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13 marzo 2022

Serial 44. Birmingham: el examen. Ser tu profesión, o tu familia, o tu hobbie. Buscando a un fantasma.

"Ante todo: no se cene curry la noche anterior al examen", dijo aquel profe en aquella clase-preparación-examen hará dos meses. Empezamos bien: saludos desde "Taste of Rajasthan". Pero puedo explicarlo todo: tras viaje en tren interminable, varios transbordos y sus esperas, he llegado a Birmingham, donde por sorteo salió que voy a examinarme. Me alojo en otro de esos hoteles que no necesitan más descripción que el gentilicio, y este Rajasthan de bolsillo, establecimiento por otro lado con exceso de colorido y mala iluminación, es lo único que hay cerca. Mañana es el gran día y, según como me sienten las especias, hoy puede ser mi gran noche. Sería mi remate: estoy literalmente en las últimas, nivel cuando vuelva a Banderley no solo necesitaré una semana de baja laboral, sino de ingreso en una de las plantas. Una paciente extenuada más: en época de Freud lo llamarían ataque de histeria, hoy reacción de estrés aguda. La semana como novia de Drácula - noches intensas, alimentación dudosa y días culpables - no ha sido lo mejor para mi cuerpo: está pasando factura.

El restaurante es auto-servicio: frente a las cajas metálicas,  sopeso qué salsa será la menos nociva para el estómago medio. Es deprimente cenar sola, todo el mundo está como mínimo en pareja, y el camarero no ha ayudado con su “cómo-puedo-ayudarte” inicial. Veamos, es un restaurante, ¿usted qué cree?, pero lo que he dicho, con un leve tono interrogativo hacia el final ha sido, "mesa para una". El ha debido sentir pena o tal vez desorientación sobre el mundo en que vivimos, uno en que mujeres van solas a restaurantes. Vuelvo a mi mesa, basmati vegetariano con cúrcuma. Hay dos chicos y una chica en la esquina montando bastante jaleo: espera, ¿no es aquel Rob, el de Nottingham? Cuando se levanta al buffet, me acerco a por un trozo de Naan y, tras vernos,  esos lugares comunes de encontrarte con alguien: sorpresa (oh-my-God), qué haces aquí (el examen) y breve reminiscencia de momentos pasados (qué risas en el curso). Me invita a unirme a su mesa: está con Neil, su amigo también de Nottingham y han quedado con Roxanna, que trabaja en Birmingham. Los tres eran parte del grupo de guays que tras las clases acabamos en Koko.

-¿Os acordáis de Mariona, del curso en la Tavi?

-Hola!, qué tal?

-Mariona! - y Neil se levanta y me da dos besos, algo que los ingleses de nuestra generación ya suelen hacer, pero les sigue quedando poco natural. En Banderley, por supuesto, no se hace. - !Qué alegría! ¿Cómo estás?

Roxanna me hace espacio a su lado con una sonrisa, y dice:

-A Mariona tenía yo ganas de ver. Más que nada para que nos contase qué pasó después de Koko con el abogado que dió la clase de la tarde.

Guau: esto es empezar la noche con fuerza. Lo había olvidado: Roxanna era la que flirteaba abiertamente con Jack en el “role play” de la clase y luego por la noche en el pub. Pienso en el walkman que me he dejado en el hotel con la cinta de jazz que él me envió, que llevo escuchando en bucle desde entonces. Suelto una carcajada -que espero no suene nerviosa- y lo siguiente es desviar:

-Ay, qué va, qué va, pero qué bien lo pasamos en Koko no? Qué ganas de volver - me paro un momento para constatar que siempre es irresistible entrar en batallitas de noches de alcohol y risas:

-Ah, sí, fue genial, una pena que hoy no podamos ni beber -dice Neil- Yo aún tengo que mirarme un par de cosas esta noche...

-No seas agonías -este es Rob- ahora después de cenar podemos perfectamente tomar una cerveza. ¡No vas a tener resaca por una!

-Eso, me apunto, ¿tú Mariona? -dice Roxanna- Pero solo una.

