Hace unos días cayó en mis manos la carta que le enviaba Amelia
Earhart a su futuro marido, el 7 de Febrero de 1931, el mismo día de su boda. George
Putnam, escritor, editor y explorador, le había pedido la mano seis veces, y al final ella había accedido, pero con
muchas reservas. Amelia fue la primera mujer que sobrevoló ella sola el Atlántico.
Escribió, organizó la asociación de mujeres pilotos (“The Ninety Nines”), y
luchó por el derecho al voto de las mujeres. Cuando
estaba intentando una nueva hazaña, volar alrededor del mundo en 1937,
desapareció en el Océano Pacífico. Me pregunto por qué tengo la adorable imagen
de los protagonistas de “Up” cuando pienso en el tándem Earhart-Putnam.
Esta carta me ha llevado a pensar, de nuevo, en las
relaciones, a menudo complicadas, entre hombres y mujeres ("It´s complicated" parece que es uno de los estados de pareja en Facebook). No hay que olvidar
que Earhart pensaba y hacía así en 1931. Renunció a cambiarse el apellido por
el de su marido, y a encajar en el molde social que imperaba. En su carta,
describe un futuro en común que no interfiere en las carreras de ambos (ya que
volar era su pasión), en el que cada uno tiene su espacio, en el que la
fidelidad es algo más que de la cintura para abajo. Si tu pareja te ayuda e
impulsa a ser fiel a ti mismo es todo lo que necesitas para volar, y no solo
literalmente como Earhart.
NáN escribió el otro día un relato que añadió un nuevo
elemento a lo que ya se estaba cocinando en mi caldero de bruja de Macbeth: había leído un artículo de Suzanne Moore en The
Guardian sobre el matrimonio gay, y recordé un capítulo de un libro de Theodore Zeldin.
Total que, creo que me va a salir una serie. No es una amenaza… o tal vez sí.
Querido GPP,
Hay algunas cosas que debería dejar escritas antes de
que nos casemos, cosas de las que ya hemos hablado-la mayor parte de ellas.
Tengo que reiterarte
mis dudas con respecto al matrimonio, mi sensación de renunciar a oportunidades
en un trabajo que tanto significa para mí. Tengo la sensación de que casarme es
una de las decisiones más estúpidas que jamás he tomado. Sé que habrá compesaciones,
pero no puedo ocultarte mis dudas.
Para nuestra vida en común quiero que comprendas que no
estarás sometido a ningún código de fidelidad y que yo tampoco me considero
atada a ti. Si somos honestos, podremos evitar las dificultades que surgirán si
tú o yo nos enamoramos de otra persona.
Por favor, no interfiramos en el trabajo del otro, ni
permitamos que el resto del mundo contemple nuestras alegrías o desacuerdos. En
este sentido, voy a tener que mantener algún lugar donde pueda ser
profundamente yo misma. No puedo soportar los confinamientos, por muy atractiva
que sea la jaula.
Debo exigirte una promesa cruel: que me dejarás marchar
dentro de un año si no hemos encontrado la felicidad juntos.
Voy a tratar de hacerlo lo mejor posible y ofrecerte esa
parte de mí que conoces y que tanto quieres.
A.E.
Di, lo de ha llegado a mis manos...vista la foto de la carta...parece literal, qué sería emocionante. Como lo es ver cómo nos parecemos los seres humanos, a través del tiempo. El miedo al matrimonio como fin de los propios sueños, tenía que ser muy fuerte, en esa época mucho más, y algo muy lacerante para ella, que lo había dado todo, y dejado mucho atrás -con mucha más presión que un tío, estoy segura (no, mujeres aquí no...ahora te gusta pero después querrás casarte y tener hijos...una mujer no tiene fuerza para...), y con las alforjas emocionales muy cargadas de hartazgo- Y se casaron, y creo que el matrimonio duró hasta su desaparición. Interesante.
ResponderEliminarLas cosas claras y el chocolate espeso, el novio nunca podría decir, que no sabía dónde se metía y con quién lo hacia y encima, dejando testimonio por escrito, es cierto, complicadas relaciones hombre-mujer. Un abrazo
ResponderEliminarUna declaración de intenciones por escrito de esa naturaleza...no auguraba nada bueno. Esas cosicas ya se tienen habladas antes de firmar nada. ¡A saber dónde desapareció esa mujer! El Pacífico es muy grande...y está lleno de islas...
ResponderEliminarHola divagantes, gracias por los divagues.
ResponderEliminarIRE, es interesante lo q dices de "el matrimonio como fin de los propios sueños"... yo cuando era pequeña y veía a la gente q salía de las bodas y pensaba "qué pena, pobrecitos, se les ha acabado la vida". Realmente, estaba convencida de q después ya solo quedaba sofá y vegetar- Lo q me esperaba a mí por delante eran años de diversión, grupos de amigos viajando, trabajos en diversas partes del mundo, etc... Bueno, hoy he comprobado q esto no tiene porqué ser así, q el sofá no era el único resultado de casarse (auqnue para mucha gente sí, claro q igual ya tenían sofá antes). Así q para una mujer vital y aventurera de lso años 30, te puedes imaginar lo q suponía "casarse"? Me quito el sombrero.
Elsillóndepapá, desde luego el novio ya sabía a lo q iba, y son pocos, en serio, los q se atreven con mujeres intrépidas, listas y valientes. Así q sin saber nada, tb me quito el sombrero por él! Otro hug para ti!
Cesita, precisamente su desaparición parece q fue un misterio... así q se la tragó un triángulo de esos tornado, o igual vive en una isla del Pacífico q os cuelgo mañana, q a mí me tiene con ganas de perderme
muxus a los tres
di
Supongo que la pobre debía ver lo que ocurría a su alrededor y decidió dejar las cosas claras. Otros tiempos.
ResponderEliminarHay gente que hace lo mismo sin casarse. Depende de muchas cosas.
Que bonitas las cartas eScritas con una olivetti o similar, y sin typex !!!
ResponderEliminarSe ve que para el matrimonio no lo tenía tan claro y ya tenía el typex preparado antes de la boda
Sí, DIVA, pero lo q se casan lo hacen, encima, con premeditación, alevosía y algunos con nocturnidad.
ResponderEliminarQué dedos había q tener para escribir en esas Olivetti... gracias q no soy tan vieja como para haber pasado de jugar con la q había por casa...
Me parece una carta muy estimulante. Ya en esa época había mujeres que tenían muy claro que eran personas individuales, con miedo a perder su autonomía. Claro que tenían que ser cultas (en el sentido de conscientes de lo que eran y el mundo en que vivían) y con medios propios para sostener su individualidad.
ResponderEliminar"cultas (en el sentido de conscientes de lo que eran y el mundo en que vivían)": ¿no es eso la liberación de la mujer? Y el movimiento feminista, ¿no trata de que eso se produzca en toda la sociedad, con igualdad de oportunidades?
El miedo al casamiento (y llamo estar casados a la pareja que viven juntos, sin importarme que haya o no papeles) tenía que ser brutal en aquella época.
La parte más emocionante de la carta es la que trasluce ese miedo, sobre todo porque los avances sociales no permiten que ese miedo no se tenga ahora. Ser devorado por el otro es un peligro claro. Lo que no quiere decir que sea bueno huir de los peligros. LA exposure, que diría Di.