatura, sino de ver el mundo desde otros ojos?), y esta historia de amor y pasión se narra desde esa mirada. Y yo ahora no recuerdo haber leído nada tan explícito sexualmente desde esa voz, y puede ser que desde ninguna. Curiosamente, hoy he terminado "A sport and a pastime" ("Juego y distracción") de James Salter, una novela rara publicada en 1967 con continuos encuentros sexuales pero de chica-chico, de la que destacaría la extrema asimetría sentimental causada no sé si por tema de género, de clase, de época, de personalidad: el tema exasperante de siempre, la chica de clase trabjadora quiere al final de esa relación sexual un matrimonio, mientras que el chico de clase alta de personalidad inquieta... pobrecito, no sabe lo que quiere.
Es refrescante aquí, pues, jugar con otros parámetros totalmente, ya que el tema de género no entra por razones obvias y el de clase -aunque Samsa gana mucho más que Boulder- tampoco se toca, sino que parece más un tema de personalidad. La narradora es un ser muy deseante, en contraste con su pareja. Al final del libro me he quedado con la sensación de que Boulder era siempre la que movía la relación sexual y que Samsa se dejaba querer. No hay un solo encuentro en el que Samsa inicie o le haga nada a ella: siempre es Boulder la que "la bebe, como si la hubieran educado para el desierto. La traga, como si tragase espadas, con un esmero vital y muy despacio". Esto es un ejemplo de lenguaje poético que para mí no ha funcionado: me encanta la sonoridad y la fuerza de "la trago como si tragase espadas", pero el contenido no la sigue: esta frase iría más para otro tipo de sexo, con connotaciones ambiguas, complejas o negativas, y desde luego no "esmerado y muy lento". Pero igual me equivoco porque Boulder vive un sexo desesperado, violento, le va la vida en ello, mientras que Samsa se echa de espaldas. Supongo que las dinámicas serán distintas en cada pareja, tal vez habrá siempre alguien más dominante o interesada en el sexo, pero esta asimetría me ha hecho sentir triste por la narradora - por diferentes razones que en el libro de Salter.
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Nadie preparó a la narradora para esto |
Otro tema que acentúa las diferencias entre esta pareja es la maternidad -"un tatuaje de por vida"-, a la que se lanza Samsa por reproducción asistida, sin ninguna gana por parte de Boulder. "Las lesbianas no llevan mochila a las clínicas de reproducción asistida": gran reflexión, en contraste con las mujeres que lo han intentado sin éxito naturalmente y acarrean la mochila de la inmensa tristeza tras decepciones mensuales durante mucho tiempo. Este es otro de los temas que es interesante verlo desde la perspectiva de la homosexualidad, en especial lo que ella llama "la jerarquía de la maternidad" [este tema con la heteresexualidad me está dando ya para otro divague en mi cabeza, así que no entro]. Conozco a alguna pareja de mujeres que han seguido este proceso, pero no tengo la confianza para que me hayan contado los detalles. Sin embargo, sí que desde fuera tenía la impresión -tal vez equivocada- que la hija era "más" (si esto es posible) de la que la gestó. En la novela, esto es clarísimo y Boulder narra muy bien cómo se siente desplazada totalmente de esa pareja que es Samsa con la niña que ha venido a usurpar su lugar. Claro que Boulder nunca quiso esa hija: aunque dejó su vida no convencional de cocinera en barcos en Chile por una vida de adosado en Islandia, sigue sin querer esa vida de adosado en Islandia. Es un problema enamorarse de alguien que tiene una "cosmovisión" distinta de la tuya - y aquí da igual la orientación sexual-, porque al principio, cuando las hormonas y los fuegos de artificio, todo guay, pero cuando llegas al sofá, ay. Siempre usamos a esa pieza de mobiliario, el sofá, como el símbolo del aburrimiento vital, y me gusta esta descripción de Baltasar:
"Es curioso, pero nunca habíamos pasado nunca tantas horas en el sofá (...) Últimamente siempre acabamos en él. Es el mueble para sentarse a hablar, el mueble de la sensatez, diseñado para mantener la verticalidad, quedando la cabeza como corona categórica de los órganos obedientes que hay mucho más abajo, entre ellos, el corazón. He desarrollado una aversión a este trasto, es tan insoportable como la persona en que me convierto cuando Samsa me invita a pegar el culo en él."
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No es un sofá, pero casi |
Otra frase que me gusta: "la naturaleza es imperfecta y cruel, parece rabiosa. No es ni ha sido nunca sabia", sobre el parto, mientras asiste al de su pareja [estas cosas siempre me recuerdan a una amiga mía ginecóloga: "proceso fisiológico, una mierda"]. Y esta otra: "ríete del hachís, la cocaína, las drogas sintéticas. Existen concentraciones hormonales capaces de llevarte al cielo en un segundo y precipiparte a los brazos de las furias más locas". Bueno, qué decir: totalmente. Hormonas, neurotransmisores, lo llevamos todo dentro. Espero que en este párrafo logre transmitir cuán física es esta novela. Es cuerpo, fluídos, carne, es amasar, es revolver, son olores y sensaciones.
