30 septiembre 2020

"Vanity Fair" ("La feria de las vanidades") de William Thackeray: Novela picaresca con sombreritos y corsés

Si Flaubert decía aquello de "Madame Bovary C'est moi", creo que William Makepeace Thackeray podría haber dicho "Becky Sharp C'est moi". Que tampoco se entienda que es una identificación demasiado clara -no como el protagonista neurótico de las últimas pelis de Woody Allen, que todos sabemos es siempre Woody Allen- pero algo hay entre Thackeray y Becky, y lo intentaré explicar en este divague.

Para empezar, una confesión, yo también: no fue otra cosa que Becky Sharp lo que me animó a meterme en este novelón de 657 páginas. Sharp y su reputación de malvada (el tema de la psicopatía tiene hasta un distintivo propio en el divlog) y porque el ver cómo nos han reflejado a las mujeres esta panda de hombres decimonónicos (no solo Flaubert, que pasen Tolstoi, Clarín, Henry James et al) siempre me ha parecido una curiosidad a estudiar.  

También tenía otro interés oculto: como muchos escritores de la época (el mismo Dickens), "La feria de las vanidades" (a partir de aquí, "Vanity Fair", que es más corto) apareció publicada mensualmente en la revista satírica "Punch" a modo de serial. Como tal, tiene todos los tics propios del género, como dejar el capítulo en un "cliffhanger", en un momento culminante, para que el lector quiera volver. Como aspirante a serialista, tengo mucho que aprender. 


Norman Mailer decía que un escritor debe de ir más allá de la simple narración y ser un "filósofo amateur",  porque si no, se queda en un mero "cuenta-cuentos", en un "entretenedor". Yo siempre digo que un divague de libros debe también ir más allá, ser un ejercicio de análisis -para los académicos- o bien algo personal -en el caso de los blogueros narcisos-. A tenor de esto, el otro día me encontré por internet con un iceberg sobre los distintos niveles de entrar en una novela que no había visto nunca así representado (tal es mi falta de formación en esto de la escritura, y casi en la lectura, recordemos que para alguien que escogía "ciencias puras" la última literatura que se estudia formalmente es en Segundo de BUP). Es a lo que aspiro en mis divagues sobre libros: evitar hablar del "plot", la trama, lo que pasa, ("entonces llega fulanito y..."; me pone mala cuando hacen esto los críticos de cine, por ejemplo), y como mucho aludir a la "historia universal que hay por debajo de la trama". En  lo que sí me meto es en los "themes", los temas subyacentes, que aún son mucho más universales. O por lo menos los que son relevantes para mí, aunque en "Vanity Fair" hay tantos que seguro que no podré cubrirlos en un divague. Pasen y lean. 

"Vanity Fair" está subtitulada "Una novela sin héroe", no solo para indicar que se trata de una historia coral, sino para dejar claro que aquí pocos héroes vamos a encontrar: tras todas esas páginas será difícil no concluir que la perfección es algo utópico. Si hay una heroína -oscura- esa es Becky.  Entrando en el tema de género, existe el concepto de héroe byroniano, héroe atormentado (aquí ya hemos hablado de la atracción que nos causan algunos personajes terribles en el cine y la literatura, y más de andar por casa, los malotes de tres al cuarto), pero sería cuestión de estudio ver cuántas de esas malas de la literatura ejercen similar atracción o son un modelo a seguir. En general son simplemente brujas malvadas que dan mucha vida a la misoginia rampante (pero aún quedamos algunas que siempre quisimos ser la mala, por lo menos en la obra de teatro escolar). Aún hay much@s que llaman a sus hijas "Penélopes" pero no conozco a ninguna "Circe"-por poner un ejemplo con las mujeres de uno de los  héroes clásicos, el que va por ahí de viaje follando mientras la otra espera (eso sí, en un lugar muy bonito).

En "Vanity Fair", Thackeray usa el paralelismo de la madre vs. la puta para hablar de las mujeres. Nos introduce al contrapunto de Becky Sharp, Amelia Sedley, ya en el colegio pijo para "señoritas", donde Amelia se está educando gracias al dinero de su familia para perpetuar roles (casarse con el hijo del rico de turno), mientras que Becky está allí gracias a las clases de música y francés que da a las niñas, ahorrandole un salario a la directora. Becky es huérfana, y se comenta que viene de "mala familia", su padre era "artista" y su madre no solo francesa, sino cantante de opereta, ambos de profesiones de muy mala reputación, como no olvida recalcar cada uno de los que se cruza con Becky- a su espalda. Me encanta la observación del autor cuando dice que Becky es pequeña en estatura pero que tiene "la precocidad de la pobreza". La falta de buena comida que le ha impedido crecer, la carencia de todo que la ha hecho negativamente precoz.

Lo que está claro y es sofocante es que en esta sociedad no hay piedad ninguna con las mujeres: están en el mercado como si fueran trozos de carne, y las madres son las encargadas de poner las piezas sobre el mostrador.  Hay muchos tipos de explotación evidentes en la novela, pero la del género femenino es particularmente dolorosa. Becky se da cuenta desde el primer momento: ella no tiene una madre o similar que la "ayude" a estar en la feria de ganado, que la ponga a la venta, así que se va a tener que espabilar ella. Y así comienza su carrera. Cómo no empatizar con ella?

