22 septiembre 2024

Ático lexicográfico, bibliotecas orgásmicas, escalera expresionista, quirófano pionero, edificio orwelliano: todo eso en Open House 2024

Una vez más, la cita anual con el festival de puertas abiertas aquí en Londinium, el Open House- que ya no dura un finde sino dos semanas. Este año he visto cosas tan maravillosas y con tanto que contar que, tras reunión con la editora ejecutiva de D&D, he decidido que solo voy a poner la lista, con alguna foto. Más adelante, cuando salga del pantano escritor que tengo entre manos (demasiado contenido!), haré divagues puntuales sobre algunos de los edificios, que si algo tienen es historia e historias.  En uno de esos libros de visita de uno de ellos alguien había escrito: "Open House es mi finde favorito del año" y pensé, mira, un alma gemela. Y escuchen, turistas de segunda o tercera generación, igual estos días sean un buen momento para venir. Vamos allá...

Dr Johnson compiló el monumental diccionario de lengua inglesa (publicado en 1755 y el principal hasta que llegó el Oxford en 1928) en el "garret" de esta casa. El garret era la planta superior, en plan abierto (como un desván pero los techos son normales, en imagen). Después de esta visita, en la que hasta me puse una peluca de época, decidí que la habitación donde trabajo, la del balconete, ha de llamarse a partir de ahora el garret. "Dónde está Di?" "En el garret". Hice muchas fotos a cosas interesantes, así que este va a ser uno de los que espero expandir. Quien no pueda esperar, tiene un poco más del diccionario y Dr. Johnson al final de este divague: "Persiguiendo a Becky Sharp (aventureta literaria en Chiswick)".

El garret donde trabajaba Samuel Johnson-
el mío ya os lo he ense
ñado mil veces
(cosas de la pandemia)

Está al lado de la anterior y aunque ya había estado el finde justo de antes con mis amigos, decidí entrar un momento para poder acceder a la sala de lectura dodecagonal sin Mini no dejándome hacer fotos.  Aquí está:




Es una de las cuatro asociaciones de abogados y jueces de Londinium. Quienes hayáis leído "The children's act" de Ian McEwan os sonará que la protagonista vive en una de ellas, Gray's Inn (hay cuatro en Londinium). Lincoln's Inn tiene más de 600 años y contiene edificios espectaculares de arquitetura medieval, victoriana y georgiana, todo en medio de extensiones de césped, árboles y tranquilidad. También le dedicaré un divague porque es un lugar increíble. Ahora, la biblioteca es directamente para arrodillarse y llorar, o no?



La biblioteca del guildhall de Londinium (un guildhall es un edificio histórico que antiguamente era donde se recaudaban impuestos y hoy suelen ser ayuntamientos) se construyó junto con todo el guildhall tras la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.  Se abrió en 1974 y es la biblioteca más grande del mundo con especímenes sobre una ciudad. Lo cuento otro día también, pero aquí incluyo dos maquetas inmensas de Londinium: 





Unico ejemplo de arquitectura expresionista en Londinium, con una escalera preciosa. Bueno, todo era precioso: desde las puertas hasta las manivelas. Un edificio que me recordó mucho al modernismo de Barcelona y así se lo comenté a uno de los guías. 


El antiguo quirófano del hospital de St. Thomas es una auténtica gema que aunque no hayas estudiado medicina o farmacia deberías visitar cuando vengas aquí. De verdad que es maravilloso y salí en éxtasis. Aquí va la foto, las historias otro día...



Esta maravilla de Art Deco inspiró a Orwell para su "Ministerio de la Verdad" en "1984", y aunque la Habitación 101 estaba en el "Ministerio del Amor", o aseguro que la vi aquí. Luego hice un tour guiado por las bibliotecas, porque tiene varias. El olor a libro viejo en algunas de ellas me llenó de nostalgia...







En los Reales Tribunales de Justicia está el Tribunal de Apelación y el Alto Tribunal de Justicia de Inglaterra y Gales. Es un edificio impresionante, de la época del revival neogótico británico: el SXIII visto por los victorianos, vamos. Es como estar en una peli de Disney, con el castillo, las torretas, las celdas donde esperan los acusados su juicio... incluso estuve en un juzgado, todo paneles de madera, moquetas y cuero, donde se representaba un juicio por asesinato. 







Es lo que digo siempre: esta ciudad no te la acabas. Hasta el año que viene!

21 septiembre 2024

Festival de la casualidad: Mr F. y "Balcón en Hanoi"

Ya lo decía Ernesto Sábato "las casualidades no existen", y anteayer fue un día de ellas: dos. 

