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24 marzo 2016

De trenes Shinkazen y banios japoneses. Cuesta abajo: frío extremo y pollo (Gora-Kyoto, J7)


Thurs, 24.03.16 De Gora a Kioto

Despertarse en el ryokan encantador el segundo día nos reafirma en lo que Lux escribió en un comentario por ahí: podríamos hacernos a los futones y vida de bosque con variaciones térmicas al límite. Desayunamos en la mesa de samurai (no he comentado que las sillas, que vienen a ser un ángulo recto redondeado -si esto es possible- son bonitas, claro que hay que estar arrodillado, para lo que aún no llevo suficiente tiempo en esta isla) y nos preparamos para despedirnos de este sitio mágico y de las hadas que lo regentan. Pienso que una de las cosas que más me ha gustado del ryokan Kanon es lo básico que es, y a la vez lo elegante y acogedor. En las largas noches de búsqueda de alojamientos en Londinium (largas noches que aún me duelen, porque me impedían divagar, leer, hablar...) caí en muchas páginas de ryokans de lujo. O lo debían ser por el precio, que si ya parecía escandaloso, aún era peor al darte cuenta que era por persona. Para el que esté interesado, una de las páginas dará una idea de lo que hablo: Japanese Guesthouses. Pero Kanon lograba la magia sin los miles y miles de yenes. También he de decir que estábamos en la mejor habitación: era la última del pasillo, y por ello tenía la esquina del bosque. Este pasillo me recordaba a mi primer Agatha Christie que leí de ninia y que abrio una época en la que leí muchos: en el “Asesinato en el Orient EXpress”, Poirot ve a alguien por el pasillo, entre tal y tal hora clave de la noche, alguien que lleva un kimono. Como las dos casitas que forman el ryokan están separadas y, creo que lo dije, hay que salir por unas puertas correderas al bosque y entrar por las otras (un pasito), esto recuerda mucho también a un tren. En fin, que divago, pero lo importante es que no creáis que esta habitación del Kanon fue deliberado -debía ser la única que quedaba-, pero me alegro. Por fin nos vamos (sí, I promise!) por supuesto, comiendo el último helado.


En realidad el Peda va comiendo, como son polos (pero no de hielo) que van en su plástico, Mini y yo nos lo guardamos para el tren chuchú que nos llevará de Gora a Hakone-Kumoto. Tambien he leído que el tema terciopelo ha causado cierta desazón entre el par o tres de divangantes que no están de procesiones y torrijas. Ah, y el skái, pero nadie me ha aclarado cómo se escribe. Ahora me hacéis dudar, no sé si la composicion del asiento es 100% terciopelo así de sala de cine, lo que aseguro es que material orgánico, haylo (intento mucho que no se nos escurra el helado). Nos sentamos en los laterales porque Gora es de las primeras estaciones, pero enseguida el tren se llena y, oh destino, cuatro ancianas venerables suben con sus gorritos y bolsas. Qué hacer sino ofrecerles el asiento, que aceptan encantadas, todo sonrisas y reverencias. Los japoneses jóvenes no se inmutan, aparte de una chica a mi lado que se ve desplazada por el tsunami que suponen las cuatro ancianitas sonrientes. Mini se queda entre ellas y de vez en cuando hay aún más sonrisas-si eso es posible- y frases en japonés que suponemos incluyen “kawai”. El viaje es demoledor de pie: el trenecito de madera va bajando la montania, que va entrando por la ventana y yo me dedico a leer el teléfono de la chica que se ha visto obligada a levantarse (su amigo/novio permanece sentado tan tranquilo). Leer es un decir, más bien es mirar cómo hace un WhatsApp japonés en el que se suceden los selfies. He dicho que los japoneses están aún más obsesionados con sus teléfonos que nosotros? La gente viaja junta en un cercanías, pongamos, y ambas amigas o novios o madre hijo van mirando su teléfono, de vez en cuendo se dicen algo, pero es raro ver una conversación sin el aparato.


