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16 diciembre 2009

¡Calla, hablador!


¿A quién no le ha pasado algo así? Como dice un bloggero que leo:  "a veces no hay nada peor que desear una cosa y .. tenerla".

Juan y María iban a casarse. Eran personas totalmente diferentes y, sin embargo, se complementaban a la perfección.

Juan era una persona introvertida, tímida, de pocas palabras. No le gustaba figurar. Prefería pasar inadvertido. Era muy amigo de sus amigos y quería a María con locura. Generalmente prefería que María llevara la voz cantante en todo o en casi todo. En realidad era más cómodo así y le ahorraba tener que pensar, tener que decidir. Juan estaba hecho un flan ante la perspectiva de ser durante un día el centro de atención.

María en cambio estaba encantada ante lo que se le avecinaba. De hecho todas las decisiones en torno al enlace las había tomado ella. Había elegido la iglesia, el restaurante, la música, su vestido y el traje de Juan, el color de los manteles y la situación de los comensales en las mesas. Lo había supervisado todo para que nada fallara. Era un mujer muy dinámica, muy extrovertida y con poco sentido del ridículo: lo mismo podía bailar encima de una mesa que cantar en el karaoke sin ningún atisbo de vergüenza. María era así y así la quería Juan.

Llego el día del enlace. Todo había transcurrido según lo esperado: todos los invitados había llegado según lo previsto, la novia un cuarto de hora tarde para desesperación de Juan, pero estaba guapísima. Su padre, orgulloso la había llevado al altar. Las flores eran perfectas. En la ceremonia Juan pudo mascullar las consabidas palabras sin confundir fidelidad con felicidad (es peor cuando la ceremonia es en catalán y el contrayente confunde te honoraré con te oloraré).

El restaurante había cumplido con lo prometido y todo estaba yendo a las mil maravillas. Por fin cortaron la tarta y finalizaba el convite. Juan, a pesar de estar sentado en la mesa principal, ya se estaba relajando: ¡Buf, ya había pasado todo! - pensó. Comenzaba a respirar y a disfrutar de la fiesta mientras se tomaba su tercer pelotazo.

Poco a poco y debido a la abundacia de los caldos y espirituosos, el ambiente se empezó a caldear (valga la redundancia). Los amigos de Juan eran de los que arrasan y comenzarón a hacerse notar: corbatas en la cabeza, carcajadas estrepitosas, mejillas coloradotas... Para terror de Juan empezarón  a gritar: ¡Que se besen, que se besen, que se besen! Joder, se los había advertido una y mil veces que no quería que se pasaran. ¡Vaya  mierda de amigos! La cara de horror de Juan era evidente lo que aún animaba más a la cuadrilla. María en cambio estaba en su salsa. Había bebido mucho vino y mucho cava y estaba totalmente desinhibida, tanto que ya estaba de pie para cuando Juan se dio cuenta y ponía los morritos para que él la besara. Resignado Juan se levanto rápido y lo hizo, le besó. Fue una cosa apresurada, tanto que se la hicieron repetir como unas tres veces más: ¡de tornillooo, de tornilloooo! vociferaban los achispados amigotes.

La fiesta siguió subiendo de tono, la música había comenzado y todos bailaban alegres mientras derramaban el contenido de los vasos. Hasta Juan se había lanzado con un pasodoble y estaba disfrutando del jaleo. Ya había perdido la cuenta de lo que había bebido, pero le daba igual. Se encontraba tan a gustito, bailaba con la suegra, con las primas... la exhaltación del momento lo había liberado. Por lo menos así se sentía: libre.

De repente, oyó que la música había cesado y vío a María con el micro en mano. ¡Diosssss! ¿que iba a hacer María? La novia comenzó a dar las gracias a los asistentes, a sus padres y a sus suegros y a Juan por el día tan maravilloso que estaba disfrutando. Juan lo oía todo de lejos, sonriendo y ajeno a lo que se le avecinaba. Los amigotes de Juan empezarón a chillar: ¡QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN!.

No se lo podía creer, qué hijos de puta... Su turbia cabeza se paralizó y no podía ni pensar. ¡QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN! - se unieron todos. Sin saber cómo, se vió arrastrado hacía el lugar en el que estaba María con el micro: ¡QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN! - oía que su suegros gritaban al pasar por su lado. ¡QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN,   QUE HABLE JUAN!  - hasta sus padres se unieron al terrible coro.

Cuando llego al lado de María estaba temblando, confuso, muy nervioso. Sentía la boca seca, las mejillas encendidas y no podía pensar con claridad. Oía la algarabía de fondo que le animaba. María le tendió el micro, lo cogió a duras penas y se hizo el silencio más profundo. No le salían las palabras, no podía organizar nada coherente en su cabeza. ¡HABLA YAAAAA! - vociferaba su suegro.  ¡DI ALGOOOOO! - decía algún espontáneo.

Hizo un esfuerzo sobrehumano y acercándose el micro a la boca pudo murmurar:

"Mmmaría está embarazada"

A lo que el suegro replicó:  "¡Calla, hablador!"

