17 octubre 2021

Serial 36. Dime en qué idioma piensas y te diré quién eres. Constelaciones. Y una de ellos (gooble gobble).

Es medianoche en Banderley, cuando en teoría nada pasa; cuando pasa todo lo que merece la pena contar. Un grupito de cuatro, armados de linternas y mochilas, susurros y alguna risa, salen por una puerta lateral, herrumbrosa y abrumada de hiedra, que un día alguien se olvidó de cerrar. Debía ser usada para entrar el carbón, o como acceso al bosque. Han dejado atrás el engendro, entre catedral y fortaleza, que es la fachada frontal de Banderley-Central, iluminada por focos de luz cálida. Al grupo le sobra un miembro para ser la "Bande á part
Los de Bande á Part corriendo por el Louvre
" godardiana, pero podrían encajar perfectamente con la imagen de delincuentes corriendo
 por el Louvre como críos, los nueve minutos de rigor. Nuestra banda sigue por caminitos, a ratos casi cerrados por helechos gigantes, que se meten en las tripas del bosque, en la boca del lobo. Todos llevan jerséis -pese a ser 23 de Junio, cosas de la latitud- y ganas de sentir la insignificancia del ser - ese ejercicio ineludible cuando una se planta en cuasi-soledad bajo un cielo estrellado. No hay luna, y a medida que el grupito avanza en la noche, las luces de Banderley son solo un recuerdo. 

 Esto voy pensando mientras avanzamos, ahora ya en silencio, escuchando de fondo lo que deben ser animales, tal vez pájaros nocturnos. Y así es como voy a empezar a escribir lo que pase esta noche, y de ahora en adelante, todo lo demás. Tengo que, de alguna manera, empezar a anotar lo que ha ocurrido en todos estos meses que llevo en Banderley: para no olvidar, para pensar y, en plan ambicioso, quizás para entender. A esta band á parte nos une el delito del paseo astronómico de Richard, interesado y autodidacta de las estrellas. La formamos, aparte de nuestro guía, Isabel Archer, la que quiere ser psiquiatra solo como una vía para escribir ficción,  Will, con el que tengo algún asunto pendiente, y yo.

Es oficial: el bosque, tan de noche y una vez dentro, da miedo. Nos encaminamos hacia una pradera en un claro, subiendo la montaña. Ellos han hecho esto otras veces: siguen unas señales fluorescentes que nos flashean cuando las iluminamos con las linternas.  Detrás hemos dejado el camino por el que fui a hacer supervisión aquella mañana con Steen. O eso creo, imposible determinarlo con exactitud: la noche es otro país, otro continente del día.

 Isabel y Will son de la casa verde y Richard les cuenta lo que es vivir en la amarilla, con Duncan y su obsesión con los psicópatas, con Morgana, y con el caso clínico Sandip. Y conmigo, a quien acaba de conocer de otra manera desde que me escucha algunas tardes hablar por teléfono, que está en una esquina del salón, con Wences. Parece que "soy otra persona". 

 - Y además -continúa- los españoles habláis demasiado rápido. Hice A levels de español, y no pillo ni una palabra de lo que dices.

 -Los británicos siempre habéis hecho A levels de algún idioma europeo, y nunca habláis ni entendéis nada. -digo-  Lo tenéis demasiado fácil: el resto se esfuerza en entenderse con vosotros.  Y lo de la velocidad, yo no lo noto...

 -Pues dicen que es el segundo idioma que se habla más rápido en el mundo, por detrás del japonés. Por lo que he leído -Isabel lo ha leído todo- las palabras y las expresiones en español suelen ser más largas que en inglés. O sea, es un idioma "poco denso" y para decir lo equivalente a otros en el mismo tiempo, hay que acelerar. En inglés, masticamos más las palabras... es para darle sentido a cada palabra corta.

 -mmm, no lo había pensado, es cierto, -digo- en inglés se prefiere la brevedad, por ejemplo: "first come, first served"... estas cuatro palabras capturan algo que en castellano hay que decir de una manera muy larga: "el primero que llegue -o que se apunte, o lo que sea, porque aunque sea metáfora de restaurante, esto se extiende a todo- será servido en primer lugar".

