El 20 de Abril de 1968, Birmingham: el diputado conservador Enoch Powell daba su famoso discurso de los "Ríos de Sangre" ("Rivers of Blood"). Venía inspirado en los siguientes versos de la Eneida (que me veo obligada a insertar también en latín, porque las penas de traducir a Virgilio -vía la estudiante de clásicas Fashion- fueron una parte de mi vida hace 20 años):
Bella, horrida bella,
el Thybrim multo spumantem sanguine cerno.
(He visto guerras, horrible guerras
Y el río Tíber teñido con la espuma de tanta sangre).
?Fue ahí, una tarde de primavera en Birmingham, unos días antes del parisino Mayo de 68, donde empezó todo?
Precisamente esto, y los años que siguieron hasta culminar en el Brexit, es lo que intenta explicar Jonathan Coe en su novela "Middle England" ("El corazón de Inglaterra"), donde esa Middle England es precisamente Birmingham. También dicen que es en lo que se inspiró Tolkien para crear su "Middle Earth" (Tierra Media), pero desconocedora del universo Tolkien, no puedo comentar sobre esta posible representación en sus novelas. Lo que sí conozco un poco es esa Middle England, esa Inglaterra Profunda en la que viví unos pocos años antes de venir a Londinium,-pero, ay, entonces, si algo se estaba cocinando, aún ni lo olíamos. Dentro de unos días hará 23 años que vivo en este país, así que si alguna vez he hecho un divague de libro con más conocimiento de causa, debe ser este. Porque incluso uno en el que divagaba sobre un libro situado en la Vetusta de los 80... quién sabe, dentro de nada habré vivido más tiempo en esta isla que en Vetusta. Vértigo.
Los ríos, metafóricos y reales, recorren y discurren por la novela. A un molino antiguo en las orillas del río Severn se va a vivir el personaje principal, Benjamin Trotter, tras los años obligados en Londinium. Benjamin vuelve al corazón de Inglaterra, donde nació, a huir de la velocidad de la city y a intentar escribir su novela. El fluir del Severn está en el fondo de la narración, y es un sonido, el de los ríos enfurecidos, con el que también me encantaría vivir-el Segre, por ejemplo-, y poder decir que fue fuente de inspiración.
El autor nos va introduciendo a la familia, los amigos, y la gente que Benjamin se va encontrando durante un periodo que comienza en Abril de 2010 (Mini tenía 2 años, así es como mido la vida yo ahora) y que termina en Septiembre de 2018. Vía la nostalgia ("la enfermedad del inglés", dicen en un punto) de algunos personajes, también viajamos al pasado, no solo al discurso anti-emigración de Powell, que aún está tristemente vivo en parte de esa Inglaterra profunda, sino a 1979, la elección de Margaret Thatcher, que fue el comienzo del fin. Allí se empezó a destruir todo lo que se había construido en este país tras la Segunda Guerra Mundial: el NHS (La Seguridad Social), el Estado de Bienestar... todo aquello que protegía a los vulnerables e intentaba crear una sociedad más justa. 1979 fue el pistoletazo de salida, y dentro de poco, de todo eso, no quedará nada.
Benjamin y sus amigos fueron directos beneficiarios de los últimos coletazos de aquella sociedad más justa: chicos de clase trabajadora que, por ser listos, tuvieron acceso a las Grammar Schools (institutos selectivos según las notas) y algunos de ellos, lograron así llegar a Oxford. Allí es donde Benjamin se cruza brevemente con Boris Johnson, pero jamás cruzan una palabra porque los "etonians" (los que han ido al colegio de la élite que siempre ha gobernado en este país, Eton) no se mezclaban con los chicos de las Grammar Schools. Ellos estaban en la burbuja del Bullingdon Club (Johnson, varios ministros del gobierno actual, y el pirómano, David Cameron), y para ilustrar, una de sus diversiones era destrozar el restaurante donde tenían las cenas, que ya pagarían los papás luego. Esta panda de colegiales pijos es la que está gobernando el país: a quién extraña entonces el divague titulado "gobernados por psicópatas".