15 diciembre 2009

Los Reyes existen

SS. MM. Los Reyes Magos de Oriente pueden hacerle llegar a tu pollito un video personalizado. Tienen juguetes, las fichas dónde apuntan si has sido bueno o malo y verás que guardan las fotos. ¿No te lo crees? Entra en  navidades sorprendentes y lo puedes comprobar. Está genial (sobre todo la cara de alucine de los pollitos).

Por otro lado y si todavía no lo has hecho puedes escribir tu carta y enviarla por correo electrónico. ¡Atento al correo a ver qué te responden!


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Comprar licencias y portátiles no es educar


Marcelino Madrigal es un tío que dice verdades como puños. Tiene un estilo propio, directo, a veces corrosivo pero suele dar en el clavo. Marcelino ha iniciado una cruzada contra la pornografía infantil en internet, denunciando cómo pederastas y pedófilos campan a sus anchas con total impunidad y advirtiendo de los peligros de algunas redes sociales, la privacidad y la desinformación que existe. Puedes verlo en La cara oculta de las redes sociales. Antes Marcelino tenia un blog en windows live pero tal como él dice:
"Microsoft eliminó mi blog al denunciar pederastas en su red. Según ellos fue por publicar imágenes inadecuadas a su código de conducta, aunque a día de hoy los spaces de estos tipos continuan abiertos y el mismo cerrado"
Además de esa campaña, suele arremeter contra la SGAE y la manía de interferir "peajizando" todo lo que se menea en la red. Pienso que su labor es digna de mencionar y tiene en mí una seguidora fiel. Todos sus escritos suelen ser acertados. Os copio a continuación uno que no tiene desperdicio. ¡Bravo Marcelino!

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  by Marcelino Madrigal

Comprar licencias de Sistemas Operativos, o entregar un portátil medio subvencionado a un crío o una cría no es educar. Es dotar. Y es diferente. Verán ustedes, llevo pensando todo el día en que esto que hacemos en España con la tecnología y los críos no es más que dar bandazos y poner en riesgo tanto su futuro como el nuestro.

Me explico. No entiendo muy bien porque aquí entendemos que tener cosas automáticamente nos capacita para realizar cosas con ellas. El Ministerio de Educación se ha preocupado de que nuestros estudiantes dispongan de cosas, pero nunca lo hace que van a hacer con ellas. Y esta fea costumbre se extiende a casi todos los ámbitos. Que los críos tengan móvil, que tengan direcciones de Messenger y hasta Tuenti, aunque no tengan edad para ello. Que tengan portátil. Que tengan Internet. Que tengan y que tengan, pero no que tengan lo principal, que es el conocimiento de para que lo van a utilizar y las responsabilidades, riesgos y ventajas de usar todo esto con lo que se han encontrado prácticamente antes de ponerlos botines.

Y pasa lo que pasa. Que los móviles se usan para grabar vídeos, las redes y los sistemas de mensajería para acosar a otros cuando uno está fuera de clase. Los portátiles para vaya usted a saber lo que, y el acceso de Internet no les quiero ni contar. Mi hija me dice que todos sus amigos tienen Tuenti. Mi hija tiene 11 años, y sus amigos la misma edad, por poner otro ejemplo. No entiendo porque, pero al preguntar a los padres de sus compañeros me dicen que la razón es que los demás lo tienen. Hoy leo que un tipo ha abusado de la confianza de los usuarios de Tuenti creando un evento falso y apropiandose y comprometiendo 4000 cuentas de esa red social que se presentaba como super-segura en evento blog. El tipo es un adolescente que dice que lo hace porque está cansado de que le inviten a eventos tontos. Y él lo hace más. Como pueden ver todo esto porque nadie ha explicado a los usuarios de Tuenti 4 normas básicas, muy básicas e imprescindibles para desenvolverse por Internet. En cambio tenemos medios de comunicación y conocidos gurús de la red hablando de la falacia de lo que ellos llaman nativos digitales.

Yo no me voy a meter en que la inversión que hace el Ministerio de Educación en el acuerdo con Microsoft sea una pasta, o si la opción del Software Libre debería haber sido contemplada, que debiera haberlo sido. Al revés, si uno compara los 3 millones y pico de Euros que va a costar este acuerdo al año, con los casi 17 Millones de euros que el alcalde de Madrid se gastó en promocionar Madrid como ciudad olímpica porque tuvo dos corazonadas, deberíamos de saber a qué plazo, si corto o largo, invertimos, y si lo hacemos en futuro, o en presente, y sobre que intereses se hace. En todo caso me gustaría leer el acuerdo en detalle, no vaya a ser como en Argentina donde gracias a un acuerdo similar, muchos profesores se encontraron con la sorpresa que la instalación de los sistemas operativos de Redmon la debía hacer ellos mismos, y no Microsoft. Muchos no estaban preparados para eso. Pienso que el problema es que mientras en Reino Unido, por ejemplo, las asignaturas de navegación en la red, donde se explican tanto la bonanza como lo malo, que lo hay, a los alumnos son obligatorias, y se van a extender todavía más. Aquí compramos un portátil para que lo lleven a casa, y listo. Pienso que la inversión en la preparación de los docentes no es la adecuada, y que se sustituye muchas veces por el esfuerzo personal de los mismos, que ya bastante tienen. Pienso que la tecnología hoy es una herramienta, como el bolígrafo o la tiza fue en su día, y que su uso se debe extender a todas las asignaturas, no ser una independiente, actividad, taller o como lo llamen. Pienso que las charlas de concienciación de los riesgos en la red son tan necesarias como las que se les da sobre la droga, el sexo o las clases de tráfico, por ejemplo, porque están abocados a circular por Internet tanto o más que por las calles. En fin, muchas cosas.

