an

03 diciembre 2025

Es la época de los monstruos

El viejo mundo está muriendo y el nuevo mundo lucha por nacer: ahora es la época de los monstruos.” ['The old world is dying, and the new world struggles to be born: now is the time of monsters'].
Antonio Gramsci 

Esta frase del filósofo y político italiano tendrá un siglo, pero es perfectamente aplicable al día de hoy. Los monstruos de su época los conocemos perfectamente: Hitler, Stalin, Mussolini, Franco... y los de la actual, también. Las casualidades no existen [gracias, Sábato], pero en los últimos días mis páginas y mis pantallas se han llenado de monstruos góticos o victorianos. De la literatura gótica en general ya hablé aquí. Hoy me voy a centrar en la segunda ola, con los escritores románticos (1798-1824), que son los okupas que se han infiltrado. 


Pero antes: no sabía lo que eran los "inviernos volcánicos" hasta el otro día. Se trata de una reducción de temperatura por la presencia de ceniza volcánica y partículas de ácido sulfúrico en la atmósfera que obstaculizan el paso de los rayos del Sol. Tampoco que 1816 fue el llamado "año sin verano" por las erupciones del volcán Mayon en Filipinas en 1814 y rematadas con la del monte Tambora en Indonesia en 1815 (la más grande en 1300 años). Esto además coincidió con la década final de la Pequeña Edad de Hielo, un enfriamiento previo que venía produciéndose periódicamente desde mediados del siglo XIV.

Hubo muchas consecuencias de este verano tormentoso y desapacible -los que más lo sufrieron, como siempre, los pobres- ya que se vieron afectadas entre otras cosas las cosechas, pero la que nos interesa hoy es lo que les ocurrió a un grupito de privilegiados que trataban de veranear en el lago Lemán. Dos poetas, Lord Byron y Percy Shelley, un joven médico, John Polidori y la hija de la sufragista Mary Woolstonecraft y el filósofo anarquista William Godwin. Ella era Mary Godwin, más conocida por Mary Shelley, con esa maldita manía de los europeos de cambiarse el apellido -esa gran parte de tu identidad- por el del marido. Pero en el no-verano que nos ocupa, Mary todavía no estaba casada con Percy, que era un seguidor de su padre y sí estaba casado y con dos hijos. Cuando volvieron de esas vacaciones, Mary estaba embarazada pero no se casaron hasta que la mujer de Percy se suicidó enseguida (algo más romántico que eso?). Hay mucho más de esta historia aquí, pero yo voy a volver al lago Lemán. 

Villa Diodati

Lord Byron -ese malote de la poesía, para más datos aquí-  había alquilado una mansión con Polidori, que era su médico personal, llamada Villa Diodati desde junio a noviembre de 1816. Percy, Mary y Claire Clairmont (la hermanastra de Mary con la que Byron había ya tenido un affair en Londinium, por supuesto; me encanta cómo otra de sus múltiples amantes dijo que Byron era “mad, bad and dangerous to know”) estaba en una casita cercana llamada "Maison Chapuis", pero se pasaban bastante por Diodati a tener conversaciones literarias y darle al láudano. Parece que durante tres días de lluvia incesante a Byron se le ocurrió la famosa proposición: vamos a contarnos y a escribir historias de fantasmas.

"Y así se romperá el corazón,
pero roto seguirá viviendo"

Mary escribió un relato que luego daría lugar a una de las novelas góticas más épicas de la literatura en inglés: "Frankenstein o el nuevo Prometeo".  Creo que ya he comentado que Mini está haciendo la comparativa de este libro con "El cuento de la criada" en el A Level (~COU) de Literatura: temas como poder, control y el uso de la opresión, la política del cuerpo, el ser un "outsider", responsabilidad y consecuencias, el "unreliable narrator"... [cómo se enriquecería este blog si yo cursara esa asignatura]. Yo este libro lo leí en Uruguay (o sea, en ese no-tiempo cuando no existía el divlog), así que tristemente (para mí, felizmente para la lectora) no tengo para enlazar. Pero el fin de semana vi la versión cinematográfica de Guillermo del Toro en el que los 197 cms de Jacob Elordi (ou mama) encarnan a La Criatura. Los visuales son muy del Toro (cómo olvidar "Pan's laberynth" o "Crimson Peak") y la historia, rabiosamente actual: Victor Frankenstein (Fronkonstín!) juega a ser Dios, es el "creador" que no se hace responsable de su creación y pasa lo que pasa. Se podrían establecer paralelismos con la IA, que está siendo desarrollada sin frenos ni tener en cuenta posibles consecuencias, y de cómo innovación sin ética nos lleva al desastre. 


