Sigue la vida trepidante en Vetusta. Hoy por la mañana hemos platicado con nuestro amigo J.A., que da clases en una universidad del D.F., una de nuestras ciudades tótem en este divlog. JA, aunque diga platicar, es vetústico y alguna vez ha entrado al divlog, -con un arma en la sien que no me temblaba un pelo-, por aquello de que la
Historia de la Ciencia es su especialidad. Hoy se la he puesto de nuevo para que lea "
Los detectives salvajes" (Bolaño, 1998). No se puede vivir en el DF sin haberse bebido ese libro.
Como nosotros, JA es uno de esos que
vuelve a casa vuelve por Navidad y, aunque nos hemos ido encontrando por diversas latitudes, Vetusta sigue siendo, por todos nuestros pecados, el punto donde cada año nos ponemos al día de los eventos de los últimos meses, viajes, gente común, e incluso ritualmente recordamos que ya hace 17 de aquel año de la Expo donde casi morimos congelados en tiendas de campaña con un grupo de incautos de la univetusta.
Y cómo no, La Crisis y aledaños, y de rebote Enrique Peñas Nieto, futuro presidente de México, que en la feria del libro de Guadalajara, ante la pregunta que titula el divague, el pobre balbuceó, se atocinó, y acabó equivocándose de autor y para rematar mentó la Biblia. No hay que ir de divas, le puede pasar a cualquiera, pero si vas a la mayor feria del libro de Latinoamérica, no deberías habértela preparado? No sé, para no acabar así o diciendo "El mundo de Sofía" como otros.
Así que nos hemos liado a ver qué libros nos había influido a nosotros, y por influido no quiero decir gustado. Por influir quiero decir aquello que, en el proceso de lectura, dejó una pequeña indentación en nuestra manera de ver el mundo, y de estar en él. Manos arriba, JA: "
Las venas abiertas de América Latina" (Galeano, 1971). Peda: "
Ask the dust" (John Fante, 1939).
Cuando pienso en mis tres, llego a la conclusión de que todas fueron leídas en la adolescencia tardía o en los primeros años de la universidad. No son las que más me han admirado formalmente, ni las que considero mejores. Simplemente, en el allí y entonces me tocaron especialmente. Ahí van:
"The picture of Dorian Gray" (El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde, 1890)Cuando hacía COU, teníamos que leernos un libro en inglés para hacer un trabajo. La profe dio una lista y, al final dijo: “Y, para los que les gusten las emociones fuertes, El retrato de Dorian Gray”. Casi toda la clase leyó “El viejo y el mar”, pero a mí, si me ponen semejante capote, entro. El libro no solo no me decepcionó, sino que el famoso
wit wildesiano me atrapó. Lord Henry Wotton, el diablo que compra el alma de Dorian era-y sigue siendo-el tipo con el que me gustaría tomarme un té interminable en The Grovesnor. El mío (y es de los pocos libros que he releído, para ver si era un espejismo) no es un libro con subrayados, sino un subrayado con alguna línea en blanco. Es más, es el libro con el que comencé a subrayar: no tenía sentido seguir anotando en un cuaderno al lado, cuando todo el libro te envuelve así.
“Historias de Cronopios y Famas” (Julio Cortázar, 1962).Este divlog está lleno de referencias cortazarianas porque, en conjunto, tal vez sea MI escritor. De entre todos sus libros he elegido este para el tema
influencia, aunque cómo olvidar todos sus libros de relatos, y Rayuela, Los premios, Libro de Manuel, en fin… Pero escojo los Cronopios porque conecté con su sentido del humor inmediatamente, como si El Gran Cronopio y yo fuéramos vecinos de escalera, y tuviéramos un pasado común, lleno de referencias compartidas y bromas internas. Cortázar había escrito aquello años antes de que yo naciera, y ya sabía que años más tarde lo que de verdad me gustaría ir a tomar su famoso scotch de las cinco con él, y Charlie Parker de fondo. Su sentido del humor es el que quisiera fuera el mío.
“Cows, Pigs, Wars & Witches: The Riddles of Culture” (Vacas, cerdos, guerras y brujas. Marvin Harris, 1974)Ahora vendrán académicos de la antropología y me dirán que Harris “está muy superado”, pero el shock que supuso para mí Harris en su momento fue de tsunami. No por lo que aprendí de nuevo, que lo hice, sino porque puso todas las piezas del rompecabezas en su lugar justo. En el desorden de mis lecturas, experiencias, ideas, hubo, de pronto, un modelo de pensamiento que, simplemente, encajaba. Harris me influyó no sólo a nivel personal, sino que parte de la profesional que soy le debe algo, la que rechaza esoterismos modernos, espiritualidades disfrazadas de progresía, procedimientos sin validación. Con Harris me hubiera gustado viajar por el mundo, con mi cámara colgada al cuello. Pero eso sería otro divague.
Divagante, manos arriba: cuales son los libros que te han influido?