Se pasó tres días viajando hasta que llegó al pueblo. Podría haberlo hecho en menos tiempo, está claro, pero no hubiera sido lo mismo. Así resultaba casi un viaje de aquellos antiguos, de los que le contaba la Tía Férula que se hacían en barco para venir de la Argentina. Ella lo sabía de primera mano porque su marido, con su gran familia, habían cruzado el Atlántico varias veces, hasta por fin establecerse de nuevo en España. Y dicen que al pisar tierra se caminaba de lado a lado, como si siguieran sobre las olas, borrachos de mar al igual que los 30 días anteriores. O eran quince: ya no se acordaba.
Por qué no escribió las historias de la Tía Férula cuando se las contaba? Historias de sus
múltiples vidas (no porque fuera una agente doble, pese a que una vez
en pasaportes le dijeran que haría la perfecta espía por el cambiante
color de sus ojos) sino porque, mientras que ella había nacido, crecido y
probablemente moriría en una ciudad -con sus comodidades y sus
incovenientes- la Tía Ferula se había movido en muy distintos escenarios.
Historias de la Tíá Férula sin escribir. Historias de su infancia, el colegio de las monjas donde llevaba uniforme con capa, y una de ellas le decía "sé buena pero no te vayas monja". Historias de su primera adolescencia aún en el colegio pero metiendo el dedito en la vida de esa ciudad mágica con lagartos de colores y catedral-castillo-encantado, la más europea de la península. Historias de la guerra, que estalló exactamente un año después de su quince cumpleaños ya en "la montaña", aquel pueblo fronterizo donde fueron a buscar el aire limpio para salvar a su madre de un mal del corazón. Historias de los que pasaban al otro lado, que un día fue La Ilustración y entonces era la salvación. Historias de cómo un apuesto joven que decía "cheee" continuamente, llegó al pueblo con sombrero y poncho dirigiendo la tala de todos los árboles de "una montaña que su familia había comprado". De cómo conoció al misterioso bonaerense, hijo de españoles que, tras haber hecho fortuna, decidieron "volver a morir a España". De cómo el padre de Tía Férula "contrató a una espía" para comprobar que era de buena familia, y no un impostor de allende los mares.
Historias de su vida que a partir de su boda, con 25 años, "no te cases antes, a mí me dio tiempo a todo" en una parte de la piel de toro que se hablaba otro idioma, el mismo que en el pueblo fronterizo y en la ciudad mágica les obligaban a hablar por la calle. Historias de "la finca", donde iba a llevar las riendas, las cuentas, la organización y todo, por muchos años. Historias de la vida de la gente pobre de los pueblos cercanos que trabajaba para ellos, y de la gente bien de la ciudad de provincias, donde eran invitados a cenar cuando venía Evita Perón o similar.
Y por fin, los útimos anios en una casa en las afueras de la ciudad de provincias, a la que los muebles de la finca le quedaban grandes. Pero la Tía Férula no era de las de tirar. En los cajones de sus armarios, de sus cómodas, de la alacena, había ido cuidadosamente guardando una vida, quién conoce las razones de los que almacenan. Recordar, agarrarse a las cosas que simbolizan tanto, a los momentos en los que con ellas fuimos felices. Dejarlas como miguitas de pan, como piezas de puzzle para que alguien lo recomponga. Algún día. Ahora ella volvía para recordar, para volvérsela a encontrar. Pero no se imaginaba hasta qué punto.
Historias de la Tíá Férula sin escribir. Historias de su infancia, el colegio de las monjas donde llevaba uniforme con capa, y una de ellas le decía "sé buena pero no te vayas monja". Historias de su primera adolescencia aún en el colegio pero metiendo el dedito en la vida de esa ciudad mágica con lagartos de colores y catedral-castillo-encantado, la más europea de la península. Historias de la guerra, que estalló exactamente un año después de su quince cumpleaños ya en "la montaña", aquel pueblo fronterizo donde fueron a buscar el aire limpio para salvar a su madre de un mal del corazón. Historias de los que pasaban al otro lado, que un día fue La Ilustración y entonces era la salvación. Historias de cómo un apuesto joven que decía "cheee" continuamente, llegó al pueblo con sombrero y poncho dirigiendo la tala de todos los árboles de "una montaña que su familia había comprado". De cómo conoció al misterioso bonaerense, hijo de españoles que, tras haber hecho fortuna, decidieron "volver a morir a España". De cómo el padre de Tía Férula "contrató a una espía" para comprobar que era de buena familia, y no un impostor de allende los mares.
Historias de su vida que a partir de su boda, con 25 años, "no te cases antes, a mí me dio tiempo a todo" en una parte de la piel de toro que se hablaba otro idioma, el mismo que en el pueblo fronterizo y en la ciudad mágica les obligaban a hablar por la calle. Historias de "la finca", donde iba a llevar las riendas, las cuentas, la organización y todo, por muchos años. Historias de la vida de la gente pobre de los pueblos cercanos que trabajaba para ellos, y de la gente bien de la ciudad de provincias, donde eran invitados a cenar cuando venía Evita Perón o similar.
Y por fin, los útimos anios en una casa en las afueras de la ciudad de provincias, a la que los muebles de la finca le quedaban grandes. Pero la Tía Férula no era de las de tirar. En los cajones de sus armarios, de sus cómodas, de la alacena, había ido cuidadosamente guardando una vida, quién conoce las razones de los que almacenan. Recordar, agarrarse a las cosas que simbolizan tanto, a los momentos en los que con ellas fuimos felices. Dejarlas como miguitas de pan, como piezas de puzzle para que alguien lo recomponga. Algún día. Ahora ella volvía para recordar, para volvérsela a encontrar. Pero no se imaginaba hasta qué punto.
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Llueve a cántaros y ya es de noche cuando la deja el taxi en la puerta de la casa de la ciudad de provincias, en las afueras. Marina, la vecina de siempre, ya está en la ventana y sale corriendo con la llave.
-De verdad que no quieres venir a dormir a mi casa?
-No, gracias Marina, estaré bien aquí...
-Yo te he puesto la calefacción ya por la mañana, así que frío no pasarás... te he dejado yogures en la nevera... y en el horno tienes tortilla de patata... como me acuerdo que te gusta fría...
Ella sonríe y asiente. En realidad el tiemblan las mejillas y no sabe si con la sonrisa, acabará sollozando. Pero no.
-Bueno, que estás muy cambiada... ya comes? Te veo muy delgada. Mañana hablamos más tranquilas. Te he hecho tu cama, la de al lado de tu hermana. Ah, y te he dejado también una toalla. Cualquier cosa, llama, que estamos al lado... ay! si te conozco desde niña! Hija... cómo sentí lo de Tía Férula... la calle no es lo mismo sin ella. Con lo que la queríais tú y tu hermana... Venga, me voy...