 - De todo esto que habláis, lo que me interesa más es cómo hablar uno u otro idioma afecta a nuestra manera de pensar. - comenta Will-  Tuvimos un colega griego aquí hace un tiempo, ¿te acuerdas Richard?, que su manera de hablar y particularmente de escribir era tan retorcida, le costaba tanto llegar al centro de la cuestión, que yo me preguntaba si es que su idioma les hace pensar así...

-Bueno, eso tal vez aplica a mi lengua materna –les digo, pensando si somos retorcidos- Desde que estoy aquí me he dado cuenta de que el castellano puede ser en algunas cosas menos preciso, más ambiguo... en algunas cosas, eh, en tiempos verbales os ganamos en precisión. El inglés es más explícito, directo.. emm... más económico. He leído por ahí que necesitamos el 15% más de palabras en castellano para llegar al mismo nivel de estilo y exactitud comunicativa que en inglés...

 -Pobres traductores... los libros tendrán más páginas, claro -dice Richard que va el primero de la expedición pero está escuchando- Y además tenéis esa cosa tan curiosa de dos verbos diferentes para "to be", ¿no? 

 -Ah claro, "ser y estar" -digo en castellano- Con ellos se implica un estado permanente o transitorio: "ser aburrido versus estar aburrido", por ejemplo. O también se puede implicar ser más activo: "estar durmiendo versus estar dormido". Tú haces las cosas, no solo ellas te pasan. Aunque “estar enamorado", por ejemplo, no sé si pertenece al ejemplo de la transitoriedad o a que es un acto de la voluntad.

-Quiero pensar lo segundo -dice Will, y como no le veo la cara no sé si está siendo irónico.

 -Ahhh qué romántico Will -dice Isabel con una carcajada que me suena forzada - yo creo que con según quién, hay que esforzarse mucho para eso, hay que ser activo. Pero también hay gente que pasivamente se deja querer... 

-Esto lo aprendiste con Austen, ¿no? - contesta Will. Menos mal que no nos estamos viendo las caras. 

-Ermmm, precisamente, Will: recuerdo una anécdota sobre comparativas culturales de idiomas, una frase de aquel rey español, Carlos V - bien por Richard y su esfuerzo ímprobo por desviar el mal rollo.

 -No la conozco, cuenta! - mi voz suena demasido entusiasta.

-Este rey decía algo así como que... si era necesario hablar con Dios, usaría el español; si con amigos, el italiano; en actividades amatorias, por supuesto el francés, y si lo que quisiera es amenazar, el alemán.

 -Ahh, sí, sí... yo la conocía distinta: con su caballo hablaba alemán- digo, y todos se ríen. Prueba conseguida. 

 -No hablo español -dice Isabel- pero al oído me suena, no sé, ¿más poético, más lírico?

 -Bueno, yo no puedo ser objetiva - y me paro un momento - pero al ser la estructura menos rígida que en inglés, puedes dar matices a una palabra según dónde la pongas en la frase: esto es un gran recurso en nuestra literatura. 

-¿Y en qué idioma piensas? - este es Richard, y esta pregunta me la han hecho muchas veces.

 -Si hablo en inglés, en inglés... sin acento, eh? - y me río - y... también he recordado algún sueño en inglés.

 -Qué interesante...

- Y por supuesto,  hay cosas que puedo decir en un idioma y no en otro, me pasa con ambos.  Hay sentimientos o ideas que no tengo en el otro idioma. Y tienes razón, Richard, con lo que dijiste al principio de esto: creo que soy un poco diferente persona cuando hablo uno u otro... 

 -Total que convendremos que el inglés es más un idioma de negocios, de ciencia, de tecnología. Ir al punto sin perdernos, sin desviarnos… -resume Will.

 -Y el español es más retórico, lleno de redundancias...

 -Hey, chicos, aquí es! - nos grita Richard, que se ha adelantado.

Por fin hemos dejado atrás el bosque y estamos en un claro, arriba en la montaña. Richard está mirando al cielo mientras da vueltas sobre sí mismo, hasta que se para. Nos sentamos en el césped, apagamos las linternas. Sigue habiendo ruidos que no identifico, tal vez crujir de árboles. No hay viento, no hace frío. Huele a tomillo, a espliego. Se ve negro el brezo que de día es violeta. Especie protegida, muy hermanas Bronte. Will e Isabel abren las mochilas: cuatro vasitos y una botella de líquido transparente. Era una sorpresa, me habían dicho: un licor de Yorkshire hecho con enebro, de esos que te quema la garganta. Para ver estas estrellas no hacía falta haber subido hasta aquí. Ellos se toman cuatro seguidos. Yo me paro al segundo, el efecto es el mismo.