Pienso que no lo estamos haciendo bien. Que seguimos empeñados en que tener es poder y eso no es lo correcto.

Creo en definitiva, que comprar licencias y portátiles no es educar. Es sacarse fotos, y de eso, ven que hay muchos interesados en ello. En las fotos, digo.

14 diciembre 2009

Humor mexicano


Me encantan los mariachis.

Aunque es original del estado de Jalisco, el mariachi se ha extendido por todo México y por todo el mundo como símbolo de la cultura mexicana. Suelen interpretar diferentes tipos de canciones: boleros, valses, huapangos, corridos, rancheras... Algunos a diferentes tiempos. Suelen adornar las serenatas con un grito peculiar, propio, con diferentes variables pero indiscutiblemente diferenciador, que me cautiva.

Suelen tener como mínimo 7 componentes, sin límite en cuanto a máximos, aunque por lo general no más de 12. En cuanto a instrumentos, llevan guitarras, vihuelas, guitarrones, trompetas (ay las trompetas...) incluso a veces un arpa.

Los trajes de charro, sientan bien. Hay diferentes modelos: de gala, de greca o cachiruleado. Son trajes muy bonitos y elaborados que coronan con otro de los símbolos mexicanos por excelencia: el sombrero. Pero no el sombrero que puedes encontrar en las ramblas barcelonesas (ese que hace dudar a los yanquis donde esta Spain). El sombrero mexicano es una pieza de arte. Suele ser de piel de conejo y bordado con hilos de oro. Un buen sombrero cuesta entre 1.000 y 2.000 €, pero los hay que llegan a superar los 15.000€ . Acerca del mismo podemos leer:
Para quienes lo han usado saben los múltiples usos y beneficios de su diseño. Algunos pueden ser: no sólo cubre del brillante sol sino igualmente del viento y, sobre todo, del polvo; con él se atiza un fuego como se apaga si se enciende el campo; se ataranta una víbora y luego se la mata, protegiendo de su mortal mordida; se realiza un bonito lance a un toro bravo que sale por el monte y se le esquiva; se le da de beber a un cuaco o a cien que hubiera; se cubre el anonimato antes de un lance de amor o de librarse de un enemigo; se utiliza como escudo en la defensa de un ataque a machete o navaja, tomándolo del barbiquejo; cubre estupendamente de la lluvia que, con manga de paja o lona ahulada, es el mejor paraguas a pie o a caballo; en jaripeo, sobre todo de toros cebú, protege de los peligros de una cornada y, en caso de caída, hace las veces de casco; y otros usos se que podrían añadir por quienes lo hemos utilizado en el campo.

Tras el pertinente divague voy a intentar centrarme.



El mexicano suele reírse de todo, hasta de la muerte:

La noche que la mataron
Lupita estaba de suerte:
de tres tiros que le dieron
nomás uno era de muerte

México tiene un sentido del humor especial. Cuanto mayor es la desgracia, mas sorna hacen. Hacen mofa de políticos, desamores, desgracias, traiciones... A través del humor, el pueblo mexicano encuentra una forma de liberar el estrés y la presión de las crisis, la corrupción, la violencia etc.
 
Os dejo con una canción de "El Potrillo". Es una de mis favoritas.
 
Estooooo... que seáis muy felices...  ;·)  Eso sí, regresad.
 



13 diciembre 2009

El pío pío o HH # 1


La emisora era Radio 80 Serie Oro, las culpables nosotras.

Solíamos poner esta emisora para estudiar porque ponían música calmada, baladas, oldies...

Por aquel analógico entonces, imagino yo que, los que trabajaban en la radio se hacían unos recopilatorios en cassette le daban al play y al repeat y se iban a toma unas cañas o a ver el partido. Digo esto porque generalmente los “éxitos” sonaban en el mismo orden y porque más de una vez llamamos a la emisora porque al de guardia se le olvidó poner lo de repeat y se había producido el silencio en las ondas y el choteo general en casa. A veces se les quedaba enganchada la cinta y se pegaban media hora repitiendo: "Estás escuchando Radio 80 Serie Oro. Estás escuchando...".

Era una emisora tranquila, sin sobresaltos y predecible. Sonaban temas de The Mamas and the Papas con su “California Dreaming”, de Chicago con “If you leave me now”, Cecilia y "Un ramito de violetas", The Platters y su “Only you”… en fin cositas suaves.

