23 septiembre 2023

"El periodista deportivo" ("The sportswriter") de Richard Ford: Anota tu psique y llámalo novela

Leyendo en Formentera,
hace ya un siglo
Cuando en julio terminé "Rabbit, run" de John Updike, miré los libros apilados para próximas lecturas y decidí posponer a Richard Ford. La razón era evitar hilar seguidos dos escritores blancos americanos de clase media hablando de tipos "que se comportan mal" ("Men behaving badly" es una serie británica de los noventa que no he visto). Con la distancia, creo que fue buena idea. Como lo fue no seguir con la tetralogía de Rabbit en ese momento, o va a ser evitar la de Frank Bascombe -el prota de Ford- justo ahora. Hace ya hace un par de años leí dos trilogías más o menos del tirón (la de Arturo Barea y John Fante), y creo que es mejor respirar en medio. 

Richard Ford, otro señor encantado de haberse conocido
Antes de empezar con el libro -y este párrafo se lo pueden saltar los que solo quieran leer del libro-, escuché una de esas sesiones de Q&A con escritor organizadas por The Guardian en 2013. Allí Ford dijo que inicialmente no tenía intención de escribir todos esos libros de Bascombe, simplemente que había estado tomando notas para su siguiente novela y entonces se dio cuenta de que "tenían la voz de Frank" (me gusta). También dijo que, a sus 68 años no iba a escribir más porque "aunque se ríe mucho escribiendo, odia los seis meses de edición al final" y que si pudiera escribir una novela de 140 páginas (como hizo Updike con la final de Rabbit), lo haría pero "no tiene la capacidad de escribir sucintamente" (mal de muchos...).

Sobre escribir en presente afirmó que "escribir en presente es maleable, siempre puedes volver al pasado, pero tiene esa calidad de esto-está-pasando-justo-ahora" (me gusta me gusta) y luego citó a Wittgenstein ("El que vive en el presente, vive en la eternidad"), diciendo que le movió mucho esa frase, "de esa manera que te mueven muchas cosas que no acabas de entender". Y la audiencia rió. 

Yo también me reí con esto, con su tono auto-mordaz e irónico, diez años después, pero no sé qué conclusiones sacar de Ford tras esa sesión. Hablaba un tipo gracioso pero "full of himself" como dicen por aquí, encantado de haberse conocido, sin molestarse en disimularlo. [Esto me recuerda a mis últimas lecturas de entrevistas de la "Paris review" en las que tres señoros literarios de bandera me han caído mal -cada uno por distintas razones: Hemingway, Ted Hughes y Norman Mailer. Madre, qué panda]. 

Pero volviendo a Ford, sus poses de divo no solo ocurrieron en esta sesión: parece que como no le gustó la review de Colson Whitehead (otra laguna mía) de nosequé libro suyo, fue hasta él en medio de un sarao, y le escupió. Whitehead habíá escrito que "todas las historias iban de adulterio: o en los últimos días o en lo que viene detrás de un affair. Los personajes son todos indistinguibles (...) Si yo fuera epidemiólogo, diría que una especie de epidemia espiritual ha empezado a afligir a los profesionales de clase media-alta". No es el primero que se toma las críticas un poco a pecho (hablando de Mailer... el puñetazo que le metió a Gore Vidal), y yo le entiendo: debe ser muy difícil esa digestión, porque lo que escribes es "tu baby" -para quien escribe, es mucho peor que caer mal. Pero claro, estas salidas te dejan en ridículo, y dan pie a que te contesten brillantemente, como hizo Vidal: "Una vez más, a Mailer le fallaron las palabras".

Desmontando a Frank
"The sportswriter" ("El periodista deportivo") -que me parece un mal título- fue publicada en 1986, veinte años después que el primero de la saga de Updike y su protagonista, Frank Bascombe, es infinitamente más agradable que Rabbit. Hay algo de progreso con respecto a su actitud con las mujeres, pero solo algo, tampoco enloquezcamos -cómo olvidar las múltiples alusiones a las "putas de cien dólares" durante la novela.  Bascombe narra en primera persona y en presente, tiene 38 años, dos hijos -tenía tres pero Ralph murió por enfermedad- y se acaba de divorciar. 

La razón de su divorcio no es el adulterio, pero al igual que en el libro que criticaba Whitehead, Frank se pone las botas: tiene sexo con 18 mujeres en los dos años antes de su divorcio. También se compra una Harley, para ya hacer "tick" en todas las casillas de la crisis de la middle-age y se va de profesor asociado a una universidad lejos de casa, donde se lía con Selma, con la que tiene una relación honesta, física ("sabíamos perfectamente lo que hacíamos y en lo que se basaba lo nuestro. Nada de amor falso, o sentimentalidad, o interés fingido. No pathos. Solo anticipación" ) e intelectualmente. Con ella tiene las conversaciones más apasionantes de toda su vida "principalmente porque eran robadas". Con ella no hubo "ningún corazón roto, ningún arrepentimiento". Easy-peasy.

