11 mayo 2023

"Spin off" de Serial, por Anna Petons (divagantes que no me merezco)

Anteayer terminé mi primera revisión de Serial -y las que quedan. Me ha costado casi nueve meses, un embarazo prematuro. Cuando le di a "Fin", a finales de Junio 2022 no sabía el dolor que me iba a causar -vale, no tanto como el susodicho embarazo- volver a releerlo. No imaginaba cuánto iba a odiarlo, sobre todo el principio, cuánto tendría que cambiar, siempre con el 10% de poda de Stephen King en la cabeza -no he tenido valor de cortar tanto-, cómo iba a sufrir con la maldita puntuación -sobre todo la de diálogo- y las malditas acotaciones. A final del verano escribí así muy alegremente que zarpaba este barco de la revisión (en verano no lo toqué, estaba con crónicas de viaje) y luego no le dediqué mi cuerpo y alma escritora, porque seguía con el blog. 

Mientras tanto, algunos incautos aceptaron leerlo y me han dado feedback. No se lo puedo agradecer lo suficiente porque pedir esto era mucho pedir. Como la mayor parte no me leen aquí, no sabrán que les guardo para siempre un super-espacio en mi corazón. Ahí están Santi Gascón (mi mentor literario, no le quedaba otra), Litros (el Joven pero Consagrado Autor Navarro), Butini (el caro precio que pagó por pasar unos días en casa el verano pasado), Pilar (ese momento cuando tu suegra pide clarificación sobre la escena de follaje en la Heath), Desi (mi colega de andaduras radiofónicas y la mejor voz de las ondas piratas de Vetusta), Sul (paciente editor de mi terrorífico spanglish: no se dice entusiástico sino entusiasta), Mónica (mi lovely friend, que busca en el blog para encontrar qué libro regalarme) y Matt (el pobre al que una IA ha traducido al inglés, sigue en ello).  Nota: tampoco quiero olvidar a los valientes dos o tres que lo leían en el blog, como Vi, Andandos, Fashion, Peda y l@s que quedaron en camino, a quienes entiendo perfectamente. 

Y luego está Anna (a la que en casa llamamos Anna Petons) que pertenece a los dos grupos: se enganchó al accidentado Serial "en tiempo real" y luego se lo leyó. Cuando quedé con ella en Barcelona el año pasado, me iba comentando cosas y yo alucinaba: los personajes que más le gustaban (Derek, ja, que a mí también -ya le dije que es uno de los que existió), lo que no quedaba plausible (un tío como Jack y va Mariona y pasa?), los títulos y cosas así. Anna tiene una corona de laureles que ríete la de Kate en la coronación.

Con Anna compartimos muchas cosas, y una es la pasión por viajar. Ella cada año hace un viaje con su hermana y a finales de abril fueron a... Serial!! Realmente a York, pero también recorrieron parte de los escenarios de Serial y me fue enviando fotos. Como en la oscuridad escribe (a ratos me manda sus docs de word, está en esa fase), la puse en un apuro: esos días tenía que escribirlos "para que no se le olvidaran". En realidad fue una encerrona porque una vez que me lo envió, lo siguiente fue pedirle que me dejara colgarlo aquí. Así que aquí está, y todas las fotos son suyas, aparte de las de dentro del hospital que las podéis ver todas aquí. Yo no conocía este asylum (aunque he conocido otros), pero no hay ninguno que, por dentro, describa tan bien lo que es Banderley. Casualidades (acaso estas existen?), Anna se alojó en un hotel al lado de este hospital que fue cerrado hace dos años, y se ha cerrado el círculo. Gracias Anna, por descubrirmelo!

No tengo ni idea lo que será de Serial ("dejarlo reposar" fue algo que me aconsejó Elena Rius por Navidades y tenía toda la razón: ahora le toca volver al congelador otros buenos meses) pero hasta ahora, aparte de pasármelo muy bien escribiéndolo, ha estado todo muy chulo por gente como la de arriba. Y por Anna. 

Muchas gracias darling por tu apoyo y por habernos escrito lo de abajo. Petons!!!

