Historias que nos contamos para justificarnos
Pero, ¿por qué esto es "lo mío"? Mira a la parte derecha del blog, donde están las etiquetas y verás, junto con hobbies confesables e inofensivos, uno llamado "psicopatía", mi interés por intentar entender un poco a ese 1% de la sociedad. Si se hace click ahí, se encontrarán mayoritariamente divagues teóricos sobre el tema, pero también alguna obra de ficción, como Kevin. Sin embargo, a ratos me planteo si este interés mío por formular las acciones de los malvados (intentar entender de dónde vienen) es simplemente una excusa que me vendo a mí misma para adentrarme sin complejos en el morbo, como hacen millones de otras personas a las que les atrae lo que hoy se llama "True Crime", y que en el pasado eran los sórdidos "sucesos". Me he debatido a ratos sobre este tema durante la lectura.
No es lectura piscinera
No es un libro complejo en a nivel lectura (digamos que no es Rulfo): te engancha y no te suelta. Cuando a las pocas páginas has decidido que va a ser una crónica periodística muy bien escrita -á la "Say nothing" de Keefe- pero no exactamente un libro literario (además, qué pena, traducido), de repente te sorprende con reflexiones muy profunda, o descripciones espectaculares (mis favoritas, las de la ciudad de Roma), o metáforas que me encantan.
Pero sin embargo, es una lectura que no ha sido fácil al nivel emocional ni intelectual. Sobre el primero, es un libro durísimo y no para los pusilánimes: cuando estás frente a una peli gore puedes cerrar los ojos, pero aquí hay que seguir leyendo. Los detalles del asesinato en sí son monstruosos -y ahora solo espero que se vayan pronto de mi cabeza-, pero cuando además piensa en el impacto en las personas te llena de furia y de dolor y de tristeza.
Pero lo peor es el tercer nivel, el intelectual: aquí es devastador. Yo me adentré a leer esto esperando poder entender la motivación de lo que se decía era un "crimen sin motivo", basado en la personalidad de los dos asesinos, en su historia, algo. Pensaba, claro, que para hacer algo así se tendría que tener rasgos de frialdad, manipulación, irresponsabilidad, objetificación (en una palabra, psicopatía). Pensaba hacer un puzzle en el que me encajaran todas las piezas y ha sido más complicado que eso. De eso voy a escribir.
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"Monk by the Sea" de Caspar David Friedrich |
La historia
Dos chicos de la clase alta romana, Prato y Foffo [nótese que les llamo por su apellido, en un intento de distanciarme, mientras que al chico asesinado le llamo por su nombre de pila, Luca], se conocen en una fiesta y unos meses después, tras unos días de desfase (alcohol y cocaína) se dicen aquello que tú, en una noche de juerga, has podido decir a un colega: ¿qué es lo más salvaje que no te has atrevido y querrías hacer?
Pero nota antes de darte la respuesta: tus noches locas probablemente incluyan unos G&Ts de más, correr descalzo por el césped del parque, coger a un miembro del grupo entre dos diciendo que le tiráis a una fuente (al final no), y tal vez terminar vomitando y prometiendo nunca más volver a beber al día siguiente, con manzanillas e ibuprofeno. Pero ten en cuenta que noches de desfase donde se gasta 1.800 euros en cocaína es otro rollo. Son noches que, a saber si tú, divagantem las has vivido, yo no.
Así que volvamos a la pregunta: ¿qué es lo más salvaje que no te has atrevido y querrías hacer? Y la respuesta es "violar". Y risas, y vamos, y otra raya y otro vodka. En esa especie de delirio ponen mensajes a unos cuantos amigos y conocidos para que se unan a su fiestuki -que convierte al piso de Foffo en un estercolero, el autor lo describe muy bien. Un par pasan por ahí pero tienen las suficientes tablas para no quedarse. Por fin, Prato da con la víctima adecuada: Luca Varani, un chaval de 23 años siempre corto de dinero que a ratos se prostituía por eso mismo. Le prometen 150 euros y a las 9 am Luca se presenta allí: lo ven en la puerta y ambos lo saben: "es él", se dicen. Lo que sigue, esencialmente la humillación y degradación que culmina con su asesinato es totalmente insoportable. Leer que Foffo declara: "sufrió muchísimo", porque pese a su bestialidad no lo lograban matar y murió desangrado es uno de los momentos que no me saco de la cabeza.