Frank quiere a su mujer (incluso después de divorciado, a veces la ve por la calle y se encuentra "maravillado... cómo pude alguna vez quererla y dejarla ir?"), pero se engania, es ella la que le deja. No por todo lo anterior, sino porque descubre que él había mantenido una relación epistolar casta, pero intensa, con una mujer de la que dice "te puedes sentir de repente atraído por una mujer que no te parezca atractiva". Esta mujer le empieza a escribir cartas contándole cosas mundanas de sus hijos, su exceso de peso, sus enfermedades, sus planes, le comentaba alguna historia de él que había leído en el periódico... cosas así. A él le gustaba saber que había alguien en el mundo "pensando en él, y no mal", pero parece que su mujer no estuvo de acuerdo.  

En la novela no pasa casi nada: es, sin embargo, una exploración del yo-interno de Frank: "Desmontando a Frank", habría titulado la peli Woody Allen. Se está ajustando a su nueva vida sin su familia, sale con una enfermera -Vicky- mucho más joven que él y visita a una pitonisa -para que nos vayamos haciendo la idea de por dónde anda su cabeza. Además, frecuenta un grupo de apoyo de hombres divorciados con los que se va de vez en cuando a pescar, y de ahí sale alguna subtrama que no me interesa particularmente. No hay un Tyler Durden que dé color liderando a ese grupo de hombres desnortados. 

El misterio
Desde el principio, Frank me gana por sus reflexiones de la vida. En particular, me encantan las del "misterio":

"El misterio es la [atractiva] condición que una cosa (un objeto, una acción, una persona) posee por la que sabes un poco de ella pero no todo. Es la promesa de cosas desconocidas (efectos, sospechas) que debes ser lo suficientemente listo como para no explorar en profundidad, por miedo a que termines en el callejón sin salida de los hechos". 

Y cuando está de profesor en una universidad seis meses, aplica el misterio a los "tipos humanos" de allá:

"Ese lugar estaba lleno de la típica gente anti-misterio hasta los tuétanos -tanto hombres como mujeres-, todos expertos en explicar y razonar y diseccionar, de esta manera promoviendo la permanencia. A mí me llevaba al peor tipo de desesperación y no podía soportar sus caras de profesores sonrientes, esperanzadas. Los profesores son timadores de la peor ralea porque lo que quieren de la vida es la eterna juventud existencial. Les lleva a terrible engaños y alejamientos de la verdad. Y la literatura, como dura, es su ticket. (...) Explicando es como todos nos metemos en líos. (...) Algunas cosas no pueden ser explicadas. Simplemente son. Y después de un tiempo desaparecen, generalmente para siempre, o se vuelven a hacer interesantes de otra manera."
Me encantan estos divagues de Frank porque me causan tanto conflicto: soy una de esas insufribles "anti-misterio", siempre diseccionando, analizando, desmontando, pero a la vez no puedo estar más de acuerdo con su primer párrafo, supongo que desde que se lo leyera a Oscar Wilde: "Knowledge would be fatal. It is the uncertainty that charms one. A mist makes things wonderful" o “the suspense is terrible, I hope it will last”. Bascombe opina que hasta el mayor asesino de todo misterio, la vida de casados, "requiere de misterio compartido, incluso cuando todos los hechos/datos son conocidos".

Por ello,  le preocupa que su mujer esté educando a sus hijos como pequeños "factualistas" porque no les lleva a misa. No le preocupa que crezcan con Dios, aunque él no crea, sino que terminen como "acumuladores de información sin ningún tipo de reverencia o interés especulativo por lo desconocido". Qué hay más aburrido que un “acumulador de información” que no sabe relacionarla, contrastarla, crear? Esto triunfa en ciertos concursos televisivos que aún pasan por lo menos malo en antena, pero memorizar listados sin contextualizar ni hacer crítica lo veo vacuo.  También habla de los "literalistas", gente sin subtexto de ningún orden. 

Metaliteratura (mi debilidad)
Frank deja la escritura como novelista para convertirse en escritor de crónicas deportivas. Se hace preguntas de por qué lo dejó (entre ellas: "Hay algunas personas que solo tienen un libro en ellas. Hay cosas peores"), pero también reflexiona que a los 29 años "había perdido el sentido de la anticipación -que es el dolor dulce de saber qué pasa después, algo obligado para todo escritor. Y perdí el interés por saber qué escribiría después, la siguiente frase, el siguiente día".