El resto de la cena la pasamos hablando del examen: el temario, las partes que llevamos mejor, peor, la estructura del día. Por la mañana es la maratón de preguntas de elección múltiple -quinielas, las llamábamos en mi facultad, cómo explicarles ese concepto. Por la tarde está la evaluación crítica de un artículo de investigación (¿llevamos todos calculadora?) y los ensayos de dos temas. Rob teme la parte de estadística, Roxanna no se sabe bien la farmacología, Neil se lo ha estudiado todo, en realidad. Yo nunca he sabido tan poco de cómo voy preparada: es el primer examen que hago en este país y desconozco los parámetros. Si suspendo, lo peor no será volver a presentarme el año que viene, sino tener que enfrentarme a Cook -todo lo que hace en supervisión es desviarme del programa establecido, pero él cree que me ha ayudado- y a Wences, que tendrá una razón más para decirme que paradójicamente, Banderley me distrae del estudio y que me centraría más en el epicentro de una ciudad bulliciosa.

En el pub me preguntan por él. Les cuento que Wences ya pasó este examen hace tiempo, que está bien. Les sorprende que no nos conociéramos de antes, parece que emanamos una energía de amigos de toda la vida. No pasa con mucha gente, que les conoces y enseguida te sientes cercana; tal vez cada vez pase menos, a medida que cumples años, no sé. Por supuesto, quieren saber cosas de Banderley, el último bastión, el lugar mítico al que solo unos pocos se atreven a ir, pero que todos quieren conocer. Me felicito de haber comenzado mi diario -que esta semana de estudio he dejado abandonado- algún día tendré que escribir una novela sobre el asylum-por-antonomasia. Opinan que hay un tipo de residente que es atraído por Banderley -yo no cuento porque soy extranjera, o sea, indocumentada-, pero el resto suelen ser neuróticos y excéntricos. Gente para los que su mundo es su profesión, sin vida propia, que aceptan ser institucionalizados como los pacientes. Después de haber vivido allí más de un año, me parece injusto: vale, están los Sandips de turno, pero la gente tiene otras inquietudes. Les hablo de ver estrellas en verano, de remar, de nadar, de bajar a Whitby, de socializar, porque también tenemos un bar y hay un grupo que lee. Me miran, soprendidos. Sí, hay una chica que acabó allí solo por la tradición Bronte- omito que todo intento por crear un grupo de lectura o escritura ha sido abortado, y no sé por qué. A mi intento de normalizar la cosa responde Roxanna:

-No, lo siento, no es normal: ese sitio es endogámico y patológico.

-Pero, ¿en qué te basas? ¿Conocéis a alguien que haya estado en Banderley? - pregunto, mi pequeña exasperación tal vez evidente. 

-No, eres la primera. Y la verdad me sorprende: el imaginario de los de Banderley no eres tú.

Rob y Neil asienten. Me pregunto por qué Banderley despierta estas pasiones aquí afuera.

-Mariona tiene razón -dice Neil- Nuestros juicios están basados en folklore y leyendas. ¿No estábamos hace diez minutos hablando de la parte del examen de valoración crítica? ¿No estábamos comprobando si tenemos pilas en la calculadora? Pues eso: no tenemos datos, no estamos siendo científicos.

-Y además, conocemos a alguien -sigue Rob- que está allí y nos lo desmiente. ¡Deberíamos hacer un estudio!

Todos nos reímos, pero… ay, qué idea. De nuevo, mis mejores dotes interpretativas para pretender eso de como-quien-no-quiere-la-cosa:

-No, hablando en serio: estoy haciendo una auditoría en una planta que me gustaría publicar. Estoy usando datos de una de las anteriores residentes y me gustaría hablar con ella -todos asienten, mi historia es tan plausible que hasta yo casi me la creo- Total que, ¿sabéis si hay manera localizar a antiguos residentes?

-ah, sí… El Colegio de Psiquiatras tiene un listado de todos nosotros, el cole de médicos también… -dice Roxanna- Podrías llamar, y con tu número de colegiada y buenas razones, igual te lo dicen, o por lo menos le dicen a ella que la estás buscando.