Capote se obsesionó con el asesinato de la family Clutter, Lagioia con el de Luca
Lagioia se pasó cuatro años investigando este crimen que paralizó a la opinión pública italiana porque nadie entendía la motivación: ¿simplemente tener un rato de diversión a costa del sufrimiento ajeno? Por contraposición de lo que hizo Luisgé Martín, que solo entrevistó al asesino, Lagioia entrevistó a todo el que pudo, porque si algo puede dar una mínima luz es esta visión de 360 grados.
Además, en un punto el autor se abre en canal para explicar el porqué de su obsesión con este asesinato: cuando era joven, tuvo también una época de salir de fiesta tirando a enloquecida. Una noche se dio cuenta de que podría, sin intención, haber matado a una persona: borracho, en drogas, tiró una botella a la calle desde la terraza de un ático. Al poco rato subió una mujer fuera de sí diciendo que casi le dió: un paso adelante, y la podría haber matado. Además de eso, la vida de Lagioia hubiera sido totalmente diferente. Esta situación da que pensar no porque tengan una similitud en cuanto a intencionalidad con Prato y Foffo, pero sí en cuanto a cosas que podemos hacer o dejar de hacer en momentos como esos, con consecuencias terribles. Cuántos "near misses" tenemos en nuestras vidas?
El libre albedrío
Cuando digo que leer este libro a la vez que el "Determined" de Sapolsky es un "tour de force" es precisamente por eso: Sapolsky, en ese ensayo -del que no sé cómo voy a divagar cuando lo termine porque es monumental- sostiene que en realidad no tenemos libre albedrío y que nuestras acciones son el resultado de una constelación de factores biológicos, psicológicos y socioculturales que nos hacen nosotros. Nuestros genes, hormonas, rasgos de personalidad, contexto... todo condiciona nuestro comportamiento. Tu grado de empatía, de narcisismo, de búsqueda de experiencias novedosas, tu capacidad de sentir culpa, cómo te influyen tus pares.
En el caso de Foffo y Prato, su contexto de clase privilegiada (e.g. la sensación de que tienen derecho a todo o "entitlement", su falta de entendimiento de lo que es vivir como la mayoría de la gente) interacciona con ciertos rasgos de personalidad (e.g. tendencia al aburrimiento, impulsividad, poco miedo al riesgo) que les abocan a las noches desfasadas en las que se sobreestiman las capacidades propias (de hecho, por eso hay gente que conduce bajo los efectos) y en las que no se miden las consecuencias como cuando sobrio. Y dentro de ese grupo de niñatos romanos habrá una ínfimísima parte que pensarán que violar o asesinar es la última frontera, y que quieren probarlo.
Di, cazadora del psicópata
Ya he explicado que yo me esperaba encontrar todos los factores contextuales de arriba y, al final, dos psicópatas. Porque a menos que alguien tenga la capacidad de tratar a otra persona como un objeto para utilizarla como un medio para su fin, no veo posible infligir el dolor al que sometieron a Luca. Y cuál ha sido mi conclusión?
Prato me parece -todo basado en un libro de 400 páginas, no es esto un informe clínico- un caso bastante claro de "charming psychopath": extremadamente vivaz, con un gran dominio del lenguaje, brillante, persuasivo, excesivo. Uno de esos personajes "larger than life" que se quedaba con todo el mundo y al que describen como "con una rara sensibilidad; percibe en ti lo que a otros se les escapa; terminas contándole secretos que no le habías dicho a nadie". Esta última faceta es preocupante en un tipo como él y explica cómo logra embaucar a Luca, cómo lo elige, igual que elige al resto del mundo para que hagan lo que quiere: es un manipulador de libro. Incluso cuando está en la cárcel lo transfieren a otra por utilizar su vieja técnica: identificar los puntos débiles de algunos presos para asumir el rol dominante.