Esta parte es interesantísima, no solo para los que nos gusta escribir, sino para cualquiera que haya tenido un sueño y ha bajado el listón por razones prácticas, porque no se lo puede permitir, porque le falla la salud (física, pero también mental), y suma y sigue. La literatura también tiene un lugar para estos “fracasados” y de hecho son los personajes que más quiere el lector -son, al cabo, humanos. Quién quiere leer sobre un triunfador? Frank Bascombe es esa persona.

Festival de la descripción
Tengo el libro muy subrayado y con un montón de "des" en medio de un círculo en los márgenes - mi manera de resaltar sus descripciones, que son magníficas. ¿Ejemplos?  Describe su vida "como una postal con escenas que cambian en un lado, pero sin ningún mensaje particular o memorable en el otro lado", nos hace ver un cuarto de escritor, nos fotografía a los sureños. 

Describe su desrealización cuando le dicen que su hijo está muerto ("la habitación se convirtió en la foto de una habitación"). Tal vez patina con el retrato del negro al que alquila una habitación (con lo que imagina es su "largo pene aborigen"-otra frase que me hizo reír pero que no ha envejecido bien), pero clava al hermano de su novia, un idiota que terminará en el ejército. 

Nos cuenta lo que piensa de los snobs, porque Frank odia el club de su ex-suegro, y en concreto el "aire de privilegio y los ruidos nerviosos de la exclusividad del medio-oeste". Su mujer había crecido en ese ambiente pero la disculpa diciendo que eso no significaba nada si uno tiene "suficiente carácter para manejarlo, y ella lo tiene". 

Describe a tipos que todos conocemos: parecen jóvenes, pero que aún así se las arreglan para actuar como si tuvieran 65. Tipos "arrogantemente aburridos, pero supremamente satisfechos y acostumbrados a las vistas desde su torre".

Retrato al óleo de esa chica que le entra hacia el final de la novela -flasheada por su status de “publicado”- con la que piensa que tiene “mucho que compartir, olvidémonos del detalle que la doblo en edad”.Una Melissa o una Kate, que puede ser conciliadora y retante a la vez”, que se mueve el pelo (rubio) de un lado a otro  mientras sonríe y con su ropa de estilo Ivy deja claro todo el privilegio de su familia. Nos sorprende eso sí con un momento de mínima introspección:  "soy demasiado viejo para ella, y ella es demasiado lista para mí" -a esto me refiero con lo de que ha habido cierta progresión desde Rabbit: en 1986 los tipos mínimamente inteligentes se daban cuenta de lo que había. He dicho mínimamente inteligentes: en 2023 aún hay algunos que no se enteran de nada. 

Hacer anotaciones de tu psique y llamarla novela
Cuando le preguntan a Ford si Bascombe es su alter ego en ese Q&A, contesta que él "nunca se ha divorciado y no tiene hijos". Todos sabemos que esto no es una respuesta, pero como todos los escritores, debe estar aburrido de la pregunta. Es esa manera de ver la vida de Bascombe que en muchos aspectos nos ha enganchado, la tuya, Richard? Eres tú la descripción de Selma, su amante y conversadora del campus: "tenía un lado reflexivo, complicadamente vulnerable, de gran corazón que hacía de su carácter algo intelectualmente exótico y genial". Yo no lo sé, solo que es imposible, como lector@, no enamorarse de él.

Es curioso cómo siempre se sospecha que un narrador en primera persona es el autor. Hoy, en una librería, mirando la última novela de Geoff Dyer me he encontrado con esta cita de Shirley Hazzard, la escritora australiana: “I think there is a tendency to write jottings about one’s own psyche, and call it a novel. My book, though…”

Y aspirar al fracaso bien hecho
"El mundo es un lugar menos dramático de lo que los escritores suponemos", dice Frank , aunque a medida que cumplo años pienso más frecuentemente lo opuesto, que la realidad supera la ficción. Pero sí, es Frank dramático cuando reflexiona que “la muerte de otros nos recuerda nuestra responsabilidad a aspirar a un mundo algo más grande que el nuestro”. Yo espero que no se refiera a la Harley, pero me planteo que los libros tienen también esa responsabilidad de hacernos volar,  separarnos del "factualismo",  acercarnos al misterio y así hacernos entender que hay más vida ahí esperándonos, aunque sea como fracasados [inserte aquí su sueño] como este Frank Bascombe, el vecino de abajo, que podríamos ser casi tod@s. 