Ella sube las escaleras y da la luz de su antiguo cuarto: deja allí la maleta y el abrigo. Se descalza, el suelo está helado. Huele un poco a cerrado: ha pasado más de un año. Casi de puntillas entra en la habitación de la Tía Férula: está exactamente igual que la dejó. Pone la mano en el tocador (el tubalé, como ella lo llamaba) que aún tiene las fotos suyas y de su hermana, una virgen de algo, la foto de boda con el Tío Che: Tía Férula va de negro. De esa historia sí que se acuerda: Tía Férula, desoyendo los consejos de su madre que opinaba que "todas las que se casan en Mayo son desgraciadas", siguió adelante con los preparativos. De poco le sirvió, se casó en Septiembre porque su madre murió aquella primavera, para salvarla de la superstición de Mayo.
Sus ojos recorren la habitación de nogal, la que le hicieron a medida cuando se casó en 1945: la cama, las mesillas talladas, el armario con la luna central, los sillones bajos, la sillita para el tubalé. Todo tapizado en un terciopelo verde gastado. Todo esperándole para reencontrarse.
A la mañana siguiente se despierta y aún es de noche. No ha podido casi dormir, tanta es la emoción. El espíritu de la Tía Férula no vaga por la casa: ojalá esto fuera una novela de Isabel Allende y se la hubiera encontrado por la noche. Pasan las horas y un sol que es pura alegría se mete por los laterales de la persiana. Cuando la levanta y quita los cerrojos de las contraventanas se encuentra con el cielo más azul que ha visto en meses, y árboles, y los sonidos del pueblo: los pájaros, una sierrra mecánica que debe estar podando, un timbre de bici.
-Hola???? Estás arriba?
-Sí, sube Marina
-Qué tal has dormido? te has comido la tortilla?- la voz se acerca mientras sube las escaleras
-Sí, estaba muy rica, gracias.... me he guardado algo para luego
-Te traigo pan.. pero qué lío tienes aquí!
Ella está de pie al lado de la cómoda: lleva el pelo recogido con una pinza, una camiseta blanca y vaqueros viejos. La cama está llena de cajas abiertas, las tres puertas del armario abiertas, la del centro de par en par, los cajones de la cómoda colgando.
-Sí, bueno, he venido a ordenar todo lo de Tía Férula... lo que no sirva lo daré a alguna organización y lo otro...
-Lo otro? A qué te refieres?
-Tía Férula lo guardaba todo.. me estoy encontrando aquí objetos del Siglo XIX, para que te hagas una idea...
-Y eso para que lo quieres, hija mía? Vale algo?
-Para mí, no tiene precio...
Marina se va, sin entender nada. Durante los siete días que ella pasa en la casa, prácticamente sin salir, se encarga de dar vuelta para asegurarse de que ella come. Pero eso no es en este momento una prioridad: con lo que ha llegado ella a comer en esta casa. Tía Férula cocinaba como nunca nadie volverá a hacerlo para ella: nada puede competir con los sabores de la niñez. Se hace tostadas con aceite y azúcar con ese pan tan rico y bocatas de jamón, de queso... come puramente para poder seguir en ese viaje que va a hacer sin salir de esa habitación.
La maniana soleada inicial abre la cómoda. En el cajón superior izquierdo hay papeles y muchas cajas y cajitas. Y aún más en el izquierdo. En los cajones inferiores hay mil papeles sueltos, clasificados en sobres, en carpetitas azules de gomas. Tambien hay ropa interior y medias, algunas verdadera antiguedad, de aquellas que se llevaban con liguero pero aún no existía la silicona que llevamos ahora. Hay muchas carteras de piel, en total 10 o 15. Dentro de ellas hay dinero antiguo, tarjetas de visita, fotos de carnet. En las múltiples cajas de madera hay un misceláneo, un maremagnum, un campo de Agramante (expresión que usaba la Tía Férula para referirse a las habitaciones adolescentes) de distintos elementos: anillos, pendientes, navajas, botones, colgantes, cadenas, hilos, agujas de coser y una auténtica colección de agujas de poner en la blusa o el abrigo- algunas preciosas, con toques orientales. En ese momento decide comenzar a clasificar: una cajita para cada obsesión, que ahora pasa a heredar y a hacer propia.
Encuentra estampitas religiosas, rosarios, y aunque no le extraña, ella sabe que la Tía Férula no era ninguna beata. Había recibido información de una de dentro (aquella monja) y lo suyo era "hay que creer en algo, en Dios o en el Diablo", pero sin mucha convicción. Hay también alguna revista y periódico antiguo: por mucho que busca no logra encontrar una publicación que recuerda de su infancia de cuando el anterior papa visitó España en 1982. Hay unas navajas de nácar con forma de pez y de zapato de tacón, respectivamente. Mecheros de aquellos de gasolina. Llaveros y... un pin del Barca! (esto no parece tener valor histórico).
El dinero antiguo comienza a apilarse, sale de todos los sobres, billetereas, y cajas. La Tía Férula era toda una coleccionista desorganizada! Muchos tendrán menos material pero bien ordenado y sistematizado... ella no. Billetes de cien pesetas, uno del anio 1937. Moneda extranjera (era entonces agente doble? ella sonríe con la idea... seguramente son sobras de nuestros viajes posteriores). Monedas de cartón de la República.
Hay pañuelos de esos que ya no se usan con las iniciales bordadas de los padres de Tía Férula. Ella encuentra un documento de identidad de su padre, nacido en 1872. C.O. y J.S. Algunas piezas del puzzle empiezan a encajar, alguna cosa a tener sentido. Pero, aquel pañuelito gris oscuro, muy usado, que parece más bien de miliciano... por qué está guardado? Quién llevó ese pañuelo? Tal vez su padre cuando hizo la mili en Africa? Porque también encuentra un documento que acredita que el padre de la Tíá Férula había recibido buenas referencias tras Africa, "sabe leer, escribir y tiene buena higiene personal". Esas cosas se escribían hace 100 años. Y encuentra muchos más pañuelos de cuello, bufandas, fulares: algunos hasta los recuerda en la Tíá Férula, de otros le viene la imagen del mercado de Bangkok donde los compró ella misma.
La parte central del armario, escondida tras la luna donde ella tantas veces se miró en el pasado (el mejor espejo de la casa), esconde un tesoro tras otro. Las mujeres del pasado bordaban juegos de cama maravillosos, y manteles, y hacían puntillas, y muchas más cosas de las que ella no sabe ni el nombre. Las sábanas de hilo con las iniciales de la Tía Férula y las de su madre son piezas de museo. Pasa las yemas de sus dedos por encima y piensa en el vuelco que ha dado el mundo, en esta parte del mundo, para algunas mujeres afortunadas, como ella. Sigue el bordado y lo que daría por fotos de la Tía Férula y su madre bordando aquel ajuar.