Sin embargo había un tema que se llevaba la palma por horroroso y que todavía al oírlo hoy no puedo evitar un escalofrío. Creo que se gana de sobras el encabezar la lista de Horror Hits o "HH". Era un conjunto de despropósitos de una tal Minnie Riperton que no debía tener familia, porque de haberla tenido le habrían prohibido cantar. La chica en cuestión lo daba todo y de que manera. Por si fuera poco la acompañaban unos pajarillos que iniciaban la canción. En cuanto los oíamos piar sonaba un Diossssss!!! y alguien corría a apagar la radio. Si te descuidabas porque (alguna vez) estabas concentrada en los apuntes, el estrichillo estribillo producía en ti efectos secundarios horribles. ¿No te lo crees? Dale al play bajo tu responsabilidad . No tengas la cristalería cerca. Estás advertido

12 diciembre 2009

El retorno de los abrigos asesinos



En los abrigos asesinos, nos habíamos quedado en John Lewis, un gran almacén de gente desesperadamente clase media (y nótese que la calificación clase media en este país es distinta que en España… aquí clase media es en realidad media-alta, los profesionales que leen ciertos periódicos, que viven en determinadas zonas). Y desesperadamente es un anglicismo que no sé bien cómo traducir, pero “me desesperan” podría ser una interpretación libre.

Como son muy amables en este gran almacén, nos envían a la tienda de la marca del abrigo, donde quizás tengan la otra talla, y está a escasos metros, en King´s Road. Esta es la calle donde probablemente haya mayor densidad de Bugaboos y Barbours en este lado del canal. Algo así como la reserva pija de Occidente. Una, que es una salamandra, da el pego perfectamente, tanto aquí como en el concierto de Barricada en Brixton Academy la semana anterior.

Pero divago: mi sufrida hermana (¿pero para qué están las hermanas, joer?) et moi nos encaminamos a la tienda de marras. Y sí, la talla mediana está en la percha. Damos un giro, y como único empleado está en guardia de seguridad y el DJ pinchando en algún cuarto oculto. Agarramos la percha y nos vamos al probador. Y corroboramos: la mediana me queda grande, aquí y allá, largo debate, es que yo creo que, ponte el tuyo de nuevo, quítatelo, date la vuelta… en estas que se asoma un tipo y dice puedo ayudaros.

Debe tener unos treintaitantos, es de origen indiopakistaní, y lleva ropa oscura y unos de esos zapatos que el pedalista llama de chúpamelapunta. Cuando contesto, se queda enganchado en mi aparato (sí, llevo ortodoncia, algún día os contaré porqué) y me dice: “debes tener muchas ganas de que te lo quiten ¿no?” y acto seguido: “¡de donde sois?”. Y la menda: “De Transilvania” (tendríais que verme, cuando llevo las gomas ni Gary Oldman en el Drácula de Coppola me haría sombra). Y paso a contarle mi predicamento. Sus zapatos se giran y dice: “te traigo el pequeño y lo vemos”.

Antes de seguir anotar que, desde que estoy en este país, mis parámetros han cambiado. Ya dicen que la imagen corporal de uno mismo se crea en la adolescencia. Si en esa época estabas buenísima y ligabas un huevo, tu autoestima física, que se consolida en esos años, seguirá más o menos intacta el resto de tu vida. Yo, de adolescente en la península, siempre fui una tía no precisamente talla petite, sino siempre más alta, más grande, más “fuerte” (cómo odiaba esa palabra) que la media. Por eso, aún no salgo de mi asombro en este país: soy average, tirando a pequeña. Simplemente, no soy yo. Siempre fui de las más altas de la clase. La petite no soy yo.

Pero vuelvo a divagar. Chupamelapunta vuelve raudo con la talla pequeña. Me ayuda a ponerla (es una sensación rara, cuando uno que no es tu chico te pone un abrigo) y establece: ésta es tu talla. Y conversación ritual: pero me aprieta. Pruébate la mediana de nuevo. Con ésta más cómoda. Pero me veo panto (palabra familiar que significa sin gracia ninguna). Claro, es que la que te encaja a la perfección es la otra. Pruébatela. Vale. Sí, me queda mejor, pero es que me noto incómoda. Ah, pero es que es un abrigo encajado (fitted), si quieres un abrigo amplio no es este concepto. Claro, pero es que me gusta este concepto. Si quieres te cojo la cintura. Vale. Me pone las manos en la cintura varias veces para explicar el concepto encajado. Yo asiento como si me estuviera contando la fórmula de la cocacola.

Dice que se va, “para que lo pienses con tu hermana”. De acuerdo, gracias. Me pruebo mi abrigo, y qué cómoda. Pasa por ahí y lo elogia: “es muy bonito, pero es un abrigo dramático que no te abriga”. Gracias, lo de que no abriga ya lo sabía yo, pero nunca se me habría ocurrido el adjetivo dramatic. Le va que ni pintado. Desde ese día es el abrigo dramatic. Insiste en que me debo quedar el pequeño. Sin abrigo lo ve claro: soy la pequeña. Yo sigo alucinando en mi interior, nadie de mi clase del cole me reconocería.