He comenzado un libro escrito por una mujer en 1979, feminista, sensual y oscuro. Tal vez después estaré lista para mi siguiente Bascombe. 


19 septiembre 2023

Por qué la huelga de médic@s (júniors y séniors) en la Seguridad Social británica

El salario real de los médicos ha caído 
más de 1/3 en los últimos 14 anios

 El gobierno tory de Rishi Sunak lo está intentando todo, pero con lo de que los médicos "tienen la culpa por sus huelgas" de las largas listas de esperas en el NHS (National Health Service), la Seguridad Social británica, ya se nota que ha perdido los papeles. 

Estas huelgas, que comenzaron en primavera con los residentes (júnior doctors) entre otras cosas porque se les paga £14 la hora (sí, pásenlo a euros, da igual), se han extendido este verano a los adjuntos (consultants) en lo que el gobierno ha querido vender como una disputa únicamente por subidas salariales. En los últimos 15 años, se ha visto caer el salario de los médicos del NHS en términos reales más de un tercio. El gobierno hizo una oferta de una subida del 6% y ha rechazado entrar en más conversaciones. El mayor sindicato médico (BMA-British Medical Association) ha dejado claro que, tras 15 años de sueldos congelados o subidas mínimas, esto no va a ser aceptado. 

Ajustad nuestro salario
Retengamos a nuestros médicos
Protejamos a la Segurida Social

Las consecuencias de esto las estamos viendo día a día: la gente está dejando el NHS para irse a practicar a otros países (Australia por ejemplo), o bien se están cambiando a la medicina privada. Los servivios están funcionando con alto niveles de riesgo porque no tienen presupuesto suficiente. Las listas de espera ya eran enormes antes de que empezaran las huelgas.

Los adjuntos están de huelga para que haya cambios
 que eviten una pérdida de profesionales 
en la sanidad pública 

Los que no van a la huelga, alegan que lo hacen "por los pacientes" (por favor, música de violines de fondo). Según tengo entendido, estos mismos no tienen problema para no ir a trabajar en las "Bank Holidays" (festivos): nadie dice "no, este lunes lo trabajo, que si no, pobres pacientes". La realidad es que la gente que están sufriendo con su salario el estar de huelga son los que están poniendo presión en el gobierno para que mejoren los servicios y así lograr atraer y retener al personal (y la situación es dramática, además, por la cantidad de médicos que se fueron por el Brexit). Todo esto, por los pacientes. 



Y que conste que me doy cuenta de que el presupuesto de un sistema de sanidad -tanto público como privado- es cada vez más difícil de mantener, porque cada vez vivimos más. Los casos complejos son carísimos y la privada se desentiende "eligiendo" (fenomenal operar hernias de rutina en pacientes con solo eso, pero dejar los que tienen comorbilidades y otros riesgos a la pública). La sanidad nunca va a poder funcionar como una empresa. 

Así que lo que nos vamos a tener que ir haciendo a la idea todos -y hace tiempo que quiero escribir ese divague- en que la única manera va a ser la prevención. Aumentar la información para que la gente entienda, igual que se entendió que el fumar causa cáncer, que la comida ultraprocesada lo causa también y que la polución ambiental en ciudades causa miles de horas de baja laboral y muertes prematuras. Y suma y sigue.

Esto requiere un esfuerzo por parte de todos nosotros, a nadie nos gusta que nos quiten parcelas de libertad por el bien común. Esto se ha visto muy claramente en Londinium, donde Labour perdió su MP (miembro de parlamento) por la expanción de la ULEZ (Ultra Low Emission Zone), por la que coches muy contaminantes no puedan entrar en esa zona de la ciudad. Sadiq Khan, nuestro alcalde, es en esto un visionario: sigue para adelante. Así es como se necesitan los políticos: que sepan tomar medidas inicialmente impopulares pero informados por la evidencia científica (en este caso, los enfermos y muertos), no las cifras económicas. También se hundía el mundo y era el fin de la hostelería cuando se prohibió fumar en locales cerrados en Ejpain y ahora nadie ni lo imaginamos. Aquí, el siguiente paso son las comidas ultraprocesadas, una emergencia de salud pública aún mucho más preocupante en UK que en la península. De nuevo, hay muchos intereses con la industria alimentaria -como lo había con las tabaqueras- y de nuevo, vamos a necesitar políticos que simplemente, lo hagan. 

Y la sanidad pública entonces podrá dedicarse a todos esas enfermedades que, tristemente, hasta la persona de más sana puede desarrollar. Seguiremos estando muy ocupados. Mientras tanto: ánimo compañeros, juntos por una buena causa.  


