06 abril 2021

"Amor en Venecia, Muerte en Benarés" de Geoff Dyer. Hoy, Venecia y ... póngame otro bellini

"Jeff in Venice, Death in Varanasi"
(título que por una vez han traducido bastante aproximado: solo han cambiado un nombre propio (el del prota, "Jeff") por un nombre común ("amor") es una novela de 2009 del autor inglés Geoff Dyer que, divagante, has de leer. Como el título indica, la experiencia es la de leer dos novelas independientes, pero unificadas por la particular visión del mundo de Jeff y por la sensación de nostalgia que ambas causan en el lector ahora, en este momento en el que estamos varados cada uno en nuestras ciudades. La realidad es que no hay ni posibilidad de protagonizar una novela de viajes ni, menos ambiciosamente, de divagar sobre el viaje que sea en una terraza (lo sé, para alivio vuestro). Pero yo he sentido una añoranza infinita y terrible de estar "en la carretera" y,  sobre todo de las cosas que pasan en ella, de hablar con desconocidos, de la indecisión ante un menú, de perderme por callejuelas, de habitaciones dudosas con ventilador en el techo. 

En particular, la segunda parte -en la que obviamente Jeff está en Benarés- ha sido muy intensa: he vuelto a Octubre de 2002, no solo con la lectura sino también desempolvado mi cuaderno (en aquella época no había blog, felicitaros). He leído (probablemente por primera vez, de ahí que os entienda) lo que el autor me ha recordado tan bien, y he vuelto a Benarés. En algunos momentos de la lectura estaba tan emocionada, que casi tenía que parar porque las yemas de los dedos me pedían teclado: necesitaba escribir sobre mi Benarés sobrepuesta a la Varanasi que describe Dyer, tan tan similares - algunas observaciones exactas (las suyas, infinitamente mejor escritas). Así que he decidido separar las dos partes, y este divague lo dejaremos para mañana (hasta yo me doy cuenta: tengo que dejar de escribir entradas de tres mil palabras). Será un poco divague-metadona después de tanto tiempo sin escribir sobre El Viaje, a ver qué sale. 

Mientras tanto, hoy, Venecia. Jeff es un periodista londinense freelancer de unos 45, especialista en arte, que va a la Bienal de Venecia con el objetivo de producir algunos artículos sobre las exposiciones y entrevistar (tras años en el gremio, intentando impresionar con su inteligencia al entrevistado, se ha dado cuenta que la mejor técnica es hacerse pasar por idiota) a una vieja diva venida a menos que le confiesa que no tiene "capacidad para el aburrimiento", porque puede pasarse un día entero mirando a una pared y no le afecta (mis antípodas, yo ya estoy hiperventilando de leer esto), claro que uno necesita un mínimo de descontento para producir arte. Y ya está, no hay más: la novela va de esto y sus observaciones de exposición en exposición y de fiesta en fiesta. Ah, y como el traductor sin escrúpulos del título al castellano no ha dudado en chafar, se enamora.  

Así como mi experiencia en Benarés fue casi un calco (por lo menos sus impresiones del principio, yo no me quedé meses) de la de Jeff, la de Venecia no tuvo nada que ver: estuve allí con un grupo de gente de mi edad con 16 años, sin dinero, en un hotel tirando a inmundo (luego iba a volver exactamente hace un año para una celebración, pero se paró el mundo). En las antípodas de la experiencia de estos críticos de arte de fiesta sofisticada a fiesta sofisticada, siempre barra libre de bellinis (cocktails a base de prosecco con melocotón), siempre diciendo la frase más inteligente ("era un buen punto, pero conversacionalmente terminó en un vacío"), o más gilipollas (no olvidemos el catálogo de la exposición de Hirst). En un punto Jeff comenta que una pieza era "pueril, pero el hambre de éxito del autor era voraz. En circunstancias históricas diferentes, un grupo de estos artistas podrían haber tomando el control del Reichtag o dominado Camboya con una crueldad sin precedentes".