Otro ángulo de Prato es su homosexualidad ("pero no normal", dice, "me gustan los hombres heterosexuales"), había salido muy joven del armario, cosa que no había sido bien recibida en su familia, especialmente su madre. Luego dice que en realidad lo que le pasa es que se siente mujer, y quiere una operación para transicionar de género. Esto es mala suerte porque JK Rowling con su antorcha y todo el resto del mundo que cree que las personas trans no deberían salir de casa, tal vez se agarren a esto como posible explicación de todo lo malo que tenía esta persona. Pero la psicopatía y el ser trans no están relacionados, qué le vamos a hacer, JK. En este caso, a saber si verdaderamente sería trans, o qué pasaba por su cabeza. Lo que está claro es que usaba a la gente y era incapaz de asumir ninguna responsabilidad de sus acciones: llega a decir que "todos tenemos un lado oscuro, solo que el mío salió a la luz". Prato, en serio: todos tenemos un lado oscuro, pero no tan oscuro.
Foffo es el "seguidor": con ese nombre, en castellano conjura imágenes de gordito benévolo, pero nada de eso. Segundo hijo de un padre dueño de una cadena de restaurantes, el tarambana frente al hermano mayor responsable que ya está casado y con dos hijos, y que sigue madrugando para el negocio familiar. Así como Prato culpa a la madre, Foffo es al padre. Bostezo. Un dato de este tipo que ilustrará un rasgo de su carácter: en un punto se preocupa de que la gente va a pensar que es homosexual - lo del asesinato importa menos.
Habría mucho más que decir de Prato y Foffo (senialé con corchetes los pasajes que se podrían usar para historia clínica), pero lo resumiré con una frase: me río de todas esas crónicas que decían que esos chicos eran personas "absolutamente normales". No lo eran. Lo de "te podría pasar a ti" hay que cogerlo con muchas pinzas: te puede pasar una desgracia en una noche como la que le podría haber pasado a Lagioia, pero dudo mucho que la mayoría de la población, aún drogada, llegara a la ferocidad de aquella noche atroz.
El Mal, el Demonio, Satán
Siempre que pasan cosas como esta, hay gente que habla de la existencia del "mal en estado puro", incluso "el demonio". Esa debe ser la explicación. Un cura, famoso exorcista describió esto como "de la mano de Satán", pero lo más preocupante es que un psiquiatra llamado Emilio Sevardio dijo "cuando vemos la maldad alcanzar niveles que no son humanamente explicables, ahí yo veo la acción del diablo". El problema de ese análisis es que impide la investigación de lo que les pasa a esos individuos, y lo que le pasa a la sociedad, que contribuye a la creación de esos individuos. Antiguamente se creía que las crisis epilépticas eran demostración de posesión diabólica: si se hubiera dejado así, nunca se habría llegado al tratamiento y desestigmatización de los pobres pacientes. El abogado de uno de ellos dice que "los monstruos no existen; creamos monstruos nosotros mismos de vez en cuando para limpiar nuestra conciencia". Es bonita como cita, y mejor que la del cura o el psiquiatra -no era difícil-, porque habla del contexto y del potencial de todos de acciones más o menos negativas, pero sigue sin explicarlo todo.
Sapolsky dice que enfurecernos ante la imagen de estos individuos en la pantalla e insultarles desde nuestros sofás no tiene sentido [aunque sea más que entendible, sobre todo en personas que quisieron a la víctima], porque "no pudieron evitar" ser así (me recuerda a lo que dice el vizconde de Valmont, otro psicópata clásico, a su amada en "Las amistades peligrosas": "no pude evitarlo"). Como el epiléptico al que unas luces estroboscópicas le desató una crisis. Esta es una idea controvertida y sé que a mucha gente le incomoda. Pero aún hay más.
