Hace unas cuantas Navidades, hice -por primera y única vez- yo los canelones. Recuerdo que se mezclaban un montón de cosas (spoiler: algunas dan asquito) para luego meter la masa en sabanitas -previamente hervidas, un jaleo el que no se peguen- y enrollarlas, otro jaleo que se peguen. [Flashback: ahora que lo recuerdo, una vez en UK compré unos tubos de pasta por los que metías el relleno -un mero ragú- y al horno, pero seguro que eso es cosa de salvajes bárbaros). Un proceso complejo y tedioso que solo se salva por la música de fondo, el espíritu Navideño a tu alrededor (gente que entra, sale, comenta) y la copa con algún espumoso que alguien va rellenando. Así que hoy aquí voy a hacer algo similar: mezclar unos cuantos ingredientes (algunos darán asquito), envolverlos en sabanitas, y rezar lo que sepa. Aquí van algunas ideas aleatorias de mis 72 horas en Vetusta esta Navidad (con títulos, el equivalente de una buena bechamel para facilitaro todo)...
Los preliminares, la subida a las festividades
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23 Dic: All I wanted for xmas was...I forgot |
Tengo varias teorías sobre la Navidad, desarrolladas ad nauseaum durante todos estos años de divlog. Una es que a la gente le encanta hablar de "dónde y cuántos se han juntado" (quién tiene 45 sillas?) para reafirmarse en su pertenencia a un clan, o que les quieren, o lo que sea. Otra es que en Navidad, como en la vida, el "building up", las escaleras de subida, los preliminares, son mejores que las fiestas mismas. Bien, pues a propósito de esto, el otro día asistí en Londinium a su versión extrema: un árbol de Navidad estaba ya para tirar en la puerta de la casa el día antes de que yo volara a Vetusta, el 23 de diciembre. Es sabido que en UK las fiestas terminan antes que en la península porque no se celebran los Reyes Magos, luego el día 2 ya puedes ver todas las casitas con sus árboles en la puerta, como evidencia gráfica del usar-y-tirar. Ahora, lo de deshacerse de él antes del 24 me parece ya un exceso. Claro que también podría salir de ahí un relato: qué pasó que se tiró el árbol antes de la fiesta?
Nota: el 23 me dediqué a la jardinería - atención a la preciosa cestita que me quedó con el acebo que tenemos en el jardín. También di un paseo, y mientras me tomaba un té en un Pret con gente con gorritos de Santa pensé en darme un homenaje y me compré una botella de kombucha (nota: se cumple un año de la época en la que yo estaba toda ilusionada manufacturando kombucha en casa: corramos un tupido velo). Pero la industrial es inofensiva.
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Hecho a mano (con guantes, pincha) |
Elegí un mal día para perder un vuelo
El día 24 volamos a Vetusta muy pronto (7:30 am) y yo tenía mucho miedo porque solo otra vez, en 2005, habíamos viajado el mismo día de Nochebuena y perdimos el vuelo. De cómo terminamos en Fachadolid y la aventura que supuso cruzar media península esa tarde-noche lo conté aquí (escribía breve en esa época, pero la trampa: tuve que hacer dos partes).
Así que como teníamos que salir de casa a las 4 am, pusimos alarmas por encima de nuestras posibilidades (total para qué, ya me desperté a las 2:30 am como la vieja palizas que soy-aunque nos habíamos ido a la cama a las 20:30). En el taxi que nos llevó al aeropuerto sonaba un muecín rezando durante toda la hora que duró la travesía por la ciudad; ciudad con sus calles de bares y fiesta llenas de gente que a esa hora van en busca de una hamburguesa: alguien recuerda el hambre voraz de cuando se llega tras una noche de fiestuki? En una época de particular desfase, me hacía pizzas de base congelada con ketchup y lo que surgiese. Pero divago, y volviendo al muecín: afortunadamente hoy todo el mundo lleva sus propios podcast porque una hora de rezos en árabe hubieran conseguido que o bien me tirase en marcha o que a día de hoy me hubiera convertido a Hermana Musulmana.
Aeropuerto de Stansted, donde se fabrican los recuerdos
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El padre de familia, todo serio, con su camiseta de purpurina |
Cuando se llega a Stansted a las 5 am, creyendo que estás sola en la ciudad con unos cuantos panaderos, te das de bruces con ese hervidero: todo el mundo está allí, y lo que es peor, lleno de energía. La gente quiere comprar a esas horas, aunque para mi tranquilidad la tienda de una marca de bolsos caros -que no citaré porque aquí la publi se paga- sigue, como siempre, vacía (tal vez si se anunciaran aquí... no digo nada).