El libro ganó nosequé premio de "escritura cómica", y aunque no es lo que esperas de un libro "cómico", lo cierto es que la visión de la vida de Dyer es a menudo muy graciosa (tal vez por eso haya Dyer hecho click conmigo; además fue un chico de las "grammar schools" que ganó una beca para estudiar literatura en Oxford). Por ejemplo, su auto-escarnio ya en el aeropuerto, feliz porque logra colarle en la facturación una bolsa a la azafata: "
Geoff Dyer: me caes bien
sin otro objetivo en la vida, esta estaba llena de triunfos y éxitos como este".
 
Vuelo a la bienal, donde todo es exceso y magia en un avión de Ryanair & Co. donde "los recortes de coste eran increíbles, derrochadores incluso. No se había reparado en algún gasto" ["The cost-cutting was amazing, extravagant, even. No expense had not been spared"]. O los mismos bellinis, a los que llama en un punto "these little fuckers" y aquí suelto una carcajada: ¿quién no se ha sentido así alguna vez en uno de esos eventos donde has copas siempre son demasiado pequeñas? 

Su filosofía de vida no es solo divertida, también tiene sus ratos de profundidad. Como su día de viaje, en el que está todo el rato deseando que pase a la siguiente fase [primero querer que termine el vuelo, luego el transfer, luego el bus], y se pregunta, ¿cuándo llegará el momento en el que me quiera quedar? (lo que viene siendo, cuándo seré feliz, según Wilde esos escasos segundos de la vida). Yo he estado en muy pocas bodas en mi vida (gracias UK!) pero siempre tenía esta sensación: "cuándo se pasa la misa, las fotos, el cocktail, lo que sea", y al final me di cuenta que mi problema era este: me aburrían las bodas.  Pues eso, ¿cuántos momentos hay en la vida en los que "nos queramos quedar"? Muchos, afortunadamente, pero en un día de vuelo o en un bodorrrio: no. Jeff también se plantea su edad (no me toquéis el tema, me adentro en un mes sensible), y reflexiona que empezaba la fase "vaga" de la vida: tenía una vaga idea de las cosas, vagamente recordaba algún nombre... era como estar vagamente borracho todo el rato. Bienvenid@s a mi mundo. Y también suscribo su frase lapidaria: "Lo que te puedes permitir es una manera de expresar lo que deseas algo". Cuando la gente (en particular, mi madre) me pregunta, pero por qué no te compras esto o aquello, la respuesta es esta: no lo quiero lo suficiente. Supongo que no me importa gastarme una pasta en vuelos pero, en ese bolso? en esa crema? en ese coche? No.   

En un punto -obviamente en una fiesta, donde todo pasa en la bienal-, Jeff conoce a Laura, una chica de California, y desde entonces sabe que lo que quiere hacer durante el resto de la bienal -y de sus días- es estar con ella. Después de la primera conversación en la que Jeff siente esa energía brutal entre dos personas que conectan (¿flechazo? 
¿crush? ¿química? ¿cómo se llama ahora?), ella le dice aquello de no cambiarse los teléfonos y dejar que el siguiente encuentro fluya por casualidad. Él protesta: "imagina que por mala suerte no nos cruzamos en ninguna fiesta más, y cada uno volvemos a nuestra ciudad pensando en lo que hubiera pasado", y ella, que se ha visto todas las pelis del párrafo de abajo: "eso sería aún más romántico" (yo entonces pienso en un divague de aquí, pero no pongo el título por si alguien no corrió a leerlo y le fastidio el final). Cuando por fin se encuentran (porque claro que se encuentran) Jeff: "Me di cuenta que la única manera era esperar que tú me encontraras a mí, dejar de buscar. Pero de alguna manera nunca dejé de buscar". Yo me derrito.

Porque por supuesto, esta escena es imposible que no traiga al lector otras novelas o pelis con este mismo planteamiento:  una de mis sagas favoritas, las tres pelis de "Before" de Linklater, donde tampoco se cambian los emails. "Brief encounter", otro encuentro causal en un tren - la prota se llama casualmente Laura. En el París de "Rayuela", Oliveira y La Maga "andaban sin buscarse sabiendo que andaban para encontrarse" o en el maravilloso relato (como todos)  "Manuscrito hallado en un bolsillo" del Gran Cronopio en el que una pareja que sufre el flechazo en el metro no podrá seguir su relación a menos que coincidan otra vez sin forzarlo. Supongo que este recurso de dejarlo todo al azar nos toca a todos, porque quién no ha pensado alguna vez qué nos habría pasado, Ilsas del mundo, si no hubiéramos cogido ese avión. 

