Mièrcoles, 16 de julio 2025: Blizikuće
En este apartamento hay dos plantas, la de arriba abuhardillada, con una cama altísima desde la que creo ver revolotear murciélagos ahí fuera, en la noche. El aire acondicionado es calculo del periodo otomano. No hay ruidos, pero paso una noche entre el calor y el suspense, con episodios de bajar al baño con el móvil como linterna para no despertar a Mini que está en el sofá-cama. Sobre las 0730 el Peda se va al minimarket local a por el desayuno (por fin amanece, por fin se acaba este puente!) y cuando vuelve nos vamos a dar un baño en la piscina solos. Solos en el agua pero solos también porque por el gruñido de Mini entre las sábanas entendemos que pasa de unirse. Yo cuando era peque siempre era la que tenía que insistir a mis padres (particularmente a mi madre) para que se metiera al agua - vale, en el Segre lo puedo entender. Mini tiene padres que están todo el día chapoteando y cuando era peque siempre estaba ahí con nosotros, pero este viaje se ha empezado a desmarcar. Es esto a lo que se referían los psicoanalistas por "matar al padre"? Total que aquella vieja competición de "a ver quién se baña más veces" la he ganado yo por goleada absoluta en este viaje.
Mientras desayunamos en la terraza los tres, les comento que me interesa un pequeño pueblito que se ve allá lejos, arriba en la montaña -o sea, si nosotros tenemos estas vistas, qué será desde allí?- y decidimos que nuestra primera parte de exploración del día será hacia arriba. Después de leer un rato, salimos sobre las 1030, los últimos del aparcamiento. Esta foto del pueblo no es exactamente la que se veía desde nuestro apartamento, ya que nuestro ángulo era desde un lateral y desde abajo, pero la incluyo para que se entienda que está en un precipicio y lo bonita que es la montaña.
El caso es que cuando estamos en plena ascensión, de repente se encienden dos pilotos en el salpicadero tipo "peligro". No sé si esto es un clásico Pedalistas -solo recuerdo una vez salió el piloto repostar por la noche enmedio de Rodas, qué miedo-, pero la razón prevalece y paramos para llamar a la compañía de alquiler. Esta conversación ilustra nuevamente la tranquilidad montenegrina: que no nos preocupemos, que no hagamos caso, que si después de un rato no se va, o vuelve a salir, o lo que sea, que llamemos. Así que seguimos para arriba tal vez con el motor recalentado.
Al llegar al pueblo, es terrible: se trata de una urbanización de villas sin alma ni carácter y lo único antiguo que hay allí es una ermita con su campanita que obviamente un miembro del grupo toca- aquí no hay nadie, así que plin. Detrás tiene un cementerio montenegrino, sinónimo de espantoso. Son todos feos -obviamente no hice fotos- con unas tumbas tipo "cama de matrimonio" (vs. individual) de mármol, algunas con una especie de palio (como para que no les dé el sol? as if...). También hemos visto en otros pueblos esquelas pegadas por la calle como para anunciar fallecimientos. Aquí incluyo la ermita, ocultando las tumbas como si fuera una "unidad de condensación" de air-con.
La siguiente foto tristemente no es mía-aún no tengo dron. Podríamos haber subido más en la montaña para hacerla pero con el coche en ese plan, decidimos tirar para abajo.
De vuelta a la carretera general nos encaminamos a Petrovac, donde tras pasar por una iglesia vamos al torreón de turno a la derecha de la bahía, el Kaštel Lastva, construido por los venecianos en el SXVI. A su lado hicieron el lazareto (parece que los cristianos llamaban a la lepra "el mal de San Lázaro"), hospital donde se tratan enfermedades infecciosas, y es donde ponían en cuarentena a los que venían de travesías marinas. Hacia un lado encontramos esta interesante estampa para los geólogos que nos visiten...
... y hacia el otro estos chavales que se tiran desde esa altura...
De vuelta al paseo, Mini se toma un slushy y en una pekara (panadería) nosotros un café con trozo de tarta típica que no recuerdo el nombre y compramos bireks. En un mercado local, fruta y una bebida que aseguran es "vino de granada". Por cierto, granada en montenegrino se dice "nara". 💗
La playa de Buljarica, más al sur, tiene muchas prevenciones: que si es "salvaje", que si cuidado con las olas, que si no hay socorrista. Al llegar, no entendemos nada: es una playa enorme con piedras, con algún chiringuito cutre, con socorrista. Hacia la derecha de la playa no hay casi nadie porque es zona de rocas y piedras enormes, y por ello cubre más y el fondo es maravilloso. Ya insalivando, quitándonos la ropa a medida que avanzamos los últimos pasos, y ay, maldición, nos hemos olvidado en casa las cangrejeras y las gafas de buceo. Esta ha sido junto con la de Krasici la mejor playa y nosotros teniendo que entrar de mala manera porque duele un montón y luego sin poder mirar los peces. Menos mal que sí que tenemos a Ramona y simplemente me tiro ahí a disfrutar, remando con las manitas. Un gran baño.