 Ahí estamos los cuatro, echados sobre el césped. Mirando al cielo en una isla no conocida precisamente por sus observatorios astronómicos. ¿Quién dijo noches de cielos claros?  Richard ha debido leer mi mente:

-Dentro de todo, la costa este que corre paralela a donde estamos, el Parque Nacional de los Páramos del Norte de Yorkshire, como sabéis, es de los mejores lugares para ver estrellas. - parece un verdadero profesor. Se hace un silencio, y sigue- Dicen que en algunas circunstancias, de septiembre a marzo, se puede ver desde aquí hasta la Aurora Boreal... aunque claro, lo mejor es ir hacia el norte, a las Shetland. Pero para estrellas, el bosque de Dalby o los acantilados de la costa entre Saltburn y Scarborough pueden ser una fiesta: ¿os animaríais a ir otro día? 


Nadie contesta. No puedo hablar por los demás, pero yo estoy tirando a hipnotizada (enebro e inmensidad allá arriba mediante). No quiero pensar en nada, solo que siga hablando. Si este momento tuviera banda sonora sería "Starman".

There's a starman waiting in the sky
He'd like to come and meet us
But he thinks he'd blow our minds

- Mirad, la galaxia Andrómeda es el objeto más lejano que se puede ver a simple vista desde los páramos. La doncella encadenada. Está a dos millones y medio de años luz... ¿veis, parece como unos rayitos así muy tenues bajo aquella constelación zigzag que es... Casiopea, otra galaxia espiral, similar a la nuestra, con 300,000 millones de soles y la tira de planetas.

 Richard se para un momento. Casiopea: siempre me gustó ese nombre, siempre me gustaron los nombres griegos, sus sonoridad: Cassandra, Calíope, Hipatia, Atenea, Hermiona, que suena un poco como Mariona... 

There's a starman waiting in the sky
He's told us not to blow it
'Cause he knows it's all worthwhile
 

  -Sabréis que las lluvias de meteoritos pasan en épocas definidas del año, por ejemplo, las Perseidas en agosto, las Oriónidas en octubre, las Leónidas en noviembre y Gemínidas en diciembre. Pero hoy lo que podemos ver -ya habréis visto alguna, ¿no? - es un montón de estrellas fugaces, causadas por detritus de cometas y asteroides cuando se chocan con la atmósfera terrestre, haciendo que se evaporen.

 Había que pedir un deseo, al ver caer una - y yo he visto millones en los eternos veranos de mi infancia. En aquel pueblo de vacaciones, por las noches, jugábamos a la goma o al descanso, o lo mejor, a polis y cacos con linternas por callejones oscuros, e incluso hacia la huerta. Si me tocaba con la amiga adecuada, que se atrevía a alejarse lo suficiente, llegábamos hasta el molino y nos echábamos junto al río a mirar el cielo. En la adolescencia, nos reuníamos en una casa vieja deshabitada, "la peña". Allí se hablaba, se jugaba al Trivial toda la noche, al póker de dados, se aprendía a beber y a besar.  Yo seguía queriéndome escapar de esas cuatro paredes para ver las estrellas y sentir lo mismo que siento hoy: que nada importa, en realidad, tanto.

I had to phone someone so I picked on you
Hey, that's far out, so you heard him too
Switch on the TV, we may pick him up on channel two

-Cuando miro al cielo una noche, pienso en cuánto han cambiado las ideas de las personas que lo han mirado décadas, siglos, milenios antes que yo -este es Will, que me ha devuelto con su voz a los páramos, a través de los años y los kilómetros.

-Cierto -dice Richard- la mayoría de las culturas antiguas vieron imágenes en las estrellas del cielo nocturno, pensando que estábamos en el centro del universo. Todo revolvía alrededor de nuestro pequeño planeta: por él ocurría todo, salían y se metían las estrellas. Las más lejanas dibujaban animales, dioses o personas gigantes en el cielo. Eran distintas según las estaciones. Hacían crecer a los animales, traían lluvias, decían a la gente si era bueno cultivar o casarse o matar a los animales. Decidían tu vida.

