26 marzo 2016

Nara: templos, ciervos y okonomiyaki (Nara, J9)


Sat, 26.03.16 Nara


 Fashion y JAL estuvieron en Japón creo que el verano del año anterior que nació Mini (2007). Un día después del nacimiento de mi hija, el Primero de Mayo, en un lugar de Polonia nació un ser rubio y peludo que terminó en casa de los Fashion. Y ellos llamaron a la rubia golden retriever Nara, precisamente por cuánto les había gustado esta ciudad, que fue capital de Japón durante un tiempo, y se nota. Cuántos templos se pueden concentrar en un espacio no demasiado grande? Muchos.

Cogemos el tren en Kioto Station. Al principio no hay mucho sitio pero me logro sentar en una zona de cuatro con dos chicas en kimono que se pasan el viaje con sus teléfonos. Les hago alguna foto, así disimuladamente.

Nara está a no llega una hora de Kioto. Al llegar hay una calle comercial y de restaurantes donde hay farmacia-tienda de higiene donde me lanzo en busca de una solución para los piojos (gracias No, por la sugerencia... en Londinium tengo tee tree oil, pero allí dicen que es para que no vengan, no para destruirlos cuando ya están). Voy buscando sola sin éxito, y entonces le pregunto a una mujer con gestos, sin éxito. Entonces eureka! Saco el teléfono y hago un google “piojos en japonés”, y sale tanto en grafía nipona como en cristiano: “shirami”. “O! Shirami!" dice, y me lleva directa a la zona donde están los champús para el antipático tema. Empezamos el día con un pequeño éxito.


Esta calle termina en la zona templos, que es enorme y es la que visitaremos hoy. Siempre cito al escritor de la Rough Guide de Centroamérica a propósito de Tikal: “Tikal will exhaust you before you exhaust Tikal” (que en inglés hace juego de palabras por el “exhaust”), pues bien, los templos de Nara acabarán contigo antes de que te los acabes, y eso es lo que pasa.


Comenzamos haciendo fotos como locos a los primeros. He contado que en todos los templos está la zona de purificación (Fuente con cacitos)? Cuando repase en Lonidnium pondré fotos y todo se ilustrará mejor. Luego está el cuenco donde pinchan las barritas de inciensos de colores.- me gusta el olor, y me recuerda que en su día, cuando viajábamos a Asia y éramos jóvenes nos traíamos de estos palos de incienso, a juzgar por el número de reposainciensos, ya obsoletos, que tenemos. Qué nos pasaba? Eramos hippies acaso? Es como las velas: por qué en todas las casas hay tantas velas? Yo ya lo dije en Navidad, no quería participar en el amigo invisible porque pasaba de que alguien me regalara una vela, llamadme Scrooge.


Seguimos con los templos, que me disperso: también hay tiendas de baratijas con significado religioso/supersticioso, una red metálica donde la gente ata su fortuna (que previamente han comprado en las tiendas de baratijas, como Mini hizo el primer día), otra zona para atar unas tablillas (que se han comprado también en la tienda, y que he visto desde la discreta rectangular, hasta con forma de osito o corazón). También están los que te escriben en el librito el símbolo del templo, da gusto verlo, cuesta 300 yenes por inscripción (unas £2), esto lo estamos haciendo desde el primer templo en Tokio (colgaré fotos). Y, por supuesto está la “shrine”, que es la zona de adoración, la casita donde está dentro Buda y demás parafernalia. Allí no se puede acceder, y justo delante hay como una caja de madera de lado a lado con barras donde echan el dinero: se ponen delante con las manos como para rezar, dan dos reverencias, dos palmadas, rezan, y una reverencia. Esto creo q lo he contado, sorry. Lo mejor del templo es la campana que hay justo allí donde rezan: al Peda y a Mini les gusta hacerla sonar. Gonggggg.