Y es que el bueno de nuestro biólogo rechaza el castigo per se, ya que su única finalidad es aplacar nuestra ira. El "que se pudran en la cárcel" debería ser, en su lugar, "que vivan en un lugar donde no sean más un riesgo para la sociedad", sin calificativos morales. Pone el ejemplo de un niño con catarro al que los padres no mandan a la guardería ese día porque puede infectar al resto, no porque sea culpa suya lo que le pasa.
Ya he escrito mucho en este blog sobre la psicopatía y ahí les refiero, pero por resumir hallazgos neuropsicológicos, este 1% de la población no tienen la misma capacidad de sentimiento que el resto, son más lentos (y hacen más errores) al reconocer la angustia de los otros, y no pueden identificarse con ella, toman decisiones impulsivas y no les importan las consecuencias.
La específica trayectoria del desarrollo de cada individuo está determinada por una compleja interacción entre estas propensiones genéticas y el ambiente que seleccionamos (cada uno selecciona, modifica y crea el ambiente que vaya con nuestros rasgos, es la "correlación de genes-ambiente") en base a esas propensiones que constriñen cómo la genética es expresada. Había dicho que no me iba a enrollar con este tema, y ahí estoy. Ya lo dejo.
Oh La Roma!
Roma, la ciudad eterna: por ella hemos ido en vespa con Audrey y Gregory, o nos hemos bañado en la Fontana de Trevi con Anita y Marcello. El Coliseo está magnético en tu nevera, hemos ido a fiestas de la toga y tenemos por ahí el diccionario de latín de hoy innombrable marca. Con sus descripciones de la cittá ["caótica, vital y tremendamente cínica"], Lagioia quiere explicarnos parte del contexto de este crimen, pero al final le queda un poco "carta de amor desesperado": no puede disimular su pasión por Roma, por muy mal que ponga a este lugar donde nada funciona, la gente se insulta a gritos desde las ventanillas de sus coches, las ratas campan a sus anchas, y todos están desquiciados. Pero Roma ha existido durante 2700 años, lo ha visto todo, estaba ahí antes y estará después, y allí todo está suspendido entre "armonía y caos, belleza e indiferencia, socialidad y disolución". A mí me han dado muchas ganas de volver a Roma. He de poner una cita:
"Una ciudad en la que todo había pasado ya. Al cabo de una semana de estancia aquí en Roma, el presidente de Estados Unidos se convertiría en un gilipollas cualquiera. Quien sienta necesidad de tener ilusiones, es mejor que evite pasar largas temporadas en la ciudad. En Roma, los poderosos se miran al espejo y ven una calavera, la conciencia de que estamos todos destinados a ser sombra. Que después de Augusto está Tiberio. Que todo hombre tiene un precio. Que la carne es débil. Que en la intersección entre vía di Porta Maggiore y viale Manzoni trabaja un limpiacristales con un solo brazo".
El circo mediático
Hay una parte del libro que es casi igual de terrorífica que gira alrededor del circo mediático que se monta a partir de este caso: las reacciones de los afectados se convierten en entretenimiento nacional. Los italianos inventaron la palabra paparazzi, así que una solo puede empezar a imaginar lo que fue aquello. Y no solo por los buitres parapetados tras sus zooms kilométricos, es que hoy tenemos redes sociales, y cuando por ejemplo, la novia de Luca pone una frase en su Facebook tras la tragedia y obtiene miles de "me gusta", esto obviamente la refuerza a seguir posteando. Es lo que Lagioia llama "la máquina simplificadora de la narrativa pública".