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Tienes que venir a verme. Tienes que venir a verme. Tienes que venir a verme. 

Esta es mi amiga, la incansable Mariona Calleja, la persona más pesada insistente de este planeta que un buen día se armó con un petate y un billete de ida y se largó (o se internó?) en un hospital psiquiátrico en mitad de la nada británica, allá por donde las Bronte y Bram Stoker hicieron de las suyas. Sí, he dicho Bram Stoker.

No es que Mariona estuviera loca, o no loca así, es que Mariona es médica y le dio por especializarse en psiquiatría. Y de entre todos los lugares en los que podría haber hecho su especialización, decidió ir a especializarse a Banderley, un hospital del que solo ver la foto ya me entraron ganas de salir corriendo.

¿Mariona, tú estás segura de esto? 

Tú no lo entiendes, tiene que ser aquí. 

Y lo decía con tanta convicción y con ese brillo de ilusión y anticipación en los ojos que al final terminó por convencerme que bueno, quizás sí, quizás tenía que ser allí.

Al principio me escribía mucho. Mariona es, además de psiquiatra, medio escritora y en sus cartas me desgranaba todos los detalles de su vida en aquel lugar: cómo fue su llegada, la sensación de soledad al principio, como era su casa, como era su jefe, como eran sus compañeros de casa, quienes sus amigos… Confieso que a veces sentía ciertos pellizcos de envidia por aquella experiencia de vida que se estaba marcando pero básicamente porque se había ligado un tipo mitad negro mitad asiático (mitad negro mitad asiático!) que la hacía ver visiones y le enviaba cintas con canciones. O sea.

Sin embargo, hacía ya un tiempo que la empecé a sentir extraña, como preocupada. Tanto es así que ni mencionaba a aquel tipo mitad negro mitad asiático que la hacía ver visiones y le enviaba cintas con canciones. Quería darme a entender que tenía mucho trabajo, que el volumen de cosas que tenía que estudia era inasumible… pero en su última carta, me soltó: ‘aquí pasa algo raro. No te lo puedo contar por carta. Tienes que venir a verme, tienes que venir a verme, tienes que venir a verme. Aquí no puedo hablar con nadie, todos miran para otro lado’. Joder Mariona, ya te vale.

Y yo, que soy de las que van, me pillé el primer vuelo y me planté en Manchester. El cómo llegaría a Banderley y daría con Mariona vendría después. De momento, aquí estaba. Mariona había conseguido que sintiera una curiosidad infinita por todo aquello y además, estaba preocupada por mi amiga. ¿Qué le pasaba a Mariona?

Una vez en Manchester lo más fácil para ir acercándome a Mariona era tomar un tren hasta York. Allí intentaría contactarla para avisarla que estaba allí. Igual en el hotel me dejaban enviar un mail, era un buen hotel así que seguro tendrían ese servicio. Otra cosa es que Mariona pudiera llegar a leerlo, caso de que pudiera o atinara a pasarse por la sala de ordenadores.

El tren de Manchester a York fue eterno. Era un Transpennine Express y el conductor se afanaba en recordárnoslo por megafonía cada cinco minutos. Tenía de Express lo que yo de lagarterana. Yo creo que si hubiera ido caminando, hubiera llegado antes. Me tocó un asiento de esos con mesita y a mi lado tenía una chica que no paraba de mirar el reloj y resoplar ‘oh, my god’ -pobre, qué tarde llegaba- y delante de mí un adolescente que se sentó, abrió su mochila y saco una caja en la que había unas bolas de algo comestible y un bote de tres litros de kétchup – muy useful cuando una se va de viaje, lleve siempre a mano un bote de ketchup y si es de tres litros mejor. Después, en otra estación de las trescientas en las que paró (express service, me parto) entró otro teenager que aún no había puesto el culo en el asiento ya se había dormido.