En Haone-Yumoto cambiamos de tren hasta Odawara y allí otro hasta Kioto. Este ultimo tren es un Shinkazen (el típico tren que todos asociamos a Japón con un primer vagón que es la Aerodinamia si alguna vez existió esta palabra). Tener una hora y pico para sentarte y escribir, leer, mirar por la ventana es una bendición, porque como se habrá podido comprobar, la idea del tren japonés no es siempre el shinkazen: hay mil trenes menores de los que te sientas en los laterales (terciopelo o no) en los que hay tantísima gente que siempre has de ir de pie. Hay hordas de personal en este país! Sé que no descubro la pólvora, son 127 millones de habitantes que viven en ¼ del terreno, pero verdaderamente es demasiado. Y esto lo dice alguien que viene de Londinium. Cuando nos visitan amigos a menudo comentan la cantidad de gente de la city, y no les hacemos mucho caso... ahora les entiendo, si sienten el WOW que siento yo en Japón. No solo en Tokio: en todos los sitios (que no sea el moridero) hay mucha gente. Puede ser parte del encanto de este país tan diferente que alguna gente me describió como “otro planeta” antes de venir. No sé si llegaría yo a definirlo como otro planeta, pero sí desde luego a una nave espacial donde hay humanos que se han tenido que organizar de maneras distintas.

Podría haberme quedado en el tren un rato más, obviamente, pero enseguida estamos en Kioto. Mini ha estado haciendo Bond Books,-cuadernos de matemáticas- y el Peda leyendo a Roth y mirando por la ventana. Llegar a la estación de Kioto es un nuevo deja-vu de Tokio. Es inmensa, muy vertical, tiene centros comerciales, plantas llenas de restaurantes, oficinas de información y sorprendentemente, trenes. El horror viene con la estación de buses que hay a la puerta, y el enorme y complejo sistema de buses que requiere de una ingeniería (o haber estudiado en uni privada) para descrifar. Se lo dejo al Peda, que cumple el segundo requisito y que asegura que hemos de coger el 26 al apartamento de airbnb en el que nos quedamos las siguientes 4 noches.

Como espero que vaya quedando claro en estos diarios de viaje, los Pedalistas son seres caóticos por naturaleza (aspiran a ser Cronopios, pero cuando la pifian no hace tanta gracia) así que nos presentamos en Kioto sin saber cómo vamos a entrar en el apartamento, ni cómo llegar. No es culpa del tal Shiro, el alquilador, que ya lo había dejado todo claro en la web, pero a saber hace cuántas semanas me leí yo aquello, y por supuesto no se me ocurre mirar las instrucciones impresas (sí, en el UK soy organizada, pero de qué sirve si no recuerdo? Yo también, no perdono pero olvido). Así que frío al pobre Shiro de mensajes cuando llegamos al wifi de la estación, y le veo casi llorando, ofreciéndose a venir a buscarnos. Afortunadamente, la brújula que es el Peda logra encontrar el 26 en aquella estación que llamaremos o bien Doncaster, o Castejón (estos son los “nudos de comunicaciones ferroviarias” primitivos de los Pedalistas, una estación de múltiples cambios, por ejemplo Vauxhall, siempre será Castejón/Doncaster).


Lo que parece son un par de calles en el mapa, por los dioses, se me hacen horas en el 26. En los autobuses japoneses entras por detrás y sales por delantes, que es cuando pagas. Creo -atención- que los asientos son de terciopelo. Tenemos que bajarnos en una parada cerca de un puente llamado Katxura Kobasi. Varios pasajeros nos intentan ayudar para ver dónde nos bajamos, pero es que el sistema de direcciones japonés es tan complejo que nadie sabe donde está nada. Es normal que preguntes una dirección que está a dos manzanas y la gente no sepa?
 

Bajamos del bus y tras una falsa alarma de irnos en drección equivocada llegamos al edificio. El Peda dice que es “entre esta calle y esta” y de verdad que, con la dirección que llevábamos es milagroso que llegásemos al edificio. Yo tengo una especie de flashback que me recuerda al edificio que vi un par de meses antes y nos metemos en el hall. Allí están los buzones, hay que incluír un código, no vemos el número de buzón... finalmente,encontramos el número, hacemos la contrasenia sin ninguna esperanza y voilá, se abre. Siento si este párrafo es un rollo, pero puede servir como aviso para navegantes de airbnb: hay veces que es dificil encontrar la casa, lo dejaremos aquí.



