08.06.16-Tokio
Aquí estoy directamente saltando sin red, porque el Peda no hizo diario: es nuestro último día en Tokio y solo tengo las fotos y la memoria para guiarme. Así que enhorabuena: será un divague haiku.
Ueno, sakura por los suelos
y cisnes en el lago
Rodin, Le Corbusier
y Estrella Galicia.
Bueno: ya lo dejo. Hoy nos movemos en la zona noreste del Palacio Imperial (que situamos más o menos en medio de ese monstruo llamado Tokio, monstruo que, no sé si lo he dicho, gracias a las magníficas comunicados no se vive como tal: no da pereza moverse entre las zonas). Akihabara, nuestro barrio, esta también en esa zona, más hacia el centro, y Ueno pilla a dos paradas de metro hacia el norte. Nada más bajar del metro nos encontramos con un restaurante español donde nos saludan efusivamente y donde tienen Estrella Galicia.
Lo más famoso de Ueno es su parque (Ueno Koen), que es donde toda la ciudad se encamina para ver la floración del cerezo. Verdaderamente, está precioso, y en un momento, a la bajada de la ladera en cuya parte superior hay un templo (donde nos hacen de nuevo el dibujo símbolo del templo y a Mini le regalan una cajita con dos dulces) hay una "nieve" de sakura encantadora. Un conocido que estuvo me comentó que, precisamente en este parque, cuando "nevó" sakura, un grupito de japoneses aplaudieron y él se unió a las celebraciones. Yo solo le hice fotos a Mini que, cual Elsa de Frozen, por unos breves instantes parece angelical.
Hay una especie de paseo que termina en otro templo, junto al lago, y está abarrotado de chiringuitos de comida: palos de esos con tres bolas que nos dio Nishimoto en Fukuyama, mazorcas de maíz, noodles, pescaditos rebozados pinchados en un palo, lo que supongo que son plátanos rebañados en chocolate con sprinkle de colores... todo lo que quieras, pero venimos recién desayunados. Tras darnos un voltio perezoso por el otro par de templos, vamos a rodear el lago. Parece que es una reserva natural de aves, y termina en una especie de rastro donde venden monedas viejas, cosas inservibles, bisutería. Para salir de la zona y volver al metro pasamos por un par de museos, uno el National Museum of Western Art, diseñado por Le Corbusier, y que desde que descubrimos el brutalismo vemos con nuevos ojos. Hay esculturas de Rodin por los jardines: Los burgueses de Calais, El Pensador, Las puertas del infierno y otras. Pasamos por un Starbucks en la estación antes de salir para nuestro siguiente destino hoy: Asakusa.
Asakusa tiene el templo budista más venerado de Tokio, el Senso-ji, y eso lo hace un lugar de peregrinación para budistas y turistas por igual. En la guía lo describen como "ambiente de carnaval" y realmente lo que se vive a su alrededor (está al lado del río, tiene el Tokio Skytree en el horizonte) viene a ser como unas fiestas patronales. La calle que termina en el templo viene a ser un equivalente, más estrecho y con chiringuitos en lugar de tiendas, de la calle Alfonso de Vetusta que termina en nuestro propio (horrible, donde esté La Seo) templo de peregrinaje y turisteo. Las tiendas aquí ofrecen muñequitas japonesas, papeles, cosas de escritorio, amuletos... mucho más aceptable que la oferta de "El Mañico" et al, pero tal vez sea por la distancia, que lo perdona todo. Un japonés en "El Mañico", lo vivirá con exotismo? Preguntas, preguntas...
Pero es que además aquí encontramos la mayor densidad de mujeres y niñas vestidas con kimono de todo el país, que ya es decir! Hay una niña de 4 años a la que la familia obliga a posar junto a un cerezo a la que fotografió todo el que pasaba por allí. En el templo hacemos los rituales de siempre, y a la salida cruzamos puentecitos encantadores con peces naranjas gordísimos. Vagamos por las calles, compramos un colgante, encontramos una especie de almacén llamado "Quixote" que tienen peceras a la entrada y Mini se cuelga ahí un rato (con peces, vive dios, rarunos del diez).
Alguna compra más (como odio comprar) y de camino al metro encontramos un edificio tipo oficina de turismo-centro cívico de barrio, donde paramos un rato para subir a ver Asakusa desde las alturas, y a dibujar lo que nos ha parecido Japón en tarjetas, que luego va a una pared.