Después de dos hora y media llegamos a York. La estación era enorme y estaba cerca de mi hotel, al que llegué con un hambre atroz. El Churchill Hotel era precioso. Tenía que traer a Mariona si lograba encontrarla. Era una antigua Manor inglesa decorada con muy buen gusto y con un garden en el que me senté y me zampé un plato de fries y una pint de cerveza que me sentó como los ángeles. Pero tenía que solucionar lo del mail así que, una vez repuesta, me dirigí al amabilísimo recepcionista -también medio adolescente, ya sabía su madre que trabajaba ahí?- que deshaciéndose en sonrisas me acompañó a una sala y me señaló un ordenador: help yourself. 

Después de los correspondientes pitidos conseguí conectarme:

From: information@thechurchillhotelyork.com
Sent: Thursday, 27 th april de 1990 15:32
To: mcalleja@york.ac.uk
Subject: Sorpresa!

Hola, lóker.

Aunque bueno, no sé muy bien quién es ahora la lóker: agárrate fuerte: estoy en York. Te lo juro. Pero es que cómo te iba a dejar sola después de la última carta?? No sé muy bien como encontrarte así que espero que puedas leer este mail. Los del hotel fueron muy amables al dejarme usar su sala de ordenadores. También intenté localizar el teléfono de Banderley pero no ha habido forma. Así que apunta, este sábado voy a estar en Whitby. Quedamos en eso de los huesos de la ballena que dicen que hay? A las 12.00? No se me ocurre otro punto de encuentro que no signifique subir los quinientos mil escalones a la abadía esa. Luego me llevas tú si nos encontramos.

Estoy deseando verte y preocupada por ti a partes iguales así que más te vale aparecer.

Anna.

Ps. Si lees este mail contéstame: yo intentaré ir entrando para ver si tengo noticias tuyas. Please.

Ps2. Esto es lo que pasa cuando me dices más de tres veces que vaya. Que voy.

Misión cumplida. Ahora había que cruzar los dedos.

Subí a la habitación, me abrigué más – esta gente va a su bola, pase lo que pase en el resto del mundo, ellos tienen 7 grados y lluvia o amenaza de. Da lo mismo que estemos en abril como en diciembre- salí a la calle. A ver qué era eso de York. No había dado dos pasos cuando a mi izquierda se abrió un paisaje espectacular: un parque de un verde infinito que terminaba con un precioso edificio georgiano color ladrillo. Qué era aquello? Una escuela? Sería una boarding school como las de Torres de Malory? El recuerdo de aquellas novelas de mi infancia me hizo sonreír. Decidí seguir hacia la ciudad y dejar aquel parque y aquel edificio para otro momento. 

Crucé el arco de la muralla- que resulta que York tiene una preciosa city wall romana que la rodea por casi cuatro kilómetros! – y empecé a caminar por las callejuelas del old town y enseguida apareció ante mí la imponente Minster, una impresionante catedral gótica que parece encajada en el entramado de pequeñas callejuelas y que te saluda grandiosa y te deja sin aliento. Qué barbaridad. Si a eso añadimos el sonido de una flauta travesera por la que alguien soplaba ‘With or without you’ el resultado no podía ser más perfecto. Menuda preciosidad. Seguí caminado cada vez más maravillada por aquella ciudad. Las callecitas eran como de cuento pero sin parecer un decorado – cosa que pasa a veces en este tipo de ciudades, tipo Duvrovnik por ejemplp, que parecen un poco Port Aventura. Pero esta ciudad no. Esta ciudad, con sus tiendas, sus interminables pubs – fine ales and good food- es una ciudad de verdad, que palpita y vive a pesar de los turistas y los mirones como yo.

Eso sí, a las 7 de la tarde York era una ciudad fantasma. No había nadie por la calle, lo que me dejó con el privilegio de poder pasear por los Shambles prácticamente sola. Qué callejuela tan bonita, si dejamos a parte que tan idílico entorno había sido la parte trasera de las carnicerías en la edad media, de donde colgaban los cerdos y las vacas y corrían ríos de sangre en lo que hoy veíamos como una perfecta calle empedrada. Y lo que debía ser el olor. Oh, el olor.

