- En primer lugar, sabemos que una estimación del componente heredable de un rasgo sólo es válido para la población en la que se estudió - o sea, ese componente heredable no nos dice nada sobre el origen de la diferencia entre esas dos poblaciones.
- En segundo lugar, lo que pasó con los años es que con mejora de la nutrición, la salud y el nivel de vida de un país empobrecido como Irlanda, el CI de ambos países se ha equiparado. Claramente ahí está el componente no genético (el hambre) que diferenciaba a las poblaciones.
divagando, divagando...
Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido (A Ernaux) La vida real no está a la altura de escribir sobre ella (J Eugenides) Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se cometen arriesgando (G Steiner) En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos (M Benedetti) Escribir es persuadir a un extraño de que se quede (R Cusk) El camino del exceso conduce a la sabiduría (W Blake)
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19 noviembre 2024
Supremacistas blancos y otros amigos de los niños (Y se acaba "Unic@")
16 noviembre 2024
¿Madrugador@ o trasnochador@? ("Uni@"-7)
Tal vez por ello, o porque los factores biológicos que influyen en el cronotipo cambian con la edad, hay menos extremas alondras y extremos búhos entre la gente mayor. Los adolescentes y universitarios son los que tienen el cronotipo más de búhos -recuerdo aquellas noches hasta las mil de esa época. Y las mujeres tenemos unos cronotipos un poco más tempranos que los hombres hasta los 40 pero después un poco más tardíos. Yo que era un búho razonable en mi juventud (nunca extremo), ahora soy una alondra pesadísima. Los fines de semana lo canalizo yéndome con la bici cuando aún no han puesto las calles, pero llevamos ya un par en el que es de noche! Intolerable.
Llevado aún a más extremos, las alondras pueden sufrir el Familial Advanced Sleep Phase Syndrome (FASPS), en el que la gente se cae dormida a las 7 pm y están fresquísimos a las 4 am, y la mayor parte de sus ritmos corporales están movidos 3 horas para adelante. Este es un rasgo genético dominante (o sea, con que te pase tu madre o tu padre un gen, lo tienes). Aunque no todos los alondras tienen mutaciones genéticas.
Hasta aquí los factores biológicos (como diría Lady Gaga “Born this way”), pero el cronotipo también está influenciado por factores culturales: los belgas y los australianos tienen la hora de irse a dormir más temprana de todos (sobre las 22:30) mientras que los españoles, los brasileños y los italianos tienen la más tardía (0:00). Sorpresa sorpresa.
Ahora culpamos a las pantallas y a los teléfonos móviles de nuestros problemas de sueño (vía la luz que nos echa en la cara) pero esto no es nada nuevo: ya Henry Thoureau se fue a Walden porque le echaba la culpa de su insomnio “a los trenes y a las fábricas”. Por cierto, no funcionó.
Historiadores del sueño han encontrado que en la época pre-industrial se hacía lo que se llamaba “dormir segmentado”: la gente se levantaba a mitad de noche, comía, hablaba, incluso pasaba a casa del vecino. Como esto no ha sido replicado en sociedades preindustriales de hoy en día, tal vez no sea cierto pero lo que sí se sabe es que los preindustriales tenían su cronotipo una hora más adelantada que nosotros
Hay una falta de correlación que sugiere que el cronotipo y la duración del sueño están controlados en distintas partes del cerebro.
La realidad es que seguimos al ciclo solar. Pero no solo los humanos, también las plantas (la luz da energía para la fotosíntesis), los animales y hasta las bacterias: todos sincronizamos nuestros ritmos biológicos con el ciclo solar. De día necesitamos su calor y de noche necesitamos que no nos dé su luz porque es el momento de la división celular (en la que se replica el ADN y ese proceso deja al ADN sensible al daño por la luz) y su reparación, porque los fotones también pueden dañar a los organismos.
Y en los humanos, no es solo el sueño y la vigilia lo que está alineado con el ciclo solar, sino también la temperatura corporal, el comer & digestión, la concentración, la secreción de hormonas, el crecimiento, el estado emocional.
Aunque nos metiéramos en una cueva a oscuras estos ritmos que acabo de describir continuarían, aunque algo desincronizados del reloj del mundo externo. Por cada 24 horas en la cueva, tu hora de dormir se retrasaría 20 minutos.
O sea, hay un reloj interno* por todo el cuerpo que requiere información de exterior para mantenerse sincronizado. Como este timekeeper interno dura aproximadamente, pero no exactamente, 24 horas, se le llama reloj “circadiano” (del latín circa=aproximadamente y diano-día).
(*)El master cronometrador del cerebro se llama Núcleo Supraquiasmático y está en el hipotálamo.
Esta parte es un mero repaso de las fases del sueño, que como los cronotipos también varían según la etapa de la vida. Hay 50% REM en niños y se acaba con 15% en ancianos.