Hacia las 4, entraba con Mini en casa cuando veo justo enfrente a un hombre en el suelo: se ha caído de la bici. Se agarra una mano, claramente tiene mucho dolor. Hay tres personas que le están ayudando: una corredora que viene de hacerle la foto al coche que le ha tirado (como compa ciclista, estas cosas me afectan mucho) y se ha ido (no sabemos si a la fuga o porque no se ha enterado) y una pareja de australianos. Nos acercamos, le pregunto el "are you all-right?", cuando es más que obvio que no, y el hombre -unos treintayalgo, con barba, licra- mirando al suelo dice algo como que cree que se ha roto la muñeca. Levanta la vista y entonces dice: "Mini, what the hell!", a lo que Mini responde: "Mr. Fitzgerald!". Los tres atendientes y yo nos miramos y Mini aclara con cara de terror: "Mr. Fitzgerald era mi profesor de económicas el año pasado".

Luego todo ocurre muy deprisa, desestimamos llamar una ambulancia porque le costará tres semanas (empiezo a tener flashbacks de cuando el Peda se rompió el fémur en una caída de bici provocada por otro coche el año pasado: la ambulancia tardó una hora).  Los australianos ayudan a meter la bici en mi casa, le cuentan a Mini que acaban de aterrizar de las antípodas. Tocaba Sabina en el Royal Albert Hall, era el 19 de mayo de 2023, el día del Peda. Le pido a Mini que baje agua. Mr. F dice que se marea, que siente que se desmaya y nos pide chocolate o barritas energéticas [Mini se ríe por la noche: "iluso, en esta casa, le iba a decir -no chocolate, but can I interest you in some nuts?"]. Le bajamos lo que encontramos: unas barritas de fruta comprimida sin aniadidos que dejan mucho que desear y variedad de nueces. No pudimos ir al concierto, claro: más tristes que un torero, al otro lado del telón de acero. Voy a por el coche, le ayudan a subir, ni el cinturón se puede atar. Vamos al hospital de St. George. Allí también llevaron al Peda. La calle principal lleva de obras nosecuánto tiempo, me desespero. Le doy paracetamol. A ratos grita de dolor. No se desmaya. El Peda estaba en una camilla dentro de la ambulancia cuando llegué: según cuenta, nunca en la vida se había alegrado tanto de verme. Le voy hablando a Mr F: es irlandés. Tiene dos niños pequenios. Ya no trabaja en el cole de Mini. Se fueron a vivir a la campiña hace un tiempo pero no les gustó y volvieron. El imán que es Londinium. Mini ha tenido buena nota en económicas, me dice. Al Peda le dieron ketamina y le encajaron el hueso ahí mismo: yo me salí de la ambulancia ese momento - soy impresionable. Y otra barrita. Llama a su mujer que dice que viene a urgencias: suena muy tranquila, casi seca. Yo soy una drama queen, me recuerdo corriendo por las calles.  Tengo el depósito en rojo, la raya está en la línea. Me chorrea la adrenalina. Viene una ambulancia de frente, me tengo que retirar a un lado, marcha atrás. Mr. F.: muy agradecido. Nunca se había roto nada antes. Quiere las nueces. Por fin: urgencias, se lo dejo a su mujer. Las horas que pasé en esas urgencias, presionando a enfermería para más analgesia. Me vuelvo por otras calles para evitar el atasco, me persiguen las imágenes del 19 de mayo de hace un año. Voy en piloto automático y me pierdo. Si lo que quieres es vivir cien años, no vivas como vivo yo, canta Sabina. Doy unas cuantas vueltas, me llama Fashion e incide de la importancia de que ponga gasolina YA. Llego a casa. Prueba conseguida. Mini, que se ha quedado en casa porque haber venido hubiera sido "awkward" y considera inaceptable que le haya tenido que meter el paracetamol y las barritas en la boca a Mr. F. Y que esto es una señal del destino: cómo ha podido Mr. F caerse en la puerta de mi propia casa, se pregunta. Me confiesa que ella se ha bloqueado ante la situación y sobre todo, ha sufrido la verguenza de que fuera su profe: adolescentes. Qué historia. 

Por la noche, qué bien, por fin este momento de paz para escribir el blog. Estoy en Hanoi, voy al ordenador grande a buscar alguna foto. Antes, bajo unos archivos del g-drive de Mini al disco duro para que pese menos y entonces, espera, qué es este documento titulado "Balcón en Hanoi". Lo abro: es un poema de una escritora que no conozco, Alison Jesson, y que Mini analizó en literatura, por lo visto, el curso pasado. Qué probabilidad hay que yo me encuentre este poema justo hoy, el día que estoy escribiendo sobre la ciudad? Qué historia, de nuevo.

El poema resume muy bien lo que estoy tratando de describir cuando hablo de Hanoi -menos poéticamente y con la ayuda de fotos- en estos últimos divagues: espero que os guste. Debajo del poema está el análisis de Mini y como un blog es un diario, lo voy a incluir también. Las traducciones al final. 

Mr. F y el balcón en Hanoi el 19 de septiembre: las casualidades no existen. 

Balcony in Hanoi
Whether it is the slap-slap of sandalled feet
of women who bear baskets of dragon fruit,

or the creak of bicycles carrying bundles
of greens and limes to market,

the road outside my window never sleeps.
Pale apricot sun diffuses morning mist

as motor cycles weave through blaring horns,
laden with chickens or pigs, dried fish or fridges.