Pero encuentra mil fotos de carnet. Qué mirada la de Tía Férula. Pero por qué se peinaban así? Se asusta con una foto en la que tienen ambas la misma edad. Qué pronto envejecían entonces.
En las estanterías, bien envueltos están los bolsos. Hay algunos tan bonitos, los modernos los llamarían vintage. Jacky Kennedy, Coco Chanel... todas desfilan en su cabeza a medida que saca los bolsos. Dentro de ellos hay muchas de esas cosas que está clasificando en las cajas de madera: dinero, tarjetas de visita, una cajita metálica de Pastillas Juanola... y en casi todos, un espejito con su peine. Ay Tía Férula, presumida.
En algún punto decide empezar a hacerse selfies: aquel sombrerito de terciopelo con redecilla hacia la cara no puede desaprovecharse. Y... un momento, qué es esto? Pensaba la gente que Jean Paul Gaultier había inventado algo con el corsé de Madonna? Tíá Férula lo tenía ya, de seda blanca. Sube la música de fondo y, entre risas se lo prueba. Risas porque ni de lejos lo llena, pero en los selfies trabajados, con juego de espejos que le envía a su hermana, parece que sí.
Y cajas dentro de cajas, como un juego de muñecas rusas: en una de ellas encuentra un camisón de algodón blanco de la madre de Tía Férula. Se emociona de pensar que tiene Historia entre sus manos. Y entonces, la última, allá en el fondo, esconde una sorpresa más: Tíá Ferula, que se casó de negro porque su madre no quiso que lo hiciera en Mayo, llevó un camisón blanco de noche de bodas que cualquiera hubiera usado feliz para casarse. En el selfie de turno se aprecia el vuelo, la caída de la seda, las puntillas del pecho.
Ella da vueltas sobre sí misma para que vuele el vuelo, reflejándose en la luna del armario que se mira en la de la cómoda. El espíritu -de otra clase de los de Allende- de Tía Férula, después de los días que ha pasado abriendo cajones, cajitas, sobres y puertas, está por fin con ella. Pensaba reencontrarse, pero esto ha sido mucho más: abrir un regalo tras otro, a cada cual mejor. Se siente afortunada por haber podido hacer este viaje, y por haber sido la sobrina de Férula. Qué hora será, se está haciendo de día...
-Se puede????
(No hay contestación)
-Que subo, eh???
Marina sube pesadamente las escaleras, ay esas rodillas. Se oye la radio muy bajita de fondo, las luces laterales están encedidas. A Marina se le cae de la mano el correo cuando se la encuentra, vestida de novia, profundamente dormida sobre la cama de Férula.
Sus ojos recorren la habitación de nogal, la que le hicieron a medida cuando se casó en 1945: la cama, las mesillas talladas, el armario con la luna central, los sillones bajos, la sillita para el tubalé. Todo tapizado en un terciopelo verde gastado. Todo esperándole para reencontrarse.
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A la mañana siguiente se despierta y aún es de noche. No ha podido casi dormir, tanta es la emoción. El espíritu de la Tía Férula no vaga por la casa: ojalá esto fuera una novela de Isabel Allende y se la hubiera encontrado por la noche. Pasan las horas y un sol que es pura alegría se mete por los laterales de la persiana. Cuando la levanta y quita los cerrojos de las contraventanas se encuentra con el cielo más azul que ha visto en meses, y árboles, y los sonidos del pueblo: los pájaros, una sierrra mecánica que debe estar podando, un timbre de bici.
-Hola???? Estás arriba?
-Sí, sube Marina
-Qué tal has dormido? te has comido la tortilla?- la voz se acerca mientras sube las escaleras
-Sí, estaba muy rica, gracias.... me he guardado algo para luego
-Te traigo pan.. pero qué lío tienes aquí!
Ella está de pie al lado de la cómoda: lleva el pelo recogido con una pinza, una camiseta blanca y vaqueros viejos. La cama está llena de cajas abiertas, las tres puertas del armario abiertas, la del centro de par en par, los cajones de la cómoda colgando.
-Sí, bueno, he venido a ordenar todo lo de Tía Férula... lo que no sirva lo daré a alguna organización y lo otro...
-Lo otro? A qué te refieres?
-Tía Férula lo guardaba todo.. me estoy encontrando aquí objetos del Siglo XIX, para que te hagas una idea...
-Y eso para que lo quieres, hija mía? Vale algo?
-Para mí, no tiene precio...
Marina se va, sin entender nada. Durante los siete días que ella pasa en la casa, prácticamente sin salir, se encarga de dar vuelta para asegurarse de que ella come. Pero eso no es en este momento una prioridad: con lo que ha llegado ella a comer en esta casa. Tía Férula cocinaba como nunca nadie volverá a hacerlo para ella: nada puede competir con los sabores de la niñez. Se hace tostadas con aceite y azúcar con ese pan tan rico y bocatas de jamón, de queso... come puramente para poder seguir en ese viaje que va a hacer sin salir de esa habitación.
La maniana soleada inicial abre la cómoda. En el cajón superior izquierdo hay papeles y muchas cajas y cajitas. Y aún más en el izquierdo. En los cajones inferiores hay mil papeles sueltos, clasificados en sobres, en carpetitas azules de gomas. Tambien hay ropa interior y medias, algunas verdadera antiguedad, de aquellas que se llevaban con liguero pero aún no existía la silicona que llevamos ahora. Hay muchas carteras de piel, en total 10 o 15. Dentro de ellas hay dinero antiguo, tarjetas de visita, fotos de carnet. En las múltiples cajas de madera hay un misceláneo, un maremagnum, un campo de Agramante (expresión que usaba la Tía Férula para referirse a las habitaciones adolescentes) de distintos elementos: anillos, pendientes, navajas, botones, colgantes, cadenas, hilos, agujas de coser y una auténtica colección de agujas de poner en la blusa o el abrigo- algunas preciosas, con toques orientales. En ese momento decide comenzar a clasificar: una cajita para cada obsesión, que ahora pasa a heredar y a hacer propia.
Encuentra estampitas religiosas, rosarios, y aunque no le extraña, ella sabe que la Tía Férula no era ninguna beata. Había recibido información de una de dentro (aquella monja) y lo suyo era "hay que creer en algo, en Dios o en el Diablo", pero sin mucha convicción. Hay también alguna revista y periódico antiguo: por mucho que busca no logra encontrar una publicación que recuerda de su infancia de cuando el anterior papa visitó España en 1982. Hay unas navajas de nácar con forma de pez y de zapato de tacón, respectivamente. Mecheros de aquellos de gasolina. Llaveros y... un pin del Barca! (esto no parece tener valor histórico).
