"The depressed person" es el tercer o cuarto relato-el bloguero depresivo no se puede acordar-del libro de David Foster Wallace, "Brief interviews with hideous men" ("Breves entrevistas con hombres horribles". El bloguero deprimido no se acuerda exactamente cómo el libro llegó a sus manos, pero, como buen depresivo, es atacado por un NAT (Negative Automatic Thought/Pensamiento Automático Negativo) en lugar de por un buen recuerdo. Así, en lugar de pensar que este libro se lo regalaron en su trabajo companieros que le aprecian y respetan por su claridad de ideas y generosidad con el equipo, el bloguero depresivo lo que piensa es que no se terminó "Infinite Jest" ("La broma infinita"), del mismo autor, libro que disfrutó enormemente y que puso a un lado por "su dificultad en lo portable", pero que claro que lo retomaría y vencería, cuando tuviera un momento en el que la portabilidad no fuera un issue. Pero como la claridad de pensamiento no es su punto álgido en este momento (más bien el débil: un observador exterior le podría decir lo liado, enredado y enrevesado que están sus ideas), el bloguero depresivo se centra en que IJ le derrotó, luego es una más de su lista de derrotas, luego él es un derrotado, incluso un perdedor, o sea un mierda.
El bloguero depresivo comienza el libro pero le cuesta infinito (en otro momento habría pensado que este adjetivo era muy pertinente y homenaje a DFW, pero ahora simplemente le parece una palabra manida, aburrida, agotada, un plagio a DFW, o incluso a Shakespeare-el bloguero deprimido aún recuerda que IJ es un sintagma del bardo), porque no puede concentrarse. El bloguero depresivo lee un párrafo y enseguida se encuentra en su pensamiento circular que lleva a un pozo de mierda, y cuando se fuerza de vuelta- desvariaba universos más allá- a la página, entonces ya es hora de nosequé. Nosequé que empieza con la mente todavía en el pozo de mierda y que termina en una habitación de la casa sin saber en concreto qué hace ahí.
Pero el bloguero depresivo logra avanzar con los tres o cuatro (quien sabe si cinco) primeros relatos del libro haciendo esfuerzos casi sobrehumanos porque el bloguero depresivo, en su marania de ensimismaciones, tiene claro una cosa, una sola cosa que es Verdad. Que si deja de leer está muerto, porque es lo último que le queda que le hace él. Escribir ya lo dejó hace meses, horas frente a la pantalla en blanco, pero leer es la última frontera: si deja de leer el escaso beep de la máquina de soporte artificial se irá continuo, beeeeeeeeeep, y él morirá ya del todo, como siente que ha ido haciendo durante los últimos meses.
Lo ha intentado todo, empezando por el deporte. Pero para eso hay que tener fe, y el bloguero depresivo sigue siendo el mismo escéptico de siempre, solo que ahora irritable, el hombre más cabreado a este lado del río. Si fuera mujer dirían que amargada, pero siempre ha habido clases, y géneros. Ha probado la behavioural activation (que consiste en hacer más de lo que te gusta, para que esto te haga sentir mejor, eleve tu autoestima, y voilá, bandejas de perdices), pero es una droga de vida media muy corta: si el bloguero deprimido entra en la mágica oscuridad de un cine, durante esos 90 minutos, como el personaje de Woody Allen en el final de "Hannah y sus hermanas" viendo "Sopa de ganso" o "Una noche en la ópera" (el bloguero deprimido no recuerda), puede llegar a creer que la risa que le cosquillea detrás del esternón es algo más, tiene mayor significado, es él. Y al salir de la sala, en contraposición con lo que le pasa a Woody, que se da cuenta gracias a esa risa que debe de dejar de preocuparse por sus neuroris de salud y lo que importa es el carpe diem, el vive el momento, al bloguero deprimido lo que le pasa es que el carpe diem que era su motto vital se ha transformado en "a la mierda", una frase que le dijo un escritor o director o (el bloguero deprimido no recuerda) a alguien en alguna tele y se transformó en un meme.
Sabe que "La persona depresiva" es un relato que tal vez le toque mucho,
hasta en su estado patético de cansancio extremo, pese al cual no
consigue dormir, el bloguero deprimido se da cuenta, en una lucidez que
dura un par, quizás tres nanosegundos exactamente a las 2:54 am, que tal
vez leer sobre una persona deprimida (o es depresiva) igual no le haga
bien. Como no le han hecho todos esos libros de autoayuda que le ha
subrayado su hermana, con puntos sobre lo que tiene que hacer. Pero el
bloguero deprimido ya sabe que DFW no es autoayuda, si eso
autodestrucción, así que se aproxima no con cautela, sino prácticamente
como un suicida.
La primera frase del relato le da un tortazo que, verderamente necesitaba -el bloguero deprimido se da cuenta que, afortunadamente dejó su blog pero, de haberlo escrito, cualquier lector hubiera sentido ganas de abofetearle-, y la frase dice así:
"The depressed person was in a terrible and unceasing emotional pain,
and the impossibility of sharing or articulating this pain was itself
a
component and a contributing factor in its essential horror".
Continuará...