Rickshaw-drivers lounge, waiting to pedal
tourists down other dusty streets.

In noon heat, a dog pants in the shadows
and laughing schoolgirls ride past like slender storks.

At dusk, families gather round pavement cook pots,
share noodle soup, and talk

of dollars, Hondas, mobile phones,
farmers who sell paddy fields for factories.

by Alison Jesson

Balcón en Hanoi
Ya sea el clap-clap de las sandalias
de las mujeres que llevan en sus cestas Fruta del dragón,

o el pedaleo de bicicletas con fardos
de verduras y lima  hacia el mercado,

la calle al otro lado de mi ventana nunca duerme.
Un sol pálido de albaricoque difumina la niebla matutina

mientras las motos se entrelazan entre bocinas gritonas,
cargadas con gallinas o cerdos, pescado seco o neveras.

Los de los rickshaw descansan, esperando 
al siguiente turista que llevar por las calles polvorientas.

En el calor del mediodía, un perro jadea en las sombras
y por ahí pasan, como cigueñas. niñas risueñas de uniforme.

Al atardecer, las familias se reúnen en las aceras alrededor de ollas,
comparten sopa de noodles, y hablan

de dólares, Hondas, teléfonos móviles,
y campesinos que venden sus campos de arroz para fábricas.


~~
Y el análisis de Mini:
"Alison Jesson uses enjambment throughout this poem frequently. She uses this technique to show the movement of the busy day in the street, from morning until night. In stanza two, when Jesson describes the street with bicycles ‘carrying bundles of greens and limes to the market’, enjambment is applied in the middle of this sentence to convey the motion of the bicycles making their way through the bustling street. Another effective use of enjambment is close to the end of the poem, when families gather together and ‘share noodle soup, and talk of dollars, Hondas, mobile phones…’. I believe the use of enjambment is to communicate to the reader that conversation is also movement, and it is showing the discussion between families in the city of Hanoi.

Additionally, I believe Jesson utilizes onomatopoeia admirably as the words she has chosen create a loud atmosphere, to try to transport the reader to the manic street. Immediately in the poem you get the sound of ‘slap-slap’ which instantly reminds you of a holiday, as it is common to use flip flops or any other kinds of sandal during hot weather. The letter ‘S’ and ‘P’ almost has quite an aggressive tone to it which could be Jesson attempting to display the intensity of the loud street. In the 6th stanza, the use of the word ‘pants’ can make the reader feel quite exasperated, as it almost feel as if your panting as you are saying the world aloud".

Y así lo tradujo la IA:
"Alison Jesson utiliza el encabalgamiento frecuentemente a lo largo de este poema. Emplea esta técnica para mostrar el movimiento del ajetreado día en la calle, desde la mañana hasta la noche. En la segunda estrofa, cuando Jesson describe la calle con bicicletas que ‘llevan fardos de verduras y limones al mercado’, el encabalgamiento se aplica en medio de esta oración para transmitir el movimiento de las bicicletas atravesando la bulliciosa calle. Otro uso efectivo del encabalgamiento se encuentra cerca del final del poema, cuando las familias se reúnen y ‘comparten sopa de fideos, y hablan de dólares, Hondas, teléfonos móviles...’. Creo que el uso del encabalgamiento tiene como propósito comunicar al lector que la conversación también es movimiento, y está mostrando la discusión entre las familias en la ciudad de Hanói.

Además, creo que Jesson utiliza la onomatopeya de manera admirable, ya que las palabras que ha elegido crean una atmósfera ruidosa, tratando de transportar al lector a la frenética calle. Desde el comienzo del poema, se escucha el sonido de ‘clap-clap’, que instantáneamente te recuerda a unas vacaciones, ya que es común usar chanclas u otros tipos de sandalias en los climas cálidos. Las letras ‘S’ y ‘P’ casi tienen un tono agresivo, lo que podría ser un intento de Jesson por mostrar la intensidad del jaleo de la calle. En la sexta estrofa, el uso de la palabra ‘jadea’ del perro puede hacer que el lector se sienta exasperado, como si casi estuviera jadeando al pronunciar la palabra en voz alta".

12 septiembre 2024

Escribir no se elige: viejos diarios manuscritos en la Maughan Library

De todos esos consejos que te dan los gurús de la salud y el bienestar (paso al frente si has seguido alguno: yo, sacar la tostadora de la encimera ya que "nunca nada bueno salió de una tostadora"), uno de los más recientes es que hay que hacer "journaling" (o sea, escribir un diario). ¿Qué será esto para la gente que "no lo lleva dentro"? Por ejemplo, yo no "llevo dentro" levantar unas pesas de 4kg que me regaló Mónica para mi cumple:  están ahí sobre una esterilla de yoga que me dejó Lorraine cuando se cambió de casa (suena a complot de amigas que intentan que yo haga ejercicio, ¿no? porque, sí, sé que a estas edades he de trabajar la fuerza y la-la-la). Este pequeño potro de tortura doméstico (también hay otro instrumento que fue del Peda, como de remo) me mira mínimo ocho horas al día porque lo tengo en la habitación de mi mesa de trabajo, como tentándome, pero soy ciertamente inmune a sus cánticos de sirena. Llevo desde pre-vacaciones sin levantar una pesa, y es mi "resolución de curso nuevo" que esto cambie. Mientras tecleo esto podría estar ahí, sobre la esterilla; lo que pasa es que estoy haciendo lo que más me gusta, lo podríamos llamar "journaling". Que también hay que hacerlo, dicen.

