Jessa Crispin es una crítica americana que ha escrito en muchos medios como The Guardian. Trabajó en Planned Parenthood (esa especie de ONG que ayuda a las americanas con sus derechos reproductivos, tan mermados en un país donde la Seguridad Social es una entelequia), y luego montó un exitoso blog literario (Bookslut, me encanta el nombre), que cerró hace un anio.
Yo creo que había oído hablar de su último libro en algún sitio, pero estaba aún en el "pasivo" de mi memoria. Pero un sábado por la maniana de Marzo, en la encantadora "Librería", de al lado de Brick Lane, me lo encontré. Me senté en uno de sus rincones a echarle una ojeada, y me lo tuve que comprar: el primer capítulo, que con el que han forrado la primera página (en imagen) es todo un manifiesto-no es casual que al provocativo título "Por qué no soy feminista", siga el subtítulo "Un manifiesto feminista".
Queda muy claro, desde la tapa, que Crispin no es que no sea feminista, sino que lo es radicalmente (me encanta también esta palabra, radical, de raíz), y de lo que va a despotricar durante el ensayo es de todas esas mujeres que yo llamo "feministas cosmo(politan)", y que ella llama "lifestyle feminists" ("de estilo de vida feminista").
Resulta que está de moda decir que eres feminista. Yo casi no me había dado cuenta, porque yo lo llevo diciendo toda una vida, y hace anios los tíos me decían "tú no puedes ser feminista, eso es Cristina Almeida". En serio: soy así de vieja. Pero es cierto que ahora sale Emma la de Harry Potter diciendo que es feminista, y Beyoncé, y alguna más... a la vez que bailan de una manera que, sinceramente, da no solo verguenza ajena, sino ganas de vomitar: por qué hay que estar continuamente sugiriendo que estamos "disponibles para follar"? Por qué esos movimientos "provocativos" (y lo entrecomillo, porque por los dioses que hay que ver qué imbéciles son los hombres que se dejan "provocar" por eso).
Pues partiendo de esta moda, Crispin quiere decir bien claro que ella no es una de estas, y que además, no las quiere en el movimiento político (al fin y al cabo, eso es el feminismo, ideología, política) con el que ella suenia y con el que piensa que las mujeres podremos algún día librarnos del patriarcado, que lo empania todo. Y aquí lanza un planteamiento de estrategia política sobre el que todos tenemos opinión, algunos más o menos clara: hay que renunciar con la nariz tapada a ciertas ideas para "vender" más, porque hay ciertas ideas, demasiado radicales (tanto en la izquierda como en la derecha), que te ahuyentan a la gente, y quedarnos en un centro mucho más amplio, pero tal vez vacío de contenido? Un tema de rabiosa actualidad, por supuesto, y con el que sufrimos muchos votantes de izquierdas en recientes elecciones, por ejemplo.
Lo que planeta Crispin me parece interesantísimo: en el principio del movimiento, en la lucha sufragista, en realidad fueron un grupo reducido de mujeres las que tiraron de carro. No solo la élite cultivada, sino también muchas mujeres trabajadoras, como nos muestra la durísima "Suffragette" acabaron en la cárcel. Mil mujeres, que me pareció una barbaridad, pero, si te lo planteas, es evidentemente una minoría entre la población femenina de un país. Las luchas las lleva a cabo una minoría de gente con ideas y sobre todo, con coraje. Luego están en los márgenes los "simpatizantes", que no van a cambiar nada, pero que potencialmente se subirán al carro cuando ese grupo que se habrá jugado en muchos casos la vida logren su objetivo, total o parcialmente. Y no hablo solo de jugarte la vida y morir en ello, sino de jugarte la vida para la que estabas destinada a vivir, la vida que te hubiera sido cómoda vivir, la vida que igual hubieras odiado pero que retarla hubiera supuesto enfrentarte a todos los que te querían...