Próxima estación: Jimbocho. No aparece ni en la guía pero está hacia el oeste de nuestro barrio y es la "zona de los libros", montones de librerías pegadas unas a otras donde perdernos. Pero antes hay que cenar y logramos encontrar en la zona un restaurante de tempura recomendado por la guía: Hachimaki, donde dan "tendon" que aunque suene mal es en realidad tempura (vegetales, gambas, pescado rebozado) sobre arroz blanco al vapor. Hay distintos tipos y los hombres solitarios que tenemos a ambos lados de la barra toman la opción enorme que viene en una caja cuadrada bonita. Cocinan allí, delante de nosotros y son muy simpáticos. Cuando salimos, ya es bastante tarde y cuando llegamos a las librerías, la principal a la que íbamos está cerrada.. entramos en una donde, tras unas cuantas, me dicen que no se pueden hacer fotos.
Volvemos caminando a casa... es nuestra última noche en Tokio. Al llegar, toca empacar y prepararnos mentalmente para el macro-vuelo del día siguiente. Mental y prácticamente, porque me entran las neuras de, y si no oímos la alarma? Fashion (por whatsapp), me puedes llamar a las 6 am mías? (que aún será la noche tuya). Y otras comedias por el estilo. Al final, consigo poner la alarma en uno de mis paleoteléfonos y me encomiendo a las musas del sueño...
Aquí estoy directamente saltando sin red, porque el Peda no hizo diario: es nuestro último día en Tokio y solo tengo las fotos y la memoria para guiarme. Así que enhorabuena: será un divague haiku.
Ueno, sakura por los suelos
y cisnes en el lago
Rodin, Le Corbusier
y Estrella Galicia.
Bueno: ya lo dejo. Hoy nos movemos en la zona noreste del Palacio Imperial (que situamos más o menos en medio de ese monstruo llamado Tokio, monstruo que, no sé si lo he dicho, gracias a las magníficas comunicados no se vive como tal: no da pereza moverse entre las zonas). Akihabara, nuestro barrio, esta también en esa zona, más hacia el centro, y Ueno pilla a dos paradas de metro hacia el norte. Nada más bajar del metro nos encontramos con un restaurante español donde nos saludan efusivamente y donde tienen Estrella Galicia.
Lo más famoso de Ueno es su parque (Ueno Koen), que es donde toda la ciudad se encamina para ver la floración del cerezo. Verdaderamente, está precioso, y en un momento, a la bajada de la ladera en cuya parte superior hay un templo (donde nos hacen de nuevo el dibujo símbolo del templo y a Mini le regalan una cajita con dos dulces) hay una "nieve" de sakura encantadora. Un conocido que estuvo me comentó que, precisamente en este parque, cuando "nevó" sakura, un grupito de japoneses aplaudieron y él se unió a las celebraciones. Yo solo le hice fotos a Mini que, cual Elsa de Frozen, por unos breves instantes parece angelical.
Hay una especie de paseo que termina en otro templo, junto al lago, y está abarrotado de chiringuitos de comida: palos de esos con tres bolas que nos dio Nishimoto en Fukuyama, mazorcas de maíz, noodles, pescaditos rebozados pinchados en un palo, lo que supongo que son plátanos rebañados en chocolate con sprinkle de colores... todo lo que quieras, pero venimos recién desayunados. Tras darnos un voltio perezoso por el otro par de templos, vamos a rodear el lago. Parece que es una reserva natural de aves, y termina en una especie de rastro donde venden monedas viejas, cosas inservibles, bisutería. Para salir de la zona y volver al metro pasamos por un par de museos, uno el National Museum of Western Art, diseñado por Le Corbusier, y que desde que descubrimos el brutalismo vemos con nuevos ojos. Hay esculturas de Rodin por los jardines: Los burgueses de Calais, El Pensador, Las puertas del infierno y otras. Pasamos por un Starbucks en la estación antes de salir para nuestro siguiente destino hoy: Asakusa.
Asakusa tiene el templo budista más venerado de Tokio, el Senso-ji, y eso lo hace un lugar de peregrinación para budistas y turistas por igual. En la guía lo describen como "ambiente de carnaval" y realmente lo que se vive a su alrededor (está al lado del río, tiene el Tokio Skytree en el horizonte) viene a ser como unas fiestas patronales. La calle que termina en el templo viene a ser un equivalente, más estrecho y con chiringuitos en lugar de tiendas, de la calle Alfonso de Vetusta que termina en nuestro propio (horrible, donde esté La Seo) templo de peregrinaje y turisteo. Las tiendas aquí ofrecen muñequitas japonesas, papeles, cosas de escritorio, amuletos... mucho más aceptable que la oferta de "El Mañico" et al, pero tal vez sea por la distancia, que lo perdona todo. Un japonés en "El Mañico", lo vivirá con exotismo? Preguntas, preguntas...