Durante los días de la bienale, Jeff y Laura beben una cantidad ingente de bellinis, se meten coca en yates, follan creativamente en hoteles, y sobre todo hablan. De todo esto, me quedo con varias cosas, la primera, ganas (ansia) de los bellinis y su parafernalia, de estar en una sala con más gente, de ir de un grupo a otro, incluso de escucharles decir sandeces sobre el arte, de hacerte pandilla y cambiar de fiesta, de no ver la hora de irte al hotel. Me ha recordado [tristemente con muchas salvedades, nunca bellinis gratis] a algunos congresos en los que he estado, y es todo un poco así, pero sin gente guapa ni arte. Hace tiempo que no voy a congresos con noche y, hace dos años, no hubiera tenido particulares ganas de volver, pero supongo que este último año está obrando cosas extrañas. También me quedo con la aparence facilidad con la que Dyer escribe sobre sexo, en contraste con mis evidentes problemas: en estos divagues que hago intentos desesperados de ficción (pujan en número de lectores y comentaristas con los de viajes- carraspeo- venga, va, ya lo dejo) voy sorteando el tema sexo y "dejándolo para más adelante" porque, sinceramente, no sé cómo hacerlo bien y menos cómo luego darle tranquilamente a "publicar". Pero en cada entrega me doy cuenta que no puedo tener a ese elefante en la habitación, porque no es normal que una protagonista de 25 no tenga esa parte en su vida.  Dyer consigue que no sea cursi, aunque tal vez un poco pasado (para ello la cocaína ayuda, sin duda), ni blando. Por último, me quedo con el personaje de Laura, está claro que el prota la está viendo con esas gafas tintadas del enamoramiento primero (no hay mayor unreliable narrator que el enamorado), pero es que todo lo que ella dice es interesante, ingenioso, con un punto enloquecido y de vuelta. 

Una de los conceptos que más me han gustado del libro ha sido "la vida, en su mejor versión,  va de nunca querer volver a casa". Me ha recordado a aquella de Paul Bowles: "Mientras el turista se apresura por lo general en regresar a su casa al cabo de unos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud de un punto a otro de la tierra”.  A mí esto me pasó cuando viajamos varios meses por latinoamérica: llega un punto en el que la carretera es tu vida y ya no concibes otra manera: no quieres volver a casa- tal vez una vez fui viajera. Pero la aproximación de Jeff no es la del viajero, a no ser que tomemos el enamoramiento como un viaje (que estoy dispuesta a comprarlo), sino porque es feliz:  lo está pasando tan bien en Venecia, que teme -correctamente- que cuando llegue a Londinium, todo se transforme en una calabaza... no digas que fue un sueño, Venecia ocurrió. Por fin no está en ese vuelo o ese bodorrio del que quieres solo escapar.  

Y como tal, los últimos momentos con Laura los pasa debatiéndose sobre cómo van a quedar las cosas entre ellos... porque pedir azar en una ciudad pequeña vale, pero a nivel global? Jeff reflexiona: "a strange modern form of intimacy -not victorian at all- that made it easier to lick someone's ass than to ask when you might see them again". Cuando Laura se va, él ha pasado, como las entradas a fiestas que admiten a uno y a un invitado, de "+1 a -1, paseando por la abarrotada ciudad vacía". Snif, paseo de la mano con él. 