PS. Y aquí una intensivista lo cuenta mucho mejor que yo. 

05 septiembre 2023

Encerrona a Mini con "2001: Una odisea en el espacio"

 Estoy de vuelta de otro de mis extraños (di)vagabundeos estivales, cargada de observaciones (en su mayoría, poco saludables), cansancio (objetivo vacacional No 1) y confusión (ante el futuro: lean para atrás -si pueden- que algo he ido anticipando en otros divagues de este verano apocalíptico y nada integrado, en el que he visto de frente a la mccarthiana "The Road", real y metafórica). 

-"Qué tal?"- tendrá aún alguien el cuajo de preguntar. 
-"Bien, o te cuento?" 

Pero no nos precipitemos: como Annie Ernaux, tengo que escribirlo todo para enterarme de lo que me han parecido estas dos semanas. Llegar a conclusiones. Tomar decisiones. Y debería hacerlo cuanto antes, pero me autopersuado de empezar con un haiku toma-de-contacto. Y qué mejor con lo del sábado tarde-noche, que mezcla costumbrismo (hola, Fashion) con sesudo análisis cinematográfico, ciencia-folk, perplejidad y constatación de mi continuo fracaso con esto de la crianza. 

Mini admite que la fotografía "está bien"
Por ir al grano, lo del sábado fue una encerrona para la pobre Mini, que de pobre no tiene nada. 
Recordemos que, cuando nos llevó a su amona y a mí a ver "Barbie" de Greta Gerwig el pasado mes de julio, no pilló la referencia inicial a la sección "The dawn of man" (esa: la de los monos) de "2001. Una odisea en el espacio" (no debía estar en su algoritmo de Tiktok). Y, oh destino, este finde observo que la proyectan en algunos cines. Este detalle es importante porque "2001" es una de esas pelis que hay que ver en sala de cine, fundamental para los amaneceres de los monos y los cielos estrellados de la galaxia la pantalla gigante. Pero además, hoy en día es vital porque los niveles de atención de la población ya no son lo que eran: seguro que en tu salón, cuando los monos llevan ya quince minutos saltando, te surge algo. Otra cosa éramos (entónese) "los jóvenes del pasado": yo vi "2001" en una pantalla de televisión cuando tenía 18 con un grupo de amigos "intelectuales" que me había echado aquel verano en un campo de recolección de fresas
El monolito nos dio para mucho
en Inglaterra. Nos reunimos en casa de una de las chicas justo antes de que se fuera a Salamanca a estudiar Filosofía Pura (como he dicho, eran lo que Mini llamaría hoy "neeks": mezlca de nerds y geeks) y nos vimos la peli sin interrupción (ni sexo ni drogas, qué panda) y luego hubo, claro, cine forum, sobre qué representaba el monolito (entiéndanme: uno era además Joven Cristiano Comprometido). Podría ocurrir esto hoy en día con varios adolescentes y una pantalla de tubo "Black Trinitron"? Creo que mis exasperaciones con la crianza vienen de esta falta de comprensión (de hecho, de rechazo a querer comprender) que esta generación de críos no sea más "como nosotros" (pero adelante con el sexo y las drogas). Sí, lo sé, esto se puede desmontar en un párrafo, pero necesitaba una pequenia pataleta.

Volviendo al presente, mis otros esfuerzos de persuasión -aparte de la importancia de los clásicos, que luego la vida está llena de referencias, homenajes, loquesea- con Mini pasan por el director. A principios de agosto vimos juntas (y ahí me contagió el covid, pero esa es otra historia que pertenece al "bien, o te cuento?", para otro día) otra peli de Kubrick que le encantó. Sé que es un truco vil y que no significa nada, porque a todo adolescente que se precie le gusta el terror y la peli no era otra que "El resplandor". Pero con Mini no me siento culpable de nada: todo vale. 

- "Mini, 2001 también es de Kubrick y también da miedo: va de un ordenador asesino!" 

- "No me interesa un ordenador asesino" -sin levantar la vista de su pantalla, lacónica. Breve silencio y sale la fenicia- "pero vale, si me compráis palomitas"

Acaso pensaba que por ir esto en contra de mis principios -en varios dominios- se iba a librar? Pase doble de palomitas! Todos tenemos nuestro precio. 

El cine está en Fulham, el que fue el "Forum Theatre", fundado en 1930. Ha sido recientemente restaurado y si no fuera por mi vocación de brevedad hoy, metería aquí su buen párrafo de estilo etc. En su lugar, unas fotos. 