Decía que crucé los Shambles y acabé en un fabuloso restaurante: Pairings. Decorado al más puro estilo ‘bistro’ tenía unos camareros amabilísimos y simpatiquísimos que me sugirieron para cenar jamón ibérico, cecina de León y queso manchego. Hombre no me jodas William, que soy española. Tráeme un pastel de carne de ese que tenéis que parece morcón o un yorkshire pudding! Al final me zampé un surtido de quesos ingleses excepcional (está bien, alguno francés se coló) paired (de ahí el nombre del restaurante) con un buen vino sudafricano (otra vez, el rioja lo dejamos) y un poco de chutney y quince. Qué delicioso.

Después de la cena, y seguramente por el efecto del vino, vi clarísimo que estaba donde debía a estar, que iba a ser facilísimo encontrarme con Mariona y que había tenido la mejor idea de mi vida con ese viaje incierto que me había sacado de la manga apenas una semana antes. 

Al día siguiente era viernes y hasta el sábado no iba a encontrarme con Mariona. Después de
desayunar volví a pedir a la recepcionista (ahora una chica, al de ayer su madre seguro que lo castigó) si me dejaba usar la sala de ordenadores para comprobar con frustración que no había ni una palabra de Mariona. Bueno, era temprano aún, eso no me iba a desanimar.

Me pasé el día pateando la ciudad, que cada vez me gustaba más y más. Me mudaría aquí con los ojos cerrados sin pensármelo ni una vez. Entré en la Minster (17 pounds entrar en la Minster! Estamos locos??) que si por fuera era espectacular por dentro directamente te dejaba sin habla. 205 años dice que tardaron en construirla. Madre mía. ¿Cómo debía ser aquello? ¿y el que dirigía aquella bestialidad? ¿cómo se lo ocurría? Tú ahora esculpe un dragón aquí, tú una rosa allí, tú aquí caras de santos y tú aquí caras de reyes. Y así doscientos años. Y los que se deberían morir aplastados por las piedras o precipitados desde las alturas mientras colocaban un arco? En fin. Si me dieran a escoger un deseo de esos imposibles, sin duda sería viajar en el tiempo para poder ver por un agujero todo aquello.

Después de la Minster llegué paseando tranquilamente hasta el Museo de York y la Clifford Tower, lo único que queda de un castillo normando construido allí en el año 1000. Allí, toda regia, en lo alto de un torreón, parecía saludarte en una suerte de reverencia que te provocaba su propia inclinación, una especie de torre de pisa medieval imponente y espectacular. Aunque después la imagen se desdibujaba cuando una aprende que allí hubo una gran matanza de judíos en el siglo XII, en uno de los peores pogromos de la Inglaterra medieval, en la que después de atrincherarse durante semanas y ser asediados por la  muchedumbre, decidieron suicidarse colectivamente: 150 personas en total, hombres, mujeres y niños. 

Con la intención de comer en el Shambles market volví para el centro de la ciudad pero no me gustó. Fue, en realidad, la única decepción de la ciudad. Así que terminé en Ye Olde Starre Inne, el primer pub con licencia como tal ahora no sé si de Inglaterra, de York o del mundo. Whatever.

Comida rica y buena cerveza y a abordar la muralla que absolutamente me fascinó. Las vistas a una ciudad limpia y bonita, con unas edificaciones espectaculares y unos jardines aún más espectaculares. Y el Dean park, con la casa ahí del diácono de la catedral o como quiera que se llame esa figura. Una impresionante mansión de ladrillo rojo con unos jardines impecablemente cuidados y relucientes. Qué humilde el diácono.

Alice, guía de fantasmas de York
A eso de las 8 había quedado con Lucy. Digo Alice. Mariona, en sus cartas, me hablaba de Lucy, una chica de Whitby (Mariona, lee mi mail y ve a Whitby, por favor) que se dedicaba a hacer tours de Drácula con su perro Vlad. Así que me llamó la atención el tour de Alice (o Mad Alice, nombre artístico) que también apareció con una perrita llamada Vilma, una Schnawzer mini de color negro a la que colocó una lucecita en el lomo en cuanto se hizo de noche para evitar que la atropellaran. Era una monada. El tour con Alice fue interesantísimo. Nos contó historias de fantasmas y de asesinatos, nos habló de Guy Fawkes, de Dick Turpin y de Margareth Clitherow esta última asesinada por ser católica y a la que le han hecho una casa/shrine en los Shambles, con la salvedad que en lugar de hacérsela en el número 14 que es donde vivía, el English Trust se equivocó y la han hecho en el 16. Shit happens, I guess. E ineptos, que los hay en todas partes.