Al salir, nos comemos los bireks en una especie de mirador sobre esa parte de la playa que en su día debió ser un bar y hoy está abandonado. Luego improviso una jaima con un fular y un árbol, leo un rato y me quedo frita...
Paseo hasta el otro lado de la playa, donde parece que no hay nadie. Yo recuerdo esta playa menos "producida" que las otras, más antigua, pero el Peda en su diario escribió "cada chiringuito con su música disco a todo volumen". La gente parece aburrida siempre en estas hamacas, "pasando el día": me azota el existencialismo, trabajar todo el año para esto? Cal Newport, un gurú de algo al que leo a veces, dice que ve las vacaciones como un "ejercicio de estacionalidad, una manera de recargar y re-centrar los esfuerzos creativos que sostienen su trabajo". Ah, eso lo explica todo.
Al llegar al final entendemos por qué no hay casi nadie: es un trozo nudista. Otra idea suelta que no sé si va aquí es que vemos algunas matrículas de Ucrania: nunca entiendo las dinámicas de la guerra, Ucrania es muy grande, pero hay gente muriendo y otros yéndose de vacaciones? No es una pregunta retórica ni boutade, es una duda real.
La siguiente foto la incluyo porque siempre hablo de las rutas escénicas al lado del mar, y todo este viaje por Montenegro es así, con el Adriático que se mete por tus ventanas. Hay un invento mío por patentar que es el "periscopio fotográfico": los coches tendrían un agujero en el techo y por ahí saldría tu objetivo y desde abajo podrías encuadrar fotos de cosas que ves desde el coche. Hago bastantes fotos desde el coche y casi ninguna se salva.
Ayer dije que volveríamos a ver el atardecer desde la piscina y así ha sido. Nos bañamos, leemos, contestamos whastapp. Aquí lo tenéis por fases - me pregunto qué debe ser tener esta vista en tu casa todos los días: la gente deja de hacerle caso?
Después de la ducha, probamos el vino de granada, que dice el Peda no es vino. Habrá que beber media botella a ver si se sube. Bajamos a cenar a otro restaurante local que está al otro lado de la carretera, ya cerca del mar. Es más elegante que el de ayer y lo voy a usar para hacer un resumen de la comida montenegrina, a petición de la divaganta Elena Rius. Que no es que se interese por la gastronomía balcánica per se, como solo suelo hablar de los desayunos (mi comida favorita del día), creo que le da morbo imaginar que el resto del día vivimos del paisaje. Bueno, pues este restaurante, me dice google que se llama Bankada y aunque no recuerdo en concreto qué pedimos, en general siempre hemos empezado con una ensalada llamada "šopska" que es parecida a la clásica griega (pepino, tomate, cebolla), pero luego cubierta por abundante queso de cabra rallado [curiosidad: en casi todos los sitios vale 4 euros, incluyo abajo una foto de internet]. A mí como me gusta más comer es con diversos platos para compartir, y esa cocina invita mucho a ello: verduras asadas (berenjena, pimiento), olivas, queso (salado y fuerte), pršut (una especie de jamón serrano). Mis compas han comido también sopas, por lo visto son típicas (de pescado, de ternera, de ortiga!), esta última la he visto en la guía. Por supuesto pescado al grill, pulpo, todo eso. Carne al grill: ya dije que lo más famoso son los Ćevapčići (salchichas o mejor, albóndigas alargadas porque no tienen cubierta), y luego hamburguesas, o trozos de carne clásicos.
Y por no acabar con este párrafo en el que algún divagante pueda llegar a pensar que malos han hackeado el divlog, o que he dejado su escritura a una IA, incluyo una anécdota que escuché en un podcast un día de esos de viaje que me encantó. Alejando Aménabar, el director de cine contó cómo curó su desorden de ansiedad de separación en la infancia: ya se sabe, esos niños que tienen miedo a la oscuridad, que quieren que los padres estén con ellos hasta que se duermen, que se levantan por la noche y van a buscar a los padres... Total que lo llevaron interno a un colegio de curas y una vez, por error, sus padres lo dejaron un día antes. No había nadie en el colegio y, cuando le contaron al cura que tenía miedo por la noche, él se ofreció amablemente a dormir con el pequeño Amenábar. El crío, perceptivo como se ha demostrado con el tiempo dijo que no se preocuparan, tranquilos, que ya dormía solo. Y desde entonces. No hay nada mejor para enfrentarte a tus monstruos que ser confrontado con otro mayor.
Muy chulo el publi reportaje ;-) ... el combo montaña/mar da buenas vistas ... Ah! ... La mer ... me pongo la canción de Charles Trenet y activo el modo vacaciones ...
ResponderEliminarBesis ... una admiradora, una esclava, una amiga, una sierva ...
Dearest admiradoraslaveamigasierva... pues me suena mucho tu voz y tengo alguna hipótesis :) pero una nunca sabe. Te deseo unas grandes vacaciones, eso sí... vuelve a contármelas
EliminarBesos
di