A Jeff lo han vaciado por dentro, pero no es "Muerte en Venecia" sino en Benarés, otra ciudad toda callejuelas y barquichuelas, tan similar y tan diferente. Y esto nos espera al doblar la página. 

~~~ Continuará~~~


 
 

12 comentarios:

  1. ...no puede salir nada bueno de un cocktail con puré (!) de melocotón; lo siento.

    ...la India está muy sobrevalorada: no he visto más suciedad, pobreza y clasismo que ahí (un país con armamento nuclear, misiones espaciales, etc). Es cierto, es cierto, India es como tres veces la UE etc. Hablo por lo que he visto el par de veces que he estado (por curro)

    y ,por último, para seguir chinchándote: a mí me han pasado cosas muy singulares en un avión. (...no, en una boda no me ha pasado nada destacable aparte de desear que acabe).

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  2. Después de esta pandemia, hay muchas cosas que quiero que vuelvan, pero al leerte me doy cuenta de que las fiestas no son una de lelas. Nunca me han gustado (detesto socializar), y ahora que he pasado un año sin verme más o menos forzada a asistir a alguna, aprecio de verdad lo relajante que resulta solo poder ver a la gente en pequeños grupos. No dudo de que Dyer escriba bien, pero la sola idea de leer un libro donde el prota se pasa la vida de fiesta en fiesta... uff, qué pereza.

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  3. Ahora que me acuerdo, ¡estoy invitada a una boda en septiembre! Eventos capaces de reunir lo peor de las fiestas, son lo peor... Es uno de los pocos motivos que podrían hacerme desear que siga la pandemia y tengan que cancelarla.

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  4. Hola darlings, qué bien q estéis por aquí...

    A ver, ANONIMO de las 15:40... esto del puré me lo han dicho en casa de buena mañana, lo he cambiado entonces, pero aún asi lo has visto!!! En serio!? No se os pasa ni una... Pero mantengo q de cualquier cosa mezclada con Prosecco pueden salir fuegos artificiales (y eso q me fastidia q los italianos, q lo venden todo mejor q nosotros, tb nos hayan adelantado en esto... a mí el cava, no-aunque el otro día para celebrar cierta victoria futbolística se abrió un Codorniu Barcelona nosequé q no estaba tan mal...)

    La India sobrevalorada? Por quién? Por los crusties e iluminados? Pq el resto la valoramos en su justa medida (Los q hemos logrado sobrevivir claro) Pero dejemos esto para el siguiente divague, os lo contaré to-do.

    Aviones, sí, veo por dónde vas... pero tb veo difícil ir por ahí con Ryanair (mi compañía de referencia STN-Vetusta). Tengo mejores recuerdos de hace 20 años en vuelos long-haul en los q tenías espacio en las piernas y barra libre (yo probé el "Bloody Mary" en uno de ellos, spr lo recordaré-ya no repetí, como la India).

    Ahora, llegamos a un momento MUY VERDAD en el q convergemos con ELENA: todos odiamos las bodas!!! Por qué nadie lo dice abiertamente? Pero además, Elena va más allá: q siga la pandemia para librarte de un bodorrio??? jajaja... muyyy malaaa

    Sobre las fiestukis, Elena, no sé, igual son las del mundo editorial. El Peda nos infiltraba ocasionalmente a una amiga y a mí a unos saros q no sé si era la versión q fuera de los bellinis, q nos reímos mucho. Igual el tema es q no tenemos q vender nada, supongo q un gran problema es ir a "networking" y q eso sea un trabajo. Por otro lado, quiero quitarme los leggins y el hoodie y PONERME UN VESTIDO... vamos, hasta estoy fantaseando con tu boda... si es en Barna, firmo ya!!! jajajaja:)

    Besos

    di

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  5. Arrg, no me lo recuerdes, ¡tengo que comprarme un vestido para la boda! (Y quién sabe si zapatos también. Pero aún.) Detesto ir de compras. Y para cosas que no voy a ponerme casi nunca, más. Lo único bueno de esa boda-que-ojalá-se cancele es que será en el Empordà, excusa perfecta para pasar un fin de semana por allí.

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  6. Lo leeré. Tus post de otros años sobre vuestros viajes son interesantes creo que siempre. Grecia los que más. Yo he viajado muy poco, comparando. En bodas, ya que ha salido el tema, habré estado profesionalmente en cientos, pura rutina.

    Un abrazo

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  7. Me da a mí que iba a ser de mi estilo este autor.