O sea, me pregunto si llevarán tan mal esta prescripción la gente que nunca ha escrito, o mejor dicho, "que nunca ha necesitado escribir". Hemos hablado ya muchas veces en el blog de por qué escribe la gente, del "Why I write" de Orwell, y enlazado el artículo aquel de El País sobre el tema. ¿Lo llevarán como un lastre como yo lo de las pesas? (metafórica y en mi caso, no metafóricamente) ¿Harán el "journaling" porque es bueno para nosequé arrastrándose? 

Quién sabe, pero toda esta introducción para contar que el sábado, yendo a otro sitio, pasamos por la Maughan Library en Chancery Lane y había un cartel que anunciaba una exposición sobre... diarios! "Hand writing history: 200 years of personal diaries" (Historia manuscrita: 200 años de diarios personales). Aquí tenéis el cartel:


La Maughan Library es la principal biblioteca de investigación de la universidad de King's College Londinium (en el campus de Strand). Es un edificio neogótico del SXIX, que originariamente eran los Archivos Públicos y lo compró la universidad en 2001. Alguna escena de "The imitation game" (Tyldum, 2014)  se rodó aquí. Perdámonos por sus pasillos:


La exposición está en The Weston Room, que originariamente era una capilla medieval y que es una estancia maravillosa:



Aquí se expone la colección del artista Dylan Jonas Stone que ha ido coleccionando diarios manuscritos que escribía la gente desde principios del SXIX hasta hoy en día. Hay muchos de gente anónima: la madre que en 1808 llora la mujerte de su niña, el soldado que relata un día en las trincheras en Primera Guerra Mundial, los bombardeos en el sur de Londinium durante el Blitz en 1944... 


Yo no puedo ni imaginar la ilusión que me haría encontrarme en un arcón de un desván de casa familiar de pueblo el diario de, por ejemplo, mi bisabuela Felisa que nació en 1888 o mi tatarabuela Antonina que nació en 1850. Tristemente, no conservamos casa familiar de tan atrás, y a saber si mis antepasadas sabían siquiera escribir, pero mi interés por ellas está ahí. ¿Me leerán a mí mis tataranietas? Probablemente no, pero ojalá sí: os mando un beso. 


Esta inquietud por captar el momento en el que vivimos, tomar notas, es curiosa. Tengo un amigo que ya cuando le conocí en 2004, en medio de la nada en Bolivia, sacó del bolsillo un aparatito al que le habló:  llevaba consigo siempre una grabadora, como con las de dictar informes en el curro, e iba metiendo ahí sus ideas. 


Me entero que Coleridge era uno de esos que tomaba notas y las titulaba con frases como "Fly Catcher" (matamoscas) o "Day-Book for impounding Stray Thoughts…" (Libro de día para pensamientos vagabundos incautados). Eran notas al vuelo, aún no preparadas en absoluto para la publicación... eran más bien "laboratorios de investigación". Nota: Coleridge no estaba en la exposición.


Aprovecho para pedir disculpas por la pésima calidad de las fotos. Se me olvidó quitar el flash, iba con prisa, la vida...



En el cuaderno de comentarios del final escribí algo en la línea de que hoy el equivalente de esos diarios es bloguear. La razón final es la misma. Y no puse "entre en D&D", pero si hubiera sido en castellano, igual lo hubiera hecho: da para una buena historia de "cómo llegué a tu blog". Claro que es esas también tengo alguna aún más chula... :)




Tristemente este diario no estaba en la exposición (aunque tuve un manuscrito de Middlemarch al otro lado del cristal en la British Library hace unos meses), pero quiero hablar un poco de las notas que tomaba George Eliot mientras escribía esta novela: los llamaba "Quarry". Un quarry es una cantera, donde picas piedra duramente y quizás tras mucho trabajo igual llegues a encontrar un diamante. 



Y lo de abajo es una página del quarry de Eliot que me hace particular ilusión: son las notas que tomaba del diario médico "The Lancet" (que no sé si es conocido fuera de aquí, pero es una institución y aún existe) para crear al personaje del doctor Lydgate. Esto está en la Houghton Library en Harvard. 