Todos asienten y siguen hablando del examen. Mi mente está ya en otro lugar: voy a poder localizar a Lannister, voy a poder llamarla por teléfono, tal vez quedar con ella. Lannister, de la que no había esperado nada más que que fuera un fantasma. Igual que no tienes esperanza de conocer nunca a un escritor que te gusta, me doy cuenta que nunca pensé que fuera real. Quiero que pase ya: no puedo esperar. Pero ahora olvídate y céntrate en el examen. O por lo menos en la conversación con estos tres.

Pero menuda soy yo cuando entro en bucle. De camino de vuelta al hotel, me encuentra una cabina. Está vacía, tengo 50 peniques. Pero son las diez: no sé si son horas de llamar a una casa respetable. Pero es la de Wences.

-Mariona, querida!!! ¿Cómo estás? Justo hablando de ti! -breve pausa, una voz de fondo dice algo que no entiendo- Saludos de Richard. ¿Qué tal el viaje? Qué sorpresa que llames, ¿tanto miedo tienes?

-Emmm, no, bueno… estoy bien. ¿Sabes? Me he encontrado con esa gente del curso de la Sección 12, ¿te acuerdas? Aquellos chicos de Nottingham, ¿Rob y Neil? Y una de las chicas de Birmingham, Roxanna…

-Ayyy sí, qué simpáticos, dales my love. Qué bien, ya que no ibas con nadie del maldito manicomio que te hayas encontrado a esta gente… -otro que nunca desaprovecha una oportunidad para meterse con Banderley- Es agobiante ir al examen sola, pero bueno, así eres tú, la llanera solitaria…

Risa amable y: Wen, mira, te quería pedir un favor.

-Qué decepción: la dama de hierro no llama solo para apoyo moral.

-Necesito que llames al Colegio para preguntar por el hospital en el que trabaja ahora una compañera. Ella estaba en Banderley antes, y tengo que encontrarla. Mañana yo no puedo, y es viernes, y necesito saberlo ya.

Como tantas veces recientemente -pobre Derek- me doy cuenta que mis historias abren un montón de preguntas en mis interlocutores. Pero solo tengo 50p y le prometo que se lo explicaré, algún día. Dos larguísimos segundos de silencio y al final:

-Mira, no entiendo nada, pero mañana llamo, si me prometes que vas a estar centrada durante todo el examen. Recuerda que es un día muy duro. ¿Te has comprado barritas energéticas? ¿Llevas botella de agua?

Es una madre, Wences. Le digo a todo que sí (no tengo barritas). Me manda un beso y le prometo que bajaré un finde a Londres cuando haya terminado esta pesadilla. Puede ser enseguida, si suspendo -y tendré que esperar seis meses para repetirlo- o un poco más tarde si apruebo y paso al oral, que será en tres semanas. En todo caso, en un mes le veo.

Las noches anteriores a los exámenes suelen ser épicas, y no en el buen sentido. Esta está resultando atípica (¿cuándo me había ido de bares en la previa? ¿cuándo en un hotel?) pero me duermo enseguida. A las 4 am, sin embargo, una alarma: el radio despertador que se había dejado un cliente anterior. Maldigo al imbécil que lo dejó, a los dueños, maldigo al mundo, maldigo a la vida, y sobre todo a mí misma por no haberlo comprobado. Me conozco: imposible volver a dormir. Tal vez no elegí bien mi trabajo, tal vez alguien que no puede volver a conciliar el sueño cuando su noche es interrumpida no debería meterse en esto de la medicina. Pero es demasiado tarde para dejarlo (¿lo es?): cómo invitan las 4 de la madrugada a hacerse estas preguntas existenciales. Me siento en la cama y leo la sección de “Desorden de Conducta”, repaso estudios, lo que dice la evidencia sobre sus causas, su tratamiento, todo esto sin saber que una de las preguntas largas -que por supuesto, bordo- va a ser: “Los niños con desorden de conducta son solo mocosos malcriados. Discuss”. Por supuesto, no lo son, y si estuviéramos en otro punto de serial, aquí irían tres párrafos buenos de divulgación. Pero ya estamos cuesta abajo y sin frenos: acción.