Nosotros terminamos por supuesto, en el Pret (alguien recuerda "lo de la suscripción"?) bebiendo Chai Lattes a la vez que empapándonos de la fauna del lugar, por ejemplo, una familia que lucía el mismo jersey rojo con brillantina dorada con el motto: "Lapland: Where memories are made" (Laponia: donde se hacen los recuerdos). Por culpa del ángulo, la arruga y la hora leí: "Poland: where worries are made" (Polonia: donde se crean las preocupaciones")-[se referirán al procés?]. Me parece mucho mejor. Nota: Fashion quiere hacer un viaje familiar a conocer a Santa a Laponia cuando Roc tenga uso de razón. No sé si me veo con la camiseta y a toque de corneta con tipos como el de la imagen, pero seguiremos retransmitiendo.
Sigo pensando que debería estar prohibido embarcar un avión de noche a no ser que sea un vuelo transcontinental, que siempre es emocionante, y una vez dentro pierdes del todo la noción del tiempo. Lo de abajo no tiene nombre:
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Tal es la desolación embarcando |
Mesas musicalesY sí, no es transcontinental pero el avión hace su función de "cápsula del tiempo" porque al llegar a La Muy Leal etc nos bajamos en otro planera: Vetusta se ha puesto uno de esos cielos azules perfectos de invierno con un solazo que te hace sentir en una pista de esquí. Por supuesto, ha sido el típico timo de un rato, porque luego ha hecho un frío de bajo cero y el día de la vuelta una niebla que ríete de "La historia interminable" (era la niebla la metáfora de la falta de imaginación por falta de lectura?).
En el aeropuerto espera mi padre -al que han renovado el carnet por otros dos años luego está feliz y el muy cuco no dice nada de lo que nos espera en casa. Abre la puerta un trasunto de Fashion: pálida, ojerosa y lo que viene siendo con covid (se confirma en breves minutos cuando sugiero hacerse un test). La pobre tuvo que cenar en la otra parte del salón y a la que se unió ya el día de Navidad El Kuñado Universal y el 27 mi madre. Poco a poco la mesa de los infectados iba aumentando quedando los asintomáticos en franco receso. Nosotros nos volvimos el miércoles 27 -de momento, ilesos-, y mis suegros (que vinieron de la Vetusta del Norte) el 25, también. De los que quedan solo mi padre y Roc permanecen ya en la mesa resistente.
Intendencia
Intendencia según la RAE es "Dirección, cuidado y gobierno de algo". Exactamente, esta ha sido mi labor estos días: dirigir, cuidar y gobernar. Nadie me va a creer si digo que he cocinado (he salido del armario en primer párrafo), pero igual que se necesita una directora de orquesta para que ocurra el concierto, es imprescindible la batuta de una de la intendencia para que todo salga bien (se incluye lavaplatos). Qué decir: que la cena de Nochebuena, la comida de Navidad, y en general todas las comidas de todos los días han sido una apoteosis en cuando a la "dirección, cuidado y gobierno", aparte de los canelones del 25 que se quedaron demasiado en el horno (no puedo estar a todo). Ya había roscón de Reyes (se podríá considerar esto como lo de tirar el árbol el 23?) y además tiramisú (según mi madre "directo de Italia", o eso le han dicho en ese "gran almacén" que tampoco me paga la publi). Mi calificación: rico pero le falta el exceso de amaretto del de Tesco, con el que puedes salir vuelta al aire.
El timo de los no-regalos
A principios de diciembre Fashion dixit: "este año no haremos regalos, solo a los niños". Ese día hubo fiesta en mi cocina, y baile sin orquesta y ramos de rosas... luego descubrí con espinas, porque obviamente solo yo cumplí el voto.
Hay diversas razones por las que no me gustan los regalos (sí, lo veo, mi Scrooge es severo) "por que tocan". O sea, si yo voy por ahí y veo algo que justamente le encantaría a una persona a mitad de marzo, entonces sí, es algo con significado. Pero comprar porque lo dice ese gran almacén, no [recuerdo a mi antropólogo de cabecera en la época de la uni que decía que un regalo "tenía que ser por definición inútil", pero ni esas ideas presuntamente provocadoras funcionan ya, asqueados como estamos con la bulimia del objeto y las montañas de plástico). Una prueba de que es una idiotez la tenéis al pasaros por ese mismo gran almacén el día 26: las hordas que antes compraban están ahora allí, con el ticket regalo en la boca, esperando aquello de "coge el dinero y corre". De esto solo me gusta el dar más trabajo y menos dividendos a ese Gran Almacén.
Volviendo al tema: que Fashion dijo no comprar nada y yo amé la vida y solo llevé una bolsa con "regalos de mierda" que he ido acumulando: dos delantales que Mini trajo de Sicilia para las abuelas (en el post-it identificativo ponía "regalo machista"), una pulsera que le trajo mi madre al Peda de nosedónde en verano, diversos juguetes y cuentos de Mini reciclados para Roc, una foto personalizada en su marquito para cada uno de un momento chulo que estábamos juntos, y así todo.