Al salir de la Weston Room nos unimos a un grupo de estudiantes que iban haciendo un tour, y les seguimos hasta la sala de archivos original, la construyeron para estar blindada ante posibles incendios. Me recuerda mucho a la Londinium Library que es toda así:







Retrocediendo por el pasillo llegamos a la famosa "Sala de lectura dodecagonal", inspirada por la del Museo Británico. Fue muy difícil hacer esta foto porque la niña victoriana aka Mini no me dejaba ("it's not allowed!!!!"):



Y ahora podría terminar aquí, pero luego nos encontraron nada menos que tres Banksys, y los tengo que poner. 



Estos dos primeros ya los conocía-están en un subterráneo bajo Barbican. Precisamente allí alguien había alquilado el invernadero [fotos aquí, muy abajo] para casarse. Fue curioso verlos llegar porque entraron las damas y los damos de honor en parejas (como siete) y no había oficiante. Al final, llegó la novia del brazo de su padre... y su madre! Dentro de lo que paso de las bodas, esto me pareció tirando a original (claro que ya estoy preparándome para lo peor con la ninia victoriana). 


Nuevas disculpas por la foto con el maldito foco ahí delante: era el único ángulo para ver el evento. Y el siguiente Banksy estaba en Brick Lane, donde comimos. Es parte de la serie de animales que fue dejando este agosto por la ciudad:


Y no podía faltar en Brick Lane una visita a la librería Librería (se llama así) y algo sorprendente: un desfile de calesas tiradas por caballos de la comunidad de feriantes-viajantes o como se diga en castellano (travellers). Como dijo mi amiga "parecen sacados de Peaky Blinders".

Fue todo tan chulo como para apuntarlo en nuestro diario...




09 septiembre 2024

"Sus hijos después de ellos" de Nicholas Mathieu: Seréis recordados

"Hay otros que no son recordados,
como si nunca hubieran vivido,
que murieron y fueron olvidados,
ellos, y sus hijos después de ellos."


Este epígrafe sacado del Deuteronomio de la novela de Nicholas Mattieu le sirvió a él para darle título y a mí para sobrecogerme porque se puede aplicar salvajemente a los protagonistas de esta historia: la clase trabajadora de un valle desindustrializado del noreste de Francia. No es ninguna novedad esto del olvido, ya Buñuel ganó en Cannes en 1950 con "Los olvidados", aquí eran los niños de un barrio pobre del DF. Ambas obras son realismo social -como el autor es francés, también se la ha comparado con el realismo social de Zola o Balzac-, todos estos autores intentan que, apelando al olvido, a esta gente alguien los recuerde.

La novela llegó a mí recomendada por Laeti, una amiga francesa. Había ganado el Goncourt en 2018, era temática social y una "bildungsroman", una novela de formación/crecimiento que sigue a un chaval de 14 años durante cuatro veranos de su vida en los 90. Me lo has vendido, Laeti, pensé. No sé si habrá sido un error pero lo leí traducido al inglés: por alguna razón me chirrían menos las traducciones en este idioma. De entrada en el título inglés hay una palabra más que es castellano, la conjunción y: "Y sus hijos después de ellos" ("And their children after them"), porque así es la cita del Deuteronomio, y para mí que le da más "movilidad" a la frase.

Hace más de un mes que terminé la novela, así que a ver qué sale, me lanzo a la piscina (splashhh). Metáfora no casual, ya que en el bordillo de múltiples piscinas en un país muy lejano leía yo esta novela: mientras me miro los subrayados y las anotaciones veo casualmente en sus márgenes cosas como “piscina del retiro Ba Vin” (suspiro). Eso sí: no es un “libro piscinero”, de esos que lee la gente para “evasión”. A ver si sé explicar los temas tras tantas semanas, porque la trama [a quién le interesan las tramas?], como siempre, no la voy a destripar.


Anthony tiene 14 y es el verano de 1992. Vive en una ciudad indeterminada en un valle en el noreste de Francia en la que ya no hay fábricas, ya no hay trabajo, ya no hay futuro. Ni presente. Mathieu reproduce la voz de un chaval de esa edad con un oído increíble, a mí me ha parecido muy mono: piensa cosas como “su culo especialmente, era increíble” o cuando se rozan sus rodillas y: “las chicas son muy blanditas; es algo a lo que nunca te acostumbras”. Ah, la chica es Steph y el punto de partida de la novela ocurre cuando "chico conoce a chica": “Steph ya era como uno de esos yingles que se quedan pegados en tu cabeza y que te vuelven loco. La vida de Anthony se había puesto boca abajo; nada se había movido pero nada estaba en su sitio. Estaba sufriendo. Molaba”.