Cuando aparezco a las 8:30 en la universidad no veo a mis compinches de la noche. Hay demasiada gente, algunos en grupos. Tenemos que mostrar la carta que nos enviaron, con el número. Lo llevo todo, también la calculadora, y hasta unas barras de muesli-encontradas en una farmacia, en serio. Llevo caramelos, chicles, agua y muchas capas de ropa: una nunca sabe si estos ingleses van a dar el aire acondicionado. Llevo coleteros en la muñeca, y un reloj que puedo dejar sobre la mesa. Llevo toda la información que he podido acumular en la cabeza, y una especie de temblor en la caja torácica. Llevo un libro de lectura, por lo que pueda pasar. Llevo mis bragas de la suerte (dobles disculpas por la afrenta de compaginarlas con ciencia -una vela a Dios, otra al Diablo-y por introducir esta imagen en la retina del lector).

Es una sala enorme, con mesas individuales en filas, nos van ordenando alfabéticamente. Es curioso, en esos momentos de impasse, observar a la gente. Hay muchos indios y paquistaníes. Las típicas inglesas con nariz respingona. Chicos cuidadosamente despeinados con camisas floreadas. Un par de pelirrojos. Coloco el reloj sobre el pupitre, cuelgo la mochila detrás. Ruido de sillas, con eco. Toses. Murmullo. Empiezan a poner los cuadernillos con cientos de preguntas de test boca abajo. Instrucciones. No se puede tener nada encima de la mesa, recoja su reloj. Pueden dar la vuelta, buena suerte.

Nombre, número de identificación y primera pregunta. Neuroanatomía, la primera la sé, sigo y sigo, y en un momento desconecto de la sala, no tengo frío ni hambre ni sed… entro en una especie de trance y voy marcando en la hoja de respuestas. Algo ha pasado en el fondo de la sala, pero no lo registro. Leo, paso páginas, dudo, sé, pondero ambigüedad, porque a veces saber mucho no es bueno, dejo algunas para el final, vuelvo, repaso. Fin.

En la cantina está Roxanna, nos sentamos a comer, ella va impecable, como si no hubiera pasado varias horas frente a un examen. Como buena inglesa, elogia mi ropa, que es lo más básico y aburrido imaginable: un jersey de cuello alto negro y pantalones vaqueros. Siempre encuentro complicado manejar estas situaciones: no me sale elogiar por elogiar, porque toque, por amabilidad. Me sale fácil cuando algo me gusta de verdad, pero aquí es una “economía de fichas”. Si eres el receptor, has de seguir un ritual: primero, minimizar el piropo -“oh, qué va, este jersey es viejísimo” o “lo encontré en un saldo” y luego devolverlo, sin que se note mucho. Sufro pensando cómo decirle nada de su ropa que suene sincero: yo nunca iría a un examen como a una entrevista de trabajo en Vogue. Rob y Neil vienen con un té: ahora viene lo peor, la tarde va a ser larga, Rob sigue preocupado con la estadística.

-¿Os quedáis esta noche? -pregunta Roxanna

-No, cuando termine nos vamos directos a la estación, esperamos coger el último tren -dice Neil- En dos horas estamos en Nottingham. Tú Mariona no tienes hoy tren ¿no?

-No, me quedo: volver a Banderley es victoriano, con carruajes a caballo -les digo- Son dos transbordos, así que saldré pronto por la mañana… con suerte, llegaré por la noche.

-Bueno, pues esta salimos nosotras dos solas… -Roxana me guiña un ojo.

Solo se tiene 20 años una vez, tu cuerpo es un laboratorio no un templo, YOLO, y todo eso pasa por mi mente, pero afortunadamente nos llaman de vuelta al examen.

Durante la primera parte, la de criticar los métodos de un estudio, se oye el teclear de las calculadoras puntuado por suspiros más o menos regulares. El hecho de que los registre me dice que estoy menos concentrada: no ayuda que sea justo después de comer. En la segunda parte, los ensayos, disfruto: siempre han sido mis exámenes favoritos, aunque me doy cuenta que esto se acaba. Hay que estandarizar, medir objetivamente, lo opuesto a múltiples examinadores leyendo diferentes narrativas. Atenta al tiempo, o me saldré del límite: la historia de mi vida, siempre escribir de más. Introducción: plantear la premisa principal. El “nudo” o enseñar las plumas de pavo real: estudios, datos, evidencia, de un lado y de otro. Conclusiones. Cuando todo termina, todo parece haber sido un sueño, una mala pesadilla: la imagen que me devuelve el espejo del baño da mucho miedo. Ya en la calle, esperando no encontrarme a Roxanna, me planteo si estoy alucinando del cansancio:

-Wences!!! ¿Pero qué haces aquí?

