Algunos se van a la montaña a relajarse, a desconectar, para luego volver a lo mismo. A la montaña unos diítas porque "necesitas tranquilizarte", en este caso para hacer un análisis más en frío, superar la pataleta inicial, comenzar a mirar para adelante, hacer autocrítica. Todo eso.
El día después de las elecciones, en plena agitación me centré en Los Otros. Y lo titulé "el análisis que no leerás" porque ya sabía que eso no se iba a escribir, casi ni a decir, porque lo que tocaba era mucha flagelación, mucho "en dónde hemos fallado", "no eres tú, soy yo". Que sí, como todos dicen, desde algunos divagantes hasta líderes de la izquierda, eso es lo que nos hará avanzar, en lugar de centranos en lo burros que son Los Otros. Bien.
Pero es que yo, deformación profesional, sigo fascinada por el "alma humana", y el estado mental de tantos millones de personas, que en argot describiríamos como "estado catatónico", al menos objetivamente, desde fuera. Luego, estudiosos: se trata de agruparlos en sus lógicas, planteamientos, intereses, y llegar a conclusiones, la primera que es obvia a la vista es que gran parte es aún una masa social heredera del franquismo, que por definición (y por resultados) no tiene a la democracia como una prioridad. Luego ayer hablé en un sub-divague de las redes clientelares, del miedo, de la falta de empatía ("Cero grados de empatía", recordáis ese divague?): todo para intentar entender.
Tambien he intentado entender, a la izquierda, a ese millón doscientos mil de votos perdidos de Unidos Podemos, cada uno con sus razones: ortodoxos de la vieja izquierda enfadados por perder sus raíces, "transversales" que se han asustado de los comunistas, estilistas a los que no les gusta la coleta, hippies a los que les parece arrogante, cuñados a los que les cae mal, otros que les ha dado pena Pedro Sánchez, los de más allá que se han creído lo que machaca Sánchez, que no permitieron "un gobierno del cambio" con ellos y Citizens, pff, sorry).. y así todo.
Lo que queda claro es que, business as usual, la derecha va siempre a una: son disciplinados, ovejunos, les da igual todo: corrupción, guera sucia... en fin, siguen llevando a sus hijos a los colegios de los curas, la organizacion de pedófilos más reputada del globo. Vamos, que ni aunque Rajoy violara escolares.
Como dijo Javier Gallego en "Carne Cruda": "El votante de derechas prefiere que ganen los suyos aunque no tengan razón. El votante de izquierdas prefiere tener razón, aunque no ganen los suyos".
Tenemos ese mismo dilema en este momento en el partido laborista aquí con Jeremy Corbyn. Hablando con tradicionales votantes de Labour te dicen que lo que quieren es un nuevo Tony Blair (vale, sin la fotito con Aznar), pero alguien que logre llegar a Westminster haciendo mucho de ese verbo que no tenemos en castellano: "compromise". Blair, Gonzalez: hoy lo hablábamos en casa durante la cena: los políticos de "izquierda" se pueden llegar a traicionar y hacer políticas de derecha. Pero los de derecha, nunca se traicionan hacia el otro lado.
A ser, como ellos, más ovejas?
De momento me quedo en cabra.
Porque la cabra tira al monte.
Y en estos días dan ganas de tirarse al monte.
Más que de ir a la montaña a tranquilizarnos, a adormecernos, a volvernos también catatónicos.