17 marzo 2017

Retorno a Nottingham (Nottingham revisited)

Así de gótico estaba el "norte"
Una vez el año los del gremio tenemos que enviar evidencia al Colegio Real de Gremio de que hemos sido buenos. Que hemos hecho cursos, dado clases, y asistido a los soporíferos "mandatory trainings" (obligatorios) sobre temas útiles vitales: qué extintor usar en incendio eléctrico, qué delantal ponerse para limpiar material orgánico, y así todo. El día que me pongo a revisar cómo ando de "horas" me doy cuenta que ... me faltan 13! De dónde saco 13 horas de charlas y demás mamandurrias!?

Recuerdo el curso de Nottingham: son dos días en Marzo, pero lleva todo vendido desde hace siglos. Les pongo un email por si acaso, y nada. Sin embargo, la semana pasada me llega un email: han salido dos plazas, alguien las quiere?

Seamos realistas: no me va bien. Llevo un mes de locura, y enumero en mi cabeza todas las tardes-noches atípicas de las últimas semanas (lo cual, como es salirse de la rutina, hace que se pase el tiempo más lento). Me cansa solo el pensarlo: concierto de Mini en Barbican, webminar, teatro, óptica, charla del Brexit... Es una locura pero, venga, me voy a Nottingham.

Nottingham, esa ciudad dos horas al norte de Londinium, es muy importante para mí porque vivimos allí casi 4 años. No fue el primer lugar donde aterrizamos en la isla, pero sí que fue el "puente" entre el recién llegados y Londinium. Allí nos compramos un piso por... 5 millones de pesetas, yo pasé todos mis exámenes y de Nottingham se enamoraron toda la familia y los amigos que allí nos vinieron a visitar (estrellita para todos ellos, aunque la mención especial la merecen los que se aventuraron al primer destino: Grimbsy; Marisa y el Oso L. y Fashion. Mención y medalla: verdaderamente estos incautos venían a vernos a nosotros!).

Pero divago. Nottingham es una ciudad universitaria, no muy grande, con un centro muy compacto, con gran vida nocturna (un cuarto de la población de la ciudad-ciudad, sin contar alrededores, son estudiantes). Nosotros vivíamos en el peor barrio, traficantes y eso, justo al lado del centro. Cuando tienes veintitantos es lo que necesitas: un piso donde puedas volver andando del cine o trastabilando de los bares. Los traficantes, diréis, depende. Yo siempre he sido muy inocente.

La última vez que estuve en Nottingham ya existía el divlog: en Semana Santa de hace 7 anos. Tengo un recuerdo agridulce porque ya entonces me dolía la tripa, y nadie sabía porqué. Ya había estado en el médico que me había recetado lactulosa y nuestros días en Nottingam, con una amiga medio italiana y su familia estuvieron bien, pero imposible olvidar la pesadilla en hospitales a la vuelta con La Apendicitis Traicionera.

Así que vuelvo a Nottingham con cansancio pero mucha ilusión... querría pasearme por las calles, volver al barrio dudoso donde viví, tal vez saludar al Cojo (el vecino traficante que nos instalaba lámparas de Ikea y en agradecimiento le dábamos salchicón), y todo eso... Pero el curso es intenso, me quedo en casa de (otros) amigos, así que no sé si tendré tiempo para vagar por las calles con las manos en los bolsillos, silbando, así como Hugh Grant en Notting Hill.

Escribo esto desde el tren para arriba, y este viaje solo ya daría para un divague: cómo son los norteños. Por si me había olvidado, esto me sirve de pequenia inmersión: mi billete no tiene número así que me siento en una mesa de cuatro. Inmediatamente se pone delante un indio trajeado, de unos treintaitantos que es, nada más sentarse, echado por mujer y un hombre que tienen los asientos numerados. Ya veo que entra ellos no se conocen, pero que están comenzando una animada conversación mientras se sientan. El hombre lleva una corbata celeste brillante que me causa no sé si solo dolor o desprendimineto de retina. Hay otro encorbatado colega suyo que se ha sentado un poco más allá. En ese momento tomo una de esas decisiones de nanosegundo que sabes te van a salvar el viaje. "Siéntese aquí", digo mientras literalemente salto a la otra mesa al lado, escapando de un viajecito con esos dos de charleta. Pero el colega no se cambia, y aparecen una pareja de ancianos: pobres incautos.

En mi nueva mesa tengo enfrente un chico con ordenador y una mujer que parece inofensiva. Mi objetivo de no hablar con nadie en todo el viaje se acerca, lo puedo tocar con los dedos. Nanosegundo y vuelve el indio que había sido expulsado por Corbata Celeste, y se sienta a mi lado. Atribuyo ese movimiento al concepto "indio que quiere hacer conversación", pero me equivoco (ya no tengo veintitantos, supongo): el pobre se sienta y no alienta en todo el viaje.