Si hay algo que me hace amar a la humanidad son los discursos de aquellas mujeres que reniegan del feminismo porque quieren desmarcarse de las Andrea Dworkin del mundo. No, no tengo pelos en la axilas, no odio a los hombres, soy razonable, heterosexual, y sexualmente disponible... "todas esas feministas haciendo felaciones como si fuera trabajo de misioneras", termina Crispin. Por qué tranquilizar al mundo de que no somos peligrosas, que no vamos a por todo? Somos peligrosas: tened miedo. Para, de nuevo, tener que gustar, mostrar nuestro valor vía lo que piense un tío? Parece que el método más efectivo para la "implantación del feminismo" fue hacerlo universal, y ahora ha perdido su significado.
Crispin aboga por un cambio total del sistema: no es solo feminismo, es también capitalismo, racismo... el sistema, creado y basado en la opresión de ciertos grupos, entre ellos las mujeres, no cambiará pidiéndole amablemente "disculpe, deje de oprimirme": el sistema tiene que irse abajo y construir algo nuevo. Porque una mujer que se centra en el auto-empoderamiento, en que otras como ella lleguen a más puestos de grandes ejecutivas (y mira que esto ya sería la pera) o militares o obispas... esa mujer no se está planteando que ese sistema seguiría siendo injusto, porque al final seguiría siendo algo sobre ganacia personal de unas pocas a costa de todas las de abajo. El "éxito" en este sistema es sospechoso (si no directamente culpable). El dinero es una buena manera de luchar contra el patriarcado, sí? Puedes pagar servicio en casa, gente que te cuide los ninios, y no tener que depender de un tío? Pero... a quién estás entonces explotando tú?
Crispin termina diciéndote que con tus opciones, que crees feministas, con las peticiones que firmas, los libros que lees, lo que consumes o dejas de consumir, no estás destruyendo el mundo, pero tampoco lo estás salvando. Los estilos de vida-por muy progres que sean-tristemente solos no cambian el mundo. Pero tenemos una gran barrera: queremos que nuestras vidas sean cómodas. Somos participantes de esta cultura, que requiere trabajo, no solo comentario. Podemos resistirnos a vivir de esta manera: explotando a la gente, al planeta. Hay otra manera.
Todos los grandes movimientos empezaron con un grupo pequenio de gente valiente e inteligente que estaba dispuesta a perderlo todo. Estoy yo dispuesta a bajar a la calle, arremangarme y trabajar, en lugar de simplemente "comentar" desde mi blog? Esta es la pregunta que pica, pero por lo menos tras el libro lo que tengo claro es que solo con mis "opciones de estilo de vida" no cambiaré, tristemente, el mundo. Cual es el objetivo de un libro? Moverte, hacerte dudar, inquietarte? Lo ha conseguido.
Queda muy claro, desde la tapa, que Crispin no es que no sea feminista, sino que lo es radicalmente (me encanta también esta palabra, radical, de raíz), y de lo que va a despotricar durante el ensayo es de todas esas mujeres que yo llamo "feministas cosmo(politan)", y que ella llama "lifestyle feminists" ("de estilo de vida feminista").
Resulta que está de moda decir que eres feminista. Yo casi no me había dado cuenta, porque yo lo llevo diciendo toda una vida, y hace anios los tíos me decían "tú no puedes ser feminista, eso es Cristina Almeida". En serio: soy así de vieja. Pero es cierto que ahora sale Emma la de Harry Potter diciendo que es feminista, y Beyoncé, y alguna más... a la vez que bailan de una manera que, sinceramente, da no solo verguenza ajena, sino ganas de vomitar: por qué hay que estar continuamente sugiriendo que estamos "disponibles para follar"? Por qué esos movimientos "provocativos" (y lo entrecomillo, porque por los dioses que hay que ver qué imbéciles son los hombres que se dejan "provocar" por eso).
Pues partiendo de esta moda, Crispin quiere decir bien claro que ella no es una de estas, y que además, no las quiere en el movimiento político (al fin y al cabo, eso es el feminismo, ideología, política) con el que ella suenia y con el que piensa que las mujeres podremos algún día librarnos del patriarcado, que lo empania todo. Y aquí lanza un planteamiento de estrategia política sobre el que todos tenemos opinión, algunos más o menos clara: hay que renunciar con la nariz tapada a ciertas ideas para "vender" más, porque hay ciertas ideas, demasiado radicales (tanto en la izquierda como en la derecha), que te ahuyentan a la gente, y quedarnos en un centro mucho más amplio, pero tal vez vacío de contenido? Un tema de rabiosa actualidad, por supuesto, y con el que sufrimos muchos votantes de izquierdas en recientes elecciones, por ejemplo.