Es importante localizar la novela temporalmente. Thackeray la escribió en 1847, pero está ambientada unas décadas antes, a principio del SXIX, durante el reinado de George IV (un rey "campechano" al que le gustaba el comer, beber, la fiesta) y la segunda invasión napoleónica.   Recordemos que en 1837 es cuando comienza su reinado la seta Victoria, hasta 1901: una época caracterizada por represión sexual, y conservadurismo. Ambientando la novela al principio de siglo, Thackeray retrata una especie de "belle epoque" donde la vida era más libertina que bajo el corsé victoriano. 

Becky comienza de la única manera posible, como institutriz de la aristocracia, burda y analfabeta. El otro día viendo la versión de Hitchcock de "Rebecca" un personaje decía a otro que una persona debía tener las tres "Bs": "Breeding, Beauty and Brains" (abolengo/clase, belleza e inteligencia). Estos tres parámetros, o sus permutaciones aparecen constantemente en los personajes de "Vanity Fair" (me recuerda a aquel meme que iba por internet en el que te decían, con respecto a una potencial pareja: "elige dos: belleza, inteligencia, sentido del humor". Difícil eh?  Parece que hemos cambiado la clase por el sentido del humor, aunque no me lo creo: la clase social -aunque algunos nieguen su existencia- sigue siendo primordial tristemente en las relaciones, pero es el elefante en la habitación. 

Seguiríamos amando a Becky si solo se la fuera metiendo doblada a los ricos. Pero no es tan sencillo: una de las maneras que usa el autor para indicar lo frío que es su corazón es su total indiferencia hacia su hijo. Hay algo nuevo bajo el sol?  Qué hay peor en una mujer , incluso en 2020, que ser una malamadre, una "madre desnaturalizada"? Esto, de nuevo, contrasta con la devoción de Amelia hacia el suyo, que es un auténtico mocoso malcriado (combinación de genes de su patético padre y la actitud de su madre). Malamadre vs. Madonna, pero no queda todo ahí, como en otras novelas, con su tratamiento la maternidad, sino que aquí Thackeray introduce algo novedoso, la paternidad: por cómo se relacionan los padres o padrinos de estos dos ninos, les conoceréis. Así que en esto Thackeray es también distinto y en hacer que la dama pasiva y dependiente -que habría sido la heroína de muchas de las otras novelas de la época- sea el personaje a evitar. Durante la lectura una tiene claro con quién pasaría una tarde: Amelia es tan buena que aburre, tan santurrona que es tonta; es un personaje profundamente irritante. "La madre" es la vida hacia dentro, mientras que Becky, la villana, es todo lo que sale afuera. Y no solo son ellas: Thackeray habla continuamente y con cierta conmiseración sobre todas las mujeres, como si nos hubiera tocado un mal papel, un rol de segunda, en la obra de teatro, de la que él es el maestro marionetista. 

Pero creo que no estoy dejando claro que el tono de Thackeray es eminentemente irónico: se ríe de todos y todo en la aristocracia y las clases medias-altas. Nos describe una sociedad como el título sugiere, llena de superficialidad, manipulación, avaricia y vanidad. "Omnia Vanitas" que decía la piedra en un cementerio de Yorkshire el pasado verano.  "Ah Vanitas Vanitatum", la frase con la que termina la novela.

En el análisis de  los catedráticos Jones & Knowles, que precede a mi versión, clasifican a "Vanity Fair" como una sátira perteneciente al género de la picaresca, algo que, con nuestro pasado literario español, de entrada yo no hubiera asociado. Estas novelas comienzan con un personaje que es o bien un niño o joven (el pícaro) que busca "un lugar en el mundo". El autor entonces lleva a este personaje por todo tipo de situaciones o personajes que quiere ridiculizar. Y es precisamente lo que hace aquí, llevarnos por la vida de la pícara Becky Sharp desde ese colegio de pijas a través de aristócratas con faltas de ortografía, ladies solteras con fortuna y muchas manías de las que todos esperan heredar, soldados gordos y cobardes y suma y sigue. 

El caso es que, recordemos al Lazarillo de Tormes timando al ciego: todos queremos que tenga éxito, y nuestro corazón está con él, porque pasa hambre cuando no debiera. Como dicen Jones & Knowles, "el pícaro no puede permitirse las beldades de tener conciencia, el pícaro es amoral más que inmoral, y esa amoralidad es una victoria sobre la sociedad terrible y cínica a la que sirve".  No es tan fácil con Becky como con Lázaro: la complejidad con la que nos enfrenta Thackeray es que Becky hace cosas realmente terribles, que como lectora me han horrorizado (personalmente, que intente timar a los ricos no me ofende, pero sí que lo haga con los pobres, unos sirvientes), pero a su vez celebra sus continuas reinvenciones a lo largo de la vida, como una Houdini que se escapa de sus cadenas y vuelve al terreno de juego, con una energía que cruza el papel, y los siglos. 

