07 agosto 2020

Mi baño en el Mar del Norte y otros ejemplos de auto-flagelaciones (Y7)

Viernes, 7 de Agosto de 2020


Ravenscar
Junto con el de las abadías, creo que este fue el mejor día de esta semana atípica, turisteando por la isla en la que llevamos trajinando media vida. Todos los profetas de la metereología aseguraban que este día iba a ser "de verano", con altas temperaturas y solazo, así que los Pedalistas, soñando hacer un sucedáneo de su rutina vacacional griega, salieron con los bañadores por debajo!  


Acantilados: Ravenscar

Pero como "soy una mujer nueva" (desde Gandalf), lo primero que hacemos es dirigirnos a unos acantilados que parten de Ravenscar para hacer una caminata. ?Qué se puede decir, que el divagante no sepa?: un día impresionante, con el vientecillo en la cara, el mar abajo del precipicio, y al otro lado del camino, praderas con vacas, ovejas... es una maravilla.  Lo único reseñable de estos momentos gloriosos (ya decía Wilde o otro que no hay nada más aburrido contar la felicidad: quién aguantaría una novela o peli viendo a la gente permanentemente en este estado?) es que en un punto del camino descubrimos unas construcciones que bien podrían ser establos antiguos, pero ahí había radares construidos en 1941 y usados en la Segunda Guerra Mundial.  Robert Watson-Watt había desarrollado el radar en los años 30, y gracias a esta nueva tecnología se podían detectar barcos o aviones alemanes sin esperar a escucharlos o verlos. Imagino mañanas soleadas de verano como esta en aquella época, con gente viniendo a este lugar precioso a vigilar, tal vez en bici, con sombrero y seguro en sepia, como salidos de la película del "Imitation Game", los que intentaban descifrar el código de Enigma. 







mmm... scone
Lo siguiente (para aliñar lo de la felicidad ininterrumpida) es que, en un flashback cruel del primer día, nos caen unas gotas agresivas, y parece que se va a poner a llover severo. Aquí sí que no hay solución: no hay ni un árbol, no llevamos (por supuesto) ningún tipo de capa amarilla, el coche está lejísimos. Vamos: es el fin. Pero de repente, igual que ha empezado, para. Y entonces descubrimos que hace rato que nos hemos salido del camino, que deberíamos haber vuelto hace mucho y vamos, lo de siempre (senderistas de tres al cuarto). Cuando por fin -eones después- llegamos al pub desde donde salimos, los ancianos -verdaderos senderistas- que pueblan las mesas del exterior, lo que ven es llegar a tres zombies de Romero. Luego nos tranquilizamos, comemos algo, incluidos unos scones (en imagen), una especie de pasta que se come con nata y mermelada de fresa (pronto "mermelada gótica", será un bombazo). Por supuesto, con todo encima de la mesa y a punto de empezar, nuevo estertor amenaza de lluvia, con la que Mini y yo terminamos bajo la mesa. Pequeñas diferencias con el día vacacional griego.









Para volver al coche regresamos por otra parte del acantilado, allá al fondo vemos Robin Hood's Bay, aquel pueblo del primer día. Nos hacemos unas fotos en esta valla tan fotogénica, y luego le pregunto a una entrañable ancianita qué playa recomienda, porque estamos determinados a usar el bañador (cómo dejar así a las divagantas, tras el primer párrafo?!). Sandsend (al norte de Whitby) o Filey (al sur de Scarborough)? La delicada Miss Marple no entiende cuando pronuncio /Failey/, y entonces digo /Filey/ y ella, ah, sí, Filey! O tal vez fue al revés, pero una maldice de nuevo esta estúpida lengua donde alguien un día llamó /Failey/ o /Filey/ a un pueblo que se escribe "Filey" y ya. No hay reglas. 