Como el tour se terminó tardísimo – nótese la ironía - a las 9, es imposible encontrar nada donde me quisieran dar de comer, así que me compré un sandwich en Mark’s & Spencer Food y me lo comí tranquilamente en mi habitación con una bolsa Hoola Hoops y una coca-cola.

Al día siguiente era sábado e iba a ver a Mariona. Por favor.

Por fin era sábado. Me levanté muy temprano. Llegar hasta Mariona no iba a ser fácil y tenía que estar en Withby a las 12. Antes de desayunar volví a hablar con la recepcionista que ya era casi mi mejor amiga, y me dejó volver a entrar a mirar el mail. Nada. Desayuné en un estado de total pesimismo pero cuando salí a la calle me animé. Al menos no llovía y no hacía mucho frío. Los invariables 7 grados, para bien y para mal.

Hutton-le-hole
Tomé un bus delante de la Minster que me llevó hasta Hutton-le-Hole, un pueblecito en mitad de los Moors que parecía sacado de un cuento. Tiene su río – aunque quizás llamarle río es demasiado ambicioso, dejémoslo en stream – y su iglesia y su cabina telefónica! Paseé un poco, me tomé una taza de té en lo que antes había sido la escuela y ahora era una tea house y me tomé el siguiente bus que cruzó todos los Moors (y las hermanas Bronte?), esos páramos infinitos (ayúdame a mirar!) que me dejó en Whitby. Estaba nerviosa. Muy nerviosa. Y tenía el mal presentimiento de que Mariona no iba a estar.

Whitby estaba abarrotada de gente. Gente rarísima, vestida rarísima. De qué iba aquello? Al poco rato me enteré: era una convención de góticos. En serio? Cómo se suponía que iba a encontrar a Mariona entre tanta gente? Cuando por fin conseguí llegar al Whalebone Arch, faltaban 10 minutos para las doce y no había ni rastro de Mariona. Sólo conseguí  animarme con la vista que se presentó ante mis ojos de la impresionante abadía que apareció al otro lado de la bahía. Mariona, bonita, aparece por favor.

Pero pasaron los minutos y Mariona no apareció. Solo cientos y cientos de personas vestidas con atuendos de lo más variopintos y que si no hubiera sido por lo preocupada que estaba, me hubieran hecho hasta gracia. Eran casi las dos y finalmente entendí que Mariona no iba a venir. No había podido leer el mail? No había podido llegar? Tenía guardia? Le había pasado algo??

Conveción de góticos 1




Sin ganas de mucho, no me pude resistir a subir los infinitos escalones hasta la abadía,  apartando góticos de diversas formas y tamaños hasta que, sin aliento, conseguí llegar. A mi izquierda, el cementerio de Saint Mary me heló la sangre. ¿Dónde estaba Mariona?



Mi ánimo estaba por el suelo así que prácticamente hui de Whitby y de sus góticos y me tomé el tren hacia York. York y aquel hotel era lo más parecido a mi casa. Allí seguro que me tranquilizaría y sería capaz de pensar en lo que debía hacer a continuación.