El dinero antiguo comienza a apilarse, sale de todos los sobres, billetereas, y cajas. La Tía Férula era toda una coleccionista desorganizada! Muchos tendrán menos material pero bien ordenado y sistematizado... ella no. Billetes de cien pesetas, uno del anio 1937. Moneda extranjera (era entonces agente doble? ella sonríe con la idea... seguramente son sobras de nuestros viajes posteriores). Monedas de cartón de la República.
Hay pañuelos de esos que ya no se usan con las iniciales bordadas de los padres de Tía Férula. Ella encuentra un documento de identidad de su padre, nacido en 1872. C.O. y J.S. Algunas piezas del puzzle empiezan a encajar, alguna cosa a tener sentido. Pero, aquel pañuelito gris oscuro, muy usado, que parece más bien de miliciano... por qué está guardado? Quién llevó ese pañuelo? Tal vez su padre cuando hizo la mili en Africa? Porque también encuentra un documento que acredita que el padre de la Tíá Férula había recibido buenas referencias tras Africa, "sabe leer, escribir y tiene buena higiene personal". Esas cosas se escribían hace 100 años. Y encuentra muchos más pañuelos de cuello, bufandas, fulares: algunos hasta los recuerda en la Tíá Férula, de otros le viene la imagen del mercado de Bangkok donde los compró ella misma.
La parte central del armario, escondida tras la luna donde ella tantas veces se miró en el pasado (el mejor espejo de la casa), esconde un tesoro tras otro. Las mujeres del pasado bordaban juegos de cama maravillosos, y manteles, y hacían puntillas, y muchas más cosas de las que ella no sabe ni el nombre. Las sábanas de hilo con las iniciales de la Tía Férula y las de su madre son piezas de museo. Pasa las yemas de sus dedos por encima y piensa en el vuelco que ha dado el mundo, en esta parte del mundo, para algunas mujeres afortunadas, como ella. Sigue el bordado y lo que daría por fotos de la Tía Férula y su madre bordando aquel ajuar.
Pero encuentra mil fotos de carnet. Qué mirada la de Tía Férula. Pero por qué se peinaban así? Se asusta con una foto en la que tienen ambas la misma edad. Qué pronto envejecían entonces.
En las estanterías, bien envueltos están los bolsos. Hay algunos tan bonitos, los modernos los llamarían vintage. Jacky Kennedy, Coco Chanel... todas desfilan en su cabeza a medida que saca los bolsos. Dentro de ellos hay muchas de esas cosas que está clasificando en las cajas de madera: dinero, tarjetas de visita, una cajita metálica de Pastillas Juanola... y en casi todos, un espejito con su peine. Ay Tía Férula, presumida.
En algún punto decide empezar a hacerse selfies: aquel sombrerito de terciopelo con redecilla hacia la cara no puede desaprovecharse. Y... un momento, qué es esto? Pensaba la gente que Jean Paul Gaultier había inventado algo con el corsé de Madonna? Tíá Férula lo tenía ya, de seda blanca. Sube la música de fondo y, entre risas se lo prueba. Risas porque ni de lejos lo llena, pero en los selfies trabajados, con juego de espejos que le envía a su hermana, parece que sí.
Y cajas dentro de cajas, como un juego de muñecas rusas: en una de ellas encuentra un camisón de algodón blanco de la madre de Tía Férula. Se emociona de pensar que tiene Historia entre sus manos. Y entonces, la última, allá en el fondo, esconde una sorpresa más: Tíá Ferula, que se casó de negro porque su madre no quiso que lo hiciera en Mayo, llevó un camisón blanco de noche de bodas que cualquiera hubiera usado feliz para casarse. En el selfie de turno se aprecia el vuelo, la caída de la seda, las puntillas del pecho.
Ella da vueltas sobre sí misma para que vuele el vuelo, reflejándose en la luna del armario que se mira en la de la cómoda. El espíritu -de otra clase de los de Allende- de Tía Férula, después de los días que ha pasado abriendo cajones, cajitas, sobres y puertas, está por fin con ella. Pensaba reencontrarse, pero esto ha sido mucho más: abrir un regalo tras otro, a cada cual mejor. Se siente afortunada por haber podido hacer este viaje, y por haber sido la sobrina de Férula. Qué hora será, se está haciendo de día...
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-Se puede????
(No hay contestación)
-Que subo, eh???
Marina sube pesadamente las escaleras, ay esas rodillas. Se oye la radio muy bajita de fondo, las luces laterales están encedidas. A Marina se le cae de la mano el correo cuando se la encuentra, vestida de novia, profundamente dormida sobre la cama de Férula.
¡Qué chulo, Di! Por este tipo de emociones me dediqué a mi oficio. ¡La prota vestida de novia! (¿Será una señal?)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué difícil es, si no imposible, al menos para mí, coger la distancia en estos medios, cagonlá.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPerdona Didy que siga haciéndome publicidad ...el caso es que ya es la 2ó3 referencia que me hacen con Gloria Fuertes y le quería decir a Lux, que vale...pero nuncal la he leido. Lux , no he leído a G.F y agradezco mucho tu comentario. La primera vez que me compararon con ella fue con este pequeño poema sobre la carta de los RRMM ... (no me consta que a Gloria le hayan comparado con migo, pero si sabes agradecería que me lo dijeras) De lo otro que me dices ya te diré ... como a ti Diddy que ya te diré tres cuartos de tu historia que no he leído.
EliminarAlla va el poema y en cursivas pero sin comillas porque lo escribi yo mismo ;) :
Carta para los que no escriben cartas: (el titulo lo pongo en negritas)
Deja que el niño escriba su carta.
Deja que erre que erre, escriba.
…y cuando diga erre, ¡que sueñe!
…y cuando diga diga, ¡que pida!
No importe el paje, que acierte.
Deja que erre, y regalo (dis) traiga.
Y cuando erre regalo, el niño diga.
Erre que erre, yo escribo mi carta.
…y si crece el niño y no quedan cartas.
Erre que erre, soñando siga…
PD Aparte . Diddy ¿que es eso de hugs? ¿no seran sugus?
Muxus sugus
Tomae, tienes que leer a Gloria Fuertes, te gustará.
EliminarJosé Luis, antes de que borrases leí que me animabas a abrir mi propio blog. Pero resultaría que, como para mis aficiones soy anárquico como no lo soy en mi trabajo, no actualizaría nunca, u otro día publicaría doce entradas chorras. No. Yo nací para público.
EliminarUn abrazo.
Gracias por la aclaración, Lux, un abrazo.
EliminarTubalé.
ResponderEliminarNo tengo nada más que añadir. Tubalé.
