an

15 junio 2012

Grandes: La guerra que no acabó en 1939


La última novela de Almudena Grandes es la segunda de su hexalogía (serie de seis libros, palabro fuera de RAE, lo admito) homenaje a Galdós titulada “Episodios de una guerra interminable”. No es una serie sobre la guerra civil, sino de los años posteriores en los que el dictador Francisco Franco sumió a España en retraso, incultura y terror. Y precisamente ese hilo conductor, lleno de esperanza en el género humano, es lo que más me emociona: es una guerra interminable porque hubo muchos vencidos que no se rindieron. Porque al final, lo digo siempre, lo más importante no es ganar, sino haber luchado. 

La primera novela, de la que divagué aquí, Inés y la alegría” habla del episodio -muy poco conocido- de la invasión del Valle de Arán. En este segundo libro, “El lector de Julio Verne”, sigue la lucha. Se narra la historia de la guerrilla (los famosos maquis) desde la perspectiva del hijo de un Guardia Civil, pero además, metidos en la casa cuartel también conocemos de primera mano la situación de  aquellos hombres vestidos de verdeaceituna que ponían en práctica las órdenes de Franco y sus generales.

Las aventuras de los maquis siempre me fascinaron, desde pequeña. La primera vez que oí de ellos fue a través de la Yaya, ya que hubo maquis en los Pirineos, zona montañosa, ideal para que el mito comenzara a fraguarse.  Almudena se ha centrado en la provincia de Jaén y la vida del famoso guerrillero “Cencerro”, durante el “trienio del terror", de 1947 a 1949. Hace un montón de años leí “Luna de lobos” (Julio Llamazares, 1985), sobre estos primeros insumisos en la zona asturiano-leonesa. Apenas recuerdo la trama, pero sí que me impactó, junto con la belleza de su prosa, su oscuridad. El contenido no era para menos: esos hombres viviendo en el monte, como auténticos lobos, se podía oír su respiración de animal acorralado en cada descripción de una fuga, de una carrera para cazar a un animal. Luego vi “Silencio roto”, la peli de Armendáriz, de la que los recuerdos también se me escapan, pero me queda, de nuevo, su opresiva tenebrosidad.

“El lector de Julio Verne” no me ha dejado en la memoria fotos llenas de oscuridad, más bien lo contrario, ya que la luz del pueblo de Jaén donde transcurre lo inunda casi todo. Lo que en “Luna de lobos” eran negativos, aquí son los positivos, ya revelados. Mucha luz, pero con excesivo contraste: como esas fotos de blanco y negro en las que más que facciones se ven calaveras, donde los charcos tras la lluvia parecen de sangre. No puede ser de otra manera con los gritos de las noches tétricas como macabra banda sonora, esas noches que me recuerdan las de hospital en las que la familia se va y te quedas sola a merced de los otros. Esas noches son vividas casi en primera persona por Nino, un niño de 9 años, desde su habitación de la casa cuartel, donde su propio padre tortura a otros por delitos que en su mayoría tienen que ver con pensar distinto. Un niño nunca debería haber oído aquello, ni siquiera hace 50 años. Me estremezco pensando en las grietas que debe dejar eso en el alma-o en los caminos neuronales, a gusto del lector-, y me derrumbo al constatar que esto aún está pasando, en presente continuo, en distintos puntos del planeta. Niños que siguen siendo testigos de la guerra y de la tortura. Los conozco bien, porque los que tienen más suerte llegan a esta isla donde vivo sin poder dormir, con flashbacks, saltando al menor ruidito. Quien no recuerda su pasado está condenado a repetirlo, gracias Santayana.

Como ya expliqué en mi divague de “Inés y la alegría”, creo que ninguna novela de la Grandes supondrá ya para mí lo que supusieron sus primeras, porque entonces yo terminaba mi adolescencia, y Lulú o Malena fueron libros que me tocaron precisamente por mi edad y por la personalidad arrolladora de Almudena, a la que siempre he admirado: escritora, luchadora, y sobre todo, buena gente y feliz. A medida que yo crezco, sus novelas me cambian menos, pero las sigo leyendo. Porque por ejemplo, en “Inés” conocí una historia que ni remotamente hubiera soñado, y en “El lector”, me he topado con una realidad desconocida para mí, porque hay cierta información que fue cuidadosamente sepultada por el aparato de propaganda franquista.