Para mí, la lectura ha sido un proceso re-traumatizante de estos últimos años (particularmente el asesinato de Jo Cox se me ha hecho tristísimo de leer). Es divertida (tampoco la comedia desternillante que dicen por ahí), pero al revisitar todas esas emociones, me he dado cuenta que en gran parte eran las de un país, y a la vez las mías propias. Me he subido en una montaña rusa en la que al principio estábamos nosotros, con veintitantos, empezando nuestra vida de adultos. No solo me estaba dando esta isla una oportunidad, es que nunca encontramos ningún problema por ser extranjeros, más bien al contrario: con la famosa auto-mofa inglesa, la gente en general nos decía: "que hacéis en este país de mierda, venís de España!"
Así que hasta el Brexit, pasaron muchos años y nos encantaba este país. No vivimos al principio en "la burbuja" que pueda ser Londinium, metropolitana y liberal (al llegar un año en Grimsby, en North-East Lincolnshire y casi tres en Nottingham, plenas Midlands), sino en la Inglaterra Profunda pero simplemente esos personajes o no se cruzaron en nuestra vida, o nadie saltaba por todo como ahora; aún no se había producido el incendio. En aquella época, al Peda le decía una de su trabajo, cuando pronunciaba mal "Speak English!" (Habla inglés!) y se reían. El otro día me contaron de un español que entró en un taxi con su mujer inglesa, y cuando le taxista le preguntó-tal vez para hacer conversación, inocentemente-"de dónde eres", su mujer contestó "None of your fucking business!" (No es asunto tuyo, joder!). Nos hemos vuelto locos?
Cómo hemos llegado hasta aquí? Coe habla de razones distales como la desindustrialización del país y la pésima gestión de la crisis del 2008, pero también de intereses de una minoría a la que le interesa el Brexit, para sus acuerdos globales de negocio con quien sea. Para ello, han de potenciar este cabreo global antes, y una vez ganado, conviene que haya calendarios cerrados para consumar este despropósito, no vaya a ser que la ola de descontento que han agitado aún más durante la campaña se desinfle. Este referendum que era "advisory" (no vinculante, sino informativo), como si a Los de Siempre les interesase saber lo que El Pueblo piensa o quiere. Referendum que ganaron por los pelos, apelando a los sentimientos más bajos: el miedo, el odio al de fuera, y usando mentiras.
Pero esto es el final de la historia, y primero Coe nos lleva por los cinco primeros años de gobierno de coalición Tories-Lib Dems, desde el 2010, en los que solo los muy ricos se benefician, mientras que la austeridad machaca a los más desfavorecidos. Durante esos años, el autor nos introduce en la vida de mucha de esta gente, sus historias personales, cómo han llegado a terminar durmiendo en un coche, o cómo ha terminado convencidos de que la causa por la que las cosas no les van bien son "esos burócratas europeos" y sus leyes.
Así que hasta el Brexit, pasaron muchos años y nos encantaba este país. No vivimos al principio en "la burbuja" que pueda ser Londinium, metropolitana y liberal (al llegar un año en Grimsby, en North-East Lincolnshire y casi tres en Nottingham, plenas Midlands), sino en la Inglaterra Profunda pero simplemente esos personajes o no se cruzaron en nuestra vida, o nadie saltaba por todo como ahora; aún no se había producido el incendio. En aquella época, al Peda le decía una de su trabajo, cuando pronunciaba mal "Speak English!" (Habla inglés!) y se reían. El otro día me contaron de un español que entró en un taxi con su mujer inglesa, y cuando le taxista le preguntó-tal vez para hacer conversación, inocentemente-"de dónde eres", su mujer contestó "None of your fucking business!" (No es asunto tuyo, joder!). Nos hemos vuelto locos?
Cómo hemos llegado hasta aquí? Coe habla de razones distales como la desindustrialización del país y la pésima gestión de la crisis del 2008, pero también de intereses de una minoría a la que le interesa el Brexit, para sus acuerdos globales de negocio con quien sea. Para ello, han de potenciar este cabreo global antes, y una vez ganado, conviene que haya calendarios cerrados para consumar este despropósito, no vaya a ser que la ola de descontento que han agitado aún más durante la campaña se desinfle. Este referendum que era "advisory" (no vinculante, sino informativo), como si a Los de Siempre les interesase saber lo que El Pueblo piensa o quiere. Referendum que ganaron por los pelos, apelando a los sentimientos más bajos: el miedo, el odio al de fuera, y usando mentiras.