Hay que ver cómo eran de guardonas todas las tías Férulas, para ellas y para las que vienen detrás. Su afán de retener, de conservar, de aferrrarse a sus cosas más allá de la vida, es enternecedor. Y cuánto sabían, qué gusto da después dar vida a todo lo que ellas guardaban.
ResponderEliminarQué gustico da leerte.
Hola darlings, gracias por todo. Cuando una se mete a escribir este tipo de historias lo tiene claro en su cabeza pero, el problema: lo siguen los demás? Por ej, Ella se ha quedado dormida con el camisón de novia (q parece un vestido de novia) de la prota (q es Tía Férula, no Ella).. Bueno, a ver, no es q una lo tenga claro en su cabeza.. más bien tienes una idea, q se va desarrollando, y no sabes dónde te va a llevar. No conoces a marina, y de repente aparece, y por supuesto el final sale así... pop! Es un proceso muy chulo.... no sé si a todo el mundo le pasa así...
ResponderEliminarLo que me recuerda... no deberíamos hacer otra ronda de microrrelatos como al de la cabina? (vale, no ronda, sino concurso, si no, no es lo mismo para algunos...) Me lo pasé en grande!
muxus y hugs
di
Se lo he dicho también a Nán: creo que sois más vosotros, más individuales y diferenciados, cuando escribís, los que sabéis, literatura, más que cuando escribís sobre otras cosas (eso quería decir, Nán, cuando decía "otras actividades"). A mí me ha gustado, Di, lo que has escrito, el tono y la historia.
EliminarUn abrazo
De momento, va bien la cosa con esta historia que te has levantado a base de objetos. Las prendas personales siguen oliendo a quien las llevó muchos años después de su muerte (si no los has lavado y usado muchas veces). ¿Es eso el "espíritu"? Claro que sí: es la huella de nuestro paso por el tiempo.
ResponderEliminarDespués, una huella más larga, es escribirlo. Lo que has hecho ya, provocándome todo tipo de sensaciones muy reales.
Impresionante primer párrafo. Me guardo la noche para leer los siguientes.
ResponderEliminarHas usado felizmente varios recursos. El texto pasa así de "memorias" a "historias", como debe ser.
ResponderEliminarSi quieres, te abro la puerta a miembra virtual del Bremen. No hay como recibir "palos" cada dos semanas en el blog privado del colectivo para mejorar a velocidad de crucero.
Desde que anteayer envié un comentario tan largo como ridículo (no, en ninguno de los dos aspectos, como el de hoy, claro) que me obligó a volver a las andadas del borrado, me he propuesto dejarme de sentimentalidades y centrarme en lo que sé hacer, en mi especialidad: las cuestiones vanas.
ResponderEliminarPues bien, vuelto a mi propia disciplina, he de decir que del evocador y precioso relato de nuestra Di sólo me insatisfizo una cosa, que creo, fue la misma que a Molinos: ¡¿a qué santo llamar tubalé al peinador?!
Y, desatendiendo todo lo que me da de comer, me puse dale que te pego a intentar resolver esta intrascendente cuestión.
¿Tubalé…? ¿Por qué, por qué?
Tubalé…
Y así pasé el día de ayer. Pero esta mañana, tras el sueño reparador de la noche, me he acordado de algo revelador. Ya os tengo dicho que mi memoria es prodigiosa y… y… esto… ¿Qué estaba yo diciendo? Ah, sí, me he acordado de lo que leí, hace 37 años y sin anestesia, en Gargoris y Habidis: Una historia mágica de España, de Fernando Sánchez Dragó (nuestro Dorian Gray cañí).
Me he acordado de eso y de la curiosa historia de los caldereros mirandinos (Miranda de Avilés) oriundos de la Auvernia francesa y parlantes de la curiosísima jeringonza gremial llamada Bron.
Pues bien, estos famosos caldereros trabajaban el cobre batido, laminado o forjado, para hacer eso: calderos, y ollas, cazos, braseros, calientacamas… pero también jofainas o palanganas, vasijas éstas, muchas veces metálicas, que, como sabemos, siempre acompañan a los peinadores o tocadores estando sobre el mismo mueble o encastradas en él.
Peeero, por otra parte, Sánchez Dragó recoge el origen legendario de los mirandinos en su «Gargoris…», y los hace descender del mismísimo y bíblico Túbal (t. II, p. 168 y t. III, p. 125).
¿Casualidad? ¡Já! La policía no es tonta.
Efectivamente, es tal y como lo estáis sospechando: tubalé viene de Túbal, aquel nieto de Noé (no es broma) que según las teorías vascoiberistas, o tubalismo, fue el primer monarca ibérico.
Bien, ya sólo me queda exponer a los rezagados la obvia conclusión: la vasija dio nombre al mueble, pero antes la vasija recibió el nombre del remoto monarca de aquellos de Miranda que las hacían: Túbal -> Tubalé (siendo la e un sufijo gentilicio común en la lengua bron).
Caso cerrado. Pura orfebrería etimológica. Gracias, gracias.
Sólo confío en que C. S., que para estos temas es casi tan friqui como yo, me dé la razón la tenga o no (compañera, recuerda: hoy por ti, mañana por mí).
Confío también en que Di no me corrija la plana descolgándose con que tubalé viene de pronunciar toilet de aquella manera y bla, bla, ni milongas parecidas. Francamente, no se lo perdonaría.
(En cualquier caso, y ahora en serio, ¿no tenéis la impresión de que, al menos a veces, así se escribe la historia –y las etimologías–?).
¡Naturalmente! ¡Tubalé viene de Túbal! ¡Cualquiera puede verlo...! La lingüística histórica es una disciplina fascinante. Y seguro que tan imaginativa como tú supones. Yo en otra vida espero dedicarme a eso.
Eliminar¡Gracias, C. S., compañera!
Eliminar(Hm... ¿Es susceptibilidad mía o hay cierta retranca en lo de «tan imaginativa como tú supones»? Hum.. No sé, no sé)
Les llaman tildes, y yo vengo a por ello. Todavía no he leído el texto Diddy (ni a Gloria F.Lux) pero puedo prometer y prometo que lo intentaré ...
ResponderEliminarDicho eso de prometer y prometo yo quería decir que me encanta como usas las ~~~~~~~ para separar estrofas o párrafos. ¿te has comprado un nuevo portatil? ¿dónde? ¿cuándo? ¿cuánto te ha costado Diddy? Yo las ~~~~~~~ que utilizo para el comentario, las he copia pegado, ya sabes, cut&paste, espero que no te importe.
Muxus sugus, ...les llaman tildes no? al rabillo que hay sobre la n en ñ....
Alt 126, ;).
EliminarVarias cosas.
ResponderEliminarCoincido con Lux, la sensación de vaciar una casa, la mezcla de tristeza, juego, nostalgia y bueno, lo que querais, es fortísima. Y me trae mis propios recuerdos.