-Hola mi niña… !sorpresa!

Nos damos un abrazo, qué ilusión verle. Viene a verme y de paso se queda el finde con unos amigos. Llega Roxanna. Wences da prueba una vez más su simpatía:

-Roxanna! Qué maravillosa estás! Me encanta ese collar - y me echa una sonrisa reproche tipo "por qué no llevarás tú un collar enorme de colores", un collar “statement”.

Cenamos en un japonés, shoryu ramen. No tengo ninguna práctica con los palillos, solo gracias al cucharón de madera logro no hacer el ridículo, pero he tenido tentaciones de pedir un tenedor. Wences me habría retirado el saludo por poco sofisticada, pero me lleva tres años de ventaja. Hablan del trabajo, del futuro: Roxana quiere ir a Londres en cuanto pase los exámenes: Birmingham se le ha quedado pequeña.

-Exacto, y díselo a Mariona: el manicomio la está afectando.

Otra vez este tema. Pereza. Wences cree que puede aplicar lo que desde Goffman se sabe hacen las “Instituciones Totales” en los pacientes, nada menos que a mí. Vale, Banderley cumple todos los requisitos de una institución total: gran número de personas que viven juntos, sí; aislados de la sociedad, sí; que comparten rutinas y están bajo un control formal, sí. Bien, pero hasta un crucero lo es, y la gente paga por ellos. Que sí, que los pacientes deben estar en la comunidad, supervisados. Que sí, que los efectos de la institucionalización, en la que se empieza quitando a las personas de su rol pasado, cambiándolo por el yo institucional -lo que se llama “mortificación del yo”-, es terrible. Pero tal vez esto, que se entiende en pobres pacientes que permanecían ingresados por décadas en este tipo de instituciones, ya no aplica a Banderley, un centro de ingreso de corta duración, donde no hay plantas para crónicos. En cuanto al personal, ¿quién lleva ahí toda una vida? Dr. Cook, Dr. Steen, Sister Harding, Mister Foster… en realidad casi todos, menos los residentes: algunos logran escapar. ¿Me ha despojado Banderley de mi rol pasado? ¿Quién era yo antes? Tristeza esa gente que son solo su profesión, o solo su rol familiar (pobres mujeres de décadas pasadas), o solo su hobbie. Somos la suma de todo eso y más, somos lo que amamos, y somos nuestros valores: lo que de verdad nos importa, por lo que merece la pena vivir y, aunque suene grandilocuente, morir. O su combinación: bajo qué circunstancias decidiríamos que es mejor no vivir.

Wences y Roxanna siguen hablando, les oigo como en sordina. Roxanna se ha encontrado con alguien y Wences me recuerda que mi tren sale pronto, que me acompaña un rato, sus amigos no viven lejos de mi hotel. Vamos caminando, agarrados del brazo, las calles siempre tan oscuras en este país. Miro dentro de las casas: ahí están los salones en la planta de abajo, con luces laterales, la gente viendo la tele. En una hay una mujer al piano, en otra alguien lee un libro. Bastante rato en silencio, que rompe él:

-Mariona, tengo que decirte algo…

Ya me extrañaba a mí este último rato. Le pregunto qué pasa, quiero hacer una broma, pero no me sale.

-He llamado al Colegio esta mañana… tu encargo- dice, bastante serio. Nos paramos, me suelto, le miro.

-¿Dónde está? ¿Sabes dónde está Sylvia?

Me da un abrazo y dice:

-No está, Mariona. Sylvia Lannister murió hace dos años.

17 comentarios:

  1. Bueno, bueno un final de capítulo inesperado. Creo que me he puesto nervioso con Mariona por la espera del examen y su realización.
    Espero que en otro momento escribas esos párrafos de divulgación sobre los desórdenes de conducta en los nenes.

    Aplausos

    vi

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  2. Doblemente gracias Vi! Primero por lo de q el final era inesperado, y segundo, pq has sufrido con Mariona!