Steph es de clase media-alta (en un punto sus padres se hacen precisamente una piscina en el jardín) y tiene aspiraciones de ir a la universidad en París y "salir de allí". Me planteo cuántas pelis y novelas van de la gente que quiere salir del sitio donde nació, que percibe como insuficiente para sus aspiraciones, o tal vez simplemente claustrofóbico. Steph le sirve al autor, aparte de para contarnos aquello del "primer amor" (que si puede ser de verano, tanto mejor, y lo es) como para contrastar ambas clases. El fenómeno chico-clase-trabajadora se enamora o al menos siente fascinación por la pija universal es curioso y lo vengo observando toda la vida; desde Pulp hasta Marsé, pasando por propios amigos (por lo que sea, a mi alrededor no ha ocurrido al revés). Escuché un programa de neurociencia en el que hablaban del concepto "mating value" (escala en cuanto a “tu valor en el mercado del ligue” -cosas como inteligencia, belleza, situación laboral o potencial si eres joven, dinero...) y podría desarrollar una teoría a propósito de esto, pero no hoy.



El tercer personaje clave de la narración es Hacine, que entra en confrontación con Anthony por una moto robada. Las motos tienen un cierto papel en esta novela, y yo la leía en Vietnam, el segundo país en número de motos por familia del mundo (86%, le gana solo Tailandia, 87%). Hacine es -quién lo iba a decir- musulmán y sirve para introducir el tema de la inmigración. Es “segunda generación”, un tema que me toca muy de cerca porque también lo es mi hija: viven a caballo entre dos “rootlessness” (desarraigos) a la vez que con una riqueza inmensa, dos idiomas, dos culturas, dos maneras de entender el mundo. Mathieu describe por ejemplo cuando vuelve Marruecos de vacaciones y como buen expatriado “se sentía envidiado e importante como si la gente que se hubiera quedado allí vivieran vidas menores y no hubieran hecho mucho aparte de esperarle a él”.

Pero también hay clases en los emigrantes: todo sabemos el trato que reciben los magrebíes en Europa. Su padre es un hombre que ha intentado mantener la dignidad y adaptarse al sistema, pero que lleva 40 años sufriendo la violencia institucional y la maraña de reglas tácitas y métodos coercitivos heredados de las colonias, usados para garantizar que los oprimidos estén disciplinados”. Su padre y los demás inmigrantes han sido “los afros, los nígers, los wogs”. Con el tiempo y lo políticamente correcto, el desprecio hacia ellos se ha ido tornando más tácito pero nunca ha desaparecido. Con lo cual, sí, a su padre le ascendieron en el trabajo, pero la ira “había estado cociéndose en sus tripas durante 40 años”. Hacine es el hijo de esto, y con él se puede llegar a entender a muchos de los jóvenes inmigrantes cabreados en nuestras ciudades. Porque ellos se dan cuenta de que el país en el que viven trata a sus familias como “una pequeña nota pie de página de la sociedad”. Sí, sus padres habían tenido un trabajo, pero de mierda. Habían sido vejados y marginalizados, malpagados y la palabra “inmigrante” les resumía y juzgaba allá donde fueran. Pobre generación: colgados en medio de dos idiomas -uno de ellos, el francés, que no dominaban- y dos países, sin herencia cultural y ni qué decir tiene económica que pasar a sus hijos. A alguien le sorprende que estos chavales -especialmente los chicos- desarrollaran una total desesperanza? Para qué ir bien en el colegio, y estudiar una carrera: eso es entrar a jugar el juego de una sociedad que ha maltratado a sus familias durante décadas. Ser bueno es un acto de colaboración



La situación familiar y social de Anthony no es mucho mejor. Sus padres, ya separados, son clase trabajadora y es a través de su padre, un desastre con problemas con el alcohol y el "control de la ira", con el que Mathieu nos da su visión -espero- política del mundo. Estas partes son para enmarcar, y una de las razones por las que leer te puede cambiar la vida. Yo siempre digo que a mí me hicieron roja los libros, y me imagino el impacto de una novela como esta en los adolescentes, si leyeran.

A alguien le suena eso de que “ya no hay clases, todo eso se acabó?”. Sí, aquí al valle agonizante donde viven estas personas llegan los que quieren montar negocios turísticos (me gusta cuando un personaje que viajaba “iba una vez al año a verificar la existencia de los paisajes que ha visto en la televisión Las Vegas Madagascar Vietnam”). Esto hace que los trabajadores de las fábricas se vayan, disminuyendo la parte del electorado que votaban a la tendencia política que en teoría les protegía algo en la región. Pero los nuevos gurús les hablan de que los mayores ya aburren hablando de ese pasado industrial, con sus nociones productivistas. El futuro está en "el tiempo libre", economía de servicios (país de camareros, a alguien le suena esto también:?) no hay que preocuparse, ellos están llenos de dinamismo y saben que es el momento de mirar hacia adelante. Aunque este libro esta basado en los 90, estos gurús aún existen: como ha ido todo tan bien con su filosofía…