La peli -y no solo por fastidiar a Mini-, a mí me gusta ("of course you do!, espeta). Cuando abre la primera escena con el famosísimo "Así habló Zaratustra" de Richard Strauss, me parece ver al tipo de la filarmónica de dondesea que toca los timbales (pom-pom-pom-pom-pom). Esta pieza siempre está ahí cuando las orquestas interpretan bandas sonoras - junto con Tiburón, Indiana Jones, Star Wars. Las escenas de las naves espaciales bailando "El danubio azul" del otro Strauss (Johann) son maravillosas (sigue el vals tras los créditos, con la pantalla negra un buen rato y quedamos un pequenio grupo al que nos cuesta abandonar la sala. Nota: he tenido pegado "El Danubio azul" todos estos días, como a quien se le pega la canción del verano - aún existe esto?). Luego algunas piezas "modernistas" de Ligeti que en la peli, vale, pero me descubro ante la paciencia de los que van a escuchar eso versión concierto, armados de paracetamol, imagino.



Hacia el final de los monos Mini me pregunta "cuánto falta para la parte espacial". Esto me fastidia porque no hay que hablar, estamos aquí "por la experiencia". A la salida me reconocerá que le ha "gustado la fotografía" pero en general "es un aburrimiento".  De hecho, no es la única, un par de grupos de asistentes se han ido yendo durante la proyección (han corrido agachaditos hacia los pasillos). Pero al igual que a mí (e imagino que a la mayoría), a Mini le roba el corazón Hal con sus veleidades tan humanas: tiene su punto de arrogancia, los ordenadores de la Serie 9000 nunca hemos fallado. Y todo con esa voz. Cuando canta "Daisy", como un disco rallado: enternecedor. 

Es facilón esto, pero mientras la veo me doy cuenta de cuánto le deben todas las pelis del espacio que he visto durante los anios. George Clooney cuando se suelta en "Gravity". Ridley Scott también usando música en "The Martian" (otro tipo, que le da un tono radicalmente distinto al de Kubrick). Y no será casual que el hijo del creador de "Space Oddity" y "Starman" dirigiera "Moon"Ground control to Major Tom. "Interstellar", de la que solo recuerdo una tormenta y la aventura en casa al llegar. "Arrival" o la semiótica. "Ad astra" que dicen que es "El corazón de las tinieblas". De todas estas también enganié a Mini a ver "The martian" y le encantó: es que es imposible no salir bailando. 

E inspira...
(gran uso del silencio y el ruido)
Las pelis del espacio siempre tienen mucho de filosóficas, de existenciales. En el caso de "2001", Kubrick quiso hacer una peli "no verbal", para que la gente se perdiera en sus propios pensamientos con el combo citado: música e imágenes. Y aniado: silencios y otros sonidos. Me encanta cuando uno de los astronautas sale al espacio a reparar algo y en sus planos frontales se oye, muy intensa, su respiración, y de repente, cambia la imagen al espacio y SILENCIO ABSOLUTO. Ni siquiera Mini se atreve a tocar una palomita. La respiración me agobia, me encuentro a mí misma siguiendo su mismo ritmo, es claustrofóbica, muy ansiogénica: Kubrick, chapeau. 

Gran estilismo

No puedo sacarme de la cabeza que esta peli se rodó en 1968. Más de 50 anios: es brutal. Y de nuevo, otro tema manido, pero cómo ha servido de predicción del futuro. Las llamadas por video. Los problemas éticos con la Inteligencia Artificial, que sienten, que nos sobrepasan, que nos hacen irrelevantes. La así-llamada civilización comienza con el descubrimiento de una quijada como arma. Tantas cosas. Es tan antigua que en un punto ponen la "INTERMISSION" (el intermedio, algo que desde Grimsby en 1997 que no vivía en un cine: allí lo hacían para que saliéramos a comprar helado), que me va genial para ir al banio, pero al volver, según mis compas "me he perdido lo mejor" (siempre igual), porque Hal ya está manos a la obra desconectado a los hibernantes. 

