Imaginemos una calle de un pueblo de Alabama en los años 30: esas casas forradas con listones de madera, el columpio en el porche, un neumático colgado del árbol a la derecha, con peldaños en el tronco que suben a la casita de la copa. Calles sin asfaltar por la que pasa muy ocasionalmente uno de esos coches de pelis de gángsters. Señoras regando sus plantas, criadas negras en las cocinas, granjeros con petos y sombreros de paja.
Imaginemos dos ventanas iluminadas en piso de arriba de dos de esas casas: en una hay una niña y en otra un niño, ambos leyendo. La niña se llama Nelle y el niño Truman. Algunas veces se embarcan en aventuras épicas, porque tienen allí, en su misma calle, uno de los mayores terrores infantiles del imaginario colectivo: la casa medio en ruinas donde vive quizás un monstruo. O es tal vez un gigante amable, porque les deja pequeños regalos en el nudo de un árbol?
Truman Capote y Harper Lee |
Imaginemos las probabilidades: dos grandes de la literatura del siglo XX son vecinos en su infancia en Sweet Home Alabama, y siguen siendo amigos toda su vida: Harper Lee (nombre de pluma de Nelle) y Truman Capote.
Truman confirmaría que hay mucho de autobiográfico en "Matar a un ruiseñor", porque el personaje de Boo Radley, el mítico monstruo que vive encerrado y que deja pequeñas baratijas para los niños, existió. Se puede decir que Boo es uno de los protagonistas de la novela, e intuimos que no es tan terrible como la imaginación popular lo pinta. En la película de Robert Mulligan, de Boo solo vemos la sombra, hasta que en el final aparece en una escena que da verdadero susto por otras razones que las del malvado convencional. Hoy en día con nuestros sistemas para explicarlo todo probablemente diríamos que Boo es autista, con ansiedad social y con una familia tóxica. Pero en aquella época en blanco y negro... las cosas eran blancas o negras.
Voy a ir mezclando la peli con la novela, y cómo no empezar por uno de los mayores aciertos de casting de la historia del cine: Atticus Finch no podría ser otro que Gregory Peck. Ya he contado por ahí que, de los actores clásicos, (esos que siempre me parecen "señores mayores", aunque ahora les supere yo en edad), es Gregory Peck el que me llevaría a tomar el té. En la escena en que tiene que quitarse las gafas de responsable abogado para disparar al perro loco, hasta Mini dijo "está más guapo sin gafas". O sea, si incluso una niña de 7 años puede verlo, si usted no puede, como diría Groutxo: "traiga-mé a una niña de 7 años!" Pero divago: Atticus Finch es la ética por antonomasia, el hombre que sigue sus principios aunque se le vaya a comer la sociedad. Y que les dice a sus hijos cosas como "solo cuando te pones en la piel de otro puedes entenderle", "no puedo vivir en mi casa de una manera y en la calle de otra", "Quiero que sepáis que el verdadero coraje no es el del hombre con una pistola en al mano", "Borra los adjetivos y tendras los hechos", o "Disparad a todas las urracas que queráis, pero es un pecado matar a un ruiseñor".
Atticus es el abogado al que le endosan defender a un hombre negro de la violación de una mujer blanca. Esta mujer es la hija mayor de los Ewells, los parias del pueblo. El padre del clan bebe demasiado, los hijos no van al colegio... son, en definitiva la "underclass" del pueblo: gente con la que nadie quiere mezclarse. Atención a la descripción:
"Todas las ciudades del tamanio de Maycomb tenían familias como los Ewells. No había fluctuaciones económicas que cambiaran su estatus: gente como los Ewells vivían como huéspedes del estado tanto en épocas de recesión como en épocas de bonanza. Ninguna autoridad escolar podía logar que mandaran a sus numerosos hijos al colegio; ninguna autoridad sanitaria podía liberarlos de defectos congénitos, variedad de lombrices y tenias, y enfermedades típicas de lugares inmundos".
El theme del libro y la peli, el tema subyacente, es la injusticia racista, que expose Atticus en el juicio, demostrando la falta de evidencia para acusar a un buen hombre negro, y cómo reacciona la opresiva comunidad en la que viven. Este proceso es observado por los ojos de los niños: la narradora, Scout, es la hija de seis años, y luego están su hermano mayor Jem, de 10 años, y Dill, el amigo que viene de vacaciones a Maycomb en verano. Se cree que Dill está inspirado en el niño Capote, y desde luego en la película, el actor Dill es un crío tirando a geek que va muy bien con la imagen que tenemos de Truman adulto.
