Por aclamación popular, vuelve la sección "Qué hace una bloguera como tú en un curso de teatro (como este)?"
Y la pregunta no es gratuíta: los divagantes, que se dividen entre los "tenéis un tortazo" o "será maravilloso" (viajar al curso de teatro), deben saber que yo misma navego entre esos dos polos: a ratos me río y descubro, y me siento feliz de haberme salido de mi zona de comodidad (a la que la rueda de la vida diaria me tiene subyugada y otros ratos en mi cabeza resuena Barrikada: "Te preguntarás/qué conio hago aquí".
El miércoles pasado el Peda pudo ir a recoger a Mini así que fui con mi colega directa del trabajo al World's End. En el tren él se comió un plátano y yo un trozo de un bocata de salchichón ibérico que hay ahora en Tesco, porque recordad que en Londinium cenamos a las 6:30 y estos días suponen un cierto desconcierto para los estómagos.
En el curso había esta semana más gente, y alguien de la semana pasada falló. La adición más llamativa fue Mark, un chico de veintitantos, de los que ya vienen resabidos de previos cursos o tratamientos psiquiátricos grupales. Desde el principio, Mark compartía mucho y no se cortaba nada.
El profe sigue vistiendo de negro y exudando paz y omm. Comenzamos hablando de la importancia de la respiración: hay que aprender a proyectar la voz desde el diafragma, pienso, pero el profe no lo dice, sino que nos pone en grupos y debemos ser "los pulmones, el diafragma y la caja torácica" y representar la respiración. Unos momentos de confusión en mi grupo hasta que acabamos dos siendo cada lado de las costillas, dos el diafragma, y otros dos los pulmones... y todos moviéndonos a la vez, intentando coordinar los movimientos. Pedrada?
El siguiente ejercicio consite en ponerse en parejas y observar a la tuya desde atrás: cómo están los hombros? el mío tiene uno más alto que otro. Y las manos? El mío las tiene con los punios cerraditos. Hay que empezar a dar toquecitos en el lado izquierdo del cuerpo, empezando por el hombro, y siguiendo para abajo, hasta los pies (yo me salto el culo). Hay que observar cambios en el cuerpo. Luego el otro lado (mi companiero acaba abriendo las manos). Personalemnte, es un rollo hacerlo, pero para distraernos ahí tenemos a Mark. Está recibiendo toquecitos de Ana y comienza a gemir: "mmm ahhh siii másss mmm aaahhh". El profe dice que podemos comunicarnos pero no hablar... Mark suprime el sííí, másss, y sigue con los sonidos guturales. La situación me parece tan surrealista - gente en parejas tapeándose por turnos mientras que uno hace esos ruidos sospechosamente coitales - que me entra la risa. No soy la única: Ana se parte y la gente nos vamos mirando y reímos. Yo me pregunto si Mark quiere que nos riamos con él. O se lo toma tan en serio que está la penia descojonándose de él.
Cambiamos de turno y, como la semana pasada, cuando me dan toquecitos a mí es muy chulo, es relajante y me lleva a pensar cosas. Por ejemplo: hay gente programada para dar, y otros más para recibir? En el mundo masajes, eres de aquellos a los que les encanta darlos, que hacerlo es en sí mismo placentero, o lo haces porque "toca" pero lo que te gusta es recibirlo? O viceversa, eres de los que no les gusta que les toquen? Es como aquello de la metáfora de "los amantes de los perros y los amantes de los gatos" (los primeros, los que quieren que les quieran fácilmente, los segundos que van en pos de ese amor o lo que sea dificil). Todo eso se me ocurre.
Otro ejercicio consiste en echarse en el suelo y "perder el control". El resto del grupo está distribuído a lo largo de ti y juegan con, por ejemplo, tu brazo, que has de dejar "muerto". Lo de las piernas es más dificil porque, como vengo diciendo, pe-san. Me resulta muy dificil concentrarme en los cuatro miembros y la cabeza a la vez. El mejor momento de este ejercicio es cuando me toca manejar la cabeza de Emma, una chica negra que tiene un pelo afro recogido así a lo "Frozen" espectacular. Le digo "siempre quise tocar tu pelo", y la verdad es que es genial... yo que tengo el pelo tan liso, tener esa mata entre las manos... parece que la puedes amasar.
En el círculo final hemos de hablar de nuestras experiencias. Mark toma la palabra para decir que está decepcionado con que nadie se comunicara (hiciera ruidos) en el ejercicio de los toquecitos. Parece enfadado, pero este es un mundo tan extranio, que me pregunto si está en rol. Es como una vez que en la facultad fuimos a clase el día de la Apertura Paralela y el profe nos echó la bronca por los que habían hecho pirola. Luego estaba de conia, y dijo "es parte de la Apertura, el profe se ha de cabrear por la baja asistencia", y nos mandó a la fiesta. Pues aquí igual... estaba Mark interpretando? Ahora y antes?
Cojo el bus (recordemos, desde Worlds End no hay metro que valga), que me lleva por otra ciudad que había olvidado (desde la época en que llegué a la city y hacía cursos de cine, francés, fotografía, yoga... en las tardes-noches). Un bus que se llama 345 y que lleva a gente extrania, rumbo al sur. Todo esto pienso mientras cruzo el Támesis, el Albert Bridge todo iluminado, el siguiente puente a la izquierda, mientras termino mi bocata y reconsidero si Mark estaba actuando.