Ceda el paso a las gaviotas
Por fin vamos a Sandsend. Aparcamos en la calle que baja a la playa, pero la máquina no funciona. Entonces llega una familia que tenían aparcada ahí su furgoneta, y claramente parece que se van. Como me había fijado que habían pagado hasta las 9 am del día siguiente, les pregunto si no les importa darnos el ticket, que no podemos pagar. Me miran un poco raro, pero con todas las precauciones covid, me lo dan. La vida me sonríe! La playa tiene una especie de gradas con escaleras de cemento y bajamos por allí. Caminamos un rato hasta encontrar el lugar adecuado. Entonces descubro que se me ha caído una bolsa, y les digo a mis compas que voy a por ella, enseguida vuelto. La encuentro ahí esperándome, la vida me sigue sonriendo. Decido volver siguiendo las escaleras de cemento (esta playa es mezcla de arena y piedras). En un punto me resbalo y me pego un tortazo de esos de payaso. Gran ridículo, di que hay poca gente, pero tres me preguntan "are u allright", y yo, sí, sí, tranquilos, está resbaladizo, mientras me sangra la muñeca y el antebrazo. La vida no me sonríe. 

Mis compas de viaje alucinan cuando me ven llegar como de la batalla. Tal vez he exagerado, no estoy sangrando tipo torniquete, simplemente unos rasguños dolorosos, y por suerte no me he roto la muñeca, que ya a estas edades el caer no es como el tuyo, Mini, y otras frases de abuela. 

Casita del harponero
Ahora nos vamos a bañar, ya vale de marear la perdiz. Serán las 5 de la tarde, hay una luz preciosa, y al fondo a la izquierda, tras el acantilado de aquí, se ve un trocito de la abadía de Whitby, que claramente se verá del todo una vez en el agua. Cuando me meto, desconozco que el agua en esta playa en Agosto puede estar entre 14 y 17 grados (gracias, google posterior). Solo sé que no me he bañado en una latitud más norte ni en un agua tan helada jamás. No es dolor, es una sensación como de que no puedes respirar porque se tensan hasta los músculos respiratorios. Pero lo cierto es que una vez que te "acostumbras" es una especie de euforia extraña que no se siente en las amables playas en las que solemos nadar. Hago el muerto, y al girarme veo toda la abadía: en estos momentos creo que nunca he visto nada tan bonito en un baño. El agua me debe de estar desinfectando las heridas (aunque el Peda dice que agua marina con menos sal nunca probó), la vida me sonríe de nuevo. Lo mejor es que al salir, no corre el aire, con lo cual ni me seco. Me voy a andar hacia el acantilado, mientras Mini se queda haciendo sus bailes de TikTok y el Peda leyendo. Como siempre, el acantilado está demasiado lejos, y no puedo llegar. Pero esta vez, a la vuelta, no me caigo: Go Di!

Para terminar el día, entramos en Whitby: volvemos a intentarlo tras el primer día y la lluvia torrencial. Esta vez, ni tenemos que pagar el aparcamiento porque llevamos el ticket de los de la furgo, pobres. Al final del divague incluyo un montón de fotos de la abadía porque me he sentido incapaz de seleccionar: era la puesta de sol, con la perfecta combinación de nubes y claros, y el lugar es simplemente mágico. 

St Mary's
Drama!

Pasada la abadía, está la Iglesia de St. Mary, de cuyo camposanto comentamos el otro día se caían huesos por el acantilado, y de la que "fueron prohibidos los góticos" en 2011. Me imagino que por ir de negro y haberte pasado con el eyeliner no te echarán (esa puedo ser yo cualquier día de trabajo), pero tal vez molestaban las quedadas.   




Camposanto de St Mary, en el acantilado
Whitby desde St Mary
Desde allí arriba, para bajar a la ciudad no hay funicular como en Saltburn, sino una escalera de 199 escalones. Las calles, una vez abajo, me gustan: para ser un lugar más o menos turístico, no tienen ni ese preciosismo exagerado ni esa horterez de las arcades. Ah, error, cuando llegamos al puente, descubrimos que en la otra parte del río se ondea esta bandera: hay feriado, tiendas luminosas, y mini-casino. No cruzamos, y nos comemos un helado épico, aunque mis compas, que son los connoisseurs, dicen que como Nardulli's, cerca de casa, nada. 

Es la última noche, y los gourmets deciden que hemos de terminar con un fish & chips. Pero no lo quieren coger aquí porque "si no queda frío", así que de vuelta a casa paramos en Pickering donde, a estas horas, está todo cerrado. Sí, es un viernes de agosto, y son las 8 pm. Pero es Inglaterra, ese otro país que no es Londinium donde, a partir de las 5 pm, todo está kaput.  El Peda se maldice por haberlo olvidado. Y para los que se preguntan "qué cenarían los pobres esa última noche"... pues quedaba algo de pasta en casa, con un improvisado pesto, del que hasta la mayor fan de la pasta, Mini, se está empezando a aburrir. 