Vamos a pagar, con la pequeña. No me gusta ir incómoda, embutida como la mujer de Luis XVI, pero también odio la ropa grandota, que cuelga, que pareces un saco. La indecisión sigue mientras esperamos para pagar. Entonces vuelve a aparecer él. ¿Qué habéis decidido? Pues la pequeña. Pequeño triunfo, se le nota en la cara, hasta los zapatos se alegran un poco. Y entonces mi pequeña hermana añade: “pero no estoy convencida, porque tiene que sacar al bebé de la silla, y va a estar incómoda haciendo ese gesto” (todos hacemos el gesto del abrazo, con mayor o menor efusión).

¿Cómo? ¿Qué tienes un bebé? ¿Pero por qué no me lo habías dicho antes? Me mira como si le hubiera intentado robar un cinturón de la tienda. Estoooooooo, errrr, no sé (a ver, ¿por qué has de darle tu historial completo a un vendedor?) Eso cambia las cosas completamente, dictamina. Has de llevarte la mediana. Ah, ¿sí? Claro: yo pensaba que eras una chica soltera, independiente, que sales por las noches, que ves a chicos. Entonces talla pequeña, abrigo entallado, tú me entiendes. Pero si tienes un bebé tus prioridades son otras, y tienes que ir cómoda, estoy con tu hermana.

Yo no doy crédito. Y el tío añade, ya bordándolo: “pero eres demasiado joven para tener hijos”. Me peliizo y le digo: “Now you are taking the piss” (algo así como “ahora te estás descojonando”). Te lo cojo, venga. Vamos al probador de nuevo, y mientras me pone las agujas, decido ya tirarme a la piscina: “dice mi hermana que eres muy buen asistente, y entiende de esto”, y el añade: “por algo soy el jefe” (algo así como me acaban de dar el cum laude en el PhD). Tras un intercambio de frases que afortunadamente no recuerdo termina: “no te puedo cobrar por el arreglo”. Y yo, “anda, nooo”, y él, insiste. Y cumple su palabra: no me cobra el arreglo.

Salimos de la tienda completamente estupefactas. ¿De verdad ha ocurrido esto fuera de un guión de Luis Buñuel? Si eres madre, ya estás fuera, talla mediana, baggy clothes y Game Over.

GAME OVER?
Ni Diva Gando ni Di Vagando.

Me llamo Di y un día fui Rocker


¿Todos o sólo yo tenemos un pasado oscuro? Ha llegado el momento de salir del armario: hace mucho tiempo, en un país muy lejano... yo también fui rocker. Inspiremos profundamente.

Corrían los años en los que yo estaba matriculada en una infame facultad de la Ciudad del Viento. Si el objetivo de la Universidad es aprender y crear seres libres, aquella fracasaba estrepitosamente. Fábrica de memorizar donde las haya, mucho, todo, cuanto más mejor, para que los pobres matriculados no tuvieran tiempo de pensar en nada más. Perdón, quiero decir de pensar. Punto.

Afortunadamente, no me costó demasiado darme cuenta del timo del Gaudeamus Igitur, y de que si quería hacer algo interesante o conocer a gente que me ayudara a crecer (joer, que son 18 años), no iba a ser en ese antro. Y así mis huesos dieron con lo que entonces se llamaba una “radio libre” o, mucho mejor “pirata”. Yo hacía allí un programa llamado “Quédate” (dale a su sintonía aquí:))



Algún día escribiré más sobre aquel programa, que era una versión radiada de lo que parece va a ser este blog: divagare divagare. Claro que entonces yo aún había leído menos que ahora, viajado menos que ahora, conocido a mucha menos gente que ahora… ¿de qué hablaba? Me alegro que me hagáis esa pregunta. La arrogancia ignorante de los 18 y el que en aquella época yo (ya/aún) quería cambiar el mundo, hicieron el resto.

Pero divago. Volviendo al tema, en aquella radio habría una sobrepoblación de Rockabillies, que hacían programas musicales en su mayoría. Y con ellos me enganché al Rock & Roll de los 50. En mi defensa diré que nunca me uniformé como ellos (¿me imagináis con esas faldas, con mi camisita y mi canesú?) y que los míos no se habían quedado, como se dice, ideológicamente en los 50. Ellos me enseñaron que el verdadero rey del rock no era Elvis, sino este señor:



El día que Buddy Holly se fue, la música murió (“the day the music died”). Seguro que conocéis esta canción que está dedicada a él:




El Rock & Roll sigue siendo la música que le hace a una sentirse ahí arriba. Otro día os puedo hablar de la “mood-inducing music” que se usa en estudios psiquiátricos. Mientras tanto… long life R&R!!!!!

Shock en Chiapas


La verdad es que no se qué tono darle a la descripción de lo que vivimos en San Juan Chamula para transmitir mínimamente el impacto que nos causó. Todas las agencias organizan viajes, pero preferimos ir por nuestra cuenta. El día anterior habíamos estado en el Cañón del Sumidero con una agencia y Rigoberto, porque es más de una hora de camino lleno de curvas al que es difícil ir por tu cuenta. El Cañón es impresionante, en algunos puntos alcanza los mil metros de altura, y el río por el q vamos en la lancha tiene una profundidad de 100 metros. Vemos algún cocodrilo en las orillas, y gente que limpia el río, porque cuando llueve todo acaba aquí (desde botellas hasta zapatos, una se pregunta porqué siempre acaban los zapatos por ahí tirados y no las camisas, por ejemplo.) Recorremos 35 kms de río con la lancha, que va a todo trapo, es divertido. Pasamos por una pequeña cascada, y el guía nos enseña pájaros (buitres de la zona) y otra fauna. Al final del viaje, llegamos a la presa, donde hay un monumento inmenso al frente al ingeniero que la diseño, y detrás los trabajadores que murieron en su construcción. Después vamos a Chiapa del Corzo, un pueblo con fuente mudéjar y convento que exploramos con los boloñeses.