El doctor Polidori tampoco se durmió en los laureles, y en esos días escribió su novela corta "The vampyre" que terminé el otro día. Los vampiros son mi figura del terror favorita: que se quiten los zombies lentos o rápidos, el hombre-lobo o los gremlins. Pero además, este texto inspiró luego a Bram Stoker para su "Drácula", una de mis novelas tótem. Aquí, el vampiro glamouroso es un tal Lord Ruthven -cuyo físico parece inspirado en Byron- y tiene todas las características de seductor irresistible -"con una sonrisa de exultante malignidad sobre sus labios"- que tanto nos gustan. 



Y por fin, ha querido el azar también que, terminando un libro que iba leyendo a trompicones, me haya topado con el último monstruo de estos días: Jack El Destripador. El libro es "Historias de Londres", la compilación de retazos de esta ciudad que escribió el periodista Enric González (también autor de "Historias de Nueva York" y de Roma, el muy sortudo con sus corresponsalías). Sí, parece increíble que todavía no hubiera leído este libro, obligatoria para todo espanis en Londinium y que lo tengo en casa por duplicado: a nuestra copia reglamentaria se unió en 2008  otra, regalo de una amiga que ahora vive en Nueva Zelanda a una Mini de dos meses, prometiéndole que disfrutaría algún día mucho de este ciudad -como sin duda ha hecho. Mini se ha intentado resistir a casi todas nuestras recomendaciones y pasiones, pero a las de viajar, Grecia y Londinium, como al vampiro Ruthven, no se ha podido resistir. 



La lectura de este librito ha sido agradable -aunque varias veces me he encontrado no estando de acuerdo- y aún he aprendido de rincones de la ciudad que no conocía -y que contaré en próximas entregas; el distintivo "Londinium" no se acaba nunca. Un detalle me ha llevado a la conclusión de que llevo tantos años que ya soy parte de las "fuerzas vivas ejpañolas"  es que conozco a uno de los personajes que se pasean por el libro: el corresponsal Iñigo Gurruchaga. Un donostiarra con sentido del humor inglés, que aún se está riendo de mis carpetas amarillas de Windows donde clasifico mi vida -mención especial a la titulada "temas de interés". Pero aquella cena me llevó a una reflexión profunda y terminé cambiándole el nombre. 

Pero divago: yo quería hablar de Jack el Destripador y las historias que de este monstruo victoriano cuenta González. Así como hay mucha gente que cree que Sherlock Holmes existió, hay otros que creen que Jack el Destripador fue una leyenda, pero no. Jack creó el terror en la zona de Whitechapel, una zona paupérrima del este de Londinium, mientras que el tío Karl escribía "El manifiesto comunista" en un cuchitril del Soho. Todos los fantasmas de las clases acomodadas victorianas estaban allí. Conan Doyle dio su opinión sobre quién podía ser, pero nadie estaba preparado para un asesino en serie: eso es un concepto moderno, yo diría casi norteamericano. Por cierto, el FBI ha hecho un "profiling" sobre la clase de persona que era Jack, y no, no era un miembro de la familia real, ni un anatomista, ni es bisnieto de Aníbal Lecter. Nos gustan nuestros monstruos con caché, pero frecuentemente, ya ves, no lo tienen. 

Es la época de los monstruos: llenan las páginas de los periódicos a diario. Y no tienen el caché de un anatomista delirante, de un conde seductor, de un monstruo que solo quiere que le quieran. Es la época de los monstruos y nuestro deber es desenmascararlos.