Como todas las noches, vamos a la piscina y el jacuzzi, esta vez a despedirnos. Aj, qué temperaturas: no dicen que esos cambios son tan saludables? Y entre burbujas me auto-hago la ola por haberme metido en 14 grados, exactamente 24 menos que el jacuzzi. Todo sea por la salud. 















4 comentarios:

  1. Vamos, en lugar del "brain freeze" ése de morder un polo, "body freeze" or as appropriate... ¿Hiciste el muerto? Yo me baño en Galicia en Semana Santa y me bañé (bueno, remojé) en Barcelona en enero, pero creo que lo tuyo es de Capitana General Mundial del "no hay dolor"...

    Y lo de los horarios. Acostumbrada a la libertad (sistemáticamente ejercida por casi todas las cadenas) absoluta de horarios madrileña, esas limitaciones (que son las normales en casi cualquier provincia se me olvidan. Y las entiendo tirando a poco en verano, aunque, claro, este verano...

    ResponderEliminar
  2. Yo ni siquiera me baño en el mar en Barcelona en enero, así que figúrate en esas otras latitudes de temperaturas gélidas. De hecho, pasé unas vacaciones en el Cantábrico y creo que nunca llegué a meterme del todo, cobarde que es una. Recuerdo también una playa en el Mar del Norte, cerca de Gdansk, donde en agosto la gente iba en traje de baño y con un polar encima. Ni que decir tiene que yo ni siquiera me saqué la chaqueta. Héroes me parecéis.
    Sensacionales las fotos de la abadía de Whitby. Lugar gótico donde los haya, lo mismo que el cementerio. Muy gracioso eso de que hayan prohibido la entrada a los góticos.

    ResponderEliminar
  3. Yo tuve tres veranos gloriosos en mi adolescencia bañándome en Irlanda. Es como dices, crees que no podrás respirar nunca más pero al final lo consigues. Mi hermano y yo éramos la atracción del pueblo porque sabíamos tirarnos de cabeza, hacer la voltereta y nadar a crol. Nos aplaudían y todo.

    Lo vuestro con la comida es dramático. Lo que me fascina es que tus compañeros no hayan aprendido y no llevéis en el coche un arsenal de comida. No sé como quieres que a Mini le gusten estos viajes, si la matas de hambre.

    ResponderEliminar
  4. Ladies,

    Gracias por leer mis rollos patateros, love u all. Antes de nada, me siento, oh, en la obligación de aclarar q esta imagen q he dado de chicarrona del norte q rompe el hielo del lago para meterse no hace exactamente justicia a la realidad. Normalmente soy lo q en inglés se conoce como "a wimp". Odio el agua fría... así q sí, más ola, más ola! Tengo más mérito :)

    No, CARMEN, creo q lo de galicia en Semana Tonta es más impresionante, pq date cuenta q aquí hacía "ola de calor" fuera. Lo malo de los baños es siempre el salir, esa brisita gallega de Abril. Los horarios, ya sabes: es q no hay nada más deprimente q cualquier ciudad inglesa a las 6 de la tarde.

    ELENA, he de investigar lo de la prohibición de los góticos.. solo lo vi en el pie de una foto del artículo del Daily Hell donde aparecían 3 alrededor de una lápida. Conocéis a alguno? He leído por ahí q tienen en gral mayor CI q el resto de la población. Yo conocí a uno adolescente: había pintado su habitación de negro y lo siguiente quería sacar la cama y q le dejaran meter un ataúd...

    MO, te pega todo el ser esa persona q rompe el hielo (no metafórico) en el lago de Frozen para bañar. Y por supuesto llevamos arsenal de "comida" (snacks) en el coche... anda q este país no tiene una palette de shit de esa, por ej, una especie de cacahuetes rebozados con nosequé y sabor indio. En cada país nos adaptamos a sus snacks. En Grecia al Peda le gustan una especie de mantecados malísimos, cuando los comparo con esos mantecados de Vetustilla q son Lo Mejor... ainsss

    Love babies

    di

    ResponderEliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.