Avanzamos y vemos una pagoda de 5 niveles, y entonces ya empezamos a ver los ciervos: hay unos mil ciervos caminando tranquilamente por los templos de Nara. Venden una especie de galletas para darles de comer. Llegamos a un templo donde hay demasiada gente porque los cerezos alrededor están totalmente abiertos: preciosos. Seguimos hacia el mayor templo y allí descubrimos los helado “Cremia”... son unos cucuruchos con nata por encima, y como reclamo de venta dicen cosas como que tiene 25% de grasa en la leche y tal... en fin, que está buenísimo y me lleva a los helados de nata en Bellver, el pueblo de la Yaya en el Pirineo, donde la pastelería es exagerada a todos los niveles. Así que de Nara a Bellver, pura magdalena de Proust.


Mini está sin vivir en sí con los ciervos, un hombre le da una especie de frutos secos para que les dé, y ella los va racionando, todo por tener a los bichos cerca suyo. Cómo le gustan tanto los animales a mi hija? Fashion (otra amante) dice que yo soy una persona que pasa de ellos, pero en algo los atraigo... la misma Nara, (a la que hago caso, creedme, pero según Fashion no el suficiente) me ama, estoy sentada y viene a hacerme cucadas para que le rasque la cabeza. Bueno, pues aquí sufrimos una nueva interacción animal que yo desde luego no instigué (nunca las instigo, recordáis cuando una vez nos intentó atacar una gallina en Dorset? Aún tengo flashbacks). Estaba Mini dando de comer a uno de los ciervos, y entonces aparece otro más asertivo y , creyendo que Mini tiene más comida (que ya no), da saltitos y le medio muerde en la cintura. No contenta con esto, viene a mí! Y me muerde! Pero no os asustéis: son tantas las capas de ropa que llevo que se siente como cosquillas. De todas formas, es un susto porque aparte de los bambies, son bichos grandes y no mola tenerlos enfadados (les han cortado los cuernos, menos mal). Según el Peda, que asiste a la escena desde el final de la calle donde fotografiaba o algo, “hemos disturbado la paz del lugar” con nuestros gritos.


No voy a llevaros uno a uno por todos los templos que pasamos hoy. El enorme es bonito porque además hay fotogénico hanami. Mini quiere comprar un regalo a todos los niños de su clase (16) porque una companiera (odiosa) vino de Estambul el año pasado con un estuche de tela con algo en árabe para cada uno. Le decimos que no vamos a invertir un dineral en esta broma, pero precisamente allí encontramos unas bolsitas enanas de colores con cascabel que vale 100 yenes (60 peniques) y las compramos... claro que no sabemos si eso es un amuleto en contra de la gota o para que te perdonen deudas de juego. Cuando preguntamos, nos dicen que es “perfume para el bolsillo”. Seniorrr.


Seguimos caminando y aparte de los templos, aquí hay como 2000 farolillos de piedra preciosos, que los encienden todos dos veces al año... más ciervos y agotamiento. Salimos por una calle lateral y trastrabillamos agotados y hambrientos hacia la calle aquella de restaurantes. Compro 4 naranjas (que resultan saber amargas).


En un punto se hace la luz y vemos un restaurante enano que en realidad es una habitación que al fondo tiene una plancha gigante y dos mujeres cocina okonomiyaki. Esto es una especie de tortilla japonesa que yo ya probé hace mil años en Vetusta, cocinada por José Antonio, mi amigo mexicano (bueno, de vetusta pero vive en el DF), que vivió en Chengdú 4 anios, luego conoce bien Asia. Recuerdo que me gustó el okonomiyaki (huevo mezclado con mucha verdura, algo de bacon, por encima una salsa dulce, cebollas verde y jenjibre) pero aborrecí unos polvos que le ponen al final: uno es verde (algas) y el otro es de pescado (como la comida que les echas a tus peces de colores, tal que así). Total que le digo a la señora que no le eche los polvos a mi parte (el Peda se lo come), y está buenísimo. Nos dejan hacer fotos a ellas cocinando sobre la plancha y es una gozada. Por fin salimos de allí eufóricos porque hemos encontrado otra comida en Japón que nos gusta!!!