Me encanta las descripciones que has hecho en torno al armario, la de las puertas abiertas y cajones abiertos, y la de lo que se encuentra tras la puerta central con el espejo. Es que es la vida misma, tal cual.
El relato me ha llenado de sensaciones, la más fuerte la nostalgia, y me ha encantado :). Y también por la forma como está redactado, aunque alguna cosilla...(la mañana siguiente se despierta y aún es de noche..ejem, ¡fuera inglés, bicho malo1, mañana-noche en spanish se hace un poco bola).
Férula no era la de cien años de soleda, por cierto :)?.
Hola divagantes, os agradezco mucho los comentarios, todos. Ideas así, a bolo... la palabra "espíritu" está usada en lugar de fantasma o similar como homenaje a "La casa de los espíritus" de Isabel Allende, de quien he tomado el nombre de la Tía Férula (no 100 anios de soledad, pero caliente, mismo contienente, saga fmailiar, realismo mágico..). Quien haya leído ese libro (yo lo hice con 20 anios) igual recuerda la relación particular de una de las 4 protas femeninas (creo q era Clara) con la tía de su marido... me encantó esa relación de amor (fraternal) entre mujeres.
ResponderEliminarRecursos formales: solo decir que la investigación pura arqueología luxíndica me ha dejado patidifusa... yenfo a recabar hasta a Miranda de Avilés. Yo solo puedo decir, aficinada como soy a los palabros también, q esta palabra, así como "floronco" y "hornigas" solo la he oído en Catalunia. Gracias, Lux, por tu valiente testimonio y aportación.
Y las ~~~~~~~~~~~~~~ son como cortinas q caen, un pequenio telón si fuera teatro. O en realidad, lo que más son es olas de mar. A mí me gustan y me salen ene l teclado. Tengo un Asus horrible.
Me gusta q me saquen faltas de los relatos, la única manera de aprender, Nán, así q lo de Bremen me encantaría pero creo q me falta tiempo... justo me va para escribir aquí en su mayor parte temas tontos de actualidad o obsesiones personales o fotos o procesado de libros/pelis.
Habiendo dicho esto,q me gustan las faltas o la critica... a veces no estoy de acuerdo. Lo de maniana y noche estaba pensado como contraste. DE hecho, a nadie le pasa despertarse en llo q ya se considera "la maniana" (6:30 am) pero aún es de noche (invierno). Es una sensación odiosa. Quería lanzar el contraste formal pero además dar información: 1. está ansiosa luego se despierta pronto, 2. se le hace de día sin salir de la cama, 3. se hace de día y es uno de esos fastuosos, con sol etc... o sea, a veces piensas, he perdido el timepo en la cama, con el día q hace...
Muchas gracias de nuevo y sigo pensado un tema de microrrelato para hacer algo comunal.. temas welcome. :)
di
xxx
Di, no soporto más el remordimiento: confieso que he mentido. Lo de Túbal -> Tubalé… ha sido una miserable patraña. En mi descargo diré, aunque no sirva de excusa, que todos los datos, así uno a uno, eran ciertos.
EliminarMe perdió, una vez más, la vanidad. Como penitencia, si es que aún me mantienes el derecho a la palabra, hablaré ahora de forma seria y con el corazón en el pecho.
Sostengo que tubalé es una simpática manera de catalanizar la palabra francesa toilett; palabra ésta que el inglés, deshaciéndose de la última t, tomó prestada y difundió de uno al otro confín: toilet [ˈtoɪlɪt]. En Cataluña, y en otras muchas partes, aunque a partir del siglo XVIII y hasta finales del XIX triunfó el tocador «a la inglesa», se empleaba preferentemente la pronunciación francesa [twalet], más o menos modificada, para referirse al mueble.
Efectivamente, en el siglo XVIII se extendió en Cataluña un modelo de tocador originario de Inglaterra (no olvidemos las intensas relaciones comerciales a la sazón entre la nobleza catalana y Londres) compuesto por una pequeña cómoda con tablero o piedra como encimera y un espejo basculante. Di, ¿el tubalé de tu relato podría haber sido como éste?
Allí, en el tocador, toilet(t) o tubalé, las mujeres se aseaban en esa intimidad que tanto les recrea y, felizmente ensimismadas, solían canturrear (al menos yo oí a mis abuelas y tías viejunas hacerlo):
♪ Que es este ratito mi tesoro,
mi dios, los afeites que no ves,
mi ley, la jofaina y el jabón,
mi única patria, ¡mi tubalé! ♫
…Y nada, allí que se podían tirar, tranquilamente, su par de horitas o tres.
Porque, aclarémoslo, cuando decimos toilet no es en el sentido actual y más común de retrete o cuarto de baño, sino en el más antiguo de to dress and groom oneself. ¿Nunca habéis usado u oído la expresión «Tengo que hacerme la tualé (toilett)» para decir «Tengo que arreglarme»?
Todo eso, ay, ya se ha perdido: ¡¿quién dispone hoy de tiempo para maquillarse sentada?! Yo, de hecho, no lo hago ni de pie.
Hoy, tristemente, de aquel mueble destinado a la higiene y acicalamiento femenino, nos tenemos que contentar con conservar las palabras jabón de tocador, eau o parfum de toilette, mallette de toilette (neceser)…
Pero yo echo de menos aquellos misteriosos tocadores de mis leonas mayores repletos, a la vista o en los cajones, de afeites, colonias, joyas o abalorios, fotografías en blanco y negro ¡y las primeras autocromas!, souvenirs de sus escasos y cortos viajes, un AK-47 envuelto en un pañito de croché, cajitas con cartas de amor y recibos, cuarto y mitad de chóped, trebejos de costura, muchos botones, trocitos de velcro y cremalleras, un mulo entero, imágenes devocionales, una vespa arrancá, muñecas (¿satánicas? ¡satánicas!) de porcelana, más imágenes devocionales… Pero todo, todo, muy ordenadito. ¡Vamos, vamos, que aquellos muebles parecían talmente el altarcito que los toreros se componen para, ya vestidos de luces, encomendarse a todo antes de saltar al ruedo!
Ay, Lux, qué poco te duran los faroles, que acabas confesando hasta las mulas y AK-47s.
EliminarPor lo mucho que te aprecio te lo digo, no vayas contando las canciones que tarareaban en la intimidad de sus tres horas de total soledad las damas apacibles de los tabulés, corramos un tupido pañito de croché sobre la cuestión, sabes bien que estos secretitos a media luz, entre risas y tejiendo algún primera puesta para el nieto es cuando mejor se disfrutan.