Pero el padre de Anthony echa de menos los viejos tiempos de camaradería y se da cuenta que la solidaridad de siglos se disuelve entre tanta palabrería sobre la competencia, la calidad del servicio, la estrategia de comunicación, la satisfacción del cliente. Todo lo que ofrecen son nuevos trabajitos mal pagados que están reemplazando el trabajo de antaño, que era duro pero compartido. Desde que las fábricas cerraron los trabajadores son “confeti, pienso para las compañías”: es la hora del individualismo, de la temporalidad, de los que están aislados… Eso sí, en Europa mejor no nos quejemos porque nos ponen aire acondicionado para atemperar los cambios de humor (no en UK, que seguimos con ventiladores). Nos anestesian con la promesa de unas vacaciones, con la idea de comprar el último electrodoméstico (hoy yo diría teléfono) y así intentar que los días en el curro sean soportables. Un personaje anota sus observaciones de compañeros veteranos que “habían desarrollado toda suerte de trucos para conquistar este tiempo uniforme que empezaba cuando salías de la cama y que se extendía para siempre hasta que te jubilas”. El tiempo había dejado de pertenecerle, “mentes de otros hacían las reglas para su cuerpo. Me había convertido en una herramienta, en una cosa: estaba trabajando”. Al final, ante tanta desolación, el ejército era un lugar donde uno podía ir a esconderse: allí todo lo que tenías que hacer era seguir las órdenes.

Es muy gracioso (ríes por no llorar) cuando al padre del prota le obligan a ponerse un uniforme en uno de sus trabajos como repartidor, y reflexiona: “en los viejos tiempos la gente no se tenía que poner disfraces para trabajar, quizás solamente las criadas y los porteros, pero hoy todos somos lacayos más o menos. La silicosis y las explosiones en la mina ya no son riesgos en el trabajo. En su lugar, hoy se muere por la humillación de las pequeñas demandas, la vigilancia continua”. Y los putos uniformes, que si tienes la mala suerte de que al jefe le parezca simpático que lleves a Mickie Mouse, te planteas si ofrecerte a llevar también una diadema con sus orejitas, tal vez te dará una promoción. Esto del disfraz laboral lo que visto también en una peli pero no la recuerdo.

Y con todo ese caldo de cultivo, igual que los hijos de los marroquíes llegan a la desafección y al odio, aquí entendemos qué fácil es incendiar a algunos obreros blancos, tal vez los menos sofisticados y con menos cultura política, hacia el racismo y la xenofobia. Mathieu lo describe muy bien: la extrema derecha da siempre soluciones simples a los problemas complejos. El personaje que nos pone como ejemplo hace este cálculo: “el problema eran los inmigrantes, simplemente tenéis que hacer las matemáticas: había 3 millones de inmigrantes y 3 millones de parados. Todos esos vagos del extranjero eran la mayor causa de los problemas”. Voilá. Y así estamos como estamos.



Por terminar con dos notas altas en lo que parece es solo rabia y dientes apretados, repetir que la novela es una coming-of-age, y la edad de sus personajes impregna la novela, y te devuelve a cosas tan intrínsecas a la adolescencia como la sensación de inmortalidad: iban en moto “muy rápido, sin casco, y en la oscuridad, incapaces de accidentes, insuficientemente mortales”. Hay una descripción de ir en moto muy chula: “cada día repetía las rutas que había elegido cuidadosamente por su geometría, por la rapidez de sensaciones que generaban, por las posibilidades del momentum que ofrecían las complicadas maniobras que le encantaba hacer”. Son un grupo de chavales que se meten de todo, todo el rato. Me ha chocado cómo estás con el chico que te gusta y aún así, tienes que beberte una botella de vodka para estar bien: “el problema fundamental de una vida sin alcohol era el tiempo, el aburrimiento, la lentitud y la gente”. Esta frase me impactó por todo el nihilismo que acarrea, y el final de la siguiente, cuando describe tan bien el efecto del cannabis: “caer más profundamente en ese estado de ligereza paranoica y placer exhausto, en el que incluso la pobreza tomaba una belleza singular”. La belleza singular de la pobreza. 



La segunda nota positiva son ellas, las mujeres, que a ratos se sienten “a la vez con menos certezas pero con más confianza”. Ya he hablado de Steph, que quiere salir de ahí, pero también está Vanessa, una chica un poco mayor que inicia a Anthony en el sexo [o sea, le ensenia todo eso que nos gusta de verdad a las chicas, no lo que dicen en las letra del reguetón], que luego él va a aplicar con éxito con Steph. Nota: hay bastante sexo adolescente en la novela, algo siempre dificil de contar, y en su favor diré que al menos no me quedé con la sensación de haber pasado verguenza ajena leyéndolo, que ya es mucho. Decía que Vanessa, que había sido bastante frívola hasta los 15 pero entonces empezó a estudiar duro, de repente horrorizada con el pensamiento de repetir el patrón de sus padres: llevar una vida cómoda y moderadamente feliz, siguiendo adelante sin triunfos ni fallos: era la vida que ella ya no quería. Claro que luego anota Mathieu, “no podía entender cuánta determinación y sacrificio se requiere para mantener una vida normal y media”. Y también está Coraline, la pareja de Hacine que rellena el vacío que tenía dentro con la maternidad, mientras que a él su hijo no le cambia nada, sólo aumenta “sus neurosis, su infelicidad, la ira que nunca le dejó. La vida seguía siendo insuficiente para él". O la misma madre de Anthony, que una vez mayor y sin las ataduras de marido e hijo se une a esa edad a la tropa de mujeres que vía divorcio o viudedad volvían a ser solteras y a hacer cosas (un saludo para las “señoras que van al cine”) y para las cuales “los hombres y los niños habían sido solo un episodio en sus vidas”. Qué fuerte esto: que a los 40 pienses que así van a ser el resto de tus días, y no. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida: en este caso y para este grupo de mujeres, para bien.