La Guardia Civil, esa institución que para muchos de nosotros es equivalente al “coco”, tenía rojos entre sus filas. Almudena describe la situación de algunos de ellos, que viven implementando el terror que les ordenan desde Madrid, aterrorizados a la vez por el miedo a ser descubiertos debido a sus veleidades antes del alzamiento fascista. Algunos, incluso, ayudaban a los maquis, tanto a huir a Francia, como a terminar con los traidores, delatores entre sus filas. La autora entre otros cita el libro "Los rojos de la Guardia Civil" de José Luis Cervero en la que se "analiza detalladamente la trayectoria de muchos mandos y números del cuerpo que siguieron a rajatabla las ordenazas de su fundador, que les prohibía sublevarse contra el poder legalmente constituído. El golpe de estado de 1936 triunfó solo en aquellas provincias donde la Guardia Civil apoyó la rebelión. En los lugares donde los jefes se mantuvieron leales a la legalidad se desató después de la guerra una represión feroz (...), con una ley que depuró a todos los que hubieran mostrado el menor indicio de simpatía por las instituciones/partidos republicanos antes de 1936, incluso aunque más tarde hubieran luchado en el mando rebelde. Además de consecuencias penales, también las tuvo económicas: se denegó a las viudas y huérfanos de los guardias fusilados o encarcelados la pensión que les pudiera corresponder". Almudena explica entonces en el epílogo de dónde viene esa fama de "coco" que algunos tenemos de este cuerpo: a partir de entonces, para ser Guardia Civil solo contaba la lealtad ciega a Franco, y admitió analfabetos, ex-delincuentes y demás calaña que fueron los responsables de la represión y la tortura, de disparar a gente por la espalda aplicando la "ley de fugas" y otros actos que demuestran rasgos claramente psicopáticos.

Este libro es, como cuenta la propia Grandes, producto de su ávida documentación sobre el tema de la Guerra Civil, y aunque parezca mentira, no lo era que hace solo 50 años las mujeres, muchas de ellas solas, tanto viudas como con los maridos en el monte intentaban dar de comer a sus hijos con prácticas tan peligrosas como “hacer pleita” (que consistía en coger esparto poco a poco del monte y tejerlo en trenzas para venderlo luego), o revender huevos de los cortijos en los pueblos de Jaén. Por temas tan graves, por luchar por dar de comer a sus hijos, eran declaradas sospechosas, detenidas, interrogadas. Una caza de brujas como la que ya describí hace mil años aquí cuando hablé del análisis antropológico de Marvin Harris sobre el tema de la brujería medieval: mujeres que eran quemadas en la hoguera por crímenes que pasaban en la mente de otros (los inquisidores), que necesitaban de la existencia y la quema de más y más brujas para perpetuarse y mantener el status quo, y para tener a la población aterrorizada y fragmentada.

El rayo de esperanza, de luz limpia, lo da Nino, el niño que nos conduce por la novela y que desde el principio, se niega a seguir alimentando la máquina de quemar más brujas. El no quiere ser Guardia Civil, como su padre. Sus modelos son otros: un hombre joven que vive a su aire, a medias entre el monte (y los del monte) y el pueblo, pescando, bañándose en las mejores pozas y ejerciendo lo más parecido a la libertad que se podía aspirar en la España de finales de los 40, y su profesora de mecanografía, que le abre el mundo de la lectura, empezando por Julio Verne, y terminando por los Episodios Nacionales de Galdós (que es lo que leían los rojos en las trincheras, mientras que el ejército rebelde ser empapaba de novelitas de amor de la falangista Carmen de Icaza). La mezcla explosiva de inteligencia, alguna persona que te inspira y lecturas pueden dar el giro a una vida, convirtiéndonos en alguien distinto del que el destino eligió para nosotros. Nino lo confirma, siendo uno de los miles que contribuyeron a que la vergüenza de este país que dejó morir al dictador en la cama, sea un poco menor. 