Los padres de los distintos actores también "performan" según su estatus social o intelectual: la familia de Prato permanece más o menos discreta, la de Foffo intenta defender a su hijo y el que es devastador es Giussepe Varani, el padre de Luca. Este hombre vive en un barrio pobre de la periferia de Roma y vende chucherías con su carrito ambulante. El y su mujer adoptaron a Luca cuando era un bebé: con ello no quiero decir que lo quisieran más, pero conozco muy de cerca la montaña rusa emocional de las familias que por infertilidad adoptan a un hijo. Primero han de afrontar la pérdida de su propio hijo biológico, tras muchos intentos a veces. Luego, adoptan y lo intentan hacer lo mejor que pueden y en este caso era su único hijo. La prensa carroñera se da cuenta de que el señor Varani les va a llenar muchas páginas y horas de tele: entra en cólera ante los medios de comunicación, ganándose fama de irascible y exaltado, grita y el regidor le dice al cámara que se quede quieto en el primer plano. La manipulación a la que es sometido este hombre, al que entiendo profundamente, es otra de las muchas cosas que dan ganas de vomitar.
Otros análisis de la prensa "más respetable": algunos enfocan el tema como una nueva "lucha de clases": dos jóvenes ricos usan a un chico de la periferia para su diversión. Se aprovechan de su desesperación (en este caso económica) para sus fines. Ya sabíamos que Prato tenía un máster en identificar la debilidad de las personas y cabalgar sobre ella. Luego están los de ultraderecha que echan la culpa al colectivo gay, aunque un amigo homosexual de Lagioia le plantea la contradicción: "recordemos que parte de la cultura gay va hacia la derecha ahora, confunden el culto al dinero con el culto a la belleza. Quieren yates, lujo, vacaciones en el trópico. Cualquiera que no vive esa vida no merece existir". Es complejísimo a quién apuntar en este circo sin que se te vea el plumero.
Intentar culpar a Luca
Guapo, carismático, trabajaba en un taller, tenía una novia de toda la vida. Y una adicción al juego, y tal vez otros problemas de salud mental, quién sabe, pero lo que es evidente es que si un profesional hubiera identificado esa adicción y la hubiera tratado, tal vez Luca no se habría visto en esa crónica necesidad de conseguir dinero por donde fuera y no hubiera acabado prostituyéndose.
Sí, Luca tenía una doble vida que nadie conocía (imaginemos el estupor de sus padres, de su novia, de su comunidad) pero eso no debería en ningún caso usarse como justificación incluso parcial del asesinato. "Ah, fue voluntariamente, se estaba prostituyendo": qué asco de análisis. Y por supuesto, esto se hizo.
Pero los amigos del barrio de Luca rechazan de plano esta explicación, aunque fuera cierta, porque es la narrativa que se han creado los poderosos para "poseer el relato". Es para ellos una explicación "sin honor" porque pone a Luca y a los que le han ejecutado en el mismo plano: "no solo la verdad de los hechos contaba, sino la manera cómo era narrada, la retórica que la sostenía". Laioia reflexiona que esta narrativa de la doble vida de Luca fue increíblemente nociva porque era un truco retórico, que contribuyó a manchar su nombre y que solo podría haber tenido interés para sus padres y novia, pero no para el resto de Italia, sentada en las gradas del coliseo esperando sangre y vísceras.
La complejidad hoy en día del concepto "clase"
Este es un tema que me apasiona, como vieja marxista que ha de escucharse que todos esos conceptos están caducos. Los amigos de Luca, del barrio de Battistini, hijos de electricistas y peluqueras, no toleran los círculos progresistas ilustrados a los que pertenecía Prato. Odian a los buenistas, a la cultura LGTB (con su vida de lujo a la que ellos no pueden acceder), lo políticamente correcto, la ostentación de la virtud de ciertas clases dominantes. Estos chavales no tienen largas conversaciones sobre política, como en las sobremesas de las cenas de la intelligentzia de izquierdas, porque no leen, no han superado la educación secundaria en la mayoría de los casos, y tienen trabajos manuales.