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  8. Hola darlings,

    Primero cerrar el tema con ELENA... puf, me estás quitando las ganas, primero pq si es fuera de la city, en esos sitios se queda una atrapada ahí todo el día. Con lo del vestido "de un uso" tb me has matado, tb odio ir de compras (tengo a mi hermana de personal shopper, o bien reciclo lo q ella ya no quiere) y más cuando es así obligado, q tienes q comprarte algo pq no tienes nada q ponerte. En UK las bodas son, dentro del horror, menos formales... solo he estado en una (interés antropológico) en los Cotswolds: dieron pollo al curry en una carpa q montaron en el jardín y de la lista de bodas elegimos para regalar una cabra de oxfam (donde la novia se habíá comprado el vestido, de segunda mano).

    Ay qué pobre ANDANDOS, es verdad, en bodas por tema profesional: no puedo imaginar mayor espanto. Y, qué puedo decir, con lo de Grecia: gracias, me has puesto una sonrisa en la cara y solo espero q hayas podido viajar un poquito allí con mis grandes plastas reiterativas del "azul transparente mar" :):)

    Venga SES, pues ánimo! Yo voy a comprar otro q tb me han recomendado de él titulado "white sands". Ha escrito mucha no-ficción.

    Besos

    di

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  9. Hola Di,
    Me han entrado unas ganas tremendas de ir a Venecia y de leer el libro. Por razones obvias tendré que empezar por lo del libro.
    Pero al leer la referencia a Linklater y a las pelis Before, no puedo por menos que recomendarte que escuches esto: http://nacionpodcast.com/2019/10/22/t2-episodio-6-la-ultima-decada-lenta/
    Tú escúchalo. A mí me tocó el corazoncito y me pareció muy bonito y muy curioso at the same time.
    Y luego: date prisa con lo de Benarés. Ahora me has creado ansia viva. En Benarés me pasaron a mí cosas muy chulas.

    Petons,

    Anna

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  10. Ay ANNA, qué alegría verte por aquí y cuántas gracias te tengo q dar por el enlace al podcast...

    Ahora q no nos lee nadie: he empezado a escucharlo con atención esta tarde mientras hacía otra cosa q no requiere concentración (pelos de punta cuando suenan los acordes de REM). Pero he llegado a un punto en el me he tenido que parar, dejar lo que hacía, tirarme en horizontal y terminar de escucharlo así, mirando al techo. Con lo q me gustan esas pelis, las tres, no conocía la historia real en la q se basan (las dos primeras) y en fin, si a ti te tocó el corazoncito, yo he terminado llorando con esa mezcla de qué bonita y qué terrible es la vida, todo a la vez. Y todo el resto de lo que cuenta, el contexto de "los anios lentos" q vivimos los de cierta edad, está claro q tb apuntaba a dar pq se avecina amenazador un cambio de década y... eso no me puede estar pasando a mí, peterpan... necesito q Linklater haga una nueva peli para ver qué hacen ahora Jesse y Celine, q estamos en el mismo barco...porfa.

    La canción del final de "The lighting seeds" me encanta... estoy escuchándola en bucle, o sea, no escribiendo Benarés jaja :)

    Just lying smiling in the dark
    Shooting stars around your heart
    Don't sell the dreams you should be keeping
    Pure and simple every time

    Gracias lovely, sois lo mejor de escribir el blog...

    di

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  11. Ja! Lo sabía! Sabía q te gustaría! Te animo a chafardear por el podcast, hay episodios q son oro puro. Y luego Nuria Pérez, q lo explica todo de una manera tan chula, tan bien, tan todo....

    Me pasó exactamente lo mismo con esa canción, no podía parar de escucharla over and over again.

    Now you're crying in your sleep
    I wish you'd never learnt to weep
    Don't sell the dreams you should be keeping
    Pure and simple everytime

    Més petons,

    Anna

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  12. Sí, sí... ya he visto. Voy a empezar con "De la parte de los malos", I wonder why :):)

    El tono de Nuria Pérez es de cuentacuentos total, es casi pentámetro yámbico? Ya conté mi hipnosis con eso aquí (solo mira el final, donde esta la foto de la puesta de sol con el planetarium):

    http://divagandodivagando.blogspot.com/2014/10/clasicos-del-cine-pentametro-yambico.html

    ...Pure and simple everytime :)

    Més petons i una abraçada

    di

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