    Y tengo lágrimas en los ojos con q pidas "sección divulgación"... Enseguida q pueda, lo meto! (esto es escribir "live"!!!). :)

    di

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  3. Nunca tan algorítmicamente "marioniano" y al mismo tiempo vital he encontrado la autoría de un divague. Podrá sonar a exagerado, allá cada uno/a/e, pero tiene un "como toque lovecraftiano" con ese tremendo giro final... un sánwchidt donde el intermedio está sabiendo a chorizo de Plamplona (alma de mis bocatas infantiles, las pocas veces que podía permitírmelo) , con un clásico momento de burocrático examen, y pasando, como al biés, por una sugerente investigación (auditoril?).... en fin, para rematar con ese golpe entre los maestros Charles and Alfred... y, para más inri, ese odiseico, pasado por USA, nombre de Sylvia... Enormes gracias por estes minutos de apasionada lectura!

    E moitos moitso bicos...

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    1. :):) a mí no me gustaba el "chorizo de Plamplona",pero parece q para ti es una magdalena proustiana de la infancia, así q bien...

      uy, acabo de descubrir por tu comentario q igual he de cambiar lo de auditoría. Aquí en UK un "audit" es un "hermano pobre" de la investigación: o sea, "medir" si estás haciendo lo adecuado, por ej siguiendo protocolos establecidos, etc (no investigar qué protocolo se debe estableer, eso sería investigación)... acabo de mirar y en castellano parece implicar solo auditoría financiera.

      Y no sé quién es Charles, y no he leído a LOvecraft ...

      Gracias

      di

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    2. A mi ahora no me va ni el chorizo ni siquiera las inigualables "La Bella Easo" pirenaicas... pero lo bien guardado bien queda... padezco síndrome del barroco ilustrado, así que digamos simplemente que Charles es el Dickens (que tienes que conocerlo a ovarios!)... el caótico Lovecraft lo recomiendo como tenue experiencia...

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    3. Sí sí, claro, Charles... muy fans... es q estaba pensando en cine yo...

      POr dónde empezar por LOvecraft?

      Taa

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  4. Intentaré ser escueto y sincero, aunque no sea demasiado fácil... vuestra charla sobre Banderley me trasladaron, con cierto apego mórbido a una cafetería en el "nido del cuco" o el "solitario hotel de montaña" donde, algún que otro sancho banderleyano, andaba dale que te dale "a ver que pasa"... ambos lugares con un Jack antológico, por mucho que algunos lo tilden de sobreactuado.... me río yo de la locura "sobreactuada"(!)... en fin, que tus hipotéticos compas adquieren tal fortaleza dramática, que hasta resultaría agradable tenerlos delante, por una cierta cantidad de tiempo... mucho mejor que los amigotes del Bloom (con el que ando de paseo últimamente)...

    Y fíjate como será, que hasta me haces sentir ganas (muy tímidas) de que tu Roxanna flirteara un poco comigo (lo mínimo, para no romper hechizos... que luego la realidad es siempre más cutre que lo soñado)...

    En fin, tendré que releerte ya que has dejado demasiado poso...

    Másss bicos...

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    1. Buf! IMpresiones y sinceridades:

      -La primera vez q vi el nido del cuco me encantó. Cuando la he visto tras haber pasado por mis Banderleys particulares, me ha dejado de gustar (risas)

      -Odio a Jack Nicholson como actor. Siempre hacer el mismo papel de "sobreactuado". En mi opinión, sí, está sobreactuado, ni un paciente con trastorno de la personalidad histriónica es tan florido como él.

      -Culparé a James y el muc tiempo q pasas con sus personajes de tus desvaríos de arriba.

      -jaja ya ves q intento meter vuestras peticiones en Serial, pero para q Roxanna flirtee contigo tendré q hacer un spin-off. Si vas para atrás, la verdadera tíabuena de Serial es una tal Morgana q hace tiempo no sale. Pero si hay petición popular, ya sabes, esto es "live writing" :):)

      BIcox

      di
      -

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    2. Esto es demasié y me bajo a comer...así que seguiré dentro de un cacho espaciotemporal...