En el tren me dormí y tuve unas horribles pesadillas en las que aparecían perros negros, crucifijos, mujeres con los labios muy oscuros y ballenas muertas. Me desperté ya en York, muy angustiada y con ganas de respirar aire fresco. De camino a mi hotel pasé otra vez por aquel parque con aquel edificio georgiano en el fondo. Pensé que un paseo me haría bien así que entré. No había apenas gente y la luz de la tarde le daba el tono justo para hacer que aquello pareciera una postal. A la izquierda del edificio había una pequeña iglesia tan bien colocada que hubiera podido ser perfectamente pintada por alguien. Y un poco más allá lo vi: pabellón de psiquiatría. Cómo? En serio estaba al lado de un hospital psiquiátrico? No me lo podía creer. Seguí caminando y me acerqué al edificio principal: Bootham Park Hospital rezaba el letrero. Era un hospital! Empujé la puerta que para mi sorpresa se abrió. Un escalofrío recorrió mi espalda: cuatro escalones, con una balaustrada grandilocuente llevaban a una puerta doble de madera con cristales mosaico de colores, entreabierta. El pasillo de baldosines en puzles granates, blancos, y azules. Se me puso la piel de gallina: era exactamente como Mariona me había descrito Banderley en una de sus cartas.

Foto de Richard Brigham
(Grandilocuencia victoriana)

Foto de Richard Brigham
(Los pasillos interminables con eco)


Foto de Richard Brigham
(Aquí transcurre el capítulo 48...LOL)




No sé de dónde salió, probablemente de la tensión y la incerteza de los días acumulados y de la preocupación por mi amiga, pero de pronto empecé a notar como las lágrimas rodaban por mis mejillas y empecé a sollozar muy fuerte. Lloré y lloré y me vacié del todo, mientras caminaba hacia mi hotel, incapaz de pensar en nada, sólo con ganas de darme una ducha caliente y meterme en la cama.

En cuanto entré en la recepción del hotel mi mejoramigarecepcionista me miró con preocupación? ‘are you allright??’. No podía hablar mucho así que asentí con la cabeza y me deslicé rápidamente hacia el pasillo. Pero ella insistió ‘you´d better cheer up, somebody is waiting for you in the garden’. ¿cómo? ¿quién me esperaba a mí en el garden?



Salí corriendo, muerta de curiosidad. Y ahí estaba. Mariona con una cerveza en la mano y una sonrisa en la boca:

- Lóker. Al final viniste a verme pero fui yo quien te encontró a ti.

~~Fin~~




6 comentarios:

  1. Ufff!!! Sin respiración me he quedado. Y si hicieras los escritos un poco más cortos?
    Un beso, nuera. A pesar de eso te quiero.

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    1. Os presento a mi suegra metiéndose conmigo por la extensión (ella q lee tochos proustianos y se está acabando la biblio de Barañain), comentando como "Di" y tal vez asumiendo que el escrito de Anna es mío!!!

      Pilar, nos encantan los comentarios a medianoche, pero ahora queremos saber de qué cena o fiestuki venías ... :):):):) Pese a todo también te queremos, leyenda del divlog (o "baddie" como diría tu nieta)

      muxus
      di

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  2. Al congelador? Que remedio. Por cierto me he convertido en un experto en series británicas (un gran porcentaje muy buenas) de Netflix y el serial quedaría de maravilla. Ahí lo dejo como se dice ahora.
    Abrazos
    vi

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    1. Hola Vi... alguien que conozco metía el nombre de la mala del curro en el congelador, y por arte de magia, esa persona desaparecía de su vida (o bien dejaba el curro o la echaban). No he querido implicar eso, igual debería haber dicho "en cuarentena"... jaja.

      Pues sí, aquí esperando q me pase lo de Kate Moss o M. Verdú, q estaban en un bar todas tranquilas y las descubrió un productor, pues yo lo mismo pero con "serial para series"... claro q tendré q ir al equivalente de un bar :):)

      Vete pensando un título. De momento gana "Trece meses en Banderley"

      hugs

      di

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  3. Dónde está Mariona, materile, rile, rile...

    Yo la buscaría mejor por los corredores de Manderly, aunque me estuviera cagando de miedo en modo castillo medieval, por si aparece la dama de llaves...

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    1. Hey Anónim@ 13:31, qué curioso lapsus calami el tuyo, "la dama de llaves" por "el ama de llaves". La verdad es q es un gran personaje, la Sra. Danvers. La enfermera Sister Harding intenta ser un híbrido entre ella y Sister Ratched del nido del cuco, y por lo menos a Mariona le daba mucho miedo... ainsss querría hacer un spoiler pero no :)

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