Otra cosa es la mesa de al lado, de donde huí: un festival. Los cuatro departen animadamente: Lisa tiene 57 años y lleva 40 trabajando para el NHS, no clínicamente, sino en tema "resultados", que no le gusta nada. No logro entender (sorry divagantes)  qué ha hecho Corbata Celeste en Londinium (trabajar, sí, pero qué gremio, ay), pero Lisa ha hecho lo que hacen los de fuera: la noria, el té en el Ritz, compras... un día de esos. La pareja de ancianos no se libran del afán inquisidor de Corbata Celesta: los pobres vienen de temas menos agradables, del Royal Marsden, donde le tratan a él su cáncer de próstata. Corbata Celeste, cómo no, corre maratones, aunque tiene que perder peso. "No,  no tienes", dice el enfermo. Corbata Celeste hace una mini-conferencia sobre la dureza de las maratones (el enfermo ha corrido medias): solo el 1% de la población ha logrado este hito... [inciso mental. Yo estoy intentando escribir sobre Nottingham, pero no puedo: a Corbata Celeste le gusta hablar, y escucharse, y no parece muy listo, y parece que va un poco "chispa"]. Y duran, y duran: "en este vagón poca gente la habrá corrido". Los ancianos, sin embargo,  han saltado en paracaídas. A Lisa le da miedo, pero los ancianos explican con detalle lo que pasa en tu cara cuando te estás tirando, y cosas así. En una estación se bajan. Corbata Celeste y Lisa departen sobre la fortaleza del enfermo. En otra parada se baja Lisa, y por fin acude el (sabio) colega de Corbata Celeste, al que nuestro héroe le narra toda la conversación como si fueran miembros de su familia, "sabes que Lisa ha hecho esto o aquello?"

Son las 21:45 y llegamos a Nottingham. Salgo por los puentes de madera tan bonitos de la estación y doy marcha atrás... a 1999.

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Es viernes y estoy en el tren de vuelta. Dos días de curso intensivo después, de nuevo en una de esas codiciadas mesas de cuatro sin Corbata Celeste acechando, que yo sepa. Los dos días se han pasado como un suenio. Las imágenes se proyectan en mi cabeza mientras pasamos por la central térmica de las chimeneas brutalistas:

Es miércoles, noche cerrada y salgo por una lateral de la estación a una calle desierta: me siento totalmente perdida. Cuando me orientan comienzo a ver las cosas de otra manera: oh, el canal, oh, el horrible aparcamiento donde corrían carreras de coche ilegales, oh el aún más terrorífico Broadmarsh Centre. Subo por las calles empedradas y por fin llego a casa de mis amigos. Aunque estoy agotada nos quedamos hablando demasiado rato, y luego igualmente no puedo dormir...

El jueves, J me acompania al hotel donde tiene lugar el curso, pero antes me da un paseo por el centro, y de nuevo cada rincón es un recuerdo, o una anécdota, o un cambio, o algo que permanece igual.

En el curso me reeencuentro con "gente del pasado", gente que no había visto en 15 anios. Algunos, a los que solo conocí superficialmente: es curioso deshilvanar los recuerdos. Uno de ellos se le había olvidado que me llamó un sábado a las 6 am para decirme que no podía trabajar porque su mujer estaba de parto, y yo, que me había ido a dormir a las 3 am (no por juerga, de guardia!), casi lo mato. Otro ha dado una charla y ha venido a decirme, "le he dicho a Chris que me sonaba tu cara y eres Di!", y me ha recordado cuando trabajamos juntos... y lo que ha sido de los demás. Qué viejos estamos todos, debemos pensar todos de todos. Y Joy, las escocesa, que volvió a Escocia, tiene tres hijos y por supuesto me recordó la anécdota de la joven Di leyendo "Lolita", esperando para la entrevista de trabajo. También hay alguna gente de Londinium. El curso ha estado interesante en general, y esto es mucho decir de alguien como yo que en general odia estar sentada escuchando. Si os contara que las estrellas han sido los receptores 5HTc , D1, y y alfa-2, igual no creeriais lo de interesante.

Al salir el jueves quedé a tomar algo con una amiga de la época, Kate, medio italiana medio inglesa, que trabajaba con el Peda. Siempre la queríamos mucho, pero en mi embarazo y fase bebé de Mini, Kate se transformó en una especie de Mamma Italiana para mí: como ya tenía un enano, me llamaba y me daba ideas, y contaba sus historias del horror como perder 15 kgs for hiperemesis de la embarazada ... así q nada podía ser tan malo. Kate vino con su hijo menor, que nació tras Mini. Luego cenamos en un italiano con J & W (los amigos con los que me quedaba) y una belga de Gante que está haciendo su tesis con J. Casi no habló: se iba de vacaciones en bici con su novio. Como dijo W: "con veintitantos y te vas a Francia de vacaciones? Ya harás eso cuando tengas hijos y no otro remedio! 