Estilismo 2

Casualmente (las casualidades no existen, que decía Sábato), un día antes había caído en un programa sobre "Astropolítica". Sí, esto existe. Tim Marshall (famoso por sus libros de geopolítica, e.g. "
Prisioneros de la geografía. Todo lo que hay que saber de política mundial a partir de diez mapas") ha publicado ahora "El futuro de la geografía" en el que explica cómo la competición por recursos en el espacio cambiará nuestro mundo. En el pasado, el querer ser el primero en colocar la banderita en la luna tenía una motivación política: los de mi terrunio somos los mejores (bostezo). Hoy en día, es la economía, idiota: hay mucha pasta envuelta, por ejemplo con la extracción de minerales, y dentro de poco habrá competición de "espacio" (doble sentido) para los cada vez más satélites, tan vitales para todo -desde estudiar el cambio climático, ver dónde cultivar, monitorizar asteorides, experimentos médicos. Y aún no hay leyes: cuánto trozo de cielo pertenece a cada país? Marshall opina que no está lejano el día en el que los satélites necesitarán de protección militar, porque pueden ser un objetivo perfecto para afectar a las vidas de millones de personas que dependemos de ellos. Estamos (aluciné con esto) muy cerca de poner "campos de placas solares" en el espacio que supondrán proyectar energía continua  24/7 a la tierra, terminando con el problema de acumulación de la energía en baterías. Artemis (poner un hombre y una mujer en la luna) está aquí, base lunar en 2030 y esto como plataforma para pasar a Marte en 2040. En otro programa, esta vez entrevistando al Físico Teórico Avi Loeb, me entero de que se ha encontrado tecnología ahí afuera no-humana, o sea, alienígena. Guau.

Militares apuntando a satélites:
volvemos a la quijada de los monos


Salimos del cine y nos subimos en un bus de vuelta a casa. Hacía tiempo que no viajaba en transporte público un finde por la noche, pero sigue igual: pestanias postizas, minifaldas imposibles, coronitas, gente riendo y hablando muy alto. Mini los mira pensando que está a las puertas de todo eso; yo me enganio a mí misma pensando que, con el disfraz adecuado, podría ser de nuevo parte de la millieu festiva, aunque supere en veinte anios la media de edad.  Mini sigue pensando que la peli es aburrida, pero le gusta el final -justo lo que menos me llama a mí-: la parte en la que el prota está en una extrania habitación de época (tal vez la habitación menos acogedora de la historia) y va pasando por distintas etapas vitales, incluido el famoso feto con la tierra de fondo. Igual que el tiempo con los valses y las naves voló, les digo, el trozo de las luces de colores del final se me hace largo. Les pregunto qué creen que representa el monolito pero puedo ver que no es un tema que engancha: aquello que nos dió para largas conversaciones hace 30 anios  (es la religiosidad, es la posibilidad de vida extreterrestre, es una pedrada de Kubrick?), hoy ha pasado a segundo plano. 

Cruzamos por el Battersea Bridge, el puente al lado del Albert Bridge, con sus lucecitas como estrellas de la Vía Láctea. Quién me iba a decir, en la casa de esa pre-filósofa en Vetusta en 1989 que en 2023 iba a intentar un nuevo cine-forum sobre "2001" con una chica de quince y su padre, en un bus nocturno lleno de borrachos sobre el Támesis. Mi viaje hasta aquí, otra pequenia odisea en otro espacio. 



01 septiembre 2023

En barco, en elefante, en tren...

 Viernes, 1 de Septiembre de 2023: Formentera, Ibiza, Londinium
Si el título de este divague te trae esa canción, you are fucked - pero ven, ven, lo pasaremos bien. A mí me sirve para terminar esta breve serie de no-viaje (en la que he constatado que "we are not getting any younger", como dicen los ingleses), aunque debo dar todo el crédito a Mini, que es la que me llamó la atención sobre la gran variedad de medios de transporte que habíamos usado hoy (el día de la vuelta, quiero decir). La respuesta, depués de la publicidad. 

Un nuevo amanecer (qué somos, una secta?) en Es Caló. Como no puedo decidir qué foto poner, ahí van todas:





Esta es hacia el otro lado, desde la terraza de arriba, de la que no he hablado, porque solo la usaba de noche para ver las estrellas tirada en la hamaca y dar envidia por teléfono al fémur varado en la Pérfida Albión.


Nos da mucha pena despedirnos de Roc que duerme disimulando ser un santito. El Kuniado Universal nos lleva a La Savina, de donde zarpa el ferry que cruza a Ibiza. Le damos muchos besos y abrazos y  gracias por unos días geniales (sin ellos, debido al Estíus Horribilis nos habríamos quedado totalmente sin vacaciones). Subimos al ferry no sin cierto reparo (ahí están haciéndose las inocentes las bolsas "contra viento y mareos", en sus repisas). Hay muy poca gente y estamos arriba: media hora y todo bien.

Lo de abajo es Ibiza desde el ferry. Sugiero ir a dar una vuelta pero con las maletas sería latoso y no hay tiempo para consignas. Allí veo carteles para las discotecas, que cuestan entre 30-75 euros, "depende del artista o de la fiesta". Esto me recuerda a unos que conocimos aquel verano de los 20 que habían estado en "la fiesta de la espuma" y que "tuvieron que tirar los cinturones de cuero después". Qué misterio lo que decide almacenar nuestra memoria. 