Ahora estoy en segundo de BUP, en latín con aquella profesora bajita y parlanchina que nos contaba historias de la mitología al final de cada clase. Como que Hefesto creó el escudo de Aquiles, sobre el cual hizo la tierra, el cielo y el mar, el sol y la luna, y todas las constelaciones. O que en el siglo V a.C., ya la mayoría de las constelaciones se habían asociado con mitos, y las estrellas ya no se identificaban simplemente con ciertos dioses o héroes, sino que se percibían como divinas. Recuerdo cuando nos hablaba de Ptolomeo de Alejandría, el primer catalogador de estrellas o de que, aunque usamos sus nombres latinos, los mitos detrás de las constelaciones se remontan a la antigua Grecia. Aquella profesora era una cuentacuentos nata, como lo debían ser aquellos griegos que empezaron a inventarse historias mirando al cielo en las noches de Creta o el Peloponeso.

Look out your window, I can see his light
If we can sparkle he may land tonight
Don't tell your poppa or he'll get us locked up in fright

-Los planetas. Primero Mercurio, solo 116 días por año; cuando morías, te enseñaba el país de los muertos. Venus, que te hacía enamorarte del primero que pasara por la calle. Marte, el dios de la lucha, joven y loco. Júpiter, el más fuerte de todos los dioses y su padre, Saturno, que controlaba el tiempo...

No sé cuánto tiempo pasa hasta que comienza a hablar de nuevo, he perdido la noción del todo y de todo. Entonces nos cuenta que, hace un par de noches fue el solsticio de verano, la noche más corta del anio. Y yo caigo que, precisamente, esta es la noche de San Juan. Richard habla de la magia asociada al solsticio y yo siento nostalgia (¿se puede tener nostalgia de algo que nunca se ha tenido?) tremenda por la noche de las brujas en una playa. ¿Por qué no fuí a La Lanzada -donde has de nadar siete olas-, aquella vez? Re-escribo: nostalgia de una noche de San Juan en una playa sin nadie: ¿eso existe? Esto son unos páramos perdidos al norte de Europa, pero lo importante: estamos solos. Richard está hablando de Stonhenge, donde se celebra en esta isla el solsticio: hordas -luego, no iré- de hippies abrazando las piedras. Parece que uno de los objetivos de los qu elo construyeron, hace 2500 anios, era crear un reloj o calendario, ya que alinearon las piedras cuidadosamente con los movimientos del sol. Aunque los cambios graduales de la precesión del eje rotacional de la tierra supone que los antiguos no veían el mismo cielo que se ve hoy.

 La entonación que ha usado Richard también es de cuentista, no se la había escuchado antes. No sé, de nuevo, si será el enebro, pero he sentido que me acunaba, que iba acompasada con el bum-bum de mi corazón. Luego sabré que lo que ha pasado se llama "pentámetro yámbico", un tipo de verso muy usado por Shakespeare. Cada uno suele estar compuesto de dos sílabas, no acentuada y acentuada, sin rima, y suena algo así como "da DUM da DUM da DUM da DUM". Es muy reconfortante: el galope de un caballo, o el retumbar de tambores de procesión dentro de tu caja torácica. Y así me encuentro, siguiendo su ritmo con mis dedos sobre el esternón. da DUM da DUM da DUM. Y Starman, claro.

Ruido de vidrio me devuelve a la noche a ras de suelo de los páramos. Isabel está sacando la otra botella y aunque es obvio que no lo necesito, bebo como los demás. Enseguida se ha roto la magia del espectáculo sobre nuestras cabezas, la mitología en clase de latín, las noches en el molino a reventar de estrellas fugaces.  Todos nos estamos riendo de un juego de palabras ni tan gracioso: es la fase en la que todo es hilarante. Lo siguiente es Will aullando,  Richard sobre él, pretendiendo reducirle, e Isabel llenando los vasos de nuevo. El licor es impresentable: ya no hay duda. Estado liminal, en el límite, en la barrera entre la desinhibición y el intento de control, gana la primera:

 -¿Sabéis una cosa? - les digo. Y ellos paran el forcejeo y se vuelven a sentar- He empezado a escribir.

