23 julio 2018

Tomar una ermita por asalto. Playa abandonada hasta por los hippies. Skopelos desde arriba (Sp10)

23.07.18 (lunes)
Cada día mejoramos: hoy conseguimos salir del mundo piscina (hoy Mini con la go pro)-lectura-yogurgriegoconmielysandía a las 2 de la tarde!!! Nuevamente nos dirigimos a nuevos destinos Mamma-Mia (que no entiendo bien porqué, ya que no he visto al peli y Mini no parece demasiado entusiastica). En fin: el caso es que vamos. 

Mientras ubimos las montaña por detrás de Skopelos Town, en busca de nuestro primer objetivo, la Iglesia de Agio Nikolao, que es desde donde "Sophie manda las cartas a sus potenciales padres". Bien. AHora sé que hay varias iglesias en honor del tal Nikolao (igual que el Ioannis, y Konstantinos), y que a saber desde donde las mandó, pero desde luego de la que encontramos nosotros, no. 

Antes de llegar paramos en otra donde hay dos señoras de negro (que no van de negro en este caso, pero se entiende) que están limpiando la capilla en cuestión. Me pregunto (y preocupo) si lo harán gratis. Si el mundo es machista, el mundo religioso lo es elevado a n, y en mi infancia y juventud me he cansado de ver a monjas limpiando y sirviendo a curas. Capaces los curas de encontrar a mujeres devotas dispuestas a hacer esto por la filo. No sé, el caso es que son muy simpáticas, nos dejan hacer fotos y una de ellas me dice por señas algo, de lo que entiendo la palabra estiatorio (Restaurante) "Elena Platanos", Skopelos. Y se señala: así que la señora tiene un restaurante a su nombre y quiere que visitemos. 




Parece que ahí, en la montaña está Agios Nikolao, así que tras conducir un rato llegamos pero... será posible que sea esto? Una ermita encantadora pero chapadísima, con al puerta exterior con candado y las escaleras que suben hasta arriba de vegetación exuberante. Es aventura! (el lait-motif de Mini), así que saltamos, nos llenamos de rasguños por las zarzas, las higueras, luchamos con gigantes telas de araña, con arañas y, al llegar arriba, tocamos obviamente la campana. Las vistas son espectaculares y me la anoto en mi búsqueda para la potencial boda de Fashion (venga a la boda con machete, invitado!).


 






Por fin nos hemos ganamos el chapuzón, esta vez en la playa de Glysteri, que en teoría es donde Donna (de Mamma Mía) tenía su hotel e hicieron los exteriores (todos los interiores en Pinewood, Londinium, claro). La playa está bastante remota y me recuerda bastante a la de Alipa, en Mani (Peloponeso), unas de mis Top 10 playas que he estado. Es una concha casi cerrada, de piedras blancas y agua transparente. Claramente, mi gusto difiere del de la población mundial (e.g. mi madre comenta las fotos: "que pedruscos, no?") porque no hay casi nadie: paraíso. La playa en su día tuvo una taberna, pero está derruida. No tiene hamacas ni parasoles, solo un par o tres de "conjuntos playeros" que algún hippie que decidió quedarse un verano construyó con unos palets y palmera seca. 


Bañarse ahí es como en una piscina: yo me meto tres veces. MIni se duerme en un punto. Leemos. Vamos nadando hasta casi la entrada de la concha donde hay un yate (uno! nuestro amigo que hacía charters decía que en Menorca hay 80 por cala en verano!). Estos dos se ríen porque yo voy con "la ramona" (recuerden, nuestro flotador donut sandía). Es la diversión máxima garantizada... :)





Volvemos a la Hóra (Skopelos Town) en busca de nuestro fredo. Esta vez exploramos otra zona, y nos cuesta horrores encontrar algo. En un punto, perdidos por las callejuelas nos encontramos con unos ingleses que no sabe indicarnos pero que se ofrecen a darnos un té en su airbnb. Qué monos, pero seguimos bajando, subiendo, esquivando gatos, algún niño, señoras de las de la fresca y por fin encontramos una terraza genial donde estamos solos desde la que se ve toda la bahía.



 

 

 


 Se levanta un viento muy fuerte. Volvemos haciendo fotos por las calles y terminamos, impenitentes, en los gyros de nuestro ya local (recordemos, 2.5 euros!) con extra de patatas fritas. Más días como el de hoy!

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