La novela tiene 420 páginas (en inglés, en castellano tendrás más) y al final se me hizo algo larga. Tal vez porque se me acabaron las piscinas y la terminé ya en casa, terminado el viaje. No podía evitar, al leerlo, pensar una y otra vez en la suerte que yo he tenido con mi vida: no solo la gente está sufriendo a tres horas de vuelo de aquí en guerras y genocidios, es que también hay mucha gente que sufre porque no puede llegar a fin de mes, porque no pueden pagar las facturas, porque no hay futuro ni para ellos ni para sus hijos. Solo leyendo, que es la manera más íntima desde la que puedes meterte en la piel de alguien, puedes entender que no son una panda de vagos culpables de su destino, ni unos ni otros, y tal vez llevado de la mano de Anthony y Hacine dejes de pensar que hay soluciones simples y rápidas para problemas complejos que vienen de atrás. Bravo Mathieu por poner aquí el foco, por hacer que no olvidemos a aquellos que la Biblia dijo un día que “no serán recordados”.



01 septiembre 2024

Kingston-upon-Thames, foto con Virginia (Woolf) y el Cadillac (solitario) en Richmond

 Hoy, por dar un descando al diario vietnamita, vuelve un clásico de ayer, hoy y etcétera: la aclamada sección "diarios de bicicleta". Todo porque hoy he hecho una ruta nueva hacia el barrio de Kingston-upon-Thames que me ha encantado. 

¿Por qué no la había hecho antes? El sur de Londinium está plagado de parques, casi todos con sus cuestas. Por ejemplo, el simpático parquecito llamado Wimbledon Park tiene una de sus calles laterales que ríete del Tourmalet (calle que, por cierto, tiene los algunos de los mayores casoplones que he visto en esta ciudad, y ya es decir-por si a alguien le interesa curiosear en google maps, se llama "Home Park Road"). Luego llegas a Wimbledon Common, que es como un trozo de campiña enmedio de la ciudad y luego Richmond Park, que lo mismo, pero aún más grande. Bueno, pues hoy siguiendo una ruta que me dijo Mónica he llegado a Kingston y lo he pasado en grande. He sido Reina de la Montaña un par de veces, me he perdido otra, pero en general muy divertido porque hay muchas bajadas gigantes, de las de gritar.

Al llegar, esta es una imagen icónica de Kingston [“Out of order” del artista David Mach, 1989]:

Una vez en ese barrio, mientras me tomaba un té helado (por cierto, el Pret termina su suscripción este mes: it's the end of the world as we know it) he llamado a un amigo -que fue mi jefe cuando estaba en training- "por si acaso estaba libre", y lo estaba. Me ha liado para ir a dar un paseo a Hamptom Court Park (otro monstruo de parque, donde está Hampton Court Palace, el de Henry VIII). Resulta que había una exhibición en el castillo de coches elegantes (por algo se llamaba "concourse of elegance", cliquen aquí), algunos en venta, que han traído de todo el mundo. Hemos estado hablando con unos que lo filmaban y han visto coches por los que pedían £1,2 millones de libras y otros que ponía "price on application" (o sea, tú dices y se negocia: en fin). 

Lo del fondo es el palacio: el lago es inmenso

David creía ver pájaros por todos los sitios:
que si garzas, que si pájaros carpinteros



Protegiéndonos del solazo

La inmensidad de este parque

Montón de ciervos (algunos blancos):
esto es una muestrita 

Después hemos comido un sandwich en su casa y me he vuelto por la ruta del río: el Thames Path de Kingston a Richmond que pasa por Twickenham (a los fans del rugby les sonará) está precioso. Había mucha gente en barcos, haciendo padel surf (una con el perro sobre la tabla!), y dos bañándose (pese a que he visto un desfibrilador con cartel que decía algo como peligro de parada cardiaca por la temperatura del agua!)


En Richmond he vuelto a ver la estatua de Virginia Woolf (quienes hayáis visto "Las horas" sabréis que vivió allí una época y fundó Hogarth Press) y aquí está intentando darme algún consejo de escritora...




Tal vez perdido del resto de los "concourses de elegancia" me he encontrado a este Cadillac (Solitario). Dudo que haya en la exposición ninguno tan chulo como este: no soy de coches, pero este me ha dejado boquiabierta... 






... y me he ido a por otro té helado, cómo no, cantando la canción que estás pensando....

Siempre quise ir a LA
cruzar el mar
en tu companía...