Y dejo la frase ahí, a ver qué pasa. Como si supiera que eso iba a desencadenar algo. Como si no hubiera tenido elección, porque algo me decía que eso era la llave para abrir cosas. También aquel candado que alguien me regaló para Navidades. Pero tic-toc, tic-toc, interminables, no sé, ¿cinco segundos? Y solo se oye una lechuza y las ramas y los grillos y  cuando ya es insoportable, Isabel dice:

 -¿Por qué? ¿Por qué ahora? - ¿es agresivo, o me suena solo a mí? Como si la estuviera ofendiendo por algo, como si tuviera ella el monopolio de la escritura de Banderley. 

- Porque este último año ha sido... em, duro. La escritura me habría ayudado a entender por qué ha sido tan difícil.

 -¿Has escrito antes? -pregunta Will.

 -Sí, siempre he escrito, pero al llegar a Banderley cometí el error de no seguir. Estaba sobrepasada por todo, sin tiempo de nada. Bueno... excusas y un error.

 -¿Y para quién? - sigue Will. Y se da la vuelta sobre el césped hacia mí, sujetándose la cabeza con el brazo. Isabel y Richard siguen de espaldas mirando a las estrellas.

 -He escrito muchas cartas, y luego algún texto suelto para revistas en la uni. El resto, escribía para mí. 

 -Si no publicas, si no compartes, no eres escritora - dureza en la voz de Isabel, que no se ha molestado en mirarme.

 -Es que yo no quiero ser escritora, yo quiero escribir - le contesto, incorporándome. 

- Tener la valentía de dejarlo ir, que no sea solo tuyo. Que pase a ser de otros, que harán con ello lo que quieran. Y se transformará en otra cosa: de eso va escribir. 

 -Gracias, Isabel por la breve intro a la filosofía de la escritura -le digo, igual un poco agresivamente- Pero mepregunto por qué cada vez que he sugerido hacer un taller de escritura en Banderley, o se cambia de tema o alguien me quita los carteles.

 -¿Estás lista para una historia? -dice Will

 -Will... -le reprocha Isabel, que se acaba de sentar. 

 -¿Qué pasa? Mariona ya puede saber esto... es una de los nuestros. 

"Gooble Gobble Gooble Gobble
We Accept Her
We Accept Her
One of Us One of Us!".

 "She's one of us, she's one of us", pienso. Otra freak, como ellos. La escena de "La parada de los monstruos" destierra a Starman de un plumazo. Gooble Gobble Gooble Gobble. Soy una de ellos, una de ellos, una de ellos...  caigo de nuevo sobre mi espalda y vaya: a la vez que yo, cae una estrella fugaz. 




10 octubre 2021

"Viridiana" o fetichismo, necrofilia y vértigo existencial: Alguien da más para una noche de viernes?

 Sostenía yo en el pasado que el psicoanálisis era una patraña como intervención potencialmente curativa o incluso paliativa, y exhortaba a que se limitara al arte. Pero con el paso del tiempo, para mí ha acabado interfiriendo ya hasta en literatura y/o cine, y he de mirarme obras que incluyen interpretaciones psicoanalíticas con la distancia de quien ve burradas del pasado "que hay que poner en su contexto histórico", e.g. no censuremos "Lo que el viento se llevó", usémoslo para enseñar a los niños de dónde vienen los problemas raciales en los EE.UU. por ejemplo. Me fastidia esta situación -yo era más feliz cuando no pensaba en esto- porque el otro día consideraba si "Rayuela" me gustaría tanto ahora como con 20 (no lo he releído, aparte del maravilloso capítulo 93, que me sigue pareciendo maravilloso), pero al leer hace no mucho 62, modelo para armar, algunas de sus pedradas psicoanalítico-surrealistas me chirriaron. Pero debo ser yo (no sós vos, Julio, soy shó), que me estoy haciendo mayor.