Pero iba yo a hablar de San Juan Chamula, parece que voy dando rodeos, y es que temo no saber explicar lo que allí vimos. Como decía, nos fuimos hasta el mercado de San Cristóbal, desde el q salen las combis (son como furgonetas para pasajeros) hacia San Juan. Viajamos con gente del lugar, no hay en la combi un solo turista, y lo mismo a la vuelta. En su mayoría son indígenas, y en este caso, la higiene no es su principal preocupación. Al llegar a San Juan, paramos en la plaza, donde está el mercado y al fondo, la preciosa iglesia. El mercado me recuerda en reducido al de la Plaza de El Fnaa en Marrakech: gente con sombrillas y una manta con su pequeña exposición de lo que quiera que vendan. En general son mujercillas vestidas de indígenas, pobres, que venden literalmente 8 manzanas con puntos negros, de esas que Sainsburys tira antes de poner a la venta, 4 patatas y algún fruto al que no puedo ponerle el nombre, más o menos en las misma condiciones. Hay muchas niñas que van vendiendo de todo o que piden un peso, o a veces que les hagas una fotografía, por 10 pesos.

La iglesia es blanca, muy bonita por fuera, y de su campanario parten guirnaldas de colores en todas las direcciones de la plaza. La cámara se quedaría allí todo el día, haciendo fotos a las sombras de las guirnaldas coloreadas mientras va girando el sol. Para entrar en la iglesia, hay que pagar algo en la oficina de turismo. Hay mil advertencias en las guías, e incluso en la entrada del pueblo, prohibiendo hacer fotos dentro de la iglesia, y a cualquiera de los rituales que se realicen. Una vez dentro, entendemos todavía más porqué.

La iglesia tiene una planta rectangular de espacio diáfano sin un solo banco, paredes pintadas de blanco, y un montón de santos en hornacinas alrededor de todas sus paredes. Los santos (“señor san Juan bautista” “señor san Sebastián” etc) son considerados aquí como hermanos de Cristo y tratados al mismo nivel. Las imágenes son totalmente grotescas, de esas con las que no te gustaría nada quedarte sola por la noche. Los colonizados tenían una imagen curiosa de los colonizadores: para ellos español aun es sinónimo de gente con nariz grande, ojos y tez claros. Los santos parecen monigotes maquillados, impostando expresividades mas propias de café cantante de barrio bajo que de iglesia.

Pero no son los santos lo primero que reclama la atención al entrar en San Juan: para mi es la oscuridad enorme rota por miles y miles de velas, y las ramas de pino secas que cubren todo el suelo. Hay muchos indígenas sentados en pequeños grupos alrededor de grupos de velas, que plantan en los escasos huecos que dejan las agujas de pino. Según el tamaño de las velas, así es el favor que van a pedir, y suelen versar en torno a enfermedades de familiares. Hay algunos hombres que inferimos son chamanes que arrodillados hacen unas oraciones en una lengua local, con entonación característica: se mueven espasmódicamente de atrás hacia adelante, moviendo los brazos expresivamente y lo que recitan es en un tono enfático por demás, pero susurrante: nunca había oído nada así.

Dejo al Pedalista en lo que un día sería el altar (hoy pared llena de santos y el suelo de grupos de feligreses) y sigo dando vueltas a los distintos grupos. Para mi horror, veo en el centro de la iglesia una pareja de bastante edad arrodillados enfrente de su grupo de velas. Ella tiene un pollo en sus manos, y se lo pasa al hombre que lo mata allí mismo, sin necesidad de cuchillo: le tuerce el cuello. Me quedo clavada en el suelo, no puedo creer lo que he visto. Me doy la vuelta de inmediato, pero la niña que debe quedar aún en mi se gira de nuevo y ve aún al pollo moverse, y el hombre forcejea con el hasta que para. Vuelvo al altar donde está mi compa, que me dice nada mas llegar “yo de ti me iría, mira lo que hay ahí.” Es una gallina, esta vez viva. Las mujeres del grupo la tocan, las niñas también. Hay tres niñas que recorren mil veces la iglesia. Una lleva un vestido blanco de esos totalmente pasados de moda, que tanto he visto en este país, de aquellos que todos recordaréis llevaban las niñas en España en los años 70: con un lazo que parte de la cintura y se ata atrás. Otra lleva una camiseta raída por arriba, y por abajo un trozo de tela (que es lana) anudado con otra tela a modo de cinturón. La mayor las lleva de la mano. Nunca pago por fotos, pero a estas tres les habría pagado con gusto: me las dejo grabadas aquí, en su lugar.

