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30 mayo 2022

"Las nubes" de Juan José Saer: La irrestistible tendencia de los locos por la escritura

Soy o no bookstagramer?
"Las nubes" es mi segunda novela del argentino Juan José Saer después de
"La pesquisa" de la que ya se divagó en su día. Publicada en 1997, dicen que sigue la tradición latinoamericana de literatura de viajes empezada un día por Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus "Naufragios y comentarios" (qué gran título y hablando de naufragios, "Las nubes" es recomendación del Náufrago Ro) , los monísimos “Diarios de motocicleta” del compañero Che y Saer mismo con "El entenado" (favorito de otro fan, Txelos) que tengo por casa pero aún no he leído. La literatura o las crónicas de viajes nos atraen porque son, al final, historias del choque con otros, de encuentros y desencuentros, de perplejidades continuas y consiguientes dudas sobre tu manera de estar en el mundo. Aj: qué mejor manera de vivir que en la disonancia.

El viaje que describe Saer es curioso: el doctor Real, un psiquiatra que ha aprendido su oficio (oh, la medicina, es ciencia! es arte!) en París, bajo el ala de un carismático holandés, el doctor Weiss -con capacidad de "auscultar lo invisible"-, en la época en la que inspirados por la Revolución Francesa se habían liberado a los pacientes de las cadenas en Salpetriére, va a llevar a cinco enfermos mentales (o “locos”) de Santa Fe a Buenos Aires a un sanatorio que van a fundar siguiendo los principios científicos y humanitarios que aprendió en París. Un mapa dará una idea de lo vasto, inhóspito, delirante del terreno: 500 kilómetros de La Nada -llena de, claro "animales surgidos de la nada y vueltos a desaparecer en ella"-, que eran mucho más La Nada en 1804, que es cuando transcurre la novela, En "La pesquisa", que va disfrazada de novela policiaca ya dije que quien busque una historia de "quién lo hizo", se abstenga; aquí pasa lo mismo, quien busque solo una historia de aventuras por la pampa, tampoco la va a encontrar.

No sé si quedó claro
que estuve en París
Saer describe a su maestro, a los cinco pacientes y la inmensidad del paisaje de una manera abrumadora. Describir espacios naturales sin dormir al personal se me hace imposible, pero él los borda ("esa belleza indiferente y sobrehumana del crepúsculo se fue formando, alcanzó su perfección, y naufragó en la noche"). Luego, sí, cuenta los percances que encuentran en el páramo, desde el terror de ser atacados por una banda de forajidos indios liderados por un tal Josesito que toca el violín sobre los cadáveres tras la masacre, las subidas de los ríos, los incendios, y demás horrores que la Madre Naturaleza nos tiene ahí guardados para el que se atreva, sobre todo en un continente donde la naturaleza no ha sido domesticada, como en Europa, ni siquiera hoy en día. Pero esas historias son lo de menos, y ocurren con la misma lentitud que las carretas avanzan.

y sí, es cierto que siempre
salgo con un libro,
incluso en París...
Lo interesante del libro es los diversos temas que han descrito los estudiosos tipo "metáfora del colonialismo, América como marco natural virgen y sin historia en el que comienza a penetrar el capitalismo" o "quién dictaminada quien está loco" porque "antes de llegar los psiquiatras, la enfermedad mental no existía", en los que no voy a entrar. Particularmente en el segundo, tema favorito de críticos literarios y psicoanalistas por igual. A mí me aburre enormemente, gente en fiestas con su prosecco en mano hablando de la cordura y la insania, gente que igual van a ese narcisismo en vena -incluso mayor que el de escribir- que se llama "terapia" y que no han visto los ojos de la locura en su vida, ni la verán, porque están centraditos en su ombligo. Y quién no, dirán, pero algunos que han elegido como trabajo arremangarse para ver qué hay detrás de esa mirada (a todos los niveles, desde el neurocientífico hasta quien les limpia el culo en un piso tutelado), igual tienen algo que decir, y ustedes vuelvan al diván y al prosecco. Porque no, queridos: la enfermedad mental existe y no, no todo es "el mundo queriendo imponer sus cadenas"- puede ser así, a veces, y la historia de la psiquiatría ha demostrado como el totalitarismo puede usarla para los mayores horrores, pero a día de hoy, por lo menos en mis 10 kilómetros cuadrados, no es siempre el caso. Nota: esto de los 10 km2 lo leí o lo escuché el otro día y no recuerdo ni dónde ni a quién (Bernardo Atxaga?). Venía a decir que todo escritor se centra en unos mismos 10 km2 para desarrollar su obra (en el caso de Saer es Santa Fe, o en Onetti Santa María). Yo no lo estoy usando en ese aspecto, sino en el de "mi mundo conocido", que no es enorme, pero en este tema, tal vez sí representativo. Total que antes de llegar los psiquiatras la gente moría por "mal de amor", o "posesión diabólica" o las mataban por brujas (según dice el doctor Weiss, en los dos siglos anteriores habían tenido en los manicomios europeos pacientes que habrían de otra manera terminado en la hoguera, y el “ejercicio riguroso de la ciencia médica era la única forma posible de caridad”). No sé si las etiquetas actuales alivian, algunos aún prefieren las anteriores.