El surrealismo es, como todo el mundo sabe, una corriente artística y literaria de principios de SXX, según la rae "que intenta sobrepasar lo real impulsando lo irracional y onírico mediante la expresión automática del pensamiento o del subconsciente". En una misma frase, irracional, onírico, subconsciente: amartillo el revólver. Así que ninguna sorpresa cuando André Breton en su "Manifiesto del surrealismo" de 1924, cita al Tío Sigmund como una de sus influencias. A partir de ahí, todo es posible: el surrealismo y el psicoanálisis están muy unidos. A ver, en artes plásticas (vs. literatura) no me chirría tanto: el Magritte con la Granny Smith en la cara no me ofende, un teléfono con una langosta, sea, y siempre me han gustado fotógrafos como Man Ray o aquí hablé de la exposición de Dora Maar. Pero en cine, el tema es que además de lo visual, tienes la narrativa, y aquí es donde se me meten los fantasmas de Lacan y Jung y Klein y por supuesto Dr Fraud, y dudo. Uno de los mayores representantes del surrealismo en cine es Luis Buñuel (cómo olvidar la escena de Un perro andaluz (1928) -colaboración con Dalí -con la que siempre me tapo los ojos ) y, por fin estoy llegando al punto que intentaba hacer desde la primera línea: este finde he visto "Viridiana".

Vale, me ha costado dos párrafos, pero es que tenía que introducir mis dudas sobre la narrativa (o más bien interpretaciones del) surrealismo antes de meterme a hablar de "Viridiana", una de esas pelis que una no recuerda si se vio en otra vida. Muchas escenas nos son familiares, tal vez porque han sido usadas repetidamente para ilustrar desde el fetichismo hasta los males del capitalismo y del franquismo. Hay que decir que los simbolismos que usa Buñuel se ven pelín básicos (un gato saltando sobre un ratón, en esta encerrona universal que es esta peli) hoy en día, pero volvamos al contexto, igual no haya que rasgarse las vestiduras al ver que el guionista de "Buñuel y la mesa del rey Salomón" escribió: “Buñuel era un misógino convencido, como todos los surrealistas. Su imaginación era desbordante, pero en lo personal era tremendamente convencional". Le excusa ser hombre de su tiempo? Desde luego no a los misóginos del día de hoy. Al lío:

Cámara, acción: un señor mayor rico pide, vía la Madre Superiora, que su sobrina novicia Viridiana vaya a verle para despedirse. Ella es una rubia tipo las que le gustaban a Hitchcock (otro que le daba también a la imaginería simbólica), pero cándida y muy santa. El tío, Don Jaime,  interpretado por Fernando Rey es un absoluto creep y no encuentro palabra exacta para traducirla al castellano: el verbo "to creep" significa trepar, arrastrarse, deslizarse, moverse con lentitud. Algo así como haría una serpiente o un animal untuoso, asqueroso. Creep además en inglés tiene la connotación de que da miedo, "creepy", y exactamente eso es este Don Jaime.  El tercer personaje principal representa lo contrario, la falta de represión, es el hijo bastardo que aparece más tarde, Jorge, interpretado por un joven Paco Rabal guapísimo y... qué voz.  Pero no hay que esperar a Jorge, cuando Viridiana llega a la mansión, ya empieza el festival surreal.

Uma Thurman en aquella gran escena de Pulp Fiction
Comparte Buñuel su fetichismo de los pies y los zapatos con otros como Berlanga y Tarantino. En Viridiana, los pies están presentes del principio a fin -es más, dicen que filmó setenta planos con pies, algunos eliminados. Hay pies de niñas saltando a la comba, hay pies que caminan, hay pies colgando, Jorge se lava los pies en un barreño, y por supuesto, lo más evidente, está el creep adorando un zapato de tacón fino, y finalmente poniéndoselo. Buñuel decía -en la línea también de Berlanga- que a él estas cosas le interesaban pero no por ello las ponía en práctica: lo veo plausible, cada uno aúpa con sus fantasías sexuales y fetiches, que no tienen porqué ser representados o "performados" luego.

"L'age d'or" (1930): Lya Lys chupa el pie de una estatua
"Yo no soy fetichista del pie, pero en muchas películas mías sale mucho el pie. Algunos críticos me llaman "pedófilo"... Ya desde La edad de oro, donde la protagonista chupaba el dedo gordo del pie de una estatua... Todos somos un poco fetichistas. Aunque algunos exageran... Puedo tener esa obsesión, como la de los insectos... En realidad, los pies y los zapatos, de hombre o de mujer, me dejan indiferente. Me atrae el fetichismo del pie como elemento pintoresco y de humor. La perversión sexual me repugna, pero puede atraerme intelectualmente".