Le digo a mi compañero que esa gallina tiene las horas contadas, y no da crédito. La gente también lleva huevos, sobre los que escriben cosas. Y otra parte fundamental del ritual, que resulta bizarra y extraña, son las botellas de cristal de 354 mls de coca-cola, pepsi, mirinda, fanta, al lado de las velas, y que suponemos se beberán ellos, aunque no lo sabemos seguro. Lo que sí sabemos es lo que contienen las bolsitas de plástico con un liquido blanco que algunos dejan en el suelo. Tras un buen rato extasiados en la iglesia salimos a dar una vuelta por la plaza. Hemos oído hablar del Posh (nada que ver con la esposa de Beckham), una bebida que hace palidecer al mismísimo Tequila que beben los chamulas. Queremos comprobar en nuestra carne si es mito, porque mucha es la mitología que rodea a este pueblo. Rigoberto (que nos llevo al Cañón) nos contó como los hombres chamulas son polígamos y no trabajan nunca. Las mujeres son las que llevan el peso de la casa, y de la agricultura: “van al campo a por el maíz, hacen las tortillas, y luego los despiertan” (los despiertan sistemáticamente de la mona de Posh, claro.) Se me ocurre un nueva ONG, como aquella que va por los pueblos de Mali enseñando los peligros de la ablación del clítoris (lo interesante y terrible a la vez de esto ultimo es ver como tienen que convencer no solo a las mujeres, sino a los viejos y viejas de la tribu, y como las técnicas de persuasión no pasan en absoluto por lo que nuestra mente occidental bienpensante podría siquiera imaginar. Tratan de hacerles ver como posteriores queloides de la ablación darán lugar a problemas para el niño en el parto, por ejemplo. Nada que ver con ningún derecho de la mujer. Y también muy significativo como eran propias mujeres de Mali, negras y vestidas como ellas, pero que habían accedido a la universidad o a otros puntos de vista, quienes se encargaban de impartir estas clases. Nada que hacer si una blanca con pantalones aparece allí a llevar su verdad, como es lógico), pero aquí sembrando la duda de porqué han de mantener a tipos que están todo el día colocados. Claro que seguro que mi gurú Marvin Harris tenia su explicación a esto, y empiezo a imaginar cual, pero no me hagáis abrir otro paréntesis.

Los pedalistas, como decía unos cuantos paréntesis mas arriba, andaban alrededor de la plaza en busca de su traguito de Posh. En ninguna de las cantinas o tiendas en las que entran tienen el susodicho licor. Un hombre de la plaza, que les vende un trozo de sandia y otro de piña, les envía al edificio blanco y azul. Al llegar allí, observo con estupor que es un mini-hospital, y me planteo q lo de que los médicos beben ya es del dominio público. De allí, una paciente nos envía a una tienda de al lado, donde presenciamos una escena también digna de salir de una peli de Buñuel.

En la tienda hay un joven que justo habla español, y una vieja tendiendo a harapienta (eso si, colorista, es increíble la ropa aquí) sentada en la silla. La mayor parte de la población tiene los dientes bordeados por un metal plateado, supongo que la ultima medida para detener la caída, pero es curioso ver que hasta gente joven llevan estos dientes. Le preguntamos al joven por el Posh, y se extraña de que solo queramos un vasito. Coge el que tiene en el mostrador, le pasa un trapo (no sé, ni quiero saber si había sido usado antes, pero en todo caso me tranquiliza pensar en el poder desinfectante del famoso Posh) y lo llena del líquido infame. Buah!!!! Pero que es esto?? Como podemos y entre los dos, nos terminamos el vasito (es como un chupito, algo mayor) El Pedalista cuando acaba esta tan tocado que quiere comprar la botella. Menos mal que alguien mantiene la razón, y le frena. Mientras lo bebemos, hablamos con gestos con la anciana, que esta también de compras, pero ella pre-ritual. Pide unos huevos, muchas velas y una cantidad mayor que la del vasito de Posh en una bolsita de plástico. Se despide, y luego la vemos en la iglesia, como todos los demás, con sus ofrendas, y todavía la bolsita de líquido transparente.

Nos quedamos bastante rato más en la iglesia, hay muchos más indígenas, y casi ningún turista entonces. Me hago amiga de Alfredo y su hermana Angelina, que me mira desde el trozo de tela q la ata a la espalda de su madre, que también va al ritual. En otro punto, un tipo muy metido de Posh me agarra una mano tan fuerte que debo recurrir al método “ese de allá es mi marido” señalando al pedalista para que me suelte. Ya sin soltarme de él (este impostado marido), presenciamos un nuevo ritual en el que una familia joven y un chamán hacen de la suyas. El chaman coge la gallina y la mueve de un lado a otro, y sobre todo por los laterales del padre, que esta arrodillado. Los niños casi ni atienden, me pregunto si están acostumbrados, o les parecerá normal que un hombre con poncho blanco pase una gallina de un hombro a otro de su padre. El chamán acaba matando a la pobre gallina, y la familia se despide agradecida, dejando la gallina muerta para disfrute del chamán, suponemos.