Fíjate en mi, sin ir más lejos, que por querer dármelas de entendida confundí a la Férula de la Allende con alguna dama de nombre miliciano de García Márquez, tremendo error el mío que prefiero mantener también bajo siete llaves y esperando hasta el momento sagrado en que lo revele, sentadita en una silla de anea, con las comadres, todas bien relajadas mientras interrumpimos el tráfico de una calle estrecha y sinuosa, y no nos perdemos nada de las entradas y salidas de los vecinos. Más tarde, cada una en su casa, a hacerle el mericidísimo homenaje a la vieja del visillo, madre de todas las comadres.
Así, Lux, disfrutaremos de nuestros recuerdos, nuestras pequeñas cosas, tan grandes como los sijetadores cabeza-cono del tercer cajoncito de la cómoda de nuestra tubalé.
Y tengo que decirte más, Lux. Estos tiempos se acercan, lo presiento, Que hoy mismo me he levantado en domingo pero mi sombra, inmune a la prosaicidad que le quieren imponer al tiempo, se ha obstinado en seguir viviendo el viernes por la noche. Estoy que no la encuentro, porque no quiere la muy traidora. De momento puedo mantener esta situación, pero se acerca el lunes y me temo que no podré explicar este sindios y sin sombra.
Así que previendo que me espera una jornada agotadora, en busca de mis sombra, me dispongo a relajarme mis tres horitas en este sustituto de la tubalé, mientras me tomo mi cafetito -vegano, ves...gano- y mis tostaditas y me voy bajando un curso de ganchillo por internet.
Dear Lux e Ire,
EliminarEl tubalé de Tía Férula podría ser muy muy parecido al q nos adjuntas Lux.. quiza lo iamgine cone l espejo más grande, para q me alga redonda la escena de los reflejos con el otro armario, pero sí, esa es la idea.
Tranqui con lo del tubal..."El Túbal" es un bar de Pamplona donde dan unos pimientos rellenos q bine valen una visita. Los bajan en un ascensor manual q bien se podría lalmar tubale, y de ahí haber devenido a "El Túbal".
Otra cosa sobre el enlace directo inglés-catlaán es la palabra zanahoria.... en inglés carrot y en catalán carrota. LO se pq a una familiar le pusieron Carlota y la Yaya siempre obejtó pq le recordaba al tubérculo. (es un tubérculo?)
Y me ha gustado mucho lo del tubalé moderno, este al q nos senmtamso tantas horas al día.. spot on Ire. Espero q llegue pronto tu Wendy a coserte la sombra...
Ayer lei una cosa tipo "los recuerdos nos llevan al pasado, los suenios al futuro" (...) y "no almacenes cosas, almacena recuerdos"... en inglés,c omo siempre, queda más "punchy". Y pense q sí, q cada vez más odio los objetos, las titadas... no puedo con las figuras, jarrones y cositas. Pero a la vez, qué gran poder el de algunos obejtos... tal es q sé positivamente q habra cosas q YO no podré tirar. Pq me llevan a esa perosna, a ese lugar o a ese momento.... y ene se mundo donde tenemos tantas tropecientas mil fotos digitales q probablemnte un día desparezcan por distintos formatos o virus o lo q sea... y lo que quedarán son esas viejas fotos de carnet de estudio de nuestras Tías Férulas...
Feliz día de la mujer TRABAJADORA
di
Perdona Diddy porque había perdido las gafas y hasta ahora no he....bla, bla, bla...y me he comprado unas en la farmacia hasta que encuentre las otras y/o reponga.
EliminarSi me permitís y dado el descriptivo comentario de Lux sobre Le tubelé y otras asociaciones catalanas (con su verso-canción incluido) , traicionaría a mi mente si no os comentara, que tal asunto de la o el tubelé -dicho sea de paso si, le tubelé es lo que es, no sé si es lugar adecuado para colocar a la Virgen de algo - ...decía que se me ha ocurrido pensar en la botella del agua de sifón; como instrumento no solo de acompañamiento al vermuth sino que también como antiguo instrumento de compañía y limpieza intima de la mujer. Siento y pido disculpas si Esta imagen puede herir la sensibilidad de la audiencia. De todas formas se me hacía interesante comentar el aspecto que parece haber sido el centro de atención de la historia.
Agradezco el interés de ire (Alt+126) Gracias Ire , de todo corazón aunque me parece –y no quiero ser pedante – que el espacio blogguer de los comentaristas es hipervincular, con lo que el lenguaje ascci no funciona muy bien, seguro que Lux te sabrá explicar. ;). – me ha encantado el guiño-
Yo vi la peli con un genial Jeremías Irons (sé que a todos os gusta) en la casa esa de los espíritus, lo digo también por los viajes en barco al continente desde el continente. Lo he mirado y son unos 15 lo que ocurre que ya no hay cruceros convencionales y si alguno le apetece crucerar el atlántico tendrá que fletar camarote en un banco mercante, al parecer esas cosas se hacen.
P.D J.P Galtuer con el corsé de Madonna tiene un anuncio de coca-cola Zero (o light) yo lo encontré hace poco en la web.
Saludos a todos, Mañana será un Lunes Genial, ¡ya veréis como sí!
Muxus Sugus Diddy,
Eso es que lo has probado poco Tomae, funciona.
EliminarCojo~o! Ire~e, sí que funcina la e~e. Gracias y perdo~a mi ~o~ez. ;).
EliminarDi, seño, ¡ofu!, no nos ponga más tareas (carrot) que, al menos yo, todavía estoy con floronco (averiguado) y horniga.
Eliminar¿Horniga…? ¿La horniga atómica?
Ire:
Eliminar1. El viernes te dieron de garrafa. Tranquila.
2. No te hagas la vieja; descuida que todo se andará.
3. Bonito texto. Tienes arte, so ladrona.
4. ¿Cómo te va con la dieta? Sabes que yo estoy dejando, a poquito a poco, la leche y la carne (salvo el jamón de pata negra –bellota 100% y vida más regalada que la tuya y la mía- que no es carne sino maravilla) y me encuentro mejor de molestias asín vagas.
Ay, Lux, qué alegría me das. Yo entiendo que para andaluces de pata fina lo del jamón son palabras muy mayúsculas XD. La leche es peor que la carne. Y tienes un montón de opciones de leches vegetales, pero te recomiendo -furiosamente- que no tomes la de soja.
EliminarLa dieta bien, me encanta, si hasta me está empezando a gustar cocinar. Lo malo son las comidas en el trabajo, cuando toca comer de rutina muchas veces me traigo mi tupper, pero si son con clientes es la monda. Tengo a la cocinera del restaurante de detrás sobornada, la mujer vale su peso en chuches, me adapta los platos. Pero cuando toca irse a otra parte...sudores.