Pero divago. Sigamos con el maravilloso verbo delirar ("viajar en las alas mágicas del delirio", escribe Saer), que viene del latín "de-lirare", con su prefijo de, ‘alejarse, apartarse’ y lira, ‘surco’. O sea, delirar significaba literalmente ‘salirse del surco’. Es obviamente una metáfora, porque salirse del camino establecido está genial, pero no si no eres tú el que lo decide, porque estás enfermo. Saer se pregunta si estas enfermedades mentales en la clase dominante en el cono sur no habían sido identificadas, porque en aquella época no tenían la ciencia para ello, y por tanto, algunos de sus rasgos fueron "tomados como rasgos normales del temperamento, lo que podría explicar quizás muchos hechos incomprensibles de nuestra historia". No es lo mismo testarudez que determinación. Lo cierto es que hasta los ricos se quieren librar de sus locos (de ahí que los manden con el doctor Real en este viaje a Las Tres Acacias, el sanatorio que va a montar), porque como dice Saer "si no peligrosos, sí son muy cansadores" (me encanta esta palabra, me recuerda a Mini y sus "empezadores"), pero en los pobres la locura parece algo más natural "como si contrastara menos con la sinrazón de la miseria".

...porque una nunca sabe
si puede terminar
en comisaría
Saer, vía el doctor Real, reparte a todos: a los ricos "que sustentan una gran opinión de sí mismos, y que por una inexplicable transposición, están convencidos de que su capacidad para ganar dinero los autoriza a pontificar sobre temas que desconocen, ya sean artísticos, políticos o filosóficos" (?no suena esto a rabiosa actualidad?) y se sigue otorgando el derecho de gobernar. A los curas: "La Iglesia, que en las colonias se otorga atribuciones que no se atrevería a acordarse en la Metrópoli, pretendía opinar sobre el modo en que debía tratarse a los enfermos" (?suena familiar? Según creo, aún existen los exorcismos). A los psiquiatras: aún peor que la celda de la locura debe ser esta profesión y ver todo a través de esas lentes que les llevan a “conjeturar sobre los rasgos de carácter que motivan (...) las opiniones y los modos de actuar de las personas con las que trato". Y al escritor -hay que empezar por reirse de una misma y me encanta esta frase: "los enfermos mentales, cuando poseen cierta educación, tienen casi siempre la tendencia irresistible a expresarse por escrito, intentando disciplinar sus divagaciones en el molde de un tratado filosófico o de una composición literaria".

... y seguía leyendo en Barna
De la descripción de los cinco locos - bastante acertada he de decir, describe ecolalia y otros síntomas sin darles nombre, hay algunos pasivos y otros que "militan por su locura"- me quedo con la muy militante Sor Teresita, una monja que le había dado un delirio místico por el que se tenía que follar a todo lo que se moviera porque así hacía nosequé honor a Jesucristo. La monjita escribe un Manual en el que explica las similitudes del amor espiritual y el carnal, pero termina centrándose demasiado en el último y las ideas acaban siendo más incoherentes, las palabras más procaces, las oraciones vocablos obscenos. Lo mejor de esto es que lo que les lleva a sus superiores a recurrir a la psiquiatría no es el fondo ("puesto que la superstición oficial difunde cada día sofismas mucho más descabellados", sino la forma ("el vocabulario rebuscadamente salaz") y, bueno, "la frenética traducción en actos de su teología". Ji. Como dice el aforismo "comedia es tragedia más tiempo", aquí se postula que “lo trágico solo existe verdaderamente en el arte porque en la realidad, incluso en sus momentos más atroces, siempre se encuentra temperado por algún elemento cómico, grotesco o aún ridículo".

Voy a terminar con una cita que tal vez pueda dar una idea del lirismo de la novela y que cierra el círculo del viaje. Porque cuando una se va, a ese lugar deserta, en pos de lo que sea: en el del doctor Real hacer caridad a través de la ciencia, el de Saer, que se fue a París y nunca volvió a Argentina, él lo tendría que decir. Porque todas las deserciones fueran como esta.

"En esa ciudad supe por primera vez, por haber vuelto a ella después de muchos años, que la parte de mundo que perdura en los lugares y en las cosas que hemos desertado no nos pertenece, y que lo que llamamos de un modo abusivo el pasado, no es más que el presente colorido pero inmaterial de nuestros recuerdos".