Hay una escena sexual final que, de tan poético que es el libro, no entiendo a la primera. Es casi como si vieras un acto en el que no distingues de quién es ese brazo o esa pierna, es todo un Shiva de esos de los grabados y terminas confusa, pensando que tal vez no te has perdido nada, es que es todo tan loco que no hay nada que entender. Para asegurarme se lo hago leer al Peda, que no está intoxicado por ese mundo en el que me ha metido a mí Baltasar y me aclara lo que hay. Por supuesto, pensaba que aquello era una metáfora, ya lo veo. Y ahí me vuelvo a enfadar un poco, a modo de dejá-vu de cuando un perro narra el sexo entre dos humanos. La New Age no es para mí, las frases con palabras favoritas (reconozcamos: tod@as las tenemos) sin contenido tampoco. Ni siquiera una narradora con la que me he podido identificar en cuanto a su manera de entender el mundo ha conseguido sacarme de los otros agujeros.
Al terminar el libro-fórum telefónico le digo a P. que pese a todo me alegro de haberlo leído y ahora tengo curiosidad por saber si el poso que me quedará dentro de un tiempo será el de "autora catalana que escribe distinto" o el de "amiga de N. que me da bajona"(en relectura, me sorprende la voz que me ha salido en este divague: es la mía? no tira hacia abajo también?) o uno nuevo y diferente que me dé ánimo y energía para leer los otros dos.
Escribir por obligación, porque alguien quiere que leas un libro para que le des tu opinión es bien difícil, así que, te agradezco que lo hayas leído y la hayas plasmado en este post tan largo.
ResponderEliminarUna vez más me sorprende lo extenso que lo haces aunque no te haya gustado.
Solo quería darte las gracias y, espero no ponerte otra vez en ese compromiso.
Muchas gracias y un beso.
P... deberías saber q a estas alturas del partido cada vez hago menos cosas por obligación (ultimam ese rollo de levantar pesos para perimenopausicas) y, desde luego, NINGUNA q tenga q ver con este blog (imagina, para lo q nos pagan...). Y no es q no me haya gustado tampoco: también en la vida hay cosas con las q te relacionas con uan complejidad más allá del "me gusta" o "lo odio"... hay experiencias a las q les puedes reconocer texturas interesantes dentro de una sabor q tal vez no te convenza o al revés... espero haberlo plasmado aquí.
EliminarMil gracias a ti por leerme y me voy con mi bici-el único deporte q no hago por obligación :)
muxus, di
Esa frase de "la naturaleza es imperfecta, parece rabiosa..." me lleva a dos lugares.
ResponderEliminarPrimero a que no existe la perfección, son incongruentes la perfección y la evolución constante. Pero alá la autora de marras.
Segundo, lo de rabiosa. Cada uno la ve como quiere. Yo, por ejemplo, la noto muy desencantada últimamente. El empeño del ser humano por ser una mediocre versión de homo sapiens, la tiene que tener acongojada. Hasta el extremo de empezar a dudar si nos sería bueno darnos una ración de extinción, para empezar de nuevo, Con otra variante de ser vivo inteligente, pero que llegue a lograr un mayor nivel de uso de su inteligencia emocional.
Por cierto, que de las generaciones nocilla pienso que algo dijimos por aquí. Frente a ellas yo me suelo pedir un homero...
Bicos evolutivos...
Yo creo MV q lo de la naturaleza imperfecta con respecto al parto lo pensamos muchas mujeres (y q se habrìa hecho mucho màs si pariesen los hombres), pero ademàs es tb una respuesta a esa.corriente de q todo lo natural es por definiciòn beneficioso o como tiene q ser. Leìa el otro dìa q esas dietas "paleo" q intentaban imitar esa manera de comer de la edad de piedra no tienen sentido pq para empezar, los animales q cazaban ellos nada tienen q ver con los criados en granjas por nosotors, o por ej no tenìan legumbres (no existìa la.agricultura), q toda la evidencia dice q son las mejores fuentes de proteìna...lo "natural" es tambièn la bacteria q nos mata...
EliminarBicos intervencionistas
Darling Di,
ResponderEliminarTe leo y no puedo por más que transportarme a mi yo de veinte y pocos años, que cogió una crisis existencial brutal: la vida se resume en tener un piso de tres habitaciones, dos hijos y un monovolumen? Recuerdo a mi amiga L, que me miraba con ojos como platos mientras yo lloraba desesperadamente, y me decía, pues sí, qué otra cosa? uf, yo no entendía. Y sigo sin entender pero la vida me ha colado el gol: no tengo un piso, tengo una casa (que aún es peor, gracias que por lo menos no es en las afueras), dos hijos y un monovolumen.
Qué sinsentido todo.
Petons, Di.
Anna
Darling Anna, somos esas almas gemelas q nos tuvimos q conocer 30 anios después... pq yo a mis 20 tampoco encontraba a gente así. En esa época quería irme de "Médicos sin fronteras" y lo q me paró es q no sabía hacer nada y pensé "pobres africanos, has de formarte" y la acabaron pagando los pobres ingleses.
EliminarY fwd 30 anios y, como dices aquí estamos, tú con monovolumen y gemelos, y yo volviendo de un sarao con las "fuerzas vivas ejpaniolas de la city" (los equivalente del boticario, el cura y el guardil) en un edificio construído con la sangre de las colonias...
Pero podría ser peor... l@s he visto...:)
Petons my lovely
di