Este grupo me interesa particularmente porque es el que hemos perdido la izquierda y el que está dando el poder a toda esta panda de líderes que van a llevarnos a todos al caos. Me gustaría poder culparlos y llamarlos idiotas, decir que votan en contra de sus intereses y todo lo demás. Sin embargo, me interesan igual que me interesa la psicopatología de Prato y Foffo y la podredumbre de la sociedad en la que vivían: para poder intervenir. Qué podemos hacer: no lo sé.
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"Poligoneros, chavs, rednecks..." |
Al final, el cuerpo
Cuando leo tomo notas, algunas de las cuales desarrollo luego en los divagues. En este, casi ni las he tocado y cuando he abierto las dos páginas de anotaciones a la vez que he "escroleado" para arriba para ver la extensión del divague me he venido abajo: no puedo ahora seguir con las ideas, o absolutamente nadie llegará al final. Así que voy a terminar ya, pero con una cita que me ha encantado: es una adaptación de algo que le oí en mi adolescencia tardía al antropólogo Manolo Delgado, gran mentor intelectual mío en aquella época: "los pobres solo tienen su cuerpo" [concepto marxista, el cuerpo del obrero como fuerza de trabajo]. Es el cuerpo como herramienta y como arma, y aquí me lo ha traído de nuevo Lagioia, al hablar de los chavales de clase obrera amigos de Luca. El esfuerzo del cuerpo del trabajador que usa el empresario para enriquecerse. El cuerpo que ofrecen para el placer de otros los desesperados. El cuerpo que pone el soldado en la batalla mientras otros firman contratos y acuerdos en sus despachos. Por algo se dice "Carne de cañón". "Los jóvenes del centro mostraban sus ropas bonitas, los jóvenes de Battistini a menudo tenían cuerpos bonitos. Entre sus padres no había abogados, periodistas, jefes de fundaciones, sino fontaneros, peluqueros, tenderos. No vivían en casas bonitas, no podían permitirse coches caros, se enfocaban en sus cuerpos: lisos, duros, musculares, agresivos, mejorados en algún caso por algún tipo de cirugía estética, que mostraban en la calle y en las redes sociales. Los cuerpos eran su patrimonio y su venganza. Eran impúdicos, exuberantes y navegaban la adolescencia con la sospecha de que ni la adultez ni una dosis normal de buena suerte los libraría de su condición".
El tedio de la vidas que se venden al límite
En algún punto, cuando se describe con mucho detalle la vida de la noche de los asesinos siento una sensación extraña que me cuesta identificar, y a la que por fin llego: es aburrimiento. Y recuerdo uno similar, con Patrick Bateman en "American Psycho", otras noches de cocaína y sinrazón: titulé el divague "El aburrimiento se llama Patrick Bateman". O el de "On the road" de Kerouac. O el de "Fear & loathing in Vegas". Leer, ver a esta gente drogándose me aburre inmensamente.
Y no he vivido nunca esas vidas pero ahora entiendo que yo ahí me habría aburrido muchísimo -volviendo a la interacción entre genes y ambiente: no es un ambiente que mis genes buscan. Lagioia describe el tedio así de bien: "Empezaron a planear de nuevo. Cada vez se deslizaban más y más en el delirio. El efecto era como el de un vinilo en el que la aguja todo el rato iba por el mismo surco, pero cada vez a mayor volumen ya mayor velocidad".
¿Es este libro para ti?
No lo sé. Es oscuro y te lleva a zonas muy incómodas, claro que de eso va el arte ("la ciencia, tranquiliza, el arte perturba"). Solo con análisis profundos como este se puede empezar a atisbar de lejos una lucecita muy tenue para empezar a entender, siendo que aún estamos muy lejos de saberlo todo. Pero hay que recordar que hasta hace nada se consideraba que las personas con epilepsia estaban poseídas por fuerzas del mal. Hubo gente que siguió investigando para encontrar otra explicación. "El crimen que conmocionó a Italia porque no tenía explicación" sí la tenía: el que no tengamos todavía todas las piezas del puzzle no quiere decir lo contrario.