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28 mayo 2019

Del meltemi, viento mitológico, y otras consideraciones antes de navegar. Londinium-Miconos (Cícladas1)

Martes, 28 de Mayo de 2019-Londinium-Miconos
En el fin del mundo (que se llama Ushuaia), en un tiempo muy lejano (cuando los Pedalistas éramos solo dos), ocurrió un encuentro fortuito (nunca nada lo es) en una agencia de viajes (esas que organizan la infame furgoneta-en ese caso barco- para ver la belleza natural de turno).

Allí estaba buscando lo mismo F, un catalán con casi melena, unos 20 años mayor que nosotros, con el que enseguida empezamos a reír.  Hicimos la furgonetabarco juntos: aún recuerdo el sol en la cubierta, las conversaciones de política y más tarde salir a cenar por Ushuaia. F. era una de esas personas que se conocen a veces de viaje que han logrado "salirse de la rueda" (de ratón, en la que corremos el resto). Un día, con 50 años, cansado y estresado de la vida por un trabajo apisonadora, lo dejó todo, alquiló su piso en Barna, dejó sus cosas en casa de su madre a las afueras (impresionante iglesia reconvertida, esto lo divagué aquí), y se compró el velero. Hay mucho libros por ahí que se titulan "cómo dejarlo todo y vivir navegando" y esto F. lo consiguió antes de que estos libros se escribieran. Su vida pasó a consistir en trabajar en verano haciendo charters (llevar grupos de gente por las islas en su barco) por las Baleares y en invierno, viajar por el mundo. F. es una de las personas que más ama la naturaleza de las que conozco, aún recuerdo lo que dijo en aquella agencia de Ushuaia "hay una fiesta en la playa!!! la habéis visto?". Y nosotros, literales, "no... una fiesta?" (kalimotxo?). Y él: "chicosssss, el atardecer", con ese acento catalán tan mono. Pues así todo con él: se emociona con un paisaje, su barco se llama como una foca el Mediterráneo, y no pesca desde el velero porque "le emprenya" ver al pez boquear hasta morir.

Siempre hemos estado en contacto y le hemos visto alguna vez en Barna. En 2013 nos invitó a dar la vuelta a Menorca a fin de temporada (finales de Octubre) y de aquellos días hay un par de divagues difusos, nebulosos, imprecisos: uno, preocupada porque me iba; otro, desmemoriada porque eran demasiados días tras el regreso. Además,  la cámara se bloqueó y no quiso hacer fotos en toda la semana: fue como un complot general para que yo, obsesa del grabar, no pudiera atrapar ningún recuerdo en ninguna modalidad.

Estas pasadas Navidades, F. escribió al Peda diciendo que "atentos a Reyes, que igual tenéis un regalo". Y el 6 de Enero ahí estaba: la invitación a unirnos a él otra semana de navegación, esta vez en las islas griegas, allá por Mayo. F. hace tres años que dejó el velero en Grecia porque los precios en España son ridículos: allí se queda el velero en dique seco todo el invierno, y luego él viene en Abril y navega por aquí (i.e. por el paraíso). En Julio, sin embargo, se lo dejará a un amigo para que haga charters porque en verano todo es imposible: las hordas (F odia a la gente más que yo) y el mítico Meltemi sopla muy traicionero. Este viento, que viene del norte, es el resultado de dos sistemas de presión, uno alto sobre la zona balcánica y otro bajo sobre Turquía. Es un viento seco que sopla de mitad de Mayo a mitad de Septiembre, pero es mucho más fuerte en Julio y Agosto (pueden ser de 5-6 en la escala de Beaufort, pero llegar hasta 8-9, auténticos vendavales). Hay que tener mucha experiencia en navegación para meterte en las Cícladas en verano cuando sopla el Meltemi fuerte. Ah y hablando de Grecia, tenemos por supuesto la mitología: el nombre antiguo era el "viento Etesio", bajo el control de Boreas, el dios de los Vientos del Norte.

Así que se trataba de "La Oportunidad", pero como siempre, estas cosas nunca van bien. Laboralmente (mejor no empiezo), personalmente (no necesito una vacación, recién termino de divagar Marruecos!), logísticamente (en el inmediato horizonte está el verano y toda la enloquecida logística Mini - quién va, quien viene, con quién pasa tal quincena, cual pasará con nosotros, dónde iremos juntos). Intenté encontrar apoyos, gente que me convenciese de que no tenía que ir, de que debería dejarlo pasar y, salvo Fashion (aburrida de seguir a su novio que es un amante de la navegación nivel cuñado), nadie me tendió una mano. Fashion, la única realista: "piensa en que de Miconos a las otras islas será mar abierto, horas de oleaje, temporales que hicieron ganar batallas al padre de Alejandro Magno". Miro el mapa, calculo 50 kms, madre mía, cuántas horas en ese cascarón: nos veo con chubasqueros amarillos, enfrentados a las olas, a lo Moby-Dick.  Hablo con Naufrago Ro ("puedo ir en tu lugar?"), con Kuñado ("puedo ir en tu lugar?"), con los amigos griegos (nosotros estamos mirando alquilar uno este verano y vale una pasta, "podemos ir en tu lugar?"). Incluso mi madre, que "sufrió muchísimo" (sic) cuando estuvimos en Menorca: "ah, bien" (no dice puedo ir en tu lugar porque en diez días se van a crucero precisamente a Grecia). Total que no he venido a luchar contra los elementos (solo el Meltemi, tal vez): no se puede perder La Oportunidad. Venga. Sea. Haced conmigo lo que queráis.