El piso está muy bien, como siempre diminuto pero tiene todo nuevo. El banio resume todo lo que es la experiencia del banio en Japón, así que aprovecho este divague para contarlo. En el frontal está el lavabo y a su lado la lavadora. Son muy distintas a las nuestras (carga superior) y si sigues las instrucciones, su ciclo dura mucho menos. Hemos hecho dos coladas en estos días, una de las razones la rapidez de secado por el tema de la zona ducha. A ver, a mano derecha de la zona lavabo-lavadora (zona que Shiro llama “balcony”, que en inglés es balcón, y cuando dice en instrucciones podéis usar lavadora en el balcony me pongo a buscar si hay algún ídem, por si eso es la secadora... le pongo un email y el pobre aclara que eso que hay al lado del lavabo es la lavadora. Balcony! Ha!)... decía a mano izquierda hay una puerta que conduce a la baniera.


La baniera está en un cuarto forrado de plástico de arriba abajo donde hay al fondo una baniera, una ducha-atención, que se cuelga en una pared que da al suelo, no a la baniera- y un taburete con un balde. Alguien va atando cabos? Alguien se acuerda del onsen, en Kanon? Bien, pues es que es así como se duchan los japoneses: fuera de la baniera, se sientan en el taburete, se enjabonan, harán queseéyo abluciones en el balde, se aclaran y, una vez limpios, se meten en la baniera. Es un sistema tan extranio: cuánto tiempo tiene esta gente para hacer eso cada maniana? Yo no entiendo nada. Total que nosotros tenemos que acabar duchándonos dentro de la baniera con el “teléfono” en la mano. Ah! Lo que me trae viejos recuerdos también: cuando el Peda y la que firma llegaron al UK por primera vez estuvieron en el alojamiento que facilitaba mi trabajo. Tambien allí tuvimos una sorpresa del orden higiene personal: había baniera pero no ducha. Para suplir el defecto, se ponía un sistema que era como un fonendoscopio de plástico de los grifos de la baniera, que terminaba en ducha cutre. No sé a los divagantes, pero a mí es que me gusta tener las dos manos libres cuando me ducho, por no hablar de cuando me lavo el pelo, en cuyo caso es absolutamente necesario. Así que el pobre Peda, los días que “tocaba pelo” tenía que ser mi asistente, ahí de pie sujetando la ducha, enfocando a mi cabeza. Bien, pues en casa de Shiro, me he lavado el pelo pero: Victoria! No he necesitado al Peda. No me preguntéis cómo.


Y ya terminando, volvamos al “balcony”. La puerta de la derecha lleva al toilet, al inodoro, que merece párrafo aparte. Muchos de los inodoros (odio esta palabra, pero la otra, la que recuerda a un objeto que se usa para la bebida y soy incapaz de decir en este contexto, manias, así que llamémosle toilet desde ahora), decía que muchos de los toilets, ya desde el aeropuerto de llegada son como un pequenio cohete: tienen un montón de botones que he de deciros aún no he probado (Mini sí, en un templo, luego os cuento) con las siguientes facilidades: se pueden echar un chorro de agua que no sé si es para chico y para chica, pero uno es Azul y el otro rosa. Luego hay otro con una nota musical, que dice Mini es el que pulsó en el templo para escuchar música, pero lo que hace es el ruido de agua para que no te oigan los demás a ti. Donde te sientas (me está costando contar esto, no puedo con la escatología) está caliente (le sale un enchufe! eso no puede ser bueno). Luego hay una toalla (para secarte, arghhh!) y, según ha observado el Peda, en dos casas de las que hemos estado hay un calendario colgado de la pared. Sí, yo tampoco lo entiendo y soy incapaz de escribir las conjeturas que estoy imaginando. Ah! Y lo ultimo: imaginad el tanque del banio, bien, pues en esa parte que normalmente la gente pone un bonito círculo de ganchillo y un osito de los que cambian de color con la temperatura, aquí hay un grifo que, cuando tiras de la cadena, se abre y echa agua a la superficie (que en este caso es cóncava) y por un agujero se rellena el tanque. Todo esto se verá más claro cuando ilustre con fotos los divagues al volver a casa (sé que no podéis esperar, pero en serio que vale la pena). Se me ha ocurrido republicar esto con fotos y añadir algún anexo de temas que se me olvidan , tipo “genéricos de Japón” como esto del banio y sus complejidades.


Por fin salimos hacia Kioto. Tenemos a nuestra disposición bicis si queremos, pero empieza a hacer frío y nos vamos en bus hasta Kioto Station. De allí caminamos hacia la calle Nikishi , que es un conjunto de pasillos tipo Mercado de Brixton pero mucho más grande y más pijo. En algunos puntos pierde el espíritu de mercado y se transforma en centro comercial: me recuerda al Gran Bazaar de Estambul, que me decepcionó (venía del zoco de Marrakesh que me había parecido muy auténtico, y el bazaar me pareció El Corte Inglés). Nos encontramos con un templo pequenio ahí enmedio (tónica de Kioto, donde hay miles de templos). Sacamos nuestra libretita para que nos hagan la firma del templo, pero no la hacen aquí.