11 comentarios:

  1. Me parece que uno de "los cinco" decidió entrometerse en el blog, porque lo noto algo "averiado" últimamente... y como todo (o casi) es inexplicable (en profundidad), esperemos que no vuelvan... por aquí ya tenemos a nuestras amadas/odiadas meigas y no necesitamos más aditivos que mareen la perdiz...

    Bicos reorganizantes...

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    1. Sí, MV, el blog y el algoritmo han estado averiados, pero los hemos reseteado a ver si así...

      Grache mile y vivan las meigas

      di

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    2. Prosigo diciendo que no me encontré con el Saer en mi viaje de vuelta, pero mi paseo arqueológico de ahora mismo dio con un excelso divague sobre su "pesquisa" , que me confirmó 2 cosas : que puede ser muy leíble (pensable, por tanto) y que "tu algoritmo" consigue a veces ir tejiendo tal tapiz, que da ganas de llorar cuando te toca hacer de Penélope (lo que te hace tremendamente existente, y también lo sentimos por "los críticos", personajes de gran valor acompañante)...y un gran invento lo de los blogs encofrados...

      Bicos tapizados...

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    3. Dear MV: qué puedo decir, q me encantan tus paseos arqueológicos. Ya nadie lee blogs, pero alguien que clique en los enlaces.... buá! A ver, pero tú eres real? no serás tú el algoritmo? Muchas graciñas.

      Y lo de Penélope - me disculparás q nunca te siga - no lo veo: aquí se teje por la noche (versus su des-tejer) y luego cuando amaneces por la mañana ahí está todavía (a veces para autoescarnio) e incluso hay algún incauto, como tú, q se atreve a comentar.

      Ah que me voy: sí, "La pesquisa" está muy bien; a mí aún me gustó más que este

      bicos tejedores de sueños

      di

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    4. Lo de Penelópe no es importante, solo trataba de indicar tu lado más humano, como algoritmo, ya que dejas el lado más homérico de sirena seductora, para encarnar el de tía más o menos real, con un sobrino algoritmo... que, mira tú por donde, tiene algo de roca que te sujeta...

      Bicos rocosos...

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  2. Me lo apunto.
    ¿Es mu lago? A saer a veces se le va la mano y se empagina un poco.
    El entenado es cortico pero Glosa es lárguísimo, precioso, pero larguísimo.
    Bssssss

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    1. Hey Txelos, no es largo, como 250 p. He leído cosas buenas de "Glosa", así q me lo apunto. Todo el mundo habla de Saer como el siguiente Borges con el q yo en el pasado no conecté o me perdí en sus escaleras de caracol. Ahora he empezado Onetti (otra laguna, no había leído nada) y lo poco q llevo: qué barbaridad. Ya contaré.

      besos

      di

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  3. Como siempre, lo escribes tan bien que dan ganas de leerlo. Como otras veces, no sé cuándo lo haré. He recordado que de los 9 a los 12 años, más o menos, como tenía pocos libros los releía varias veces. Años más tarde, con los discos, lo mismo, tenía pocos y los escuchaba muchas veces. Creo que ha sido a propósito de lo que comentas de Onetti, las lagunas que tenemos todos. Como no le veo la lógica a lo que acabo de escribir supongo que es una "asociación libre" de la memoria, de la mía quiero decir.

    Un abrazo

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    1. Muchas gracias andandos, me pasaba igual, de algunas de esas colecciones infantiles me leí los libros varias veces. Y por supuesto, discos enteros en bucle... pero ahora me has recordado unos q tenía de cuentos narrados: peter pan, la ratita presumida, blancanieves... bueno, pues me sabía muchas partes de memoria. Sobrevivieron a los anios y se los puse a Mini, a la q por cierto siempre le han dado mucho miedo las brujas y teníamos q evitar Blancanieves pq la bruja tenía una risa... [perfecta claro, jaja]. LUego estaba Simón Ratón... en fin, ya vez q no hace falta lógica para escribir aquí, nunca pensé q saldría Simón Ratón en el blog. Viva la asociación libre para estas cosas...

      Besos por vetusta - mi sobri Roc está en estos momentos siendo presentado en societé por ahí, con su pelo de Pumuki

      di

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    2. Nosotros también llevábamos en el coche cassettes con cuentos y canciones. Recuerdo que Xesco Boix, cantautor protesta reconvertido en cantautor infantil utilizaba, para acabar los dos lados del cassette, canciones revolucionarias cubanas, que nuestros hijos cantaban igual que las infantiles. "Hasta siempre, Comandante" creo que la cantaron, como cualquier otra, mientras esperábamos en la consulta del pediatra, para asombro de la concurrencia.

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  4. En Vetusta era tradición presentar a los niños a la societé civil, y también a la religiosa, la que habita en la Santa Capilla. Ya sabes.

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