Escribo esto en el tren de vuelta. Acabo de dejar a J en la estación y he prometido que no nos costará otros 7 anios volver. Qué chulo será con el Peda, enseniarla a la hija esas esquinas donde pasaron cosas-claro que no le interesará lo más mínimo.

Hasta pronto, Nottingham. Y nos vemos enseguida divagantes...  

5 comentarios:

  1. Di, entre semana suelo pertenecer a varios Colegios Reales del Gremio.

    Supongo que es fácil, tentador por tanto, criticarlos desde la ignorancia: lo comprendo, te comprendo. Pero has de saber que en el año 1852 a uno que andaba por lo visto limpiando no sé qué algo le pegó un al parecer chispazo. El disgusto fue enorme, como comprenderás. Y los Colegios Reales del Gremio nos pusimos manos a la obra.

    Desde entonces andamos acumulando normativa para que eso no vuelva a ocurrir. Y, así, hemos conseguido que 96 876 personas reporten anualmente con exactitud el gramaje del madril, si la escoba es sintética o de rafia, etcétera. No ha vuelto a ocurrir. Ahora, se nos mueren pacientes mientras, deseperados, esperan en la lista de espera, dirás. Pero ese es otro tema y tú, déjate de demagogias, lo sabes.

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  2. hola darlings, CESI, ya viste q pegué "el tren de vuelta" en el final del divague... ha sido una semana intensa... domingo por la noche y estoy lista para otro finde...

    LUXI, qué me vas a decir de los Colegios Gremiales y de la "Seguridad e Higiene".... nos gobiernan en este país!!! Tanto rd así q yo tengo una duda: tú crees q al desconectar un aparato puede quedarle "electricidad dentro"? Mi pregunta es real: se ha roto la puerta de mi lavaplatos (integrado) y hete q, tras un tutorial de espares, me vi con fuerzas de cambiar yo la sirga (o cable). Sin embargo, en otro tutorial (sobre cómo sacar el lavapaltos de su cavidad) avisan de no electrocutarse. Yo me pregunto: si quitas la electricidad, que pasa, q es ocmo agua? q se queda en los cables?

    Os aviso q pasé la Física de COU con cornetas y trompetas... pero esto yo no lo recorrdaba. Mi pregunta: debo aventurarme? O llamo a uno del gremio?

    Hugs y adelante con la semana (estoy eXXXtática... no tengo planes en las noches entre semana!!!!)

    di

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    1. Querida amiga Di:

      Aunque el problema que me planteas es de los difíciles, estate tranquila: has ido a preguntar a la persona más adecuada.

      Hay muchos manitas (¡quién no conoce a uno de esos que igual te montan una central nuclear en aquel rinconcito del lavadero que se nos quedó desaprovechado que te cuelga, así como si tal cosa, un cuadro!) que te dirán que la cosa es fácil, pero DESCONFÍA de ellos: el que tiene broca se equivoca.

      A mi juicio, lo primero, tras abrir todas las ventanas y tirarse al suelo en decúbito prono entre toallas mojadas, es proveerse de los medios de protección elementales: traje enterizo de cota de malla, salacof, linterna, navaja suiza multiusos, un par de mulos enteros y una vespa arrancá.

      No obstante, esas protecciones de nada servirían si no actuamos con prudencia. Me refiero a que aunque nos hablas de tutoriales donde avisan del peligro de electrocutamiento, y eso está bien, ¿nadie ha pensado en el peligro de morir por aplastamiento al retirar el electrodoméstico? ¿Nadie? O morir por la ingesta accidental de la canastita donde los cubiertos; o los problemas que se derivarían de restregarse el jabón por los ojos y darse luego de cabezazos contra la puerta del lavaplatos, o que te den un hachazo por la espalda mientras aprietas el último tornillo… Prudencia, ya digo.

      Son muchas las cosas a contemplar (si se quiere hacer bien, claro, y no actuar a lo loco).

      En suma, si el lavavajillas, pese a estar desconectado mantiene electricidad, yo dejaría las cosas como están. Has perdido un lavaplatos, sí, pero has ganado un acumulador que no esperabas, una pedazo de pila de cojones. Vaya, pues, una cosa por la otra. Y eso por no hablar de los buenos dineritos que te daría caso de que el lavaplatos no se haya transmutado en acumulador ¡sino en una nueva fuente de energía primaria! Pero bueno, no lancemos las campanas al vuelo…

      Amiga, confío en que estos consejos de tu seguro servidor te hayan servido.

      Atentamente,

      Luxindex.

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  3. Te dejé mail. Las noticias alarman y enseguida me acordé de vos y tu flia. Espero estén bien. Un beso

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