15 abril 2019

De cómo comprar la mala conciencia, en Essaouira (10)

Lunes, 15 de Abril de 2019: Essaouira (Marruecos 10)

Dice el Peda que oye al muazin a las 0520. Luego se va a correr a la playa. Nos gusta tanto este sitio, donde somos los amos del torreón del castillo, que pasamos aquí, retozando en la terraza, y desayunando en el cuarto acristalado casi toda la mañana. 










 Por fin salimos a pasear por la medina, sin incidencias particulares, así que las imágenes explicarán mucho mejor que yo de lo que va Essaouira....

 

 








 



 







En un punto me siento en un banco en la plaza, mientras mis copas van haciendo fotos por ahí. Se acerca un hombre negro, subsahariano (creo que dice Senegal, pero no recuerdo), que lleva en una mano un par de camisetas con la silueta africana en sendas perchas. Me saluda y comenzamos a hablar. Se llama Robert.  Que de dónde soy.  Que está aquí estudiando, o algo. Que él tiene un hijo de 12 años en su país. Que no está con la madre, no fue aceptado en la familia por incompatibilidad religiosa, Robert es ateo, y un discurso laico perfectamente occidental. Que (yo sigo siendo una chica de 17, porque estas cosas no las veo venir) si estoy aquí sola.  Robert choca porque en absoluto parece un vendedor ambulante: va muy bien vestido, con una mochila toda de piel, y con unas gafas de sol que si imitan a Rayban son muy logradas.  Y yo, "no, no, estoy con mi hija y mi pareja, por ahí están", y él, "qué pena", y lo que sigue es difícil de traducir, porque a saber a qué se refería; "if not I would have taken you". En ese momento aparece Mini, que se sienta a mi lado, salvadora, y sigue la conversación inconsecuente. Por fin, llega el Peda y Robert saluda a todos y se va. 





Vamos caminando a la playa, le cuento al Peda la conversación, yo perpleja por el significado de ese verbo tan versátil "take", puede querer decir tantas cosas. El Peda tiene claro el qué, y no es precisamente llevarme a tomar un helado, pero lo que sugiere es aún peor. Me recuerda el turismo sexual de mujeres de cierta edad en África: así como "los pepes" va a Cuba y a Tailandia en busca de chicas, hay un "mercado de pepas" que van a Africa a por su Robert. Qué? Estás sugiriendo que quería eso pero además me quería cobrar? El Peda no duda. Oye, de qué vas, tengo yo pinta de tener que pagar por sexo? Pero la verdad es que el perfil de Robert, tan pulido, con su par de camisetas, que en ningún momento intentó venderme es raro. Las circunstancias que llevan a alguien a ser prostituido son tan terribles, y los que se aprovechan de ellos para satisfacer su entrepierna, tan repugnantes, en todo lugar, pero cuando estás allí, aún se hace más evidente el espanto. 






La playa de Essaouira es espectacular, inmensa, y al llegar se nos acerca otro subsahariano, a vendernos collares. El Peda se había desviado a una papelera, y la siguiente vez que se separa y al volver nos encuentra solas dice "qué novedad, vuelvo y no estáis con un tío". La playa está hasta arriba de cometas, hay mucho viento, claro, y es una preciosidad. Es tan grande que las cuatro cosas que hay para turistas casi ni molestan: los caballos, dromedarios (no, gracias, venimos de Merzouga), los 
quads (ja! qué broma es esta? dónde están las dunas de 85 grados?) , kite surfing. Llegamos hasta el final de la playa, que es larguísima, hacemos fotos, hacemos bailes, y volteretas laterales. 

 


 A la salida, una anciana me quiere vender unos gorros feos de lana que teje a mano. Las mujeres mayores y los ciegos me han roto el corazón en este viaje. Y los niños? Sí, claro, todo es horrible, pero ver  a esos ancianos caminando con ojos blancos y su bastón con la mano extendida, o a esas pobres señoras seguro que viudas que deben vivir en la más absoluta pobreza para mí es devastador. Quién las protegerá? No me gusta dar limosna, lo considero un gesto cosmético para con uno mismo, nada ver que ver con la otra persona. Con la limosna, compras un poco tu mala conciencia, un ratito. Yo ya no compro nada con darle a esta mujer lo que vale el gorro, ni el gorro, que no me llevo, ni mi conciencia, que sigue igual. Qué asco me da el mundo, y yo como su punta del iceberg: viajando como una pija para "vivir experiencias", igual que otros se compran un coche de 6 cilindros. Todo está mal. 





De vuelta a la medina, comemos un helado. Yo no soy fan de los helados, tengo algún sabor favorito, peor no entinedo el concepto "me gsuta el helado" como mis compas de viaje. Es que le sgustan todos-los-helados. Qué es, la sensación del frío? Así que suelen ellos pillar helado y yo les como un poco a uno y a otra (se quejan de qu ecomo doble), a menos que haya uno de mis sabores favoritos: yogur, o nata. Con un helado entero me acabo aburriendo enseguida. Volvemos al riad a por un té a la menta, leer, descansar, ver atardecer desde la terraza. Hace fresco.










Salimos a cenar a un sitio barato, cutre, paredes con baldosas de baño y mesas corridas, en la parte de arriba, donde compartimos con una familia respetable marroquí, padres, niños, y abuelos.  A la salida descubrimos un mercado, pero literalmente, todo el pescado está vendido. Mini se toma un crepe callejero, y el Peda compra una caja de baclavas. 

 





6 comentarios:

  1. Gracias ALICIA, que simpática!

    Un abrazo

    di

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ja ja ja ja... LUX... yo también" marditos plastas!

    Y de las palmeras tengo un montón, y aún así os he puesto demasiadas, pero es q eran tan fotogénicas!!!

    love

    di

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  4. Ooooh!! Algo me dice que no llegasteis al final final, pero final de la playa de Essaouira, donde existen las ruinas de un castillo y lugar donde Orson Welles filmó su Othello.
    Culpa de vuestro guía, seguro.
    El náufrago Ro.

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  5. omg!!! El naufrago Ro, lector en al oscuridad, se materializa!!! Loado!!!

    Solo anotar que CLARO Q LLEGAMOS AL FINAL (ahora de qué estamos hablando?) y también hasta el castillo, pero sin saberlo (culpa dle guía y mentor, sí)!

    Love

    di

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