Queremos pensar que los chamanes, los mangantes de esta religión harán un buen caldo con la gallina. Y por supuesto, que nuestra anciana harapienta se beberá el Posh mismamente dentro de la iglesia en lugar de derramarlo. Creemos que el Posh debe tener un valor incalculable como factor coadyuvante en toda esta historia. Y nos atreveríamos a sugerir que fuera adoptado por otras religiones occidentales, ya que su carencia puede estar directamente relacionada con los elevados índices de ateismo y descreimiento que sufrimos en otras latitudes.

Salimos en un estado de perplejidad de ese que se echa de menos cuando uno se convierte en adulto, por las pocas veces que pasa. Qué rituales, qué religiones, qué supersticiones… que tienen lugar bajo el beneplácito de la santa iglesia católica de México. Es de entender, pq si no se quedaban a dos velas. Y en ningún sitio mejor usada la metáfora que en el océano de velas titilantes de San Juan Chamula.

(9 sep 2004)

"... y miren lo que son las cosas que para que nos vieran, nos tapamos el rostro;
para que nos nombraran, nos negamos el nombre;
apostamos el presente para tener futuro;
y para vivir...morimos"
(Subcomandante Marcos, del EZLN)

Un día como hoy

Mi consuerte y yo andábamos deshorados. Tanto así que nos tuvimos que esperar a que abrieran el turno de desayunos del hotel para poder tomar algo. Habíamos llegado hacía dos días y el famoso jet lag hacía de las suyas. La verdad es que a mi me afectaba más que a él, que tiene la suerte de adaptarse con una facilidad spaventosa (me encanta esa palabra) a los ciclos solares: hay sol, me levanto, no hay luz, me duermo.

Así que pronto por la mañana salimos hacia el Tepeyac. Cogimos el metro unas cuantas paradas. A pesar de que era pronto por la mañana, estaba abarrotado. Mucha gente llevaba altares, cuadros, pancartas etc. Cuando salimos a la superficie, camino del cerrito desfilaban cientos de personas provenientes de todo el país. Procesiones lideradas por danzantes o matachines iban recorriendo el camino a nuestro lado. Algunos habían hecho cientos de kilómetros a pie, otros venían con sus carritos perfectamente adornados, quizá en exceso (pero con un color), los había que estaban allí desde el día de antes para "agarrar" un buen sitio y poder cantar así las mañanitas a la Virgen Mestiza el día 11. Algunos dormían en el suelo, agotados por el viaje. Había rostros que reflejaban todo esto y mucho más.




Llegamos a la basílica como a eso de las 8:00 de la mañana. No alcanzo a describir todo lo que se percibe, son demasiados estímulos a la vez: olores, trajes, sabores, tradiciones indígenas, música, bailes, razas, colores, imágenes... Unos 5 millones de personas visitan a la Guadalupana un día como hoy. La explanada de la basílica se convierte en un hervidero de historia y folclore mexicano.





En el interior de la basílica se encuentra enmarcado el ayate o mantita que llevaba el indígena Juan Diego y en el que quedó, según la tradición, impresa la imagen de la Virgen. Es precisamente ese ayate, hecho fibra de maguey, lo que se venera. Una imagen llena de simbología "nahuathl" o azteca, como la flor de cuatro pétalos que hay en su vientre o la luna que pisa. Pudimos visitarlo subidos a una cinta mecánica, similar a la de los aeropuertos, que te pasa literalmente por debajo de la imagen y que evita que la gente se plante allí más tiempo del debido.

Desde entonces soy guadalupana. ¡Viva Mexico!

Rama Lama Ding Dong


Con ese título no tiene pérdida. Tooooodo el mundo conoce esa canción. En España la hizo famosa un grupo británico que versionaba canciones clásicas de rock and roll y que triunfó en nuestro país al empezar los 80. Se llamaban Rocky Sharpe and the Replays.  La canción original no era suya sino de un grupo americano llamado The Edsels que la grabó en 1957 y fue su único gran éxito.

Todo esto viene a cuento porque el primer cassette que me compré fue precisamente el de Rocky Sharpe and the Replays - "Rama Lama". Son los responsables de mi afición por el Doo Wop (Du Duá en castellano).

Recuerdo que tuve que ahorrar bastante tiempo y me faltaba poco para poder comprármelo: 30 ó 40  pesetas. Una tía mía me dío el empujón monetario definitivo un día de mi santo. Y allí me fui yo a la tienda a comprarme la cinta. Más contenta que unas castañuelas.

Todavía la conservo. Casi debe ser una reliquia ahora. El plástico de la caja está rayado. La cinta está gastada por fuera, apenas se ven los nombres de las canciones, lo que casi es mejor ya que las traducciones eran literales del inglés al español: Devuélvase al remitente, Te amo realmente, El amor hará que te suspendan en el colegio etc. La carátula está un poco viejita pero aguanta como se percibe en la foto.

He cantado hasta la saciedad  muchas de sus canciones. La verdad es que se prestan: tienen ritmo, diferentes voces, son pegadizas... Me siguen gustando como el primer día.

Hace tiempo que no la uso. Concrétamente desde que tengo todas las versiones de este grupo en formato digital. La última vez que lo hice se enredó en mi viejo reproductor de cintas y tuve que rebobinarla con un...boli bic!!!

¡Shake the hand of a brand new fool!