Pero ahí entran los del psicoanálisis y las interpretaciones: que si Buñuel usa el pie / zapato como simbolismo  de "un amor que no puede ser consumado". En serio? Tenéis un problema si creéis que vuestra interpretación es lo real (a mí, en otro contexto, me han desmontado una interpretación porque la suya era la "válida"). Sobre todo, tenéis un problema porque no se puede ni podrá demostrar. 

Con Berlanga también comparte el interés por el sadomasoquismo (esa imagen de Catherine Deneuve atada en "Belle de Jour"-Es bella como la muerte y fría como la virtud”, dijo de ella), que no está tal vez demasiado presente en "Viridiana", porque al final este Don Jaime tiene que drogar a Viridiana para poder llevar a cabo otro de los intereses sexuales del director, la necrofilia. Esta escena es de lo más perturbadora (no hay contexto que valga, lo he intentado), y además no es anacrónica: no solo aún pasa el que te puedan echar algo ("spike") en una bebida en un bar, sino simplemente el que estés tan inconsciente tras haber bebido en lo que tú creías era una noche de juerga, que acabes siendo una Viridiana más, sin el vestido de novia ni el glamour de la mansión, en manos de cualquier tío que no ha entendido -o que se pasa por el forro- lo del consentimiento sexual, caballo de batalla de #Metoo, y del que hemos divagado ad nauseaum en este blog. 

El creep y su necrofilia 

Y no olvidemos otra tercera obsesión:  el voyerismo (la criada- con quien el creep se relaciona de una manera despótica, escuece verlo-  espía por la mirilla a Viridiana para contárselo al señor).  Buñuel explicó que le viene de mirar por los agujeros de las casetas de baño playeras en Donosti (vuelvo a inspirar). Fwd: el otro día escuché con nuevos oídos una canción que nos parecía tan normal en los 80 ("no sé lo que me pasa últimamente/no dejo de espiar a mi vecina de enfrente"), y fwd aún más, por poner una nota positva a este párrafo: por lo menos el "upskirting" (fotografiar desde debajo de la falda a alguien sin su consentimiento) es ahora delito. 

Otro de los temas subyacentes de la peli donde abunda la imaginería simbólica es el religioso (para empezar el título toma el nombre de una santa medieval). Buñuel estudió en los jesuitas de Vetusta -no hay más preguntas- y decía que era "ateo por la gracia de Dios".  Viridiana se lleva del convento no solo un crucifijo XL, sino también una corona de espinas (que en un punto arde: "simbología al alcance de todos"). Y claro, luegos nos preguntamos porqué los anglosajones piensan que los católicos están todos obsesionados con el sexo y follan como locos impulsados por la represión de siglos. [Nota: en primera escritura, me ha salido "los católicos estamos obsesionados con el sexo" (los actos fallidos), tal vez porque a mí ya me han dicho más de una vez los ingleses aquello de "una vez católico, siempre católico", al explicar que intento que el catolicismo no tenga nada que ver conmigo, que yo soy -ex (tienen hasta expresión, "lapsed catholic")]. Pero divago. Nosotros los divagantes ya sabemos que esta generalización no es cierta, pero quién puede culpar a los extranjeros que se han visto todos los ciclos de Buñuel: en concreto, esta película es un festival del tema que toca todos los tropos del catolicismo: la monja virginal incorruptible, que acaba siendo corrompida (ningún católico me ha dicho que se lo quiera montar con una monja, pero anglosajones, sí), la caridad cristiana con el grupo de indigentes que acaban liándola parda (y dando esa gran imagen de "La última cena", abajo), la culpabilidad sin haber hecho nada malo (y en el caso de Viridiana, intentando redimirse salvando a la panda de mendigos),  el otro crucifijo que se convierte en navaja, el pecar solo con la cabeza ("te ofendí solo con el pensamiento", le dice el creep a Viridiana cuando al final no la viola-cómo son estos católicos, pecar solo por no poder sacar al oso blanco de sus mentes). 