Porque esta guerra, tiene que saberse, no acabó en 1939.

11 comentarios:

  1. O sea que había que tener rasgos psicopáticos para ingresar en la Guardia Civil...

    ...

    ...

    ¡Muy bien Tomás!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Has oído esa bromita de "no hace falta estar loco para trabajar/vivir/etc aquí, pero ayuda?" (donde pone loco pon sicópata, uqnue no es lo mismo).

      Lo q la Grandes ha encontrado en sus documentaciones (yo no)es q el cuerpo q fundó Ahumada era algo selectivo, pero como explico, llegó un momento que esa selección cambió a como unico requisito, q fueran ciegamente leales a Franco. Y lo demás no importaba. Eso explica muchas cosas.

      Y sí, supongo q para matar no, pero para torturar como lo hicieron algún rasgo de falta de empatía, grandiosidad, etc (sicopatía) es necesario.

      muxus

      di

      Eliminar
  2. El lector de Julio Verne es un libro que recomendó Mercedes Milá haciendo un día propaganda de su librería en Barcelona... Fue la principal razón por la que no me lo compré en al feria del libro. Hoy tu me has dado un montón más de razones. Paso. Probablemente la historia dle niño estará bien y sea como tu la has contado en el último párrafo y con eso me hubiera querido quedar leyendo el libro, únicamente eso.

    Y los pobres cubanos muriendo por sus ideas y al mundo le da igual....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy acertada DIVA: si lo q esperabas era una novela de un ninio q crece en un ambiente rural, nadando en pozas y buscando ranas, sin saber nada del marco sociopolíco q enmarca su crecimiento, haces bien en no leerla. NO es para ti.

      muxus

      di

      Eliminar
    2. Es lo que tenemos los del medio rural, nunca podremos acceder a según que cosas....

      Eliminar
  3. "Como ya expliqué en mi divague de “Inés y la alegría”, creo que ninguna novela de la Grandes supondrá ya para mí lo que supusieron sus primeras, porque entonces yo terminaba mi adolescencia, y Lulú o Malena fueron libros que me tocaron precisamente por mi edad y por la personalidad arrolladora de Almudena, a la que siempre he admirado: escritora, luchadora, y sobre todo, buena gente y feliz. A medida que yo crezco, sus novelas me cambian menos, pero las sigo leyendo."

    Acabas de describir justo lo que me ha pasado siempre con la Grandes, aunque Lulú no es muy de mi gusto, me ha parecido siempre un poco marciana comparada con el resto, prefiero "Malena", sin duda, todas sus novelas las he comparado con ella y con su impacto, por desgracia, luego de Malena irían partes del Atlas, partes de los Aires Difíciles, algunos cuentos y "Castillos de cartón", que me gustó mucho también . Un verano hasta me releí todo lo que tenía de ella, pero justo cuando me regalaron "El corazón helado" entré en una época muy larga de no leer casi nada y de la que no consigo recuperarme con éxito, vaya usted a saber porqué.

    Debido a mi especial sensibilidad con el tema de las torturas, aunque creo que debe saberse, me cuesta mucho leer sobre la Guerra Civil o la Posguerra, por ejemplo, leyendo "Los aires difíciles" me hizo llorar muchísimo la historia de la chica pobre que vive un tiempo con su tía rica, por desgracia, reconocí a ciertos parientes y parte de la historia de mi madre, que viene a tener la edad de ese personaje. Para mí es difícil leer estas cosas, pero considero que hay que hacerlo.

    No sé mucho de lo que hicieron mis respectivas familias en la guerra o después de ella sé muy poco, no creo que pasaran cosas muy graves, pero si pasaron, prefiero arriesgarme, prefiero saber, me gustaría poder leer algo o que quedara alguien que me contara las historias; mi último abuelo murió cuando yo tenía seis años, y aparte del gesto de no permitir que sus hijos llevaran camisas azules, poco más sé. También tengo familiares más o menos falangistas por parte de mi madre, que un abuelo indeterminado regaló su dentadura de oro a la República, en fin, detalles sueltos que no me ayudan demasiado, a mí me gustaría conocerlo todo, y ya no sólo de esta época, sino de otras aún más pretéritas.