Llegó el día: volamos de Gatwick hacia las 2 y pico, con lo cual nos da tiempo de caminar a Clapham Junction (tras pasar por el banco por una gestión matinal) y allí hacer todos los rituales de aeropuerto menos el Pret (té con croissant de almendras, siempre lo mismo, no pregunten porqué). El vuelo son unas tres horas y media y en Miconos, el viento ese mitológico es afortunadamente de entrada varios grados por encima de Londinium. Pequeña intrusión nostálgica: la última vez que aterrizamos aquí fue de madrugada hace casi 11 años, con Mini bebé. Era la época de viajar con el carrito, pastillas desinfectantes, sacaleches, y demás parafernalia. Ahora Mini ya no necesita ni elevación en el coche, está a punto de termina primaria, y hemos logrado crear otra obsesa amante de Grecia. Es nuestra sexta (el Peda, séptima, nos gana por aquel viaje de fin de curso del que no recuerda nada más que las noches) vez en este país. 

El taxi nos cobra 20 euros por un trayecto de risa, un macarra de esos que conducen muy rápido y frenan en el último momento. Al final del puerto hay un par de cruceros enormes, pero nosotros estamos en la sección de los veleros, donde enseguida encontramos a F. Entramos al barco como Pedro por su casa, un pasito grácil nada más (atención a esta frase que parece no aportar información, volverá con virulencia más adelante). Sacamos todo de las maletas y las metemos bajo la mesa que apenas se usa, y mientras hago esto, me siento marear un poco. Ay virgencita. Menos mal que enseguida cruzamos al restaurante de la esquina donde los chicos piden pescado y nosotras... enorme mousaka casera. Tan grande que nos tenemos que llevar parte (y como 3 pescados) al barco, junto con un tarro de compota de calabaza que nos regalan.

Estoy agotadísima, hoy me he despertado a las 5:30 am en una isla, y en esta otra a saber qué hora es en mi reloj biológico cuando nos acostamos... El balanceo es ya mucho menor, y mientras me acuna, un breve repaso de las partes del velero (que seguro no ocurrió, porque caí rendida, pero estas son las licencias de la bloguera de viajes)...


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Di, vendedora de veleros profesional, os presenta:

Popa
La parte posterior, la que está amarrada se llama POPA (yo esto lo grabé a fuego con un mallorquín de la facultad que me explicó que así era por...y se señalaba el pompis). En la popa está la pequeña plataforma, desde la que sale la escalerilla como de piscina por si te bañas, y la otra escalerilla (de la que hablaré, ay, luego). De allí hay un escalón hasta la bañera, que es la parte donde está el timón (o timones, en el nuestro solo hay uno) y la sección social del barco, donde hay dos sofás a los lados, y en el centro la mesa.









Meditación en proa, alguien se anima?
Hacia los lados del barco hay un pasillito que te lleva a PROA. Has de agarrarte a algunos palos pero nunca a los cabos (cuerdas, recordemos, en el mar no hay cuerdas! o F. se enfada!). En proa está el ancla, y también te puedes sentar allí por horas para leer, hacer meditación o ver la vida pasar. 











De la bañera parte una puerta con escaleras. En este velero, a mano izquierda (babor) y derecha (estribor), bajo de los sofás de la bañera hay dos camarotes de techo muy bajo. En el centro, hay una salita, toda de madera oscura y, ni hay que decirlo, motivos marineros, rayas azules y blancas. Hay una mesa con bancada alrededor, y en la pared de la izquierda la cocina, y un baño. Al fondo hay una puerta que lleva al "camarote del capitán" que F. tiene la amabilidad de dejarnos a nosotros, con baño en suite (el tema baño merece más dedicación, lo dejamos para otro día). Y no olvidar que hay que dormir con la cabeza hacia la sala central, en ambos camarotes.

salita
baño

nuestra cama!

cama de Mini

Lujo asiático: biblioteca en nuestra habitación (aquí me encontró Patrick Leigh Fermor)

Cocina fully equipada!





5 comentarios:

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  2. ja ja ja ja LUX... en serio, soy TAN cutre que calculé la distancia con googlemaps, así a ojo. tendréis q disculparme (y descojonaros claro) con tantas como estas!

    Auqnue estos divagues van a ser mucho más breves q las habituales cronicas de viaje, pq puedes imaginar q, embarcados, no hay Panos-Panetis con los q organizar gresca, no hay nieve inesperada, ni bereberes con los q flirtear.

    mando muxus!

    grumete di

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