Pero esto es el final de la historia, y primero Coe nos lleva por los cinco primeros años de gobierno de coalición Tories-Lib Dems, desde el 2010, en los que solo los muy ricos se benefician, mientras que la austeridad machaca a los más desfavorecidos. Durante esos años, el autor nos introduce en la vida de mucha de esta gente, sus historias personales, cómo han llegado a terminar durmiendo en un coche, o cómo ha terminado convencidos de que la causa por la que las cosas no les van bien son "esos burócratas europeos" y sus leyes.
En 2012 tuvimos los Juegos Olímpicos, y a cómo viven los distintos personajes la ceremonia de inauguración dedica Coe un capítulo. Para mí leerlo ha sido como volver a aquella tarde paseando por Tower Bridge, y la pantalla aquella cutre donde, con mucha otra gente, vimos gran parte de la ceremonia. Y la emoción por aquella performance que ponía como centro los grandes logros de este país en política social (cómo olvidar a las enfermeras de Great Ormond St. Hospital bailando entre las camas) y la música que ha dado al mundo esta pequeña isla (hasta hace poco, yo asociaba la Union Jack, la bandera británica precisamente a eso, a los Swinging Sixties y ahora...) la dejé plasmada en un divague estusiasmado.
Pero luego, como el río Severn no para de discurrir, igual van corriendo los años, y las decepciones de Benjamin son las mías: la aplastante victoria tory en 2015 que, libres ya de loa coalición con los Lib Dems podían campar a sus anchas. El candidato Laborista, Ed Milliband, toda la prensa facha diciendo cosas como que "su padre era marxista" (bolivarianos! comunistas! suena de algo?), y que tendría que pactar con los escoceses (esos nacionalismo periféricos!!, suena de algo?), pese a un programa transformador no tuvo nada que hacer. Y Cameron, que llevaba en su programa electoral el referendum del Brexit para callar a los cuatro de siempre de su partido, cuando gana absolutamente en 2015, tira para adelante. El mismo Cameron llama en petit comité a los del ínclito UKIP, Farage & Co. "una panda de enloquecidos y racistas-aún-sin-salir-del-armario", pero esta panda, que solo tienen un diputado por el sistema electoral británico de "el primero que pasa" de cada territorio electoral es el miembro de parlamento de ese territorio. Pero un referendum, donde todos los votos valen lo mismo... ahí se van a desplegar a sus anchas. Como hicieron.
Me está quedando un divague muy político, porque desde luego, la novela tiene esta trasfondo, pero también hay historias personales con algunas de las cuales el lector tal vez pueda identificarse. Los padres que se hacen mayores, y que piensan muy distinto a los hijos, y dicen cosas que consideran tonterías, y por supuesto votan en el referendum lo contrario, fastidiando el futuro de sus nietos. La pregunta de si es posible estar en una relación donde ambos tienen valores y maneras de ver el mundo distintas (o sea, que votan a partidos diferentes, y en este caso, uno es pro y el otro anti Brexit). El momento en el que alguien se da cuenta de que está pasando los años haciendo cosas que no le interesan con gente con la que no tiene nada que ver, por su pareja. Las reflexiones metaliterarias sobre si un escritor debe estar implicado con lo social ("engagés") o escribir mirando a su ombligo, su mundo interior. El paso de la vida, y cómo a partir de cierta edad se ve la vida en décadas, y si vivieras 70 y cada día de la semana fuera una... yo estaría en el viernes por la tarde (buaaa... y no es consuelo pensar que el finde es lo mejor).
Y por los meandros del río que nos ha llevado Coe, terminamos en otro, igualmente cantarín y encantador, lejos de la isla, en el sur de Francia. Alrededor de una mesa diez europeos de diversas nacionalidades, intentan celebrar lo que nos une (como dijo Jo Cox), y olvidar el desastre de país, bajo las nubes grises, que se ha dejado atrás. Hablan de la luz de allí, de esta luz que solo se valora tanto cuando se pierde. Luz y Enlightment (así se dice en inglés la Ilustración) que parece que se ha perdido aquí, o es en todas las partes? Aunque no es Kardamili, la escena me recuerda a aquella de "Antes de la medianoche", donde un grupo similar cena rodeados de parras, tomateras y el mar griego ahí de fondo. El que no haya pensado algunas veces, en escaparse de todo en busca de la luz, que tire la primera piedra.