Hace MUCHISIMO frío. Es de noche y hace viento y estamos a menos de 5 grados. Yo me he llevado una gabardina tres cuartos y mil capas, pero ni aún así. Cómo no me traje el gorro? (sin él en invierno estoy perdida). Nunca me imaginé que iba a hacer tanto frío. Acabo con el fular del cuello en la cabeza, como si fuera con burka o como se llame (la verdad es que si no me tapo los ojos es por no tropezar).



Al frío se le junta tener que encontrar un lugar para cenar (durante el día vamos tirando con snacks y comida así sin sentarnos): morimos de hambre pero por error, nos vamos alejando cada vez más de la zona de restaurantes y acabamos en un sitio de ramen totalmente desesperados. Tanto es así que, cuando al entrar nos notifican que se trata de un local de POLLO no tengo fuerzas para irnos. Me resigno, y les doy a mis compass de viaje mis trozos de pollo del ramen y yo me como el resto: los fideos, los vegetables, los palillos si te descuidas.

Salgo desanimada y odiando la vida: de nuevo pensamientos negros, con lo bien que estaba yo en Londinium, calentita en mi sofa y si salgo, con toda suerte de ropajes! (aquí voy a aparecer en todas las fotos con la misma ropa: las capas superiores siempre las mismas, solo cambian las camisetas de por abajo!). Con lo bien que estoy en Londinum, no solo no comiendo pollo, sino sometiendo a la dictadura de no-pollo a todos en casa! Ayyy


Tras la breve visita a un 7/11, donde nos hacemos con más bollería industrial para el desayuno del día siguiente, se nos levanta la mano (concepto “parar un taxi” del Náufrago Ro): tal es nuestra desesperación. No he visto “The Revenant”, pero por lo menos he oído que Di Caprio mata un oso para abrigarse: aquí no hay osos para renovar mi armario-gabardina, las calle es oscura, y a saber dónde estamos. El taxista, cuando le ensenio nuestra dirección me indica que no ve, que la haga más grande. No puedo, senior!!! Lléveme a la casa! Me lanzo a leer la dirección y el pobre no entiende nada, pero nos da igual: ya estamos dentro y no pensamos salir. Por fin, decimos las palabras mágicas: Katxura Kabosi (el nombre del puente, recordad!) y el taxista, malhumorado, por fin entiende...

10 comentarios:

  1. Me quedaré con tres de los variados temas que hoy nos propone Di, nuestra anfitriona.

    El origen del skai® (plastiquillo que imita al cuero) y su correcta grafía, u ortografía, no es ningún misterio. Sabemos que lo desarrollo y comercializó la empresa alemana Konrad Hornschuch AG y que así lo registró hace muchos años: skai.

    Lo que sí es un misterio es por qué el DRAE lo tiene recogido como Skay. ¿Que sea griega y no latina da prestancia a la voz? ¿Estuvieron un par de años discutiendo si debía ser skai o skay? ¿Quisieron, cambiándole la i, hacerlo genérico para evitar registrar un nombre propio? Misterio…

    Entre nosotros, el skay no está mal asín para la vista. Lujo al alcance de todos los bolsillos y tal. Pero cuando hace calorcete y vais (ellas) en shorts o en calzoncillos (ellos), no nos engañemos, el muslamen patina y acaba más colorao que el culo de un mandril tirándose por una resbalaera (tobogán) de hormigón. Las cosas como son. Y, además, con el sudor, a poco que nos movamos, produciremos ruiditos tan ambiguos como comprometidos: ¡Que no, que no, que de verdad no ha sido eso! La polipiel, admitámoslo, no está del todo conseguida. ¡Skay 4.0, ya!

    Por otra parte está el terciopelo. Vale, puede que lo de los trenes japoneses no sea terciopelo sino viscosa. Al respecto tengo una duda: Viscosa (para una tela) ¿es un nombre acertado? ¿No se lo pondría el mismo que bautizó a aquella revista femenina como Burda?

    Por último está el peliagudo asunto del inodoro; tema desagradable donde los haya. Pero, ya me conocéis, nunca he sido de escurrir el bulto.