Seré muy breve, seguid el gráfico:
Empezamos la noche con 4 fases de sueño no REm (fase del I al IV, desde soñoliento hasta profundo)
Luego REM
Y vuelta a noREM (del I al IV)
Y REM (Más largo).
Y vuelta a noREM
Y REM (aún más largo)
Una buena noche de sueño tiene como 4-5 ciclos de noREM-REM. REM predominan en la segunda parte de la noche. Antes se creía que solo se soñaba en REM pero ahora se sabe que esto no es así. En REM el cuerpo está totalmente muerto, uno se mueve (como 40 veces por noche) en el no-REM. Solo se puede dormir REM en horizontal. El cerebro manda señales a los músculos de movimiento, pero están bloqueados a nivel del tronco del encéfalo (fallos en este bloqueo dan lugar al "desorden del comportamiento del sueño REM" (individuos violentos de noche), en contraposición con sonambulismo que ocurre en la fase no-REM. En REM sube la respiración, pulsaciones, presión arterial y respuesta sexual. En REM el EEG parece que está despierto (“sueño paradójico”).
Y claro, habla de patologías del sueño como la narcolepsia y cataplexia, pero no me meto en ello.
Termina con los sueños, los que son como hebras que ocurren en la fase I, muy al principio, o los más complejos o “sueños narrativos”. Todo el mundo sueña, incluso los que no se acuerdan y Linden te da técnicas para recordarlos, porque si los escribiésemos nada más despertar, recordaríamos muchos más.
No dice nada de algo que me ocurre a mí: a veces, algo pasa durante el día que me recuerda un sueño. De repente, me doy cuenta que he tenido muy presente a una persona, por ejemplo, y es que he soniado con ella. También suelo procesar mucho de lo que me ha pasado durante el día, y aunque un observador externo no vería la relación, yo a veces sí.
Uno de mi sueños favoritos fue uno en el que iba volando y a veces bajaba a ras de suelo, cerquita del césped, una gozada. También me gustan los que me han despertado a carcajadas. Hay algunos sueños recuerdo desde niña, en concreto uno de miedo tras escuchar la canción “Prepárate, va a estallar el obús” en el que nos iba a caer una lámpara gigante encima (el obús) a los asistentes que llenábamos un teatro o similar, y yo me escapaba y pasaba a una sala con un Cristo crucificado que lloraba y sudaba sangre - casi peor, reconozcamos.
Como me obsesionó bastante este sueño, cuando vino un psicólogo que hablaba muy lento y muy bajo al colegio a pasarnos un test cognitivo de esos, pensé, esta es la míá. Así que en la sesión de feedback, en la que se supone que él me iba a decir si era de ciencias o letras, yo -claramente influenciada por “la interpretación de los suenios freudiana” y sin tener ni idea de la vida- le conté al pobre mi historia y a ver qué me podía decir, si era capaz de interpretar mi sueño (como quien le pregunta a una pitonisa con su bola de cristal). El pobre hombre balbuceó y por fin dijo: “ese sueño me indica que vas a perder la fe”. Mira tú qué visionario: y el pobre solo empleado por ese cole de monjas de una ciudad de provincias.
Disculpas por haber terminado el divague científico con estas notas personales, más reprobables aún porque como dijo Chuck Palahniuk en su libro para aspirantes a escritores: "Nunca escribas sueños". Pero bueno, es que ya estoy en “holiday mood”: esta es la penúltima entrega de esta serie y mañana terminamos con otro tema controvertido, como algunos de los que hemos tocado esta serie: si tienen base científica las razones biológicas que usan los racistas, esos seres entrañables.
15 noviembre 2024
Eres lo que comes ("Unic@"-6)
- Agrio: Todo el sabor agrio viene del mismo producto químico, el protón libre (H+): eso es lo que hace al vinagre o al limón saber así. Hay un receptor para el sabor agrio. Es un sabor aversivo. Puede indicar fermentación (leche agria) o fruta verde, que sería difícil de digerir.
- Dulce: Hete aquí un sabor que encontramos placentero desde la cuna. Todo el sabor dulce viene de un pequeño número de moléculas de azúcares naturales (glucosa, fructosa, sacarosa) con similar estructura química y en menor grado de los carbohidratos.
- Umami: Es el sabor del aminoácido L-glutamato, que se encuentra en comidas con sabor como de carne (caldo de vaca, algunos pescados, setas, tomate, parmesano) y muchos fermentados (salsa de soya, miso, leche materna). También nacemos para que de serie nos guste el umami. Todo el sabor de umami viene del L-glutamato
- Salado: Esto gusta hasta un punto, pero mucha sal da repulsión, porque nuestro cuerpo puede sobrevivir solo con sodio entre ciertos valores. Todo el sabor salado viene de Na+ (iones de sodio).