Que como ejercí mi papel del Scrooge pidiendo que devolvieran "eso"? Pues solo con una "mochila camello" (le sale una pajita para beber en bici, deben creer que hago el Turmalet cada finde cuando lo mío es pararme en Pret a por un té como una ancianita inglesa adorable investigadora de crímenes). Accedí a quedarme con un aparato que mide la velocidad y los kms a los que voy, un micrófono de karaoke (cosa de Mini, que lo quería para ella) y algo más que no recuerdo. Hasta mi suegra, que también odia ir de compras nos trajo un libro a cada uno, y el mío en concreto para que lo divague, así que sabréis de él (Eva Baltasar: "Boulder").
Roc
Aprovecho para meter la sección bimensual del desarrollo del sobrinísimo -que hay que leer con voz de la Tía Concha que achucha a los niños en la que me transmuto-, que sigue imparable su carrera al estrellato. Por supuesto nos recordaba perfectamente (qué grandes sonrisas y grititos, cada día más simpático), e incluso al Peda, al que hacía mucho más que no veía. Le siguen encantando los cuentos (en particular el de la abuela viajera que le compré de segunda mano en Oxfam) y ahora le han enseñado que los gatos son malos, y cada vez que sale uno les pega [Nota: en mi familia somos muy del "Equipo perros" y no nos gustan los gatos-menos a Mini que le da a todo]. Por supuesto he intentado desterrar ese mito y uno de los libros que le he traído es "Mog, the forgetful cat" de Judith Kerr, la del "Tigre que vino a tomar el té" (firmado!). Me encanta leerle cuentos.
El día 26 el Peda y yo nos lo llevamos de gestiones y sus padres: "no querrá subir al carrito". Claro, al principio se resiste, pero enseguida todo bien. En general, todas las plagas de langostas que anuncian sus padres nunca se cumplen: Roc se sienta a la mesa y come (tomate) con tranquilidad, reconoce a todos los miembros de la familia (quién es la tatamini? y señala, y levanta la mano cuanod preguntamos quién es Roc), le encanta ir corriendo como un loco-literal- a darte un abrazo y parece que el día que nos fuimos iba a nuestras habitaciones y señalaba, añorante. Dónde están los tíos y la prima? Y él hacía ese movimiento de manitas arriba con el ruidito que indica "no sé". Me lo como (Concha, sal de mí)
Hace una especie de "pataleta performativa" muy graciosa que la he visto solo una vez cuando no le dejamos salir a ver el Papá Noel que colgó mi padre de una ventana. Obviamente, quedó maravillado y todo el rato quería salir. Hizo así como dar unos saltitos y mover los brazos, como representarías tú una pataleta en una comedia de situación. Por supuesto, hay que evitar que te vea reír con eso y usar distracción-mientras se pueda, tod@s sabemos que muchos de esos trucos de primero de parenting expiran pronto si tu hij@ es particularmente "oposicionista" (cabezota en cristiano).
Y el tema de reconocer los objetos personales que ya conté en octubre sigue ahí: cuando veía mi móvil olvidado sobre una mesa, me lo traía. Y esto enlaza con que no he estado todo el tiempo que hubiera querido con él (Roc, no ha habido tiempo de bailar frente al espejo!) y con el fin del divague y las Navidades Vintage...
Días Vintage
Por el tema de "la intendencia" y la brevedad de nuestra estadía, en un momento tras unas horas allí me di cuenta, al mirar el móvil, que no iba a poder contestar a toda la gente -individual o en grupo- que amablemente felicita las fiestas. Así que decidí dejarlo todo para cuando volviera a la isla y ahora, cuando miro atrás, me doy cuenta que fueron unos días vintage, antiguos... ni siquiera tengo tantas fotos como acostumbro.
El retorno de la Casa Tomada
En el vuelo de vuelta (que me daría para otro divague), me planteé que quizás había sido cosa, una vez más, de Ella. El "Castillo Esmeralda", la casa de la Yaya y mis padres, donde nací y viví hasta que me vine a la isla sigue siendo un lugar mágico. He hablado de esa casa en un barrio de clase trabajadora en las afueras otras veces en el divlog: en "homenaje" a Cortázar escribí "Casa tomada: Tomados por la casa", sobre las mejores vacaciones de mi vida, quince días con la Yaya allí, como estos días, también prácticamente sin salir. La planta de abajo se remodeló hace unos años, pero la de arriba sigue igual, en ella puedo encontrar al fantasma de la Di niña-adolescente-joven sin ningún problema (el fantasmita de Fashion persiguiéndome con peticiones tipo "me puedes colorear los mapas?", también).
No tiene mucho mérito, por tanto, haber vivido aquí 72 horas vintage, desconectada del mundo, luchando no solo con virus sino con gente que 1. trae regalos por la espalda, 2. siempre quieren poner más comida, 3. te rellenan constantemente la copa, siendo la Tíaconcha Universal, quemando canelones porque (maldición: vuelve Scrooge, vuelve Grinch, o me sale un final hiperglucémico) no somos 45 pero sí los mejores (en especial, mi suegra y Fashion, las que me leen!). Como me leen también los divagantes -que tampoco somos 45- pero que han temido la suerte de tener estos canelones de letras vs. los reales. Gracias a tod@s, Salud y República!