De la impostura al camino de cabras (P5)

Es cierto que siento la necesidad de justificarme cuando acabamos en algún hotel pijo-siempre por alguna oferta que encuentra el Peda-la más gloriosa hasta ahora en el Intercontinental de Bangkok, £40, para pasar, dos noches depués a infecta cabaña en playa con libélula. Acostumbrada a la mochila y los "agujeros", una parece que no se puede creer acabar en las Villas Apelon Tiritas, Livadi (a medio camino entre Nafplio y Monemvasia). Las villas están prácticamente desiertas como conté ayer y tienen unas vistas para pinchar las ruedas del coche. Sinceramente, en aquella terraza me habría quedado a vivir: libro, ordenador, sandía y ya.

Pero claro, también está el dilema piscina, hacer fotos por los pueblos y otras esclavitudes del viajero,  una no puede estarse parada, por lo menos al principio del viaje. Salimos a la piscina tras el desayuno y nos encontramos con unos ingleses. Ya los habíamos visto el día anterior, una pareja de nuestra edad (aunque la gente de mi edad siempre me parecen mayores, gente solvente y responsable), con el niño y la niña, y una pareja mayor. En la piscina está la madre y los ninios. Los ancianos los asumo reposando pero estará el padre "compra compra vende vende" desde la habitación?

Y qué pequenio es el mundo: no se puede creer la mummy dónde vivimos, si somos casi vecinos! Y a qué colegio van los ninios, oh sí, y ellos se quedan allí diez días (me empieza a dar gran pereza, por mucho que me atraiga la terraza), y la pareja mayor son sus padres, que tienen una casa en Spetses, al otro lado de la bahía (el divagante recordará la visita, era el sitio de las motocicletas pesadísimas) y siempre se preguntaban "cómo será el otro lado", así que se han venido todos aquí. Yo asiento  y pienso: "10 días y sin oferta".

Nosotros a las 12 tenemos que checkout y de nuevo "vivo en la carretera"... comenzamos a bajar por la costa en dirección a Monemvasia, mirad que bonito se escribe en griego>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Por supuesto, en busca de la vía escénica, acabamos en una carretera con mil curvas, que sube un puerto. Las vistas desde arriba son... vamos, que nos paramos a comer unas tostadas con embutido para celebrarlo. Luego empieza la risa, porque nos hemos metido en terreno montanioso, y no se ve ni un mal todoterreno a kms la redonda. Subimos un repecho y, así, de la nada, la carreterita se torna pista de grava, sin previo aviso. Yo recuerdo esas "dirt road" de latinoamérica... ibas a comprar un billlete de bus y preguntabas así con los ojitos encogidos... "es la carretera de ripio?". Y si era, llorabas mucho por dentro. 

Aqui el ripio duró un buen rato (nuestro flamante 308 cogió todo el polvo del mundo, a los de Gold Car les pitaban los oídos ahí en su oficina, hasta que le dimos manguerazo en Ythio, días después) y, así como empezó, terminó. La carretera no dejaba de dar sorpresas... estas cabras, qué monas,  enmedio de la misma, un ejemplo. Pero no se iban! Unas confianzas, casi he de salir a espantarlas...

 

Una de nuestras paradas fue en el bar de viejos de un pueblo que a saber cómo se llama. Había su grupo de attrezo, hombres sentados a la sombra-sin dominó-viendo la vida pasar. Aqui tenéis al foto del bar por dentro...

Por fin llegamos a Monemvasia, de la que hablare maniana, porque pasamos dos noches aquí. Esta vez nos quedamos en un alojamiento de Airb&b. Esto son gente que alquilan o bien una habitación o un piso entero, y en los USA nos salió muy bien. Aqui alquilaba una tal Mary, pero en todas las reviews decían "no estaba Mary, sino sus padres que eran muy amables". Tenían una casa enorme y abajo un apartamento con puerta independiente desde el que se veía el mar y "la roca" (que es la Monemvasia antigua). A la madre de mary nunca la vimos, el padre, un senior de unos 65 anios que no hablaba ni papa de inglés, era el embajador de aquella casa. Muy amable y sonriente, enseguida nos trajo una bandejas con tres cocpas de helado casero. Cuando no podíamso conectarnos al wifi, llamó a la compania telefónica para que me explicaran cómo hacerlo, y todo así. Nos entendíamos por senias, y como buenos abuelos mediterráneos, daban chucherías o zumo o galleta a Mini. En el universo anglosajón es raro que los mayores muestren ese afecto por los ninios, pero en Grecia se nota que les gustan de verdad. 

Salimos a bañarnos a una playa cercana, pero la "Partida del snorkle" (Mini y yo, el Peda no muestra ningun interés por el buceo con tubo) no logró ver demasiado porque había bastantes olas. Playa desiertaaaaaa :)

Y por la tarde-noche acabamos en "La Roca", la ciudad amurallada de Monemvasia de la que hablaré maniana, donde nos pusimos las botas de hacer fotos, y luego cenar. Dejo algunas de ellas, que tal vez se entiendan maniana...