Al censor le gira 360 la cabeza con esta escena

La peli fue la primera que filmó en Espania Buñuel tras 20 años de exilio en México (en 1961),  producida por el marido rico de Silvia Pinel (la actriz que interpreta a Viridiana) junto con la productora española UNINCI (su dirección estaba bajo comunistas como Juan Antonio Bardem). Tras varias aventuras, Viridiana co-ganó Cannes (la única peli española hasta la fecha) pero creían que la poli es tonta, el diario oficial del Vaticano la encontró blasfema y fue censurada (cuando le preguntaron a Buñuel si tenía intención de blasfemar con la peli, lo negó añadiendo "pero el Papa Juan XXIII sabe más de esas cosas que yo", me encanta), y no fue vista en España hasta... 1977. Este tema de las prohibiciones siempre me ha fascinado: no hay nada para ciertas personalidades como que te prohíban ver o leer algo - hasta hay una entrada cuando el divlog era baby -cuando yo aún tenía el don de la capacidad de síntesis, ya perdido y sin solución, parece- dedicada a mi relación con "los libros prohibidos". Pero qué prohibir? Dicen que cuando Franco la vio en pase privado pensó que era "una sucesión de chistes baturros".

Y un par de notas antes de terminar, la primera sobre aspectos formales: la peli, en blanco y negro por supuesto, está tan bien fotografiada que solamente por eso merecía la pena verla. No es fácil iluminar escenas nocturnas: aburrida de ver pelis que se ven fatal. Aquí es fotograma tras fotograma perfecto. Por no hablar del coro del Aleluya del Mesías de Handel de fondo,  una maravilla, en particular en las escenas anárquicas y enloquecidas de los mendigos. 

La segunda es sobre la desesperanza, el pesimismo que en el fondo recorre la película: hay una escena, basada en una observación de Buñuel,  en la que Jorge ve a un perrito atado a una carreta, obligado a correr tras ella y al ser enfrentado a esta crueldad, se lo compra al carretero.  Enseguida, la cámara se gira y enfoca a otra carreta con otro perro atado de la misma manera, sufriendo lo mismo.  Cual es el punto de salvar a un perro o, igualmente a un grupo de mendigos como intenta hacer Viridiana, si hay tantos en el mundo? Esto da mucho más vértigo existencial que ningún crucifico-navaja o que gente chupando pies: claro que esto, como todo lo importante, se le escapa como siempre al Vaticano. Y a los psicoanalistas, que seguro que lo interpretan como la obsesión de Buñuel por su guapísima madre viuda. 

08 octubre 2021

Nara: No hay manera

 Deberías saber que lo que hiciste hace hoy un año no estuvo bien, Nara: nos rompiste el corazón. Eso sí, tuviste a bien dejarnos a tu fanstasma, al que sigo viendo recorriendo los lugares donde contigo fuimos felices. Aquí en Londinium es Brixton o la ladera de Brockwell Park donde te revolcabas por el césped y por la nieve; en Vetusta  es la tirolina, o la terraza o por el canal; en Barcelona hay tantos sitios: en tu esquina de la casa de los Jekes, paseos por El Born donde te sacaban agua en las terrazas, en las tiendas de el Paseo de Gracia y por supuesto, en La Central de Mallorca donde plantabas tu corpachón en el pasillo más transitado, obstaculizando al personal; en Bellver, encontrar por la mañana que te habías subido a dormir a una cama, nadando en las pozas del Salt del Molí, o en cualquiera de los paseos a Pi o a Talló.

Todo el mundo sabe que tú y yo teníamos una conexión especial y todo el mérito fue tuyo: no sé porqué te fijaste en mí. Nada más verme, venías a poner tu cabeza sobre mi pierna, y yo entonces te pasaba mis dedos por la frente, desde los ojitos para atrás y te decía en mi terrible catalán las cosas que aprendí de la Yaya: "petita bonica". Qué felicidad solo recordarlo. 

Han pasado muchas cosas este año que no has estado aquí, algunas malas, otras muy muy buenas, que tengo muchas ganas de contarte cuando te vea por ahí - yo estoy atenta. La última vez fue este verano: estábamos en Bellver con los Jekes (sí, los que te tenían secuestrada, tú y yo sabemos que habrías querido venirte conmigo) y aquella noche terminamos, tras un par de jarras de sangría, en una verbena popular. Entonces sonó tu canción, que lo es porque yo no la conocía hasta que Fashion me dijo que eras tú. Y vaya si lo eres, reina: no podemos vivir sin ti. 


Yo me quedo para siempre con mi reina y su bandera

Ya no hay fronteras

Me dejaré llevar

A ningún lugar


No puedo vivir sin ti

No hay manera