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14 junio 2010

Literatura desesperada

Desde hace unos días se está gestando la crónica de "Los detectives salvajes" (Roberto Bolaño, 1998). Para calentar motores, agradezco al gentil internauta que ha tenido a bien subir el subcapítulo que incluyo, que tal vez logre ilustrar (de hecho no, pero ahí va) el humor, la reflexión, en enloquecimiento de este libro. Diva, creo que debes leerlo, aunque sólo sea por nuestro querido y lindo México.

Si muero lejos de ti, que sea salvajemente, como Arturo Belano y Ulises Lima, los detectives salvajes.
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Joaquín Font, Clinica de Salud Mental El Reposo, camino del Desierto de los Leones, en las afueras de Mexico D.F., enero de 1977

Hay una literatura para cuando estás aburrido. Abunda. Hay una literatura para cuando estás calmado. Ésta es la mejor literatura, creo yo. También hay literatura para cuando estás triste. Y hay una literatura para cuando estás alegre. Hay una literatura para cuando estás ávido de conocimiento. Y hay una literatura para cuando estás desesperado. Esta última es la que quisieron hacer Ulises Lima y Belano. Grave error, como se verá a continuación. Tomemos, por ejemplo, un lector medio, un tipo tranquilo, culto, de vida más o menos sana, maduro. Un hombre que compra libros y revistas de literatura. Bien, ahí está. Ese hombre puede leer aquello que se escribe para cuando estás sereno, para cuando estás calmado, pero también puede leer cualquier clase otra clase de literatura, con ojo crítico, sin complicidades absurdas o lamentables, con desapasionamiento. Eso es lo que yo creo. No quiero ofender a nadie. Ahora tomemos al lector desesperado, aquel a quien presumiblemente va dirigida la literatura de los desesperados. ¿Qué es lo que ven? Primero: se trata de un lector adolescente o de un adulto inmaduro, acobardado, con los nervios a flor de piel. Es el típico pendejo (perdonen la expresión) que se suicida después de leer el Werther. Segundo: es un lector limitado. ¿Por qué limitado? Elemental, porque no puede leer más que literatura desesperada o para desesperados, tanto monta, monta tanto, un tipo o un engendro incapaz de leerse de un tirón En busca del tiempo perdido, por ejemplo, o La montaña mágica (en mi modesta opinión un paradigma de la literatura tranquila, serena, completa), o si a eso vamos, Los miserables o Guerra y paz. Creo que he hablado claro, ¿no? Bien, he hablado claro. Así les hable a ellos, les dije, les advertí, los puse en guardia contra los peligros a que se enfrentaban. Igual que hablarle a una piedra. Otrosí: los lectores desesperados son como las minas de oro de California. ¡Más temprano que tarde se acaban! ¿Por qué? ¡Resulta evidente! No se puede vivir desesperado toda una vida, el cuerpo termina doblegándose, el dolor termina haciéndose insoportable, la lucidez se escapa en grandes chorros fríos. El lector desesperado (más aún el lector de poesía desesperado, ése es insoportable, créanme) acaba por desentenderse de los libros, acaba ineluctablemente convirtiéndose en desesperado a secas. ¡O se cura! Y entonces, como parte de su proceso de regeneración, vuelve lentamente, como entre algodones, como bajo una lluvia de píldoras tranquilizantes fundidas, vuelve, digo, a una literatura escrita para lectores serenos, reposados, con la mente bien centrada. A eso se le llama (y si nadie le llama así, yo le llamo así) el paso de la adolescencia a la edad adulta. Y con esto no quiero decir que cuando uno se ha convertido en un lector tranquilo ya no lea libros escritos para desesperados. ¡Claro que los lee! Sobre todo si son buenos o pasables o un amigo se lo ha recomendado. Pero en el fondo ¡lo aburren! En el fondo esa literatura amargada, llena de armas blancas y de Mesías ahorcados, no consigue penetrarlo hasta el corazón como sí consigue una página serena, una página meditada, una página ¡técnicamente perfecta! Y yo se los dije. Se los advertí. Les señalé la página técnicamente perfecta. Les avisé de los peligros. ¡No agotar un filón! ¡Humildad! ¡Buscar, perderse en tierras desconocidas! ¡Pero con cordada, con migas de pan o guijarros blancos! Sin embargo yo estaba loco, estaba loco por culpa de mis hijas, por culpa de ellos, por culpa de Laura Damián, y no me hicieron caso.

Roberto Bolaño, Los detectives salvajes (cap II.5)

11 comentarios:

  1. Bueno, la literatura desesperada está concebida para ser leída por gente serena y reposada, son su mercado natural, y si me apuras, igual hasta está escrita por gente aburrida... Ahí está el mismo Bolaño.

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  2. ¿Y por qué a mí me da taaaanta pereza Bolaño?

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  3. Hace poco asistí a una fiestecilla, donde acudió un rapsoda desesperado, con una estetica muy gotico-romatica, y se puso a recitar a Baudelaire a la vez que se escuchaba una pequeña selección musical muy a tono con lo leido.

    El tio se lo curró, pero a la gente no le entusiamó gran cosa.

    K, ... grapando papeles.

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  4. Pues yo estoy con Bolaño, la literatura desesperada es para adolescentes (ebullición, maelstrom, turmoil). Y con adoelscentes no me refiero solo a los teens, sino a tener una actitud adolescente en ciertas cosas toda la vida (sólo en ciertas cosas).

    Por ej, considero que Ciegamente es una poema desesperado. Por eso me gusta tanto. Se te ocurre alguno más Basaja?

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  5. Teresa, has leído algo? Ni siquiera este capítulo te anima?

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  6. K, quiero conocer a tu rapsodaintenso!

    Pero he de admitir q para mí este tema es tricky pq tengo q lidiar mi yo british, q se ríe de todos esos excesos literariopasionales, y mi yo opereta-el-amor-es-hijo-de-bohemia, etc.

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  7. Puff, nunca sé qué decir en estos posts tan culturetas sin quedar como una paleta al descubierto.

    Los libros desesperados tienen su momento, me temo. A mí me impactó en pleno furor adolescente 'El guardián entre el centeno' y cuando lo he releído después, ya más serena, no me ha parecido para tanto.

    Supongo que hay lecturas que tienen su momento y otras que da igual cuándo lleguen.

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  8. ¿Esto es ebay? cambio cuatro libros de bolaño, casi sin uasr por el capitulo de aida del domingo.

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  9. Anijol, no es culturetas, es un corta y pega! :)

    Totalmente de acuerdo con q los libros tienen su momento. Hay algunos q no me atrevo a tocar por eso, por la sospecha de q me gustaraan menos ahora.

    "El guardian entre el centeno" es un ejemplo buenísimo de lit desesperada. A mi tb me encantó, y hace muuchos anios de eso. Tb lo es el equivalente en "angs adolescente" enn femenino: "Thhe bell jar" de Sylvia Plath. Tb muy recomendable, aunuqe yo recuerdo con más carinio a Holden.

    hugs

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  10. George Orwell, Por qué escribo

    Ahora que sé enlazar la vida e smucho más fácil!

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  11. Veeeeeenga, voy a probar con Bolaños. Ahora que facturo a mis retoños un mesecito a Dublín, pienso ponerme al día de esas extensas bibliografías que contienen vuestros blogs. Leer en verano, al borde de la piscina, o en el sofá por la noche esperando el relente...

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