Tren de vuelta (donde había una pareja de españoles con dos niños pequeños), el famoso 26 y a casa....

7 comentarios:

  1. Di, aunque tengo pelusilla porque hayas comentado lo que acertadamente No dijo de lo piojos pero NADA de lo mío, tan tronchante, sobre las abigarradas farmacias japonesas, me sobrepondré y diré lo siguiente:

    Para infestación de piojos (que tanto abundan, por cierto, en los terciopelos del mundo, en general, y en los de los trenes japoneses entre finales de marzo y principios de abril, en particular): lendrera y más lendrera. No hay otra, digan lo que digan, vendan lo que vendan, farmacias y parafarmacias. El líquido que facilite la operación es lo de menos; cualquier lubricante valdrá.

    Eso, o (atento HombreRevenido) contratar a un macaco japonés, pues sólo ellos saben, sin poner cara de asco, prestar esa enternecedora atención y eficaz constancia para pillar al parásito entre índice y pulgar, aproximar los dientes, y emitir ese reconfortante chasquidito que, traducido, significa ¡uno menos!

    Pero aunque no debiera (¿lo patentaré por fin algún día?) hay otro sistema que ideé e implementé hace unos ocho años: la anoxia; efectivamente: matar al bicho por asfixia.

    Mi hija mayor, que estaba harta de que tras los tratamientos pediculicidas el pelo le oliese que si a vinagre, mayonesa o romero, que si a esta porquería de moda o a la otra de toda la vida, se prestó al experimento, que, adelanto, fue un éxito.

    Consistió en una bolsa de polietileno que le recogía la melenaza y que quedaba sujeta desde la frente a la nuca con doble cinta americana de forma que quedaba estanca. A esa bolsa le hice el vacío. Fue fácil, bastó con accionar una bomba pero en sentido contrario. Luego llené la bolsa con un gas inerte (argón en concreto; lo uso cuando empaqueto las verduras que cultivo en el huerto de casa para que me duren todo el año). Y ya está. El bicho, al tiempo, cayó; liendre incluida: no mercy!.

    El tiempo… El tiempo fue la pega: tardamos 22 días.

    Claro, la niña se hubiera sentido rara de salir a la calle con ese improvisado gorrito del que pendían un manómetro y dos aparatosos sensores de temperatura y humedad relativa. ¡¿Cómo dar a entender el motivo de tan ridículo tocado?! Pero como yo no estaba dispuesto a que faltara al colegio a cuenta de esta excusa perfeccioné el sistema poniéndole un abriguito color caldera (encendida) y en la espalda con pintura blanca tracé de forma descuidada una aspas blancas chorreantes y añadí con grandes y rotundas letras: ¡¡OJO, APESTADA!!

    A la madre (como todas, pelín sobreprotectora) no le hizo gracia. ¡Pero ser un éxito, fue!

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  2. He probado tu procedimiento, Lux.
    Una pregunta.
    Conoces algún buen abogado?
    Tiene servicio 24 H ?

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  4. ¡Madre mía! ¡Qué de entradas! ¡Y toditas de pura envidia! Y yo mientras tanto en mi pueblo materno viendo las mismas vacas y las mismas ovejas de siempre. (Eso sí: las acelgas estaban preciosas. Y había montones de remolachas fruto de la afición que mi santa madre le ha cogido a cierta sopa polaca) Tengo lectura y fotos para un buen rato. Amenazo con comentar.

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  7. Me troncho con lo de que habéis "disturbiado"....ese palabro lo dijo el Peda o es de tu cosecha.

    Y os voy a dar un premio a los padres que más veces dicen "le decimos a Mini que no"....y dos renglones más abajo "es que sí". XDD

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