Por supuesto, los niños son huérfanos de madre. Ya he divagado alguna vez sobre la orfandad en la literatura (que todos sabemos tiene unas ventajas narrativas), pero la de madre, en concreto, es abrumadora, cuando solía ser al revés: morían más los padres. Pero hey, no vas a dejar que los datos te estropeen una buena historia. Como siempre, divago. Decía, Scout es encantadora, una de esas niñas tomboys que queríamos todas ser en mi época: rechazando los vestidos por petos vaqueros, subiendo a la casita del árbol cuando se cabrea y, sobre todo, siguiendo a su hermano en todas las aventuras porque Lo Peor es que te llamen niñata. Y es en la originalidad de utilizar la mirada infantil para descirbir un ambiente, y unos hechos tan dramáticos una de las razones por las que esta novela es un clásico, y se estudia en todos los colegios del mundo anglosajón para enfatizar que, oye, el racismo es Malo.
Así que, estando de acuerdo y dando por superada esta gran verdad, quiero incidir en una parte de la novela que, seguro que hay tesis doctorales ahí afuera, pero que en todo caso yo no conozco. Y quiero volver al párrafo en el que se describe a la familia inmunda que vive fuera de la sociedad: sucios, sin ley, violentos, auto-excluídos. Y a esta conversación deliciosa entre Jem y Scout:
-J: Sabes, Scout? (...) Lo he pensado y hay cuatro tipos de gente en el mundo. Esta la gente normal como nosotros y nuestros vecinos; están los que viven en el campo como los Cunnigham; están los que viven en el vertedero, como los Ewells; y están los negros (...). La cosa es, a nuestro tipo de gente no les gusta los Cunnighams, y a los Cunninhams no les gustan los Ewell, y los Ewell odian y desprecian a los negros (...) Atticus dijo una vez que la razón por la que nuestra tía Alexandra estaba tan obsesionada con "la familia" es porque lo principal que tenemos es un pasado (background) (...)
-S: "pero todo esto de la Tradición Familiar es una tontería porque todas las familias son tan antiguas como las demás. Esto incluye a los ingleses y a los negros.
-J: El pasado no significa buena familia (Background does not mean Old Family), creo que significa cuánto tiempo lleva tu familia leyendo y escrbiendo" (...)
-S: No creo que pasado sea eso, Jem
-J: Entonces, cómo explicas que los Cunnighams sean diferentes a nosotros? No pueden casi ni firmar su nombre, lo he visto. Nuestra familia ha estado leyendo y escribiendo más tiempo que ellos.
-S: No, todo el mundo tiene que aprender, nadie nace enseñado. Walter (Cunningham) es listo, pero a veces va retrasado porque tiene que ayudar a su padre en el campo. No pasa nada malo con él. No, Jem, creo que solo hay un tipo de gente. La gente.
Como se ve, hay una separación clara entre las clases sociales, que hasta un niño de 10 años puede describir: los límites del espectro estan claros: la gente bien y los negros. Enmedio está más difuso, pero me encanta ese parámetro que usa Lee para separar a la familia de Scout y Jem de la del niño Walter, hijo de granjeros medio analfabetos: unos saben leer y escribir, y es entonces, cuando se empieza a forjar el orgullo de pertenecer a una familia. Pienso que eso es asi tambien en nuestro mundo, no solo en la Alabama de los años 30: todos esos abuelos y bisabuelos anónimos, que labraron el campo, cocinaron sus guisos, y se fueron, y desaparecieron tras un par de generaciones.
Luego están los Ewells, la inmunda clase baja, permanentemente subsidiada, sanguijuelas de las buena gente trabajadora y de la buena gente que sabe leer. Y además, odiadores de negros, los únicos que tienen por debajo. Tanto en el libro como en la película no hay una sola fisura al hablar de los Ewells. Atticus hace una mención a su pobreza en el juicio, pero ahí queda todo. Sin embargo, en algo me siento incómoda, mientras leo lo abominables que son, o veo la cara de malos que tienen en la peli... pensando en esos niños descalzos llenos de mugre y sin vacunar a quien nadie hace ir al colegio, y pensando en los hijos de esos niños, nacidos tambien en el vertedero, perpetuando otro tipo de "tradición familiar" a la que hacemos solo a ellos responsables.
Esta reflexion no la hace Harper Lee: es más fácil quitarle la máscara al presunto monstruo que vivía al lado, y que sea un gigante amable. Nosotros somos los buenos, que sabemos leer y escribir, y además damos una vuelta de teurca porque encima no somos racistas. Démonos palmaditas.