Hace un rato que he vuelto de pasar casi 3 días en mi Vetusta por maridaje y me lo he pasado fetenudamente leyendo de tubalés. Creo que estáis equivocados. Viene del francés, claro, pero era donde las señoras se sentaban para acicalarse y el marido les decía: "llama a "tu valet", que te ayude".
ResponderEliminar¿Tu valet…? Hm, ¡pues no que lo que dices tiene todo el sentido!
EliminarPero, vamos, que a buenas horas, mangas verdes…
Tres días, tres, de picos pardos…
Que la gente vaya y venga a su antojo a mí es algo que me saca de quicio, ¡es que me saca de quicio! ¿He de recordarte (recordarte a estas alturas) que libertad no es libertinaje? ¿Tanto te cuesta avisar, llamar y decirnos que te gustaría ausentarte tres días? Y seguro que te dejamos, ¡¿cómo no te vamos a dejar, caramba?! Pero avisándonos antes, claro. No cuesta tanto.
NáN, ¿tú sabes lo que es convocar a lo más granado de la etimología actual y pasar tres días (con sus tres noches) tratando con esa pandilla de intensos (intensivos, machacas o coñazos), redactando abstracs, engordando currículos, forzando las referencias bibliográficas, haciendo pogüerpoints con todos sus efectos, ¡todos!, aplicados, dándoles de comer? Y mira que esta gente es tan mirada para la Lengua como para su lengua (joder, ¡vaya morro fino que tienen los ioputa!).
No lo sabes, claro, porque para mí queda. No lo sabes, no, porque el señor coge y se ausenta tres días… Así, porque sí.
Mal.
Mal, NáN, y tú lo sabes.
Que avises es lo único que pedimos.
No me gusta llegar a este extremo, pero que sepas que te quedas sin libros, móvil, portátil, crocs y resuello durante una semana.
Innegociable.
¡Haber avisado!
Mi más que estimado Lux. Perdona mi inconsciencia. Para evitarla en el futuro, he hecho un planning de salidas que someto a tu revisión:
EliminarEstos son mis planes de salir de Madrid para lo que queda de año:
Períodos de dos días con una noche: 4 o 5
Periodos de 4/5 días con 5/6 noches: 2 o 3
Períodos de 30/40 días: 1
En todos los casos, te avisaré puntualmente a mi regreso.
NáN, aunque veo que te mueves más que la fecha de nacimiento de Marujita Díaz haciendo de la Niña del Exorcista con azogue en el cuerpo, doy por bueno tu calendario. ¿Ves qué fácil? Avisar; sólo había que avisar.
EliminarSeguro que los demás divagantes tampoco te pondrán pegas. Pero, oye, que si no fuese así, dame un toque y, como siempre, yo me encargo.
Borrador de las bases para el Primer Certamen Internacional de Relato Corto Colectivo Di´s 2015
ResponderEliminarPara la consideración del respetable, se proponen las siguientes condiciones:
1. Abrir un plazo de tres días para que se apunte quien quiera participar en la redacción de este relato colectivo. Para la adscripción bastará manifestar la voluntad de participar a través de un comentario.
2. Agotado este plazo, sabiéndose ya el número de participantes y a falta de una mano inocente, será nuestra Di quien por sorteo (no vale hacer trampas, o muchas trampas) establezca el orden de participación.
3. Dicho orden es fundamental, como veremos a continuación. El primer participante tendrá que iniciar el relato escribiendo con una extensión mínima de una palabra y máxima de quince líneas; el segundo lo continuará (también con el mismo rango de extensión –de una palabra a quince líneas-) pero con su estilo, y así sucesivamente.
4. Desde la fecha de publicación del texto del primer participante, el segundo dispondrá de una semana, como máximo, para entregar su parte y así hasta llegar al último. Sabemos que con estos plazos la cosa se puede hacer larga, pero la creatividad, ¡decídmelo a mí!, requiere su tiempo y, además, Zamora no se tomó en una hora.
4. En los textos que se entreguen, el uso de la eñe (naturalmente, en las palabras que la contengan) será preceptivo. Por tanto, nada de ninios, ¡cono!
5. Finalmente, hechas públicas todas las entregas, si Di da su OK y hubiese quórum (mínimo de ocho participantes), se unirá todo el relato y se publicará en un post de Di de forma unitaria. Lo sabemos, lo sabemos: será la sensación de la Internet.
6. Y entonces, amigos, será el momento de ensalzarnos y tirarnos flores entre los colaboradores y el regurgitar de dientes y castañear (¿o era crujir?) de nalgas de los cobardes o perezosos que se abstuvieron.
7. A los participantes se les obsequiará con las obras completas de Javier Marías y una foto, tamaño natural, de Landelino Lavilla semidesnudo (bajo ningún concepto se aceptarán renuncias o devoluciones de los regalos). La intendencia de estos presentes correrá por cuenta de quien se encargue.
¿Hace?
Yo, Luxindex, me apunto formalmente para participar en el Primer Certamen Internacional de Relato Corto Colectivo Di´s 2015.
ResponderEliminarps ps.. (susurro): Lux, corre, apúntate en el otro divague!
ResponderEliminarMe debes una.
Impresionante.
ResponderEliminarLux olvidó borrar sus comments y me ha hecho mucha ilusión releerlo. Además de sonrisas varias. Qué tío, qué bueno !. No sé si se hizo el concurso, chívamelo, anda, no seas miserias y me hagas arrastrarme de post en post.
Intuyo varias cosas en tu relato; lo imaginaste con tus vivencias en Bellver, Mariona es un nombre que supone algo para ti, vienes de familia bien, ...y alguna más.
Zanahoria en catalán es pastanaga, lo de carota nunca lo había oído, pero puede ser perfectamente cómo se le llama por esos lindes, de igual manera que a las "patates" se les llama "trumfos".
Gracias ANONIMO por tu amable comentario y por ir tan atrás. Acabo de mirar y se hizo un relato conjunto, o sea, alguien empezaba y otro divagante seguía, y luego los colgué todos, aquí está:
ResponderEliminarhttps://divagandodivagando.blogspot.com/2015/03/de-como-di-bloom-llego-donde-llego.html
Entonces me he acordado de otro concurso de relatos (aquí independientes) con el tema "cabina roja", aquí:
https://divagandodivagando.blogspot.com/2014/02/en-la-cabina-roja-aun-estan-tiempo.html
Sobre tus intuiciones, ja ja.. frío frío en cosas y tal vez caldeado en otras (pero vamos, pura casualidad, eres como los q leen la bola de cristal). Además, cuando pone “relato” es ficción darling. Eso y “Serial” son ficción, recuerda.
Cierto lo de pastagana, pero ahora q nombras localismos, es posible, pq zanahoria se dice “carotte” en francés… y “esos lindes” están muy tocando con la France! :)
Hugs
di