    Me dais mucha envidia los que sabéis tanto, mucha, aunque es posible que eso no sea adecuado por lo que contáis, que suele ser muy triste y doloroso. Lo de tu yaya me pareció tremendo, lo que contaste el otro día, es duro, pero es preferible saber porqué a la familia de ese señor le tienen ojeriza en el pueblo, o porque se la tienen a la tuya que no saberlo, y empezar a imaginar cosas y cosas. En los pueblos me temo que se tiene muy en cuenta todavía, parece que algunos no acaban de entender que los hijos no son los padres y mucho menos los nietos, aunque vaya, si colaboras en ocultar lo malo que hiciesen, ahí ya estás diciendo que te parece bien, ya estás colaborando en cierto modo, así lo veo yo.

    Me ha gustado mucho tu post, y quizá haya logrado interesarme de nuevo en las cosas de Almudena, veremos. Muchas gracias, Di :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. XISCA, muchas gracias por tu comentario, me ha hecho mucha ilusión, pero lo primero q querría aclarar es q yo no sé tanto de esa época. Me gustaría saber mucho más, y las historias de la Yaya me llegan con cuentagotas. Ya dije q en mi casa, como en muchas, no se hablaba de estas cosas.

      Curioso lo q dices de nuestra evolución común con Almudena. No sé, para mí formalmente estas ultimas novelas ya no son lo mismo (igual el problema esta en mí), aunque son una fuente de información.

      Comparto lo q dices de leer sobre la tortura y el horror, y entiendo q no lo hagas. Lo importante es q sabes q existió y lo importante q es q no vuelva a ocurrir. Tengo muchas dudas, por ej, sobre si ir a Dachau o a Auschwitz, pq sé q será un sofocón horroroso. Sin embargo, este libro como digo, auqnue habla de la tortura, también tiene ese hilo conductor q describo de esperanza, de gente q no se rinde y sigue adelante, bien haciendo pleita para alimentar a sus hijos, bien luchando contra el régimen como pueden. Ese es el mensaje q considero esperanzador: este no fue un país manso en el q todo el mundo bajo la cabeza 40 anios. Hubo algunos q no.

      Es como la situación actual: muchos solo se quejan, pq ahora quejarse por quejarse es fácil (en la época de Franco, no), pero tambien hay mucha gente q esta HACIENDO cosas (en poco rato se recogieron 19.000 euros q se necesitaban para q investiguen a cierto banquero)

      DE todas formas, si quieres leer un libro maravilloso de la posguerra (caso de q no lo conozcas), te reocmiendo "Los hijos muertos" de Ana M Matute. Lo divague aquí
      http://divagandodivagando.blogspot.co.uk/search?q=los+hijos+muertos&submit.x=24&submit.y=15

      Y gracia spor compartir los trocitos q conoces de tu famila con nosotras,

      muxus

      di

      Eliminar
  4. Encontrar el marco sociopolítico en una noveleta de buenos y malos... pero cuantos años tienes?
    O es que te tocan el corazón con una historia que refuerza tus creencias y te tienen en el bote? Tan manipulable???

    Courageous

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. COURA, comentarios como el tuyo no necesitan respuesta, lo dicen todo ellos.

      Salud

      di

      Eliminar
  5. Qué dos varas de medir tan lindas tienes!

    Courageous

    ResponderEliminar
  6. Pues a mí la Grandes me cae simpática, a pesar de ser del Atleti, y no por eso le leo... Le di sus oportunidades, y no las aprovechó/é.

    Cómo sois de sectarios por ahí abajo, y qué fáciles: todo se reduce a un Barça-Madrid, los míos y los demás, hace la Milá un comentario y yo va y se lo tengo en cuenta...

    ResponderEliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.