Lo que planeta Crispin me parece interesantísimo: en el principio del movimiento, en la lucha sufragista, en realidad fueron un grupo reducido de mujeres las que tiraron de carro. No solo la élite cultivada, sino también muchas mujeres trabajadoras, como nos muestra la durísima "Suffragette" acabaron en la cárcel. Mil mujeres, que me pareció una barbaridad, pero, si te lo planteas, es evidentemente una minoría entre la población femenina de un país. Las luchas las lleva a cabo una minoría de gente con ideas y sobre todo, con coraje. Luego están en los márgenes los "simpatizantes", que no van a cambiar nada, pero que potencialmente se subirán al carro cuando ese grupo que se habrá jugado en muchos casos la vida logren su objetivo, total o parcialmente. Y no hablo solo de jugarte la vida y morir en ello, sino de jugarte la vida para la que estabas destinada a vivir, la vida que te hubiera sido cómoda vivir, la vida que igual hubieras odiado pero que retarla hubiera supuesto enfrentarte a todos los que te querían...
Si hay algo que me hace amar a la humanidad son los discursos de aquellas mujeres que reniegan del feminismo porque quieren desmarcarse de las Andrea Dworkin del mundo. No, no tengo pelos en la axilas, no odio a los hombres, soy razonable, heterosexual, y sexualmente disponible... "todas esas feministas haciendo felaciones como si fuera trabajo de misioneras", termina Crispin. Por qué tranquilizar al mundo de que no somos peligrosas, que no vamos a por todo? Somos peligrosas: tened miedo. Para, de nuevo, tener que gustar, mostrar nuestro valor vía lo que piense un tío? Parece que el método más efectivo para la "implantación del feminismo" fue hacerlo universal, y ahora ha perdido su significado.
Crispin aboga por un cambio total del sistema: no es solo feminismo, es también capitalismo, racismo... el sistema, creado y basado en la opresión de ciertos grupos, entre ellos las mujeres, no cambiará pidiéndole amablemente "disculpe, deje de oprimirme": el sistema tiene que irse abajo y construir algo nuevo. Porque una mujer que se centra en el auto-empoderamiento, en que otras como ella lleguen a más puestos de grandes ejecutivas (y mira que esto ya sería la pera) o militares o obispas... esa mujer no se está planteando que ese sistema seguiría siendo injusto, porque al final seguiría siendo algo sobre ganacia personal de unas pocas a costa de todas las de abajo. El "éxito" en este sistema es sospechoso (si no directamente culpable). El dinero es una buena manera de luchar contra el patriarcado, sí? Puedes pagar servicio en casa, gente que te cuide los ninios, y no tener que depender de un tío? Pero... a quién estás entonces explotando tú?
Crispin termina diciéndote que con tus opciones, que crees feministas, con las peticiones que firmas, los libros que lees, lo que consumes o dejas de consumir, no estás destruyendo el mundo, pero tampoco lo estás salvando. Los estilos de vida-por muy progres que sean-tristemente solos no cambian el mundo. Pero tenemos una gran barrera: queremos que nuestras vidas sean cómodas. Somos participantes de esta cultura, que requiere trabajo, no solo comentario. Podemos resistirnos a vivir de esta manera: explotando a la gente, al planeta. Hay otra manera.
Todos los grandes movimientos empezaron con un grupo pequenio de gente valiente e inteligente que estaba dispuesta a perderlo todo. Estoy yo dispuesta a bajar a la calle, arremangarme y trabajar, en lugar de simplemente "comentar" desde mi blog? Esta es la pregunta que pica, pero por lo menos tras el libro lo que tengo claro es que solo con mis "opciones de estilo de vida" no cambiaré, tristemente, el mundo. Cual es el objetivo de un libro? Moverte, hacerte dudar, inquietarte? Lo ha conseguido.