- Amargo: la mayor parte de los químicos que saben amargo son producidos por toxinas vegetales que las plantas fabrican para protegerse de insectos (cafeína en los granos de café, isotiocianatos en el brócoli) o bacterias. Por tanto, la mayoría de los animales estamos programados para rechazar el sabor amargo. Los bebés no necesitan aprendizaje para esto: dales algo amargo y podrán esa cara. Como el amargo puede venir de cientos de moléculas químicas que no están estructuralmente relacionadas, necesitamos muchos receptores (tenemos 25 vs. 1 del agrio, recordemos) para detectar todo ese montón de químicos que debemos evitar.
- Las personas con muchas papilas gustativas son más sensibles al sabor amargo- no les gustan las verduras porque tienen muchos químicos amargos. Una investigadora los llama “supertasters” (superdegustadores) y son el 25% de la población. También tienen más alta sensibilidad al dulce, salado, umami o más números para sufrir con el picante (esta soy yo). La mayoría son “picky eaters”, o sea, especiales con lo que comen y suelen decir no a los sabores fuertes para evitar la sobreestimulación.
- Otro 25% son “nontasters” (no degustadores), que pueden degustar ciertos químicos amargos, pero su sensibilidad general al amargo está disminuída.
- El 50% restantes son los “tasters” (degustadores), están en medio. A los que les gustan los sabores fuertes que disfrutan de más comidas es más posible que sean “tasters” que “nontasters”.
14 noviembre 2024
De cómo influye nuestra biología en cómo formamos relaciones románticas y sexuales ("Unic@"-5)
"Yo no soy fetichista del pie, pero en muchas películas mías sale mucho el pie. Algunos críticos me llaman "pedófilo"... Ya desde La edad de oro, donde la protagonista chupaba el dedo gordo del pie de una estatua... Todos somos un poco fetichistas. Aunque algunos exageran... Puedo tener esa obsesión, como la de los insectos... En realidad, los pies y los zapatos, de hombre o de mujer, me dejan indiferente. Me atrae el fetichismo del pie como elemento pintoresco y de humor. La perversión sexual me repugna, pero puede atraerme intelectualmente".
13 noviembre 2024
Los complejos factores que influyen en nuestras preferencias sexuales y nuestra identidad sexual ("Unic@"-4)
- el “síndrome de insensibilidad a los andrógenos", ocurre en personas XY (por una mutación en el gen que codifica la enzima 5-alfa-reductasa). Los andrógenos (hormonas encargadas de desarrollar las características físicas masculinas), no son reconocidas por las células debido a una disfunción del receptor androgénico. Estas personas tienen genitales externos femeninos y los testículos dentro del abdomen que nunca llegan a descender (como pasa en los niños: ah, que no sabías que están inicialmente en el abdomen?).
- la “hiperplasia congénita adrenal”, ocurre en personas XX. Aquí el feto fue expuesto a altos niveles de andrógenos en útero. Estas personas tienen los genitales externos masculinos y los internos, una mezcla.
- 1966: “El desfile nudista”: es eso, hacían desfilar a las atletas ante un panel de médicos hombres y las que no parecían del todo mujeres según su criterio las hacían pasar a un cuartito a que abrieran las piernas. No tengo palabras.
- 1968: Tal vez se dieron cuenta de que lo de arriba podría ser humillante, no sé, y lo sustituyeron con tomar una muestra de saliva para establecer el sexo cromosómico: XY? Eres tío. XX? Eres tía. Pero como hemos visto arriba, el sexo está determinado por una confluencia de cromosomas y otros factores no cromosómicos, como las hormonas. En qué situación pone a las personas XY con un “síndrome de insensibilidad androgénica” como hemos descrito arriba? Otro método fallido. ¿Alguien recuerda a María-José Martínez-Patiño? Saltadora de vallas con este síndrome, o sea, externamente una mujer (pecho, vulva, vagina) pero XY y sin ovarios o útero. Educada como una niña, ella sintiéndose mujer, cuando se publicó que sus cromosomas eran XY, las consecuencias fueron brutales: le quitaron las medallas, la echaron del equipo español, la dejó su novio, se quedó sin nada. Peleó y ganó la batalla legal, porque encima no tenía ninguna ventaja competitiva por los andrógenos que producía, pero su carrera estaba terminada.
- En 2013 se introdujo medir los niveles de testosterona: si querías competir como mujer tenían que estar por debajo de 10 nanomoles por litro. Si te pasabas tenías tres opciones: 1. cirugía para quitarte los testículos internos que producen andrógenos, 2. tomar pastillas que suprimen los andrógenos, o 3. competir con los hombres. Sin embargo, diferentes estudios han demostrado que tener alta la testosterona naturalmente no te garantiza éxito atlético. Hay muchos otros factores que afectan el rendimiento, como la nutrición, acceso a buenas instalaciones, entrenadores, y otras variaciones genéticas y biológicas.