Pero es que además aquí encontramos la mayor densidad de mujeres y niñas vestidas con kimono de todo el país, que ya es decir! Hay una niña de 4 años a la que la familia obliga a posar junto a un cerezo a la que fotografió todo el que pasaba por allí. En el templo hacemos los rituales de siempre, y a la salida cruzamos puentecitos encantadores con peces naranjas gordísimos. Vagamos por las calles, compramos un colgante, encontramos una especie de almacén llamado "Quixote" que tienen peceras a la entrada y Mini se cuelga ahí un rato (con peces, vive dios, rarunos del diez).
Alguna compra más (como odio comprar) y de camino al metro encontramos un edificio tipo oficina de turismo-centro cívico de barrio, donde paramos un rato para subir a ver Asakusa desde las alturas, y a dibujar lo que nos ha parecido Japón en tarjetas, que luego va a una pared.
Próxima estación: Jimbocho. No aparece ni en la guía pero está hacia el oeste de nuestro barrio y es la "zona de los libros", montones de librerías pegadas unas a otras donde perdernos. Pero antes hay que cenar y logramos encontrar en la zona un restaurante de tempura recomendado por la guía: Hachimaki, donde dan "tendon" que aunque suene mal es en realidad tempura (vegetales, gambas, pescado rebozado) sobre arroz blanco al vapor. Hay distintos tipos y los hombres solitarios que tenemos a ambos lados de la barra toman la opción enorme que viene en una caja cuadrada bonita. Cocinan allí, delante de nosotros y son muy simpáticos. Cuando salimos, ya es bastante tarde y cuando llegamos a las librerías, la principal a la que íbamos está cerrada.. entramos en una donde, tras unas cuantas, me dicen que no se pueden hacer fotos.
Volvemos caminando a casa... es nuestra última noche en Tokio. Al llegar, toca empacar y prepararnos mentalmente para el macro-vuelo del día siguiente. Mental y prácticamente, porque me entran las neuras de, y si no oímos la alarma? Fashion (por whatsapp), me puedes llamar a las 6 am mías? (que aún será la noche tuya). Y otras comedias por el estilo. Al final, consigo poner la alarma en uno de mis paleoteléfonos y me encomiendo a las musas del sueño...
Grrr, Di, esos rodin son como el caganer en los belenes: ¡te los encuentras en todas partes! ¿Cuánto tienen de original y cuánto de copia esos vaciados…? ¿Es legítimo que se prodiguen tanto all over the world, que se repitan más que El Bolero de Ravel rayao?
ResponderEliminarDejo este apasionante tema sobre la mesa asín como quien no quiere la cosa (acercándolo discretamente al centro del tapete a apenas golpecitos de mi meñique estirao).
Por otra parte, me da lástima que termines la crónica de el Japón. Es una cultura tan bruta y refinada a la vez, tan moderna y ancestral, tan culta y cateta, ¡tan intrigante!, que aunque nos hayas deleitado al contárnoslo tan bien y de forma tan particular aún resulta (¿siempre resultará?) insondable. Al menos yo, cuanto más se de ellos más perplejo me dejan.
Gracias, pues, Di.
LUX! Tienes razón con los Rodin.. si hasta hubo una expo en Vetusta! Y yo hice un medio video cutre...
ResponderEliminarhttp://divagandodivagando.blogspot.co.uk/2010/03/rodin-en-vetusta.html
A mí me gustan, que conste, les veo mucha fuerza, esas manos. Que me dices de la aranias Maman de Louise Bourgeuois ? Esa sí que esta en todos los sitios!
Gracias a ti por leer de vez en cuanod Japón... sé que son un tostón y aprecio vuestra paciencia. Tengo un proyecto: colgarles las fotos. Mientras viajaba no podía hacerlo, pero al llegar empecé a poner fotos seleccionadas y tuve tremendos problems con blogger... no se actualizaba (y yo no entiendo nada de feeds ni tal) así q a lo único q llego (q me dijeron en un foro) es q el formateado no les gustaba a blogger y demás. Así q me he cortado de poner fotos, pero a partir de ahora, moveré las entradas a tiempo real (al día en que pasaron) y colgaré fotos, ya q no me importará q se actualicen. Creo q las entradas con fotos cambiarán del todo.
Un muxu y abrazonte
di
Tostón? para nada, al contrario. Si me aburren, no es tu caso, las crónicas viajeras que solo hablan de compras, malls, shoppings,etc...Un beso
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