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    3. Me suena algo irónica esa risita de fondo... pero me gusta y, aunque barroco, soy totalmente evolutivo, así que me quedo con tu "auditoría" técnica y a partir de ahora el Jack será algo demasiado histriónico, algo así como el Nerón ustinoviano... lo que no me gustaba era la opinión del típico crítico de cine... y, por otra banda, eso de "estar loco" atrae demasiado...

      En fin, que ahora necesito tu consejo asesor sobre la representación que de esa cosa inacesible (e inasequible al desaliento), llamada ida de olla, hacen dos actores de un mismo tipo humano : el Bates, que tal lo hace el Perkins y, sobre todo el Higmoore? Yo soy más fan del segundo, y de su madre (y su amiga) en la serie del dichoso motelito... pero estoy abierto...

      Y lo de la fata Morgana lo dejo para el siguiente divague... porque ese asunto tiene demasiada chicha, como para dejar un simple apunte. Y tengo que coger antes mi instrumental arqueológico y sumergirme en la noche de los espaciotiempos divagantes... Por supuesto que pido un spin-off, incluso una reacción nuclear en cadena!

      Bicos con momento angular asincrónico...

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    4. LO primero, Muinov... de qué dabas clases?

      Siguiendo: no vi Motel Bates o como se llame esa serie. En principio no veo series, pero si sigues con la espeleología descubrirás un divague titulado placer culpable o algo así sobre la serie q protagonizaba este chaval (q para mí spr será Charlie el de la fábrica de chocolate) en la q hacía de cirujano autista. La empecé a ver solo por ver cómo se interpretaba a una persona en el espectro y... bueno, qué decir, lo borda. La serie me parecía muy mala, pero por él y el guaperas mexicano vi un par de temporadas. Es el mayor compromiso q he tenido nunca con una serie de televisión. Sí, sí, me estoy perdiendo grandes obras...

      A ver, yo de verdad q no quería, pero es tu culpa (sabes el juego de Eric Berne de "you made me do it"-esto creo q tb está en Serial, por ahí enterrado). Si clicas a la derecha en "serial" (dentro de distintivos) te salen todos. Tienes q empezar a leer por detrás, claro...

      http://divagandodivagando.blogspot.com/search/label/serial

      "Entre bajo su propio riesgo" :)

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  5. madre mía que bien lo cuentas jodía

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    1. Pero Anónimo de las 18:24! Me ha llamado eso otras veces, pero nunca me ha hecho tanta ilu :)

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    2. Perdón por meterme, pero me vino a la testa un Gracián como una catedral!!!

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    3. Yo spr digo: Gracián vs. Mae West ("Too much of a good thing is wonderful").

      Yo tengo déficits q me impiden uno de ellos.

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  6. Pues me parece un capítulo muy equilibrado en sus partes, que son muchas. Todas parecen estar cuidadas y con entidad propia. Apenas hay divulgación. No es que me parezca mal que la haya, pero puede verse como un recurso fácil para rellenar. Aprecio más interés al escribir, y se lee con más interés también. Se te da bien escribir, aunque ya lo sabías, pero también ser disciplinada en los plazos y cuidadosa con las palabras. Eso ya es otro nivel. Escuchar jazz en bucle tiene su cosa, también.
    Cambiando de tema: mi hija va a veces a conferencias o cursos de una mañana que tratan de feminismo y psiquiatría, pero todavía no me aclaro bien de qué tratan con exactitud.
    Un abrazo

    andandos como anónimo desde PPP (pequeño pueblo pirenaico)

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    1. Gracias ANDANDOS-desde=PPP. Solo anotar q "la divulgación" nunca está de relleno...jajaj. Sabes cuántas palabras tiene Serila? 106. 527. Con ello quiero decir que seguroq hay muchas cosas q sobran, pero "de rellno" no pongo activamente nada... :) mi porblema es el otro.

      Lo de los plazos es pq me dije q lo tenía q terminar esta primavera... pero se presenta movida y ahora dudo si va a ser posible.... veremos :)

      Feminismo y psiquiatría, interesante! Peegúntale si les han hablado de John BOlwby y la teoría del apego, por lo q parece q las mujeres donde mejor estamos es en casa atendiendo al bebé... :)

      HUgs

      di

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