Como análisis de la naturaleza humana, el personaje es muy interesante porque nos enfrenta al tema de: se puede ser bondadoso cuando te han dado malas cartas en la vida? Solo los ricos, protegidos por su riqueza, pueden permitirse ser morales? Hay elección cuando lo que se juega es la supervivencia? En la novela, casi todos los personajes que actúan vilmente no reciben ninguna consecuencia negativa, de ahí que la novela sea una sátira muy oscura. El mundo es un lugar sin principios ni moralidad.

Así que, "Becky Sharp C'est moi"? Para ello hay que leerlo y al final recordar, si se tienen remilgos con esta escaladora psicópata de salón, que, al final de "El silencio de los corderos" todos queremos que Aníbal se cene al Doctor Chilton. 

8 comentarios:

  1. "Solo los ricos, protegidos por su riqueza, pueden permitirse ser morales.", disculpa por mi capullismo pero ¿ no falta aquí un signo de interrogación en lugar de un punto ?. Puede ser que lo afirmes, pero en el contexto parece que debiera ser una pregunta. ....aunque, bien pensado, si lo afirmas me ofendes porque mi extenso patrimonio y yo somos muy morales... y decentes.

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  2. jajaja Anónimo... cierto, no solo faltaba la interrogación en ese listado d epreguntas, sino q la frase de detrás no tenía sentido! Es lo q tiene escribir por la noche pero menos mal q tengo editores matutinos tan "sharp" (como Becky) :)

    Evidentemente, cada uno tendrá respuestas a esas preguntas... igual las mías no le gustan a alguien con extenso patrimonio :):):):)

    Ptns

    di

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  3. Ohsielos, Lucy Kellaway vuelve del pasado (de cuando no era maestra) para ¿recordarnos? eso de que las mujeres poderosas dan más miedo que los hombres ídem... (he releído el artículo y he flipado con que hace 10 años hablara del "capital erótico", concepto que ahora a muchos y muchas no se les cae de la boca, qué tía). En un mal día para dejar el pegamento, por lo menos por estos lares... En fin, que mezclo temas. Que gracias, milady Di, vaya pedazo de reseña te has marcado y so many things, so little time que acaba de empezar el plazo de las trimestrales, pero volveré, palabrita.

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  4. Ohshieloscuadrado, los q no subscribimos al FT no hemos leído a la Kellaway... mi compa de piso sabe: "ah sí, la q se fue de profe". He visto q escribe artículos de covid en los coles, pero solo titulares. Eso es lo q yo llamo un par, a estas edades y meterse en un cambio de carrera tal... vamos, es un reinventarse a sí misma como hacía Becky Sharp (y Madonna). Total, q nos vas a tener q contar más cosas del "capital erótico", aparte de lo q parece a primera vista.

    Y río por no llorar darling con el "mal día para dejar el pegamento". Cuidad mucho y más con la pirómana q tenéis al frente...

    Mando abrazo gordo y vuelto a lo verdaderamente importante en el SXXI: Divorced-Beheaded-Died...

    di

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  5. estupenda reseña, Di. Me encanta la infografía, que explica visualmente lo que yo intento inculcar una y otra vez a mis alumnos: Que el "Julio César" de Shakespeare no va del asesinato de César, sino del poder, la traición, la lealtad... Muy fan personalmente de Vanity Fair y de Becky Sharp. No hay heroína (o antiheroína) más opuesta a las de la novela decimonónica que ella. Lo del vínculo con la picaresca española a mí me ha parecido siempre bastante claro, aunque es posible haya que haber pasado por unos cuantos cursos de Filología para darse cuenta de ello. Mira, que me han entrado ganas de releerla...
    Take care, darling, que está todo muy revuelto.

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  6. Gracias ELENA... a que está genial el iceberg? Yo no entiendo como algo tan básico no lo conocen los críticos de cine de periódicos de nivel, q te cuentan la peli y se quedan tan anchos! Si esto nos lo ensenyaban en primaria, te acuerdas? Hamlet,-la duda, macbeth-la ambición, Otelo-los celos, etc...

    Lo de la picaresca es genial. Yo no leo la intro hasta el final, así q me leí toda sin pensar en los pícaros pq los tengo como algo del Siglo de oro espaniol... luego lo leo y: OBVIO! es cuando tienes todas la piezas y al final haces el puzzle.

    Vivan las antiheroínas, pero mira q esta me ha hecho dudar muchas veces... supongo q esa es parte de su grandeza.

    Igualmente my lovely

    di

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  7. A mí Madame Bovary me cambió la mirada feminista, tenía 13 años, para mí siempre será una heroína.

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  8. Hola SES! Me interesa mucho esto que dices de Bovary y la mirada feminista. Yo tuve una experiencia muy distinta, también la leí hace muchos anios (yo tenía veintitantos) y simplemente me cayó fatal. Recuerdo q me parecía todo el rato una persona con trastorno de la personalidad límite, insoportable. Me costó asumir q "salirse de lo establecido" en ese contexto tuviera q llevar consigo ser esa mujer. Ya me contarás, igual tengo q releerlo..

    hugs

    di

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