    - Inodoro no vale: sencillamente es men-ti-ra.
    - Sanitario, tampoco: suena a funcionario de hospital; a ATS dándoselas de médico, o algo así.
    - Evacuatorio: demasiado descriptivo para los que, como yo y con razón, son pudorosos.
    - Letrina, mal: las letrinas siempre son públicas.
    - Váter o water: ¿agua? ¿Really? ¿Eso es todo lo que allí ocurre? ¡Enga ya, finolis!
    - Taza: ¿Cómo la del té? ¡Puaj!
    - Retrete: ¿Con un seis y un siete, aquí tienes tu retrete? Ridículo.

    Por tanto, yo voto por excusado o escusado (ambas valen) si se es varoncito, y por ¿Me acompañas a empolvarme la nariz?, si se es mujer y cocainómana.

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    1. Imagina cómo eran las cosas antes del uso del "agua corriente" y entenderás, en lo que vale, el término "inodoro".

      Lo de los nombres de marcas y modelos, que significan cosas distintas según los países, ha llevado a la necesidad de analisis de idoneidad multilingüe. ¿Os acordáis un todoterreno (creo que japonés, o coreano) que se anunciaba más o menos con "busca y encuentra la soledad, donde otros no pueden llegar"? El modelo fue llamado "Pajero". Cuando descubrieron lo que significaba en España tuvieron que cambiar el nombre y la campaña (millones y millones de dólares).

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    2. Pajero, Pajero Sport

      NáN, lo recuerdo perfectamente porque en ese desagradable caso de la Mitsubishi tuve que intervenir con el buen juicio que me caracteriza.

      La empresa japonesa de los tres diamantes comercializaba desde 1990 el Pajero Sport hasta que, en 1995, suspendió su fabricación al darse cuenta de que en algunos países hispanohablantes se entendía como ¡la persona que conduce o lleva paja a vender de un lugar a otro! Y claro, oficio servil -> mala imagen. De cajón.

      Me consultaron entonces si cambiarlo por Onanista, a secas, o bien por Pajero Pro, nada de Sport. Pero como aquellas propuestas me parecieron tibias componendas, les indiqué que para recuperar la confianza de los mercados debían rectificaran de raíz, sin miramientos o cuquería.

      Y establecí un plan que implementaron con diligencia: en lugar de dejar de producirlo en 1995 hacerlo en 1980, ¡diez años antes de empezar a fabricarlo! ¡Ahí: sin medias tintas!

      Como era de esperar, tal proeza tecnológica sin antecedentes asombró al mundo y reparó su imagen corporativa. No te veas lo agradecidos que aún me están.

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  2. Por cierto, hablando de letrinas, dicen de los vascos y de los andaluces, pero ¿eran o no eran exagerados o fardones los romanos?

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  3. Voy a tener que ir a Londinum otra vez solo para que me cuentes en directo lo del baño y ver como te pones colorada y se te gira la cabeza como a la niña del excorcista.
    Y te voy a mandar una tortilla de patata y muchas acelgas porque me estás ando muuucha pena con el tema de la comida.

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  4. En el tema de los nombres propios y su significado en otros idiomas, he de confesaros mi estupor constante, unido a problemas de índole psiquiátrico de alta intensidad.
    Pondré un ejemplo ilustrativo.
    Un amigo italiano es poseedor de unos modestos viñedos, de cuya familiar cosecha se siente orgulloso y ufano.
    Invitado a conocer su tierra, me sumerjo en la campiña dejándome llevar por los olores, sabores y colores de un cultivo tan viejo como el hombre.
    Llegados a la planta de embotellado, elevo mi vista y me estrelló con un gran cartel que reza así:
    FOLLADOR
    Tras descubrir que dicha palabra estaba escrita en todas y cada una de las etiquetas, y que su significado en italiano difiere de su acepción española, fui ingresado de forma urgente en un hospital psiquiátrico
    Donde como veréis, hacen lo imposible por devolverme al mundo de los cuerdos.
    Con resultados muy dispares.

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  5. Para los que dudéis de la veracidad de mi anécdota, ruego busquéis en Google imágenes, la palabra Follador.
    Veréis las imágenes de las autenticas botellas, que como las que me regalo mi amigo, acostumbro a guardar para alguna ocasión solemne y/o muy cachonda.

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  7. http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2013/04/24/articulo/1366779600_136677.html

    Enlace para euro escépticos.

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