Y siguiendo con la memoria, veo el cartel que anuncia aquella disco del pasado llamada "Amnesia", que aún existe. [Nota: qué gran nombre para una disco, no? Me recuerda a un bar cerca de casa que se llamaba "Oblivion", que significa "olvido" y me encanta como suena]. Total que claramente, no tengo amnesia sobre mi noche en "Amnesia": cómo olvidarla. "En aquella época" este sitio abría... a las 6 am. La wiki me lo confirma, aunque ahora ya parece que se les ha ido esa tontería. Entonces, Pachá cerraba a las 5 am, Ku a las 6 (aquí no conseguimos entrada, era la más solicitada) y entonces abría "Amnesia", que cerraba creo a mediodía. Se puede imaginar cualquiera la fauna de las 7 am en este antro: dantesca, gente que siempre he pensado no existe de día. Pero como solo se tiene la tontuna de los 20 una vez, fuimos como quien se levanta para ir "al tajo" a "Amnesia". Lo peor fue que como nos caíamos de suenio en las terrazas del puerto y se veía que la noche ahí no se extendería hasta las 6, nos fuimos a dormir. Claro, hubo que poner la alarma: cada vez que lo recuerdo me doy tortazos y pienso que no podré echar en cara a Mini ninguna bobada con esto en mi currículum.

Al llegar, obviamente, allí solo había raros y no música: solo ruido. Y esto no significaría nada si lo escribiera la Di de ahora, pero es Catalina y sus amigas las que lo encontraron imposible: tambores, pitidos ("ahí se inventó el "Balearic Beat" dice la wiki"), todo con luces intermitentes blancas de esas que aconsejan a los epilépticos evitar. Claramente to-do el mundo estaba drogago, era una condición indispensable para soportar esa jarana, y nosotras ni siquiera estábamos borrachas, porque recordemos que veníamos de la cama, con los dientes recién cepillados. Con el tiempo aprendí que los que van a este tipo de eventos toman anfetaminas porque les ayudan a enfocarse por ejemplo en el tambor, tom-tom-tom, porque con la mente que venimos en serie, eso no tiene ningún sentido. 

Lo que recuerdo con más claridad de la noche es cuando enmedio de la pista apareció él: el holandés -en realidad Brad justo tras el rodaje de "Thelma & Louise" (recordemos, era el verano de 1991). Carlota y Alejandra me miraron y no podíamos dar crédito: bailaba -también completamente en su planeta lisérgico- con una cazadora vaquera y nada por debajo. No voy a decir que por esa imagen valió la pena el madrugón, porque eso ni entonces ni ahora, ni hasta arriba de anfetas, pero qué guapo: es tal vez la imagen más nítida que tengo de mi semana en Ibiza. 



Aterrizando en la realidad, estamos en 2023 y estamos sobrevolando la isla hacia la otra isla, eso sí, in style, esta vez con British Airways, que aunque turista es lujo asiático para nosotras (nos dan unas mini-pretzels!), acostumbradas a las humillaciones constantes de las low-cost. Al llegar a Gatwick hay huelga de trenes, luego hemos de coger uno directo a London Victoria (vs. el que para en nuestro barrio). 

Allí Mini realiza un acto heroico: abre sus apuntes. Sí, se había llevado apuntes de química (chémica, como la llama ella en castellano) que no ha tocado en las dos semanas peninsulares, pero nunca es tarde: en esta última media hora tal vez lave su conciencia. Pero la razón de contar esto no es meterme con ella (que afortunadamente no lee esto, o no le habríá dado munición con lo de la alarma para "Amnesia"), sino la imagen de abajo. Con ella quiero llamar la atención no sobre los átomos o isótopos, sino sobre la hormiga que nos ha acompaniado desde el apartamento de Es Caló (no se ha hablado lo suficiente en esta serie sobre la invasión fórmica). Por supuesto, se viene con nosotras en el metro a casa.

Parte inferior izda,
 la hormiga que pedirá ciudadanía


Al llegar, Mini enumera todos los medios de transporte usados hoy: 
-Coche: Es Caló-Puerto de La Savina
-Ferry: Formentera-Ibiza
-Bus: Puerto de Ibiza-Aropuerto
-Avión: Ibiza-Gatwick
-Tren: Gatwick-Londinium Victoria
-Metro: Victoria-Nuestra estación de metro 
-Elefante(*): Nuestra estación de metro - Casa

(*) Lo de la comparsa esperándonos para ir a casa, con faquires comedores de llamas, gitanas zíngaras, gente con zancos y diversos animales exóticos, lo cuento otro día.